Partida Rol por web

Espero a que todo el mundo coja sus bandejas tras lo cual cojo el faisán que irá destinado a la señora Svitlana y su hija así como el del niño.

- En marcha. - digo saliendo de la cocina hacia el patio para luego ir al Salón Principal. Démonos prisa para que no se enfríe la comida.

- Visany, no puedes dejar que nada más salga mal. - me digo a mí mismo. El futuro de tu familia depende de como se desarrolle el resto del convite.

En el momento en que se encontraban organizando todo para llevárselo, en las cocinas entró la Dama Radovina seguida de su fiel guardia Boru.

Todos los criados parecen bastante atareados, tanto los Basarab como los propios del castillo, organizándose para llevar al salón unas cuantas bandejas con manjares calientes. 

En una esquina se encuentra el ama de llaves Mariana, sentada en un taburete, y siendo atendida por el maestro Maserrak. 

- Señora. - le digo. Vuestra Ama de Llaves se encuentra en esa esquina. - le digo. Está siendo atendida por Maese Maserrak.

Me detuve antes de abandonar las cocinas pues el resto de sirvientes ya habían entrado y no había necesidad de buscarlos.

-Bien, señor Maserrak, creo que ya estamos todos. ¿No teníais algo que comentarnos a los sirvientes? 

Al abrir la puerta con las caderas, se encontró a una de las novias, la hermosa dama de los ojos rojizos. Tras parpadear con cierta confusión acertó a abrirla del todo sosteniéndosela para que pasara ella y su caballero, mientras sus brazos temblaban ligeramente por el peso de las bandejas.
-Señora...-saludó agachando la cabeza mirándose los pies con sumisión. Habría salido y llevado la comida, que no debía demorarse ni un segundo más, pero la cuñada de Innya habló de forma clara y concisa. Maserrak tenía un mensaje para el servicio y más le valía al hombre darlo en breves o sería él quien encarara a los salvajes hombres que aguardaban en el salón. Lo que le recordó que había dicho a Mariana que se prepararía algo para ella y si estaban ahí siempre podían encargarse de ello mientras el resto estaban en el salón-En los cajones del fondo hay lavanda, Maserrak, si podéis poner agua a calentar con la lavanda, le hará bien a Mariana para el dolor cuando se enfríe-y cuando pueda beberla.

Se acercó al lugar donde Mariana estaba siendo atendida por Maserrak. Dejó que la joven sirvienta sostuviera la puerta, pero pasó junto a ella sin mirarla siquiera, y sin responder al joven Visany. Innya no supo si por soberbia, o indiferencia, o quizá estaba demasiado pendiente de su Ama de compañía.

Avanzó hasta ella, los labios apretados.

Sin dejar de mirarla, sin embargo, la pregunta pronunciada con un suave tono comedido, con la voz aterciopelada y cálida que pocas veces se escuchaba, no fue para la mujer herida.

-Maestro. Quizá queráis explicarme qué ha sucedido. Exactamente.

Me di al vuelta al escuchar que me llamaban y reconozco que me sobresalté un poco, demasiada gente para tan poco espacio: Innya, Visany y Niziya (que aún no se había marchado), los siervientes Basarab y ahora también Radovina...

"¡¿Radovina?! - pensé sorprendido.- Esto no tiene ningún sentido..."

Abandoné mi tarea por un momento, pero me sentí abrumado por las miradas, tanta gente pendiente de mi...

- Ejem... - carraspeé antes de comenzar.- Vaya... creo que nos estorbamos un poco - me dirigí a aquel que parecía el portavoz de los sirvientes de los Basarab.- Si sois tan amable de adelantaros con la comida, vuestro señor y sus hijos estarán impacientes... - le dediqué una sonrisa nervioso, confiando en que entendiera la situación.

En cuanto los sirvientes Basarab abandonaron la cocina con las bandejas me permití un leve suspiro, no quería que una advertencia pudiera convertirse en una falta de respeto hacia su señor.

- Innya, no me gusta lo que he visto en el salón, debéis andaros con ojo - le dije rápidamente, antes de que entrase nadie más en la cocina.- Tenéis que evitar hablar con los invitados, limitáos a servir y salid del salón lo antes posible... será mejor que le digas a los sirvientes Basarab que se queden en el salón para atender a sus señores, no conviene que anden merodeando por el castillo, así vosotros prodéis dedicaros a llevar la comida y traer las bandejas vacías - mi tono se volvió suplicante.- Por favor, tened mucho cuidado, el Boyardo no está de muy buen humor... Pero eso no es asunto vuestro, si hay problemas, que se ocupen los anfitriones.

Esperaba que con aquella advertencia pudiera ponerles a salvo. No sabía lo que estaba ocurriendo en el salón en aquellos momentos, pero no dejaba de pensar que un pequeño ejército estaba sentado a la mesa y los aceros podrían comenzar a chocar en cualquier momento. No quería que gente inocente tuviera que pagar por las imprudencias de otros.

- ¡Oh, Dama Radovina! Vos deberíais estar compartiendo estos momentos con vuestro... esposo - aquella palabra me pesó como una enorme roca.- No debéis preocuparos, yo me ocuparé de ella, estará bien.

Al salir de la cocina, los otros criados cargan los cerdos y tú una bandeja con medio faisán. Toda la comida la vas dejando en la mesa de tus amos y solo para el uso de ellos. Vais sirviéndoles un poco de cada cerdo a cada uno.

-Cerdo asado relleno 1: el del relleno de miel, vino y pan tostado.
- Cerdo asado relleno 2: el relleno de salchichas de hígado.
- Cerdo asado relleno 3: el relleno de sesos y huevos.

Tanto los cerdos como los faisanes están muy hechos, pero en ningún caso llegaron a quemarse.

Por fin tuve un momento para examinar la herida del ama de llaves, que al fin y al cabo era a lo que había ido a la cocina. Sin embargo, tanta gente pendiente de mi, tanto entrar y salir de gente y tanta responsabilidad asumida tontamente hicieron mella en mi concentración. Dudé al actuar, no supe bien cómo hacerlo, había mucha sangre... al tratar de mover el hueso desencajado se escuchó un fuerte crujido y la mujer se desmayó.

- ¡Maldita sea, yo no soy médico! ¡No soy médico! - grité perdiendo los estribos mientras sujetaba a la mujer para que no cayera al suelo.

Los recuerdos del viaje hasta Alba Iulia vinieron a mi como un torrente de emociones. Me vi a mi mismo aquella mañana sujetando la navaja de afeitar y apretándola con fuerza sobre mi cuello. Tuve la misma sensación, que la situación me superaba, que se esperaba de mi algo que no podía hacer y que nunca debía haberme metido en aquello.

Sudaba, miraba nervioso a todos lados, me secaba el sudor con la manga pero volvía a aparecer. De repente sentí mucho calor, estaba agobiado, pero no podía dejar a la mujer en aquel estado.

- Por Dios bendito, que alguien me ayude - dije con desesperación.- Debemos tenderla en una cama o algo...

Los criados Basarab, con Cyrus a la cabeza, abandonan las cocinas cargados de bandejas en dirección al salón. 

Había estado a un lado todo el tiempo en las cocinas observando en silencio. La aparición de la Dama Radovina me había sorprendido tanto como a los demás. Aquellos ojos rojos me habían dejado fría pero al parecer se preocupaba por lo que había pasado pues le preguntó a Maserrak por lo que había ocurrido. En lugar de responder, el maestro de la corte le dio largas intentando que no se preocupara por aquello y le instó a que se fuera con su esposo. Yo di un par de pasos hacia delante y me incliné ante aquella dama.
-Todo ha sido un terrible accidente, Dama Radovina, lamento que esto haya enturbiado vuestro día...-sin llegar a mirarle a los ojos continué hablando mientras la voz me temblaba -...Mariana, le habló a un Basarab y este se lo tomó como una insubordinación...-En aquel momento no quise decir a qué Basarab me refería por que no quería dar demasiados detalles, tal vez aquellas palabras fueran mi perdición pero creí que Radovina debía saber lo que pasaba en día de su boda. Cerré con fuerza la boca frunciendo los labios para no continuar hablando mientras miraba avergonzada hacia el suelo esperando alguna reacción a mi explicación.
Pero antes de que aquella reacción llegara un fuerte crujido llamó mi atención y vi como Mariana se desmayaba. En cuanto Maserrak empezó a pedir ayuda me acerqué a prisa para ayudarle a cargar a Mariana. -Vamos a tenderla en el suelo, no debemos causar revuelo... alguien debería buscar un médico rápido...-

Así que todo el crimen de Mariana ha sido hablarle a un Basarab... y por eso ha sido cruelmente herida. 

Había mucho más, por supuesto. A esa primera información habría que añadirle mucha más, preguntas y preguntas nacieron en la mente de Radovina, pero no era el momento ni el lugar para hacerlas. Ya vendrían luego, cuando las cosas se hubieran calmado. Maserrak estaba sobrepasado, Mariana desmayada, y las cocinas eran un hervidero de gente.

-Gracias Pavetta. ¿Hay algún sanador o un quirúrgico en el Castillo? ¿Alguien que pueda ayudarnos con esa mandíbula? Si sabes de alguien, ve tú a buscarle. Yo ayudo a Maese Maserrak. ¡Ve!

Y sin esperar confirmación por parte de la mujer, que se veía a todas luces eficiente y aplomada, ella misma se arrodilló junto al Maestro. Sin preocuparle su vestido blanco, que ya estaba salpicado de rojo. Poco importaba que a las rosas se sumaran trazas de sangre. Ayudó a tender en el suelo a la pobre mujer, y sacando un pañuelo de su cinto lo pasó por la frente sudorosa de Maserrak, intentando devolverle algo de su control.

-Maese Maserrak, calmaos.  No sois médico, cierto, pero sois lo más hábil que conozco en supervivencia, si las historias que se dicen de vos y vuestro peregrinaje son ciertas en una cuarta parte. Mucha gente os debe la vida, lo hicisteis entonces, podéis hacerlo ahora. Yo os ayudo. Decidme cómo detenemos la hemorragia mientras esperamos que alguien con más conocimientos la atienda. 

Sus ojos buscaron los del hombre, y su brillo chispeó en ellos, aunque esta vez no había fuego, sino un mar aterciopelado bañado por el sol del ocaso. Una mirada que transmitió entereza, confianza. Y quizá mucho más, aunque eso sólo pudo percibirlo aquél que la captó.

Tras escuchar las palabras de Maserrak, Innya, Niziya, Pavetta y Visany se marchan de allí con más bandejas para el banquete.

La sirvienta Elena se queda allí, dado que su señora se encuentra presente, al menos hasta que ésta decida despacharla. 

El maestro Maserrak y la Dama Radovina se quedan junto a la inconsciente ama de llaves Mariana.

Al poco, Tiberiu llega desde el patio, acompañado de Lindor.

En las cocinas está el maestro Maserrak, junto a la Dama Radovina, atendiendo al ama de llaves Mariana, que parece haberse desmallado. Apartado un poco se encuentra también el guardia Boru.

RADOVINA:

- Puedes hacer una tirada oculta de Inteligencia + Medicina. Dados de 10 desglosados a dificultad 7.

- La cosa está difícil con el estropicio que ha hecho el Maestro Maserrak.

- No te consta que haya ningún quirurgo en el Castillo. Maserrak es lo más parecido al galeno de la Corte que hay.

Traté de evitar la mirada de Radovina, pues temía encontrar en ella algo desagradable. Prefiría quedarme con la mirada de aquella mujer dulce, con ganas de aprender y convensar, no con la imagen de una joven que pronto no sería más que una sombra de lo que un día fue, condenanda a una vida de servidumbre y Dios sabe qué bajo las garras de aquel monstruo que tenía por marido.

No me habría sentido capaz de aguantarle la mirada, no después de haber sido incapaz de atender a aquella pobre mujer ¿Qué hacía yo cuidando de aquella gente cuando lo que debería estar haciendo era huir? Huir como una vil rata que se esconde en su ponzoñosa guarida para surgir de nuevo en mitad de la noche, cuando nadie pueda verla.

Un suspiro ahogado y mi angustiada mirada volvió a centrarse en el ama de llaves.