Partida Rol por web

El exagerado ruido por parte de los caballos había llamado mi atención, pero pronto me arrepentí de haber caído ante mi curiosidad cuando vi a tantos señores juntos en el patio. Eso nunca es bueno para uno. Pensé que no tardaría demasiado en llamar la atención de uno de ellos y mis sospechas no tardaron en volverse realidad.

Con la cabeza gacha en todo momento, y sin mediar mayor palabra que la necesaria.

Mi señor, os ruego me disculpeis - me giro y abandono el lugar para dirigirme a mis quehaceres habituales.

Iacobus miró a Zuyla, sin dejar traslucir lo que opinaba cuando escuchó sus palabras, y luego miró a Zort, con quien repitió idéntica actitud. Le parecía interesante, cuando menos, las diferencias entre padre e hijo. Él, por su parte, ¿qué podía decir?

- En primer lugar, no reproduciré esta conversación extramuros.

El caballero de los Cárpatos miró un momento hacia la puerta, antes de volver los ojos a Zort. Sus palabras hablaban, pero su mirada permanecía inescrutable.

- En segundo lugar, a mí me parece que rebaño es todo aquel que está sometido absolutamente a la voluntad de un superior, sea éste de la mierda que sea. Tanto más da ser desangrado por uno que muerto por otro, si a fin de cuentas ambos se imponen usando los mismos medios. ¿No lo crees?

Realmente, ¿qué podía decir? Ah, podía decir muchas cosas.

- No seré yo quien detenga tu cruzada, Dravescu, en tanto demuestres lo que sospechas. Así que, dime. ¿Cuáles son las pruebas de las que piensas servirte?

La respuesta del Caballero alivianó la tensión del momento. La mandíbula de Zort se relajó un poco. El solo hecho que aquel personaje no sacara su espada y escuchara lo que debía decirse, era ya un buen indicio.

- Pruebas son lo que aún estamos reuniendo. Ya tenemos dos confirmaciones, la de Valru, vista por varios ojos, y la de Durius, de quien tu mismo puedes dar fé. Ultimamente he notado algunas cosas extrañas. Me temo que el Chambelán... Pero aún no es nada seguro. Estamos con los ojos abiertos y los oídos preparados. Andamos con cuidado, cualquiera puede traicionarnos... Hizo una pausa. Era obvio que el mismo Radoslav podría traicionarlos. Pero Zort estaba convencido que aquel hombre no traicionaba. No era su estilo. El acero si lo era. Y aquel viejo en ese momento, prefería la sinceridad de la espada a la traición de la lengua. Agracederemos cualquier dato que puedas darnos. En esta situación, el saber será fundamental. Y no estamos solos en esto...

Zort acomodó su postura. Con los años comenzaba encorvarse cuando estaba cansado. Y aquel día había sido largo y tedioso...

- Hay otra cosa que aún no entiedo en las decisiones de Kadar... ¿Porque unirte a los Stanzovich?

NOCHE DEL VEINTINUEVE DE ABRIL DE NOVECIENTOS CINCUENTA Y OCHO.

Es una noche fría, aunque es primavera.

- Radovina Szantovich de Bran abandona su habitación y llega al Patio del Castillo, pobremente iluminado por unas cuantas antorchas en los muros.

- La Luna está en cuarto creciente.

- En el patio están: El Capitán Zarak, Carcelero, Farkas Deli, el Escudero Krevcheski, el Lacayo Mikail, Schaar Dvy, el sirviente Cyrus de los Basarab, y el criado Visany.

- El sirviente de los Basarab y Visany se dirigen a la zona del servicio.

- Farkas Deli se dirige a las mazmorras.

Radovina paseaba ensimismada deslizando la mirada sin repararse especialmente en las personas con las que se cruzaba, como una aparición de cabellos dorados y mirada escarlata bajo las espesas pestañas. No era raro que tuviera esa actitud, pero en esta ocasión paseaba sola, ni el guardia Boru ni ninguna de sus sirvientas le acompañaba.

Se detuvo al observar que desaparecían camino a las mazmorras y ahí se quedó, exhalando nubecitas de vaho mientras en su interior tanteaba las posibilidades de llegar hasta ahí.

¿A quiénes esconderían las mazmorras?

En el patio del castillo hace aparición la figura de alguien que parece noble, saliendo de las puertas del Salón Principal. Parece muy enfadado, y se dirige a un carro que está en el centro del patio. Alrededor hay cuatro personas, dos guardias y dos sirvientes, que se encontraban tomando un pequeño refrigerio. Automáticamente paran para saludar a su señor. 

-¿Qué hacéis ahí quietos? ¡¿Y dónde están los caballos?! Da igual, ¡rápido, coged el arcón de nuestro "prisionero" y llevadlo al Salón Principal!

Parece que las órdenes del noble se empiezan a realizar prontamente, pues los dos sirvientes llevan con evidente esfuerzo un arcón hacia la zona designada. 

Podía sentirse cómo la tensión se había ido al suelo, pero Iacobus no cambió su postura. La trémula llamarada de la luz reflejaba en su armadura, pero sus ojos parecían absorber la luminosidad como si esta cayese en una oscuridad abrumadora. Quizás, para quien lo conociera un poco, sería obvio que estaba pensando.

-¿Así que hay más gente en esto? - preguntó, inclinando la cabeza un momento hacia Zort - No me extrañaría que el Chambelán hubiese acabado de esta forma. A fin de cuentas, Durius necesita reconstruir su séquito. Pero más que las apreciaciones obvias, no tengo nada para decir. En cambio, tú tienes mucho para contarme. Comenzando por lo que sabes de los vampyr y qué ha de buscarse para ver a uno.

Miro a Zuyla, y finalmente, una media sonrisa curvó sus labios. ¿Por qué lo había hecho Kadar? Se le ocurrían muchas cosas.

- Por el mismo motivo que trajo a tu hijo a la Corte, Dravescu. Y, además, entiendo que tiene mucho de castigo para los Szantovich, y de provocación. Pero eso se verá según cómo reaccionen.

Eso es sencillo respondió el caballero a la pregunta de Iacobus Son seres que detestan el sol, suelen vivir en la noche. Poseen gran fuerza y poder, y su sed de sangre es incansable. enumeró con los dedos, como si estuviera describiendo al mismísimo duque, y todos lo sabían. Probablemente sus hombres más cercanos, de confianza, sean infectados también con esa maldición, o con una variante menor.

Además, pero esto ya es solo superstición no probada, se dice que no pueden cruzar por sí mismos el agua corriente de un río, ni toleran la plata o el ajo. Aunque no he podido comprobarlo. El ser al que maté... si es que no estaba muerto ya...  continuó, rememorando la épica batalla de la cueva ...tuve que golpearle y cortarle con mi acero decenas de veces antes de que sucumbiera al daño. Y aún así parecía que sus heridas sanaban poco a poco. Creo que cortarles la cabeza los mata definitivamente, y luego está el rumor de que si les clavas una estaca en el corazón quedan paralizados...

Zort asintió. Era verdad lo que decía Iacobus. Para los Szantovich sería una fuerte patada aquella unión. Parecía que Gyula prefería ponerse en contra de lo nobles locales. Una estrategia peligrosa. Se mostraba fuerte ante ellos con sus rehenes y sus humillaciones públicas. Pero aquello podría llegar a explotarle en la propia cara.

- Pronto contaremos con información mas certera. Al menos todo lo certeramente posible. Pocos han lidiado con Vampirs y han salido vivos para contarlo. Pero hallaremos los medios de una forma u otra. Es tarde ya, mejor que no pasemos mucho mas tiempo juntos. Pero antes de irnos dime Caballero ¿cual es tu posición en esto? Has dicho que no nos detendrás, pero acaso... ¿no ayudarás llegado el momento y teniendo las pruebas necesarias?

Iacobus era un eslabón importante en en aquella extraña cadena. Si lograban contar con su espada, con su maestría para propiciar muerte, las cosas serían muchos mas fáciles, o mejor dicho, serían posibles.

El noble Kars Kadar, situado cerca del carro, mira con relativa indiferencia a su escudero y al Senescal. Éso es una mejora, pues cualquiera podría jurar que ha mirado con abierto desprecio al resto. 

El Senescal llega a donde se encuentra al noble y con una de sus mejores sonrisas intenta ser lo mas amable posible:

Hemos visto el ser que ha traído consigo. Daremos una respuesta contundente para que esto no vuelva a suceder. Desde luego, nuestro señor estará agradecido por el enorme favor que ha hecho a esta casa con su información- dice. Bueno, vamos a lo importante 

Por otro lado, me gustaría realizar una invitación personal sobre un hecho importante que va a ocurrir en el castillo dentro de poco y que, por supuesto, queremos que esté invitado. Un caballero de este castillo y un servidor aquí presente van a casarse dentro de poco y será un verdadero honor contar su presencia en esta boda doble. 

-Me alegro de que vaya a haber respuesta. Parece que el gobierno magyar ha inculcado algo de sensatez y contundencia en las regiones transilvanas...

Cuando se formula la posibilidad de asistir a la boda, el noble frunce un poco el ceño.

-¿Y por qué no fui avisado antes? La asistencia a bodas requiere un tiempo de preparación, una ceremonia... En fin, ya da igual. Asistiré. ¿Quienes conforman las futuras parejas?

El Caballero Iacobus Radoslav de los Cárpatos y Radovina Szantovich de Bran por un lado, y mi enlace será con la señora Dubieta Szantovich- responde, aliviado con que el noble haya aceptado la invitación sin mas inconvenientes. 

-Todos transilvanos, ¿verdad?-sin dar tiempo a responder al senescal, prosiguió-lo suponía... En fin, al menos tu sangre es magyar.

Así que su interés era por ese motivo... no era de extrañar. A pesar del tiempo transcurrido, los transilvanos y magyares no tenían una convivencia muy ejemplar que digamos. De hecho, como bien había discutido con Durius, el hecho de no contar con la presencia del Duque podía significar una oportunidad para dar un golpe de los magyares...

Claro que eso no importaba en estos momentos. No pudo decir mucho a su comentario- el chambelán se encargará de darle una buena habitación para descansar. ¿Necesita algo que pueda conseguirle?

-No, no necesitaré nada más. Que manden a alguien para guiarme a mis habitaciones.