Partida Rol por web

Otro impacto descendente, justo cuando el goblin parecía haberse distraído, pero no era así. Si bien no había logrado esquivarla por completo, el goblin pudo interponer su pequeño escudo para desviar el golpe. Sus ataques seguían golpeando el metal de su armadura, pero eventualmente volverían a cortar carne. Zenuri necesitaba acabar con él lo antes posible antes de que los refuerzos se les echaran encima. De momento era solo el osgo, pero a saber que más venía detrás de él. Por el momento, lo mejor era retirarse y usar el cuello de botella que era la puerta a su favor.

La oscura posibilidad de que las patrullas de reconocimiento estuvieran a punto de volver se le pasó a la semiorca por la cabeza, pero al menos mientras no hicieran bastante ruido como para oirles desde largas distancias aquello no sería así. Al fin y al cabo, aquella con la que se habían encontrado estaba a dos días de viaje.

Al fin los héroes recuperaron la ventaja. Las flechas certeras de Bregolin y Glimm, la espada de Traek y la fuerza de Davor y Zenuri lograron desbandar a los goblins que quedaban. Con tres pieles verdes muertos en pocos segundos, los otros dos que quedaban salieron huyendo hacia el interior de la cueva, ya que la salida por la puerta era imposible.

Uno de ellos pasó cerca del bugbear, la bestia lo frenó en seco con su escudo y lo aplastó con su arma.

- ¡ESTÚPIDOS COBARDES! - rugió, y se podía adivinar que no estaba para nada preocupado de haber perdido la ventaja numérica.

Un único sobreviviente evitó la ira y llegó a las puertas de la cueva, lanzando patéticos sollozos.

El campamento quedó en silencio por un segundo. Los héroes alcanzaron a recuperar el aliento. En el rostro peludo del bugbear se dibujó una sonrisa cruel.

Y cargó desaforado hacia Davor. Cada paso resonaba como un temblor, y sus rugidos eran truenos en una tormenta. Su ira parecía incontrolable.

Zenuri vio pasar el arma y supo que, si hubiera ido contra ella, no lo habría podido detener a tiempo. Bregolin tenía la intención de ofrecer apoyo con sus flechas, sin embargo el bruto se había movido con velocidad inusitada. Davor bloqueó el ataque pero el impacto fue tan potente derrumbó su guardia. Sintió cómo se quebraban algunas costillas cuando el bugbear lo alcanzó.

Fueron 5, tal vez 6 segundos. El poderoso clérigo de Gurmash seguía vivo, pero había recibido un golpe letal para cualquiera. 

Se que esto no ha acabado.

Me queda un hechizo, UNO. Pero hay docenas de goblins.
Así que se me ocurre que, dado que dificilmente podré herir al bugbear en combate, lo mejor que puedo hacer es ceñirme a mi plan original.

A toda velocidad voy a la hoguera, y cojo un leño ardiendo (Por la parte que no este quemandose, que todo hay que decirlo) Y corro hacia la empalizada, hacia la torre donde están los goblins durmientes.

Una vez allí, uso el fuego para que prendan las cuerdas que mantienen la estructura. Porque esto se va a caer ¡Vaya si se va a caer!

"Con tanta pasión por el fuego, en otra vida he tenido que ser goblin" pienso "Lo mismo debería de pedirle sus libros de magia a mi primo Geralt, y estudiar la bola de fuego!"

La aparición del más malo del lugar había tenido lugar hacía unos segundos y ya le había dado tiempo al monstruo peludo a gritar, amenazar, masacrar a uno de los suyos y llevar a cabo una carga bien dura contra uno de los componentes del grupo de héroes. Aquello tenía que acabar.

El arquero elfo cargó una vez más su arco y lo tensó, apuntando con cuidado. Un disparo mal efectuado podía acabar alojado en el cuerpo de uno de sus compañeros en vez de el de la bestia. Así pues, la flecha debía salir en el momento preciso para llegar a un lugar más preciso todavía.

La flecha así lo hizo, un disparo prácticamente recto, sin curva, inmediato, potente. Mientras el bugbear siguiera ocupado con los semi-orcos, Bregolin seguiría martirizando su carne a base de flechazos. Esperaba que eso, al menos, le debilitara y facilitara el acabar con él por parte de los que se arriesgaban en el combate cuerpo a cuerpo con el monstruo.

Zenuri sabía que aquel habría sido un golpe duro, pero Davor aún seguía en pie. Eso significaba que aún podía recuperarse. Era más de lo que podía esperarse del osgo, pues en lugar de huir al quedarse solo, se creyó capaz de auyentarnos. Craso error.

- Te ves muy confiado para ser una alimaña al borde de la muerte.

La semiorca llamó a la misma fuerza primordial que cuando acabaron con el ogro. Apretó los dientes y afianzó el agarre de su hacha, para instantes después clavarla en el pecho de la criatura con una brutal descarga acompañada de un grito de guerra.

El bugbear sefría los ataques de todos. Lo habíamos conseguidop rodear una vez eliminada la molestia presencia de los goblins. Yacían todos muertos y el único que se había salvado, corría despavorido hacia la cueva.

De momento no era importante perseguirle así que aproveché la circunstancia para atacar por la espalda al bugbear. Hice un movimiento giratorio con la espada para asentarla bien en la mano y salté hacia la espalda desprotegida

El topetazo del osgo con su arma casi hizo que el clérigo reculase varios pasos. Además, si el crujido de las costillas no era señal suficiente, un dolor incipiente era indicio de que iba a necesitar cuidados. Pero eso no le preocupó a Davor; sólo le hizo rechinar los dientes, asir con más fuerza el astil del arma y rugir. Un rugido que acompañó al movimiento oscilante de su hacha contra el pecho del osgo. No le importó el escudo del trasgoide, quien inútilmente intentaba ponerlo entre su cuerpo y el filo del brutal arma, tampoco le importaba al semiorco el golpe que Zenuri le propinase a su oponente. O que Bregolin le ensartase una flecha en la espalda ni que Traek lo apuñalase por la espalda.

Davor se dejó llevar por el rugido y la inercia de su arma para hender el pecho del osgo. Y no contento con eso, le escupió a la cara.

- Recibe la recompensa de Gurmash a los guerreros idiotas e insensatos. Una muerte estupida, carente de gloria, honor y sentido. - Y con un gesto brusco cargado de desprecio, extrajo el hacha de la herida recientemente abierta.

Glimm observó la batalla desde una distancia segura. Confió en sus compañeros y se dedicó a tomar un tronco todavía ardiendo para quemar las cuerdas de la empalizada. Sólo con brazas tardaría un buen tiempo en encender la cuerda, así que en el camino encontró un montículo de cofres y cajas abiertos. Había ropa, herramientas y otras cosas que seguramente habían sido robadas. Una camisa agujereada sirvió a su propósito. Entre los gritos y golpes del combate Glimm improvisó una buena antorcha que encendió la cuerda.

No alcanzaría con eso para hacer arder los troncos, pero había bastantes cosas para quemar. Podía seguir sacando ropa o tratar de desarmar una de las tiendas de los goblins.

Mientras tanto, Davor se repuso del tremendo golpe ocultando el dolor. Bregolin alcanzó al bugbear con una de sus flechas, lo que dio inicio al castigo combinado de Zenuri y Traek. El escurridizo humano lo hirió por la espalda, y la mujer hendió su hacha de frente. Sólo con esos tres ataques habría bastado para matarlo, pero el peludo piel verde seguía en pie impulsado, tal vez, por una incontenible ansia de sangre.

Entonces llegó Davor, sangrando, y le ofreció la recompensa de Gurmash.

El bugbear se tambaleó y cayó al suelo de espaldas. La sangre manaba de sus múltiples heridas.

- No han... ganado... nada... - tosió - Gurmash... reinará... -

Se retorció una última vez, y expiró.

El campamento quedó en silencio, salvo por el crepitar del pequeño incendio que estaba iniciando Glimm.

Mi idea no era quemar la torre. Por supuesto que tardaria mucho.

Pero dejar que las cuerdas prendieden y ardiesen. En uno o dos asaltos, deberian de ceder a la tension ¡Y dejar que la estructira caiga por su peso, con goblins y todo! Ese era mi olan.

Aunque quiza era demasiado rebuscado :v

Me quedé en el centro del campamento respirando profundamente debido al esfuerzo. Los arañazos del goblin empezaban a escocer, pero no eran nada grave de momento.

Me acerqué al cuerpo del osgo tirado en el campamento y le di una patada en la cabeza para comprobar que realmente estaba muerto y no fingía.

Este no se vuelve a levantar.

Miré a la entrada de la cueva donde había huido el único goblin superviviente. Dentro debían quedar más de ellos y el hobgoblin que ahora ya sabían que veníamos a por ellos aunque seguramente, no sabrían el motivo concreto. Tal vez si el goblin les haya comentado la matanza que hemos hecho aquí fuera, no se muestren tan agresivos.

¿Qué hacemos con los goblins dormidos ahí arriba? Habrá que matarlos antes de que despierten. - Vi la cuerda que ardía hacia arriba - Ahora no podremos subir y no quiero que nos ataquen por la espalda cuando se recuperen.

Quería revisar las cosas que estaban apiladas en el campamento para rebuscar si había algo de valor en ellas, pero aún quedaban enemigos vivos y los cachorros seguían dentro de la cueva.

Vamos. No les dejemos pensar en salir.

Davor se palpaba las costillas allí donde el lucero de alba del osgo había chocado contra su cota. Tendría que hacer algo pero, por el momento, lo que le inquietaba era lo que Glimm estaba haciendo. No tenía muy claro lo que el gnomo quería conseguir jugando con fuego ahora pero...

- ¡Estúpido remedo de humanoide!¿Se puede saber qué pretendes?¿Quieres empezar un incendio que nos afecte a nosotros? Haz algo útil y desarma a los trasgos dormidos antes que despierten, en lugar de perder el tiempo con memeces. - Aquello también solventaba la cuestión que Traek estaba planteando. Pero, por supuesto, no estaba dispuesto a soportar la mancha vergonzante que supondría a ojos de Gurmash el matar a un enemigo dormido, privado de su capacidad de defenderse. - No creo que debamos matarlos. Los desarmamos, esperamos a que despierten y les preguntamos por el interior de la cueva, qué defensas tienen, cuánta resistencia podemos esperar. - No le hacía gracia internarse a ciegas en un agujero de trasgos, que podría estar a rebosar de trampas y emboscadas.

- Además, deberíamos registrar sus suministros, quedarnos con lo que podamos aprovechar y depositar lo que no valga en la boca de la cueva. Luego podemos darle fuego y esperar a que huyan por otra salida o tengan que salir tosiendo por el humo si están encerrados en una conejera. Al menos dos de nosotros deberían vigilar la entrada, por si decidieran hacer una salida, mientras los demás registran y apilan. Pero antes, yo tengo algo que hacer. - Y se apartó un poco para elevar una plegaria a Gurmash, solicitando al dios un poco de fuerza más para continuar en la lucha.

No fue difícil desarmar a los goblins dormidos y atarlos. En pocos minutos los tuvieron sentados en el suelo, bien sujetos, y despiertos.

Los pieles verdes se miraron mutuamente y, al unísono, empezaron a lloriquear pidiendo piedad.

- ¡No matar, Comededos y Mocolargo ser buenos!. Grandote obligarnos, jefote obligarnos. ¡Patadas y piedras para Comededos y Mocolargo si no obedecer! -

El otro goblin, presuntamente llamado "Mocolargo", lloraba a raudales, y una gran cantidad de mucosidad empezaba a gotear de su nariz.

- Comimos algunos dedos, Comededos no mentir. ¡Pero sólo viejos dedos! ¡y sólo por hambre!. Fue divertido, cortar, pellizcar, ¡ARRANCAR! - el goblin trató de incorporarse con una sonrisa siniestra, pero luego recordó que debía dar una imagen sumisa y trató de controlarse - Comededos no miente, dice verdad. No querer pelear, no querer comer más dedos.... -

Se detuvo y cerró los ojos, como si estuviera pensando. Un esfuerzo mayúsculo al parecer.

- ¡Idea! si dejar vivir Comededos llamarse Atadedos. Ya no comer, atar dedos cortados, arreglar dedos. Atadedos buen goblin, sí señor -

Luego bajó la voz tratando de que su compañero no escuchara.

- Mocolargo no tan bueno. No confiar. Tirar moco en la comida. A la comida no gustar -

El interpelado siguió llorando a moco tendido.

Algunos objetos me parecen útiles, aunque esten pensados para personas de tamaño "Medio".

Eso si, por algún motivo, pruebo a poner la hoz al lado del martillo, y pienso "Algún dia, en algún lugar, este símbolo se pondrá de moda"

"Ese que dijise, Grandote ¿Es ese de ahi abajo?"
He tenido la decencia de cubrir los cadáveres con lonas del campamento, y que solo se vean los pies del Osgo

"Entonces ¿Jefote es un Hobgoblin?" digo en idioma común y haciendo un gesto respecto a la altura habitual de un Hobbo "¿Quien mandaba y quien era el mas fuerte, Grandote, Jefote o Lefote?"

En ningun momento hablo en Goblin. Prefiero que crean que no les entiendo, por si intentan hablar entre ellos

Bregolin, tal vez más acostumbrado al uso de la magia, aunque fuera gracias a las historias que le contaban sus padres, siempre impregnadas de ella, había deducido que un hechizo capaz de dejar dormidos a los enemigos no duraría para siempre, así que se apresuró a bajar de donde se encontraba y dirigirse a donde se encontraban los goblins durmientes para, como dijo Davor, desarmarlos y atarlos. Tener unos rehenes que conocían como la palma de su mano el campamento y las cuevas en torno a las cuales se había construido el mismo, podía ser una gran ventaja estratégica.

─¿Qué hay ahí? ─dijo señalando hacia la cueva─ ¿Cuántos de los vuestros podemos encontrar ahí dentro? ¿Y por qué habéis estado merodeando por cerca de Sandor?

Bregolin podía ser un elfo pura sangre, pero también era un sandoriano que no había conocido otro lugar a lo largo de toda su vida. Se preocupaba por todo aquello que tenía que ver con su pueblo y con sus habitantes. Puede que no le interesara conocer cada chismorreo, pero se sentía mejor si sabía que todo iba bien, en rasgos generales. Goblins merodeando por la zona no se incluía entre las cosas que hacían que se sintiera bien.

Me acerqué a los goblins atados mientras lloriqueaban y me arrodillé delante de ellos. Junté mi pulgar con el índice y le di un pescozón en la nariz a uno de ellos.

Vale. Nadie va a mataros, si nos contáis cosas. ¿Cuántos de los tuyos quedan ahí dentro además del jefote?

No iba a hablar de las crías sin revelar que la mamá huargo estaba detrás de esa incursión. No iba a traicionar su confianza de esa manera.

Vamos. Hablad. ¿Qué encontraremos allí dentro?

Con los trasgos despiertos, el teatro comenzó y no defraudó al semiorco. A pesar del aparente esfuerzo por parecer sumisos y serviciales, el que se hacia llamar Comededos estuvo a punto de dejar entrever su naturaleza cobarde y vil al entusiasmarse con la idea de causar dolor a otros. Había visto suficiente trato de orcos a esclavos trasgos como para hacerse una idea sobre qué esperar de aquellas alimañas.

- Sindedos. - Hizo una señal al que sugirió cambiarse el nombre. Davor había plantado el astil de su hacha en el suelo y, con los dedos cerca del filo, tamborileó con éstos sobre aquel. Esperaba que el trasgo captase el mensaje. - En realidad, sólo necesitamos que uno de los dos empiece a responder, y rápido, a las preguntas que les hemos hecho para salvar su lastimoso pellejo. ¿La cueva tiene otro acceso?¿Qué defensas hay dentro?¿Trampas?¡Rápido! - No se fiaba un pelo; aquellos dos bien podían tratar de ganar tiempo para que el resto de trasgoides se desvaneciese. O peor aun, a que salieran por otro lado y les sorprendieran con una maniobra de pinza.

Con el final de su subita fuerza, Zenuri volvió a sentirse cansada, como ya era de esperar. Tras un minuto para recuperar el aliento los demás ya habían capturado y desarmado a los goblins, y en aquellos momentos los estaban interrogando. Los trasgos parecían demasiado asustados como para que se fueran a resistir para hablar, así que no la necesitaban para intervenir.

- Veo que estáis liados con el interrogatorio, si me disculpáis voy a vigilar la entrada de la cueva. Si se acerca un contraataque, os enteraréis.

Antes de moverse, Zenuri se agachó hasta su cuñado, con intención de que los goblins no les escucharan para evitar darles esperanzas y que dieran rodeos antes de responder.

- Igual sería conveniente que alguno de vosotros vigilara la entrada, no sea que lleguen refuerzos y vayamos a quedarnos atrapados entre las fuerzas restantes de la cueva y ellos.

Entre temblequeos y lloriqueos, Comededos (o Atadedos, o posiblemente Sindedos) empezó a responder en un común algo burdo pero entendible.

"Entonces ¿Jefote es un Hobgoblin? ¿Quien mandaba y quien era el mas fuerte, Grandote, Jefote o Lefote?"

- Muchos jefes, no recordar todos. El morido ser medio jefe, muy tonto para jefe completo. Juntadientes ser jefe verdadero. Recorriendo bosque con resto del grupo. Planeando gran batalla. ¡Conquista! -

─ ¿Cuántos de los vuestros podemos encontrar ahí dentro? ¿Y por qué habéis estado merodeando por cerca de Sandor?

- Pocos. Seguro ya escapar por túneles. ¿Sandor pueblo de hombres? ¡Conquista! ¡Reino nuevo para goblins! -

Vamos. Hablad. ¿Qué encontraremos allí dentro?

- Muchos túneles viejos. Muchos caminos. Abandonados, pero no vacíos... muertos estarán sin jefe guiando. Goblins no hacer, enanos hacer. Goblins usar para moverse desde casa. Muchos días. En oscuridad. Muchos -

¿La cueva tiene otro acceso?¿Qué defensas hay dentro?¿Trampas?¡Rápido! -

- ¡Sí! Trampas y peligros. No en cueva, en túneles. Cueva ser pequeña, túneles ser grandes y muchos. Guardar cosas en cueva, para conquista -

Luego de las primeras preguntas el goblin intentó una expresión sumisa y dibujó una sonrisa más o menos amable. Aunque le puso mucho esmero, fue imposible ocultar sus dientes amarillos y filosos, y sus ojos siniestros. 

- Buen goblin responder. Buen goblin no comer más dedos. ¿Dejar ir a buen goblin? amigo no importar, matar amigo si eso divertir. Buen goblin ayudar... -

Su compañero pareció despertar al escuchar esas palabras y empezó a patear al otro. Atados como estaban se codearon, patearon y empujaron lanzando algunas frases en goblin, que Glimm supo traducir como meros insultos.

Zenuri, por su parte, revisó la entrada de la cueva. Las antorchas iluminaban unos diez metros hacia adentro, y se podía ver una curva a la derecha. Había cajas y mantas desparramadas, y un soporte de armas con varias lanzas pequeñas y espadas cortas. El piso estaba lleno de desperdicios.

Afinando el oído, Zenuri pudo escuchar algunos ladridos.

─Tenemos que entrar ahí. Hemos venido a buscar algo, ¿recordáis? Y tal vez pudiéramos devolverlo, volver a Sandor y descansar. Luego volver aquí a acabar de exterminar a esta chusma y a ese "Juntadientes".

El elfo, más allá de su encomiable destreza con el arco, estaba claro que era un guerrero conservador. Tal vez una deformación propia de aquellos que siempre tratan de mantener la distancia con sus enemigos. Al fin y al cabo llevaba más tiempo manejando un arco que vivo cualquier otro miembro del heterogéneo grupo sandoriano.

─Salvo que prefiráis aguardar aquí para hacerles una emboscada ─aunque al menos dos de los componentes del equipo era improbable que fueran muy dados a mantener la calma mientras esperaban─ Si hubieran sido competentes nos podrían haber puesto en apuros. Quizás podríamos aprovechar eso.

"Estoy contigo, Bregolín"
"Buscamos a los lobeznos. Como mucho echamos un vistazo rápido, porque no me gusta caer en trampas, y nos llevamos los cachorritos"

"Un trabajo sencillo. Un trabajo rápido"