Partida Rol por web

Watson se levanta de mala gana y con voz tonante y cuartelera dice: un mensaje personal o un telegrama hubieran bastado... Elendir. Aunque claro, estamos en un teatro y veo que no has podido resistir la tentación de subirte al escenario y actuar. A la Corona se la sirve con lealtad, pero también con discreción, by Jove. Luego echa a andar sin más hacia la salida y cuando pasa al lado del soldado más cercano machaca: descanso, soldados, aquí no hay ninguna amenaza... más allá de la habitual estupidez de algunos mandos, dice mirando directamente a la coronela antes de girarse, encogerse de hombros, y dirigirse a la puerta.

 Con un suspiro lleno de fastidio, me incorporé y hice un gesto para llamar la atención de Elendir:

 - Menuda aparición, casi creí que era una de las artistas, caracterizada como mi oficial favorita... - Respondí, lleno de sarcasmo. - ... Siempre es un placer verle, coronel...

 Me acerqué a ella, sin mostrar la más mínima señal de temor o intimidación, y le dediqué una reverencia. Nunca me había gustado la gente pomposa, pero ella merecía cierto grado de respeto, debido a sus servicios a nuestro país... Aunque solo hasta cierto punto.

Con unos zarandeos la mano te libero de la tela, pero no dejo de apretar la zona del cuerpo por donde te tenia agarrado. Levantado sobre el suelo unos cinco palmos el ogro que te sujetaba mostraba su mandíbula llena de colmillos.

-¿Quien sois? ¿Qué pretendías? Dice el gnomo que te mira de arriba abajo tratando de reconocerte. Ahora de cerca puedes ver que le falta su ojo izquierdo, alrededor de este se ve una cicatriz y en lugar de un ojo con pupila e iris solo tiene color blanco, en su cinturón cuelgan un par de llaves inglesas.
Los otros tres ogros te rodean por si acaso se te ocurriese llevar a cabo alguna treta.

Mierda... pensó Fisher, las prisas no son buenas, ya se lo decía su abuela... y menos con cuatro ogros y un gnomo de por medio... 

- ¿Me creerá si le digo que pasaba por aquí...? oiga... ¿no podría sugerirle a su amigo el grandullón, que me deposite en el suelo? así no podremos llevar una conversación civilizada...- le dijo al gnomo.

-Ya sabéis que hacer con él. Dice el gnomo de pelo blanco a la vez que indica con su bastón  la gran puerta del teatro.
Aquello no había sonado bien, y ya podías ver como iba a finalizar.

Escoltados por las dos docenas de guardias os encamináis hacia las dos puertas, en cabeza la coronel Elendir guiaba al grupo, a pesar de que era la misma algo había cambiado e ella, tal vez fuese su melena, en la india rebosaba de color castaño y ahora era blanca como la nieve o quizás fuese su actitud callada ante vuestros comentarios, fuese lo que fuese algo había cambiado en ella.

Cuando llegasteis a la ante sala pudisteis ver que los ogros habían recogido los muebles donde se había servido el champagne y los canapés y una gran mesa asentada en el centro lucia una vitrina con el diamante, del tamaño de un puño brillaba con el reflejo de las llamas emitidas por las velas de los candelabros, los recuerdos asomaron a vuestra mente.
Poco después estabais en unos carros de caballos de camino a Buckingham Palace, aquello tenía pinta de acto oficial e importante…

En la antesala del teatro te percataste de que una de las telas que antes colgaba de los ventanales estaba en el suelo, uno de los ogros la recogía discretamente.