Partida Rol por web

Bregolin tiene razón. Debemos aprovechar este momento de confusión para seguirlos. Al final el objetivo es rescatar a los cachorros, no acabar con los goblins. Eso es algo que podemos hacer después, una vez entregados a la madre.

Había que aprovechar la ventaja conseguida y la información que el goblin huido haya podido trasladar al "jefote" de que hemos acabado con el osgo con relativa facilidad. Pero lo que había que evitar es entrar como un troll en una alfarería.

Voy a avanzarme un poco para ver si veo algo. "Sindedos" dijo que había trampas

─Coge a "Sindedos" y ponlo delante. Será un estupendo detector de trampas... ─sugirió en tono oscuro a Traek.

El goblin podía ser traicionero y de negro corazón, pero seguro que no querría caer en una trampa, en especial una que él mismo conociera. También serviría de escudo en caso de ataque y, aunque se zafara y consiguiera escapar, al menos sabrían que por donde había pisado él estaba libre de trampas.

Me paré antes de entrar y me giré de inmediato mirando al elfo

Buena idea.

Tú. Arriba. Te vienes conmigo.

Cogí al goblin y lo levanté de golpe. - Vamos. Camina. Hacia la cueva. - le empujé un poco para que empezara a andar en dirección a la cueva. - Y ojito con pasarte de listo o te ensarto.

Traek guió al goblin hacia la cueva, donde Zenuri esperaba atenta. Una vez adentro confirmaron que no era tan grande como sugería la entrada. El pasillo se volvió un poco más angosto, pero todavía podían marchar en una fila de tres. Una leve pendiente los llevó hacia abajo y tras unos diez metros el túnel dobló a la derecha.

Era una cueva normal, paredes de piedra con soportes para antorchas. Los ladridos que había escuchado Zenuri ahora eran percibidos por todos. Tras un descenso algo irregular llegaron a una estancia bastante amplia.

Aunque seguía siendo una formación natural, la estancia estaba amueblada como si fuera una mezcla de despacho y dormitorio. Había una mesa de madera, tres sillas, una cama con un colchón de paja y sábanas sucias, varios arcones y un barril presuntamente de vino. Varias lámparas de aceite se ocupaban de la iluminación.

Sobre la mesa había un cuchillo clavado, un plato de madera con restos de comida, y una jarra grasienta con algo de vino. Pero entre el plato y la jarra podía verse claramente un mapa de la región. Sandor, en el centro, tenía una enorme X dibujada, y tres flechas convergían sobre el pueblo: una nacía del campamento donde estaban, otra de las Tierras Salvajes, y otra del Fuerte Karin.

No había fechas ni otra información en el mapa.

En el extremo más alejado de la estancia había un hueco enorme, de unos tres metros de diámetro. Junto a él había unos tablones de madera que en su momento habrán servido para tapar el agujero, pero no para camuflarlo. Ahora podían determinar que los ladridos venían de allí.

- Allí entrar - dijo el goblin señalando el hueco - ejército llegar por ahí. Goblins cobardes escapar por ahí. Túneles antiguos, sí, viejos y peligrosos. Enanos construir, goblins usar. -

Al asomarse pudieron notar que no era una caída muy profunda, apenas unos cuatro metros. El hueco daba a un túnel de bloques de piedra cortados, para nada obra de la naturaleza.

En el piso del túnel había una escalera. Los ladridos se hacían más fuertes.

Bregolin, arco en mano y flecha colocada (aunque la cuerda sin tensar), acompañó de cerca a Traek y su desagradable guía.

Su visión en luz tenue sin duda permitía una mejor visión de las cosas que la que podía tener el humano, así que el elfo buscaba conscientemente posibles enemigos o cosas escondidas por la cueva. Era poco probable, pero siempre cabía la posibilidad.

Al llegar a la estancia con la mesa, el arquero no tardó en reconocer tanto el mapa que la ocupaba como lo que representaban los trazos realizados sobre él. Tres vías de ataque contra Sandor. Aquello le causaba a la vez ansiedad y rabia. Aquellos malditos goblins habían elaborado un plan para acabar con su pueblo natal.

─Esto hay que enseñarlo en Sandor, hay que advertirles ─dijo el elfo plegando el mapa con cuidado para guardarlo entre sus pertenencias─ Y habría que revisar los arcones, por si acaso hubiera algo interesante.

Estaba visto que no podían permitirse el descuidar ningún detalle, como el del mapa, o los cachorros de lobo o los túneles enanos y el interrogar a los goblins. De momento parecía que el grupo lo estaba haciendo bastante bien, pero no podían relajarse. No todavía. No cuando había tanto en juego.

─Glimm, ¿tú puedes hablar con los cachorros? ─por lo que sabía, los gnomos eran capaces de hablar con los animales, aunque con limitaciones─ Supongo que estarán nerviosos y no queremos que nos ataquen pese a ser su liberadores. Y cuando les saquemos, yo votaría por usar sus lámparas de aceite para reducir el fuerte a cenizas, que no tengan oportunidad de guarecerse más que en la oscuridad de los túneles...

Los arcones tenían cosas muy interesantes...

1 espada de evidente manufactura élfica (espada corta gran calidad).

1 martillo de evidente manufactura enana (martillo de gran calidad, con escrituras rúnicas).

1 caja con 6 pociones, 4 de ellas con un líquido de color rojo, y 2 con un líquido de color verde.

1 cofre con monedas de oro (500 mo).

Gran cantidad de cosas de valor, entre ropa, joyería, adornos (Todo lo robado en los últimos meses).

Si nadie pretende bajar, iré yo primero. Parece que los cachorros están abajo.

Después de discutir con Bregolin sobre la posesión de la espada, la empuñé para sopesarla bien en la mano antes de bajar. Era de excelente factura y se adaptaba perfectamente a la mano.

Vete tú a saber de donde la han sacado. Ni quiero saberlo.

Miré por el agujero que descendía y probé el primer escalón con el pie para comprobar su firmeza. Intenté bajar sin que los escalones crujieran en exceso. No sabía si habría algún centinela abajo vigilando a los cachorros.

Glimm intenta tasar el contenido del baul del botín

"No se si esto es valioso" digo mordisqueando un anillo "No se deforma, asi que parece oro. Podría ser Adamantium, si... pero lo mismo es oro."

Tras bajar con cuidado Traek llegó hasta el fondo. Era un túnel oscuro, apenas iluminado por la luz tenue de las lámparas de aceite que se filtraba por el agujero en el techo. Las paredes estaban perfectamente cortadas, y las lozas del piso, aunque llenas de polvo y algo quebradas, parecían haber sido creadas por manos expertas.

Como cualquier túnel, había dos direcciones. Era difícil ubicarse, pero el extremo que supuestamente apuntaba al este estaba completamente derrumbado. En el sentido contrario, el túnel seguía hasta desaparecer en la oscuridad.

Pero a pocos pasos del hueco Traek vio una puerta abierta. Era una puerta de madera con bisagra y cerradura de hierro. Lamentablemente la oscuridad en la sala era absoluta, aunque no era necesario ver para escuchar los ladridos y gruñidos desde el interior.

Davor solucionó el problema bajando inmediatamente después. Llevó una de las lámparas y la colgó de los varios soportes que ahora se podían ver con claridad en las paredes. La luz mostró lo que ya todos sabían: era una habitación pequeña, vacía, donde habían improvisado un corral para tener contenidos a los cachorros. 

Seis animales mordisqueaban y gruñían. Estaban flacos y roñosos. Uno de ellos parecía casi adulto, los demás eran apenas más grandes que un cachorro de perro. Iba a ser difícil subirlos por las escaleras si mantenían esa actitud hostil.

Sin dudarlo, me acerco a ellos y uso el poder de los gnomos para hablar con los animales

"Hola chicos. Tranquilos, nos manda a buscaros vuestra madre" digo con leves ladridos, aullidos y gruñidos, en el perrolés, el idioma comun a todos los cánidos "Tu pareces el mayor de todos ¿Como te llamas?"

"Vamos a salir de aqui. Cuando estemos lo bastante lejos os daremos algo de comer, y luego os llevaremos de vuelta con vuestra madre. Pero necesito que no hagais mucho ruido. No podremos con todos los goblins a la vez"

El huargo mayor se irguió orgulloso. Tenía varias heridas, el pelaje pegoteado por su propia sangre seca. No dijo nada, pero miró a sus hermanos y gruñó una vez. Los pequeños guardaron silencio y se relajaron.

Al parecer los animales entendían las expresiones de Glimm y aceptaron de buena gana la ayuda para salir del túnel. Dos de los más jóvenes incluso sacudieron la cola.

Una vez arriba los seis huargos se pusieron en alerta al ver a Comededos. Recordaban a sus captores y estaban listos para pelear. El desgraciado goblin volvió a rogar por su vida pero no hubo oportunidad de negociar. De un salto y sin poder detenerlo, el huargo mayor alcanzó el cuello del goblin y mordió sólo una vez. No hizo falta más para matarlo.

Soltó el cuerpo y miró al grupo.

- Mi madre me llamó "Camina sobre la luna" - dijo entre gruñidos, sus fauces goteando sangre - porque una noche, cuando Selene estaba alta y brillante en el cielo nocturno, salté sobre el reflejo de la diosa en una laguna y pareció que podía caminar sobre ella. Así de veloz puedo ser -

Los cinco hermanos se agruparon junto a él. 

- Estamos en deuda con ustedes por ayudarnos, pero somos enemigos jurados de los pieles verdes. Ahora vamos -

Y sin más, empezó a caminar con sus hermanos hacia la salida de la cueva.

Intento interceder

"Este pielverde es nuestro prisionero, Camina-Sobre-Luna. Y cuanto os hicieron, a él le será hecho otro tanto. Es tambien la clave para conocer al Osgo y cuantos son el resto de la tribu"

"Ahora bien, cuentame si estais heridos" y rapidamente busco un cuenco (O un cráneo, si no hay de esos) y vierto un poco de agua "Quizá esteis sedientos. El viaje será largo"

Aquel campo, el de hablar con los cachorros de huargo, se alejaba completamente del área de confort de Bregolin. Demonios, hablar, en general, se escapaba de su área de confort. Así que el elfo estuvo más que complacido que fuera el gnomo el que se hiciera cargo de la situación. Algo, por otro lado, que se había comprometido previamente a hacer. Al parecer los gnomos eran capaces de hablar con los animales de forma natural (aunque fuera con ciertas limitaciones) y esa capacidad esta vez les serviría de mucho.

Así las cosas, el arquero se limitó a seguir recogiendo los enseres de utilidad que habían encontrado y no pudo hacer nada cuando "Camina sobre la luna" dio fin a Comededos. Parpadeó sorprendido por un instante pero no tardó ni dos segundos en comprender exactamente lo que había pasado. No le hacían falta las explicaciones del joven huargo. En otras circunstancias tal vez habría sentido remordimientos por la muerte de su prisionero, pero Comededos era un goblin que había participado en ataques y que sólo mostraba un fingido arrepentimiento cuando se trataba de salvar el pescuezo. No merecía otra cosa que lo que había recibido, aunque él mismo no hubiera ejecutado al piel-verde.

─Llevemos a estos cachorros con su madre cuanto antes. Creo que es lo más razonable. Luego descansaremos y podremos reemprender la misión, sea regresando a Sandor o siguiendo desde aquí.

Sí. Salgamos de aquí. No hagamos esperar a la mamá huargo.

Una vez los cachorros hubieron salido, subía yo mismo por las escaleras del agujero y en dirección al exterior. Los cadáveres adornaban el suelo del campamento como señal de que no se podía jugar con nosotros. De momento, el aviso estaba dado y ya volveríamos después de acompañar a los cachorros con su madre para acabar con la misión.

Además ahora sabiendo que había dos fuentes más de goblins para atacar Sandor, se nos acumulaba el trabajo

No hizo falta alejarse demasiado del campamento para notar un cambio en la actitud de los cachorros. Salvo por el mayor, los otros cinco corrían y se mordisqueaban jugando entre ellos. De vez en cuando se aliaban para molestar al pequeño jabalí que Glimm había rescatado, pero reconociendo que se trataba de un juego el joven cerdo hacía las veces de víctima y victimario, aprovechando su fuerza natural para derribar a alguno de sus atacantes.

Difícil imaginar que tanto el cachorro de jabalí como los cinco lobeznos se convertirían en animales salvajes en un par de años.

No encontraron ninguna otra patrulla o enemigos en el camino de regreso a la cueva de la madre. Eran un grupo numeroso y armado, acompañado por huargos; ningún depredador se arriesgaría atacarlos. Al caer el atardecer los seis cachorros levantaron sus cabezas al unísono y se lanzaron a la carrera hacia los árboles. Allí estaba la madre, esperándolos.

Imposible contener las colas, que se agitaban con violenta alegría. Los cinco más pequeños mordían, lamían y saltaban a su alrededor. Incluso el estoico mayor acarició su cabeza contra el cuerpo de su madre y luego todos se revolcaron en las hojas.

Fue emotivo y breve.

Con un gruñido la madre contuvo la emoción de sus cachorros, que se alinearon detrás de ella. Miró entonces a los héroes y les ofreció una inclinación de cabeza.

- Cumplieron su parte, ahora yo cumpliré la mía - dijo - al oeste de mi cueva, treinta pasos siguiendo el sol, encontrarán un alerce quebrado y una madriguera entre sus raíces. Allí escondí las baratijas que otros aventureros usaron para intentar matarme. Son vuestras -

Hizo una pausa y agregó: - les ofrezco otros dos regalos. Primero, un secreto. No es un goblin, un mercenario gnoll, o un Señor de la Guerra orco, el que lidera esta invasión. En lo profundo de las Tierras Salvajes una sombra se está expandiendo, un plan cuyas terribles consecuencias puedo presentir, pero no logro entender. Un clérigo somete las voluntades de los chamanes, se apropia del espíritu y lo deforma a su voluntad. No sé qué espera conseguir con eso, pero Sandor no es el objetivo final de esta guerra que se avecina. Hui de mi hogar porque mis huesos y mi sangre me advirtieron del peligro, pero desconozco los detalles -

Sus palabras, cargadas de presagios, los hizo estremecer.

- Y mi último regalo es una ofrenda de amistad para Sandor y sus habitantes. Lleven mi mensaje. Digan que Furia Negra es su vecina y que, mientras ella o sus cachorros no sean molestados, cazará a los enemigos de los hombres y alertará sobre futuros peligros. Que sólo quiere cazar y vivir en paz. Que está cansada de la guerra pero que no ha olvidado cómo pelear. Que ofrece amistad sólo si es mutua. -

- Que Selene los ilumine en la senda de la noche - dijo con reverencia. Bregolin reconoció el saludo de inmediato: así se despedían los elfos de noble linaje de Casindral, según le habían contado sus padres.

Llevaremos el mensaje, Furia Negra. Gracias por la información. Eso junto con lo que hemos encontrado dentro de la cueva, nos será de ayuda para intentar detener esta invasión.

Habíamos ganado un poderoso aliado y cuando las crías crecieran, serían varios poderosos aliados si ellos mantenían el trato de su madre. Antes de regresar a Sandor había que decidir qué hacer. Decidí volver al campamento para salvar el mapa de la invasión, podíamos tomar alguna decisión en el poblado respecto a ello.

Creo que esto nos servirá. Son los planes de la invasión.

"Yo te ofrezco tambien mi amistad, Furia Negra"
"Volveremos al pueblo, a contarles acerca de tí; y así el monte será un Espacio Seguro para tu camada"

Lo de las baratijas de los aventureros me hace pensar.
Pensar en la loba, siendo perseguida por una barbaridad de aventureros por nacer como ha nacido. Siendo despreciada por lo que es y no por lo que hace. Luego pienso en como me trata Davor y pienso "Te entiendo, Furia-Negra. De veras que te entiendo"

Así que empiezo a montar una canción, una que sea fácil, que sea tanto épica como algo cómica (para que la gente quiera seguir escuchandola) hablando acerca de la loba. De como cuatro grandes aventureros, un jabato (y davor) consiguieron una gran amiga para la gente de Sandor,

Belegrin avanzó con el resto del grupo hasta devolver a la camada con su madre. Una familia poderosa. Y un vínculo poderoso, si los humanos no eran tan estúpidos como para echarlo a perder. No teniendo nada que añadir al trato, el elfo sólo asintió, de acuerdo con lo hablado.

─Vosotros dos, avanzaréis delante de nosotros. Yo llevo el arco preparado. No os detengáis o los semi-orcos os darán un buen puntapié. Pero ay de vosotros si creéis que podéis correr más que la flecha de un elfo... ─advirtió el arquero.

No habiendo otros voluntarios para hacerlo, salvo tangencialmente y por interés del grupo, Bregolin se encargaría activamente de vigilar que los goblins no se escaparan. Ni una sonrisa, ni un momento de complicidad, nada lograrían esas criaturas despreciables de él. Y si hacían alguna tontería, el elfo simplemente cargaría una flecha sin mediar palabra. Ellos mismos se encargarían de enmendar su error.

Por el camino Zenuri se dedicó a jugar con los cachorros cuando la situación estaba más tranquila, en especial para asegurarse de mantenerlos distraídos y que no atacaran a los goblins mientras no estuvieran mirando. Tras devolverle los hijos a su madre, la semiorca abrazó a la huargo sin aparente miedo a las represalias.

- Será mutua, amiga. Pasad a visitar de vez en cuando, eso ayuda a la gente a recordar. Además, necesito pruebas para demostrarle a mi marido que esto ha pasado de verdad.

En su camino de vuelta hasta Sandor la semiorca mantuvo una actitud bastante amistosa con los trasgos, tratándoles con más respeto del que probablemente hubiera recibido nunca. Les hacía preguntas no sobre la invasión, sino sobre sus probablemente miserables vidas, y respondiendo de vez en cuando con algún capón cuando empezaban a demostrar su naturaleza más obscena como Comededos. Sabía que estas criaturas aprendían a golpes, pero ya iba siendo hora de que lo hicieran para bien, y jamás golpeaba como para hacer daño serio.