Estaba el noble guardia hablando con Schaar, cuando hizo aparición el chambelán, con aquel aspecto tan tétrico y consumido. Su sangre se heló durante unos segundos, abriendo los ojos lentamente y entreabriendo los labios con intención de añadir alguna palabra más, pero el gesto murió ante las dos palabras del caballero, y tomó su maza entre ambas manos, preparándose para lo peor, una vez más.
Itsvan continuaba con su guardia cuando un estrépito en el patio le sobresaltó. Se asomó desde la barbacana y aunque no podía ver bien la situación desde ahí sí pudo distinguir al caballero Dvy en guardia contra una figura que le resultaba vagamente familiar... ¿Es que no pararían los horrores?
Itsvan baja apresuradamente de la barbacana al patio donde están Dvy y el chambelán.
¡Santísimo padre!
Ahogo un grito ante tal espectáculo de horror, sus piernas respondieron con presteza y dio media vuelta subiendo por la torre del Chambelán.
Esta tres veces maldito este sitio, y los demonios del averno vienen a por el.
En sus prisas se consignaba ante su creador, pensando que tal vez, el juicio había llegado para todos los déspotas y almas corruptas del lugar.
Si muero, terminara todo.
Y pudo quedarse, morir, pero siguió, algo dentro de ella aun no quería recibir el juicio final.
Vuelvo a la torre.
Frenético, superado, con el corazón en la boca y el alma en los pies, llego al Patio donde está aun el caballero Schaar.
- ¡A MI LA GUARDIA! - Es lo primero que me sale. - ¡EL ENEMIGO ESTÁ EN LAS MAZMORRAS! ¡HA ACABADO CON CARCELERO!
Era todo lo que fui capaz de vociferar, al juntar todo aliento que me quedaba, que no era mucho, para hacerme oír por encima de la lluvia.
Me detuve unos instantes, apoyado en mi lanza como si de un cayado se tratase. Recuperando resuello. Esperaba refuerzos con los que enfrentar la temible amenaza. Después de todo, parecía que no veríamos un nuevo día.
- Maldición- murmuró entre dientes Schaar, que rápidamente alza la voz, mientras deja en el suelo las armaduras- Bajad el rastrillo levadizo y que no se levante para nadie si no ordeno lo contrario. Todo el que pueda usar un arma, que venga conmigo.
Tras las palabras, me acompañe alguien o no, me dirijo tan rápido como puedo a las mazmorras, o mejor dicho, al único acceso que hay para entrar y salir de las mismas.
// A las mazmorras. En concreto a la entrada y salida de la misma.
Reuniendo el poco coraje que me queda, considerando mi deber más importante que mi propia vida, tomo con firmeza la lanza y vuelvo hacia las mazmorras, para ayudar en todo lo posible a acabar con la amenaza que sobre las vidas de los habitantes del castillo se cierne.
// A las mazmorras, nuevamente. En concreto a la entrada y salida de la misma.
Aquella era una vez más, la llamada del deber. Tentar a la muerte con la propia vida, y esperar ganar en aquella partida de azar, donde Boru no tenía carta alguna para poder ganar. Solo le quedaba encomendar una oración a Dios, y que este interviniera a su favor. Tomó su maza, y acompañó a Schaar, una vez más. Esta vez, hacia las mazmorras.
Hacia las mazmorras.
- Schaar Dvy corre hacia la entrada a las Mazmorras desde el Patio, seguido de Hakir y de Boru.
- La sirvienta Elena corre de vuelta a la Torre del Chambelán.
- Otto de Sajonia sale corriendo hacia las estancias privadas de Durius Tremere.
// Salen de escena: Schaar Dvy, Hakir, Boru. - Siguen en: Mazmorras.
// Sale de escena: Elena. - Sigue en: Torre del Chambelán.
Itsvan, aferrándose a su lanza y escudo y encomendándose al Señor llega al patio y sigue a los demás hacia las mazmorras.
A las Mazmorras.
ITSVAN:
- Puedes ir a las Mazmorras, pero entonces... ¿Quién le abrirá la puerta al Capitán cuando regrese?
- Sí, puede que esos dos guardias que están en la barbacana lo hagan. Puede que sí, puede que no.
Dejar a esos dos ahí solos me preocupa... Pero el caballero necesita ayuda, y si el enemigo que está en las Mazmorras ha acabado con Carcelero...
Además, ¿qué es lo peor que puede pasar? ¿Que no dejen entrar al Capitán?
Itsvan recordó cómo trepó al tejado de una casa cuando lucharon contra los Basarab.
El Capitán es un hombre de recursos. Lo peor que puede pasar es que abran a quien no deben. Pero habrá que asumir ese riesgo. De todas formas, el enemigo ya está dentro. Si caen Dvy y los demás, ya sí que todo está perdido.
// A las Mazmorras.
- El guardia Itsvan corre hacia las Mazmorras.
// Sale de escena: Itsvan. - Sigue en: Mazmorras.
CHAMBELAN OTTO DE SAJONIA:
- Tiradas de Virtud: Templanza y Valor.
BIEN PASADAS LAS NUEVE DE LA NOCHE.
NOCHE DEL CINCO AL SEIS DE MAYO DEL AÑO DE NUESTRO SEÑOR DE NOVECIENTOS CINCUENTA Y OCHO.
- Durius Tremere y el Capitán Zarak entran en el Castillo a través de las puertas abiertas de par en par. El primero sigue montado en su negro caballo de batalla. Las piedras del Patio están empapadas y el lugar parece parcialmente inundado por la fría lluvia.
- En un primer momento parece que el lugar esté desprovisto de toda vida. Y así es, pues en efecto la criatura que se agazapa en un rincón está lejos de estar viva. Porta los ropajes del Chambelán de la Corte, pero su aspecto es el de un animal salvaje: gruñe, sisea, muestra sus colmillos, y sus ojos amarillos destacan en su rostro blanco como la cera.
// Entran en escena: Durius, Capitán Zarak. - Proceden de: Calles de la Ciudad.
Los pasos del negro corcel resonaron en el suelo de piedra. Traspasada la puerta principal, Durius tiró de las riendas y detuvo a su montura. Su mirada verde escudriñó el lugar, vacío de vida, los guardias ducales inconscientes fruto de un pavor que no alcanzaba a imaginar. Un gruñido, acompañado de un siseo, desvió su mirada hacia el rincón en el que una extraña criatura se agazapaba, todo rastro de humanidad perdida. Supo quien era pues no necesitaba de sus ropajes para averiguarlo.
-Otto -dijo con voz suave, imponiéndose a cualquier otro sonido-. Otto. Cálmate -su mano estaba apoyada en la empuñadura de forma descuidada-. Capitán, manteneos tras de mí. De hecho, cerrad las puertas que hemos cruzado. No deseo que nada entre... ni salga. Otto, mírame. Soy yo, Durius.
La piedra sollozante solo fue el primero de los horrores que les dio la bienvenida al castillo. Cumplida su labor, los guardias se desplomaron antes de pronunciar una sola palabra. En un rincón del patio, apenas visible entre las sombras, el Chambelán había mudado su cultivado semblante y su expresión desdeñosa en el de una bestia salvaje.
Ferenk sabía el aspecto que él mismo mostraba cuando dejaba que su don lo dominara. Lo había contemplado aquel día en el rostro de Carcelero. El don del Chambelán era más profundo, y sin embargo, no era capaz de contemplarlo sin horrorizarse.
Atendió la orden de Durius sin demora. No deseaba seguir viendo a Otto de Sajonia en ese estado. Y si el Secretario no podía arrancarlo de aquel estado, nadie podría hacerlo.
Absorto en mi frenético miedo trato de calmarme al escuchar una voz.
Motivo: Templanza
Tirada: 3d10
Dificultad: 7+
Resultado: 10, 10, 2 (Suma: 22)
Exitos: 2
Motivo: Valor
Tirada: 2d10
Dificultad: 7+
Resultado: 7, 1 (Suma: 8)
Exitos: 1
Motivo: Per+Consc
Tirada: 5d10
Resultado: 10(+7)=17, 7(+7)=14, 6(+7)=13, 5(+7)=12, 4(+7)=11 (Suma: 67)
Motivo: Per+Consc
Tirada: 5d10
Dificultad: 7+
Resultado: 7, 10, 7, 1, 1 (Suma: 26)
Exitos: 3
La tercera tirada ha sido un pequeño error... lo siento.
- Con un enorme y visible esfuerzo, el Chambelán Otto logra calmarse lo suficiente para volver en sí.
- Lentamente, su aspecto vuelve a ser algo más humano. Los colmillos se ocultan, los ojos se vuelven de un color normal. Otros signos permanecen: la piel de una palidez extrema, la obvia ausencia de respiración, la temperatura fría de su cuerpo...
- Otto se despeja y percibe con extrema claridad a los dos recién llegados.
Poco a poco voy volviendo en mi, la voz es cada vez más conocida hasta darme cuenta de que es el señor Durius.. Cierro los ojos y los vuelvo a abrir tratando de apartar la visión de mi frente... pero no es así. Al parecer, el señor ha vuelto. Con la cara de sorpresa, me levanto lo más dignamente posible, mirándole fijamente.
-Mi señor Durius... ha regresado...
Miro a un lado y veo al capitán
-Capitán...
Me recompongo y hago una reverencia.
-Mi señor, estamos siendo atacados por una... criatura... antigua, embutida... en una armadura indescriptible. No he podido... aguantar su presencia. No se cuánto llevo en este estado. Mis disculpas mi señor. Está en la mazmorra.