Partida Rol por web

La llamada había llegado sorpresivamente. Desde un número privado y con la habitual impersonalidad con que Arcadius se comunicaba con ustedes. Había ido directamente al grano.

-Un colega* de los Adeptos Virtuales anda en busca de sujetos... de mente abierta para probar uno de sus más recientes desarrollos. Así que te he recomendado directamente, ya que cumples con sus expectativas. Y al mismo tiempo es una oportunidad para empezar a darte a conocer entre otros miembros de nuestra Tradición. Él te dará los detalles, ya tiene tu dirección, sólo necesita tu respuesta positiva, y llevará a acabo los arreglos si estás de acuerdo en exactamente una semana- explica de manera desapasionada, más relatando que preguntando, pero esperando tu confirmación.

-Se trata de un Onironauta. Se hace llamar Hypnos. Trata de dejar una buena impresión.- dice finalmente como despedida cuando aceptas, dejando en el aire más preguntas que respuesta.

El resto de la semana varios paquetes de Amazon llegaron a tu dirección, con las instrucciones explícitas de no abrir hasta el día de la visita de Hypnos. Y finalmente pasada una semana, el último paquete llegó, traída por una repartidora, una mujer en uniforme de UPS, que cuando abres la puerta, entra sin mediar palabra. Se trata de una mujer de más de treinta años, delgada pero de aspecto confidente, casi altanero, cabello recogido elegantemente, y rostro delgado, con ojos inteligentes y claros. Te observa de forma diligente y deja escapar una sonrisa que muestra una larga hilera de dientes. Tiene un aire extraño, misterioso, casi imponente, diferente a la impresión que te dejan tus maestros, pero similar en cuánto parece también guardar un potencial inesperado.

-Vaya que eres exactamente lo que estaba buscando. Arcadius no ha mentido con tu perfil, justamente necesitaba a alguien de tus... limitaciones- dice con poco tacto y extendiendo la mano.  Su voz tiene entonaciones curiosas, como si tratase de ser neutra, pero le costase ocultar cierta emoción.-Mucho gusto Oliver, puedes llamarme Hypnos. ¿En donde has dejado los paquetes? Perfecto, bien, entonces voy a preparar todo. ¿En dónde te sientes más cómodo? ¿Cama, allí en tu silla, algún sillón? No importa, no afectará mucho el resultado- dice mientras va retirándose el uniforme a medida que habla con absoluta seguridad y en exceso, apenas dejándote responder con monosílabos. Ni siquiera Frankie se atreve a interrumpir. Debajo del uniforme revela ropa más formal, un vestido negro y unos pantalones. Luego realizando un par de movimientos extraños sobre su sien, mientras se pone un auricular en la oreja derecha, puedes notar como algunas de las venas de su cabeza adquieren un tono extraño y como el color de sus ojos toma una tonalidad brillante, mientras ella repasa el lugar.

-Perfecto, perfecto, la Resonancia podría ayudarnos muchos. ¿Imagino que Arcadius te contó lo que hago? No, seguramente no, le dije que prefería contarlo yo misma- dice mientras sigue recorriendo tu casa, examinando, mirando, sonriendo y asintiendo de manera satisfecha, para luego ir sacando varios elementos de las cajas. -Soy experta en onironáutica. Navegación de los Sueños. Seguramente algo te habrá dicho Arcadius, o no lo sé. Pero el caso es que existen infinitas dimensiones a las que podemos acceder gracias a nuestros juguetes. Quizás te haya comentado de la Telaraña Digital, nuestro espacio, lo creamos nosotros eh?- dice mientras sonríe sacando varias piezas que comienza a ensamblar empleando una caja de herramientas que había llegado también. Luego descubre en el paquete que ella traía varios recipientes de vidrio, jeringas y material que parece más propiamente médico.

-Y muchos aprendemos a acceder de manera tradicional, pero no siempre es sencillo, o controlable, o lo que quieras. Sin embargo, todas las dimensiones tienen puntos de contacto con las otras, imagina... intersecciones. Y la Telaraña Digital y el Mundo Onírico tienen varias. Así que con ayuda de algunos eteritas, he estado desarrollando una nueva manera de acceder a la Telaraña... a través de los sueños. ¿Impresionante verdad? bueno, igual y no suena tan difícil, pero mira, que el Mundo de los Sueños es gigante, todos los esfuerzos por cartografiarlo... digamos que aún no acaban. Conozco a un tío que hace 30 años desapareció para crear el más grande y completo mapa de las tierras Oníricas. No hemos oído de él desde entonces... o bueno, sí, sabemos que está allí afuera, pero igual y no parece que fuese a volver pronto. El problema radica en la naturaleza caótica y descontrolada de los paisajes oníricos, pero si pudiésemos añadir algo de control y depositar a un Onironauta (o soñador, como prefieras) cerca de una entrada, podríamos crear otra manera confiable y menos vigilada de acceder a la Telaraña. ¿Y bueno? ¿Dónde te vas a acomodar? Vas a tener el honor de ser mi primer sujeto de prueba Despertado.- dice mientras sonríe inmensamente satisfecha y levanta un contenedor con un líquido verdoso en él.

En mi silla estaré bien, gracias, dijo Oliver. Espero no babosearme demasiado, porque dormiré, ¿cierto?

En fin. ¿Cómo cartografiar los sueños? Casi que diría que es mejor cartografiar a los soñadores, ¿verdad? No se. No es que quiera pincharle el globo, amiga Hypnos pero, ¿por qué controlar el caos? Creo que lo mejor es situar el caos. Dejarlo en su lugar. Cada cosa en su sitio, y el caos donde esté el caos, y el orden donde esté el orden. Y eso, en definitiva, es orden.

Estaba un poco asustado, con todas esas jeringas que amenazaban con introducir líquidos extraños en su bienamado organismo. Por no hablar de los sueños. Solía tener sueños. A veces soñaba con su padre.

Concibo un universo en equilibrio. Mezclar la telaraña, que es orden, con el caos de las dimensiones oníricas, ¿no produciría una invasión de las dimensiones oníricas en la telaraña? Una invasión más profunda de la que ya hay, quiero decir.

Había estado en la telaraña como un corderito. Como un mero durmiente, de momento. A veces se avergonzaba de la lentitud de Frankie en ese ámbito, teniendo en cuenta la cegadora rapidez, y la maravillosa definición de los iconos que manejaban otros tejedores. Él había elegido una simple pirámide para representarse, a falta de mejores máquinas, dejando sitio en su hardware para poder percibir con la mejor nitidez posible.

En todo caso, todo esto era pura verborrea provocada por el miedito de ser el sujeto de un experimento desconocido.

¿Ha habido otros sujetos de prueba? ¿Durmientes? Estaba inflando una almohada de esas que abrazaban el cuello, para evitar que su cabeza colgara sin control, si se relajaba. ¿Ha tenido resultados positivos?

-Como un bebé- responde la mujer con una enorme sonrisa que intenta ser reconfortante pero más parece cargada de cierto interés profesional.

-Ah, una pregunta interesante- dice cuando cuestionas sobre la actividad de cartografía. -En realidad el espacio físico de la dimensión onírica es cartografiable, los sectores más profundos son los que alojan los escenarios de los sueños de las consciencias humanas, pero son representaciones que ocurren en lugares definidos que muchos onironautas han explorado. Y aunque algunos elementos son efímeros, la mayoría de marcas del terreno, o de ecosistemas son reconocibles. Según estimamos, el mapa que tenemos ahora de aquella dimensión no abarca más que menos del 10%, y data de fuentes ya algo antiguas, incluídas algunos herméticos que estudiaron lo que entonces llamaban el Ensueño antes de que siquiera estuviésemos en las Tradiciones- añade orgullosa.

-Los sueños no son caos, Oliver. ¿Puedo decirte Oliver? pues eso, que no son caos. Sólo lo parecen porque la parte de tu consciente no tiene control alguno sobre ellos, pero tu subconsciente... es el que es capaz de darles forma. Y es ahí donde entra mi experimento, con la estimulación adecuada, es posible lograr un equilibrio indicado para otorgarnos cierto grado de control sobre la ubicación y la naturaleza de tu escenario onírico.- luego pareciese que tomara aire para continuar hablando. -No hay mezcla posible, las dimensiones tienen límites muy bien definidos, particularmente porque las leyes de cada dimensión suelen ir en detrimento de las dimensiones exteriores. Por ejemplo, los espacios Oníricos tienen varios puntos de conexión físico en nuestra dimensión. Son lugares peligrosos e inestables, pero que de ninguna manera se han extendido. En realidad gran parte de los sueños no puede subsistir bajo las rígidas leyes naturales de nuestro universo físico y las manifestaciones de materia efimérica terminan desvaneciéndose de este lado con relativa rapidez. Lo mismo sucede con la Telaraña, que degrada incluso más rápido la materia efimérica. Pero ese es un estudio para otro momento- dice mientras parece haber terminado de preparar su monitor y comienza a acercarte varios cables con terminaciones circulares, de los que se emplean en el monitoreo electrocardiográfico.

-Con esto mediré tus signos vitales, y tu actividad cerebral. Los azules van al pecho, los rojos en la frente- dice mientras te ayuda a pegarlos sobre la piel con visible emoción. -Los durmientes no suelen ser receptivos a esta tecnología. Pero hemos hecho pruebas con animales, induciéndolos en delirios febriles y determinando si es posible hacerlos aparecer en la dimensión onírica. Spoiler alert, es posible...- dice orgullosa. -... Por escasos segundos. Pero es así como he perfeccionado la ubicación que debería acercarte a una entrada física a la Telaraña- continúa.

Cuando te has conectado los electrodos médicos, su expresión se torna seria. -Antes de iniciar, tengo algunas recomendaciones básicas. Tu proyección subconsciente será la que seguiremos y la que entrará en la Telaraña si todo sale bien. Pero la droga que te inyectaré tiene efectos fuertes, por lo que los mecanismos que empujan a tu cerebro a despertar de un sueño desagradable no funcionarán. Lo que significa que, si no eres cuidadoso, podrías exponerte a cantidades diferentes de trauma psicológico y aunque nunca ha pasado nada antes...- dice sin querer explicar bien -... teorizo que de sufrir algún incidente violento en contra de tu proyección, podrías encontrarte con secuelas psicológicas, traumas, pérdida de la memoria e incluso... caer en coma. Pero si sigues mis instrucciones  durante el experimento y mientras pueda controlar tus signos vitales, las posibilidades de algo así son menores al 1%. ¿Está claro?- dice mientras levanta ahora la jeringa con el líquido verdoso.

-¿Estás listo? Una vez te inyecte el medio onírico, cuenta hasta 10 y caerás dormido. No deberías ni darte cuenta, y los parámetros deberían indicar que no deberías notar a primera vista mucha diferencia. Ya verás de que hablo. Estoy lista cuando tú lo estés- repite entonces esperando tu señal.

Sin atreverse a abrir la boca (¿Quizá debería ponerse un pañuelo, para evitar que se le abriera la mandíbula? ¿Algo para no morderse la lengua?) Oliver hizo el gesto universal de OK.

Uno, dos, tres... El líquido penetraba en su bien amado sistema circulatorio. ..., cuatro, cinco... Sensaciones extrañas, ¿o no era más que imaginación? ..., seis, siete... ¿Qué vendría después del siete? ¿Qué era eso del siete?

Terminas la cuenta. Llegaste al 10 pero nada cambió. O lo que es lo mismo, nada cambió y al mismo tiempo no parece que las cosas sigan igual. Estás en tu silla, sí, sentado, pero para comenzar notas que estás solo cuando podías haber jurado que Hypnos estaba hace un momento hablándote allí. En segundo lugar, los cables que podías asegurar que sentías hasta hace unos instantes se han desvanecido. Pero por lo demás, todo parece estar en su sitio, como si nada hubiese sucedido, como si aquel encuentro no hubiese sido más que una alucinación o una fantasía. El sitio huele igual, la temperatura es agradablemente templada y el paisaje exterior muestra el eterno cielo nublado de Londres. Incluso los sonidos atenuados y la sensación de la información fluyendo siguen allí, como ruido de fondo, dándole un color y una música de ambiente especial a tu refugio. Y sin embargo, algo se sentía extraño, fuera de lugar. Te toma unos instantes reaccionar, y una voz bastante familiar.

-¿Oliver? ¿Me escuchas?- dice la voz. Cuando buscas su origen, encuentras una esfera de colores flotando no muy lejos de tu cabeza. La voz coincide con tu memoria de Hypnos, pero te toma un momento darte cuenta de esto. -Este es tu Mayordomo Omnipresente para el Registro y Perfeccionamiento de la Experiencia Onírica; o M.O.R.F.E.O*. Es uno de los elementos que introduje en tu sueño inducido y nos permitirá comunicarnos. Debería estar siempre a tu lado, suponiendo que no hagas transiciones demasiado bruscas, en cuyo caso tardará un poco en alcanzarte de nuevo- continú explicando M.O.R.F.E.O utilizando la voz de Hypnos.

-Bien. Te pido que sea cuidadoso. Elegí inducir un lugar familiar en tu subconsciente para darte mayor estabilidad y según mis cálculos la conexión entre la realidad onírica y la Telaraña Digital debe estar no muy lejos de allí. Probablemente tengas que caminar y salir de tu departamento. De nuevo, ten cuidado, si alteras demasiado el sueño, podrías verte lanzado a algún lugar más lejano de la entrada y tendrías que tratar de llegar... de alguna manera.- el orbe gira y cambia de colores y de intensidad a medida que deja escuchar la voz de Hypnos. Luego vibra con fuerza y aumenta el volumen. -¡Oh! ¡Oh! ¡Oh! Se me había olvidado mencionarte... aunque quizás ya lo sabes, ¡No tienes limitaciones físicas aquí! Así que puedes pararte de tu silla y caminar. Ya sabes... jo... que fuerte... me siento como Jesús cuando le dijo al tío este, ¡Levántate y anda!. Aunque estaba muerto, si mal no recuerdo. Bueno, no importa, estás soñando, es casi lo mismo... así que, sin más largas Oliver, ¡Levántate y anda!- dice M.O.R.F.E.O

Oliver se quedó clavado en su sitio. Hizo un esfuerzo por imaginar. Nada. Cerró los ojos y se concentró. Nada. Comenzó a sentirse frustrado, molesto, hasta furioso. ¿Por qué la gente tenía que meterse donde no le llamaban? Esos pseudo espiritualistas que sugerían, si no afirmaban taxativamente, que el culpable de la enfermedad era el paciente. La rabia lo dominó durante un buen rato. ¿Es que no entendían que no podía moverse?

Cuando la emoción hubo pasado un poco, abrió los ojos. Estaba con la cabeza gacha, mirando hacia sus manos, apoyadas en los brazos de la silla. Sus jóvenes y delicadas manos, que ahora parecían llenas de venas y manchas de la edad, con las uñas gastadas y amarillas.

Sientes el vértigo a medida que el mundo se deshace y las paredes de tu habitación comienzan a alejarse a toda velocidad. -¿Oliver?- es lo último que escuchas en la voz de Hypnos, antes de que los sonidos quedaran ahogados en una distancia imposible, y tu cerebro llenase el vacío con la sensación de naturalidad, racionalizando el hecho de que hubieses llegado aquí de manera intempestiva. No obstante, la pregunta que permanecía era: ¿Qué era aquí?

Parece un basurero, un cementerio de viejas máquinas, apiladas las unas sobre las otras, formando enormes y laberínticos muros de varios metros de grande. Al examinar en detalle dichos muros, notas toda suerte de carcasas de ordenadores, teclados, torres y cables, formando una imposible estructura irregular que se extendía indefinidamente hacia el frente. Tu cuerpo se siente viejo y achachoso, aunque los dolores parecen más apretones en tus articulaciones que verdaderos síntomas de vejez, y tus manos reflejan una edad avanzada. Estás confinado aún a tu silla de ruedas, pero en lugar de ruedas, parece desplazarse a través de patas mecánicas, como una enorme y coja araña, jadeando y gimiendo ante tu peso, zarandeándote de lado a lado. Tus sentidos perciben un olor a plástico quemado y estás seguro de que debe estar haciendo frío, aunque no percibes mayor incomodidad ante dicha temperatura. Y sólo hay silencio, absoluto silencio.

Sabes que esto es un sueño, Hypnos te lo advirtió, pero parecías haberte desviado bastante del plan. Y mientras analizabas la situaciones, tienes la desagradable sensación de estar siendo observado. Desde los espacios en la chatarra de las paredes, desde la oscuridad de agujeros y cavidades, puedes percibir los brillos apenas notables de cientos y miles de ojos que no pestañean, que emiten una luz mortecina y que te observan con absoluta atención, examinando cada movimiento, a medida que te desplazas pesadamente gracias a tu arácnida silla de ruedas...

Oliver observó aquellos altos muros de deshechos informáticos. Notó presencias en ellos. Lo primero que hizo fue dejar de avanzar al azar: se detuvo. Esos ojos en las rendijas de los muros le estaban poniendo muy nervioso. Debía, si no tranquilizarse, al menos no mostrar miedo. Tomó el terminal donde se alojaba Frankie y, como si se tratara del mando de una wii, trazó un Signo en el aire con él. El signo de la confianza, conforme a su particular simbología.

Se había desviado, ciertamente. Miró al cielo ¿estaba oscuro, nublado, el cielo estrellado, o era de día? La tierra ¿baldosas, tierra, hierbas? Observó los muros de chatarra. ¿Qué tipo de chatarra? ¿Había alguna pauta? Esto parecía un laberinto, ciertamente. Lo de que su silla se desplazara mediante patas móviles (¿acaso no estaba intentando acceder a la telaraña digital?), casi lo encontró natural, y su vejez no parecía llamarle la atención.

Pensó, arrullado por su propia aura tranquilizadora, y se dio cuenta de que disponía de un guía que debería encontrarle en breve: Morfeo. Estaba claro que había hecho una "transición brusca", y que quizá tardara un poco en llegar. Se concentró, pues, en lo inmediato, en vez de intentar avanzar a tontas y a locas. Trató de percibir quién o qué acechaba en esos callejones oscuros.

Al ritmo del balanceo de la silla de ruedas (o de patas, en este caso), te acercas hacia una de las paredes. El aspecto casi-compacto era impresionante, teniendo en cuenta que su composición parecía ser en su totalidad láminas metálicas, monitores de ordenador, torres vacías, cables de varios grosores, teclados incompletos y rotos, reguladores de voltaje y otra suerte de piezas de informática, dispuestos de tal manera que emulaban un muro lleno de agujeros y bolsillos oscuros, sin exhibir protuberancias o deformidades. Cada pieza de chatarra estaba dispuesta de forma tal, que no sólo encajaba, sino que estaba fuertemente asegurada a la integridad estructural de la pared, haciendo casi imposible sacar alguna pieza sin comprometer la construcción en su totalidad.

El efecto tranquilizador de tu magia empezaba a surtir efecto, y te dedicas a observar las presencias que es esconden entre los rincones sin luz de aquel interminable pasadizo. Sus ojos rojos, notas, parecen en realidad agruparse, brillando como luces LED de un rojo antinatural. Escuchas moverse a las presencias, haciendo ruidos y ecos metálicos, chocando sus metálicas extremidades con los componentes de sus madrigueras, haciendo ruidos y gruñidos que más bien te recordaban a zumbidos en varias frecuencias, algunos apenas audibles, y otros tan fuerte, que podrías jurar que estaban demasiado cerca a ti.

Y te vigilan. Por momentos alguna luz se apagaba, sólo para reaparecer desde otra parte del muro, mirándote con su luz espectral. Los zumbidos no parecen seguir ningún patrón, pero es difícil no imaginar que puedan estarse comunicando, o que sus movimientos respondan a alguna invisible instrucción transmitida de alguna arcana manera. ¿Qué eran aquellos residentes del muro? 

Tras unos instantes, sientes un cambio en las luces, y observas como unos metros sobre ti se empieza a materializar un orbe multicolor, primero parece apenas una imagen fantasmal, pero luego sus colores cobran vida y su nitidez aumenta, traspasando el velo de la realidad onírica como una roca cayendo en un arroyo tranquilo y generando multitud de ondas. M.O.R.F.E.O había llegado.

-Oh, vaya, vaya, finalmente te he encontrado. Por fortuna había previsto un salto así, pero jo, vaya que no en los primeros minutos de la experiencia.- la voz de Hypnos no tardó en interrumpir y ahogar el desagradable sonido de las criaturas. -Según mis sensores estás bastante lejos de la entrada. Esto está mal, está mal.- y luego el orbe cambio de colores y dio un par de vueltas alrededor tuyo. -Te ves fatal Oliver. Y esto tampoco se ve muy acogedor. Bien, creo que tendrás que salir de aquí sin perturbar demasiado la continuidad del sueño, no sabemos en dónde podrías caer luego. Aunque creo que lo mejor sería despertarte si eso pasa... quiero decir, cuando acabe el efecto- dice, hablando más con ella misma que contigo.

-Bien. ¿No has podido ponerte de pie aún? mmm... esto será un problema, las limitaciones auto-impuestas podrían tener un impacto negativo en la experiencia, más si intentas ingresar a la Telaraña así. Estar anclado a una limitación sólo va a hacernos todo más difícil. Bien, bien... empecemos organizando tus ideas, creo que debemos salir de aquí, ¿estás de acuerdo?- continuó explicando rápidamente.

Miró en derredor suyo. Este lugar tenía algo, a pesar de lo ominoso que... Era sugerente. No le parecía del todo negativo. No obstante se había pasado la vida recogiendo restos de ordenadores viejos. Sentía que el lugar, por mucha mugre que tuviera (¡Asqueroso! ¡Indecente!), estaba hecho a su medida.

¿Esa ligereza se debía a su propio conjuro? Se sentía ligero y confiado. Esos seres entre los deshechos le llenaban de curiosidad. Eran, quizá, otros tantos Frankies despreciados por los usuarios de sus ordenadores. Esa vida que cualquiera con un mínimo de sensibilidad podía percibir en cualquier electrodoméstico echado a la basura. Le embargó la tristeza. ¡Y con todo esto, se había formado un laberinto! ¿Dónde iría? Ahora que Morfeo estaba aquí, sabía que podría salir con facilidad, pero la ausencia de miedo le provocaba ganas de explorar.

¿Cómo se saldrá de este laberinto? O, mejor: ¿Cómo se llegará a su centro, querido Morfeo? Tanteó con las patas de su silla. Era posible que la silla estuviera capacitada para trepar. Sentía deseos de ver el laberinto desde la altura. Se había olvidado de la ruina que era su cuerpo. En realidad, se sentía joven y curioso como un niño. O como algunos ancianos a los que ya se les ha caído algún tornillo.

M.O.R.F.E.O meditó la respuesta. O al menos así podías interpretar que las luces dejaran de parpadear y se quedaran en un blanco estático durante unos segundos, flotando silenciosamente sobre tu cabeza. Tu silla comienza a acercarse a la pared, emitiendo ecos metálicos mientras las patas se posan sobre el suelo de forma rígida, y comienzan a tantear los primeros espacios de la pared, haciendo que toda la estructura se resienta levemente. El metal se queja en alguna parte, y algunas criaturas escapan rápidamente entre las sombras apagando sus luminosos ojos, dejando sólo un silencio a medida que toman distancia.

-Puedo intentar inducir una transición de nuevo al lugar inicial. Pero tendría que inyectarte algo más del suero, lo que podría enviarte a un sueño más profundo y por ende más difícil de terminar si sucediese algo- comienza a explicar. Su color se torna en un amable verdoso, mientras da un par de vueltas sobre tu cabeza, levitando lentamente. -Podrías también tratar de inducir tú mismo la transición, pero es mucho menos preciso y no tenemos garantías de donde termines, o si te acerque de alguna manera a la puerta. O podemos dar por terminado el experimento- pero esta última alternativa hizo que el orbe cambiara de color hacia un tono más bien azulado o malva, y se quedara casi que estático en la misma posición.

Tu silla-araña entonces comenzó a ascender lentamente, siguiendo tus instrucciones. Empieza rápidamente a ponerse en posición vertical, mientras sus patas buscan los mejores puntos para sostenerse y se flexionan para elevar el peso con esfuerzo. Empiezas a sentir como te falta el equilibrio y temes caer por el lado. Tus brazos buscan torpemente asirse de alguna parte, pero entre el movimiento y las patas impulsándote hacia arriba podría bien no ser suficiente...

Oliver se agarró por puro instinto, sin saber lo que estaba a punto de pasarle. Tan confiado estaba, que ni se dio cuenta de que había hecho casi lo único posible para evitar caer. Así, de chiripa, y sin hacer demasiado esfuerzo. Bueh, algo si, pero el entusiasmo, la falta de miedo, la ligereza que le embargaba se encargaron de hacerle ver todo de color de rosa. Se veía muy astuto al escapar de esa manera del laberinto: ¡lo vería desde arriba!

Luego lo decidiré, comentó mientras subía. Ven conmigo querido y pequeño corpúsculo de luz. Ven y explora esta maravilla. ¿No debería tener un cinturón de seguridad, este trasto?

Sosteniéndote con gran esfuerzo, la silla escala la pared, tambaleándose de lado a lado y amenazando con tirarte abajo. A tu lado, M.O.R.F.E.O asciende lentamente sin decir nada, hasta que están en la cima de aquella pared del laberinto. El paisaje es desolador a primera vista: todo el complejo se extiende hasta donde alcanza la vista, limitado sólo por una oscura neblina que parecería marcar un borde, si es que las murallas no se extendían indefinidamente al interior de aquella bruma. El cielo, oscuro como se veía desde abajo, ahora tenía un color de gruesos nubarrones negros, sobre un firmamento rojizo, como un carbón encendido, que dejaba ver su malhadada coloración a través de los espacios entre los oscuros vapores, asemejándose a grietas volcánicas que arrojaban una luz mortecina. Desde allí arriba, una brisa caliente y con olor a plástico te rodea.

Entonces, algo llama tu atención. A posiblemente uno o dos kilómetros, entre las paredes del laberinto, se levanta una columna de humo, grande como un incendio, que parece desplazarse lentamente siguiendo el camino trazado, su origen, sea cual sea, parecía también atado por las mismas reglas que cualquier habitante de aquel lugar. Guardas silencios, y escuchas un sonido, un gruñido metálico que acompaña aquella negra humareda, cargada de zumbidos que tus oídos apenas si alcanzan a escuchar.

Tu silla también se siente más incómoda. Y no es para menos, parece que los espacios para reposar los brazos se han reducido de tamaño, y en lugar de quedarse quieta, se muestra más inquieta. El asiento se empieza a curvar hacia afuera y el tamaño de lo que sería el tronco parece haber aumentado.  

-Oliver- enuncia el orbe, cambiando a un color rojo que hacía juego con el color del infernal cielo. -Creo que debemos salir de aquí. Estás peligrosamente cerca a entrar en una pesadilla. Tu pulso está aumentando su frecuencia, y empiezo a registrar un incremento en la tensión muscular.- dice mientras gira alrededor tuyo como intentando llamar la atención.

Oliver, al ver que su silla se iba transformando en una araña, con toda naturalidad, pensó que debían aparecer también bridas y silla, dado que él era el jinete. ¿Dónde estaban esas cosas tan necesarias? ¡Sus manos debían estar sujetando con firmeza su montura! ¡Su ropa debía ser la adecuada! ¡La silla debía estar diseñada para poder cabalgar un arácnido gigante! Con su respaldo largo y acogedor, y su pequeño cinturón de seguridad, por si la araña se ponía cabeza abajo, o por si daba saltos. ¿Tendría tela su araña? ¿Sería venenosa?

Por el momento, no hizo demasiado caso de M.O.R.F.E.O.