Partida Rol por web

El beso fue lo mas extraño para el chico, que había notado la valentía de nuevo en el cuerpo. Don Carlotto pensaba que igual hasta le pasaban otras cosas por la mente por la mirada que le dedicó por un par de segundos, mezclada con no querer irse de allí, con el miedo de fondo. Pero aun así estaba dispuesto a hacerlo. 

Si ah...-¿orar? Enarcó una ceja- nos vemos- aquello al menos lo asustó lo suficiente. 

Salió del vehículo y al poco ya lo tenías perdido entre la oscuridad de la noche, a veces te parecía verlo, acercándose al edificio, pero no estabas demasiado segura. 

-Adiós Adam, se prudente...

Sara movía la mano a modo de despedida mientras veía a su amigo perderse en la oscuridad, a veces le parecía atisbar una sombra que creía que era él acercándose al edificio, pero con la lejanía no estaba segura.
Siguiendo su plan puso el motor del coche en marcha y conectó un poco la calefacción esperando que su cuerpo se fuera desentumeciendo.

Por favor Señor, cuida de Adam, ayúdale a encontrar lo que estamos buscando, solo queremos sobrevivir.

Pasaron los minutos, y no había noticias de Adam por la zona. Tu cuerpo había entrado en calor, pero había algo en tu alma que seguía sintiendo el frío de la soledad de aquella niña en la jaula de metal. 

Diez minutos, y cero movimientos. Quince...veinte...y la luz se apagó en el edificio. ¿Habría sido él? ¿Habrían sido otros? ¿Le habría pasado algo? 

Sara miró nerviosa el reloj del coche mientras escrutaba la oscuridad, los minutos pasaban y todo seguía igual, todo menos sus nervios y la preocupación por Adam que crecía por momentos. A los veinte minutos la luz que se había encendido se apagó y Sara se quedó tiesa pensando en si habría sido su amigo o alguien lo había descubierto. Adam seguía sin dar señales de vida.

Hay un trecho entre el edificio y aquí, no lleva tanto tiempo fuera como para preocuparse.

Sara intentaba animarse pero la incertidumbre era muy mala compañera de asiento. Decidió esperar por lo menos una hora antes de tomar cualquier tipo de decisión.

Los minutos seguían pasando y Sara comenzó a tatarear una melodía, no reconocía la canción pero era como si algo en su interior se acordara de ella, quizás se la habían enseñado sus padres de pequeña, incluso poco a poco comenzó a cantarla.

Quiero mirarme en tus ojos,
tus ojos que cielo son.
quiero mirarme en tus ojos,
que me roban mi corazón, mi corazón.

Quiero mirarme en tus ojos,
como miro una ilusión,
tus ojos que en mi sendero,
me calmarán todo dolor, todo dolor.

Quiero mirarme en tus ojos,
cuando me quede sin sol,
cuando en el puerto de mi alma
muera la flor del amor, del amor.

Quiero mirarme en tus ojos,
para sentir el calor
como sintió tu ternura Jesús,
el Hijo de Dios, nuestro Señor.

Terminó la canción y no había rastro de Adam, poco a poco comenzaba a ponerse muy nerviosa, decidió seguir cantando.

Quiero mirarme en tus ojos,
tus ojos que cielo son.
quiero mirarme en tus ojos,
que me roban mi corazón, mi corazón.

Quiero mirarme en tus ojos,
como miro una ilusión,
tus ojos que en mi sendero,
me calmarán todo dolor, todo dolor.

Quiero mirarme en tus ojos,
cuando me quede sin sol,
cuando en el puerto de mi alma
muera la flor del amor, del amor.

Quiero mirarme en tus ojos,
para sentir el calor
como sintió tu ternura Jesús,
el Hijo de Dios, nuestro Señor.

La oscuridad y el silencio seguían siendo su única compañía, aunque el cántico la consolaba un poco, pero seguía con angustia por la tardanza de Adam, ya casi había pasado una hora.

Quiero mirarme en tus ojos,
tus ojos que cielo son.
quiero mirarme en tus ojos,
que me roban mi corazón, mi corazón.

Quiero mirarme en tus ojos,
como miro una ilusión,
tus ojos que en mi sendero,
me calmarán todo dolor, todo dolor.

Quiero mirarme en tus ojos,
cuando me quede sin sol,
cuando en el puerto de mi alma
muera la flor del amor, del amor.

Quiero mirarme en tus ojos,
para sentir el calor
como sintió tu ternura Jesús,
el Hijo de Dios, nuestro Señor.

El margen ya era suficientemente grande para que Adam hubiera regresado, algo había pasado y quedándose allí no iba a averiguarlo. Quizás alguien había atrapado a su amigo y este por protegerla se había negado a llevarlos hasta ella, en cualquier caso no podía irse sin más y dejarlo allí abandonado. Se quitó los zapatos de tacón y apagó el motor del coche, cogió una linterna y una mochila con algo de comida y salió. Cerró el coche, no era un gran seguro pues puestos a robar cualquiera podía romper los cristales, pero tampoco era cuestión de poner las cosas fáciles. Después buscó por los alrededores una piedra y alguna rama de arbusto, midió veinte pasos en una dirección tomando de referencia en coche para saber la posición exacta, hizo un pequeño agujero depositó las llaves y puso la piedra encima, después con la rama disimuló tanto su trabajo como las huellas que hubiera podido hacer en aquella dirección. Esa podía ser su última baza de negociación si alguien quisiera quedarse con el coche, había que ponerse en lo peor y adelantar los acontecimientos. Una vez hecho esto se acercó sigilosamente al edificio sin encender la linterna y atenta a no cruzarse con Adam.

Borraste tus huellas, a sabiendas de que aquello podría ponerse feo. Con cuidado te acercaste a la casa, que ya lucía apagada del todo. Mas algo llamó tu atención. La mochila de Adam estaba tirada a un lado del camino que había mas o menos seguido. Estaba muy mal escondida entre dos arbustos secos. Intacta al parecer. 

Escuchaste ruido a solo tres metros de donde estabas, como una cadena que tiraba y se retorcía en mitad dela oscuridad. Una linterna se encendió desde una de las ventanas que puntó a donde venía el ruido, para luego apagarse sin querer ver nada más. No te había visto de milagro. 

Sara se acercó a la mochila preguntándose porqué Adam la dejaría allí. Como ninguna de las dos mochilas iba muy llena decidió meter todas las cosas en una para no dejarlas por allí fuera.
Se tumbó en el suelo en cuanto escuchó el sonido de una cadena, estaba cerca, tan solo a unos metros, y descubrió como una linterna apuntaba al lugar de donde venía el ruido, intentó aprovechar la luz para ver de que se trataba, sin levantar demasiado la cabeza para que no la descubrieran.

¿Será Adam con la linterna?

Desde allí no podía saberlo, tampoco que era aquel ruido de cadenas, ahora su máxima prioridad era averiguarlo.

Si hay un perro puede que me descubra tengo que ir con cuidado.
 

Una bestia, un perro enorme del tamaño de un pony con unas fauces capaces de arrancarte la cabeza. Pelaje oscuro, medio, negro, y ojos grandes que lo habían hecho parecer muy poco amenazador al menos en el instante de verlo. A saber realmente. 

Sara aguantó la respiración, se había quedado helada de miedo ante tan terrible criatura. A decir verdad Don Carlotto tampoco había visto en toda su vida una bestia semejante y no sabía como actuar. Estaba claro que acercarse a ella no era buena idea. Con el mayor disimulo posible miró por los alrededores esperando no encontrar rastro de su amigo Adam.

Ojalá la haya visto y consiguiera esquivarla...

Aquello se estaba poniendo más difícil de lo que aparentaba en un principio. ¿Hasta donde los habían conducido las coordinadas del vecino? ¿Qué era aquel edificio y que clase de criatura estaba allí encadenada? No le quedaban muchas ganas de explorar, más bien de darse media vuelta y alejarse con el coche, buscar otra alternativa menos peligrosa, pero no podía marcharse sin Adam. Se arrastró marcha atrás despacito y comenzó a alejarse de la bestia dando un rodeo para acercarse al edificio desde otro ángulo más seguro, uno desde el que poder acceder a una ventana para mirar al interior o una puerta para entrar.

Rodeaste a la bestia, que parecía mansa al menos en la oscuridad. Querías acercarte al edificio y poder encontrar alguna ventana o similar. Desde esa cara, tenías varias opciones. Una escalera de incendios bastante destartalada, a la cual podrías ascender hasta el techo incluso pasando por ventanas en cada planta aunque las de la planta baja y primera estuvieran selladas con cemento, o una puerta que tenía la parte de abajo rota, y por la cual cabrías justa, justa.

Adam igual no lograba pasar sin hacerse daño. 

Había otra puerta que seguía nada mas ir recto desde el animal, pero podría cogerte o simplemente darse cuenta de tu presencia, y esta estaba cerrada.

Una vez esquivada la extraña bestia Sara se sintió algo más tranquila, aunque seguía sin haber rastro de Adam y eso la inquietaba. Quiso suponer que su amigo había hecho lo mismo y esquivado al animal, así que debía haber ido en esa dirección. Por allí las opciones eran muy claras.

Estoy casi segura que Adam no pudo pasar por esa puerta, el agujero es demasiado pequeño, incluso a mi me costaría pasar, además las ventanas inferiores y del primer piso están tapiadas y no se ve nada, seguro que se fue por la escalera a echar un vistazo a donde apareció la luz.

Y allí arriba también había visto la linterna iluminar hacia la bestia. ¿Habría sido Adam? Solo tenía una forma de comprobarlo: subiendo por la escalera de incendios. Lo hizo con mucho cuidado pues estaba muy destartalada, no quería hacer ruido ni caerse, en cuanto llegara a alguna planta que pudiera verse el interior echaría un vistazo por una ventana y estaría atenta por si veía a Adam o a cualquier otra persona.

Si tuviesen que definir a un ninja, serías tu. Ni un ruido, ni una mala pisada. Llegaste a la primera ventana de la segunda planta, que no estaba tapiada y te asomaste para ver el cristal roto y lo que parecía ser unas luces al otro lado de una habitación. Apenas serían de unas velas si acaso, por eso no se veían desde fuera. 

-No se Jack, no se si podemos llevárnoslo, es agresivo, nos ha intentado atacar- la voz de un hombre ya con su edad, ronca y flemática. 

-Ha sido en defensa, no deberías de haberle atizado en la cabeza, ahora no sabemos si está del todo vivo o se va a morir. Sangra un poco ¿Deberíamos de despertarlo?- Otro hombre, algo más joven, de voz temperamental pero serena. 

Sara era una chica ágil y además pesaba poco, eso siempre ayudaba para hacer poco ruido. Llegó a la ventana y observó el interior, había velas que daban una tenue luz, por eso desde la distancia apenas se percibían, pero sobre todo escuchó la voz de dos hombres hablando. Contuvo la respiración mientras los escuchaba esperando no ser descubierta.

¡Deben estar hablando de Adam! ¡Dios mío, le han pegado en la cabeza y está sangrando!

Los hombres lo habían dejado malherido y hablaban de llevárselo. ¿Llevárselo a donde? Sara no sabía que hacer, así que analizó las posibilidades.
Podía quedarse allí agazapada y callada observando que decían y que hacían aquellos hombres, quizás era lo más prudente. Pero Adam estaba malherido y los hombres ni siquiera tenían claro si lo iban a ayudar. Para ellos era un intruso que les habría dado un susto de muerte y del que se habían defendido, Adam probablemente había hecho un tanto de lo mismo. Al escucharlos hablar dedujo que no eran hombres violentos, aunque tampoco podía asegurarlo, pero no parecían malas personas. Claro que si se descubría y su juicio resultaba errado toda la misión se podía ir al garete.
Decidió esperar tan solo un poco más, ver que hacían y decían los hombres a continuación para poder juzgarlos con mayor criterio.

La primera voz habló de nuevo- ¿Un niño solo por esta zona? Yo creo que hay alguien mas...el perro estaba nervioso, ya has visto que tiraba de las cadenas. ¿Salgo y miro?

-¿Pero estás loco? Si eso es cierto puede que tengan armas, y en mitad de la noche se te va a ver. No no, nos quedaremos de guardia uno de nosotros esta noche, para ver si efectivamente hay alguien o no. Voy a despertar al doctor, para que eche un vistazo al chaval, no quiero tener la muerte de un crío en mi conciencia, porque espero vivir muchos años aun...- escuchaste como alguien se levantaba y abría una puerta o lo que parecía una puerta por el sonido. 

-Buuuf- el hombre que se quedó solo suspiró de forma cansada, hastiada. 

Sara escuchó agazapada tras la ventana, atenta a la conversación de los dos hombres y respiró tranquila al escuchar que iban a llamar "al médico" para que atendiera a Adam. Aquella gente no parecía mala y también se preguntaba cuantos eran, había visto pero estaba claro que eran más. Tampoco parecían gente violenta pues no había buscado confrontación con posibles visitantes y además, lo más importante, parecía que tenían la esperanza de salir vivos de allí y de un futuro mejor.

Al final hicimos bien en seguir nuestro instinto y venir hasta aquí, puede que el vecino nos salvara.

El hombre que quedó solo no era el más amable de los dos, pero suponía que solo estaba asustado, al fin y al cabo Adam igual les había dado un susto de muerte y temían ser atacados por más hombres. Decidió que no era buen momento para descubrirse.

Será mejor que me deje ver cuando llegue el médico y el otro hombre, si lo hago ahora podría asustarse al estar solo.

Sara siguió atenta y esperó un poco más a que los otros hombres regresaran.

Esperaste no demasiado, apenas cinco minutos después en el silencio de la noche cuando se escuchó otra voz diferente, más joven, pero inmensamente mas seria. Casi te lo podías imaginar todo estirado con un bastón por el culo. 

-Me han dicho que habéis herido a un chico. ¿Que edad tiene?

El hombre que se había quedado allí carraspeó de forma extraña- Unos doce no llegará a los quince, no tiene ni tres pelos en la barba.

-Lo trataré, nos viene bien siempre alguien joven, que ayude a que el plan salga mejor. ¿Estaba solo?

-Eso creemos...¿Pero no tenían que ser más jóvenes?- preguntó el tercero ahora que había entrado en escena.

-Bueno, los quince aun nos sirven, lo suyo es que no tuviesen mas de diez, para evitar que se revelen llegados a una edad, pero si está sano...nos vale igual. 

Se hizo el silencio.

La situación parecía favorable y el ambiente entre los hombres que estaban dispuestos a ayudar a su amigo parecía el adecuado para darse a conocer. Levantó la mano y se dispuso a golpear el cristal para llamar la atención de los hombres mientras seguía escuchando, entonces algo no terminó de gustarle. No hablaban de salvar a Adam con un fin caritativo como cabía esperar, querían algo de él, usarlo para algo. Detuvo su mano y volvió a agazaparse, necesitaba tener más información mientras su mente se llenaba de preguntas.

¿Cual será ese plan? ¿Porqué necesitan niños tan jóvenes y de donde piensan sacarlos? Por aquí no hay nada. ¿Y que significa eso de que se revelen llegados a una edad? ¿De que tienen miedo? ¿Buscan esclavos?

La situación había comenzado a preocuparle mucho. Había pasado de haber encontrado ayuda a tener a Adam prisionero de unos hombres que no sabía que querían hacer con él. ¿Tendría oportunidad de rescatarlo? Si al menos pudiera averiguar de que se trataba todo aquello y porqué su vecino tenía aquellas coordenadas...