Partida Rol por web

Draconis Ignis

Capítulo I - Quien se fía de un lobo, entre sus dientes muere

Cargando editor
08/11/2019, 11:37
Fabulator

-Aaaaaai xicaaaa, mare de Deu de la verge de la Vallivana, que pareix que un dels soldats s'ha quedat sense titeta pero un remei que li va donar la remeiera, i ara el capità se la va a emportar -dijo la señora.

La puerta de la casa se abrió y el capitán avanzó hasta la desdichada curandera.

-¡Uno de mis soldados afirma que le has estafado y envenenado con tus brujerías y malas artes, quedas detenida bajo la justicia del conde! -bramó el capitán con una voz sumamente ronca y desagradable.

-¿Como osa soltar tales acusaciones hacia mi persona? ¿Es que acaso no conocéis la palabra medicina? Soy la curandera del pueblo y no solo eso, trato a sus soldados por el precio mínimo por respeto y consideración al conde. Si me detenéis por el mal uso que haya podido ejercer uno de sus hombres de mis medicinas estaréis condenando al pueblo entero, pues ¿acaso ha pensado usted, buen señor, que ocurriría si otro de sus hombres enfermase? ¿o si una niña reclamase ayuda para su pobre abuela? O, dios no lo quiera, ¿qué unos bandidos ataquen las fronteras y un soldado acabe malherido? ¿Será usted quien de la cara y les explique que detuvo a la única persona de todo el pueblo que podría ayudarles? -exclamó la curandera.

-En ese caso traeremos a un médico de verdad- espetó, dando por zanjado aquel asunto.

El hombre la agarró por el brazo y la sacó de casa. Eran muchos los vecinos que se habían congregado para ver el dantesco espectáculo, y aunque la curandera era una persona apreciada, ninguno se atrevía a desafiar a aquellos soldados que habían llegado del Oeste. Sin embargo, en un rincón había otro de los soldados, uno de los naturales de Sacre, que estaba siendo acompañado por dos extraños personajes: un monje bastante joven y un señor de mediana edad que, por sus ropajes, debía ser un noble.

Cargando editor
08/11/2019, 15:02
Teolfo Rodríguez

Teolfo apenas podía creer lo que veía. El capitán Álvarez y varios de sus hombres se disponían a sacar de su casa a una mujer de la que Teolfo dudaba mucho que pudiera haber hecho daño a nadie. Se trataba de una joven curandera castellana que había llegado al pueblo hacía unos años y que había ayudado con sus servicios a numerosos de los habitantes de Quart de Sacre. La verdad es que Teolfo nunca había intercambiado palabra alguna con ella, si bien la conocía de vista y sabía que solía proveer con ungüentos y medicinas a los aldeanos, incluidos los padres del soldado.

El soldado podía simplemente haber agachado la cabeza y haber indicado a los dos recién llegados que no se entrometieran en los asuntos de Álvarez, que era la primera vez en que veía que se le trata un trato tan extremo a una aldeana y que así serían las cosas ahora en Quart de Sacre.

-Capitán Álvarez, no tenéis que hacer esto -dijo Teolfo, adelantándose, pero hablando en tono respetuoso con su superior-. Esta mujer es castellana como vos y lleva años ayudando a las gentes de Sacre. Ancianos, mujeres, niños... No hay familia que no le esté agradecida por sus servicios. -El tono del joven era un tanto desesperado, pues tenía la sensación de que no habría justicia para la curandera si nadie intervenía-. Si la apresáis y es condenada por sus supuestas acciones, el pueblo de Quart de Sacre no lo perdonará. No hablo de sus servicios, podréis sustituirla por un galeno que siga atendiendo a los enfermos. Hablo de actuar contra una mujer que sólo intenta hacer el bien. Será una acción que este pueblo no olvidará.

Cargando editor
08/11/2019, 19:40
Pau Parra

Pau se escandalizó al ver aquella escena, bien era sabido por los aldeanos de cualquier población que algunos soldados tendían a sobrepasarse y que en muchas ocasiones se alzaba la mano en su favor. Pero era algo que a la larga repercutía en el bienestar general, porque aquellos abusos siempre iban a más si no se hacía algo por evitarlos. Teolfo les había dicho que no había cambiado demasiado la situación, sim embargo a su parecer no era del todo así.

El soldado avanzó para defender a la aldeana, algo que alivió en cierto modo a Pau, que pensaba intervenir pero no se imaginaba como aliviar la situación. Se abrió paso entre el gentío con su burra y cuando estuvo cerca se bajó para acercarse a pie hasta los soldados y la muchacha.

Teolfo: [...]No hablo de sus servicios, podréis sustituirla por un galeno que siga atendiendo a los enfermos. Hablo de actuar contra una mujer que sólo intenta hacer el bien. Será una acción que este pueblo no olvidará.

 - Bò... això del galeno no és del tot així -su voz era suave y conciliadora-. Perdonem per intervindre capità, em presente, em diuen Pau Parra, sóc del poble però porte anys estudiant fora, encara que no té això molta importància- dijo con una pequeña sonrisa afable- Estem per tractar un assumptes amb el compte, però al veure el rebombori... vosté comprendrà que no fa bon efecte. El que diu el bon Teolfo és cert a mitges, vull dir, el tema dels metges hui per hui està malament. Abans un metge podia fer tard a sovint per atendre a un poble, avui amb tot el revol territorial és prácticament impossible, quasi tots es concentren a les capitals i van rodant per algunes poblacions però és ben difícil que arriben a alguna com aquesta. Per això les matrones i les remeieres són essencials a llocs com aquest... pense-ho be, si al compte, el nostre senyor no ho vulga -añadió santiguándose- , li passara alguna cosa, no és pot dependre només del metge particular.

Cargando editor
08/11/2019, 22:47
Bernat Dalmau

No tardaron en descubrir el origen del revuelo, los soldados estaban realizando una redada en casa de una supuesta bruja ante la expectación de la mayor parte del pueblo. Esta se resisitía y les recriminaba las acusaciones al que dirigía a la tropa del lugar. Bernat podía no ser un gran noble, pero se había criado lo bastante lejos del populacho como para que aquella escena representara una novedad ante la que no tenía claro cómo actuar.

El guardia que los guiaba se adelantó para tratar de hacer entrar en razón al capitán de la guardia local, aunque Bernat veía a los demás soldados demasiado cerriles. Se sorprendió de verdad cuando el joven monje desmontó de su burra y se acercó hacia el piquete también, hablando con cabeza, sí, pero llamando innecesariamente una atención que no debían suscitar.

De modo que no quedó otra que intervenir. No llevaba puesta su armadura, pero sus rapas claramente indicaban que se trataba de alguien de alcurnia, así como la espada que colgaba de su cinto. Hizo avanzar un par de pasos su caballo, apartando a la gente, sin avanzar demasiado pero suficientes para marcar su presencia, aunque no desmontó del mismo. Si Pau quería mezclarse con la turba, allá él mismo, pero los Dalmau estaban por encima de aquello.

Capitán — habló, observando al hombre desde su montura. El castellano no era su lengua materna, pero la conocía lo suficiente como para defenderse con ella — ¿Qué és lo que está ocurriendo aquí? ¿Basta la acusación de un solo hombre para arrestar a una mujer indefensa y montar semejante espectáculo? ¿Cómo estáis tan seguro de que ese soldado dice la verdad? — clavó su mirada en el capitán, tratando de amedentrarlo un poco antes de seguir — Mi joven compañero y yo acabamos de llegar a estas tierras con motivo de ver al señor Conde. Uno de vuestros hombres nos guiaba hasta el castillo. Seguramente querréis formar parte de la escolta también — dijo, esperando convencerlo y que desistiera de arrestar a la mujer.

- Tiradas (1)

Motivo: Mando

Tirada: 1d100

Dificultad: 45-

Resultado: 67 (Fracaso) [67]

Cargando editor
09/11/2019, 00:29
Magister

Notas de juego

Sí, es que en el último post que le he puesto se ha integrado ya entre los vecinos expectantes, así que toda esta escena ya la está viendo.

Cargando editor
09/11/2019, 00:38
Don Diego de Villalba

Me gustaría repasar el plan, antes de presentarnos ante el conde, si no os supone problema ninguno

-Por supuesto -dijo Don Diego. 

Antes de entrar, un guardia se acercó a ellos cortándoles el paso. Era un soldado ataviado con una pobre armadura y armado con una lanza.

-Alto, ¿quién va? -preguntó.

Diego se acercó con su caballo.

-Buenos días tenga. Mi nombre es Don Diego, somos caballeros castellanos -dijo en un tono bastante amable-. Estamos de camino a Valencia y ha sido un largo camino, nos gustaría hospedarnos en su pueblo.

-Ah, por supuesto -dijo mirando la espada envainada-. Adelante, pasen. En el castillo vive el Conde Onofre; a unos nobles como vosotros podrá hospedaros. 

-Gracias, señor -le dijo al soldado.

Se adentraron en el pueblo, que pese a ser algo pequeño, las calles eran medianamente anchas y los caballos podían pasear sin problemas. No parecía haber nada destacable, aunque a medida que se internaban en el interior del pueblo en busca de alguna posada, un murmullo de voces parecía provenir del centro. Lo primero que podía pensarse es que fuese día de mercado, pero algunas voces se oían más que otras, y de forma violenta. Sin embargo, no parecía que Don Diego le prestase mucha atención.

¡Uno de mis soldados afirma que le has estafado y envenenado con tus brujerías y malas artes, quedas detenida bajo la justicia del conde! -se escuchó.

Al oír aquello, Diego detuvo su caballo y miró arqueando una ceja a Rodrigo.

Cargando editor
10/11/2019, 11:32
Llanos Fabrat

Llanos se mantuvo en un segundo plano entre la multitud. Era bien consciente de la fama que la precedía, y no quería que la metieran en el mismo saco que a aquella curandera. Poco podía hacer por ella, en cualquier caso. 

Sin embargo, cuando ya casi había decidido retroceder y perderse entre el gentío, algo dentro de ella la instó a desobedecer su sentido común.

-He sido yo quien le dio el remedio a la curandera para los males del soldado -expresó en voz alta, dando un paso al frente-. Es una receta muy común, y el remedio me lo procuró un galeno que pasó por aquí durante las lluvias. La curandera es inocente. Si el conde quiere aplicar algún castigo, que lo aplique sobre mí, y personalmente.

Cargando editor
10/11/2019, 22:20
X-Rodrigo Ruiz de Villegas (Fallecido)
Sólo para el director

Rodrigo paso junto al soldado que les habia dado el alto sin intercambiar ni una palabra, no hacía falta más explicación que la que había dado don Diego, inclino la cabeza a modo de saludo y espoleo el caballo para hacerlo avanzar.

Al oír los gritos de un soldado, Rodrigo le devolvio la mirada y asintió mientras dirigía las riendas hacia el origen de la acusación de brujería.

Cargando editor
12/11/2019, 19:22
Pablo Álvarez

Teolfo: Si la apresáis y es condenada por sus supuestas acciones, el pueblo de Quart de Sacre no lo perdonará. No hablo de sus servicios, podréis sustituirla por un galeno que siga atendiendo a los enfermos. Hablo de actuar contra una mujer que sólo intenta hacer el bien. Será una acción que este pueblo no olvidará.

El capitán lanzó una mirada de desprecio a Teolfo. 

-Si hiciese el bien no habría envenenado al soldado Felipe -miró hacia la multitud con cara de hastío y luego volvió a dirigir la mirada a sus soldados-. Lleváosla, ya está bien de tanta tontería.

Pau: Bò... això del galeno no és del tot així. Perdonem per intervindre capità, em presente, em diuen Pau Parra, sóc del poble però porte anys estudiant fora, encara que no té això molta importància [...] li passara alguna cosa, no és pot dependre només del metge particular.

Si la intervención de aquel soldado arrogante no había sido suficiente para el capitán, ahora tenía que tratar con un monje salido de la nada. Su mirada era tan poco amigable como la que había dedicado a Teolfo.

-No sé quién se ha creído usted ni de dónde ha salido, pero será mejor que vuelva a su parroquia; aquí se está arrestando a una mujer por envenenar a un soldado con sus malas artes. 

Bernat: Capitán ¿Qué és lo que está ocurriendo aquí? ¿Basta la acusación de un solo hombre para arrestar a una mujer indefensa y montar semejante espectáculo? ¿Cómo estáis tan seguro de que ese soldado dice la verdad? Mi joven compañero y yo acabamos de llegar a estas tierras con motivo de ver al señor Conde. Uno de vuestros hombres nos guiaba hasta el castillo. Seguramente querréis formar parte de la escolta también

Sus facciones rabiosas cambiaron rápidamente a una fingidamente más calmada. La aparición de aquel caballero le desconcertó por completo. ¿Qué hacía allí? Por aquel condenado pueblo nunca pasaba nadie. ¿Justo aquel día tenía que presentarse toda esa gente?

-La acusación... la acusación está fundamentada, como debe ser. Yo mismo he comprobado los efectos del envenenamiento -dijo con nerviosismo.

-¡Marchad todos a cagar, hijos de puta!, ¡esta mujer está detenida! -bramó uno de los soldados de forma histérica.

-¡Félix, cierra la boca! -le espetó el capitán.

El capitán cerró los ojos y se frotó la sien mientras apretaba los dientes. Suspiró y volvió a mirar al variopinto grupo.

-No... el conde nos os recibirá, se marchó esta mañana, pero volverá al atardecer. Id a verle entonces.

Y cuando las cosas no podían complicarse más para el capitán...

Llanos: He sido yo quien le dio el remedio a la curandera para los males del soldado. Es una receta muy común, y el remedio me lo procuró un galeno que pasó por aquí durante las lluvias. La curandera es inocente. Si el conde quiere aplicar algún castigo, que lo aplique sobre mí, y personalmente.

El hombre tardó unos segundos en reaccionar, como si necesitara procesar todo aquello.

-¡Eso es mentira, ha sido la curandera! -volvió a gritar Félix.

-¡Cierra la boca, ciérrala ya! -estalló el capitán.

Volvió a respirar hondo y dirigió su mirada a la bruja.

-Muy bien, en ese caso te vienes con nosotros. Pero la curandera tampoco quedará impune: si el conde así lo considera, será desterrada de este pueblo. No queremos alcahuetas ni supercherías en estas tierras.

Cargando editor
12/11/2019, 23:04
Don Diego de Villalba

Cuando los dos caballeros se acercaron al barullo, había una calle bastante amplia y llena de gente que vieron desde la distancia. Cuatro soldados habían rodeado a una mujer, y su capitán estaba hablando con un grupo un tanto variopinto; un noble, que por sus ropajes y acento debía ser del Reino de Aragón, un monje y un soldado del pueblo que les guiaba. 

Bernat: Capitán ¿Qué és lo que está ocurriendo aquí? ¿Basta la acusación de un solo hombre para arrestar a una mujer indefensa y montar semejante espectáculo? ¿Cómo estáis tan seguro de que ese soldado dice la verdad? Mi joven compañero y yo acabamos de llegar a estas tierras con motivo de ver al señor Conde. Uno de vuestros hombres nos guiaba hasta el castillo. Seguramente querréis formar parte de la escolta también.

-Vaya... -murmuró Don Diego desde la distancia.

El viejo caballero se rascó la barbilla, mirando a aquel grupo bastante intrigado.

Capitán de los soldados: La acusación... la acusación está fundamentada, como debe ser. Yo mismo he comprobado los efectos del envenenamiento [...] No... el conde nos os recibirá, se marchó esta mañana, pero volverá al atardecer. Id a verle entonces.

Entonces, en ese instante, una mujer avanzó de entre la multitud y se acusó a sí misma. 

 Llanos: He sido yo quien le dio el remedio a la curandera para los males del soldado. Es una receta muy común, y el remedio me lo procuró un galeno que pasó por aquí durante las lluvias. La curandera es inocente. Si el conde quiere aplicar algún castigo, que lo aplique sobre mí, y personalmente.

 

Soldado: ¡Eso es mentira, ha sido la curandera! 

Capitán: ¡Cierra la boca, ciérrala ya!

 Por lo que parecía, el capitán parecía muy estresado y superado por la situación. 

Capitán: Muy bien, en ese caso te vienes con nosotros. Pero la curandera tampoco quedará impune: si el conde así lo considera, será desterrada de este pueblo. No queremos alcahuetas ni supercherías en estas tierras.

Todo parecía que aquel asunto se había zanjado y se llevarían a aquella mujer en lugar de la otra, pero todavía no se acercaron a curiosear. Don Diego hizo retroceder unos pasos su caballo y llamó la atención de Rodrgio con la mano. 

-Esperad Don Rodrigo, he pensado algo -dijo Don Diego-. Ya que parece que el conde no está, podríais aprovechar y conocer a ese grupo tan extraño. No parece que sean de aquí, y quizás se convierten en un provechoso aliado. En cuanto a mi... voy a encargarme de ciertos asuntos. Recordad lo que hablamos: somos simples caballeros que estamos de paso para llegar a Valencia y hemos decidido parar aquí y conocer al conde, nada más. Nos veremos en el castillo.

Cargando editor
13/11/2019, 23:10
Leonnie

Aquellos hombres de uniforme me sacaron a fuerza de mi morada y aunque intenté forcejear levemente la fuerza de los soldados no me permitía mas que revolverme en sus brazos. Al cruzar el umbral varios habitantes del pueblo se escandalizaron al ver como me detenían; di gracias a los cielos por que tan buenos conciudadanos salieran en mi defensa. Entre el griterío y las quejas tanto de hombres como mujeres aquel que se había presentado como Capitán Álvarez siguió en sus trece de detenerme.

- ¡Escuche a esta buena gente Capitán!- supliqué en voz llorosa - Mis remedios son médicos, no tienen nada que ver con hechizos o maldiciones, mis únicos conocimientos sobre venenos es la forma de tratarlos para ayudar a la buena gente de esta villa, ¿es que acaso sus hombres no recuerdan haber sido atacados por flechas envenenadas? Yo puedo ayudarles mejor que ningún galeno.

Forcejeando caí al suelo de rodillas casi sin fuerzas, aquel hombre era capaz de quemarme en la hoguera y nadie parecía poder impedírselo

- El Conde no condenaría a la única curandera del pueblo, estoy segura... ¡si se entera le destituirán, tenga la certeza de que así será! - Protesté con las últimas fuerzas que me quedaban.

Cargando editor
14/11/2019, 14:16
Teolfo Rodríguez

El capitán Álvarez no daría su brazo a torcer. Incluso sabiendo que se equivocaba o que sus hombres mentían, Teolfo estaba seguro de que seguiría culpando a la curandera en un intento por demostrar quién era la autoridad.

Entonces el joven soldado vio cómo la mujer caía de rodillas en el suelo en medio del forcejeo y sintió que le hervía la sangre. No sólo parecían estar acusándola sin aparente motivo, sino que además la estaban tratando como a una auténtica criminal. Las pocas veces que había visto ese trato solía ser contra ladrones, forajidos y asesinos.

En un acto de piedad, Teolfo se aproximó a la mujer, tomándola de los brazos para intentar ayudarla a levantarse. En aquellos instantes no pensó en las consecuencias que pudiera tener su acción, tan sólo intentaba que al menos se tratase a aquella joven con algo de dignidad.

-Por favor, capitán. Al menos déle un trato digno -insistió, en defensa de la curandera, mientras la ayudaba a tenerse en pie-. ¡Por el amor de Dios, esta mujer es castellana! -Para él no había distinciones según su lugar de origen, pero no estaba tan seguro de que fuera así en el caso de Álvarez-. Si tiene que ser llevada a su celda, dejad que al menos lo haga por su propio pie y no siendo arrastrada. -Se volvió entonces hacia la curandera, bajando el tono y mostrándose más cortés. No creía que hubiera mucho que pudiera hacer por ella, pero si podía evitar que los soldados la humillaran, lo intentaría-: ¿Podéis caminar?

Cargando editor
15/11/2019, 11:08
Llanos Fabrat

-Muy bien, en ese caso te vienes con nosotros. Pero la curandera tampoco quedará impune: si el conde así lo considera, será desterrada de este pueblo. No queremos alcahuetas ni supercherías en estas tierras.

Llanos reprimió la sonrisa que pugnaba por asomarle en la comisura de la boca. Al fin.

 Sin embargo, vio que la curandera caía de rodillas, y la sonrisa se le heló en la boca.

-Esta mujer ha trabajado bajo mis órdenes. No es culpable de nada -insistió-, liberadla. Yo iré a hablar con el conde y aceptaré el castigo en su lugar.

Cargando editor
16/11/2019, 02:10
Bernat Dalmau

La actitud del capitán cambió bastante cuando se dio cuenta de la presencia de Bernat, como había esperado, pero no contaba con que el Conde no estaría por la zona en ese momento, y por lo tanto no podría llevarse a los guardias de allí tan fácilmente. Estos parecían empeñados a llevarse a la acusada dijeran lo que dijeran, y su comportamiento sacaba a relucir la falta de disciplina de los mismos, ya que el capitán tuvo que reprenderles varias veces.

Entonces, otra mujer salió de entre la multitud, tratando de defender a la primera, achacándose la culpa del intento de "envenenamiento", con lo que el capitán decidió arrestarla a ella, mientras la de tez más morena seguía excusándose y era ayudada por el soldado que los había acompañado hasta el momento. Al menos parecía que el capitán dejaría en paz por el momento a la morena, dado que la otra había admitido su culpabildiad.

Sin embargo, Bernat dudaba mucho de que lo que decía esta fuera verdad, y que solo estaban intentando protegerse unos a otros. Durante unos instantes, se debatió entre qué hacer. Por un lado, él y Pau tenían un objetivo y para ello necesitaban entablar buenas relaciones con el Conde, iniciar un altercado con la guardia local nada más llegar no era precisamente la mejor carta de presentación. Pero por el otro, su juramento le impedía permitir que una inocente fuera juzgada y condenada sin más, y aquellos guardias tenían el veredicto ya decidido. Además, esta parecía ser paisana suya, y no castellana como decían de la morena.

De modo que de nuevo se dirigió al capitán, queriendo saber más sobre el asunto — Fundamentada decís. ¿Y cuál ha sido el mal que ha aquejado a vuestro soldado, dónde se encuentra ahora? ¿Sois galeno aparte de capitán, para saber reconocer los síntomas? — era evidente que no, pero dejó aquél tema para evitar contrariar demasiado al hombre, ahora convenía más tener mano blanda — Si el conde no está, no podéis entregarle prisionera alguna, ni tampoco puede recibirnos a mi acompañante y a mí. De modo que, ¿Por qué hacer mala sangre ahora? Esperemos a que el señor Conde vuelva, y si vuestros deberes os requieren en otro lugar, no tengáis preocupación alguna, yo me quedaré vigilando a las sospechosas. Os doy mi palabra de que no irán a ningún lado, si os quedáis más tranquilo.

Esperaba librarse así de los guardias, y quizás aprovechar para averiguar más sobre la región y su situación antes de ir al castillo. Además, si la mujer resultaba ser una bruja de verdad, siempre podría congraciarse con el Conde entregándosela en bandeja.

- Tiradas (1)

Motivo: Elocuencia

Tirada: 1d100

Dificultad: 10-

Resultado: 66 (Fracaso) [66]

Notas de juego

Peaso tirá de daos, como e nota q'uno eh un señó feudá de bien y está mah que intruio en eso de desí loh palabroh, seuro lo convezco xD

Cargando editor
17/11/2019, 19:54
Pau Parra

-No sé quién se ha creído usted ni de dónde ha salido...

- Pau Parra, ja li he dit, veí del poble -le interrumpió sin perder la sonrisa afable, aunque quizá aquella puntualización inocente conllevara algo más implícito-. Hi hauria que veure si el seu soldat està realment enverinat o li ha pegat mal a la panxa alguna cosa. 

Pau observó al resto mientras intentaban convencer a aquel bestia y disimuló un bostezo con la manga de su capa, llevaban muchas jornadas de viaje.

Si el conde no está, no podéis entregarle prisionera alguna, ni tampoco puede recibirnos a mi acompañante y a mí. De modo que, ¿Por qué hacer mala sangre ahora? Esperemos a que el señor Conde vuelva, y si vuestros deberes os requieren en otro lugar, no tengáis preocupación alguna, yo me quedaré vigilando a las sospechosas. Os doy mi palabra de que no irán a ningún lado, si os quedáis más tranquilo.

Bò, el cavaller Dalmau té raó, si el compte no està haurem d'esperar -movió su mano como restando importancia a todo el asunto antes de añadir- i també pot esperar la qüestió d'aquestes dones. Mentrestant, jo crec que si no es fien de dos forasters per custodiarles fins que torne, aquestes poden demanar custodi a la parròquia del poble... -lanzó una mirada cargada de significado hacia la joven que querían ajusticiar- Que jo sàpiga la llei eclesiàstica continúa sent vàlida en territori castellà i fins que el compte no faça acte de presència i sentèncie és el que hi ha.

Cargando editor
17/11/2019, 20:17
Pau Parra
Sólo para el director
- Tiradas (1)

Motivo: Elocuencia

Tirada: 1d100

Dificultad: 40-

Resultado: 56 (Fracaso) [56]

Notas de juego

Me has gafao el dado Mastah

Cargando editor
17/11/2019, 20:21
Llanos Fabrat
- Tiradas (1)

Motivo: Elocuencia

Tirada: 1d100

Dificultad: 10-

Resultado: 90(+15)=105 (Fracaso) [90]

Cargando editor
18/11/2019, 21:33
Pablo Álvarez

El capitán sólo parecía prestar atención al infanzón, pero igualmente su cara reflejaba un hastío absoluto.

-¡Bueno ya está bien. Sois forasteros aragoneses y no tengo por qué dar más detalles! El conde no está, y en su ausencia, yo ejecuto su justicia -dijo tajantemente. 

Hizo una señal a uno de sus soldados y apresó a Llanos de inmediato. 

-Vámonos ya -bramó a los suyos.

Los vecinos se apartaron algo asustados y dejaron paso al grupo de soldados, que se llevaban a las dos mujeres en dirección al castillo. De inmediato, un mar de murmuros se extendió entre la muchedumbre, algunos de ellos con los recién llegados como tema de conversación. 

Cargando editor
18/11/2019, 22:18
Fabulator

Los forasteros trataron de evitar que se llevaran a ambas, pero los intentos fueron en vano. 

-¡Bueno ya está bien. Sois forasteros aragoneses y no tengo por qué dar más detalles! El conde no está, y en su ausencia, yo ejecuto su justicia -dijo tajantemente. 

Hizo una señal a uno de sus soldados y apresó a Llanos de inmediato. 

-Vámonos ya -bramó a los suyos.

Los vecinos se apartaron algo asustados y dejaron paso al grupo de soldados, que se llevaban a las dos mujeres en dirección al castillo. De inmediato, un mar de murmuros se extendió entre la muchedumbre, algunos de ellos con los recién llegados como tema de conversación. 

Cargando editor
19/11/2019, 08:56
Llanos Fabrat

Llanos se dejó apresar con estoicismo, sin forcejear como había hecho la otra curandera, y con una expresión absolutamente digna. Sin embargo, cuando empezaron a arrastrarla hacia el castillo, aquel que la estuviera mirando podía percibir un brillo de triunfo en su mirada