Partida Rol por web

De nuevo se hacía de rogar, sus respuestas tardaban cuando era Radu quien se las formulaba empeñado en demostrar que sus lealtades no pertenecían más que a quien quisiese, que no obedecía más que cuando él lo desease… - Solo temo una cosa Iakov, el mal que puedan percibir mis aliados.- contesté. – Y con vuestra salida quién sabe qué podría haberos ocurrido. Debo preocuparme por vuestro bienestar ya que vos sois incapaz de prever las reacciones de quienes pudieran verse traicionados.

Tras su saludo inicial, después de su alarde de independencia volvía a hacerse el silencio que tanto le gustaba utilizar y con su habitual tono de superioridad, que parecía ser la única forma de creerse independiente. El alma que animaba su cuerpo ya no le pertenecía y por tanto su vida dependía de los caprichos de su actual dueño, Radu. – Vuestros consejos son tan acertados como siempre y yo los tendré en cuenta como siempre he hecho, pero antes deberé hablar con la mujer a la que confiasteis vuestra identidad y preparar mi muerte para que no haya duda alguna sobre ella. ¿Sabéis?, tengo planes más trascendentales que sacar los ojos de cuantas personas se crucen en mi camino y para llevarlos adelante se necesita cautela. Me gustaría preguntaros a qué se debe la premura con la que buscáis que finja mi muerte, pues cumplir el anhelo de mi verdadera muerte es más difícil de cumplir. ¿Sabéis algo que yo no sepa, Iakov?

- Claro que sí, Radu - respondió Iakov -. Por algo has requerido mi compañía.

Volvió aquel silencio. No se podía intuir a ciencia cierta, como en las veces anteriores, si era que Iakov sólo había dejado de pensar las respuestas, o era que había ocupado su mente con otras cosas. Ni siquiera se podía saber qué era lo que estaba haciendo con su cuerpo, mientras respondía a aquella voz en alguna parte de su cabeza. Ante la falta de palabras de Iakov, el medio sonaba vacío, haciendo ecos como una cárcel. Parecía un túnel desierto, o una mazmorra deshabitada.

- En este estado de la cuestión, servirás a tu territorio más muerto que agonizante - continuó Iakov, pero no dijo una sola palabra más. Era evidente que los planes de Radu no le generaban ningún desvelo, ni se alteraba por las continuas menciones a ocultas maquinaciones por parte de aquel - Y para sacar ojos, por si no lo sabes, más que cautela se necesita habilidad. Tú ten tu cautela. Yo me quedo con mi habilidad.

La voz masculina quedó resonando entre ellos, uniéndolos a la distancia. Se perpetuó el silencio por medio minuto, hasta que la voz de Iakov volvió a resonar.

- ¿Cuánto tardará en volver, y con quiénes volverá? Ah - agregó, inmediatamente - No me hace problema si no me lo dices. Pero, realmente, te recomiendo que sí lo hagas.

GASTOS ANUALES:

i. Total: Knezi Radu el Menor: 13 Florines. Condesa Dubieta: 11 Florines. Iakov el Ensartaojos: 21 Florines. Caballero Schaar Dvy: 4 Florines.

ii. Edificaciones: Castillo de Covasna: Pequeño castillo de piedra, medio en ruinas y en franco deterioro. Valor: 1000 Florines. Mantenimiento Anual: 50 Florines. Estado Actual: 45%. Pagador: Conde de Covasna (no pagado el Año 950).

iv. Mantenimiento (gasto en Florines): Knezi Radu el Menor: 4 Florines. Condesa Dubieta Szantovich: 3 Florines. Iakov el Ensartaojos: 4 Florines. Caballero Schaar Dvy: 3 Florines.

v. Caballos y carros (gasto en Florines): Knezi Radu el Menor: 1 Florín (caballo de guerra pesado). Condesa Dubieta Szantovich: 4 Florines (2 caballos de tiro y carruaje). Iakov el Ensartaojos: 1 Florín (caballo de guerra pesado). Caballero Schaar Dvy: 1 Florín (caballo de guerra pesado).

vi. Sirvientes (gasto en Florines): Knezi Radu el Menor: 8 Florines (6 a partir del Año 951). Condesa Dubieta Szantovich: 4 Florines (5 a partir del Año 951). Iakov el Ensartaojos: 16 Florines (0 a partir del Año 951). Caballero Schaar Dvy: 0 Florines.

FONDOS ACTUALES:

1) Knezi Radu el Menor: -10, 0.

2) Condesa Dubieta: 25, 15 (tras cubrir el déficit de su marido).

3) Iakov el Ensartaojos: 10.

4) Caballero Schaar Dvy: 6.

EDAD Y ENVEJECIMIENTO: INVIERNO AÑO 951:

1) Azurbaal el Señor de la Furia.

Envejecimiento:

-        Envejece: No.

-        Edad real: NA.

-        Edad aparente: 32.

2) Iakov el Ensartaojos:

Envejecimiento:

-        Envejece: Cuando cumpla los 40.

-        Modificador por edad: +3.

-        Modificador por Decrepitud: +0.

-        Nivel Social: Noble menor: -1 (Mantenimiento anual de 4 Florines).

-        Año 951: Su edad aparente pasa a ser 32 años, la edad que tiene realmente.

-        Edad real: 32.

-        Edad aparente: 32.

3) Condesa Dubieta Szantovich:

Envejecimiento:

-        Envejece: Cuando cumpla los 38.

-        Modificador por edad: +1.

-        Modificador por Decrepitud: +0.

-        Nivel Social: Clase media urbana: +0 (Mantenimiento anual de 3 Florines).

-        Longevidad: No envejecerá nada hasta el Año 955.

-        Año 951: Su edad aparente sigue siendo de 15 años. Su edad efectiva es 17 a efectos de envejecimiento.

-        Edad real: 23.

-        Edad aparente: 15.

4) Caballero Schaar Dvy:

Envejecimiento:

-        Envejece: Cuando cumpla los 39.

-        Modificador por edad: +2.

-        Modificador por Decrepitud: +0.

-        Nivel Social: Clase media urbana: +0 (Mantenimiento anual de 3 Florines).

-        Año 951: Su edad aparente pasa a ser 21 años, aunque realmente tiene 24.

-        Edad real: 24.

-        Edad aparente: 21.

- Hace tiempo que no hablo con ella, Iakov. No me ha apetecido conversar con ella como ahora mismo estoy haciendo contigo, pero si necesitas que hable con ella para preparar nuestro viaje no dudaré en hacerlo…- sentado sobre su cama intentaba imaginar como se estaba desenvolviendo su esposa en las tierras de su padre, el estado en el que se encontraban sus negociaciones. - ¿Sabes? Echo muchas cosas de menos encerrado entre estas cuatro paredes, pero entre ellas no está mantener fútiles conversaciones. A ti te pasa lo mismo, ¿verdad?

Ansiaba la batalla, el combate, derramar la sangre de sus enemigos en el campo de batalla. Era algo que había deseado durante toda su existencia, esa insaciable necesidad de matar era lo único capaz de llenar un vacío que nunca desaparecía. La ira siempre había estado presente pero actualmente, no sabía si por la inactividad de las últimas semanas o debido al último arranque de furia con el que había arrebatado la vida a tantos campesinos y soldados, parecía haber aumentado.

- Aunque no lo sé con certeza espero que vuelva sola en un par de meses, como mucho tres. Podría venir acompañada de su futuro marido, el que ocupará mi lugar como señor de estas tierras y al que yo me encargaré de “gobernar”…- calló durante medio minuto esperando provocar en Iakov la misma impaciencia que sentía Radu cuando lo empleaban con él. - ¿La echáis de menos? ¿Deseáis volver a conversar con ella? Si deseáis preguntarla algo yo puedo hacerlo por vos.

- ¿Echar de qué? - la voz de Iakov parecía a punto de soltar una carcajada - No te confundas. Sólo quiero saber si volverá acompañada, por quién, y en qué cantidad. Cuanto menor sea ese fastidio, más fáciles me van a ser las cosas.

Hubo una pausa.

- Y por supuesto, no, no quiero nada de "conversaciones fútiles", con nadie - esta vez, Iakov sonaba con toda la autoridad de su voluntad: era el tono del jefe declarando su voluntad, en un susurro, ante sus condenados a muerte - Y tampoco quiero saber nada de cuatro paredes. Si tengo ganas de algo, en este momento, no es de ninguna de esas dos cosas.

Sin embargo, fiel a su costumbre, no siguió hablando. Suspendió sus explicaciones a la mitad, sin preocuparse por ser entendido, ni por el efecto que aquello pudiera causar. Tampoco parecía importarle que su interlocutor estuviera encerrado caminando por las paredes. Las vueltas que habían caracterizado a sus palabras desde su entrada en Sfantu Gheorghe habían desaparecido. El instinto se había retraído de nuevo. Simplemente, ya no le importaba.

- ¿Algo más?

Dudó unos instantes tras la pregunta que le había formulado, pensando en lo que le había dicho y lo que podía hacer. No sería fácil fingir la muerte mientras Dubieta y Schaar permaneciesen fuera, él era el único que permanecía en el castillo. – Ve preparando todo lo que creas conveniente, Iakov. Mientras intentaré acelerar la muerte de Radu haciéndola creíble a los ignorantes ojos de la plebe, además de comunicar a  Dubieta que nuestros planes se aceleran.

Una verdadera lástima que los cadáveres del estúpido y difunto capitán de la guardia así como del imbécil que osó retarme en duelo hubiesen perdido los ojos. Oh, cómo había echado y echaba de menos un combate enclaustrado en aquella habitación. Esperaba encontrarse con más combatientes que lo divirtiesen como aquel lo había hecho.

- Quizá necesite de tu colaboración para escenificar la pantomima, pero ya te lo comunicaré si fuera necesario.- Después de todo Iakov era el único siervo en el que podía “confiar” hasta cierto grado. – Hasta entonces me gustaría saber qué posibles destinos tienes para nuestro viaje, juntos, solos...

Una carcajada hizo ecos en el silencio.

- Sí, claro - Iakov sonaba exactamente como una persona que hablaba sonriendo con plenitud - Claro, Radu.

Hubo una pausa.

- Esta tierra no tiene muchos destinos, y los tendrá menos cuando te termines de morir. Pero tengo uno fijado ya. Si me dices que los que vendrán lo harán atravesando Kronstadt, será perfecto - Iakov carraspeó - A mí me gustan cosas más difíciles que meterme en una aldea de locos. De paso, tú no quieres tener tratos con nadie que pueda reconocerte como vivo. Así que vamos hacia el otro lado. Y acabemos esta estupidez de una vez - de pronto, el tono de Iakov se había endurecido - Estoy harto. Avísame cuando sepas exactamente cómo y cuándo vas a morir. Total, no te queda nadie en tu tierra para convencer, será sólo a quienes vengan como invitados.

La voz volvía a sonreír.

- Y eso siempre es más fácil.

El silencio que siguió a sus palabras dio la total impresión de que había dado por finalizada la conversación.

SUCESOS LOCALES:

- Primavera 951: Se marchan a Bucau 10 Familias de refugiados procedentes de Sfantu Gheorghe. Dicen que Covasna se ha convertido en un verdadero infierno en la tierra, donde los propios demonios salen a cazar para devorar la carne y las almas de los fieles cristianos

- Por supuesto, por supuesto que os avisaré, Iakov.- añadió socarronamente. – Además tomo nota de vuestro disgusto por no haber salido antes de Covasna. Todo es poco cuando se trata de mantener a gusto y evitar disgustos a aquellos que me han entregado su alma. Es un bien sobrevalorado y del que muy pocos están dispuestos a desprenderse, Iakov, y tu eres de los pocos afortunados que se ha deshecho de esa rémora. Recuerda quién lo ha hecho posible…- añadió con repentina firmeza.

Cuando conoció por primera vez a aquel hombre, la insolencia que mostraba estuviese con quien estuviese y aquel aura de poder que parecía envolverlo aun estando inconsciente habían llegado a deslumbrarlo. El preciso instante en que lo escuchó por primera vez decidió que el alma de aquel hombre debía pertenecerle. Había bastado un “no” para encapricharse con él, pero no había sido un “no” cualquiera, no al menos ese que se pronuncia con disgusto o pesar cuando las cosas no salen como uno desea, ni el de quien desprecia un ofrecimiento que le displace, ni el del niño caprichoso que se niega a hacer lo que sus padres le mandan. Era un “no” muy especial, imbuido con la firmeza de quien sabe lo que quiere, de quien tiene unos principios (por muy retorcidos que estos sean), de quien no teme mostrarse tal cual es. El alma de un hombre sincero en un mundo hipócrita, el navío que resiste las arremetidas de un mar tempestuoso… Radu deseaba hacer volcar a aquel solitario barquito, hundir la voluntad de aquel mortal. Durante largo tiempo sus intentos habían sido completamente inútiles, pero, hacía escasos meses, cuando ofrecía por última vez sus “dones” y creyendo que una vez más serían rechazados con la misma vehemencia empleada en las anteriores ocasiones, Iakov cedió no sabía por qué. Sin duda temer por su propia vida era una buena razón, aunque no sabía si había sido la razón determinante que le había hecho tomar aquella decisión. De todas formas le daba completamente igual, por primera vez había hecho zozobrar la embarcación. Solo necesitaba tiempo para regodearse, una vez más, en la caída de uno de “los grandes”. La tensa expectación, la paciencia que se quiebra cuando el momento esperado no llega. Paciencia, esa era la clave, y le resultaba tan ajena.

El pasado lo recordaba tan difuso, le resultaba tan irreal, tan distante que, en ciertas ocasiones, llegaba a creer que realmente no lo había vivido. Aun así estaba seguro de la guerra que llevaba librando durante eones, del papel que jugaba en ese conflicto divino. Hacía milenios que había olvidado las razones exactas que lo habían llevado a apoyar a Satán en su revuelta, pero las heridas de su castigo, la tortura y el tormento tras su caída seguían estando presentes. El rencor, el odio, la venganza y la ira eran actualmente las únicas razones por las que seguía existiendo. No sabía cuanto tardaría, no estaba ni siquiera seguro de si ganaría (aunque nunca lo admitiría), pero debía combatir, debía odiar al causante de su dolor y vengarse por su injusto castigo. Le daban igual los medios, ya había sufrido lo suficiente, solo tenía un fin y más allá no veía nada.

Sus dedos se deslizaron con delicadeza por los surcos de la madera del escritorio. Curvas y más curvas, pero por más que buscase en aquel intrincado dibujo, no encontraba ni una sola línea que cortase o se cruzase con otra. Observar aquellas complejas formas geométricas le provocó tal arrebato de ira que de un solo puñetazo derribó el escritorio. La madera cedió con estrépito, las perfectas líneas se quebraron y cientos de astillas volaron por los aires para caer en silencio sobre los desvencijados restos de lo que una vez fue una mesa.

… y quién puede acabar con lo que más estimes.- añadió tras el largo silencio.

Echó un último vistazo a los destrozados restos del escritorio: Sí, una vez, hacía mucho tiempo, él había conocido aquella perfección y había participado creándola.

- Eso - la voz de Iakov sonaba tan socarrona como la de su interlocutor - No puedo prometértelo.

Tras esas últimas palabras, volvió el silencio. Iakov había salido de aquel canal de comunicación. Todo aquello que viniera luego rebotaría en ecos vacíos, como si fuera contra un muro macizo o unas puertas de roble cerradas. En algún momento, Iakov volvería a poner los pies en el castillo, y seguirían esa exhibición de egos. Pero parecía que, por lo pronto, no tenía ninguna intención de volver a aquella estructura decadente.

Recorres el territorio con cautela, pero prestando atención a los detalles. Vas y vienes por los precarios caminos, buscando, acechando, intentando encontrar el momento preciso para atacar.

Durante tu exploración, encuentras cinco casas pobres, en las cuales puedes ver luz de las chimeneas en su interior. Las casas están alejadas entre sí, pero es de noche, y la noche está en calma, no se escucha ningún ruido. Sabes que cualquier error, o si te descubren, puede alertar a las familias de las casas cercanas.

Una noche comienzas a tener un extraño sueño.
Una mañana soleada, hace eones.
Un pequeño ángel cultiva un campo, ayudando a los hombres, las nuevas criaturas de Dios. Él, Azariel el Ángel de la Ira Divina, desciende de los cielos con sus alas emplumadas envuelto en una radiación de luz de majestuosidad y poder. Desciende al lado de su hermano pequeño, cegándolo con su luz. Le habla a Erziel, el Ángel de las Cosechas, sobre las palabras del Portador de la Luz, Lucifer. De como el Todopoderoso creó primero a la raza de los ángeles, dotándoles de gran poder, pero sin libre albedrío. De como después creó a la inferior raza de los hombres, dotándoles no sólo de libre albedrío, sino de la Fe, una chispa de la propia divinidad en el alma de cada mortal. Además de entregarles el mundo: la Creación que durante tantos eones la raza de los ángeles se había esforzado por construir por orden del Todopoderoso. Azariel habla con su hermano pequeño Erziel, le cuenta como el Portador de la Luz, el más alto y orgulloso de los Ángeles no está de acuerdo con tamaña injusticia y tiranía... Le comenta que muchos piensan como él y están dispuestos a seguirle en su... reivindicación. Se alzarán en alas blancas, hasta que los ángeles que no aprueban la injusticia oscurezcan el propio cielo con sus alas extendidas...
Erziel asiente, empequeñecido ante la luz brillante y cegadora de su hermano Azariel.

Te levantas recordando todo el sueño como si lo hubieras vivido.