Partida Rol por web

Farkas entrecerró los ojos al salir al patio para adecuar la vista a la claridad del día. Llevaba mucho tiempo en la oscuridad reinante en las mazmorras y sus ojos protestaron ante el torrente de luz que se les vino encima al abrir la puerta y salir al exterior. Unos segundos después las formas borrosas comenzaron a tomar cuerpo y nombre. Miró a su alrededor pero no vio a ninguno de los sirvientes del castillo, tan solo a uno de los esbirros de Durius, pero ese no le servía. Vio a una de las parejas que se casaría ese mismo día, Iacobus y Radovina, también al escudero del caballero. No tenía nada que decir a ninguno de ellos así que no les prestó mayor atención. Cruzó la mirada con el Capitán Ferenk Zarak a modo de silencioso saludo para después encontrarse con el Senescal al que le dirigió una sonrisa extraña que tanto podía significar que se alegraba por su inminente casamiento como que le divertía que le obligaran a casarse con la viuda.

Al menos es una hembra bastante hermosa, seguro que el Senescal disfrutará mucho de ella lo que le queda de vida.

Ya era un hombre relativamente mayor que había vivido mucho tiempo, con suerte quizá le esperara una década más de vida, aunque eso en Transilvania era demasiado tiempo.
Se encaminó directamente a la zona del servicio y las cocinas donde esperaba encontrar algún sirviente del castillo que le pudiera preparar un baño.

Visitar la capilla y tener que bañarme, este va a ser un día para recordar.

- Farkas Deli se dirige a las cocinas.

Aunque Flaviu había salido al patio del castillo a despejarse aquella mañana, pronto un súbito estremecimiento acompañó la sensación de que no debía estar ahí. Pronto su señor, el caballero Iacobus Radoslav, despertaría. Y seguramente, no le haría ninguna gracia no verle cerca y quedar sin atender por su escudero. 

Los golpes que te habían sido propinados anteriormente por él habían dejado marca, y desde luego habían sido dolorosos. Fallar al caballero, como podría ser aquello, era una buena excusa para que el caballero de los Cárpatos volviera a castiigar su cuerpo. 

A Flaviu no le reportaba nada bueno la situación. El Primer Caballero de la corte casi acaba con su estirpe, y contra el segundo empezaba a albergar un sentimiento de odio grabado a fuego. Muy pocos escuderos se libran de alguna tunda durante su periodo de servidumbre, y el joven Krevcheski no iba a ser una excepción. Flaviu sabía que era lo habitual, pero no por ello los golpes le dolieron menos.

Había una cosa que Flaviu quería hacer antes de volver con el Caballero de los Cárpatos. Tenía un mal presentimiento con la boda. No era segura. Tanto si era aprovechada por Durius para tomar represalias contra Iacobus en su particular rivalidad... o aprovechada por el Duque para hacer purga de los nobles transilvanos (no tendría mucho sentido, pero justificaría su ausencia a la boda que planeara un complot para librarse de tanto crápula; hasta el extranjero tenía derecho a hartarse de ellos y pedir sus cabezas sin mancharse las manos)...

Fuese como fuese, el deber de Flaviu era tener los ojos bien atentos. Cruzó el patio de armas para ir a las caballerizas y contar los caballos. Quería saber si alguien nuevo había llegado al castillo o había salido de él cuando se suponía que asistiría a la boda.

Pondría como excusa ante el Caballero de los Cárpatos el atender a su caballo si es que ese idiota se despertaba antes de que Flaviu volviese a la Torre del Chambelán.

FLAVIU:

- Entras en las cuadras del castillo y ves a un par de guardias feudales a los que no conoces. Parecen estar atendiendo a unos caballos y un carruaje noble con un blasón Kadar bastante desvaído.

Cuando el escudero se encontraba en las cuadras, mirando fijamente el carro, un hombre se acercó y le dijo:

-¡Eh, tú! ¿¡Por qué demonios miras así mi carruaje!? ¿Es que en ésta maldita tierra un hombre debe vigilar de cerca todas sus posesiones? Y vosotros, vagos redomados-dijo, refiriéndose a los guardias. Antes de que pudieran responder, les cortó-sí, sí, ya sé que estabais atendiendo a los caballos, pero éso no debería ser óbice para que os ocupéis de vuestro maldito trabajo y vigiléis. ¿Es que todo tengo que hacerlo yo? 

Los guardias se acercaron, amedrentados, pero mirando algo mal a Flaviu por ponerles en evidencia. El otro hombre se giró hacia él y, con el tono "amable" que parecía caracterizarle, dijo:

-En cuanto a ti, desaparece de mi vista, no quiero verte curioseando en mi carro. Malditos transilvanos...

Los guardias dieron un paso adelante. No sacaron las armas ni hicieron ningún gesto amenazador, pero sus miradas y su actitud lo decían todo. 

El muchacho que seguía a aquel hombre le dedicó una mirada de disculpa a espaldas de su amo. Sin duda, el mal genio de aquel noble debía ser algo bastante normal. 

Un escudo que requiere de todo mi tacto... Glups.

Lo último que le faltaba a Flaviu era despertar las iras de un pariente del Duque.

Mil disculpas-dijo dando dos pasos atrás-, mi señor el Caballero de los Cárpatos me envió para dar el recibimiento a tan ilustre visita, ya que los preparativos de su boda le consumen un tiempo ya de por sí escaso, y le es imposible venir en persona en estos momentos. Puesto que no deseáis mi presencia, me retiro...

No puedo irme sin saber quién es este petulante.

...Y si lo consideráis oportuno, puedo acompañar fuera a uno de vuestros hombres para ponerle al día del programa de horarios de la ceremonia y el posterior banquete...

Siguió caminando hacia atrás, huyendo de la presencia del temperamental Kars Kadar, pero seguro que alguno de sus sufridos seguidores agradecería poder alejarse unos minutos del humor de su señor.

-Mis hombres están bien donde están, y ya hablé con el Senescal y el Chambelán sobre la boda. 

¡Recáspita! ¡Qué mamón! ¿Pero a qué hora llegó este carruaje para que le diese tiempo a ponerse al día? Madrugador con suerte...

Siendo así, mi presencia aquí es una soberana tontería. No le hago perder más tiempo, mi Señor. Me retiro.

Ahora lo único que podía hacer Flaviu era volver con el Caballero de los Cárpatos, en la Torre del Chambelán, a tiempo o no de evitar otra paliza. Hizo una reverencia y salió de los establos hacia su nuevo destino...

- Hay un continuo trasiego toda la mañana de criados que van de las cocinas al Salón Principal y viceversa.

- El Escudero Flaviu Krevcheski regresa con su amo a la torre del Chambelán.

- El Capitán Ferenk Zarak lleva desde la hora más temprana de pie en el Patio del Castillo, pensativo.

- Tras recorrer la base de la muralla norte por su cara externa, el Ama de Llaves Mariana regresa al patio del castillo.

- Se fija en quienes están en el patio y enseguida llaman su atención tres personas: el Capitán Zarak (capitán de la guardia ducal, capitán de la milicia ciudadana y Alguacil de la ciudad), el Senescal Stolnic (guardián del Sello Ducal) y un vil lacayo.

Camino hacia los hombres que estan hablando, no se si alguno de ellos es la persona que busco, pero....camino y hago una leve reverencia antes de comenzar a hablar.

Espero no interrumpirles mis señores, soy el ama de llaves de la señorita Radovina.  Mi señora me ha pedido que la buscara unas flores, ¿sabriais vuestras mercedes donde puedo encontrar a una especie de guardabosques que pudiera ayudarme en mi cometido?

Mientras Mariana hablaba con los hombres, pudo ver con claridad como Elena aparecía por el patio del castillo con un ramillete de flores rojas y se dirigía a las habitaciones de su señora. Parecía que aquel encargo ya estaba solucionado. 

Cuando parecía que tendría el momento de entablar conversación con el Senescal, la sirvienta y ama de llaves aparece. El capitán corresponde a la reverencia con un ligero movimiento de cabeza.

Saludos señora, me temo que al menos mi persona no le puede ayudar, aunque tampoco lo haría pues ese asunto no es de mi competencia, como puedes ver pretendo tratar con el Senescal asuntos que realmente si son de interés. Le dice con un tono un poco grotesco

Momentos después el capitán se vuelve hacia el Senescal, que parece ahora no le presta la atención, girándose de nuevo hacia la ama de llaves…

La próxima vez no nos moleste para un asunto tan... Irrelevante.

Hago otra reverencia.

Lo siento mucho mis señores, procurare no volver a molestaros. Si me disculpais

Doy un paso atras y me dirijo hacia el castillo. Algunos cuando tienen un puesto de responsabilidad no se dan cuenta que los demas tenemos asuntos que no son tan irreverentes.

Tengo que averiguar donde esta ese guardabosques para tener a alguien al que pedirle estas cosas.

Mariana sale de allí, dirigiéndose hacia la zona del castillo reservada a los invitados.