Partida Rol por web

Lady Myriah escuchó atentamente a Evan, estaba siendo eficiente, sólo que con un plan que para ella no era el adecuado, pero que tenía que acatar, obviamente, por venir de quién venía la orden.

Estaba dándole mil vueltas a como modificarlo para que se adaptase totalmente a la idea que la dama tenía en su cabeza, que se le antojaba infinitamente más eficaz para la misión que tenían aquel condenado día.

Hizó un ademán quitando importancia al honor que significaba para el hombre ir a la fiesta, contestando tranquilamente -No se preocupe por nada más que por el servicio -Parpadeó mirándolo y asintiendo con la cabeza -Y de disfrutar la fiesta, por supuesto. -Trago saliva y continuó, mirando hacia dentro, con tono cordial. -Yo me encargaré de lo que atañe a mis hijas. -No parecía hostil, sino estar contestando a un comentario un poco desafortunado.

Escuchó que tenía que acudir al salón con seriedad, lo mismo le parecía un plan estupendo que prefería tirarse por la ventana más alta de la torre, nada reflejó su semblante -Gracias, iré enseguida.

Lo que sí consiguió cambiar levemente el gesto a contrariedad fue que nombrase un mal olor, inspiró profundamente y nada molestó sus fosas nasales, lo repitió, y nada, que ella no notaba mínimamente extraño ni desagradable. Seguramente estaba llegando tarde a algún tipo de desastre.

Estaba dispuesta a marcharse cuando llego su prima, ignorándola y dando órdenes como si de la mismísima señora de la casa se tratase. La miró como disponía, como si ella no estuviese allí, un misero saludo que no demostraba el más mínimo respeto. Y delante de los sirvientes. Todo muy apropiado, en un día en el que no estaba para muchas, o ninguna, tontería.

Ginevra quiero que vayas a mi dormitorio y cojas de mi tocador las cremas en bote pequeño que hay, y que después las lleves al cuarto de Alyra, -Sonrió educadamente. Era un trabajo que no le correspondía, pero seguro que ayudaba a bajarle los humos un poquito. De desagradecidas y desagradecidos está el mundo lleno – Ese es mi deseo, de momento.

Tenía más, pero no iba a exponerlos públicamente todavía.

Giró el rostro a Fiona, sonriéndole al asentir, disculpada quedaba para marcharse. Enseguida se volvió a Evan -Seguramente cambiemos algo de lo que has comentado,- básicamente para que el objetivo de la fiesta no acabe en desastre- te lo haré saber si ocurre así para que lo dispongas. Después del desayuno tendrás la organización definitiva.

Era una mujer que no perdía la esperanza fácilmente. Se giró y comenzó a andar ella también hacia el comedor, a su batalla particular.

Escuchó atento la respuesta de Lady Myriah. Se sintió reconfortado cuando le dijo que se relajase, se centrase en el servicio y en disfrutar de la fiesta. Eso le dio a entender que tenía el beneplácito de su señora. Cuando le indicó que ella se encargaría de lo que atañese a sus hijas no pudo evitar un ligero rubor. Supo ver que Lady Myriah no estaba enfadada, pero quizás él no había expresado correctamente la idea de su cabeza, lo último que pretendía era ofender ni en lo más mínimo a Lady Vaelys, menos haciéndole sentir que Evan se daba una importancia que no le correspondía.

Aguardaría las nuevas indicaciones de después del desayuno, para entonces esperaba haber solucionado un par de cosas y arrojar luz de este modo a sus señores en algunos temas que así lo requerían. Mientras tanto seguirían según lo previsto, no debían haber retrasos, el tiempo siempre se escapa entre los dedos cuando se prepara algo importante. 

Al parecer no podría hablar en ese momento con Ginevra, bueno, esperaría otro momento. 

-Aguardaré sus indicaciones mi señora- Le dijo mientras hacia una reverencia al ver como iniciaba su camino retirándose de las cocinas. Con ello Evan no se refería a que estaría de manos cruzadas hasta recibirlas, si no que estaría atento a ello.

Cuando Lady Myriah se hubo marchado se volvió hacia el resto del servicio.

-Gwen, ¿podrías hacer el favor de ir a por el resto de las hijas de Lord Rhys? Tan solo deben ir al gran comedor para tomar el desayuno, les están esperando para ello y Lord Vaelys parece un poco nervioso hoy. Es normal con lo que está por llegar, pero creo que lo mejor es que vea nuestra eficacia y se pueda relajar un poco - Habló calmado y con respeto a la muchacha, más parecía una petición que una orden.

- Sebastian, el olor ha desaparecido de las cocinas, mas ha inundado el gran comedor... agradecería que ventilaseis la fortaleza para que no se extienda más. Después deberíais servir el desayuno a nuestros señores.-

Después continuó hablando, esta vez a Jevic

-¿Cómo va todo por aquí? ¿Lo tenéis controlado? Yo me conformo con un desayuno rápido que tomaré aquí mismo. Debo hacer un par de cosas enseguida. -

Y para finalizar digo a todos en general:

- Ya se ha pasado por aquí John?-

Para alivio de ella el olor había desaparecido de las cocinas. Un problema menos. Hizo una reverencia a su tía, con todo lo que permitía su pierna.

Aquella forma de hablar de ella si bien era casi normal, no lo había sido su trato hacia su señora tía. E incluso, no pareció contrariada con la forma en que se dirigió a ella o la orden.

Eso era algo que solo los que la conocían demasiado bien habrían podido notar. Pero sus ojos se movieron esquivos, como si no quisiera revelar nada más.

Pareció necesitar tiempo para componerse de algo que iba más allá de lo físico. Qué cosa, era algo que guardó dentro de sí misma, como muchas otras cosas.

- Agradezco el esfuerzo a todos, sé que hoy no es un día fácil. - Alzó la barbilla, volviendo a ser ella misma o lo que todos veían regularmente en ella. - John no ha pasado por las cocinas.

Aliviada de ver que el aroma quedaba contenido, les sonrió a todos. Y luego procedió a retirarse.

Cuando Lady Myriah entró, Jevic se quedó firme y no pronunció palabra. Le costaba atreverse a hacerlo, tanto por el respeto que le causaba como por su atractivo. Cuando ella marchó soltó el aire y miró a Evan -Tengo ya varias bandejas preparadas. Podéis coger lo que queráis. Tenemos fruta, pan con embutidos, ensalada, tomate, queso... tenéis para elegir. ¿Algo para beber? ¿Un buen vino para empezar bien el día?- Sonrió.

Cuando Ginevra entró parecía nerviosa. Llevaba toda la mañana más rara de lo normal, y no parecía que fuese solo por los nervios de la fiesta. El olor se había ido. Sebastian tenía a la ama de llaves como una de las sospechosas del olor, pero de momento seguía oliendo bien y ella estaba presente. Debería descartar esa posibilidad.

Cuando Ginevra habló sobre la limpieza de los suelos, Sebastian miró los utensilios de limpieza que tenía preparados y pensó para sus adentros: a eso iba, pero lo haré cuando Lady Myriah acabe lo que tenga que hacer aquí. Tenía la costumbre de justificar sus acciones en pensamientos en lugar de hacerlo en voz alta. Se consideraba un buen trabajador y podía tomarse algunos comentarios de una forma más personal de lo que debería. Le molestaba, incluso cuando los comentarios no iban dirigidos directamente a él. De todas maneras, la frustración solía durar poco.

Miró a Evan cuando le dio la orden de ventilar la fortaleza. Asintió -Tengo bastante que hacer en la cocina. Si me permites iré a buscar a alguien que me ayude con las ventanas para poder volver aquí cuanto antes.- Miró a Jevic y Gwen -¿Os apañaréis sin mí?- Les sonrió.

Se va adentrando en la cocina mientras observa a todos. Parece que hay tensión en el ambiente, por lo que mientras acicala su pelo y ordena su ropa, mira a todos un tanto perdida, tratando de ubicarse.

Merol sale escopetazo y lo sigue con la mirada hasta que se tropieza con ella. Se hace a un lado y se inclina hacia él preocupada, pero solo se disculpa rápidamente y se marcha. La muchacha se acerca a Fiona y asiente a lo que le dice de que se iban a poner manos a la obra, por lo que su chip cambia a trabajar de inmediato. Aprovecha para susurrarle un “¿Ha ocurrido algo grave?” Pero no les dio tiempo de cotillear, pues Evan y Lady Myriah llegan a las cocinas de inmediato, a lo que Gwen adopta una pose mas servicial y los observa echándose a un lado.

Tras eso eleva la mirada al resto de presentes y su mirada va a Lady Myriah al hablar. Se coloca muy recta y cordial ante la situación, ahora la escucha mientras mira hacia el suelo. Iba vestida tan hermosa y elegante que casi le dio vergüenza que bajara hasta donde todos ellos se encontraban trabajando, esperando por lo que mas quería que no se manchar ni un solo tramo de su ostentoso y brillante vestido.

También escuchó a Evan hablar, a él si se atrevió a mirarle mientras comentaba todo en modo resumen, dando las órdenes que todos cumplirán, incluida ella misma. Incluso agradeció ese repaso pues parece que el despertarse algo mas tarde de lo normal la ha hecho desubicarse completamente.

Durante un instante abrió sus fosas nasales para percibir ese olor del que hablaban pero no consiguió distinguir nada especialmente desagradable.

Fiona se atrevió a hablar, diciendo que se esforzará al máximo en este evento. La miró admirando como se desenvolvía a la hora de responder y las palabras escogidas, sin embargo ella no se atrevió a decir nada. Mejor mantenerse callada si no le daban permiso para hablar.

Gwen se sobresaltó al oír de pronto a Ginevra, pues no se la esperaba, estaba pendiente de lo que decía su amiga. Ahora sus ojos se posaban en su compañera de habitación y ama de llaves. Miró como Ginevra analizaba el suelo levantando una ceja y temió a que viera algo que no le gustase, la presencia de todos aquellos le hacia estar en tensión, cuando ella no tenía ni idea de nada, se sentía culpable solo con pertenecer a la plantilla causante de algún tipo de destrozo. Cuando Ginevra ordenó a Fiona que comenzara con las flores, sus ojos se mecieron entre Ginevra y Evan ¿Ahora que debía hacer ella? Imaginaba que la orden de Ginevra iba para ambas criadas, sin embargo… se encontraba un podo perdida. Finalmente y tras escusarse, Fiona abandonaba la sala. Por suerte Evan se dirigió de nuevo a Gwen para darle una directriz más exacta y concisa, ya que tenía una mezcla de cosas que debía hacer que ni ella sabía.

Asintió con la cabeza a lo que le dijo y mostró una sonrisa cordial. - Por supuesto, voy en seguida.

Sin mas dilación y sin mediar mas palabras, se dirigió a las escaleras para salir de la cocina - Si me disculpan… - Y con eso, desapareció de la estancia.

Asintió a Sebastian

-Por supuesto, que uno o dos compañeros que puedan te acompañen. Es preciso que esto se haga con agilidad. También déjales claro que  deben estar atentos para cerrar las venas en cuanto esté todo ventilado y el olor haya desaparecido. Tu presencia en las cocinas es importante y prefiero que no te distraigas más por el momento. Aunque antes de que partas deseo decirte algo en privado. Seré breve.- 

Después se dirigió a Gwen que se disponía a realizar lo que le había pedido rauda.

-Gracias Gwen. Cuando termines con eso, si no tienes otras tareas, podrías reunirte con Sebastian para que todo esté preparado de cara a la fiesta. También en cuanto terminen de desayunar se ha de disponer todo para la recepción de los invitados. Además en cuanto Lady Myriah me de las nuevas indicaciones os la vendré a comunicar.-

Asintió y aguardó a que Evan le hablase antes de partir.

Cuando estuvieron en un rincón que les ofrecía más privacidad Evan adoptó un semblante más serio. De hecho bastante serio.

-¿Qué ha significado esa actitud de antes?-

Lo preguntó pero no esperó a una respuesta.

-Has desobedecido mi orden deliberadamente, y no solo delante del resto de tus compañeros, si no delante de Tabitha y los Risefeller. ¿Eres consciente de la magnitud del asunto?-

Esta vez sí esperó a que Sebastián se explicase.

La cocina se encuentra justamente debajo del Gran Comedor, bajando por unas escaleras. Tiene mesas idénticas a las que hay en el Gran Comedor justo debajo de ellas; la comida se pone en las mesas de la cocina y luego las suben al Gran Comedor. Tiene techos altos y una chimenea en un extremo de la cocina, hay montones de ollas y cacerolas que se apilan en las paredes.

En una de las paredes hay tres botellas pegadas a modo de decoración, están a la altura del pecho dos y la tercera a la altura de la cabeza formando una especie de triángulo.

Las enaguas de su falda se ondeaban ligeramente de un lado para otro al tiempo que avanzaba por los pasillos del castillo en dirección a la cocina. Resopló angustiada al entrar por la puerta, no tenía las manos vacías de obligaciones pero al menos ya había cumplido con una sirviendo a los invitados del comedor.

Acariciando un instante su frente algo nerviosa observó a Evan, Sebastian y Jevic, los últimos seguián allí preparando el desayuno para servirse lo antes posible, las damas ya habían abandonado el lugar.

Fiona tenía prisa y respiraba nerviosa como nunca. No era una criada primeriza sirviendo en casa de los Vaelys, pero como si lo fuera, ocho años no parecían suficientes para armarla de autoestima y seguridad, se sentía tensa como en un primer día de trabajo. Quería hacer mil cosas a la vez y no podía, venía acalorada del gran comedor. No quería pensar demasiado en cómo transcurriria la jornada, la estrategia que tenía en mente era ser respetuosa con los invitados, no hablar mucho y servirlos con rapidez, así nadie la tendría en cuenta. Como un fantasma.

La muchacha temía ponerse torpe y quedar en rídiculo, resbalar, que se le cayese algo portando bandejas y jarras de aquí para allá… Recordó con nervios la anécdota de cuando Evan la encontró caminando por los pasillos sucia de barro hasta las cejas.

Estaba impresionada por la imagen de esos hombres tan serios sentados en la mesa pensando en silencio. Y eso que todavía no habían llegado todos los invitados.

Vamos, tu puedes, lo has hecho más veces. Suspiró mirando a sus compañeros y acercándose lentamente a la mesa empezó a preparar el primer centro floral. Las grandes margaritas blancas y aromáticas rosas frescas de varios colores seguro quedarían preciosas adornando la mesa de las señoritas de la casa. Alzó la vista mientras las iba colocando y preguntó a Sebastian y Jevic.

- ¿Necesitáis que os eche una mano cuando termine con esto?. - quizás Ginevra la mandaba a cubrir otra necesidad pero no estaba de más preguntar a sus compañeros. Luego miró a Evan. Todavía no se podía creer que el mayordomo fuera a pretender a una de las hijas de Lord Vaelys. Eso la angustiaba, y aunque no lo admitiese en alto para él también le dolía.

Miró a Evan mientras éste le echaba en cara desobedecer la orden. -Pienso que esa pelea estaba totalmente fuera de lugar. Se pueden tratar esos temas de otra forma, sobre todo delante de Tabitha y los Risefeller. Tenemos suerte de que Lady Vaelys no llegase antes. Mi intención era salvar la situación de una forma menos ridícula y más diplomática.- Su tono era firme defendiendo su postura. No era el de alguien nervioso buscando una excusa. -Hoy es un día importante. No creo que nos convengan peleas con nadie. Tú asistirás como invitado, así que puedes centrarte en la fiesta y dejar de preocuparte por lo demás. Los demás sabemos organizarnos perfectamente, llevamos mucho tiempo trabajando juntos.- Vio que entraba Fiona y decidió saludarla, aunque no se movió porque esperaba que Evan diría algo más.

Sebastian estaba junto a Evan. Miró a Fiona al entrar. Parecía un poco más serio de lo habitual.

- Hola Fiona. Yo tendré que ventilar la fortaleza, volveré en cuanto acabe. Quizá Jevic agradezca algo de ayuda hasta entonces.- miró a su amigo.

-Yo serviré el desayuno en cuanto lleguen todos al comedor, ¿o preferís que lo sirva ya? Después de eso podemos desayunar nosotros y organizar la comida de la fiesta.

Evan saludó con un gesto de cabeza a Fiona, como un leve asentimiento. Estaba bastante serio mientras hablaba con Sebastian en un rincón donde podían hacerlo sin que se les oyese si no levantaban la voz.

Miró a Sebastian muy serio, como examinándole con la mirada. 

Suspiró cargándose de paciencia -Mira, el tema no es si estas de acuerdo o no con la forma en que hago las cosas. Pueden parecerte ridículas, exageradas, totalmente equivocadas... no importa, debes acatarlas. Debes hacerlo porque yo asumo la responsabilidad. Si actúo de un modo u otro delante de Tabitha, los Risefeller, lady Myriah o el mismo Lord Rhys para mí van las consecuencias.- Hizo una breve pausa, no estaba seguro de si el muchacho era consciente del verdadero problema, pero eso ya no importaba -Siempre estoy abierto a que me hagáis reflexiones, no soy de esos superiores que creen que no podéis pensar ni ofrecer soluciones validas. Pero siempre debéis dármelas en privado. Sin embargo hoy me has desobedecido delante de todos. Has puesto en duda mi autoridad y eso no lo puedo permitir. ¿Lo comprendes? No puedo permitirlo porque si lo hago empezarán todos a hacer lo que les venga en gana y puede descontrolarse todo. Y me da igual si crees que os iría perfectamente bien sin mayordomo ni ningún tipo de dirección. Hay lo que hay y es así porque debe serlo.-

Cogió aire, estaba muy serio. Sebastian era un buen sirviente, un buen chico y le gustaba, pero no podía confundir las cosas.

- De cara a Tabitha y los Risefeller también has puesto en entredicho mi autoridad. Comprenderás que no puedo dejarlo sin consecuencias.-

Frunció el ceño para continuar diciendo

-Y no te equivoques ni por un momento. Si bien es cierto que acudiré a la fiesta como invitado también lo es que sigo siendo el mayordomo. Prueba de ello es que tanto Lord Rhys como Lady Myriah continuan contando conmigo para estas labores. Y mientras no aparezca John para coger las riendas no os voy a dejar sin dirección. Y aun cuando John ejerza de mayordomo es posible que siga atento a ciertos detalles. 

En fin, creo que la idea ha quedado clara. No admitiré insubordinaciones ni que traten de deshacerse de mi, aunque pueda molestar mi presencia. El día en que seas tú el mayordomo ya decidirás, harás y desharás a tu antojo, pero a día de hoy sigo siéndolo yo. 

Hoy nos centraremos en lo que debemos centrarnos. Pero tras la fiesta te comunicaré las medidas tomadas. Pues por tu descaro no puedo dejarte sin castigo, como comprenderás.-

Se quedó mirando a los ojos de Sebastian. La mirada azul de Evan ahora parecía muy fría. Quizás el muchacho quisiese añadir algo antes de partir a cumplir sus obligaciones.

Sebastian no interrumpió a Evan. Era irónico que mencionara cuando seas tú el mayordomo. No lo eligieron en su día pese a su experiencia y esfuerzo. En su lugar escogieron a Evan, que ya tenía otro cargo. Sebastian llevaba allí toda su vida y se veía más que capaz de organizar el servicio. Atribuía el no ascenso a su condición de bastardo.

-Como quieras. Podemos hablar después de la fiesta. Si me permites te daré mi punto de vista. Quiero lo mejor para todos los miembros de la casa, incluyendo por supuesto el servicio. La forma de actuar con Merol no fue para nada ejemplar. Podrías haberle hablado en privado como hacemos ahora. Habría sido mucho más oportuno. Lo que ocurrió podría tener graves consecuencias sobre Merol, no sobre ti. Se podría haber evitado.

Quería decir más cosas, como que su labor era cocinar para alimentar a la gente, no quitarles la comida delante de los invitados. Pero eso solo alargaría la discusión y todos tenían faena que hacer.

-Debería ir a ventilar la fortaleza.

Evan suspiró y dejó caer sus hombros más relajados.

-A Merol le hablé primero en privado y su respuesta fue atacarme. Todo lo que le ocurra será solo por su culpa -

Dicho esto asintió a Sebastian para que marchase a cumplir con sus deberes.

-Lord Rhys prefiere que se empiece a desayunar en cuanto lleguen el resto de sus hijas. Por mi parte tomaré rápido ahora mismo, tengo mucho que hacer y poco tiempo -

Sabía que todos estaban muy atareados. Miró a Fiona, arreglaba los centros florales con precisión.

Esperó a ver que le indicaba Jevic que podía tomar. Después empezaría por ir a los establos. Ese olor no podía haber salido de ningún sitio.

-Puedes coger lo que quieras. Fruta, leche, zumo, embutido, pan, ensalada... hay para elegir.-