- Aldriu y Valdav se dirigían hacia el túnel que da al exterior, a las ruinas, cuando escuchan claramente el sonido del sarcófago de piedra al abrirse en la Cámara Mortuoria. El Amo ha despertado después de siete años.
Ah... milagroso. El Amo se ha alzado a pesar de los intentos de Aldriu de volcar jarrones y respirar del aire de la cripta. Tan virtuoso es el ímpetu del Koldún.
Amo, nuevos días tenga. Los Basarab han llegado, con una ofrenda.
Igor cojea hasta el jarrón de bronce, y lo endereza para luego pulirlo con la tela de su manga. Ahí está, en el reflejo del metal, el rostro apolíneo calavérico del más hermoso ser que posó el pié sobre la faz de la Cristiandad.
Con la cripta vuelta a cómo debe ser, lo siguiente es la armadura. Se la lleva al Amo apartando la vista que através del bronce clavó.
¿Me permite, Amo? ¿O prefiere que echemos a patadas a esos Basarab?
Hago un signo afirmativo para que me ayude con mi armadura completa, símbolo de mi fortaleza y de mi ser guerrero, algo que hace muchos años que no hago pero que jamás se olvida. Cuando se es un cazador, un asesino, nunca se olvida como matar. Una vez ha terminado de colocarme la indumentaria necesaria para estar presentable, miro hacia la salida mientras respondo:
- "Les recibiré. Hace tiempo que no veo a nuestros aliados y me caería muy bien un aperitivo. ¿Donde están mis otros siervos?"
Pregunto mientras comienzo a caminar lentamente hacia la puerta que comunica mi cámara mortuoria con el resto de las catacumbas que me han servido de refugio todos estos años.
Haraganeando, seguro, Amo. Se acostumbraron a la inactividad y al ocio al no saber cuando despertaríais. Aldriu está con los Basarab ahora. Al Krevcheski hace que no le veo días, desde que salí a por la última sangría a una aldeana, pero es lo normal teniendo en cuenta el tiempo que paso aquí.
Arrimó la silla para ganar altura, y así poder colocar el peto. Por la espalda el Amo olía tan bien a dulce putrefacción y muerte... No es de extrañar que los Basarab quieran audiencia para poder admirar toda esta belleza. Tras ajustar las cinchas vinieron los detalles... las hombreras... los guanteletes...
Listo, Amo.
Al terminar, Igor se apresuró a abrir la puerta para el paso del gran Koldún.
Tras terminar de colocarse la pesada armadura con ayuda del Ayudante de Laboratorio, el Koldun sale de la Cámara Mortuoria, cruza el Laboratorio y llega a la Cámara Principal, donde se asienta su oscuro trono de negra madera.
Está listo para recibir a los penitentes y tributarios Basarab.
A su señal, Aldriu y Valdav siguen su camino hacia el exterior, para recibir a los visitantes.
// Salen de escena: Aldriu, Valdav. - Siguen en: Tirsa de Balgrad.
UNA HORA DESPUES DE MEDIANOCHE, CINCO DE MAYO DEL AÑO DE NUESTRO SEÑOR DE NOVECIENTOS CINCUENTA Y OCHO.
Mis pasos resuenan pesados en el suelo de piedra a medida que avanzo hasta mi sitio de honor en el salón. Mi armadura es lo más pesado que un hombre puede portar y mi capa de color rojo sangre se arrastra por el suelo tras mis pasos, de un aspecto imponente a pesar de la destrucción que ha ido sufriendo por los años en este submundo oscuro y húmedo.
Una vez he llegado a mi trono de madera negra, me siento en él y apoyo mis codos para cruzar mis dedos delante de mi rostro. Espero a la aparición de mis siervos y de los emisarios Basarab, familia con la que tenía un trato y que no ha cumplido del todo bien en los últimos años.
DOS HORAS DESPUES DE LA MEDIANOCHE, CINCO DE MAYO DEL AÑO DE NUESTRO SEÑOR DE NOVECIENTOS CINCUENTA Y OCHO.
- Valdav Krevcheski regresa a la guarida del Koldun del Agua Negra utilizando una entrada secreta a las catacumbas en las ruinas de la superficie.
// Entra en escena: Valdav. - Procede de: Tirsa de Balgrad.
- Valdav ha regresado ante su Amo, pero guarda un obstinado silencio, aunque aunque sólo dura unos momentos, en el silencio de las catacumbas parece durar como días.
Igor no tenía claro si el Koldun recibiría allí a los Basarab o saldría él a ver a los invitados. La etiqueta no era la especialidad del jorobado. Permaneció fielmente inclinado, a un lado del trono, por si era menester del Amo usarle de mesa, o si por contra le prefería frente a él, poder ocupar rápidamente el lugar a modo de reposapies. Pero ni el Amo se pronunciaba en ese aspecto ni el necio Krevcheski acertaba a articular palabra.
¡Aaaaagh! ¡Habla de una vez, que me tienes en ascuas!
— Amo— dijo, visiblemente sorprendido al ver al Koldun en pie — Los Basarab han traido un tributo para vos. Milicianos defensores de Alba Iulia capturados por ellos mismos. Y arden en deseos de hablar con vos, aunque se han mostrado ciertamente mezquinos y ligeramente pretenciosos — se inclinó, en una pronunciada reverencia cargada de respeto hacia el antiguo Koldun.
- Sentado en su trono negro, el Koldun mira a Valdav silenciosamente, mientras pequeñas arañas corretean por la estancia.
La imagen de uno de mis sirvientes se ve entrar en la sala y me saluda de forma respetuosa, hablándome de los invitados. Sonrío con mi cadavérico rostro antes de contestarle:
- "Mi pequeño Valdav, hacía tiempo que no te veía. Quiero que dejes entrar a los Basarab. Han sido años de silencio, quiero escuchar voces ahora."
Muevo mi mano en signo de que salga de la sala para hacer pasar a los visitantes, quienes pueden darme un buen festín, algo que deseo mucho en este momento.
¡Voces ahora!
Si ese era el deseo del amo, Igor añadiría su propia voz.
Ya has oído al Gran Koldun, Krevcheski: haz pasar a los invitados.
Una de las arañas subía por el lateral del trono. Como un resorte, el jorobado alargó la mano y se llevó la presa a su boca. Crujiente. Insípida. Todo le sabía a arena. Y aún así, haber devorado a esa araña le producía una reconfortante sensación de saciedad. Era el placer de acabar con una vida, minúscula y miserable, tan insignificante como lo era el propio Igor.
El hombre asintió gravemente, aunque en su interior sentía que aquello era un error. Era violar su santuario, indicar a otros donde se encontraba el escondite del Koldun, y también el suyo, por supuesto. Pero el amo había hablado, y debía obedecer. Era el único modo de progresar en la búsqueda que consumía su existencia.
-Como ordenéis, amo-y, tras otra servil reverencia, se marchó para avisar a los Basarab.
Sale de escena: Valdav Krevcheski.
Pnjotizado.
- Valdav sale de las catacumbas por una salida oculta que conduce a las ruinas en la superficie.
// Sale de escena: Valdav. - Sigue en: Alba Iulia.
- Poco después, el noble erudito Valdav Krevcheski regresa acompañado de tres fornidos caballeros Basarab. Llevan tremendas armaduras pesadamente acorazadas y se mueven con relativa soltura. Es casi seguro que unos humanos corrientes apenas podrían moverse portando armaduras como esas, una vez descabalgados.
- Tras cruzar un largo túnel, Valdav les conduce a una amplia sala muy mal iluminada presidida por un gran trono de madera antigua y completamente negra. En el trono se sienta una figura pesadamente acorazada que parece envuelta en una densa negrura del corazón y del alma.
- A un lado del trono, de pie y en actitud abiertamente sumisa, se encuentra un jorobado contrahecho medio envuelto en las sombras reinantes de la sala, apenas iluminada por unas escasas pálidas antorchas que desprenden un fantasmal fuego blanquecino que no calienta nada.
// Entran en escena: Valdav Krevcheski, Iador Basarab, Barakta Basarab, Molensk Basarab. - Proceden de: Alba Iulia.
Según entramos observo la sala con ojos inquisitivos tratando de captar cada detalle. Cuando finalmente mis ojos se posan en la figura que reposa en el trono veo por primera vez al famoso Koldun del Agua Negra. También lleva una pesada armadura lo que me da a entender que seguramente fue un poderoso guerrero una vez como mortal. Y no dudo que a día de hoy siga siéndolo. Más terrorífico y más peligroso si cabe.
Luego mis ojos reparan en el extraño lacayo, el jorobado. No recuerdo haber oído hablar de él a mi Padre. De momento no tiene importancia. Dirijo mi mirada hacia el siervo Valdav esperando que sea él quien nos presente ante el Koldun como dicta el protocolo. Normalmente dadas las circunstancias no esperaría a las palabras de un simple lacayo, pero el Koldun es un ser sobrenatural extremadamente poderoso y necesitamos su ayuda. No pienso ofenderle ni permitir que ninguno de los míos lo haga. Considero innecesario lanzar una mirada de advertencia a mis hermanos. Imagino que saben que no deben tomar la palabra al menos hasta que yo hable. Estoy cansado y hemos invertido mucho tiempo y esfuerzo en llegar hasta aquí. Veremos si los antiguos pactos entre el Koldun y la casa Basarab pueden retomarse o si todo esto ha sido una pérdida de tiempo.
Al fin había llegado el momento. Allí, ante nosotros, el poderoso Koldun del Aguanegra. Ahora es cuando debíamos, más si cabe, extremar las precauciones. No había tenido nunca trato con el viejo aliado de la familia, pero su fama le precede, y era mejor prevenir que curar. Según tenía entendido, el Koldun se ofendía con facilidad, por lo que decidí, al igual que mis hermanos según parecía, guardar silencio hasta que él tomara la palabra o uno de los siervos nos presentara.
Miré con desconfianza al que se encontraba junto a él. Algo en su rostro me decía que era mucho más peligroso de lo que podría parecer a primera vista por su aspecto físico. Debía tratarse, sin duda, del siervo personal del Koldun, algún tipo de "protegido", o una suerte de consejero.