Partida Rol por web

IACOBUS:

- Te da la impresión de que el Tercer Caballero no ha sido atacado, aventurarías que simplemente ha tenido una pesadilla y ha vomitado durmiendo.

Demasiadas cosas al mismo tiempo ocurrían, y hacían que al aún agotado Zuyla no le fuera fácil pensar. Parecía que su conversación con el Chamblean Otto debería posponerse para otro momento.

Estar fuera de sus aposentos, con aquel demacrado aspecto, manchado por sus propios vómitos, no hablaba nada bien del Tercer Caballero de la Corte, mas ya resultaba algo que no podía cambiarse.

Caballero, temo que estoy en desventaja con vos respondió a la pregunta del hombre armado. Sabeis que algo me ha afligido, si bien no ha sido un ataque, tranquilizaos. No se exactamente a qué se ha obedecido, pero de no haber sido por mi padre, que me halló ahogándome en mis propios vómitos, no estaría ahora vivo. expuso crudamente, como era habitual en él Y sin embargo, no encuentro causa alguna para ello.

No obstante, vos pareceis salido de un combate, y no tengo idea de a qué se debe. continuó con su explicación, demostrando porqué se creía en desventaja ¿Debo apresurarme a vestir mi armadura? ¿Acecha algún peligro? Tened por seguro que mi desafortunado incidente no me eximirá de cumplir con mi deber...

Iacobus no sabía si aquellos dos, la puta y el niño, eran estúpidos o demasiado inteligentes como para ignorar lo que ante sus ojos se levantaba. ¿Acaso eran ciegos por elección o por incapacidad? Qué gente, joder. Una mueca apareció en sus labios, cuando por fin les habló.

- Tú, que tanto anhelas ir al salón - dijo, en dirección al joven - síguela a ella, que tanto anhela cumplir con su deber. Ya. Vete, ahora mismo, antes de que sigas arriesgándote a joderlo todo.

Le había dedicado una única mirada a la mujer. ¿Qué había podido ver ella, para que un hombre bañado en sangre y vísceras no conmoviera ni un atisbo de su débil naturaleza? Ah, joder, mejor perderlos que encontrarlos. Que se fueran, de una puta vez. Miró al Dravescu, que era el único que, por otra parte, había tenido dos cojones para decir algo. Claro que estaba en desventaja. Pero también lo estaría en armadura, armado y en guardia.

- Ya veo. Se había corrido el rumor de un ataque a vuestra persona, y no habríais sido el único esta noche. Parece que no sois el único cuyo malestar puede llegar a matarlo - iba a señalar al Capitán, pero acababa de darse cuenta que el hombre no estaba allí. Bah, daba igual - Podéis preguntar al Capitán, por si algo podéis sacar en limpio.

Si fuera que se hubiese orinado encima, le trataría de otro modo, claro, eso sería otra cosa. Pero para Iacobus, alguien que estuviera hablando directamente, con esa crudeza, era un milagro y no estaba dispuesto a hacer que se callase.

- Quedaos tranquilo. Hubo un combate, pero ya fue terminado y no, no hubo ningún peligro, excepto quizás para mí. Fui atacado, y me defendí, como no podía ser de otra manera - aunque algunas personas en aquel puto castillo pareciera que pensaban que había que dejarse matar, joder - ¿No habéis percibido nada, entonces? ¿Nadie en vuestra habitación, nada? ¿Estabais simplemente durmiendo, y habéis despertado así?

Zort ignoró el resto de los presentes. Aquel hombre le llamaba la atención. Capaz de matar sin el mas mínimo escrúpulo. Pura frialdad. Y atrás de toda aquella masa muscular parecía que encima había un cerebro. Un formidable enemigo para cualquiera, sin dudas.

- Tal vez hallan sido achaques de la edad o el estres por estar mi hijo muriendo... Pero al salir al patio me pareció escucharlo gritando algo contra el Caballero Durius... ¿Podría ser claro y decir qué ha pasado? Me gustaría honestamente saber en es ese... ¿intestino? que cuelga de su armadura.

Una noche muy extraña sin duda alguna  musitó Zuyla más para sí mismo, pensativo, que como respuesta al caballero de los Cárpatos. Al mismo tiempo, Zort insistió en la cuestión. ¿Durius contra este caballero? Eso sí sería algo digno de ver, sin duda.

Cuando su padre hubo acabado de preguntar, Zuyla añadió sus propias preguntas, si bien sabía que Iacobus no tenía muchas ganas de hablar, el deber le impeliría a hacerlo.

¿Fuisteis atacado dentro del castillo? Decidme, y no os ofendais, pero es importante saberlo... ¿se debió a alguna cuenta pendiente vuestra o temeis que se trate de algo a gran escala? Quizá deberíamos hacer que avisen al Duque.

- El Duque ya ha sido avisado- se aventuró a intervenir el mayordomo, que desde que el caballero de los Cárpatos había respondido a sus preguntas, se había limitado a escuchar a todos los que hablaban. Y habían sido muchos teniendo en cuenta que Innya y Dagu había aparecido para interrumpirlos.

En aquella noche extraña y llena de incidentes no entendía muchas cosas de las que pasaban, pero la que menos, con diferencia, era el comportamiento de Dago. Aquel muchacho actuaba como si su tía fuera la que diera las órdenes en aquel castillo.

- Vosotros dos volved a las habitaciones del caballero Dravescu. Luego si es menester y lo considero oportuno yo mismo os llevaré al salón- Fue su única respuesta para con los dos lacayos. No se entretuvo dando explicaciones, no necesitaba darlas. Aunque bien sabía que más tarde le tocaría hablar con ellos.

Innya sujetó a su sobrino para que no siguiera con la caminata pese a estar él como apoyo de la mujer, era un gesto innecesario pero de una ternura que había llegado al corazón de la criada.

-como digáis entonces, señor Otto -al girarse guió a Dagu de forma que le fuera imposible contemplar más tiempo del debido a la sanguinolenta figura- ni le mires-susurró  apoyando la mejilla en la cabeza del muchacho, por mucha orden que diera el caballero ensangrentado, antepondría una orden directa del mayordomo... y no dejaría que su sobrino se acercara a él, no iba a permitirse flaquear mientras pudiera proteger a su sobrino. ¿Es que todos esos individuos lo veían normal? Trastabilló con una punzada de dolor por el frío en las piernas.

Tenía el estómago dado la vuelta y estaba segura de que si se relajaba, todo lo que había vomitado el caballero Zuyla iba a ser nada comparado con lo que saldría de sus tripas.

Miro a mis hijos, conmovida por las palabras de mi pequeño Vikos-vosotros no sois ninguna fuente de desgracia, ¿me oís?-digo, con semblante serio-sois niños, y en vuestra ignorancia actuáis como el mundo os da a entender, nadie puede culparos por algo que no es culpa vuestra. Cuando sabiendo a qué os enfrentáis actuéis erróneamente, entonces sí podréis ser juzgados, pero hasta entonces, vuestros actos recaen sobre mí, sobre vuestro padre y sobre vuestros tutores-beso sus frentes-ahora vamos a descansar, este ha sido un día horrible y es mejor que termine cuanto antes.

Vamos pues tía, vayamos donde dice el señor chambelán, y no te preocupes más esta noche...

Tras esas palabras Dagu miró a su tía y le guiñó el ojo para que ella supiera que le había oído...

Sangre, sangre como la que vio en ese suelo tan pulido en el suelo...sangre como la de su tía. Ese hombre estaba cubierto de ella. La pequeña se quedó muda, y con la mirada en el infinito, o al menos un lugar muy lejano. 

De fondo escuchaba hablar a su hermano, y su madre, pero no era consciente de lo que decían de verdad. Se dejó besar, llevar, acostar, lo que fuese. 

Ella, no estaba allí. 

Iacobus dedicó una segunda mirada a Dagu cuando el joven giró para guiñar el ojo a su tía, ojos cubiertos de sombras. Se la mantuvo un segundo, o dos, antes de dirigirla a los otros hombres y borrar para siempre su presencia de su memoria.

- Como os dice, ya fue avisado - señaló, mientras el Mayordomo, Chambelán, o como mierda le llamaban ahora, se pusiera a hablar con los otros dos - ¿Este intestino, decís? 

Lo cogió con la mano contraria a la espada desenvainada que aún traía, espada que no era suya, y lo dejó caer al suelo.

- Si queréis preguntar algo sé directo, o corréis el riesgo de que lo retuerzan y lo esquiven - dijo. Evidentemente el hijo era el que valía la pena, aunque el padre no supiera ubicarse - Puedo ser todo lo claro que deseéis, y aún así, consideraréis que no lo he sido. En fin, una vez más. Fui mandado a matar por Durius de Sbolozia, en el interior de sus aposentos, por todos sus esbirros. Él os dirá que entré para directamente intentar matarle, yo digo que fui a avisarle de lo que pasó en los barracones con su mayordomo. Tomad lo que queráis de eso, como obviamente haréis.

Miró a Zuyla. Pobre sujeto, ¿ataque a gran escala? Movió la cabeza.

- La imbecilidad puede ser un ataque a gran escala, definitivamente. Pero no más. ¿Cuentas pendientes? ¿Acaso no la tendríais con quien ha intentado asesinaros?

El escudero miro a Zuyla, parecía que ya no necesitaba ayuda, el ataque o dolencia ya había pasado. Pero no había rastro de Maserrak de Flambeau, ¿habría pasado ya a atender al caballero? Espero pacientemente hasta que el caballero de los Cárpatos decidiera reanudar la marcha. Le esperaba mucho trabajo y una buena reprimenda.

Ciertamente, las tendría, de no haber acabado ya con aquellos que lo intentaron en su día. Aprecio vuestra sinceridad. respondió Zuyla, asintiendo con la cabeza. La conversación no daba para más, de modo que el caballero decidió regresar a sus aposentos. Ya habían tenido tiempo de limpiarlos durante la conversación fuera, de lo contrario ni el niño ni su tía se hubieran intentado marchar.

Lamento haberos interrumpido, caballero. se excusó, mirando a su padre para que regresara con él Si nos disculpais, debo descansar.

- El Caballero de los Cárpatos le lanza tal mirada a Dagu que éste siente que la sangre se le congela dentro de las venas...

Iacobus, por primera vez en varias horas, esbozó una media sonrisa frente a las palabras de Zuyla.

- Que descanseis, caballero. Tiempo habrá para todo lo demás.

Miró a los otros hombres, quizás preguntándose si alguno tendría algo más que agregar. No volvió a dedicar ni una pizca de atención al desafortunado joven que no había sabido entender cuál era su lugar, pero ya lo aprendería. Finalmente, se volvió a Flaviu y, sin darle ninguna orden, como si no fueran necesarias, simplemente echó a andar en dirección a la salida, hacia sus aposentos. En un momento había pensado dirigirse a los calabozos, pero, no. Mejor llevarlo a cabo en privacidad.

Miro al caballero al que serbia, otro golpe sobre la mesa, al caballero de los Cárpatos no le gustaba que le hicieran perder su tiempo. Flaviu solo podía seguirle, y procurar no interponerse en su camino, si no quería acabar mal parado.

- El Caballero Iacobus Radoslav y el Escudero Flaviu Krevcheski suben a su habitación en el piso superior de la Torre del Chambelán.

- Innya y Dagu aguardan la orden que les permita poder retirarse a la zona del servicio.

La noche parecía que se iba cerrando. Aún había preguntas para Otto, pero tal vez al día siguiente podrían efectuarlas. Y claro, enterarse quien había muerto sería interesante.

- Buenas noches Chambelán. Mejor dejamos nuestra conversación pendiente para mañana. Tal vez durante el día estemos mas tranquilos...