Partida Rol por web

Galena se detuvo durante un instante como quien se detiene a escuchar los grillos o a mirar las estrellas, aunque en realidad no estaba haciendo nada de esto.

Suspiró quedamente al percatarse de aquello, lo primero que le vino a la cabeza es que el yoma podría resultar ser una persona del entorno del alcalde... ¿un familiar? ¿un amigo?. Había quedado patente que el hombre se encontraba francamente incómodo ante la presencia de la Claymore así que decidió dejar que se alejase un poco antes de comenzar a caminar con la tranquilidad de quien está dando un inocente paseo en su misma dirección.

Quería conservar el efecto sorpresa en caso de necesitarlo así que mantendría la distancia suficiente como para no perderle de vista y a la vez no levantar sospechas de que anduviera siguiéndolo... aunque en realidad era lo que estaba haciendo.
Ya fuera entre las sombras o saltando por los tejados no dejaría escapar el rastro que aquél humano parecía llevar impregnado en sus ropas. El rastro de su presa.

El sigilo de Galena era casi perfecto, el hombre sacó una llave y abrió la puerta de casa sin percatarse de que la guerrera lo vigilaba estrechamente.

Una vez dentro no pareció hacer nada fuera de lo comun, una de las habitaciones se encendió lo que denotaba su llegada, el sonido del agua, una silla arrastrarse, pasos.... todo parecía tan... perfecto y tan abitual que daba incluso miedo. Pero pronto esa sensación desapareció....

El hombre se acercó a la ventana que se encontraba al otro lado de la casa, justo el lado contrario del que se encuentra Galena.... lo unico que puso oir la claymore es como la ventana vibró violentamente , un golpe seco y luego la lampara que iluminaba la habitacion caer al suelo y romperse, dejando la istancia a oscuras y la ventana abierta.

Silencio, solo silencio restó despues....

El ceño de la claymore se frunció ligeramente a tiempo que su diestra volaba a agarrar la empuñadura de su espada, aunque no llegó a desenvaianrla.

Se dirigió silenciosamente hacia la zona de la casa en la que se había escuchado el sonido tratando de seguir el rastro del olor del yoma. Agudizó el oído y, en definitiva, todo aquello que pudiera delatar lo que había ocurrido dentro, ¿había encontrado a su presa? ¿o había sido una casualidad?.
 

Un silencio definitivamente sospechoso, y la peste a yoma espoleaba el olfato de Galena, parece en efecto salir de la vivienda. Desde luego nada mas podría averiguar quedandose en esa posición.

La experiencia de Galena (almenos hasta donde recordaba ) no era muy dilatada, pero el hecho de que la premura y la decisión a la hora de actuar cuando había yomas y humanos implicados era vital no pasaba desapercibida para la relativamente novata numero 28. Apenas unos diez segundos habían pasado desde el extraño ruido, pero a un yoma le sobran 9 y medio para matar a un humano desprevenido.

Al parecer no había sido casualidad, y francamente entre la muerte de un humano y un susto tremendo prefería lo segundo. La vivienda hedía a yoma.

Desenvainó su arma silenciosamentey la larga hoja brilló plateada a la luz de la luna, agarró con la otra mano el alfeizar de la ventana para darse impulso y saltó con las botas por delante a través del cristal para aterrizar dentro totalmente alerta para encontrarse con lo que fuera que había allí.

Todos los peores presajios de Galena se hicieron realidad, en al misma habitación en la que permanecía tirada y rota la lampara y el ventanal abierto de par en par, se alzaba la imponente figura del yoma, sosteniendo contra la pared y elebado a varios centimetros del suelo al alcalde, que pronto moriría asfixiado y en completo silencio.

Sin embargo La aparición de Galena se produjo justo a tiempo, desde luego el yoma no iba a kedarse dando la espalda a la claymore mientras estrangulaba al desafortunado humano, buenas noticias para él, pero no tan buenas para la numero 28, pues el yoma hizo gala de su mas que notable velocidad para soltar al humano y anticiparse al primer ataque de la claymore en una muestra de agilidad y fuerza, sus garras se dirigieron precisas hacia el cuerpo de Galena antes incluso de que esta pudiese incorporarse tras saltar ventanal adentro.

En aquella penumbra, los ojos de la Claymore tenían una fantasmagórica luminiscencia plateada aunque nada más contemplar al yoma se tiñeron de un color dorado intenso, sus pupilas se hendieron como las de un felino y se clavaron en el mosntruo. Aquella cosa era endiabladamente rápida... pero Galena no se quedaba atrás. En cuanto vió el rostro desencajado de terror del humano, sus manos se cerraron con fuerza en torno a la empuñadura de su claymore y saltó a un lado para esquivar el ataque y ejecutar el suyo propio sin perder un solo segundo.

Ambos contrincantes daban señas de ser muy agiles, ni el sablazo de Galena y las garras del yoma habían llegado a su objetivo, pero esto no hizo sino acrecentar la confianza del yoma, el cual tenía en mucha mas alta estima a sus depredadoras naturales.

Se lanzó en un nuevo ataque tanto o mas preciso y poderoso que el anterior, sin dejar un segundo de respiro a Galenasi esos terribles zarpazos alcanzaban su objetivo en vez del moviliario, la guerrera podría tener serios problemas.

—Cht...— masculló Galena apretando los dientes con un gesto de dolor cuando las afiladas zarpas del yoma le laceraron un hombro.

Había sido rápida pero no lo suficiente, aquella habitación era un espacio demasiado reducido y no había logrado esquivarle del todo. El impoluto uniforme blanco se salpicó rápidamente de rojo pero la guerrera no aflojó la presa en la empuñadura de su arma... es decir, no podía permitirse el hacerlo. El golpe había sido fuerte, tenía sus dudas de que aquello fuera un yoma común pero se tragó el dolor y blandió de nuevo la espada contra el monstruo.

En un nuevo y gracio movimiento el yoma esquivó el mandoblazo de Galena, de nuevo por bastante poco, contraatacando con una zarpazo menos preciso que el anterior, pero que de alcanzar su objetivo, restaría mas sangre al cuerpo de Galena, que a pesar de ser resistente como el de todas las guerreras, podría peligrar si esto continuaba asi.

La Claymore estaba empezando a hartarse de aquél espacio tan reducido, esquivó de puro milagro el zarpazo del maldito yoma que no paraba de brincar como un mono.

"Bien... trata de esquivar esto..." pensó entornando los dorados ojos fijos en su presa.

El brazo de Galena que sujetaba firmemente la espada volvió a lanzar otro mandoblazo y, acto seguido, se convirtió en a penas un borrón por un momento que repitió exactamente la misma operación.
 

Aquel yoma no parecía dispuesto a dejar que la espada de Galena le alcanzase, pero en ningun momento se esperó que esta se moviera a semejante velocidad y potencia, a lo mas que le dio tiempo tras esquivar el primer mandoblazo fue a interponer su antebrazo, el cual quedo cercenado y saltó contra al pared.

-¡¡AAAGGHHHHH!!

En un solo golpe la balanza había caido del lado de la cazadora, dejando en un estado mas que vulnerable al yoma, su muerte estaba mas proxima que nunca, su confianza e ira, se tranformaron en desesperación, el yoma luchó ahora por sobrevivir, e intentaría escapar si tubiese la oportunidad. Aunque de momento tenía que hacer retrocedes a aquella que le arrincona cada vez mas.

Cuando el brazo fue amputado, una erupción de sangre violácea chorreó salvajemente de la herida abierta, unas cuantas gotas salpicaron la mejilla y el ojo izquierdo de la Claymore el cual cerró por autoreflejo.

Mala suerte.

La zarpa del yoma salió disparada de nuevo hiriéndola en el otro hombro, por el lado por el cual momentaneamente no veía y esta vez fue su sangre la que salpicó el aire. Galena ahogo un gruñido de dolor pero no pudo evitar trastabillar con el impacto y si las cosas no podían ponerse peor... el Claymore se le escurrió de entre los dedos y salió volando por los aires.

"Joder..." pensó siguiendo la trayectoria con la vista.

A la velocidad del rayo, saltó para agarrar la espada en el aire, y su mano volvió a cerrarse en torno a la empuñadura. Permitir que aquella criatura repulsiva la privase de su arma era algo que no entraba en sus planes, cuando aterrizó se secó la sangre del ojo con el dorso de la otra mano y su mirada se clavaron como dos drdos sobre el monstruo herido... la sentencia estaba dictada y pronto caería sobre él.

Ya sea por escasa habilidad o por simple mala suerte, el hecho de que Galena hiciese tan raros malabarismos para mantener el claymore en sus manos en un raro intento de atacar, no hizo sino alentar al yoma, o mejor dicho, darle alguna esperanza de sobrevivir, creyendo que tenía una oportunidad de atacar antes de que la claymore ganara el control de su propia espada, sin embargo, para su desgracia y gracias a la velocidad de la numero 28 esto sucedio mucho antes de lo que el yoma pensaba.

Aquello ya se estaba alargando más de lo que Galena desearía, aquel yoma que se aferraba a su miserable existencia como una garrapata ya le estaba molestando igual que una. Se había atrevido a atacar al humano y ella estaba allí para protegerlo, no dejaría que el monstruo saliese de aquella habitación con vida.

Observó el ataque desesperado de la criatura, y se inclinó hacia un lado girando como una peonza sobre si misma para esquivarlo... la aviesa garra falló el blanco y Galena aprovechó el giro para arrearle un mandoblazo. Iba a emplear de nuevo un golpe rápido para dar el toque de gracia pero una traicionera e inoportuna punzada de dolor le laceró el hombro herido al tratar de hacerlo, al parecer el zarpazo que había recibido no se trataba de un simple rasguño... fue tan inesperada como aguda, lo que le impidió ejecutar el segundo mandoblazo y la hizo soltar un respingo en lugar de ello.
Apretó los dientes haciendo caso omiso del aguijonazo.

—¡Vuelve al infierno de una maldita vez!—masculló con el gesto de dolor aun dibujado en su rostro a tiempo que descargaba una única y final estocada sobre su presa.

El claymore de Galena traspasó el pecho del yoma si que este tubiese tiempo a reaccionar, detras quedó impreso en la pared un enorme salpicón de sangre morada y el rostro del yoma se apagó en cuestion de segundos, había muerto.

Se hizo un silencio que contrastaba con el enorme escandalo de antes, había poca luz y el hombre permanecía inconsciente en el suelo, vivo, pero inconsciente. Mientras la espada de Galena aun atravesaba al yoma, la guerrera pudo notar otra presencia, se sentía observada, al mirar a la escasa rendija que dejaba la puerta pudo ver unos pequeños y curiosos ojos, los ojo de una niña, que la miraban, con un terror inaudito, pero la curiosidad infantil innata, probablemente se trataba de la hija del alcalde.

El silencio se alargó tanto que se hizo incomodo, poco a poco la sangre del yoma iba creando un charco en el suelo....

En cuanto sus ojos todabía dorados se cruzaron con los de la niña, Galena pudo sentir el miedo en ellos, supo que no cambiaría gran cosa, ella de por sí les daba miedo a los humanos... siempre era así... pero aun con todo hizo que su mirada volviese a adoptar el color plateado de siempre al instante. La lucha había terminado y en este caso como en muchos otros, una joven criatura había visto lo que era el horror en estado puro, algo que dificilmente iba a olvidársele.

Lanzó el cuerpo del yoma ensartado contra una esquina sin miramiento alguno y luego sacudió secamente la hoja del claymore en esa misma dirección para quitarle la sangre. Acto seguido la envainó a su espalda con un seco chasquido metálico. Se quedó en esa misma postura unos segundos, ignorando estoicamente las punzadas de dolor que sentía en sus hombros, su rostro volvía a ser tan neutro como siempre.

Giró la cabeza y miró al humano durante un instante, tras asegurarse de que no estaba herido emitió un quedo suspiro y fue entonces cuando soltó la empuñadura de su arma. Su familia se encargaría de él ahora, desde luego era mejor que cuando despertase fuese una cara querida la que viera.

Sin decir una palabra, la Claymore saltó por la ventana por la que había venido y se dispuso a caminar lentamente hacia la posada...

Lo ultimo que Galena vio antes de saltar de nuevo por la ventana fue la mirada desolada de la niña al ver a su padre inconsciente, y al lado el cuerpo mutilado y atravesado del yoma. Sin embargo, aquella triste historia había acabado mucho mejor de lo que muchas acababan, Galena había cumplido su misión, al dia siguiente o unos dias mas tarde alguien de la organización vendría a recojer el precio acordado y ya está, ¿quien podría entender  lo que sentía aquella niña?, o ¿como se sentira a partir de ahora el alcalde tras haber estado tan cerca de la muerte?, probablemente muy pocos se preocupasen, y desde luego no seria la organizacion.

La noche y las estrellas parecían esconder todo lo ocurrido bajo una capa de tranquilidad y estrellas, con tanta frialdad que resultaba hasta dulce, cualquier guerrera estaría acostumbrada a algo asi, pero no era el caso de Galena, la cual olvidaba su pasado con la facilidad de una flor en marchitarse. Sus pasos la llevaron a la posada, la puerta no estaba cerrada, pero todas las luces estaban apagadas, era muy de madrugada, y las puertas de las habitaciones permanecian cerradas, asi como la recepción vacía, la puerta de la habitacion rentada por la claymore era la unica abierta. Tanto si la claymore queria descansar como si no, el amanecer no se haría esperar mucho tiempo...

La Claymore aterrizó fuera de la casa y caminó en medio de aquella plácida soledad en la noche, sola y en silencio a penas unos diez pasos. Ambas hombreras de su uniforme, pese a ser de acero, habian quedado rajadas por las terroríficas zarpas del yoma y un par de manchas rojizas le cubrían los hombros... podría regenerar sus heridas tranquilamente pero necesitaría un uniforme nuevo.
Se detuvo entonces en seco y tras unos segundos de inmovilidad, giró la cabeza para mirar por encima de un hombro hacia atrás.

—...

Una suave brisa nocturna, le acarició la cara e hizo ondear suavemente su capa que junto a la pálida melena le daban un aspecto realmente fantasmagórico.

"Por qué..." chasqueó la lengua a tiempo que cerraba los ojos y se llevaba una mano a la cabeza con expresión molesta.

En un principio, había cancelado la liberación de yoki por el impulso de no asustar a la niña, algo que de por sí le sorprendía que hubiera pasado por su subconsciente, pero luego había sentido la necesidad de apartarse a un lado como para cerciorarse de no amedrentarla.
Los ojos de la niña seguían grabados a fuego en su mente, por algún motivo, la imágen de aquél hombre tirado incosciente contra la pared y la pequeña criatura observándole con la viva imágen de la angustia de quien se preocupa por un ser querido en sus ojos no se le iba de la cabeza, aquella mirada... ya la había visto antes... ¿o no?. No se acordaba.
El yoma era alguien del entorno del alcalde, ¿su mujer? ¿su hijo quizá?, no le importaba... eso no le importaba, nunca le había importado, una cacería solía dejar tras de si una historia triste en prácticamente la totalidad de los casos debído a que el yoma debía morir sí o sí, no era nada nuevo. Su trabajo simplemente consistía en matar demonios y proteger a los humanos y había visto cosas así ya en más de una ocasión... pero por algún motivo, aquella imágen de la chiquilla turbaba su omnipresente calma.

"¿Por qué... diablos estoy pensando en esto ahora?" se amonestó volviendo a abrir los ojos.

Sacudió la cabeza, sin darse cuenta, se había girado de nuevo.

A penas se había separado unos metros de la casa, emitió un suspiro de resignación y desandó lentamente los pasos dados. Cuando volvió a llegar a la ventana, simplemente se acodó cruzando ambos brazos sobre el alfeizar y se asomó.