Partida Rol por web

Oliver requirió de su supuesto letrado los papeles donde llevaban los datos que estaban manejando. Una simple captura de una cámara de seguridad, señor Cross, ¿sabe? Mostró lo suficiente como para que viera la fotografía impresa sin dejarle que mirara demasiado en detalle, y un estudio concienzudo de la imagen nos ha llevado a su, por otra parte, muy bien llevada empresa.

Manejando datos y papeles no podía dejar de entreverse en él un fondo frío y profesional del que trata la información con soltura. Una mirada de pescado muerto del que ha hecho cien mil veces aquello en lo que ya no piensa, porque está prendido, por así decirlo, de las puntas de sus dedos. Sin embargo, se obligó a paralizar el proceso, pareció abstraerse e hizo que surgiera de toda aquella frialdad un lado profundamente humano y triste. Miró en derredor, aquella vivienda (en realidad le parecía un nido de mugre) donde cada rincón representaba una pírrica victoria contra la vida dura y salvaje de la selva londinense. Cada figurita de plástico un sentimiento, un recuerdo, una lucha, unas libras ganadas honradamente o, quién sabe, quizá mediante pequeñas triquiñuelas de empresario de clase media.

Tiene un hogar muy acogedor. "Acogedor" era la palabra más positiva que se podía aplicar a aquella muestra de la mediocridad, y de ella se alimentó Oliver para pronunciarla con sencillez, redonda y suave como la mantequilla derretida. Intentó salvar la distancia entre los espíritus así, buscando contacto en lo que debía ser toda la vida de este empresario de medio pelo.

Bien, volviendo a los negocios. Esta es la placa, el vehículo. Esa es la hora. ¿Qué puede decirnos, estimado amigo?

Mi expresión mientras el tipo hablaba era de seriedad. Me hizo gracia cómo pedía disculpas a Oliver, la verdad, cuando todo no era más que un teatro. Acto seguido, al oír aquello de que esto no era muy común, hice un gesto que se podía entender como "sí en nuestro trabajo", o algo similar.

Pasé al interior, y no mostré lo mucho que desagradaba aquel lugar ni siquiera cuando vi el estado del teléfono. Dejé que los otros dos conversasen, ya que parecía que habían encajado más o menos, y me sentí tentado de presionar al hombre cuando habló de su hijo. Decirle que quizá fuera su hijo quien se viera detenido por obstrucción, por ejemplo. Sin embargo, no había motivos por el momento, y quizá sirviera para perder la confianza que habíamos ganado. De modo que le pasé a Oliver los documentos cuando los solicitó y me mantuve un poco al margen.

—Lo único que necesitamos saber es lo único que aún nos falta para poder hacer justicia: quién conducía la furgoneta —insistí antes de esperar la respuesta del tipo.

-Eh, gracias, gracias...- dice Ethan, algo tomado por sorpresa por los cumplidos de Oliver, aunque no había seguridad en su voz y más parecía dudar de si se trataba de un sarcasmo o de una expresión sincera. No le dio demasiadas vueltas mientras asentía, y recibía la información.

-Bien, dejadme revisar...- dice mientras pasaba las páginas comparando con la pequeña notica con los datos. Luego se rasca la cabeza, mira de nuevo el papel que le habéis dado y a vosotros. -Esto... bueno, tiene que ser un error. Acabo de notarlo pero esta placa no corresponde a ninguna de mis furgonetas. Es decir... las placas de las nuestras son LK11ESAT y LO51JSTW. - dice. La que aparece en el video tenía placa BM13KAYE. -Y no hicimos ese día nada luego de la última entrega a las 4 de la tarde.- se rasca la cabeza con visible confusión. -¿Estáis seguros de que es la placa correcta? Porque si no, no me lo explico. Todo esto parece un malentendido. ¿Quizás os habéis equivocado de empresa? Os aseguro que si hubiésemos tenido un incidente así lo habríamos reportado.- dice, pero a pesar de que ha recuperado la confianza y parece aliviado de darse cuenta de la diferencia entre los registros, había todavía cierto temor que se dejaba escapar en su voz.

-Una simple captura de una cámara de seguridad, señor Cross, ¿sabe? y un estudio concienzudo de la imagen nos ha llevado a su, por otra parte, muy bien llevada empresa.- Oliver tomaba la palabra. Guardó silencio unos instantes. -Tiene un hogar muy acogedor. -

-Eh, gracias, gracias...- respondió el hombre. Sonaba poco convencido

-Bien, esta es la placa, el vehículo. Esa es la hora. ¿Qué puede decirnos, estimado amigo? - retomaba Oliver

-Lo único que necesitamos saber es lo único que aún nos falta para poder hacer justicia: quién conducía la furgoneta- complementó Evan.

-Bien, dejadme revisar... esto... bueno, tiene que ser un error. Acabo de notarlo pero esta placa no corresponde a ninguna de mis furgonetas. Es decir... las placas de las nuestras son LK11ESAT y LO51JSTW. - va diciendo Cross. Lo que dice tiene sentido, en tu cabeza la placa estaba clara como el día: BM13KAYE -Y no hicimos ese día nada luego de la última entrega a las 4 de la tarde. ¿Estáis seguros de que es la placa correcta? Porque si no, no me lo explico. Todo esto parece un malentendido. ¿Quizás os habéis equivocado de empresa? Os aseguro que si hubiésemos tenido un incidente así lo habríamos reportado.-

Algo recordabas de la forma como se manejaban las asignaciones de números de placas. Al menos recordabas que la primera letra solía indicar el sitio, y mientras que las de Cross comenzaban en L (¿Liverpool? ¿Londres ¿Leeds?, no estabas seguro), la B indicaba otro lugar diferente de registro.

La asignación de placas tenía un sistema específico. Las primera letra indicaba el lugar, la segunda era aleatoria, el número indicaba la época de registro del vehículo: los dos últimos dígitos del año en caso de ser registrado durante el primer semestre, o 50+los dos últimos dígitos del año en caso de haber sido registrado durante el segundo. los demás cifras, creías, eran aleatorias. Basado en lo que recordabas, la L de las placas de las furgonetas de Cross indicaban que se habían expedido en Londres, mientras que la B señalaba otra región diferente. Quizás que comenzase por B, como Bristol, Bath o Birmingham.

Oliver frunció ligeramente el ceño. Tomó su terminal e hizo una rápida búsqueda por google...

Cambié el peso de pierna, incómodo, en cuanto el tío dijo que aquello sería un error. Y estuve a punto de decirle que se dejase de idioteces y de apartar la culpa, pero por suerte lo dejé terminar... Y probablemente me quedé con cara de tonto cuando se siguió explicando. Comprobé nuestros papeles, asegurándome de que ninguna de las matrículas que decía era la nuestra, y miré a Oliver, tentado de echarle la culpa. Desde luego no era yo quien había seguido esta pista.

—¿Podemos ver sus furgonetas, señor Cross? —dije, sin reconocer todavía que se tratase de un error. Mientras tanto fui sacando el teléfono, dispuesto a contactar con Arcadius.

Una búsqueda rápida superficial sobre google te revela que no estás muy lejos de la respuesta. La primera letra representa la región de registro y aparentemente la L es para Londres, mientras que la B para Birmingham. El número intermedio expresa el semestre y el año de registro, pero no lees exactamente en qué forma.*

Un momento, por favor... Oliver estaba buscando información en su terminal móvil, que ahora mostraba sin reparo alguno. Por aquí dice que B, en una matricula, es para Birmingham, veamos si tenemos más datos... ¿Esta empresa era una franquicia? Casi era la primera pregunta, y la clave del error de bulto que habrían cometido en la investigación, o bien este hombre tenía furgonetas específicas para tareas dudosas, que también podría ser, en cuyo caso, y por el momento, mejor hacerse el tonto hasta que tuviera todas las claves en su mano.

-Eh... por supuesto, sí- dice Cross, mientras se levanta como un resorte, al tiempo que Oliver intenta leer algo en su móvil. El hombre os invita a seguirle, con sus pasos nerviosos y algo confundido. Entráis a una cocina que seguramente ha visto otros tiempos y otras épocas en las que la limpieza era prioridad. Ahora sólo se almacenan varios platos y ollas sin lavar en el lavaplatos, y una cacerola sobre una estufa que era a partes iguales óxido y metal. Al menos es olor es agradable y casero, como a un estofado, en medio de aquel ambiente cargado de cierta austeridad. Los decorados han perdido su color, el mobiliario de la alacena necesita reparación y pintura y el piso podría necesitar una o dos sesiones de limpieza.

Una puerta modesta de madera os permite salir al exterior, en donde la luz no es más abundante, pero al menos el aire frío y el olor a césped húmedo inunda limpia vuestros sentidos durante un instante. El jardín trasero es tan sólo un refuerzo de la impresión general. Grandes parches de tierra seca sobresalen en medio del pasto que intenta sobrevivir, mientras que escombros, rocas y tablones de madera, entre otros materiales de construcción, están amontonados de forma desordenada por todo el lugar.

Bajo un cobertizo en madera con un techo improvisado de plástico, hay una furgoneta sin ventanas, que sería blanca de no ser por los múltiples parches en la pintura que descubrían su piel y revelaban una dermis grisácea y en algunos lugares marrón. La placa decía LK11ESAT. Fuera del cobertizo y a unos metros, aparcada directamente sobre la salida lateral, había una furgoneta con caja de color verde claro. Vacía y en bastante mejor estado. Su placa rezaba LO51JSTW.

-E... estas son. Cómo ven... no... no tienen la placa que mencionan- comenta tímidamente el hombre.

Una verificación rápida te permite comprobar que las segundas letras son consistentes con los registros en el caso de las tres placas. Los números intermedios indican los dos últimos dígitos del año de registro, en caso de que dicho registro hubiese tenido lugar el primer semestre del año; o 50 más los dos últimos dígitos del año, para los registros realizados durante el segundo semestre.

Nada te hacía sospechar que hubiese, superficialmente, algún problema con las matrículas.

Oliver terminó de mirar en su móvil y prestó atención a aquellas furgonetas. Miró el salpicadero y todo aquello que pudiera recordar de su visión y que se pudiera ver desde donde estaba: cómo eran los espejos retrovisores, pequeños defectos en el cristal o la chapa que lo hicieran único, lo que fuera. Ya había tenido varias sesiones de memorización de esos momentos, y esperaba que no fuera muy complicado ahora ser capaz de recordar esos pequeños detalles sin necesidad de entrar en trance. Dejó, de momento, las relaciones sociales a Evan y se concentró.

Aunque... Bien. Estaba ya acostumbrado a estas cosas. Como los vehículos eran tan altos, no tenía una buena vista y, además, también le interesaba mirar el interior.

¿Están abiertas? ¿Puedo verlas por dentro, por favor? Y, claro, tendría que entrar, para verlas mejor. Miró los brazos de Evan con ojo clínico. Seguramente sería un torpe, pensó. Alzar el peso de un hombre no es tan fácil como parece en las películas. Pero creía que sería posible. ¿Me ayudará usted a subir, Andrew?

Ya con el teléfono en la mano revisé las furgonetas que nos mostraban, comparándolas con la de la foto. A lo mejor se habían limitado a cambiarle la matrícula, o algo así. Deje que Oliver mirase lo que quería, y cuando me pidió ayuda lo maldije por dentro. ¿No se suponía que los inválidos como él eran autónomos? No iba a ser capaz de levantarle, así que... ¿Qué quería exactamente, montar una escena cómica? Pero negarme directamente no iba a quedar bien. Esa era la realidad con la gente como Oliver: la sociedad nos obligaba a tenerlos en palmitas y cuidar sus sentimientos.

—Mejor hagamos una videollamada —propuse aprovechando que tenía el teléfono en la mano. La verdad, tampoco entendía por qué a Oliver le había dado por dejar de tutearme cuando se suponía que éramos socios, pero estaba claro que no nos habíamos coordinado como deberíamos.

Mientras esperaba a que el tipo confirmase que estaban abiertas fui buscando entre mis papeles aquel que nos había traído hasta aquí, ese en el que figurase la matrícula asociada a esta empresa, o algo similar.

Cross parece algo sorprendido por la solicitud. Sin embargo, si alguna duda se cruza por su mente, no parece atreverse a manifestarla. Saca unas llaves de su pantalón y las introduce en la cerradura, mientras abre la puerta para mostrar el interior. -¿Su... subir?- dice finalmente, manifestando una creciente desconfianza. -¿Para... para qué necesita subir?- dice mientras su posición frente a la puerta no permite precisamente entrar al vehículo.

Desde donde estáis, podéis ver que el interior de la furgoneta está en un estado similar al exterior. El tablero parece descolorido y maltratado, una palanca de cambios cuya mayor virtud es tener un forro de peluche para disimular el acero desgastado, y un timón delgado, que más se asemeja a una varilla semicircular que a un volante cómodo de utilizar. Ninguna de estas cosas se parece a la que habéis visto en vuestras visiones.

-¿Videollamada? Discúlpeme Mr... Stevens, pero... no entiendo...- dice dubitativo el hombre. Su desconfianza aparente parece acrecentarse.

Al mismo tiempo Evan produce una copia de los documentos del Rent-a-car. La camioneta estaba claro que había sido alquilada a la empresa de Cross, pero no podía ser ninguna de las que estaba allí presente.

-¿Podemos ver sus furgonetas, señor Cross?- pregunta Evan

-¿Están abiertas? ¿Puedo verlas por dentro, por favor? - complementa Oliver -¿Me ayudará usted a subir, Andrew?-

-Mejor hagamos una videollamada- dice Evan de la nada

-¿Su... subir?- responde finalmente Cross, con audible desconfianza -¿Para... para qué necesita subir?¿Videollamada? Discúlpeme Mr... Stevens, pero... no entiendo...-

La verdad, no estaba entendiendo una mierda de lo que estaba pasando ahí dentro. Ni entendía por qué Evan quería hacer una videollamada o si eso era una señal para mí o qué. Lo de las matrículas es que era de tontos, como si se hubiesen olvidado del plan. Pero en realidad, lo que menos entendía de todo era por qué no le hacían algún yuyu mental al tipo ese para que confiase en ellos. 

Resoplé entre dientes. Estaba agotado y sólo quería volver a mi casa. Con el ceño fruncido miré alrededor una vez más, revisando que todo siguiera en orden, y acomodé un poco más mi postura, que parecía que el asunto iba para largo.