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[DM08/20] La Telaraña

⋩ Capítulo 5: Festejos II (Bessa + Clarinthe) ⋨

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19/08/2020, 22:15
Narración

4º día del Herrero. Mes del Doncel. Año 242 D.D.

Primera hora de la tarde.

Lugar: Aposentos de Ser Clarinthe.

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20/08/2020, 00:35
Ser Clarinthe Tully

Los guardias Tully que vigilaban ante la puerta de Ser Clarinthe apenas  tardaron un momento en dar el paso a lady Bessa, como si ya supieran que la joven iba a pasar por allí. Tan sólo anunciaron su nombre y se apartaron dejándola entrar.

Una vez que pasó al interior de la estancia, Bessa pudo ver a Ser Clarinthe vestida con ropa más cómoda que en el torneo o en la cacería. Llevaba simplemente unos pantalones y una camisa, combinando los colores de su Casa. Por lo demás, estaba descalza. Se encontraba ante una mesa, en mitad de la escritura de una carta. Cuando ella entró, se puso en pie.

—Lady Bessa, me preguntaba si vendríais —dijo formando una media sonrisa—. Pasad, por favor. Poneos cómoda, como si estuvieseis en vuestra casa —bromeó.

Mientras hablaba sirvió un par de copas de vino especiado y le acercó una a la joven. Parecía contenta con la visita, aunque también tenía un deje de preocupación en la mirada. 

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20/08/2020, 02:03
Bessa Hawick

Bessa pasó a los aposentos después de que le cedieran el paso. Portaba un vestido largo de color verde oscuro, de tela fina y manga larga, era una prenda sencilla sin ningún motivo más allá de una pequeña cenefa que adornaba el final de la falda. Su pelo seguía recogido por la misma trenza que se había hecho esta mañana. Evitó mirar demasiado tiempo a sus pies, pero le pareció que para esperarla había decidido vestir de una forma demasiado informal.

Os dije que lo haría, Ser Clarinthe ―respondió, como si le hubiera extrañado esa duda―. Gracias ―respondió caminando hacia la mesa en la que había estado escribiendo la carta.

La joven tomó la copa de vino con cuidado, mirando su contendido, y mostrándole una sonrisa antes de dar un pequeño sorbo en el que solo mojó sus labios levemente. Luego se quedó mirándola, sin saber bien como empezar. Sus ojos se fueron moviendo hacia su hombro y suspiró.

Espero que estéis más descansada ―dijo, haciendo un pequeño gesto con la copa en dirección a su hombro―. Sé que sois resistente, pero siempre tenemos un límite. ―Hizo una pausa, moviendo las manos que sujetaban la copa de forma nerviosa―. Sabéis por qué he venido, y sé que no os resulta grato hablar de ello, por eso quería disculparme en primer lugar ―añadió, realizando una leve inclinación.

¿Os preocupa esta conversación, o es otra cosa? ―preguntó, mirando hacia ella.

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20/08/2020, 02:17
Ser Clarinthe Tully

La chica correspondió a las primeras palabras de lady Bessa con una sonrisa un poco torcida antes de beber ella también de su copa. Fue un trago algo más largo que el de su acompañante, que completó con un asentimiento a lo primero que dijo luego.

Después, cuando lady Bessa le recordó el motivo por el que estaba allí, la caballera suspiró.

—No os preocupéis, fui yo quien os invitó —dijo antes de bajar la mirada al oír su última pregunta. Al volverla a subir parecía un poco más cercana. Incluso frágil—. ¿Tanto se me nota? —preguntó—. Es otra cosa que no tiene que ver con vos, no os preocupéis. Tampoco quiero molestaros con idioteces.

La joven Tully alzó un poco la barbilla.

—¿Por dónde queréis que empiece?

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20/08/2020, 02:39
Bessa Hawick

Bessa dudó antes de responder para terminar encogiéndose de hombros.

Me habéis dado la impresión de ser una mujer segura, sin ningún temor, y ahora al veros notó que sois alguien a quien no conocía, o no lo suficiente respondió, calmada―. Sea lo que sea, si deseáis compartirlo, os escucharé con gusto por el detalle que habéis tenido conmigo al prestaros a hablar de mi prometido. Por supuesto, solo si queréis hablar de ello.

Su pregunta hizo que la joven bajara la vista pensativa, sin saber bien por dónde quería realmente que empezara. Se tomó un rato, antes de volver a mirarla. 

Supongo que con saber las razones por las que no os gusta mi prometido tendría suficiente, pero sentíos libre de empezar por donde vos creáis que debéis hacerlo, pues no conozco nada más allá de lo que comentasteis sobre que había entrado en vuestra tienda mientras estabais únicamente cubierta por vendas ―contestó, indicando con su mano sus propios pechos―. Él me dijo que fue un mal entendido, pero si creéis que no fue así, me gustaría que me lo contarais.

»Pero por favor, sed sincera conmigo. No quiero escuchar más mentiras en lo que me queda de día, o que se me oculten detalles cuando pregunto la cosas, no me resulta agradable. Creo que lo comprenderéis si recordáis la conversación que tuvimos esta mañana.

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20/08/2020, 02:48
Ser Clarinthe Tully

Ser Clarinthe escuchó a lady Bessa con interés, y pareció gustarle lo que oía al principio. No sólo la parte de lo valerosa que era, sino sobre todo lo de que aún no la conocía lo suficiente.

—He pasado muchos años admirando a alguien que ha resultado ser una alimaña —explicó en resumidas cuentas, antes de torcer el gesto—. Otra vez. Pero no os preocupéis. Aunque accedáis, no es a eso a lo que habéis venido.

Dicho aquello tomó aire.

—En primer lugar, quiero que no os equivoquéis conmigo. Lo que dije en la arena no fue un malentendido, pero no porque él pretendiese algo bueno y yo creyese otra cosa. No fue un malentendido porque ambos sabíamos que no pretendía verme sin ropa. Pero en la arena, si podía provocarle, iba a hacerlo. Dije eso, como podría haber dicho cualquier otra cosa. Sólo quería enfurecerlo. Pero por desgracia para vos, vuestro prometido es un hombre sin sangre y sin sal. Ojalá algo así fuera cierto, porque eso significaría que tiene vida debajo de esa cara de pánfilo —comentó aquello a medias con indignación, y a medias con una sonrisa. No tardó en darse cuenta de algo y hablar a modo de disculpa—. Vais a tener que permitirme muchos insultos hacia él si pretendéis que os cuente las cosas.

Esperó hasta que lady Bessa dio algún tipo de consentimiento antes de continuar.

—Mirad, hay algunas cosas que yo no soporto. Una de ellas es a las personas a las que se les regala absolutamente todo. Vuestro prometido tiene la capacidad de poner esa estúpida sonrisa y que todo le sea entregado. Todo. El título de su padre, por ejemplo. Sus tierras. Vuestra mano. Hay decenas de cosas de las que no es digno, y sin embargo le han sido regaladas. —La chica hizo una pausa—. Podéis pensar que es lo mismo con vos, pero creedme: no tiene nada que ver. Vos tenéis una humildad de la que él carece, y es siempre tan rematadamente correcto, tan perfecto... Que sólo dan ganas de romperle la nariz, y hacerle imperfecta la cara.

»De todas formas, hay muchos como él. La nobleza está llena. Pero milady, permitidme que os diga algo. Él me arrebató aquello por lo que yo soñaba desde que tenía uso de memoria, y ni siquiera supo valorarlo. Me lo quitó, lo tomó, lo probó, y lo despreció, abandonándolo. Y para cuando yo quise recogerlo, no quedaba nada.

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20/08/2020, 11:30
Bessa Hawick

Bessa torció el gesto al entender que era lo que molestaba a la caballera. Respiró profundamente, hinchando su pecho y suspiró. Pensó si responder a aquello, pues ella sentía una sensación similar desde este mañana.

Puedo entenderos ―contestó, dirigiendo su mirada hacia la de Ser Clarinthe―. Como queráis, es vuestra decisión.

Al ser participe de lo que realmente ocurrió en la arena y en la carpa donde la habían atendido, Bessa sonrió por ser una situación en la que no había pensado, pues había creído en las palabras de lord Urthen, y creía que todo había sido un malentendido. No era así, y por una parte, le pareció divertido.

Sentíos libre de hablar como queráis, no me ofenderéis ―dijo cuando pidió su permiso―. Solo deciros que no creí que fuera una estrategia de combate. Cuando tiro con arco, busco la concentración y la calma para hacer un buen blanco. Nunca la provocación para que mis adversarios erren el suyo.

Mientras escuchaba las palabras de Ser Clarinthe pensó exactamente lo que luego negó ella, pues tampoco creía que hubiera hecho mucho más para merecer aquello que poseía. Era cierto que tendría que hacerlo y por eso se casaba con lord Urthen, pero hasta ahí no había hecho nada.

Supongo que no lo conozco tan bien como vos, pero sí, también a veces creo que es demasiado perfecto y que algo me está ocultando ―respondió con sinceridad―. Con lo que decís, supongo que ese es el carácter que debo esperar de él.

Bessa puso especial atención a las palabras que realmente creía que eran el fruto de esa inquina, tenía curiosidad por qué podría desear una mujer como Ser Clarinthe, aunque podía intuir algo de ello en todo lo que decía, no estaba segura. Por un momento no supo que decir, pues tampoco conocía lo suficiente a la caballera.

Ahora entiendo porque él y yo somos diferentes, pues yo sé valorar lo que tengo y no lo perderé por mucho pesar que me traiga ―dijo, con la mirada perdida en la habitación―. De verdad que lamento mucho lo que os ocurrió, pues arrebataros vuestro sueño es algo terrible. Pero hay algo que me intriga, ¿sabía él lo que os hacía?

»O simplemente no se enteró, pues ya todo le ha venido hecho desde siempre ―añadió, volviendo su vista hacia ella―. Sé que no es educado por mi parte y entenderé que no queráis responderme, pero la curiosidad me puede. ¿Qué es lo que no supo valorar? ―preguntó, mientras sus dedos jugueteaban con la copa de vino.

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20/08/2020, 12:41
Ser Clarinthe Tully

La caballera tomó las palabras de lady Bessa respecto al primer tema e hizo un gesto con la mano. No le restaba importancia, pues era evidente que para ella la tenía, pero decidía priorizar el motivo por el que la chica había ido allí.

Ser Clarinthe pareció sentirse un poco más cómoda al oír que podía hablar como quisiera. Y a pesar de su seriedad luego rió al oír lo que ella decía sobre el tiro con arco.

—Si tuvierais que provocar a vuestros objetivos, creo que la arquería sería mucho más divertida —bromeó—. En la arena no es como en el tiro con arco, o en las justas. No se trata de dar sólo un golpe certero, mi lady —dijo tratándola con cierto respeto—. Como busquéis quietud y concentración, alguien os partirá en dos mientras tanto.

Después de eso se quedó unos instantes callada, aparentemente reflexionando sobre lo que decía lady Bessa. Su mirada bajó un poco, aunque volvió a buscar sus ojos al contestar.

—¿Sabéis lo que pasa? —preguntó—. Que yo no lo evalúo como hombre, sino como vasallo. Poco me importa si lo hizo sabiendo lo que hacía o sin darse cuenta. De una manera merece mi desprecio, de la otra, mi desdén. Necesito gente capaz a mi lado, lady Bessa, no críos inmaduros que quieren arreglarlo todo con una sonrisa idiota. Porque llegará un momento en que tengamos que imponernos sobre otros Reinos en asuntos bélicos, o comerciales, y entonces él no me servirá de nada.

Tras aquella explicación se quedó mirando a su interlocutora unos segundos. Parecía dubitativa.

—Mi madre no es una persona que ponga las cosas fáciles, lady Bessa, o que se conforme con cualquier cosa —dijo—. Para prepararme para gobernar, me hizo arar la tierra por la que exigimos tributo a los campesinos, para comprender el esfuerzo que supone para ellos.

»Yo iba a ser ungida como caballera en el Gran Septo de Baelor, mi lady. Pasé años entrenando con la tía de vuestro prometido, Ser Alonia. Y os puedo asegurar que su entrenamiento no era como el que vuestra maestra de armas pueda haberle dado a lord Guileon —dijo, sin tratarle por su título de caballero—. Tener como valedora a alguien de la Guardia Blanca es un honor, como podéis suponer. En mi caso iba a ungirme el Septón Supremo e iba estar presente el Lord Comandante de la Guardia Real. —Cuanto más hablaba más se perdía su mirada. Parecía al mismo tiempo melancólica y enfadada—. Pero unas semanas antes llegó vuestro prometido a Desembarco, y todo se fue a la mierda. Le pidió entrenar a su tía con su estúpida sonrisa, y mi entrenamiento quedó de lado. Le pidió entrenar más, y yo me quedé sin maestra, sin contar los años que llevaba ya trabajando. —Ser Clarinthe se echó hacia adelante, apoyándose sobre la mesa y mirando a los los ojos a lady Bessa, que podía ver el fuego en sus pupilas—. Y podría entenderlo si ese fuera el camino que había elegido, si llegase hasta el final. Pero al poco tiempo simplemente se marchó, decidiendo que ya había entrenado suficiente. Ser Alonia decidió que tras él ya no me quería bajo su manto. —Hizo una pausa—. No os hacéis una idea de cuánto sangré por ella, lady Bessa, no os la podéis hacer. Por convertirme en lo que quería ser, y como quería serlo. Llevaba toda la vida preparándome para ello, y vuestro prometido lo arruinó por algo que ni siquiera le importaba lo suficiente.

En ese punto la muchacha se echó hacia atrás, relajando un poco sus músculos.

—Acabó por nombrarme un caballero en el Lecho de Pulgas, y tuve que volver mi Casa con la vergüenza pintada en la cara.

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20/08/2020, 18:35
Bessa Hawick

Cuando Ser Clarinthe se rió, la novia sonrió al ver que sus palabras habían tenido tal efecto. Escuchó sus explicaciones, asintiendo a las palabras que ella daba y dándole la razón.

Espero nunca verme en algo así, sé que no duraría mucho ―dijo, asumiendo una gran certeza―. Sé que no soy una guerrera, aunque quizás con un poco de distancia y un arco pueda evitar ser la primera en caer ―bromeó, como había hecho ella.

Al preguntar por lo que pasaba, Bessa negó moviendo su rostro y se dispuso a atender a su explicación. Las palabras que decía la caballera tenían mucho más interés para ella que las que pudiera haber dicho cualquiera en estos días, salvo quizás las que había compartido con su padre, pues aquellas eran un tesoro para la joven novia.

Os comprendo, pues hay algo de lo que decís que también es mi anhelo ―anunció, mirándola a los ojos―. Supongo que por eso me advertís, pues también soy vuestra vasalla y buscáis algo más en mí de lo que encontraréis en lord Urthen. Os agradezco esa confianza, Ser Clarinthe. Espero no decepcionaros, sé que sois exigente. 

Se fijó mejor en ella cuando notó que se estaba abriendo y contando cosas que quizás no compartía a menudo. La escuchó con calma, poniendo atención en cada una de sus frases. Estas fueron realmente reveladoras, porque aunque comprendía que el combate era una parte importante de su vida, nunca pensó que lo fuera tanto. Al terminar su exposición sobre los hechos, Bessa no supo que contestarle, al menos no en primera instancia. Se quedó mirándola en un reflexivo silencio.

Me gustaría deciros algo para animaros, pero sé que no hay palabras ni gestos que puedan serviros de algo, Ser Clarinthe ―dijo, una vez se vio con fuerzas para hablar―. Ahora entiendo con claridad su desprecio, pues estropeó vuestro sueño. ―Llevó la mano que no sujetaba a la copa hacia su pecho―. Y ahora, quizás no me permita cumplir el mío pues es posible que no le importe lo suficiente. Ni siquiera fue capaz de entender lo que yo quería, o algunas de las cosas que más me asustan de esta unión.

»Os agradezco vuestra sinceridad, y haberme permitido conocer vuestra historia para saber quién es realmente lord Urthen, pues solo conocía lo mismo que vos decís; su sonrisa y su palabrería.

Tomó aire, volviendo a buscar sus ojos, mostrándole una mirada cargada de tristeza. 

En pocas horas me he dado cuenta de demasiadas cosas que desconocía y he conocido a gente que ya creía conocer, pero sé valorar todo lo que tengo ―dijo con firmeza―. Así me han educado, y ahora sé que es lo que tengo a mi alrededor. 

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20/08/2020, 22:39
Ser Clarinthe Tully

Ser Clarinthe sonrió cuando lady Bessa supo dar la vuelta y encontrar el otro lado a sus palabras sobre lord Urthen. Asintió con la cabeza y bebió un nuevo trago de su copa.

—Confío en que vos seáis quien tome las decisiones de esa nueva Casa que vais a formar1 —dijo—. Pues solo con veros ya puedo darme cuenta de que tenéis mucho más conocimiento sobre el valor de las cosas que vuestro prometido. Espero algún día teneros a mi lado como una digna vasalla y la gran Lady que llegaréis a ser. 

Después de su revelación la contempló más seria mientras Bessa buscaba las palabras. No parecía incómoda por haberse abierto ante ella, pero sí más vulnerable de lo que solía mostrarse. Respiró despacio cuando la joven Hawick habló al fin y al ver la tristeza en sus ojos alargó la mano para tomar los dedos que rodeaban la copa de Bessa. Los apretó con suavidad y la miró a los ojos. 

—No esperéis nunca que otro entienda lo que queréis, ni dejéis que os impida cumplir vuestro sueño. Y mucho menos lord Urthen. Sois una mujer fuerte, mi lady, puedo verlo. Tomad vuestras propias decisiones y no dejéis que sus insulsas sonrisas os enmascaren. Vos debéis ser el rostro de esa nueva Casa, no él. 

Soltó su mano y le sonrió. 

—Lamento que os vayáis a casar con ese sinsangre insípido, pero ahora sabéis lo que hay y con eso podéis trabajar y crecer. No olvidéis que lo que ahora os asusta, mañana os hará más fuerte.

Resopló por lo bajo y se echó un poco hacia atrás en la silla, en un intento de aligerar el momento. 

—¡Bueno! Creo que yo ya he hablado demasiado y vos me debéis alguna leyenda de estas tierras, ¿no es así? ¿Qué os parece si nos sentamos en la alfombra y compartís alguno de esos relatos conmigo?

Notas de juego

1Esto es info que Bessa no sabía hasta ahora.

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21/08/2020, 11:47
Bessa Hawick

Las nuevas que acababa de recibir la novia provocaron que esta se quedara con la boca entreabierta y las cejas medio levantadas, realmente sorprendida por lo que acababa de decir Ser Clarinthe. Tardó más de lo que hubiera deseado en recobrar la compostura, y quizás fue gracias a las palabras que la caballera le había dedicado, pues estás reforzaron la imagen que acababa de empezar a fraguarse en su interior.

Espero lo mismo ―dijo, sin poder contener su propia sonrisa de satisfacción―. Me encantará estar a vuestro lado.

Aun así, todavía quedaban demasiadas cosas que la preocupaban y le era inevitable pensar en ellas. No se dio cuenta de la cercanía de la caballera hasta que sintió el tacto de su mano y la dura piel que cubría estas. Miró hacia ella con intensidad, esperando aquellas palabras que podía intuir irían detrás de aquel gesto. No hizo falta decir nada para entender que la heredera de los Hawick estaba completamente de acuerdo con lo dicho por Ser Clarinthe y que aquello era lo que de verdad deseaba.

Cuando soltó su mano, y después de haber escuchado sus palabras, le devolvió la sonrisa.

Gracias, Ser Clarinthe ―respondió, más animada―. Me habéis dado muchas más confianza de la que podríais pensar. Quiero tener esa esa fuerza de la que habláis, intentaré no tener miedo y luchar por lo que deseo, aunque ello conlleve algún sacrificio. 

Al echarse hacia atrás, con aquella naturalidad, la joven respiró profundamente y relajó todo su cuerpo, liberando la tensión que había empezado a agarrotar su cuerpo.

Así es, se las debo ―le confirmó, con un sincero asentimiento. Luego, una vez escuchada su propuesta, movió sus ojos hacia la alfombra―. Claro, me encantará contároslas.

Bessa volvió a mojar sus labios en el vino, bebiendo un poquito más de su copa, y dio unos pasos hasta la alfombra para tomar asiento con cuidado de que no se formaran demasiadas arrugas en su vestido. La joven se encontraba con las piernas flexionadas y apoyando su peso sobre uno de sus muslos. Esperó a que Ser Clarinthe tomara su sitio antes de empezar a relatar las mismas historias con las que ella se había criado.

Como os dije, las leyendas más conocidas hablan sobre el bosque que protege Fuerte Floresta ―comenzó, mientras sus ojos se movían rememorando algunos de sus incontables paseos por aquellos parajes―. Sus senderos están protegidos por los árboles que crecen en ellos y los espíritus que los habitan, cualquiera que entre ellos con malas intenciones, jamás volverá a salir, y si por alguna razón los Siete quisieran que siguiera vivo, acabaría saliendo por el borde más alejado de mi hogar dándose cuenta así de sus infructuosos intentos de alcanzarnos.

»Las enormes encinas, las que seguramente daban sus frutos para que se alimentara el jabalí de esta mañana, son caprichosas y no se conforman siempre con estar en el mismo sitio. Un día están ahí, y luego parecen haberse movido. ―Hizo un gesto con la mano, mostrando ese moviento―. Cambiando así los caminos que recorren el bosque.

La joven sonrió.

Hubo un tiempo en el que intenté ver si esos árboles se movían, cuando era pequeña ―le aclaró―. Me pasaba horas mirando y asegurándome de ello. Tengo que reconocer que fue en vano, nunca fui una invasora, pues este es mi hogar y las sendas del bosque que lo rodea siempre están abiertas a los Hawick.

»Esta mañana no sé si os fijasteis en unas enormes piedras que reciben el nombre de menhires. Bajo ellas yacen los primeros Hawick e incluso quiero creer que también fueron enterrados algunos de los Hijos del Bosque. Estoy segura de que no debe haber mucha diferencia entre los muertos y los espíritus que habitan en los árboles. Seguramente ahí habiten mis antepasados, protegiéndonos. 

Hizo un gesto con la mano para atraer su atención.

Si los árboles buscaban confundir a los invasores y que acabaran perdidos y agotados, tengo que advertiros que los muertos tienen mayor malicia que la floresta, y no desearía ser alguno de los infelices que pueda toparse con ellos ―le contó, mirándola a los ojos con intensidad―. Es probable que de ahí venga el nombre de mi hogar, por la fuerza que tienen las profundas raíces del bosque y aquellos que lo guardan.

»Si esta mañana hubiéramos prestado más atención, podríamos haber escuchado las canciones de la tierra y ser así testigos de la magia que envuelve mi hogar ―dijo, con una sonrisa―. Quizás os distéis cuenta; el sonido de las hojas al ser mecidas por el viento, el canturreo del riachuelo y las propias canciones que cantan los pájaros del lugar. Todo es parte de una misma canción, Ser Clarinthe. Una realmente bella.

Bessa se fijó en la caballera, intentando ver si de verdad le había gustado aquella leyenda con la que la joven Hawick se había criado.

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21/08/2020, 16:58
Ser Clarinthe Tully

Si Ser Clarinthe se dio cuenta de que lady Bessa no tenía ni idea sobre lo que pasaría con su Casa, no dijo nada. Siguió en aquella conversación respetando —o quizá ignorando— aquel detalle. Luego, cuando la chica dijo que le encantaría estar a su lado, la caballera asintió con una sonrisa torcida. Poco después contestó.

—La fuerza ya la tenéis —aseguró—. Lo único que os falta es ganar la seguridad y perder el miedo para utilizarla.

Poco después, cuando lady Bessa aceptó contar aquella historia, Ser Clarinthe bebió de su copa y se sentó frente a ella en la alfombra. Lo hizo de una forma mucho más cómoda que la de su acompañante, sin preocuparse en absoluto por las arrugas de su vestido o alguna otra cosa. Asintió con la introducción a la historia y luego se quedó mirando a lady Bessa, escuchándola con atención.

Mientras la joven hablaba, Ser Clarinthe sonrió en más de una ocasión. También cambió su postura, pasando a quedar tumbada en la alfombra en lugar de sentada y alternando su mirada entre ella y el techo. Dejó que la chica terminase de hablar y luego buscó sus ojos.

—Si me lo hubierais dicho esta mañana, habría prestado más atención —aseguró—. No habría dejado la caza, pero sí habría estado más atenta a lo que no fuera el jabalí.

Después de eso se quedó unos segundos callada, pensativa. Al final rodó sobre sí misma, quedando boca abajo y apoyada en los codos, y volvió a buscar las pupilas de lady Bessa.

—Os contaré algo yo sobre nosotros —dijo, esperando algún gesto de asentimiento antes de continuar—. Nuestras tierras no son fértiles solo por el agua, mi lady. Los viejos reyes del Río, de la Tormenta y de la Roca regaron sangre en estas tierras durante siglos, peleando como niños por un juguete nuevo. —Hizo un pausa—. Hasta que aparecieron los Hijos del Hierro y los castigaron con sus hachas. Bajo el mando de Harrel el Negro se extendieron hasta el lago Ojo de Dioses, donde construyeron el castillo más grande que hubiera visto Poniente.

En ese punto la muchacha dibujó una sonrisa y mantuvo la mirada de lady Bessa, como queriendo adivinar si sabía a qué castillo se refería.

—Los maestres dijeron que Harren fue un idiota al construirlo, pero tuvo sus motivos. Si vas a esclavizar y torturar a tanta gente, te conviene tener unas murallas gruesas tras las que resguardarte —dijo casi como una broma—. Pero el mismo día en que se puso la última piedra de Harrenhal, Aegon Targaryen desembarcó en Poniente. En cuanto vio las huestes de Aegon surcando los cielos, mi ancestro Edmund dirigió la deserción masiva de los señores del Río a favor de Aegon. No es que fuese un cobarde, sino que su señor... —Frunció los labios con desagrado sin terminar la frase—. Dudo que Harren siquiera se enterase. El problema con los castillos gigantes es que te ciegan y no te dejan ver lo que sucede alrededor. Él estaba confiado y era arrogante por el tamaño de su fortaleza, pero cualquier panadero podría haberle explicado que el fuego puede transformar los muros de piedra en un horno.

»Y así Harren el Negro hizo honor a su nombre, y los señores de los Ríos expulsaron a los Hijos del Hierro de vuelta al océano. Como recompensa a los servicios de Edmund, Aegon nombró a los Tully como Señores Supremos del Tridente, y el resto de los Lores de las Tierras de los Ríos nos juró fidelidad.

Aquello parecía el final de la historia. Sin embargo, algo en la mirada de Ser Clarinthe dejaba claro que no había terminado de hablar.

—Pero los viejos hábitos nunca mueren. Las Tierras de los Ríos son y serán siempre el niño mediano de Poniente, siempre en el centro de cada conflicto entre Ladies y Lores.  Mis antepasados sabían que para que los Tully sobrevivieran debían pactarse alianzas. Nuestra trucha ha navegado por tantos ríos durante siglos y esquivado tantas dificultades que me sorprende que el estandarte del Reino no tenga aletas —bromeó una vez, y luego otra, de mejor humor—. Por eso, a cada niño Tully se le enseña «Familia, deber, honor». El lema de los Tully, es una espina en el culo de los Tully.

Llegados a ese punto, suspiró, con cierto aire de melancolía.

—Si preferís una leyenda menos histórica, mi tío contaba una sobre una sirena y uno de nuestros antepasados —le dijo—. Pero yo creo que es mejor escuchar cosas que son ciertas. De ellas se puede aprender.

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22/08/2020, 12:38
Bessa Hawick

Al decirle que se hubiera fijado más si hubiera conocido esa historia la joven novia sonrió, pues en apariencia parecía que la había agradado la leyenda que tenía como protagonista al bosque de Fuerte Floresta.

Quizás debí haberos insistido ―dijo, ahora que sabía un poco más de ella. Luego, la observó, y al ver que ella estaba mucho más cómoda, se pensó si debía imitarla. No fue hasta que se ofreció ella a contar la siguiente historia que se decidió a tumbarse en la alfombra después de realizar un leve asentimiento aceptando su propuesta. Bessa se quedó mirando hacia el techo con las manos entrelazadas sobre su vientre.

Fue solo un momento, pues cuando Ser Clarinthe empezó a relatar aquella historia sobre los Tully, giró su rostro hacia ella. Aunque había partes de ella que era por todos conocida, Bessa atendió a algunos detalles que quizás nunca habría tenido en cuenta si no fuera porque ahora se los estaban contando personalmente. Por eso cuando parecía que terminaba esta, la joven se incorporó ayudada por su codos y abrió la boca dispuesta a hablar, pero esta acabó cerrándose de nuevo al ver que aun quedaba la moraleja.

«Familia, deber, honor» ―repitió, después de que esta bromeara sobre el lema de su casa―. ¿No os gusta? ―preguntó, curiosa.

Me ha gustado vuestra historia ―respondió, cuando le ofreció contar una leyenda sobre una sirena―. Me ha dado que pensar, y que quizás deba ver más allá de lo que me rodea, de todas las cosas que conlleva este matrimonio, la que menos me agrada es la de abandonar Fuerte Floresta. Aunque, después de lo que me habéis contado creo que no debo cerrarme a ello.

»Así que creo que me habéis enseñado algo más, os lo agradezco ―añadió, dirigiendo una sonrisa hacia ella―. No me hubiera quejado si me hubierais contado la historia de la sirena, pero tenéis razón, está ha sido más útil.

Apoyó de nuevo su cabeza sobre la alfombra y suspiró, mirando pensativa hacia el techo.

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22/08/2020, 13:26
Ser Clarinthe Tully

Los ojos de Ser Clarinthe habían mirado con interés a lady Bessa cuando dijo que quizá debía haber insistido, casi como si le dieran la razón. Y luego, tras terminar su historia y escuchar la respuesta de su compañera de alfombra, soltó una carcajada.

—Claro que me gusta —asintió—. Desde luego es mucho mejor que «Se acerca el invierno», por ejemplo —señaló, con gracia—. Pero nos recuerda lo que se espera de nosotros todo el tiempo. No es una queja, yo igualmente habría seguido ese camino... Pero son unas expectativas altas para muchos.

Después de eso la muchacha cambió su postura para quedar tumbada también mirando hacia el techo al lado de lady Bessa.

—Mi lady, podéis tener claro que no debéis cerraros a viajar —aseguró—. Tenéis toda la vida para estar en Fuerte Floresta. Para gobernar desde aquí. —Entonces la miró desde el suelo, dedicándole una sonrisa divertida—. Salvo cuando os convoque, espero.

»Pero hasta que llegue el momento en que empecéis a gobernar, debéis aprovechar para viajar y conocer otras maneras de hacer las cosas. A otras gentes. Conocer a vuestros siervos es necesario para saber qué necesitan, y por eso habéis hecho bien en permanecer aquí hasta ahora. Pero llegará un momento en que tendréis que negociar con mercaderes dornienses, y seguramente no sepáis cómo es Dorne más allá de lo que se cuenta, o lo que precisan allí. O con la gente del Norte. O, viendo el tamaño que tendrá vuestra Casa, os convendría que el Rey os conociera cuanto antes, y no lo vais a conseguir estando entre estos muros.

En ese punto volvió a mirar hacia el techo.

—Os caséis o no, sois bienvenida en Aguasdulces —dijo—. Si queréis, hablaré con mi madre para que estéis a su lado algunos meses, aprendiendo cómo hace las cosas ella. Es una mujer extraña cuando se la conoce poco, pero os garantizo que sabe bien lo que hace. Vos habéis aprendido cómo gobierna vuestra madre aquí, entre amigos y en tiempo de paz. Pero mi madre siempre está preparada para la guerra, y es algo que también debéis aprender. Lo que espero de vos, en definitiva, es que estéis preparada para todo cuando ambas ocupemos el lugar de nuestras madres.

Ser Clarinthe guardó silencio unos segundos, aunque parecía que le quedaba algo por decir.

—Además —añadió entonces—, creo que sería buena idea que hicieseis buenas relaciones con mi madre y conocieseis el lugar donde van a ser educados vuestros hijos1

Notas de juego

1Esto tampoco lo sabía Bessa hasta ahora.

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23/08/2020, 13:33
Bessa Hawick

Al burlarse del lema de la Casa Stark, la joven Hawick disimuló una carcajada. Luego se giró hacia ella para mirarla.

A mí también me gusta el vuestro ―señaló―. Pues creo que también puede mostrarnos el camino a los demás, y lo que dice es algo que también deseo para mí. ―Sonrió―. Eso no quita que no crea que el de mi Casa también tiene una expectativas elevadas, «La fuerza en las raíces» quizás no hablé de nuestro deber, pero sí de una imagen que debemos dar, pues qué pensarían mis padres si realmente no tuviera esa fortaleza. Lo último que quisiera es decepcionarlos.

Después de mirarla un rato, volvió a moverse para contemplar así el techo, uno que no era muy diferente al que había en otras partes del castillo. Más de una vez se había quedado dormida contemplándolo y pensando en todo aquello que podría haberla preocupado tiempo atrás, cosas que ahora le parecían irrelevantes pues en su cabeza estaba dibujando la idea de un futuro mucho mejor del que hubiera creído. Sí, era un simple sueño, un anhelo, pero la charla junto a la caballera le estaba haciendo cambiar su punto de vista a otro muy distinto, solo había un nuevo punto que había empezado a plantearse y que seguramente escapara a la idea que pudiera tener el resto del futuro de todos. «Familia, deber, honor», pensó sabiendo que ella posiblemente no cumpliría nunca con el último.

Creo que sí viajaré, quiero saber lo que decís. Conocer Dorne y el Norte, visitar la Fortaleza Roja y poder así entender al resto de gentes ―anunció―. Aunque Puño del Río no me parece el lugar más interesante para visitar, supongo que también tendré que ir.

Ser Clarinthe mencionó algo que no entendió, al menos no inicialmente, por eso le dio algunas vueltas a ello antes de mirarla, extrañada.

¿Me case o no? ―preguntó―. Creo que no tengo elección, Ser Clarinthe. Sé que no la tengo si quiero cumplir lo que anhelo. Aunque agradezco vuestra invitación, y estaré encantada de conocer a vuestra madre y aprender de ella. Vos sois una mujer formidable: fuerte, inteligente y que tiene claro el camino que quiere tomar. No creo que nunca pueda manejar una espada como vos, pero quizás pueda aprender otras cosas igual de útiles.

»Os lo agradezco, Ser Clarinthe —dijo, pensando en todo aquello que le estaba contando y en todo lo que le ofrecía—. Estáis siendo realmente amable conmigo, si os soy sincera, la primera vez que os vi, no creí que fuera a ser así ―le comentó con una sonrisa―. Me alegra haberme equivocado, en esa y en otras muchas cosas, pues pienso aprender de ellas. Otra cosa que me gustaría deciros es que no deseo la guerra, pero espero estar preparada si llega el momento, ahora no puedo aseguraros que tenga mucha idea.

La última frase que dijo la caballera no le gustó, pues ella quería que aquel que estaba creciendo en su interior estuviera a su lado, sabía lo que significaban sus palabras y había escuchado a Lady Gianna, no quería sentir lo mismo que había sentido ella. Su rostro se ensombreció y tardó más de lo que hubiera querido en reaccionar a ello. Su madre debería haberle contado eso y hasta el momento la había tenido en la ignorancia, cuando aquello era su vida y la de su descendencia. Tuvo que contenerse, pues sintió crecer una sensación de rabia, fruto de esa misma impotencia que sentía al no poder hacer nada. Respiró pausadamente, pensando en qué podía hacer para que aquello no llegara a suceder.

Sería lo más apropiado ―respondió, después de aquella pausa que había necesitado para interiorizar todo lo que había dicho.

«Familia, deber, honor», volvió a pensar, esta vez con un rencor creciente. Ahora sí estaba segura.

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23/08/2020, 15:34
Ser Clarinthe Tully

Ser Clarinthe giró el rostro para mirar a Bessa cuando esta respondió sobre los lemas de las casas, y aquella sonrisa torcida volvió a aparecer en su rostro antes de volver a mirar al techo. Dejó que ella siguiera hablando, y no fue hasta que lady Bessa habló de Puño del Río que Ser Clarinthe contestó.

—Los lemas son útiles —aseguró. Y pudo parecer que estaba contestando a algo de mucho antes hasta que siguió explicándose—. Nos forman. Por ejemplo, yo estoy segura de que vos no tendríais las mismas reticencias a abandonar Fuerte Floresta de no ser por vuestro lema. «La fuerza está en las raíces»... Vuestras raíces están aquí. Os han educado creyendo que aquí es donde sois fuerte, no hay que ser un maestre para darse cuenta. —Volvió a mirar hacia Bessa—. Pero yo como combatiente y vos como arquera sabemos que la fuerza no sirve de nada si uno no sabe apuntar. Y para apuntar hay que ver más allá. —Entonces volvió a sonreír, en esa ocasión con complicidad—. Os equivocáis sobre Puño del Río. Es el mejor lugar de todo Poniente si queréis aprender sobre piedras húmedas, gente sin sangre y truchas escuálidas. —Y tras esas palabras ella misma echó a reír, sin cohibirse ni un pelo sólo por estar hablando con la prometida de un Haffer.

Sin embargo, la chica retomó la seriedad poco más tarde, al oír de boca de su compañera de alfombra que no tenía elección sobre su matrimonio. Debió quedarse dándole vueltas a aquello, pues cuando la estancia quedó en silencio fue a lo que respondió.

Lady Bessa... —murmuró frunciendo el ceño—. No os equivoquéis. Claro que podéis no casaros. El único momento en que dejaréis de poder será cuando la capa de ese idiota esté sobre vuestros hombros. Hasta entonces sí, tenéis elección. —Hizo una pausa. Y dada la seriedad de aquel tema cambió su postura, colocándose de lado y apoyándose en el codo.

»Cuando mi madre escoja un marido para mí, yo acataré lo que decida —aseguró—, así que quizá no queráis escucharme. Pero si estuviera en vuestra posición, quizá no haría lo mismo. Yo confío totalmente en las decisiones de mi madre. Eso es lo que me hace estar segura de que acataré lo que diga. De todas formas somos personas distintas, así que lo que valga para mí quizá no vale para vos, y viceversa. 

»Os contaré algo. Puede que ya hayáis notado que todo lo que hago y digo se juzga desde un punto romántico. Si me río de algo que dice un joven apuesto, esa noche ya hay canciones entrelazando nuestros nombres. Si le digo a una chica que es hermosa, ya dan por hecho que estoy enamorada de ella... La gente siempre está inventando romances donde no los hay y así es verdaderamente difícil tener amigos. Estoy harta de que sólo se me acerquen para cortejarme o para averiguar si amo a tal o cual persona. —Hizo un gesto desdeñoso con las cejas—. ¿La verdad? Nunca me he enamorado y, si me preguntáis a mí, no es el amor lo que mueve el mundo, sino el poder de las convicciones y los sueños. —Se rió de sí misma—. Disculpadme, no estábamos hablando de mí, sino de vos. Lo que quiero deciros es que toméis como brújula vuestros sueños y convicciones, pues ellos os marcarán el camino. No dependáis de otros.

Se mordió entonces el labio, en un gesto reflexivo, mientras observaba el rostro de la joven novia. 

—No os han explicado nada sobre la reunión de esta mañana todavía, ¿verdad? —preguntó, de modo retórico—. He notado que os ha sorprendido lo que he dicho sobre vuestros hijos. —Hizo una pausa, contemplando los ojos de Bessa—. Si vuestra madre aún no ha tenido tiempo de poneros al día y queréis que os cuente cómo han ido las negociaciones o los acuerdos alcanzados... sólo tenéis que pedírmelo. 

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24/08/2020, 02:28
Bessa Hawick

Bessa escuchó a la caballera mientras sus ojos iban recorriendo las distintas imperfecciones que mostraba el techo de la habitación. Seguramente tenía razón en ello, pero quedarse en su hogar era algo que creía le hubiera gustado, sin embargo, ahora quería mirar más allá. Igual que había señalado ella.

Estoy entusiasmada con la idea de ir, Ser Clarinthe ―dijo, lanzando un sonoro suspiro―. No sabéis lo que me animáis ―añadió con una marcada ironía, pero sin mostrar enfado alguno con ella.

La novia se incorporó al escuchar que tenía elección, negando con la cabeza.

No lo creo, Ser Clarinthe. No quiero decepcionar a mis padres, y mi madre ha logrado recuperar el esplendor de mi Casa, ¿qué pensarían si ahora no estoy dispuesta a continuar con el legado que tienen para mí? ―preguntó, mirando hacia ella, pero sin necesitar una respuesta clara―. No, no creo tener esa elección. Además, al igual que vos, confío en mi madre. Aun así, os agradezco vuestro consejo.

Prestó atención cuando habló de su situación, pues había visto lo que había pasado durante la justa, cuando había tenido el detalle de coronarla como Reina del Amor y la Belleza. Sabía a quien se habían dirigido la miradas momentos antes y de lo que se había hablado momentos después. Finalmente, asintió convencida a sus palabras.

No quiero depender de otros, y creo en lo que decís, en que mis sueños y convicciones deben marcar mi camino ―dijo convencida. Se detuvo a reflexionando sobre algo que había dicho antes, y suavizando las líneas de su rostro, añadió―: Sabéis, me gustaría pediros un favor, uno personal. En unos años voy a necesitar desahogarme, y creo que vos podréis disfrutar de mis quejas sobre lord Urthen, seguramente no tengáis tiempo, pero si es así, me resultaría divertido hablar de ello con vos. Igual que hemos hecho esta tarde.

No dudó demasiado, pues ya le había contando tantas cosas que saber algo tan importante como el futuro que habían pactado sin siquiera hablar con ella, ya no le parecía tan descabellado. Bajó la vista avergonzada por esa ignorancia a la que se había visto sometida y finalmente, asintió.

Os lo agradecería, Ser Clarinthe.

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24/08/2020, 04:51
Ser Clarinthe Tully

Una alegre carcajada se le escapó al escuchar cuán entusiasmada estaba Bessa por visitar Puño del Río. Pero luego se puso más seria para escuchar todo lo que la joven iba diciendo.

—Eso me gustaría mucho —dijo, en referencia al favor, con los ojos brillantes—. Oh, de hecho no estoy segura de si sería yo la que os haría un favor, o vos a mí. Me encantará escuchar todas las quejas que hayáis podido acumular sobre lord Urthen. O leerlas, si estáis demasiado ocupada como para visitarme. 

Esa posibilidad había dejado una sonrisa en sus labios, pero titubeó al volver sobre algo que había dicho Bessa antes.

—Lo que importa no es qué pensarían de vos ahora, mi lady —aseguró, con cierto desafío en la mirada que no parecía dirigido a ella, sino a la gente en general—, sino qué pensarán en quince años, o en veinte. O qué pensarían si os vieran cuando seáis anciana y vuestra Casa haya sido hundida irremediablemente por la situación actual de los Haffer.

Se incorporó ella también para quedar sentada con las piernas cruzadas y continuó. 

—El padre de vuestro prometido ha hecho un papel lamentable en las negociaciones de esta mañana, os lo tengo que decir. Ha insultado a mi madre y ha tratado de idiota a su representante. —Parecía molesta por lo que relataba, pero tomó aire por la nariz—. Iré mejor por orden, si os parece bien. En primer lugar se ha abordado el tema de los asaltos en los caminos. Creo que vuestra doncella sufrió uno en sus propias carnes —comentó, buscando algún tipo de asentimiento en la mirada de Bessa—. Se concretó que cada Casa aportaría hombres en proporción al tamaño de sus tropas, para formar una milicia que patrulle los caminos. Esta milicia estará bajo el control de mi Casa. Además de crearse aranceles y un nuevo impuesto para comerciantes.

»En segundo lugar, se habló de la liberación de lord Guileon. Y ahí fue cuando Lord Haffer empezó a resbalar, pues cuando Debian... Debian es el maestre de mi Casa —aclaró—. Cuando Debian había manifestado el deseo de mi madre de que lord Guileon fuese un hombre libre, a Lord Haffer se le ocurrió exigir poder vetar cualquier matrimonio de lord Guileon. Así, porque sí —dijo, con un atisbo de incredulidad—. Pero los Vance son vasallos de los Tully, así que Lord Haffer no tendría ni en sueños derechos ni motivos para pedir algo así. Vuestra madre no quería liberarlo y pidió que siguiese siendo un rehén, con permiso de salida de tanto en cuando. Al final, todo se saldó con un dinero, que era lo que quería vuestra madre y a la mía le sobra. 

»Después se habló de vuestro matrimonio. Al parecer Lord Haffer estuvo dando tumbos. Primero ofreció que los Hawick absorbieran a los Haffer. Luego propuso que lord Urthen heredase la mitad de sus tierras. Luego cambió y dijo que no, que lord Urthen dejaría de ser su heredero y ya no sería Lord y sólo tendría un cuarto de sus tierras, lo cual es un insulto a vuestro matrimonio. Vuestro padre y Lord Haffer empezaron a insultarse y por poco no llegaron a las manos. Y así estuvo oscilando hasta que se propuso la creación de una nueva Casa, con nuevo nombre y nuevo blasón. Lord Haffer se comprometió a que sus hijos de cualquier matrimonio, incluido lord Valder, cambiarían a ese nuevo apellido, que desconozco cuál será. 

»Y entonces la cosa se puso aún mejor —anunció, alzando las cejas—, porque a continuación Debian trasladó la preocupación de mi madre por la creación de esta nueva Casa, de un tamaño tan grande que podría ser una amenaza en el futuro para los Tully. Debian les dio la oportunidad de tender puentes que garantizasen la paz entre nosotros más adelante. Pero vuestro futuro suegro dijo que mi madre debería dar gracias por tener una Casa vasalla más grande que la suya —el modo en que rodó los ojos dejó claro lo que pensaba de aquellas palabras: que eran una sandez— y llamó hipócritas a mi madre y a Debian. Vuestra madre propuso algunas cosas y él se negó rotundamente a proponer nada.

»Lo más increíble de todo es que Lord Haffer ayer por la tarde estuvo aquí charlando conmigo. Y cuando supo que mi madre contemplaba a lord Guileon para ser mi esposo, montó en cólera. Dijo que me lo prohibía —señaló, aún sin dar crédito a aquello—, dijo que eso sería como meter una serpiente en mi alcoba. Y que casarme con él sería lo mismo que suicidarme. Por supuesto que le conté esto a Debian en cuanto se marchó. Sin embargo —agregó, frunciendo el ceño—, cuando Debian hablaba de cómo garantizar la paz en el futuro, Lord Haffer propuso que yo me casara con lord Guileon, ensalzando al joven como si fuese el mejor marido que cualquiera podría imaginar. Cuando la tarde anterior lo trató de serpiente aquí, ante mis ojos. 

Suspiró entre dientes y sacudió la cabeza. 

Al final se acordó que algunos comandantes de mi madre liderarían algunas de vuestras tropas, que habría un emisario de los Tully conviviendo en vuestra corte y que vuestros hijos se educarían en Aguasdulces, no como rehenes, sino como pupilos. Debian propuso que yo los educase en el camino de la caballería, pero sólo lo haré si a vos os parece conveniente. Y, por supuesto, podréis venir a visitarlos siempre que queráis.

»Ese sería un resumen de lo que ha sucedido y se ha acordado. Pero si conozco a mi madre, os puedo garantizar que Lord Haffer va a caer en desgracia. Los Tully han estado favoreciendo a su Casa desde el final de la guerra, le deben toda su economía a los acuerdos comerciales preferentes que les ha concedido mi madre. Cuando se los retiren, se arruinarán. Y me temo que os arrastrarán con ellos.

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24/08/2020, 14:24
Bessa Hawick

Al saber que Ser Clarinthe se disponía a relatar la negociación, ella hizo lo propio y se incorporó para poder darle toda la atención que merecía. No pudo evitar soltar un bufido al saber que el padre de su prometido había tenido un papel lamentable, eso solo le hacía preguntarse: «¿cómo consiguió que mis padres accedieran a que me casara con su hijo?». Por supuesto la respuesta a aquella pregunta no tardó en llegar, y era como suponía, el dinero que necesitaba su familia.

Bessa escuchó en silencio, sin perderse ni una palabra pronunciada por la caballera. Su rostro no mostraba ninguna satisfacción en lo que le estaba relatando, pues no solo tenía que sacrificarse ella, sino que no parecía que fuera a servir de nada gracias a ese hombre que podría llegar a convertirse en su suegro. No podía preguntarse que clase de problema debía tener, y a qué se debía ese comportamiento tan caótico, incluso llegó a pensar que Ser Clarinthe podría estar mintiéndole. No dudaba en que usaba las palabras a su favor para favorecer su propio relato, pero creía tener la certeza de que muy probablemente todo aquello había sucedido de forma muy parecida a como lo contaba ella.

No se me ocurre nada que decir ―dijo, después de guardar un largo silencio tras haber escuchado a la caballera―. Solo me siento peor.

»Sabéis, siempre he querido lo mejor para mi Casa, por eso no me opuse a la decisión de mis padres. Confiaba en lo que pudiera decidir mi madre. Nunca tuve en cuenta que el problema podría ser la otra parte ―confesó, bajando la mirada―. Supongo que ya era el momento de aprender esa lección.

Miró a Ser Clarinthe a los ojos, y le mantuvo la mirada.

Las Tierras de los Ríos son y serán siempre el niño mediano de Poniente, el centro de cada conflicto ―repitió las palabras dichas por la caballera―. Eso habéis dicho. Como intuís, aun no sé demasiado, ¿pero no sería una situación complicada si los Haffer y los Hawick cayeran? ―preguntó, nerviosa―. Desconozco que clase de sentimientos desataría, pero estoy segura de una cosa, no deseo que eso suceda. ¿Qué pensaran las otras Ladies y Lores de Poniente? ¿Verán debilidad? ¿O una oportunidad?

»Vuestra madre quería prepararse para la guerra, pero si no hay una unión entre nosotros, deberá estar preparada para perderla. Me desagrada tener que defender a los Haffer, pero como debéis saber, necesitamos el dinero y no podemos rehusar esta unión, y quizás también en las Tierras de los Ríos nos necesitemos unos a los otros, pues nadie más mirará por nuestro hogar; los Tully de Aguasdulces, los Haffer de Puño del Río, los Vance de Nueva Esperanza y los Hawick de Fuerte Floresta.

»Ser Clarinthe, vos tenéis fuerza, y mucha, pero sin el resto, iremos cayendo lentamente ―dijo, respirando profundamente―. Espero no tener nunca hijos, pues así no tendrán que ver algo así, quizás me pase como a mis padres.

Empezó a deshacerse la trenza, pues estaba demasiada nerviosa para continuar hablando, y tras un corto minuto que de poco le sirvió, se dejó el pelo suelto.

La idea de tener hijos era algo que me gustaba hasta que lo habéis dicho, ahora sé que pase lo que pase yo ya he perdido con todo esto ―murmuró―. Quizás debería haceros caso, Ser Clarinthe, y no casarme. Al menos no tendría que soportar a lord Urthen, pues ambos destinos tienen un final similar para los Hawick ―concluyó, con la mirada perdida entre sus cabellos sueltos con los que había empezado a juguetear—. Sí, debería hablar con mi padre... y luego con mi madre.

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24/08/2020, 15:56
Ser Clarinthe Tully

Cuando Bessa anunció que se sentía peor, Ser Clarinthe extendió una mano para sostener la de la muchacha y apretó sus dedos con suavidad durante algunos instantes.

—Mi lady. Vuestra posición, como la mía y la de tantos, es siempre complicada. Pues otros manejan los hilos de nuestras vidas a pesar de que tengamos cerebro y voluntad. Pero pensad que no va a ser siempre así. Algún día seremos nosotras las que tomaremos las decisiones. Y podremos hacer las cosas de un modo diferente. 

Luego soltó su mano y suspiró entre dientes, manteniendo la mirada de la joven. 

—Mi madre siempre vive preparada para una guerra, es lo que ella hace. Pero eso no quiere decir que la desee, ni que vaya a buscarla. A los Tully no nos interesa que haya otra guerra cuando nuestras tierras, las Tierras de los Ríos, están recuperándose de la anterior —explicó—. Tampoco la necesitamos. Sólo con quitar los privilegios comerciales a los Haffer no podrán alimentar a su pueblo ni pagar a sus tropas o mantener la seguridad de sus caminos. Es cuestión de tiempo que se hundan por sí solos, sin que mi madre mueva ni un dedo. O, simplemente, mi madre podría destituir a Lord Haffer y nombrar Señor de Puño del Río a cualquier otra persona de su confianza. 

Tras aquella explicación, se pasó una mano por el pelo y se quedó algunos segundos mirando a Bessa antes de agregar algo más.

—Lady Bessa, nunca deis vuestros sueños por perdidos. Hacedme ese favor y escuchadme bien —pidió, echándose un poco hacia delante—. Si en algún momento sentís que sois más madre que Lady, en Aguasdulces siempre habrá un lugar para vos. No tendréis por qué vivir separada de vuestros hijos, cuando lleguen. Podéis permanecer en la corte de mi madre con algún cargo acorde a vuestro estatus, como su consejera, y dejar que sean vuestros padres y vuestro esposo quienes gestionen vuestras tierras. No hay motivo para que permanezcáis junto a lord Urthen una vez os haya dado un heredero. Y, una vez que llegue vuestro turno de gobernar, podréis regresar a Fuerte Floresta con vuestros hijos ya crecidos.