Partida Rol por web

- Visany va y viene de las cocinas al patio, y de allí al salón principal, varias veces a lo largo de todo el día. Es como si, con su esfuerzo, pretendiera borrar el desastre de las bodas de anoche.

Una horrible criatura acababa de saltar sobre mí y devoraba mis tripas con una enorme sonrisa. Otros como él reían chirriantemente mientras devoraban a mis hijos. Notaba cómo la vida escapaba de mi cuerpo con cada bocado, apenas podía moverme, cuando de pronto, una última dentada en la yugular y...

Y desperté de un sobresalto. Me incorporé y quedé sentada en el suelo. El frío sudor recorría mi frente y también el resto de mi cuerpo, a chorros. Pero no hacía calor. Era puro miedo saliendo de mis poros. ¿Una pesadilla? Sí, debía ser eso. Pero, ¿fue todo una pesadilla? ¿Los sucesos de la noche anterior también?

Recuperé un poco la compostura y empecé a respirar a ritmo normal. Estaba en la cocina, rodeada de los otros sirvientes. Busqué rápidamente con la mirada a mis familiares. Visany estaba allí. Un suspiro dio fe de mi alivio. De pronto vienen a mi cabeza recuerdos, como de una duermevela, en los que unos guardias se llevan a Dagu y a Innya de las cocinas en mitad de la noche. Lo atribuí a mi sueño, pero al no encontrarles en la cocina, me di cuenta de que fueron reales. Quise decir algo, pero las palabras se trabaron en mi garganta. No pude preguntar por los sucesos de la noche anterior, me quedé en silencio, observando.

En cualquier caso, me levanté con las pocas fuerzas que tenía (desde luego, el sueño no había sido reparador y tenía la sensación de que los horrores de esa noche me acompañarían aún por largo tiempo en mis noches de vigilia: estaba agotada) e intenté ayudar con el desayuno, a pesar de no tener demasiada hambre. La carnicería de mi sueño me había cerrado el estómago.

-Buen día -saludé por fin al incorporarme.

Me alegré de ver la madurez que había alcanzado mi hijo Visany y la diligencia con la que nos dirigía a todos durante todo el rato, mientras iba y venía. Eché en falta algún gesto algo más cálido por su parte hacia mí, tal como Dagu había hecho la noche anterior, trayéndome al lecho. O al menos, alguna palabra dirigida a mí...

Permanecí en la zona del servicio todo el rato, pues no me atrevía a salir a buscar a mi hijo Dagu, a pesar de que la angustia me consumía. Aún no era parte del servicio del castillo y no tenía claro si finalmente llegaría a serlo, así que preferí no merodear para no llamar la atención (para bien o para mal).

¿Estará bien? ¿Y Innya? ¿Estará con él?

- "Dicen que los Dravescu han muerto, asesinados en sus camas por el Caballero de los Cárpatos. Y que ellos mataron al Senescal primero..." -

-La muerte tiñó estas paredes y estos suelos esta noche, Gretta -comenté, afligida, pero no sorprendida por la noticia-. Sólo el Señor sabe qué aberrantes atrocidades se cometieron realmente... -me santigüé, aunque Perún era quien estaba en mi mente, y le pedí para mis adentros que Dagu e Inniya estuviesen bien. Estaba deseando que en algún momento Visany volviese para poder preguntarle si sabía algo de su hermano y su tía, pues no me atrevía a pasear yo sola por el castillo. Si no sabía nada, al menos podría acompañarme... Quizá Durius supiese algo. Sólo esperaba que estuviesen bien, que el tiempo pasase para que los eventos de anoche se olvidaran, y poder saber si finalmente mi servidumbre en el castillo sería definitiva o no.

PRIMERA HORA TRAS EL OCASO.

- El Lacayo Mikail entra en las cocinas procedente del Patio del Castillo.

Mikail entra en la zona de servicio con su peculiar caminar, algo amortiguado para no hacer mucho ruido por si dormían, y la cara algo seria. Sin embargo, se esfuerza por mostrar una arrebatadora sonrisa a aquellos con los que se cruza. La última vez que estuvo en las estacias no fue nada agradable, pues tuvo que llevarse a Innya y Dagu ante la presencia del Chambelán Otto. Le hubiera gustado tranquilizarlos, pero delante del par de esbirros del Carcelero no era plan. Las órdenes habían sido firmes y claras.

 Se adentra en la cocina y el crujir de una fruta en su boca indica que ha venido a por algo de comida.

-¡Por favor! ¡Por favor! ¿Qué ha sido de ellos? ¿Qué ha pasado con Dagu e Innya? -al ver al hombre que se llevó a mi hijo y mi cuñada en mitad de la noche, reconocí su rostro de inmediato. Me encontraba medio dormida y aterrorizada cuando sucedió, pero no tenía la menor duda de que era él. Rompí a llorar abalanzándome desesperada sobre él para rogarle unas palabras, que me dijese que mi familia estaba bien -¡Por favor, dígame que están bien! ¡Por favor!

Las lágrimas de rostro empezaron a gotear sobre su uniforme mientras, arrodillada, suplicaba agarrándome a sus piernas.

- ¡Tchss!- Mikail se llevó el índice a los labios y con gestos pausados recibió a la mujer entre sus brazos- Silencio mujer ,  baja esa voz o despertaras a todos.- Mikail secó las lágrimas de la mujer con la manga de la camisa y la tomó del mentón para levantar su rostro y enfrentar sus ojos con los suyos. Después la habló en susurros.

- Debes tranquilizarte. - Los ojos de Mikail no dejaban lugar a dudas. Si la mujer no se tranquilizaba no hablaría con ella. La cogió firmemente de los brazos para ayudar a que se levantara- Los dos fueron llevados a las mazmorras por órden del Chambelán Otto. - Esperó a que la mujer asimilara la noticia por si debía taparle la boca para que no hiciera ruido. Después trató de dejarle ver que Visany y él se ocuparían-Visany está fuera, en el patio, hablando con el Primer Caballero y con  el Chambelán. - Mikail, no sabía como exponerle a la campesina su situación. No era el momento, tenía algo que hacer muy urgente-  Voy a coger algo de la bodega, no tardaré mucho. Espérame aquí lo más tranquila que puedas y haz como  que duermes. Cuando vuelva te contaré lo poco que sé.  - Ahora la voz de Mikail se volvió dura y fría como el hielo. - Si no lo haces así no sabrás nada, ¿entendido?- No quería oir más llantos de campesina ni que le siguiera como si fuera un paño de lágrimas.

No se encontró el ambiente tranquilo que le hubiera convenido al entrar en la zona de servicio. El amor de madre podría echarlo todo al garete. Sopesó la posibilidad de abortar la visita nocturna a la mazmorra, pero esperaba que la mujer se quedara tranquila. Le había tentado con la fruta madura de la información y amenazado con no contarle nada, por lo que esperaba que se volviera a tender en su catre y a simular que dormía hasta que él volviera. Ya le contaría cualquier milonga si es que conseguía volver. Primero quería hablar con Dagu y luego, quizás, aprovecharse de la mujer con el tema de Innya.

Una vez en las bodegas  saboreó el néctar dulce de la fruta en su boca. Inmediatamente la escondió entre sus ropas. Mejor una fruta mordida que nada. Trató de ajenciarse con algo más de comida, poca cosa, y algo con lo que Dagu pudiera refrescarse el gaznate y que no fuera el agua sucia que seguro le daba el carcelero. Si le pillaban sólo tenía que decir que le había entrado hambre, no había problema. Lo difícil venía ahora. ¡Ojalá fuera una vil rata para escabullirse con facilidad!

Sabía que no tenía mucho tiempo, así que no dudó mucho y lo hizo. Se recogió el pelo, se cubrió la cabeza con la capucha y, tras echar una última mirada alrededor,  con movimientos felinos,  se adentró en la oscuridad en dirección a la mazmorra.

Había sido comrpensivo, gracias a Dios. Sequé mis lágrimas con las mangas de mi camisa e intenté tranquilizarme como me decía. 

¿A las mazmorras? Dios mío, ¿Pero por qué? Por suerte, Visany al menos está bien...

-Lo... Lo siento. Así lo haré. Esperaré. Gracias, mil gracias, de corazón.

Sin más me senté en el suelo, intentando controlar mis emociones como mejor podía.

- Uno de los accesos a las Mazmorras es a través de las bodegas. Mikail, tras hablar con Niziya, se encamina silenciosamente hacia allí.

Continué allí sin salir de las cocinas mientras esperaba ansiosa el regreso de Mikail con noticias de mi familia. Trapo en mano, me dediqué obsesivamente a eliminar cualquier rastro de suciedad que me encontrara. ¿Qué otra cosa podía hacer para matar el nerviosismo? Estuve de un lado para otro, intentando ocupar mis pensamientos en algo que no fuesen los horribles hechos que desde la noche pasada me atormentaban y en que mi cuñada y mi querido hijo mayor estaban, quizá, en peligro.

Cuando llegué a las cocinas me llegaron las noticias de que se habían llevado a mi hermana y a Dagu a saber donde, la preocupación casi me volvió loca, no podía estar quieta entraba y salía contínuamente de las cocinas. Al escuchar de lejos los gritos de Niziya preguntando por ambos corrí hacia las cocinas pero una vez allí no vi con quien hablaba -¿Se sabe algo ya de Innya y Dagu?- pregunté angustiada.

- "He oído que siguen prisioneros de Carcelero por orden del Chambelán, y que éste aún no ha decidido su destino final..." -

-Dios misericordioso, no seas agorera, Gretta. ¡Es nuestra familia! ¡No han hecho nada, estoy segura! ¡Son inocentes de cualquier cosa que se les pueda acusar! ¡El Chambelán no puede...! -me mordí la lengua antes de terminar la frase - Están en las mazmorras, Pavetta. Estoy esperando el regreso de Mikail, que allí se ha dirigido, y ansío que traiga buenas nuevas...

- "Creo que... les culpan por el desastre con los Basarab en las bodas..." -

Las palabras de Gretta me sentaron como un jarro de agua fría. Sabía que algo había pasado con Innya, sabía que algo no iba bien desde que se la llevaron los hombres de Radovina, pero, ¿Dagu? Me negaba a creer que mi hijo tuviese nada que ver.

-Dagu... Dagu es inocente. Nada ha tenido que ver con este desastre, estoy segura... Espero que el Chambelán sepa ver la verdad tras sus palabras. 

Mikail, ¿dónde estás? ¡Regresa de una vez! ¡Necesito saber que mi hijo está bien!

Mi cuñada también me preocupaba, pero en momentos de preocupación extrema, la sangre es más densa que el agua. Mi primogénito, la sangre de mi sangre, el primer hijo que ocupó mi vientre...

Mi angustia iba en aumento con cada segundo a la espera del regreso de Mikail con noticias.

La noche acaba y mis ojos se abren horas después de lo que deberían. Ha sido una noche larga y mucho más intensa de lo que jamás había sido la vida para mí. La boda con todos sus inconvenientes, la lucha, la muerte del Basarab que no parecía ser humano y cuyo cadáver se deshizo en cenizas, finalmente la transformación del Guerrero de Sangre en una bestia lupina. Los recuerdos parecen borrosos y no podría fiarme de ellos ni de ningún detalle, pero recuerdo lo ocurrido lo suficiente como para no ignorar los hechos.

Me despierto con miedo y tiritando de frío a pesar de que no hace una temperatura tan intensa. Al lado mío no está mi madre, tiene que haber salido a algún lado mientras yo dormía. Logro vestirme de a poco, mientras mis manos tiemblan, poniéndome digno de estar en la corte y en las otras actividades que requieran de mí en el día que se cierne.

Una vez he logrado prepararme para salir de mi nueva habitación, más grande y espaciosa de lo que estoy acostumbrado, salgo en dirección a la cocina, para así saber qué ha pasado y saber qué se requiere de mí y en qué puedo ayudar. Ha sido una noche intensa y lo lógico es que haya mucho que hacer para poner el Castillo en condiciones.