Partida Rol por web

Me acerco a las demás, pues al parecer va a comenzar en breve la prueba.

Si bien estoy acostumbrada a tanta expectación, también es verdad que, me mantengo tensa ante lo que pueda comportar "la marca" espero que la arena no sea un obstáculo para seguir en el ludus. 

Me acerco al resto de gladiadoras, esperando que nos distribuyan, así como nos den armas para combatir.

Tampoco ignoro lo que ocurre a mi alrededor, aunque cauta, mantengo vigilo con la mirada a los demás romanos y esclavos que hay por las inmediaciones. También trato de ignorar tanto al sacerdote como al viejo, ya que he visto que no son muy cordiales.

Marcus había comenzado a avanzar hacia Soenya, buscando un lugar sensible donde dejar caer la primera palmada, excitado ante la perspectiva de "domar" a semejante fiera. Sabía que no le llevaría mucho cumplir con el pedido de su amo, la actitud de la esclava durante el traslado lo dejaba en claro, y ciertamente sería un buen premio si el espectáculo complacía al Lupus.

Sin embargo, cuando ya imaginaba su mano marcada sobre la blanca piel de sus gluteos, la voz de su amo frenó la palmada justo a tiempo. Asintio y tomó a la rubia por los muslos, y la pegó a su cuerpo antes de subirse al pedestal. La red se aflojó y con un par de movimientos la desenganchó de la mano de la estatua. - Otra vez será - susurró - no pierdas ese fuego, lo necesitarás en la arena.

Bajó con ella al suelo y la depositó con cuidado al lado de su ropa, de pie, y con una sonrisa dedicó sus manos a desatar los nudos que aprisionaban sus brazos. Cuando terminó se colgó la red al hombro y se acercó a su amo, y tras dedicarle una inclinación de cabeza adoptó su posición detrás suyo y ligeramente a un costado. En ningún momento hizo ademán de recuperar su prenda, no se lo habían ordenado.

Cuando la idea de que aquel hombre le diera placer, recorriera su cuerpo con sus manos o la tomara con aquel miembro estaba cada vez más cercana escuchó las palabras que hicieron que su mirada volviera a ser fría y despiadada. Porque, de nuevo era humillada por aquellos despreciables demonios... Al menos ya iba haciéndose una idea de todo cuanto ocurría y esa noche, alguien se había ganado una nueva enemiga, una que no dudaría en rebanar su cuello con sus propias manos... Todo llegaría, confiaba en sus dioses y que le brindarían esa oportunidad... 

Dejó que la desatara, disfrutando del contacto de aquel cuerpo y sin cambiar su expresión en ningún momento - Eso será si me dejan vivir... Mucha gente de aquí quiere verme muerta... Sino, siempre nos quedará el pensar en lo que pudo ser y no fue. - Le contestó mientras lo miraba con calma - Habrá trampa o preferencias, ya verás. - Le susurró a Marcus mientras éste la desataba. No confiaba en que fuera a ser una prueba justa, después de todo no confiaba en aquella mujer que se dejaba ridiculizar tan descaradamente.

Miró su ropa y simplemente la ignoró, ¿querían espectáculo? Pues lo tendrían...

Caminó en dirección a donde estaban el resto de sus compañeras y simplemente se colocó a su lado. 

Regresa con Marcus hasta Camilia

- Esa egipcia tuya todavía no ha cumplido su cometido ¿no te parece? y Marcus ha ofrecido un magnifico espectáculo - deja caer - nos podría amenizar las breves pausas entre los combates - pide abiertamente

- Muy bien, Faustus - alejándose y acomodándose la ropa - aunque debo aclarar que no es como parece que sea. Bueno, de fondo sí pero de forma, no. Por favor guarda eso que la gente podría chismorrear cualquier cagada y recuerda que soy un Senador además de un Patricio. No estoy aquí para perjudicarles sino para ayudarles.

Estaba complacido con el anuncio de su domina y las mujeres tomaban su posición en la formación, el se acercó a dónde se encontraba la lanista.

-Domina, cual será la prueba para la obtención de la marca?

Preguntó intrigado por lo que ella decidió hacer para demostrar la valía de las guerreras.

Bueno por fin las pruebas ya venían y con ello el verdadero ritual a Marte. En este se decidiría quien ganaría la marca y era importante. 

Cuando Livia me acerca al final la miro y tomo su mano para calmarla un poco ya que la veo algo nerviosa, para darle seguridad 

-No hace falta me deis las gracias. Hay batallas que no son justas y uno debe combatir siempre. -dije refiriéndome al abuso sobre su compañera. - No estés nerviosa no ha sido culpa tuya. Te preocupas por tus hermanas de armas y eso en una gran virtud. En el campo de batalla mientras Marte os contempla no será un pendón o un águila dorada la que te separe entre la vida o la muerte, sera tu escudo y la compañera y hermana que tengas a tu derecha y a tu izquierda. Serán tu familia siempre, lealtad más allá de la sangre. -digo con tono profundo 

Acerco mis labios al lóbulo de su oreja abriendo mi boca como si quisiera morderlo, en un susurro se mueven mis labios. 

-Serás una buena líder si sigues ganándote la lealtad de tus compañeras, no por la fuerza si no por la valentía y la pasión.  Gánate el miedo de alguien y será tuyo hasta que un día se rebele gánate su corazón y lo será hasta su último aliento. 

Después me gire hacia la germana –He luchado contra tu pueblo en innumerables ocasiones.  Pero nunca os he subestimado, todo digno enemigo merece respeto. Y  el que no lo tiene es débil que merece morir en el campo de batalla.-refiriéndome a los que veían a los nórdicos como inferiores y los subestimaban. Gran parte de los romanos. 

Mi mirada paso entre todas -Esto no es solo un combate o una batalla más . Es un rito de iniciación a una nueva vida. Cuando lo paséis dejareis atrás quien fuisteis y forjareis quien sois. No vais a la guerra, sois la guerra-termine el discurso 

Ten cuidado con la egipcia. El dios al que adora es un dios oscuro, no solo es porque este sea pagano. Hay algo terriblemente oscuro en ella en su aura, en su ser. QUizas a los demas les haya engañado pero ante un sacerdote de Marte no puede. Creo se dio cuenta que lo supe. Mantente alerta y reza a marte su proteccion y mientras este aquí, no podra hacerte daño.- mi voz suena preocupado  

Livia no se espera aquel contacto y su pecho se inflama, pero se esfuerza en no abandonar la posición. Siente como cada vello de su pie se eriza ante la cercanía del sacerdote. Puede sentir su cálido contacto...es como fuego, el mismo fuego que sus palabras encienden en su alma y que es hace visible un brillo en sus ojos. Un brillo que habla de fiereza, de violencia...pero también de determinación.

Cuando Mars se inclina para hablarle al oído tan de cerca, no puede evitar morderse el labio inferior...lo que le dijo sería un secreto entre ambos, pero estaba claro que se había establecido una conexión entre ellos, ya no era solo de Livia hacia el sacerdote, sino también desde el hombre hacia la romana.

Octavia toma aire profundamente, aprieta entre sus dedos la mano de Mars un instante antes de soltarla, como si quisiera prolongar el contacto...poco parecía importarle a la guerrera que la vieran así, tan pegada al hombre. Para ella ya no había nadie más en el mundo...solo ellos dos y el dios Marte.

-Seré una digna hija de Marte...desde hoy hasta el último de mis días. Y le serviré con orgullo pues él es el único que no me ha de fallar.- dice en un tono que si bien es bajo, es bastante audible por los que se hallaban cerca. Sus palabras están llenas de matices de deseo, cierta peligrosa sensualidad y una convicción cercana al fervor religioso. No se gira para mirar a Mars mientras habla...sabe que la escucha, es el único que la ha escuchado siempre. Al igual que su dios.

Miró a aquel hombre con desprecio, sus ojos estaban cargados de rencor e irá.

- Guarda tus sucias palabras para quien interese, sacerdote. Pues esto no es más que una burla, un patético espectaculo para un grupo de demonios y una niña mimada que prefiere avergonzarse a ella y su linaje antes que mostrar orgullo. 

Escupió al suelo.

- Me meo en vuestros dioses y vuestros espectáculos. Esto no es ninguna guerra es una triste representación.

Ríe cuando dice lo del liderazgo de Livia.

- Como no... La líder una romana que jamás ha pisado la guerra o vivido una batalla de verdad. 

Volvió a mirarlo con asco.

- Participo en esto porque así se lo prometí a alguien pero jamás renunciaré a lo que soy ni a mí antigua vida. No podréis arrebatarme eso, jamás. 

Dejó de mirarlo para regresar sus ojos al frente.

- Y me importan lo mismo o menos que vuestros dioses los castigos que reciba, pues ya se han abierto mis ojos a la verdad de este lugar y de quién lo dirige.

"No seria el primer senador que muere por un cuchillo." bromea, pero lo retira y busca el brazo de su hermana par tirarla con èl. "Parece que la pelea va a comenzar. Tal vez te sea entretenida. Sino bueno hay putas por ahi." dice y se retira con su hermana la cual te da un vistazo final antes de ir con su hermano.

Les parecio rapido, pero creen que vieron algo por la sala. Aunque con todo lo que pasaba tal vez fue una ilusion o algo mas que no debian ver.

“Sera la que tu sugeriste. Sera una pelea con quienes no merecen la vida y tal vez quienes tendran una nueva.” comento ella sonriendo grande. Miro a a Lupus. "Llevatela. Ella sabia que seria castigada." respondio siguiendo sonriendo pero con malicia ahora al menos por un momento hasta que vio a su padre acercarse a ella. “Si me disculpan. Tendre una charla con el padre. Los sirvientes ya habran terminado de ordenar todo Doctore.”

Escucho algo de lo que decia el sacerdote y porque no algo de lo que decia la germana. “Doctore. Antes que inicie deja que el sacerdote bendiga el campo, luego sirve como arbitro. Aunque...” dijo acercandosele.

"No esperes a la egipcia. No peleara hoy." le aclaro rapido.

“No detengas la pelea de ninguna forma. Estas mujeres deben probarse en la arena y si terminan derrotando a los criminales, diles que no tengan clemencia. Respecto si ellas pierden pero el oponente no las mata, mata tu al criminal y arrastra a la gladiadora fuera de la arena.” le susurra aunque sentias que queria decirte mas pero finalmente el padre ambos le corta.

Le hace una reverencia a Memmia y le sigue con la mirada. 

- Fausto, me gustaría que me permita ver a su hermana y que me conceda ese honor. Si ella desea ser cortejada por su humilde servidor, no me haría otra cosa que hacerme muy feliz. 

Livia sale de su ensimismamiento golpeada por las iracundas palabras de la germana. La romana aprieta los dientes y los puños, la mira con gran intensidad, parece intentar contener algo dentro de ella que pugna por salir y parece lo bastante peligroso para causar estragos.

-Mide tus palabras, te lo ruego, Soenya. Estás ante un elegido del dios Marte, exiges respeto y él es el único que te lo ha dado aún en tu condición. Puedes hablar de mi tan mal como desees, ya te dije que puedes odiarme cuánto gustes pero eso no va a cambiar nada. Seguimos en el mismo barco y la única manera de que logres tu ansiado objetivo es que cumplas...ya os advertí a todas lo que podría pasar en esta fiesta...no me culpes ahora de no haberte tomado en serio mis palabras. Ahora por favor, te pido que dejes de montar este espectáculo carente de sentido salvo el de convertirte en una paria y te prepares para lo que viene. Rezale a los dioses que quieras porque los vas a necesitar en el camino que tú sola te estás embarrando.- la romana habla con absoluta frialdad, calma, influidas sus palabras de un autoridad que, legítima o no, habían insuflado el discurso de Mars. Desde luego se estaba obrando un cambio en ella, Livia ya no era la misma romana que entró en la fiesta esta misma noche. 

Había intentado ser paciente y humilde por sus compañeras, había sufrido su dolor, había cargado con sus faltas...si querían una romana, eso tendrían.

Tanto se había centrado en el discurso y en vigilar las palabras de la germana que olvidó el resto, nada de sombras ni luces, su atención estaba centrada por entero en otra cosa.

Sonrío con orgullo ante las palabras de la rubia haciendo más ameno su enfado eclipsado por la dignidad guerrera de la rubia.