Partida Rol por web

El sacerdote te miró sin saber como encajar tu visita, pero asintió con el mismo gesto ecuánime con el que te había recibido. Te acompañó hasta la salida con el mismo paso lento con el que te había acompañado a la sala del cuerpo, hecho esto se despidió de ti con aquel tono de voz gangoso que lo caracterizaba.

Buenas noches, Seretide. Arkay vele por tu alma aquí en el Aetereo. bendijo tu marcha con una reverencia, poco después cerró la puerta delante de ti dejándote de nuevo en la calle, cerca de la medianoche.

La calle se presentaba vacía y fría, como si diría.. no había ni un alma por la misma.

La elfa oscura se despidió con un cabeceo y una leve reverencia, antes de aventurarse a las calles oscuras y vacías de Ventalia. 

Se había hecho muy tarde, pensó, sin querer alarmarse, pero apurando ligeramente el paso, embozándose en su capa y sirviéndose de la oscuridad de las sombras para pasar desapercibida y no buscarse problemas de camino a la posada. 

La cabeza le daba vueltas. Si alguien había querido usar al Sin Vida como cabeza de turco... ¿Quién podía haber tenido interés en hacerlo? Pensó en quien había ayudado tanto a capturarlo... Pero había perdido mucho en aquellos tiempos. ¿Podía ser acaso posible...? 

El regreso a la posada se dio sin mayores percances, aunque las callejas se mostraban siniestras de noche y sin apenas un alma, nada te impidió que pudieras llegar de una pieza. La taberna de la Nueva Gnisis estaba poco transitada a esas horas, pero lo suficiente para que un par de parroquianos volvieran la cabeza cuando entraste. Uno de esos parroquianos te silbó y el otro estaba demasiado borracho como para reaccionar con coherencia.

En la barra estaba la altmer Niranye, que te sonrió dándote la bienvenida.

Me alegro de veros de una pieza. dijo mientras terminaba de ordenar los enseres de cocina. ¿Un día productivo al final? preguntó mientras ahora se ponía a limpiar la barra.

Seretide se encogió ligeramente de hombros, ignorando el silbido, y apoyando los codos sobre la barra- Supongo que sí. He averiguado algunas cosas.-suspiró- Supongo que tengo que engranar algunas piezas pero... En fin-esbozó una leve sonrisa, cansada- ¿Puedes darme algo de beber? Algo fuerte. Es lo que merecen estas altas horas de la noche. -se fijó entonces en que estaba limpiando la barra- A menos que pensaras echar a esos dos e irte a descansar ya. 

Niranye asintió mientras se volvía hacia la estantería de bebidas, te sirvió un destilado de brandy cyrodíilico de bastante peor calidad del que bebiste en la celebración con Sanguine, pero tal como pediste era bastante fuerte.

No te preocupes por ellos, los tengo adosados a la taberna. bromeó mirando de soslayo a uno y otro. Se quedarán durmiendo la mona en el suelo, nada que sea extraordinario.

La altmer seguía con sus labores de limpieza mientras apuntaba.

No necesito dormir demasiado, terminas desarrollando resistencias especiales cuando trabajas en sitios así. sonrió con cara de circunstancias. Me iré a descansar en media hora, estoy esperando al chico que tengo contratado para vigilar el local por la noche.

Seretide se relamió los labios, tras probar su copa. Era cierto que el brandy no era de la misma calidad que el que había probado un par de noches atrás... Pero seguía teniendo un sabor que siempre iba a relacionar necesariamente con el momento en el que se había convertido en la mismísima copa de Sanguine.

Suspiró, de pronto arrebolada- Supongo que estás acostumbrada, sí. Si quieres te puedo acompañar hasta que venga ese chico. Si quieres hablar... Hablamos. Y si no, pues me terminaré mi copa en silencio. Y si quisieras... Podrías contarme cómo es que una altmer como tú acaba regentando una taberna en ventalia. -dijo, esbozando una media sonrisa, apoyando el codo sobre la barra para sostener su cabeza con la mano. 

Niranye sonrió divertida, aunque con un gesto de agradecimiento.

No negaré que algo de compañía sobria me gustará. comentó mirando de soslayo a los dos parroquianos vencidos por el alcohol. Se hará más ameno, eso seguro. tampoco parecía tener ya demasiada faena, se pasó el cabello tras la oreja mientras te miraba con curiosidad.

¿Cómo he terminado aquí? Bueno, llevo viviendo en Ventalia unos cincuenta años, no comulgo con los thalmor y eso, siendo una altmer, es casi criminal en el Dominio. comentó con cierto desdén hacia la figura de los supremacistas elfos. En Ventalia me aseguraba que pocos agentes de los thalmor vendrían a meter las narices, aunque con los nórdicos he tenido más que suficiente. El resto.. ya sabes.. un trabajo aquí, otro allí, una se gana la vida como puede hasta que tiene un golpe de suerte, cae en gracia a un viejo dunmer que anhela volver al hogar y te deja su posada para que la cuides tú. sonrió con cierta actitud divertida en la mirada. Como te digo.. una ha de ganarse la vida como puede.

Hizo una pausa, ella misma se sirvió una jarra de brandy, mirándote con curiosidad, especialmente a tu báculo coronado con una rosa.

¿Y tú? ¿Eres una hechicera, no? preguntó deduciendo eso del mismo, aunque veías un brillo bastante perspicaz den su mirada.

- Cincuenta... Una cantidad razonable, supongo. - dijo, pensativa, volviendo a dar un trago- Yo... Bueno, llevo ya un tiempo de viaje. Vagando de aquí a allá, sin llegar a pertenecer del todo a ningún lugar. Y sin encontrar motivos para permanecer en ningún sitio más tiempo del necesario.-resopló, quitándose un mechón de pelo oscuro de la cara- Diría que a día de hoy no comulgo especialmente con nadie, tal y como ocurre con la mayoría de mi gente desde el Año Rojo, así que en lo que a mí respecta, como si le profesas lealtad al brandy cyrodíilico, que no es mala opción. -comentó, mirando su copa de reojo, con una media sonrisa maliciosa.

- Es bueno que sea una altmer joven y de buen ver la que regente la taberna. Los viejos dunmer son seres depresivos y nostálgicos. Y no quiero ver uno cerca de mí en años. El Año Rojo nos quitó muchas cosas, y los años y el tedio no perdonan. Mejor no estar cerca de alguien contagiado de esos sentimientos, no deseo que lleguen prematuramente a mí. - dijo, estremeciéndose, tras lo cual acarició el talle del cayado, y observó la rosa, con un brillo fervoroso mal disimulado en la mirada- Sí, digamos que algo de hechizos sí que sé...-confesó, chasqueando los dedos, para que una chispa violácea brotase de entre los mismos y rebotase por la barra, siendo atrapada sin remedio por la otra mano de Seretide. 

Los dunmer no soléis hacer gala de mucho compromiso político para con nadie fuera de Morrowind. dijo sin censura, como un hecho, aunque dándole un tono de buen humor con una sonrisa. Metidos en vuestras luchas de Casas nobles.. no os veo con mucho tiempo para otras cosas. 

Rió ante tu comentario de lealtad al brandy, tenía una sonrisa perlada hermosa, aunque adivinabas que bastante entrenada. Sonrió coqueta cuando le lanzaste el piropo.

Las apariencias engañan. sonrió burlona. Quizá sea también alguien depresivo y nostálgico. te guiñó el ojo riendo un poco, distendida y relajada tras la jornada. Luego te escuchó hablar de tus razones para alejarte de ese ambiente, lo comprendió con un asentimiento.

Entonces haces bien. dijo comprensiva. Creo que Tamriel presente una infinidad de oportunidades para cualquiera, seguro que encontrarás lo que buscas.

La altmer no se mostró tan sorprendida como pudiera esperarse por tu ilusión, pero sonrió viendo que confirmabas sus sospechas.

Ya veo, ya. ¿Se supone que eso debería impresionarme? sonrió divertida, desafiante incluso.

- Oh vamos...-dijo, reclinándose hacia adelante- ¿No piensas poner ni un poco de cara de asombro? -negó, chasqueando con la lengua- Es más fácil con esos dulces cachorros humanos, pero al menos podrías disimular y dejar que conserve la dignidad...-se encogió de hombros, relamiéndose los labios, terminando de vaciar su copa de un trago- O si no, me puedes invitar a otro brandy, por frustrar mis ganas de despertar intereses no comerciales en ti. 

La altmer rió burlona ante tu comentario, puso morritos a la par que sacaba la lengua divertida.

Sería ponértelo demasiado fácil, ¿no crees? le guiñó el ojo mientras miraba de soslayo a los parroquianos moribundos del alcohol. No se van a levantar hasta primera hora de la mañana, así que no cuentan. bromeó sabedora de los tiempos de cada uno de los que frecuentaban su taberna.

Tu siguiente comentario la cogió un poco desprevenida, podía estar acostumbrada a que los varones la cortejaran, pero que lo hiciera una mujer quizá escapaba a lo habitual. Pero recibiste una mirada de intriga mientras se mordía el labio inferior, de reluctante curiosidad.

¿De veras? sonrió acomodándose a la nueva circunstancia. Y fallado ese primer intento.. se acomodó en la barra mirándote a los ojos, curiosa. ¿Cómo tratarías de ganar mi interés no comercial en ti? dijo con un deje seductor, divertido si cabe.

- Bueno... Supongo que es una buena pregunta.-dijo, estirando su sonrisa, al contemplar cómo se mordía el labio inferior, entrecerrando aquellos ojos de pupilas color carmesí mientras observaba la delicada figura de la altmer, sin tapujos- Puedo pasarme la noche contándote historias de mi tierra o de mis viajes, pero eso creo que puedo dejárselo a los muchos fornidos aventureros que acaban en tu posada y se sienten lo suficientemente eufóricos como para intentar impresionarte con meras baratijas verbales.-suspiró- Al final lo que importa es el resultado de semejante diatriba, y ambas sabemos que eso estaba decidido desde el mismísimo momento en el que nuestras miradas se han cruzado esta noche. Somos lo suficientemente viejas y sabias como para entender que lo demás es una pérdida de tiempo.- añadió, tomando entonces la copa que había servido la posadera para sí, para dar un trago, devolviéndosela, con una sonrisa igual de seductora que la que portaba la elfa- Te ofrezco experimentar esta noche el placer que pueden proporcionar décadas, incluso siglos enteros de experiencias gozosas que mortales como esos pobres borrachuzos jamás te podrán ofrecer.-concluyó, señalando a los hombres que yacían borrachos sobre las mesas, volviendo a mirarla, con un brillo malicioso y enfebrecido en el rostro, acariciando el cayado distraídamente- ¿Qué me dices? ¿Lo tomas o lo dejas? 

Tu reflexión sobre las posibilidades que ofrecía la noche cogió por sorpresa a la altmer, que te iba mirando con una ceja alzada creciente. La verdad es que no se esperó esa clase de respuesta, pero gradualmente se fue dibujando una sonrisa en los labios bastante pícara.

Una oferta sumamente tentadora entonces.. ya lo creo. se dijo mientras se golpeaba el labio pensativa, terminó por morderse sutilmente el labio mientras te miraba con curiosidad manifiesta. Me ha ganado la curiosidad.. lo tomo.. respondió al final con la mirada pendiente de tus reacciones.

Al cabo de unos minutos llegó el muchacho que debiera sustituirla, con un gesto coqueto subió al piso de arriba mientras te invitaba a seguirla hasta su habitación. Una estancia agradable, hogareña, que se alejaba de lo que podía ser una mera habitación de posada. Niranye se volvió hacia ti, curiosa, con las manos a la espalda.

¿He cometido un error al dejarte entrar en mi habitación? sonrió traviesa, intrigada por cómo ibas a reaccionar.

- Oh, ya lo creo... -contestó a la pregunta de la altmer, con malicia, acercándose despacio a ella, sinuosa, como un felino, observándola ya sin descaro alguno- Tienes una habitación muy acogedora- dijo, acariciando la superficie de madera de los muebles, lentamente, hasta situarse frente a una mesita, y comprobar que había una botella sobre la misma.

Seretide la descorchó, y la acercó a su nariz, olisqueándola- Y una buena reserva de brandy. -añadió, sirviéndose una copa, llevándosela a los labios, acariciando su borde con mimo, para dar un sorbo y suspirar, dedicando una mirada aviesa a la elfa, aproximándose de nuevo a ella- Creo que ya sé lo que voy a hacer contigo. - expuso, entrecerrando los ojos, y alargando una mano para apartar el pelo rubio de su rostro, deslizando un mechón tras su oreja sonrosada y puntiaguda, aprovechando para acariciar entonces, muy lentamente, su borde, consciente de lo placentero que aquello resultaba por propia experiencia.

Se llevó de nuevo la copa a los labios, y entonces su mano se deslizó por el ángulo de su mandíbula, tomándola suavemente de la barbilla para acercarla a ella, y poder catar su boca, que besó sin prisas, y en la que depositó, poco a poco, parte del alcohol que había tomado, incitándola a beber de ella.

La altmer, a pesar que no se mostraba indecisa, no parecía estar acostumbrada a a estar con otra mujer. Se mostraba algo vergonzosa a medida que tomabas la iniciativa, sintió el agradable cosquilleo tras la orejilla puntiaguda y soltó un suspiro. Al recibir tu beso, se dejó besar para luego envolverte entre sus brazos, acariciando suavemente tu talle mientras bebía lentamente del alcohol que le dabas.

Podías notar su corazón latir con fuerza, preso de una sensación tan exótica como placentera. Te miró a los ojos cuando pereció esa unión, intrigada, sintiendo el calor ascender por su cuerpo y la respiración levemente alterada.

Creo que.. que sabes muy bien. sonrió con timidez mientras no te soltaba del talle.

Seretide respondió con una media sonrisa intrigante, volviendo a besar a Niranye con avidez mientras sus manos, traviesas, se encargaban de deslizarse por sus hombros, y de buscar, a tientas, lazadas y botones sobre la ropa, para ir, poco a poco, desabrochando, y luego desprendiendo a la elfa de su ropa, acariciando cada tramo de piel que descubría con curiosidad y con delicadeza.

Acabó por desnudarla por entero, y al conseguirlo, se separó de ella, despacio, acariciando en último término su brazo, con languidez. Volvió a tomar su copa y dio un trago, mientras la observaba fijamente, mordiéndose el labio inferior sin disimulo, llevándose una mano a la barbilla, pensativa, hasta finalmente volver a sonreir, maliciosa- Sí. Creo que me gusta mucho lo que veo...-declaró, volviendo a acercarse para aferrarse ahora ella a su talle, asiendola hacia si para aferrar su pelo con una mano, y tironear suavemente de él, descubriendo su cuello, aspirándolo con un suave ronroneo y besándolo, marcando un camino descendente hacia el nacimiento de sus pechos desnudos.  

La altmer se entregó a tus acciones, sintiendo como esa niebla de vergüenza aun permanecía, tus caricias prendieron suaves gemidos de placer que correspondía al erizar de su vello. Ronroneaba sintiéndose sumisa ante tu experiencia, no acostumbrada a tratar con una mujer. Se sonrojó cuando dijiste aquello, pero sonrió atisbando algo de picardía en el gesto mientras ella se mordía el labio inferior a su vez. Era un cuerpo esbelto, joven, tenía los senos pequeños y redondeados con los pezones que habían empezado a endurecerse de la excitación creciente.

Sintió el latigazo del placer al notar tus manos en la cintura, gimió suavemente al verse tirada del cabello y tus labios posándose sobre la piel de su cuello.

Ah.. suspiró abrazándote, una de sus manos se perdió en tu pelo, acariciándote mientras se ofrecía a ti. La otra mano, confusa, descendió hasta tu trasero tomando con timidez porciones de tus glúteos. Cuando sintió tu camino hacia su busto, se estremeció ya sintiendo por pura imaginación lo que estabas a punto de darle.

El rostro de la dunmer descendía, hasta situarse sobre los pequeños y redondeados pechos de la altmer, rozándolos tan solo con los labios, y alzando la mirada, para encontrarse con sus ojos claros, sonriendo, y dando un travieso lametón al pezón enhiesto, entrecerrando brevemente los párpados, con expresión deleitosa- Llevas aquí cincuenta años... ¿Y ninguna mujer en su sano juicio se había atrevido hasta ahora a llevarte a su cama? -dijo, divertida- Menuda ciudad más aburrida... Quizá...-añadió, intercalando sus palabras con otro lamentón- Quizá deberías viajar más a menudo.-concluyó, atrapando entonces aquella cumbre sonrosada con la boca, para succionar, con glotonería, aún aferrada a su cintura, probando uno y otro pecho, para no dejar en soledad al que aún no había recibido sus atenciones, descendiendo tras quedar satisfecha y haber dejado ambos pezones húmedos y endurecidos, besando y lamiendo su vientre- Agárrate a mí...-dijo, mientras se arrodillaba, despacio, y tomaba su pierna derecha, colocando su muslo torneado sobre su hombro, alzándolo, para contemplar con detenimiento su monte de venus, coronado por vello claro y reluciente de humedad, acariciándolo con la nariz, justo antes de dejar que su lengua comenzase a introducirse tímidamente entre los labios mojados, tomándose su tiempo en probar el sabor del sexo de la altmer- Mmmmm.... -ronroneó- Sí... Las altmer tenéis algo especial...-musitó, justo antes de pegar su boca a la carne tierna y comenzar a lamer con avidez, aferrándose ahora a sus nalgas.

Sintió tus atenciones con incontrolables y suaves gemidos, sus palabras atragantándose, queriendo responder algo claro pero silenciadas por los gemidos agudos de Niranye cuando notó tu lengua lamer su pezón. Estos se le endurecieron más, entregándose a la excitación que le generabas.

Sí.. sí.. viajar.. gimió bajito sintiendo como la humedad de su cuerpo se agolpaba en su sexo. Siguió con los sentidos tu ruta, estremeciéndose ante cada roce y caricia que le entregabas. Cuando te arrodillaste delante de ella, la vergüenza se había evaporado un tanto más, pero ya sentías que se iba a dejar manejar por ti con obediencia, pues con presteza se agarró a ti sintiendo como colocabas su pierna sobre el hombro dejándote al alcance su sexo.

Tembló al notar la vanguardia de tu nariz, soltando un delicado gemido de placer, notando en tu piel como clavaba sus uñas. Luego hiciste entrar tu lengua, y el cuerpo de la altmer se rindió enteramente ante ti.

Ah.. Divinos.. ah.. movía la cadera inconscientemente hacia ti, y cuando la agarraste de las nalgas, sintió otro latigazo incluso aun más intenso que el anterior. Niranye gemía abiertamente, con las mejillas apenas coloradas ya no de vergüenza, sino de excitación. No pares.. no pares.. ah..

La dunmer lamió, ahondó entre las piernas de la posadera, probando cada rincón, bebiendo de aquella fuente de placer hasta notar que comenzaba a desbordarse, a estremecerse en su boca, al mismo tiempo que la altmer le pedía de viva voz que no se detuviese. Que no parase- Oh querida, sigue pidiéndome más... Suenas tan dulce...-dijo, relamiéndose los labios, volviendo a probar sus mieles con un jadeo, notando que al escucharla, al probar su esencia, su propia excitación fluía, liberándose entre sus propias piernas- Estoy siendo demasiado generosa contigo...-musitó, dando un último lametón, antes de, con arrebatadora lentitud, desembarazarse de ella- Y yo soy tan tacaña... -dijo, mirándola, divertida- Vas a tener que encender una buena hoguera para convencerme de que debería concederte lo que deseas-dijo, acariciando sus caderas, besando su sexo, tan sólo superficialmente, varias veces, entre suspiros, antes de levantarse, recorriendo el mismo camino que había emprendido antes con los labios y la lengua, pero en sentido ascendente, hasta volver a llegar a su boca, besándola ahora sin mesura, sin percatarse de que, poco a poco, la tela de su túnica se pegaba a su pecho, humedecida.