Partida Rol por web

2 de Noviembre de 1863.

El capitán había respondido al Señor Patrick Blake, citándolo en la SwordFish a día de hoy.

En la tasca estabais, Samael Nix, Glim ojo de cristal y tu. A esa hora temprana las 6 de la mañana la SwordFish estaba casi vacía en la barra dos medianos tomaban un café en vaso grande Jack Merilan el dueño del antro que limpiaba por fuera los alambiques de whisky. Fuera la noche todavía se cernía en el cielo pero, no tardaría en aparecer los primeros rayos de sol.

El silencio era tormentoso como poco, y la carta que tenia Samael Nix en las manos falsificada hacia que sintieras un cosquilleo en tu estomago, el tiempo corría a cámara lenta esperando la llegada del Señor Patrick Blake y tus ojos no podían dejar de mirar la puerta.

No tardaste en recibir respuesta por parte del capitán.

El capitán acepto tu encargo y te indico que el día 2 de Noviembre te presentaras en la SwordFish, una tasca mal oliente del puerto.

Con esa información redactaste una nueva carta al gremio con los motivos por los que viajarías a la india en busca de la Casa de Belial, tampoco tardaron en darte su aprobación.

2 de Noviembre de 1863.

Las calles sucias y mal olientes del puerto no eran para nada el lugar por el que te gustaba andar y mucho menos a las 6 de la madrugada donde la noche todavía oscurecía el cielo.

Los tráiler donde se cargaban las mercancías que luego transportaban los barcos de vapor eran antiestéticos y feos, las grúas a vapor estaban apagadas pero, ya se podía ver algún marinero fumando en pipa o en cigarrillos liados esperando al oficial oportuno para empezar a trabajar. La sola idea que eso era el principio te hacía sentir una gran repulsa hacia la sociedad cambiante, el mundo tecnológico y la revolución industrial.

Por fin distes con la calle nº 126 donde se localizaba la SwordFish, allí habías quedado con el capitán, no podías más que pensar en que el capitán no fuese un revolucionario, anarquista, comunista o algo peor un ingeniero del vapor…

Frente a la SwordFish había un tonel donde el humillo de las ascuas que antes debieron ser una buena hoguera se desvanecía conforme cogía altura. El olor que se filtraba por las rendijas de las paredes de madera desgastada, era casi peor que el de la propia calle.

Me acerco al puerto, observando las grúas de vapor con desagrado, y aún más a sus operarios y marineros perdiendo el tiempo fumando en pipa. Esas máquinas sólo conseguían que la gente se volviera holgazana y desperdiciase su tiempo en actividades inútiles. ¡Donde esté un buen capataz con un látigo de cuero, que se quiten todos esos artefactos de vapor!

Miro indignado la taberna donde me ha citado el capitán Korsar. Creí haber dejado claro en mi carta que se trataba de llevarme a mi, alguien distinguido de sangre noble. Ya es bastante humillante no contar con criados para tratar de negocios con ese capitán, como para tener que venir a un lugar así.

Torciendo la nariz para evitar respirar la inmundicia que llena la calle, coloco la solapa de mi abrigo, acariciando con el pulgar el escudo de mi famila bordado en el interior, oculto a la vista. "Paso a paso, Patrick", me digo. Apoyo la mano izquierda sobre la empuñadura de mi espada. La moda actual dicta que ese tipo de armas es demasiado grande y pesada para que lo lleve un caballero civil, pero ni yo estoy de acuerdo con la visión típica de los que dictan las modas en esta época ni creo que a los parroquianos de esta tasca les importe lo más mínimo.

Sin más dilación, entro en la SwordFish con paso firme y decidido. El interior es casi más hediondo que la calle, pero estoy acostumbrado a las penurias tras largos años separado de la casa de mi familia. Me quedo quieto a un par de pasos de la puerta, paseando mi mirada por el local en busca del Capitán Korsar.

Mientras esperabais al Señor Blake pedisteis unas copas de whisky, el calor producido en la garganta del licor siempre era agradable a primera hora de la mañana, poco a poco la SwordFish se fue llenando.

Primero un grupo compuesto por dos enanos y un mediano, parte de la tripulación del barco mercante llamado la mar eterna, seguidamente entraron ellos Martin y Fidina.

Martin y Fidina formaban parte de la tripulación de la conocida Marina black, su capitán Kalajan Marrok había tropezado varias veces con vosotros, las relaciones eran cada vez más tensas por motivos comerciales principalmente, aunque todos sabias que entre vuestro capitán y el suyo había algo más que problemas comerciales.

Martin era un humano diestro en las armas cuerpo a cuerpo, por el contrario, Fidina era una elfa ágil como ninguna y letal con sus dos pistolas de precisión.

Dax pies de hojalata perdió sus piernas en un combate contra la Marina Black, por suerte no había venido si no todo se iría al garete, había que mantener la concentración y evitar el enfrentamiento a toda costa.

Por último entro un elfo.

El interior de la SwordFish era peor de lo que podías haber imaginado, compuesta por una sala grande con una barra y varios reservados, separados de la sala por unas cortinas amarillentas era todo cuanto formaba la mugrienta SwordFish. Los reservados sin lugar a duda eran para los fumadores de opio, las cortinas que los separaban de la sala principal estaban amarillentas y roídas por las esquinas.

En una de sus paredes descansaba 3 alambiques, donde el olor a whisky fermentando podía provocar arcadas al más duro de los marineros, un hombre de edad avanzada limpiaba por fuera uno de los alambiques. A saber cuánto tiempo hacia que no limpiaba el interior de los mismos.

En la carta que recibiste indicaba que preguntaras al dueño de la SwordFish por el  Capitán Rahel Korsan.

En la barra dos gnomos tomaban un café en vaso grande, sus atuendos y formas indicaban claramente su posición de clase baja, muy posiblemente se dedicaran a recoger sobras y escombros de el puerto para venderlo a precios bajos en algún antro o mercadillo.

En otra mesa un grupo compuesto por dos humanos y un enano tomaban algún tipo de bebida.

En una esquina apartada, un elfo y un humano tomaban café y whisky, mientras observaban al grupo compuesto por el enano y los dos humanos y hablaban entre ellos en voz baja.

Por último, en otra mesa, un grupo compuesto por dos enanos y un humano desayunaban una pasta de color marronosa que bien podía ser comida de gatos triturada.

Los días en aquella magnífica nave eran todo menos aburridos, Zach tenía tiempo para trabajar en sus diseños y, como si fuese poco, podía compartirlos con su antiguo maestro quien, además, solía hacerle beneficiosas correcciones y comentarios constructivos que le ayudaban a mejorar. Así había construido aquel pequeño autómata reparador para su ornitóptero, si bien todavía estaban lejos de desarrollar su máximo potencial, ambas creaciones tenían su encanto.
El ornitóptero había prácticamente resucitado de los restos de una pequeña nave de carga, Zach se había encargado de soldar piezas, reparar engranajes, modificar la aerodinámica y una larga lista de etcéteras que, poco a poco, de dieron al ornitóptero mucha más versatilidad que la nave original.
El autómata estaba inspirado en la criatura que había desarrollado Neig, era una versión mínima de este, pero los principios que lo animaban eran los mismos. Un complejo sistema de engranajes y válvulas que se unía a extrañas runas, obra de Glim, le permitían al pequeño “Zneiglim”, nombre con el que habían bautizado al autómata, recorrer el ornitóptero y reparar algunas fallas. Con el tiempo, los materiales y el conocimiento Zach iría perfeccionando sus creaciones cada vez más.

En eso se encontraba pensando mientras esperaba en la Swordfish justo en el momento en que entraron un grupo de tripulantes de la Marina Black. Zach no era muy amigo de los conflictos, pero aquellos tipos conseguían hacerle hervir la sangre. Agradeció que Dax o “Patalata” como lo llamaban cariñosamente, no estuviese presente, sino todo se hubiera desmadrado en cuestión de segundos. Zach hizo un gesto a sus compañeros indicándoles las “buenas” nuevas y luego apuró su bebida sin quitarle los ojos de encima a sus adversarios pero a su vez intentando ignorarlos. Fue entonces cuando vio llegar a un tipo que parecía coincidir con la descripción del tal Blake.

-Hey- dijo llamando la atención de sus compañeros –¿No es ese el tipo que vinimos a buscar?-

Cuando entras en la SwordFish el hombre que limpia los alambiques se dirige a la barra.

No es difícil percatarse de la tensión que hay entre el grupo de los dos humanos y el duo de la elfa y el humano, a pesar de estar unos en una punta y los otros dos en la otra.

El humano que ya está en la barra te hace unos gestos con la mano.-Adelante señor, desea alguna cosa.

El grupo de los dos humanos y el enano, parecen fijarse en ti y uno de ellos murmura algo a sus compañeros.

-Jack Merilan, ponle una copa al caballero. Dice uno de los humano dirigiéndose al hombre que esta tras la barra y señalándote con un movimiento de cabeza.

Te llama la atención y te das cuenta de que no sabes con seguridad si es humano, en principio  su apariencia te resulto la de un humano pero, el supuesto humano porta una chaqueta que cubre por completo su rostro, no dejando ver más que el brillo de unos ojos color miel, y en su cabeza un sombrero cubre con elegancia su pelo..

La chaqueta roja va a juego con los pantalones que se dejan ver por debajo de la mesa, en su cintura descansa una espada militar de un metro o algo mas, con un poco de curva y una empuñadura de madera con unos curioso gravados.

En su mano porta una moneda, que desliza por sus nudillo y cuando llega al dedo meñique, con un sutil movimiento la recoge con la mano y la deja en el nudillo índice dejan que deslice nuevamente hasta el dedo meñique, en un recorrido infinito. Atento al juego de la moneda no has advertido que en la mesa hay una silla vacía.

Miro un momento al tipo vestido de rojo, no sin curiosidad. Luego me vuelvo hacia el tabernero, levantando ligeramente la mano para indicarle que espere antes de poner esa bebida.

- No es necesario, gracias - digo educadamente. Por un lado me repulsa la idea de beber de cualquier recipiente de esta taberna y, por si fuera poco, no tengo intención de aceptar una copa de un desconocido que no se ha dignado a presentarse.

- Busco al Capitán Korsar - añado, continuando la conversación con naturalidad, aunque sin dirigirme directamente ni al tabernero ni al recién llegado. - Me pidió que le encontrase aquí...

El tabernero escucha tus palabras, tras lo cual mueve la cabeza a modo de indicarte la mesa del hombre que unos instantes antes te había invitado a una copa.

Vuelves a mirar la mesa.

-Disculpe Señor, sería tan amable de sentarse con nosotros a la mesa. Dice, con suavidad pero sin denotar signo de intranquilidad alguno, con un gesto rápido deja la moneda con la que jugueteaba en la mesa ,justo al lado de un sobre, lo reconoces perfectamente es el mismo que mandaste unos días antes al Capitán Korsar- Le pido disculpas en nombre del Capitán Rahel pero con motivo de nuestro viaje… Sin terminar la frase mira de reojo la mesa de la elfa y el humano. Es decir que esta atareado. Concluye retirando un poco la silla libre a modo de invitación.

Un estirado, eso era el tal Patrick, o al menos eso parecía. Zach miró a sus compañeros y viendo que ninguno tomaba la palabra decidió hablar, pero entonces Samael se adelantó y habló, Zach esperó que finalice y luego agregó -Por el momento nosotros somos el capitán Korsar. Así que dígame señor Blake ¿En qué puedo ayudarlo? ¿Cuales son los motivos de su viaje a la india? ¿Cuantos y quienes serán sus acompañantes? Entienda por favor que esto no mera curiosidad, sino simplemente cuestiones necesarias para poder establecer los términos del viaje. La Hybrid y su tripulación tienen una reputación y moral incuestionable y no querríamos tener que ver con el transporte de sustancias prohibidas o fugitivos de cualquiera de las instituciones- Viendo que el sujeto continuaba de pié agregó -Por favor, tome asiento y beba una copa con nosotros, ayudará a amenizar la charla-

En Buckingham Palace os recibió un siervo de la reina Victoria, tras una charla donde os ofrecieron 10 libras, 4 ahora y 6 a la vuelta, por acompañar al Señor Patrick Blake a la India y guiarle una vez allí hasta la maldita Aldea de La casa de Belial, donde sus habitantes hirieron al Señor Watson y son conocidos por su costumbre de comer carne humana. A pesar de que la idea no era precisamente de vuestro agrado aceptasteis la oferta, porque sabias de sobra que si os negabais serias acusados por negar vuestra ayuda a la corona y la reina.

En definitiva teniais que reuniros con el Señor Patrick Blake en la SwordFish una tasca de mala muerte cercana a los puertos el día 2 de Noviembre de 1863.

2 de Noviembre de 1863.

Las calles sucias y mal olientes del puerto no eran para nada el lugar por el que te gustaba andar y mucho menos a las 6:30 de la madrugada, la luna empezaba a desaparecer y los primeros rayos de sol despuntaban en el horizonte.

Los trailer donde se cargaban las mercancías, que luego transportaban los barcos de vapor, eran antiestéticos y feos,  algunas de las grúas a vapor estaban ya en funcionamiento, el ruido de sus engranajes era atroz, se podía ver algún marinero fumando en pipa o en cigarrillos liados esperando al oficial oportuno para empezar a trabajar, mientras otros cargaban en sus espaldas sacos que a saber lo que contenian.

Por fin distes con la calle nº 126 donde se localizaba la SwordFish, allí habías quedado con Patrick Blake, la curiosidad por saber qué tipo de hombre seria te animaba a seguir adelante.

Frente a la SwordFish había un tonel donde el humillo de las ascuas que antes debieron ser una buena hoguera se desvanecía conforme cogía altura. El olor que se filtraba por las rendijas de las paredes de madera desgastada, era casi peor que el de la propia calle.

Esperaste unos minutos a que llegara Kerrigan y no se izo de rogar, los dos estabais en la puerta de madera, del interior de la SwordFish sonaban algunas voces parecía que había actividad a pesar de la hora temprana.

 Intrigado con el hecho de que hubiera actividad, pese a que fuera una hora temprana, le indiqué con un gesto a mi compañero que guardara silencio:

 - Aguarde un minuto, Watson... - Susurré...

 Acerqué mi oído a la puerta y traté de escuchar algo...

Detenidamente miras a los tres personajes.

El humano de rojo viste limpio parece ser pulcro por lo limpia que esta la funda de su espada, un cinturón que rodea su cuerpo en diagonal del hombro a la cadera porta cuatro dagas y sus botas con espuelas brillan por el betún aplicado recientemente.

El segundo hombre que habla impulsivamente, tenía varias cicatrices en su rostro, alrededor de su cadera tenía un cinturón donde colgaban unas cuantas herramientas; destornillador, llave inglesa, punzones y algunas cuchillas finas. Sus manos estaban sucias de grasa reseca.

Por último el enano, sin lugar a dudas uno de sus ojos era de cristal a pesar de que lo movía perfectamente, el hecho de que no tenia iris ni pupila lo delataban, sobre la mesa apoyaba uno de sus brazos que sujetaba su copa, dicho brazo estaba totalmente tatuado con extraños símbolos y runas.

Mientras el Señor Blake decide o no sentarse, la puerta de la SwordFish se abre un par de veces.

Un gnomo entra primero dirigiéndose directamente a la barra donde los dos iguales a él charlan tras haberse terminado el café.

-Meghy. Dice saludando a uno de ellos mientras le hace unas señales al camarero.

Tras el entra un grupo compuesto de 4 humanos que se sientan en una mesa cerca de una de las dos ventanas que tiene la SwordFish.

-Patrón cuando partimos nuevamente. Dice uno de ellos.

-Aaghh! Gruñe en respuesta el supuesto patrón.-La cosa esta muy mala novato, y pronto el frio helara las aguas del Támesis  es peligros navegar en estas fechas, grumete.  

-Patrón cuando partimos nuevamente. Se oye al otro lado de la puerta...

-Aaghh! Gruñe en respuesta el supuesto patrón.-La cosa esta muy mala novato, y pronto el frio helara las aguas del Támesis, es peligros navegar en estas fechas, grumete.  

Logras oír en el interior entre los murmullos de otras voces.

Watson se posiciona a otro lado de la puerta, apoyado en la pared con aire casual, como si pasara por allí, y hubiera decidido parar a reposar, tocando con el dedo el ala del sombrero para indicar a Kerrigan que está de acuerdo.

Sin embargo, no pierde de vista la calle, por si pasara alguien, ni deja de prestar oídos a lo que se dice dentro.

-Patrón cuando partimos nuevamente. Se oye al otro lado de la puerta...

-Aaghh! Gruñe en respuesta el supuesto patrón.-La cosa esta muy mala novato, y pronto el frio helara las aguas del Támesis, es peligros navegar en estas fechas, grumete.  

Logras oír en el interior entre los murmullos de otras voces. Después de eso las voces se hacen imperceptibles debido a la mezcla de las mismas.

Observo a los tres personajes sentados en la mesa. "Vaya, el capitán no sólo tiene la poca decencia de citarme en este lugar sino que ni siquiera se presenta personalmente", pienso con desagrado. No puedo evitar fruncir el ceño al fijarme en el cinturón de herramientas de uno de ellos. Empiezo a imaginar por qué la Hybrid Air-Sea ha realizado los viajes de Londres a las colonias en el menor tiempo y no puedo sino evitar maldecirme por no haber hecho una investigación antes. Preferiría mil veces alargar el viaje en un barco de vela como Dios manda antes de montar en uno de esos engendros de vapor.

Sujeto el respaldo de la silla, separándola de la mesa pero sin llegar a sentarme.

- Caballeros - saludo, aunque con un tono en mi voz que indica que pronuncio esa palabra más como formalismo que porque piense que mis acompañantes merecen ese título. - Me temo que están ustedes en ventaja... - añado señalando la carta escrita de mi puño y letra con el sello del Gremio. - Saben mi nombre y mi profesión, pero yo desconozco quiénes son ustedes. - Ni siquiera el tipo de rojo que pretendía invitarme a una copa ha tenido la delicadeza de presentarse, ni mucho menos el hombre de las herramientas, mientras que él se ha dirigido a mi por mi apellido.

 Frustrado, aparto mi oreja de la puerta y me dirijo a mi compañero:

 - Supongo que es hora de anunciar nuestra llegada, Watson...

 Espero a que mi compañero se aleje una distancia prudente antes de golpear la puerta con mi bastón.