Partida Rol por web

Seretide parpadeó un par de veces, ligeramente sorprendida al escuchar aquella conversación a voz en grito, tratando de evitar, sin embargo, intervenir hasta tener claro que aquello pudiera o no salpicarla de alguna manera.

Devolvió el asentimiento al tal Calixto, y avanzó, apoyándose en su cayado, hasta presentarse ante Brazo de acero, realizando una breve inclinación respetuosa. Sólo para que no se sintiera amenazado por el hecho de que "no conociese su lugar"- Mi nombre es Seretide, de los dunmer de Luz Oscura. -dijo, introduciéndose a si misma- Intuyo que vos sois Juren Brazo de Acero.-añadió, fijándose inevitablemente en sus brazos, para discernir el por qué de aquel nombre- He sido testigo de la férrea seguridad que se ha establecido en Ventalia debido a los desgraciados incidentes acaecidos últimamente. Se me ha explicado la situación, y estoy interesada en participar en la búsqueda y captura del posible asesino. -explicó, serena, mientras desplazaba la mirada hacia el rostro del nórdico- Deseo, si es posible, contar con mayor información de las circunstancias de los crímenes y de lo acontecido y sabido hasta ahora, para tal menester. 

El nórdico no se negó una mirada de arriba a abajo, admirando sin tapujos tu esbelta silueta femenina. Asintió cuando te presentaste, aunque no parecía muy impresionado.

¿Vienes por la recompensa, dunmer? preguntó sin tapujos, con la voz cascada, ronca. La verdad es que tenía unos brazos gruesos y fuertes, en general el tal Juren era un portento físico que imponía. Asintió mientras terminaba de escuchar tu exposición. Está bien.. uno más.. espero que se resuelva esto.

Cinco mujeres muertas, todas destripadas. Dos nórdicas, una imperial, una bosmer y una dunmer, ninguna relación entre ellas y las encontraron al amanecer en distintos callejones de la ciudad. narró con la misma voz, severa. Las únicas pistas que tenemos es que a todas les han vaciado el vientre, a algunas les han arrancado el corazón.. negó con la cabeza. Por Talos.. un horror. No sabemos con qué objetivo.. ni que fin. No sé si lo habrás oído, pero hace veinte años pasó algo parecido.. lo llamaron el Carnicero, pero descubrieron que era el hechicero de la corte, Wuunferth el Sin Vida, y fue ajusticiado en las mazmorras.. hizo una pausa arrugando la frente. Algunos chismorreos dicen que es el espíritu maléfico del hechicero.. paparruchadas.. créeme.. cruzó sus enormes brazos en su pecho. Otro que puede ayudarte en la investigación es Calixto, le has visto salir cuando entrabas.. él ayudó a localizar al primer Carnicero. Quizá te pueda ayudar ahora.

La dunmer identificó la mirada apreciativa del nórdico, sin darle excesiva importancia, escuchando sus palabras con interés, abriendo bien sus ojos carmesí, como si así pudiese escuchar mejor.

- Eso suena ritualístico. Vísceras de mujer... -dijo, pensando en voz alta, sin explicarse muy profundamente, pensando que quizá era demasiado fácil pensar que los asesinatos fuesen pura carnicería, y sopesando si debía dar importancia a la historia del Sin Vida- Bien. Muchas gracias. Hablaré con el hombre que me recomendáis. Sólo me quedaría preguntar... Si esa carnicería no tenía orden ni concierto, o si el susodicho podía de hecho haber utilizado tajos limpios y saber qué se estaba haciendo. ¿Podríais responderme tal cosa?

Tu pregunta pareció ser demasiado concisa para el nórdico, se encogió de hombros antes de responder.

No sé responderte a eso, dunmer. respondió mientras te examinaba con atención, como otros hombres no le había pasado por alto tu belleza. Quizá en el Salón de los Muertos puedan ayudarte, el sacerdote Milano es quien se encargó de los cuerpos y su limpieza para sus ritos funerarios. Él habrá examinado los cuerpos con mayor detalle. explicó mientras se acariciaba la barba. ¿Alguna pregunta más?

- No, gracias, ninguna pregunta más.-dijo, dando por finalizada la conversación. dedicándole un guiño breve y pícaro sin poder contenerse, antes de darse la vuelta para ir en busca del imperial que había salido momentos antes de la sala, pensando en preguntar a cualquier guardia si fuese necesario. 

Saliste fuera del palacio con la oscuridad creciente por las calles de Ventalia, la presencia de gentes había menguado dramáticamente y solo se podían ver patrullas y grupos de gente que iban y venían. No viste al imperial que había salido, por lo que tras preguntar a uno de los guardias te indicó que Calixto vivía en una casa grande junto a las murallas del sur y que la había convertido en un museo de curiosidades.

Con las indicaciones de los guardias llegaste ante la casa-museo, era un señorial edificio de dos plantas de madera noble. La puerta estaba cerrada, sobre el pórtico había escrito "Museo de curiosidades de Calixto", no se veía a nadie por la calle.

Seretide miró hacia un lado, y hacia otro, mientras se posaba frente a la entrada de la casa museo. El que no hubiese nadie en las calles era razonable, si la gente estaba asustada por la presencia de la supuesta reencarnación del Sin Vida, pero lo cierto era que aunque la idea de verse sola no la asustaba, toda la historia le confería cierto nerviosismo que hizo que llamase para poder entrar sin pensárselo demasiado. 

No quería encontrarse a un tipo así estando a solas. No al menos sin estar medianamente preparada.

Al cabo de unos minutos de silencio, escuchaste ruido tras la puerta. Alguien había recibido tu llamada, la puerta se abrió revelando el rostro del imperial que habías visto en el palacio. Arrugó la frente mirándote con suspicacia.

¿Qué quieres, dunmer? preguntó algo hosco, pero luego suspiró abriendo un poco más la puerta y carraspeó. Disculpa mis maneras.. buenas noches.. ¿en qué puedo ayudarte, muchacha? te miró extrañado, aunque añadió con premura, con mejores formas que el recibimiento. El museo está cerrado ya.

Seretide enarcó ligeramente una ceja, aunque no dijo nada ante el recibimiento hosco de Calixto, dejándolo corregirse, y terminar de abrir- No vengo a ver el museo, aunque supongo que sería interesante. Juren Brazo de Acero me dijo que quizá podíais ayudarme. Busco información, sobre los desgraciados hechos acontecidos durante los últimos meses en Ventalia. -suspiró- El mayordomo me dijo que ayudasteis a atrapar al culpable cuando el Sin Sangre provocó estragos en estas calles. 

El imperial te miró con cierta suspicacia, pero a medida que te iba escuchando su gesto se suavizó.

Otra alma cándida buscando resolver lo que otros no han podido. dijo con cierta ironía, abrió la puerta. Pasa, dunmer. Soy Calixto Corrium, ¿y tú eres? la miró con ojos cansados.

El vestíbulo de la casa era un compendio de cacharros de todo tipo, un museo en toda regla. Aunque en penumbra, únicamente iluminado por las velas, aquel lugar parecía algo lúgubre por las sombras que proyectaba la tenue luz sobre los cacharros, aunque el imperial se preocupó de tomar un candelabro para aumentar la iluminación.

Sí, ayudé hace veinte años para capturar al Sin Vida.. confirmó con gravedad. ¿En qué puedo ayudarte entonces? Supongo que viniste por consejo.. suspiró. Acompáñame al salón..

- ¿Alma cándida? - pensó, no exenta de cierta hilaridad, aunque no comentó nada al respecto- Soy Seretide, de Luz Oscura, y sí, no me vendría mal algo de consejo, si no es molestia. -confesó, siguiéndolo hacia el interior de la casa, mientras miraba alrededor con curiosidad- Hace veinte años... Es una franja temporal... Relativamente larga, supongo. -pensó, en voz alta.  

La casa era oscura por la noche y la poca iluminación que tenía, en el salón la cosa mejoró, pero esta se concentraba en la mesa central donde te invitó a sentarte. Las paredes quedaban en penumbras, como si flotarais en medio de una burbuja en medio de la oscuridad.

¿Quieres tomar algo? Tengo vino, cerveza.. nada especial, pero supongo que servirá. ofreció el imperial mientras se iba a una cómoda. Veinte años han sido muchos años, es cierto.. que ahora vuelva a empezar resulta intrigante. Pero es cierto, aunque muchos no quieren hablar de ello, la forma de proceder.. es la misma que hace veinte años.

Puso las copas sobre la mesa y la botella de vino en el centro.

¿Cuántas son ya? ¿Seis muchachas? la miró intrigado.

Seretide se sentía cómoda, al no verse deslumbrada por toda la luz innecesaria que quienes no veían en la penumbra solían utilizar de noche. Tomó asiento donde indicaba el imperiar y cruzo las piernas, arreglando los pliegues de su túnica. 

Dio un largo suspiro, apoyando la espalda sobre el asiento, y respondió- Cinco. Dos nórdicas, una imperial, una bosmer y una dunmer. Eso fue lo que me comentó el mayordomo del Jarl.-declaró- Un poco de vino estará bien, gracias.-pidió, dejando en aquel momento a un lado su actitud indiferente a un lado para mostrar la cara que alguien que había visto, en parte, el paso de los lustros, podía portar- Yo no descartaría nada. He visto demasiadas cosas en mi vida como para negar que algo así pudiera ocurrir. -dijo, con algo más de seriedad- Ese tal Sin Vida, ¿cómo fue ajusticiado? ¿Qué recuerdas de esos tiempos?- preguntó, alzando momentáneamente el dedo índice para añadir- ¿Y por qué se le llamaba así?

Cinco. asintió con gravedad mientras servía vino. Pobres muchachas.. te escuchó evocar tus preguntas, se tomó su tiempo para responder.

Supongo que tienes razón. Sí. se mojó los labios con el vino, arrugó la frente. Wuunferth fue confinado en uno de los calabozos del palacio, dicen que lo encadenaron a una pared y lo dejaron morir de hambre. dijo con gravedad. Hay quien asegura que se volvió loco en sus últimos días.. nadie lo sabe con seguridad. se encogió de hombros mientras acariciaba la botella con gesto meditabundo. Nadie lo sabe con certeza, dicen que es porque practicaba la nigromancia.. y sus asesinatos iban volcados para resucitar a alguien.. tengo su diario si lo quieres leer, lo pedí cuando todo terminó. A nadie le importaba ya el destino del Sin Vida.. y a mi.. me arrebató mucho.

¿Resucitar a alguien, dices?- preguntó, mesándose la barbilla, y llevándose el vino a los labios- Y nigromancia... Y a esas chicas... El mayordomo me dijo que a algunas les habían quitado... Cosas de dentro. Tendría que hablar con el sacerdote Milano, para que me lo aclare, supongo. Pero ya se lo dije a Brazo de Acero... No creo que esto sea una simple carnicería sádica. Creo que hay algún propósito detrás. Y lo que acabas de decirme... Bueno, podría encajar perfectamente de confirmar que a esas chicas les faltaba alguna que otra víscera, supongo- reflexionó- Y más si a ese hombre símplemente se le dejó morir, ¿nadie se aseguró de rematar a un practicante de la nigromancia?- preguntó, ligeramente preocupada- En cualquier caso... Si me puedes dejar su diario te lo agradecería mucho. 

Calixto arrugó la frente al escuchar sobre los detalles de los casos.

Sé detalles de hace veinte años, el Carnicero se llevaba partes de sus víctimas para sus rituales de magia negra. aseguró, asintió cuando sugeriste hablar con el sacerdote Milano. Los sacerdotes de Arkay tienen mucha destreza sobre los cadáveres, pero no creo que pueda revelarte nada importante.. dijo pensativo. Si hay un ritual detrás de todo esto, ellos lo habrían avisado antes, ¿no? Al fin y al cabo, Arkay se opone a esa clase de prácticas.

Cuando hablaste del Sin Vida, el imperial te miró con cara de circunstancias.

Una vez entró en el calabozo se le perdió la pista. Dicen que quemaron el cuerpo, pero no estoy seguro. se encogió de hombros. Supongo que los hombres del jarl sabrían que hacerse con alguien como él.. cuando preguntaste por el diario, el anciano se levantó sintiendo un dolorido temblor de piernas. Claro.. lo tendré arriba, aguarda aquí.

- Se suponen tantas cosas...-respondió, encogiéndose de hombros- Y las suposiciones no siempre son beneficiosas o acertadas.-añadió, tomando otro sorbo de vino- Claro, espero aquí. -comentó, observando su decrepitud. Un hombre en el cenit de su vitalidad. Algo que rara vez contemplaba entre los de su raza. 

Dejó que se marchase. Y al quedarse a solas en el salón observó con atención todo lo que pudiera observar y que pudiese resultar relevante a sus ojos. Si algo había entendido después de tantos años era que siempre había que prestar atención. Luego, si era necesario, se descartaba la nimiedad de lo verdaderamente interesante. 

Aunque la luz era tenue, tus ojos capaces de atravesar el velo de la penumbra fueron adivinando detalles. La verdad es que se trataba de una casa bastante normal, pero te llamó la atención algo que resaltaba por encima de la demás decoración. En una de las cómodas había un retrato de una mujer cuyos detalles no acababas de adivinar, pero el retrato estaba flanqueado por dos pares de velas a cada lado y unas flores delante del mismo. No sabrías decir, pero parecía un pequeño altar dedicado a la mujer del retrato.

La elfa oscura entrecerró ligeramente los ojos y emitió un corto suspiro mientras esperaba por Calixto, apurando su vaso de vino. Aquello explicaba algunas cosas, se dijo. Algunas palabras que había empleado el hombre, y su implicación pasada en aquel asunto tan turbio. 

Al cabo de un par de minutos el imperial llegó con un viejo diario en la mano, lo puso sobre la mesa acercándotelo. 

Es este. Ha pasado mucho tiempo, y algunos pasajes se han ido borrando, aunque he intentado que se conserve. explicó mientras tomaba asiento de nuevo. El imperial te observó en silencio mientras te preguntaba a continuación. ¿Hay algo más en lo que pueda ayudarte?