Partida Rol por web

Unas horas después...

Ha atardecido. O algo parecido. La ciudad, que flota sobre la estrella, parece girar sobre esta de tal forma que cuando la noche llega, simplemente cubre con su sombra su luz. Es algo irreal, imperfecto, y maravilloso.

El cielo de Erean, de colores entre el naranja y el ocre, se oscurece pese a las llamaradas repentinas que iluminan por momentos la lejanía. Vosotros tres esperáis junto a un largo y lujoso deslizador, en el cual esperan miembros bien armados de la guardia de la archiduquesa. Os han explicado que en la gala habrá otros invitados, y que debéis ser lo más diplomáticos que podáis. Pero en cualquier caso, vuestra primera parte de la misión es dejar que M1 haga su trabajo, y en última instancia, alargar el evento lo más posible para que la vigilancia de palacio se centre en ese nivel, donde estará la reina.

Cuando os reunís junto a la nave, veis llegar a la archiduquesa. 

Viste un hermoso vestido de color esmeralda, a juego con los emblemas de la casa, y un complejo e intrincado peinado. Esboza una sonrisa.

- Hijos míos - os saluda -. Vamos para allá. Recordad: discrección, prudencia y mesura. 

Dicho esto, se sube al deslizador.

Syraan estaba sumamente nerviosa con toda aquella situación. Apretaba los puños y miraba a Nihal y a su hermana y todo se volvía más extraño en su cabeza, aun así trataba de fijarse en el atardecer el cual le parecía totalmente precioso. A veces conseguía darse cuenta que estaba viviendo parte de un sueño largamente buscado, viendo lugares que solo podía imaginar y conociendo todo tipo de gente, aunque no la gustaba el cómo había llegado hasta ahí.

Se puso muy tensa cuando llegó Naral, la imponía su presencia y sentía que se aprovechaba de ella. La había dado unas enormes habitaciones, comida, nuevo equipo e incluso el lujoso vestido que llevaba en ese momento. Se había dejado aconsejar, aunque había pedido llevar algo que la permitiera moverse con algo de libertad, la dieron un vestido negro decorado con un fino bordado negro, quien se lo llevó la dijo que destacaría con su piel. También la habían peinado y la habían recogido su pelo en un intrincado moño. En su mano llevaba un pequeño datapad.

La siguió al aerodeslizador y sus palabras no la tranquilizaron, así que preferió tomarse para así misma que esas recomendaciones eran para sus hijos no para ella. Al pasar junto al pequeño androide le enseñó el datapadd, era un manual de binario a interlac. No había podido avanzar mucho, pero quería poder entender bien al droide.

-Uhm... señora, gracias... por todo. Ha sido muy generosa conmigo. -La dijo tratando de sonreir.

Kara esta radiante, sin duda su belleza se ensalzaba con el vestido azul que portaba para la ocasión. Aquella vestimenta no le resultaría especialmente cómoda si la cosa se complicaba pero sin duda la ocasión no permitía salirse del estricto protocolo.

La muchacha asintió a su madre, con la confianza de saber moverse perfectamente en aquellas lindes.

No os preocupés, yo os iré guiando actuar con naturalidad y pegaros a mi

Dijo Kara al ver las caras de desconcierto de Nihal y Syraan.

La nave despega pilotada por los miembros de la guardia y surca los cielos de Erean. El palacio real no se encuentra demasiado lejos y destaca en la extraña ciudad como una lanza clavada en la tierra, una torre decomunal y puntiguada, izándose hasta los cielos. Mientras os dirigís para allá, Naral os expone (especialmente a Syraan y Nihal, quien no conocen esta información) un poco de la situación política en el reino.

- Kara, es buena decisión que te quedes con ellos. Yo os presentaré en público, pero cuando la fiesta comience, es mejor que os mezcléis por vuestra cuenta. Yo trataré de averiguar todo lo que pueda por mi parte.

Sentada en el cómodo sillón del yate, empieza a explicaros.

- Hay numerosas familias nobles en el sistema. Pensad que aparte de la ciudad, hay ochenta lunas orbitando alrededor del sistema. La mayoría habitadas y al menos siete que tienen el tamaño de un gran planeta y están completamente colonizadas. Los Asdria gobernamos en una de esas siete lunas, Dasdain. En la corte de nuestro hogar hay numerosos nobles, familias que han mantenido el orden y la estabilidad de numerosas regiones durante milenios.

Se toma una pausa, pensando como resumir la información.

- Kara podrá explicaros quien es quien si tenéis dudas, aunque no os preocupéis por ello: preguntad a la gente si no se presentan, nadie esperará que sepáis al dedillo la situación en el sistema. Pero os diré lo básico: cinco son las Grandes Casas, así llamadas por gobernar en la mayor parte de las lunas y tener un asiento garantizado en el Consejo Real. Junto a esas cinco grandes casas, se encuentra por encima de ellas la Casa Real: los d'Erea. Hace un año, tras la destrucción de la Estrella de la Muerte, algunas de las grandes casas se alzaron contra el virrey que gobernaba en nombre del imperio.

Parece que recordar aquellos eventos es algo duro para la archiduquesa, pero continúa con voz férrea.

- Las fuerzas de la casa real, las del condado de Dravvad y el marquesado de Salm estaban del lado del Virrey y el Imperio... Aunque por suerte los ejércitos imperiales, desmadejados por sus derrotas ante la Alianza, no vinieron en su apoyo. De las grandes casas, el ducado Panaka se mantuvo al margen y no intervino de ninguna forma. Nosotros, los Asdria, y el Mayorazgo de Ivorian nos alzamos contra el Virrey en armas - les cuenta-. Kara, aquí presente, fue la responsable de garantizar nuestra alianza con los Ivorian. Nuestro propósito era coronar a Aneria, sobrina de la anterior reina, que había caído asesinada por lord Vader tiempo atrás. Durante el curso de la guerra, logramos persuadir a los Salm de que se uniesen a nosotros y finalmente, depusimos al Virrey.

Naral cruza los brazos mientras uno de sus guardias se acerca con una copa, que ella bebe con aire descuidado. El hombre os ofrece otra a vosotros. 

- Una vez en el trono, Aneria demostró querer acabar con todo conflicto. Indultó a todas las casas que habían permanecido de lado del Imperio, y renovó el gobierno desde cero. Ha demostrado ser una chica capaz... Pero independiente. Lo cual, alabo. Ha puesto a encargarse de las tareas menores al senescal Kalldin, un hombre de su confianza que la protegió cuando estaba en el exilio. Pese a que tenemos buena relación personal, mis tareas como diplomática de la Alianza han hecho... Difícil nuestras relaciones políticas. Aneria no quiere traer a la Alianza, creyendo que debe proteger la independencia del reino y...

El mismo guardia de antes se acerca y le susurra algo. 

- Ah, ya estamos aquí. Era un paseo corto.

De cerca, la visión del palacio es estremecedora.

Os encontráis a una gran altura, a mitad de la torre, en un enorme zona destinada para hacer de puerto para las naves. La guardia real, uniformada entera del color dorado de la casa d'Erea, os espera: decenas de soldados cuadrados y vigilantes.

Naral desciende delante vuestra, escoltado por la guardia, y la acompañáis. M1 sigue a vuestro lado. Una vez dejáis atrás el saliente donde aterrizan las naves, la guardia se queda atrás, y camináis solos por unos fastuosos jardines que ocupan toda la sección exterior del palacio. Veis que están... Abarrotados de gente.

- La corte - explica Naral-. Miembros de casas menores, todos aquellos que se apilan alrededor del palacio y la reina. Puede que también ande por aquí alguno de las grandes casas - Naral frunce el ceño y os susurra -. Hay demasiada gente. Han convocado a todo quien haya podido venir. La reina prepara algo grande...

En ese momento, M1 lanza unos pitidos y se aleja de vosotros a toda velocidad. Es tan diminuto, que nadie parece prestarle atención. Al fondo de los jardines, veis unos enormes salones de baile, hermosos y muy bien decorados. Naral camina hacia ellos, cuando unas figuras se os acercan. 

- Voy a mezclarme entre los droides de servicio y hacer lo que he venido a hacer - pita M1, antes de irse.

Empujando una silla deslizadora, viene una mujer joven, desfigurada por heridas en el rostro. Habría sido hermosa, pero ahora las marcas la han cambiado. Dos ayudantes la acompañan. La mujer esboza una sonrisa amable y educada, levantando una mano para saludaros. En la otra sujeta un respirador, del que hace uso antes de detenerse delante vuestra.

- Archiduquesa - saluda a Naral, que responde con un sencillo "Condesa". La voz es ronca pero no detectáis ningún mal gesto en su tono -. Me alegro de ver que habéis venido. Hola Kara - saluda a la noble con una sonrisa-, cuanto tiempo. ¿Y estos jovenes que os acompañan? ¿Serán ciertos los rumores? Encantada de conoceros, yo soy la condesa Palee Dravvad, señora de la Gran casa Dravvad. ¿Y vosotros sois?

Naral no contesta, volviéndose hacia vosotros.

Pese a las enemistades recientes en la guerra entre las grandes casas, no guardas mal recuerdo de Palee. Según lo que has tratado con ella, siempre ha mostrado ser educada e inteligente. La viste por última vez en la fiesta en la que tu padre y la reina fueron asesinados. Es unos diez años mayor que tú.

Nihal se había mantenido en silencio durante el viaje. Para el baile había sustituido la túnica por una guerrera con pantalones, pero había mantenido los colores azul y blanco, con algunos detalles en el verde de su recién recuperada familia. Aún le resultaba extraño y algo embarazoso llevar ese conjunto, pero sus pensamientos estaban en esos momentos muy lejos de todo aquello.

Asintió ligeramente a las palabras de su madre y su hermana, y escuchó cómo la archiduquesa explicaba rápidamente los grandes rasgos de la política de la ciudad-estrella. Mientras trataba de memorizar todo aquello, su mirada se perdía en el borde de la ciudad, en ese horizonte artificial tras el que se escondía el brillo infinito del océano de plasma que surcaban. En la mezcla de luces de aquel crepúsculo artificial, los ojos del joven se llenaban de brillos áureos, como la luz los colmatara.

Tomó la copa que le ofreció el guardia, pero la sostuvo entre sus manos, sin llegar a llevársela a los labios, mientras escuchaba hablar de la joven reina. De todo lo que había escuchado hasta ese momento, sin duda la figura de Aneria era la que más curiosidad le suscitaba. Era la piedra angular de todo ese sistema, y presentía con fuerza que el próximo giro de la espiral de la convergencia tendría que ver con ella. Pero antes de poder preguntar algo más, alcanzaron su destino y se vieron obligados a desembarcar para adentrarse en la pequeña muchedumbre que se había congregado en los jardines. Una muchedumbre de la que pronto se desmarcó una mujer que se acercó a ellos. La líder de la Gran Casa Dravvard… los aliados del Imperio. Los enemigos de su madre adoptiva.

-Mi nombre es Nihal, hijo de Naral D’Asdria. –Dijo con aplomo, dejado que su mirada se cruzara con la de la noble. En su fuero interno, deseaba saber si esa mujer era realmente una enemiga, o si la política de la que le habían hablado convertía el bien y el mal en una indistinguible mezcolanza de tonos grises. –Pero no me atrevería a decir si los rumores son ciertos o no sin conocerlos.

Hubo una pausa, en la que el joven se preguntó si ese último comentario había sido o no apropiado.

-Debéis disculpar mis modales, Condesa. –Añadió rápidamente, buscando evitar dejar en evidencia a su nueva familia. -Acabamos de regresar del exilio, donde no hemos podido ejercer la diplomacia, así que sólo puedo ofrecerle mis respetos.

Agradeció con un gesto de la cabeza el ofrecimiento de Kara

Syraan se permitió un momento para abstraerse y disfrutar de las vistas, sin pasar lo que había pasado, ni lo que tenía que hacer. Sonrió y miró a su hermano,le parecía muy raro verle vestido así, sabía que su padre hubiera hecho mofa con sus pintas, pudo recrear la escena y por primera vez desde que falleció recordarle no era algo amargo.

Escuchó con atención lo que narraba Naral, esperaba acordarse de todo y entender todas las sutilezas que había entre ellos. Al oir el relato volvió a oir un nombre que le había mencionado M1, el tal Vader. Ahora comenzaba a entender un poco porque su derrota en manos de Skywalker era algo destacable.

Cuando el soldado la ofreción la copa la aceptó dandole las gracias con una sonrisa. La olió antes de darle un sorbo, hasta donde sabía un líquido de ese color no debía sentarla bien. El sabor la parecíó extraño pero no desagradable, pero no estaba acostumbrada a él, trataría de beberselo pero tardaría.

Luego vió cruce de saludos cuando llegó la Condesa Dravvad y trató de emular el saludo de su hermano. -Soy Syraan Saaris, hija de Kai y Glein Saaris. -No trató de darse más pompa con la pertenecencia o no de su madre a la orden Jedi y menos a alguien que de alguna forma había tenido tratos con el Imperio. -Encantada de conocerla. -Terminó de decir con una sonrisa.

La puesta en situación de su madre recordando todos los entresijos de la política y del pasado de su familia y del sistema evoco sentimientos enfrentados en Kara. Por un lado la nostalgía de aquellos duros, intensos momentos de la guerra, penurias que la victoria borro de un plumazo.

Pero por otro lado la visión del palacio que hacía tiempo que no visitaba así como la abrumadora asistencia de gente y seguridad hacían sin duda que Kara dudará del plan que habían acordado.

Kara sacó su mejor sonrisa, como no podía ser de otra manera en aquel protocolario movimiento de miradas, presentaciones y comentarios vanales.

Palee fue la primera personalidad de relevancía que se acerco a su comitiva, Kara resopndió con una sonrisa al saludo de la condesa. Sí, hace bastente tiempo de nuestro último encuentro pero siempre es un placer compartir algunas palabras con vos. tras la presentación de sus acompañante Kara volvió a intervenir.

Parece que ha venido todo el mundo, sin duda la Reina nos tiene algo importante que decir

- Encantado, Syraan, Nihal - saluda a los muchachos con una inclinación de cabeza desde su silla deslizadora-. Y sí, los rumores eran ciertos. Un joven en el exilio. ¿Y es verdad lo que se cuenta de vosotros? ¿Que habéis sido entrenados en los caminos de la orden Jedi? ¿Sois aprendices del famoso Skywalker entonces? Fascinante - concluye con verdadera curiosidad, y luego susurra algo para así... 

Luego vuelve a saludar a Kara.

- Todos los grandes líderes han acudido a la llamada - explica, cosa algo inesperada para vosotros.- Amigos en común con la Reina, me han comentado que piensa convocar los Grandes Juegos... Pero no creo que sea lo único que quiera. Oh, pero disculpadme, acabo de ver al vizconde de Figaan, debo ir a saludarle. Encantado de conoceros - se despide de Nihal y Syraan -. Archiduquesa, Kara.

En el interior del salón parece haber bastante gente reuniéndose. Aunque los jardines están también abarrotados de gente. En ese momento un noble anciano, al que Kara reconoce como el líder de una casa menor por debajo de los Asdria, el barón Hidran, asalta a la Archiduquesa y la retiene para charlar con ella de algún tema local. Naral os hace un gesto de que continuéis por vuestra cuenta.

También veis como Palee os observa desde la distancia, charlando con otros nobles.

Contra lo que podría haber esperado, la mujer en la silla deslizadora se mostró en todo momento cortés y amable, incluso cuando mencionó a los extintos Jedis. De hecho, incluso se permitió el darles algo de información adicional. El hecho de que todos los grandes líderes hubieran sido convocados no resultaba sorprendente, dada la cantidad de gente que acababan de encontrar en palacio, pero la mención de los Grandes Juegos aportó nuevas preguntas a la mente ya de por sí curiosa de Nihal.

Pero antes de poder preguntar a la condesa acerca de ello, la mujer se disculpó para alejarse e iniciar una conversación con otro de los nobles, dejando a los tres jóvenes a solas. Naral, que conversaba con un anciano no muy lejos, parecía confiada en dejarlos a su aire… en mitad de un océano de desconocidos.

-¿Qué son esos Grandes Juegos? –Preguntó a Kara, dispuesto a romper el silencio que había seguido a la partida de la noble. Mientras aguardaba la respuesta, sus ojos se elevaron hacia el vasto cielo que brillaba sobre ellos, en el que parecía distinguirse el brillo de las estrellas. En lo alto, allí donde su destino iba a decidirse. No por primera vez ese día, sintió un sabor amargo en la boca cuando sus aciagos presentimientos volvieron a aferrarse a su espíritu.

-De todos modos nuestra… eh… Naral está ocupada, así que tal vez deberíamos avanzar por nuestra cuenta. –Sugirió, mientras tomaba a Syraan del brazo. -¿Vienes con nosotros, Kara? Podríamos dar un paseo por los jardines. Porque… Aneria aún no habrá llegado, ¿verdad?

Los Grandes Juegos.

Antaño, en Idorian, se disputaban unos enormes juegos entre las casas nobiliarias. Siempre acudían las grandes casas, la casa real y una casa menor que ganaba en un torneo previo entre el resto de casas. Los juegos consisten en un torneo de esgrimistas, una carrera de vainas, una prueba de atletismo y una prueba de tiro. Cada casa acumulaba puntos, y la casa ganadora ocupaba el puesto de la casa regente, en un cargo simbólico al lado de la real. Además, si la casa menor ganaba se la premiaba con un ascenso en la corte. Algunas de las grandes casas lograron sus posiciones usando los juegos. Aparte de eso, la familia real otorgaba riquezas y tesoros a la casa ganadora.

Los juegos se celebraban cada diez años, pero hace muchísimo que no se celebran, desde antes de la caída de la República. De hecho tu nunca viste ningunos.

Alzó la ceja cuando Palee dio por sentado que había entrenado con Skywalker, cuando aquella era la segunda vez que oía su nombre. Iba a corregirla cuando parecía que tenía que irse. Aquellas conversaciones sociales le parecían demasiado rápidas, quizás porque no estaba acostumbrada.

Quiso saber la respuesta de Kara a saber que eran esos Juegos, por concepto un juego debían ser algo divertido pero no esperaba tanto boato para presentar uno. Para ella era más como coger piedras y lanzarselas a su hermano mientras esquivaba las que le lanzaba a ella, aunque sus padres se enfadaran cuando lo hacían.

-Esta gente es muy rara. -Dijo mientras trataba de buscar algo o alguien que llamara la atención. Quizás había otros arkanianos u otra especie interesante.

Por su puesto contesto cortesmente a Palee. Parecía que les habían dejado solos rodeados de todo aquel gentío, los rumores eran más rápidos que cualquier nave y allí era dificil guardar según que secretos.

Kara escuchó a su hermano interesarse por los juegos.

Son una tradición aunque hace muchos años que no se convocan. Son unos juegos que consisten en 4 pruebas, esgrima, vainas, atletismo y tiro. En la competición participa la propia casa real y casas menores y los premios son grandes tesoros, incluso el ascenso de las casas menores a la corte en caso de ganar. yo no he llegado a presenciar ningunos pues como os digo hace mucho que no son convocados pero todo el mundo los conoce.

Tras la breve explicación la noble señaló la zona de los jardines,

Venir por aquí, los jardines se encuentran detrás.