Partida Rol por web

Escuche ignoró una vez más a la abogada para acercarse al posadero Tengo que preguntarle algo, describame a esos dos hombres que acompañaban a su huesped. Me refiero al que vino primero y al que finalmente le ayudó al escuchar ruidos arriba. Biza tuvo una corazonada. No podía creer que Alex se olvidara de sus padres. ¿Y si alguno de aquellos hombres fuera su propio su padre?

Diana se queda callada y la tensión aumenta ligeramente tanto en el ambiente como en el rostro de Eric e Ilsa. Margaret, tratando de relajar la situación, interrumpe contestando a la pregunta de Ilsa.

- No sé nada sobre Stepjan aún. Estuve aquí hasta tarde y he venido a ver a Irina nada más levantarme. Pero no se preocupe, seguro que está bien...

Echa un nuevo vistazo a la cama y se acerca a la hechicera sonriendo. Le pone la mano en el hombro y la gira hacia la cama donde yace Irina. La sirvienta ha despertado y parpadea lentamente, como si se estuviese acostumbrando a la luz tras un largo sueño. Con torpeza mueve las manos, tratando de incorporarse.

- Será mejor que no se levante - le dice Margaret apoyándose en la cama y sujetándola del hombro con suavidad. Irina se lleva la mano a la cabeza, a la zona donde recibió el golpe y mueve los labios. Su voz es aún débil y os cuesta reconocer las palabras "¿Qué ha pasado?".

La abogada te contesta en vez del posadero que, si antes parecía nervioso, ahora no sabe dónde meterse.

- El que llegó con él era alto, unos seis pies, moreno o castaño oscuro, con el pelo largo y desaliñado. Un tipo tosco, como le he dicho. Barba de varios días y vestido con una armadura de mallas. El tipo de hombre que no te gustaría encontrarte en un callejón por la noche.

Se levanta finalmente y se aproxima a vosotros.

- El otro hombre era algo más bajo, al menos cuatro pulgadas. Vestía una amplia túnica oscura y se cubría con una capucha que a penas dejaba entrever su rostro. Prácticamente no habló y, cuando lo hizo, su voz era extraña.

Te mira con expresión severa. - Pero no contestaremos a más preguntas hasta que usted no responda a la mía - dice en tono serio. - Estoy segura de que puede decirme de qué conoce a la familia Vangrant. Salvo que quiera verse involucrada en la investigación, por supuesto.

Conozco a los Vangrant de forma reciente abogada. aceptó con la mirada el desafío de la abogada No veo que tiene eso que ver con su investigación.

Investigación continuó hablando en la que por cierto ya estoy involucrada, así que puede reservarse sus amenazas para bribonzuelos de tres al cuarto.

-Está bien, Irina, no te levantes -dice Ilsa con los ojos llenos de lágrimas.-Descansa. Le pone la mano en el hombro para tranquilizarla. Luego se gira hacia su invitada.

-Está bien, Diana. Es evidente que no podéis permanecer en esta casa. Y también es evidente que no se puede confiar en ti. Propongo que vayas con Eric. En el cuartel de la guardia estarás más segura que aquí, y también te ayudará a reflexionar sobre tu lealtad. -Habla con un evidente disgusto, puesto que lo último que deseaba era llegar a esta situación.- Yo iré al Cerro de Oro, y luego nos vemos, ¿de acuerdo?

En voz baja, solo para los oidos de Eric, dice:

-Ten presente que es muy probable que alguien te siga. Alguien conoce a la perfección nuestros movimientos y nuestras debilidades. Por tanto la reunión de las gorgonas puede ser un objetivo. Ten precaución.

La mujer sonríe, conciliadora.

- No pretendía amenazarla, señorita Carkenna - dice levantando la mano a modo de excusa. - Pero coincidirá conmigo en que es extraño que nos encontremos en los escenarios de dos ataques nocturnos. Su mera presencia aquí sería algo digno de investigar si no tuviera justificación, ¿no cree?

Se encoge de hombros y vuelve a la mesa por su zumo.

- Pero efectivamente, ya forma parte de la investigación. Más bien diría que usted lleva otra en paralelo, aunque no sé hasta que punto puede ser eficiente investigar al margen de la guardia. Sin embargo, es probable que compartiendo nuestras averiguaciones juntos podamos esclarecer qué está ocurriendo, ¿no cree? - Termina su bebida mientras te deja pensar sobre lo que está diciendo. - Dígame, señorita Carkenna, ¿qué ha descubierto hasta el momento?

La sirvienta cierra los ojos y mueve la cabeza lentamente. - ¿Cómo...? ¿Cómo está Stepjan? - pregunta con voz entrecortada.

La doctora Margaret se vuelve a inclinar a su lado y le susurra algo para que se tranquilice. Luego os hace un gesto para que salgáis de la habitación, dando a entender que no es bueno para la paciente que discutáis allí.

Como sugiere Margaret, salís de la habitación y vais al recibidor. Irina estará más tranquila sola con la doctora y discutir allí sólo conseguirá perjudicar la recuperación de la mujer. Cuando llegáis allí, Eric mira con rostro severo a Diana.

- Tienes razón, estará más segura en la casa de la guardia.

La centauro alza la barbilla, orgullosa, pero se niega a decir nada. En vez de eso, os mira desafiante mientras Eric la sujeta del brazo.

- Nos veremos luego. - Dice mientras se dirige a la puerta junto con la mujer dindavara. - Pero Ilsa, alguien debería avisar a Rowan. No creo que le guste enterarse de todo lo que está ocurriendo durante la reunión. - Sugiere el soldado antes de salir.

Eric se va llevándose a Diana y dejándote al fin sola con Irina y Margaret. Vuelves a la puerta de la habitación donde está tu sirvienta y la miras mientras intenta dormirse nuevamente. Agitando la cabeza, vas a tu habitación a cambiarte de ropa.

Mientras estás poniéndote un nuevo vestido, escuchas como, una vez más, llaman a la puerta.

Ilsa cabila mientras se desnuda su siguiente movimiento. Lo cierto es que apenas ha tenido tiempo de pensar en estos días. Así no van a conseguir jamás adelantarse a los movimientos del enemigo, ése enemigo que oculta su rostro con especial maestría. Cuando suena la aldaba Ilsa se pone en tensión, y antes de que Margaret hable Ilsa grita:

-YO IRÉ, MARGARET.

Y baja rauda mientras se ajusta un tirante del vestido y se atusa un poco el pelo, cuyo aspecto haría palidecer a las damas de la corte, pero no había tiempo para eso. Por otro lado Ilsa sentía unos ciertos picores desde que la centaura estaba en casa, lo que le hizo temer lo peor. Tengo que limpiar a fondo la casa, pensó con infina aprehensión.

Al llegar a la puerta, Ilsa ya estaba concentrándose en un golpe de rayo, por si acaso. En lugar de colocarse de frente a la puerta se coloca en el lateral y mientras se encomienda a los Antepasados, pregunta:

-¿Quién es?

Que no debo confiar en nadie respondió a Emma dejando claro que no iba a dejarse llevar tan facilmente. Eso es lo que basicamente he descubierto. Así que si no tiene nada más que preguntar, debo marcharme. Biza dejó con la palabra en la boca a la abogada. No se mostraba interesada en lo que aquella podría ofrecerle. O por lo menos eso parecía.

A no ser que usted tenga algo que contarme... estaba ya en la puerta cuando pareció arrepentirse de sus propias palabras. Un resquicio de curiosidad brilló en sus ojos negros.

La voz de la madre de Alex se escucha al otro lado de la puerta.

- ¿Maestra Svletana? - pregunta. - Soy la maestra Straussen. Habíamos quedado en que vendríamos esta mañana, pero ha habido novedades durante la noche y me he retrasado...

Abres la puerta ante la noticia de las novedades. La maestra flamedancer parece nerviosa, lo que no es novedad en su caso.

- Lazarus ha recibido un mensajero esta noche. Al parecer han atacado a alguien que corresponde a la descripción de Alex en una posada en los Barrios Medios. Mi marido salió hacia allí de madrugada - informa.

Cuando le dejas paso, entra en la casa.

- Bien, venía a ver a la compañera de Alex. ¿Está aquí? - pregunta.

La abogada sonríe cuando te das la vuelta.

- Bueno, no puedo decirle demasiado sin el permiso de la guardia, especialmente cuando usted no tiene intención de colaborar. Sin embargo...

Se acerca a la puerta por la que estás a punto de salir.

- Por lo visto ambos ataques están relacionados. No sólo entre ellos, sino con otro asalto de hace un par de noches. Parece que los objetivos tenían algo en común. Habían servido en la frontera Truil. Creemos que hay alguien interesado en alguna información que hayan podido traer de allí.

Se apoya en la pared y te mira fijamente, como si estuviese evaluando el efecto que tienen en ti sus palabras. De alguna forma, parece darse cuenta de que sus noticias no suponen una novedad para ti y eso parece decepcionarla.

- Algo me dice que sabe más de lo que aparenta, señorita Carkenna. Eso me intriga. - Añade levantando las cejas en un gesto intrigado.

Yo no necesito el permiso de nadie para hablar. sonrió levemente intuyendo que la abogada intentaba adivinar sus pensamientos. Pero por desgracia me temo que no puedo aclarar esta situación más de lo que usted misma me acaba de decir.

Ahora debo irme. Biza salió de la posada algo decepcionada por no haber obtenido ninguna informacion valiosa. Es más en su cabeza se habían incorporado unas cuantas interrogantes más. Se disponía a resolver una de ellas. ¿Quienes eran los asaltantes de la posada? Estaba convencida de que no era el Dindavara...

La abogada se despide de ti y se queda en la posada mientras te alejas. Las calles de los Barrios Medios arden de actividad a esta hora de la mañana mientras la gente abre sus tiendas o carga mercancías en sus carros. Esquivas a unos y otros mientras te diriges al cuartel de la guardia más próximo, esperando que no hayan llevado los cuerpos directamente a una fosa común.

Por fin llegas al cuartel. Entras directamente a una sala donde varios guardias se sientan en distintas mesas, charlando, bebiendo o apostando en juegos de azar. En un acto reflejo, varios de ellos se cuadran llevando la mano a sus armas cuando ven abrirse la puerta. Se escucha un silbido de admiración cuando te ven entrar, seguido de una reprimenda de un guardia veterano a otro de los más jóvenes, que no aparta los ojos de ti, desnudándote con la mirada.

Otro de los soldados se levanta entre las sonrisas de sus compañeros y se acerca a la puerta, envainando una espada corta que estaba a su lado, apoyada en la mesa donde estaba hablando con sus camaradas.

- ¿En qué puedo ayudarla, señorita? - Pregunta. No puedes sino pensar en la diferencia que hay entre estos guardias y tu serio cuñado. Decididamente, haría falta alguien como Eric para imponer algo de seriedad en el cuartel.

Pues tenía unos asuntos que resolver pero... se acercó al guardia que le había recibido

Pero creo que me ha surgido otro asunto.  Mi nombre es Biza, pertenezco al Gremio de Hechiceros y los asuntos oficiales que me traían aquí se han visto eclipsados por el comportamineto de estos guardias. miró a los jovenes que la miraban de aquella forma

Me siento humillada y haré una queja formal ahora mismo. Mi cuñado es el Oficial Eric. Estoy convencida de que tendrá muy en cuenta mis palabras.

El guardia se cuadra, incómodo, cuando mencionas al teniente.

- Disculpe a los chicos, señorita... - dice, titubeando. - El Sargento ha salido y no hay nadie que les recuerde que son soldados y no una panda de gañanes sin modales. - Eleva la voz al final de la frase para que le escuchen bien sus compañeros que, poco a poco, vuelven a sus quehaceres entre sonrisas, dejando pasar la ocasión de hacer más chanzas.

Te mira como excusándose en nombre de sus compañeros, esperando que dejes pasar el tema sin quejarte a tu cuñado. Finalmente, carraspea antes de añadir.

- De todas formas, si puedo ayudarla con los asuntos que la traían aquí... - Dice dispuesto a echarte una mano en todo lo que pueda para compensarte por el trato recibido.