Partida Rol por web

El eco del Diablo

Inocencia

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01/10/2018, 17:35
Lars Bergstrøm

—Todos quieren nuestro don, hijo, ¿o qué te crees que el comisario Réjane no lo quiere para él? ¡Todos lo quieren!

Se revolvió en su asiento.

—No pacté para que se te llevaran, ¡sé muy bien que hay cosas mucho peores que la muerte! ¡No toleraría que te torturaran, Mats!

Bajó el tono, para explicarse.

—Te intentaron sacar de vuestro refugio con un subterfugio antes de lanzar un ataque devastador pero no te iban a secuestrar, simplemente habrías sobrevivido. La misión de Ada era sacarte de allí, no secuestrarte.

Entornó los ojos esbozando su sonrisa pícara y se mantuvo en silencio observando a su hijo durante unos segundos.

—Le habrán ordenado a esa niña que se haga tu amiguita del alma y que te lama las heridas con la esperanza de que tarde o temprano les des un hijo…  

A punto estuvo de soltar una carcajada pero paró el arranque haciendo un aspaviento con la mano.

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02/10/2018, 00:50
Mats Bergstrøm

Escucho el sermón de mi padre, sin estar demasiado convencido de con qué intención acusa al comisario Réjane de querer lo mismo que la secta. Claro que Réjane quiere mi don, si es que realmente lo tengo; la diferencia es que él lo quiere por los motivos correctos. Con gusto lo pondría a su disposición en caso de necesidad. Suelto un suspiro de resignación cuando me habla del objetivo más probable de Ada Bytnar, pero tuerzo la boca al oír su insinuación sin palabras. Casi se parte de la risa, el muy mamón.

Idiota —espeto en tono neutro, dándole un codazo sin demasiada fuerza, pero al poco yo mismo me estoy riendo—. Para lo listos que son y lo vigilado que me tienen, mira que no haberse enterado de eso… —Sacudo la cabeza, sintiendo una mezcla entre diversión y vergüenza. La verdad es que nunca he tocado el tema con mi padre. Nunca desde aquel día, el último de mi anterior vida, hace ya doce años, y en aquel momento fue más bien como un arma arrojadiza que le tiré a la cara para intentar hacerle todo el daño posible. Mi padre sería un cabrón, pero yo también tuve mis momentos. Con todo, a pesar del tiempo que hace, es un asunto del que me cuesta hablar, y que acostumbro a esquivar siempre que me es posible en cualquier conversación, a menos que me pregunten directamente. Suspiro—. En fin. Supongo que todos hacemos lo que podemos con lo que tenemos. A veces nos va mejor y a veces no tanto, pero hay que seguir tirando. —Lo miro a los ojos y me encojo de hombros, ladeando la boca—. Y aunque la caguemos, no significa que tuviésemos mala intención, creo. Lo que quiero decir es que, bueno, ya sabes. —Me encojo de hombros por segunda vez en cinco segundos. Aparto los ojos de mi padre, pero luego lo pienso mejor y vuelvo a dirigirle la mirada, una mirada serena, comprensiva—. Lo pasado, pasado está. No quiero que me siga pesando, ni que te pese a ti. Mierda, ¿y ahora por qué estoy diciendo esto? Me parece que todavía me quedan unas cuantas horas de sueño que recuperar. —Esbozo una sonrisa fácil, blanda y de ojos brillantes, pero no dura mucho tiempo antes de que recupere la seriedad—. Por favor, ya sé que al final harás lo que te dé la gana, pero te lo pido: no vuelvas a intentar hacer tratos con esa gente. Ni por mí ni por nadie. —Lo que me recuerda que Lars no me ha respondido a la pregunta que le he hecho hace un momento­­—. ¿Qué fue lo que te pidieron, papá?

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02/10/2018, 06:07
Clementine Ouvrard

Oír que estaba mejor dibujó inmediatamente una sonrisa en mis labios. Escuché sus palabras y suspiré, sentía pena por Gabriel, me daba coraje su sacrificio y albergaba la esperanza de poder salvarlo en mi interior, como sabía que Elliot también deseaba poner a salvo a su hermana... Suponía que no había otra opción más que confiar. -Te creo -manifesté sobre Réjane, aunque no hacía falta. Claro que le creía si no hubiera expresado mi desconfianza sin tapujos.

Asentí en silencio absorbiendo cada gesto y expresión suya, sus palabras me parecieron significativas: el lazo con los hermanos es imborrable, para bien o para mal, o eso tenía entendido. -Espero que algún día puedas disfrutar de ellos... Y en cuanto a ella, ya de buenas a primeras desconfió de mí, es un buen signo, al menos me pareció prudente -expresé tratando de darle ánimo. Se me ocurrió cruel que se le presentara esta oportunidad de conocer a su hermana, que lo estaba buscando, y no pudiera verla ni hablarle. Por supuesto que me lo callé.

Cuando habló sobre Julian estoy segura de que mis ojos reflejaron una ternura absoluta y casi se me escapa un comentario tonto de novia empalagosa del tipo: "Todos los bebés de tu familia deben ser hermosos". Pero, gracias a Dios, hacía mucho que había aprendido a cerrar la boca la mayoría del tiempo y eso me salvaba de mí misma y de mi intensidad.

Verlo con la mirada lejana me hacía preguntarme cuánto tiempo pasaba dentro de sí mismo, cuánto en lo onírico y cuánto en el plano físico. Cuando volvió en sí me preguntó si quería pasar el tiempo libre con él, su mirada y el roce de su mano me hicieron contener la respiración un instante ante la expectativa y las sensaciones corridas a un lado a las que les permitía regresar, ese vértigo delicioso y ese mareo supremo que es una mezcla milagrosa de deseo y amor. Me puse en puntas de pie apoyando una mano en su hombro y le hablé al oído -Sí, por supuesto -contesté en una mezcla de susurro y ronroneo.

Y contemplando la tabla de turnos para la ducha trazamos nuestro plan.

 

El baño había sido reparador, después de tanto frío y remojo ya me sentía un poco una sirena yo también. Lo que me había dicho el fauno aquella vez me había quedado en la mente y ahora volvía cíclicamente a generarme dudas, ¿Podía ser que tuviera alguna conexión con las ninfas o lo había dicho para ver si se podía acostar conmigo solamente? Me sonreí, vaya criatura lujuriosa, en cierta forma gracias a él había encontrado a Elliot.

No me había dado cuenta de cuánto extrañaba el agua caliente hasta que la sentí recorriéndome por completo, me quedé todo el tiempo que se me estaba permitido bajo la ducha dejando que se llevara los recuerdos de la noche anterior y sus monstruos, y permitiendo que otros se quedaran. No es que quería olvidar, solo tomar aquello que me perturbaba y ponerlo momentáneamente lejos de mi vista hasta que bajáramos a almorzar. Al salir había tomado del armario que nos había indicado el comisario un jean negro y un jersey añil de hilo que me quedaba un poco suelto de un hombro.

La habitación era espaciosa, de techos altos, piso de madera y paredes frías como todas las casas antiguas y era la última del pasillo. Mientras esperaba recostada en la cama con las manos en la nuca una brisa suave agitaba las cortinas y traía de fuera el aroma de las glicinas, dulcemente embriagador. Tras el velo de la cortina se adivinaba la sombra lila de la planta monstruosa que había sabido trepar para elevar sus brazos al cielo infinito.

Estaba nerviosa a pesar de que me obligaba a mantener a raya la ansiedad; me sudaban las manos, se me crispaban los dedos, respiraba tomando conciencia de mí misma, de mi presencia en aquel cuarto, a la espera. Me hubiera encantado tener un cigarrillo pero hacía cinco años que no fumaba. Mi madre, la que se autoprescribía con antidepresivos y calmantes, me había dicho que no se podía tener todos los vicios, si no uno solo por temporada y creo que fue uno de los mejores consejos que me había dado.

La idea de tener a Elliot solo para mí durante unas horas me entusiasmaba demasiado, no importaba qué hiciéramos juntos, tenerlo cerca y no estar en peligro inminente era un milagro que no pensaba desaprovechar, o por lo menos ese era el pensamiento con el que me estaba engañando mientras sentía en la pasividad de la habitación cómo mis entrañas se quemaban lentamente. A la manera de preámbulo el aroma de las glicinas me hizo recordar el instante en el que me había dicho que me amaba esa misma mañana, qué romántica me había puesto últimamente, me lo recriminé en silencio sintiendo cómo mi corazón se mofaba de mi razón y latía más fuerte a cada minuto que pasaba, consumiéndose en impaciencia.

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02/10/2018, 11:05
Elliot

 

El bullicio en la casa era algo que Elliot agradecía, esa prueba de la alegría de todos por estar vivos y la camaradería que se había generado templada en la adversidad se expandía ahora en forma de charlas, risas y carreras de las niñas que seguro estarían explorando toda la casa hasta el último rincón. Sin embargo cerrar la puerta del baño le dejó sólo consigo mismo y se dio cuenta que no había estado así desde que durmiera en el balneario la tarde anterior. Los sonidos llegaban apagados hasta él y sus pensamientos parecieron subir de volumen.

Sentado en la bañera, abrazando sus piernas, con el agua de la ducha corriendo tibia sobre su cabeza y su cuerpo, el temor por su hermana volvió a él. ¿Cuánto conocía a Réjane? No mucho en realidad, al menos no personalmente, pero las veces que había hablado con él habían sido siempre significativas, momentos especiales que atesoraba porque de ellos siempre era capaz de aprender algo. Lo había visto en situaciones duras coordinar a su gente y sabía que era un líder con una inteligencia y autoridad como debía haber pocos. Sabía también que ni siquiera sospechaba la cantidad de cuestiones importantes, muchas de ellas seguramente terribles, que ese hombre debía llevar sobre sus hombros. Y a pesar de ser alguien que no mostraba abiertamente sus emociones habría dicho que de algún modo, tal vez por su vínculo con Seamus y su hija Laia, Réjane lo había “adoptado” y lo consideraba uno de los suyos. Pero había tantísimo en juego aquí si no lograban parar a esos lunáticos megalomaníacos que la vida de cualquiera de ellos era algo nimio en comparación. Habló sin embargo de que habían “familiares clave” a quienes vigilaban especialmente para seguir a quienes les abordaran. ¿Sería Grace uno de ellos? ¿No se lo habría dicho si hubiera sido así? Sabía que hasta que todo acabara el secreto era fundamental dado que cualquiera podría caer en manos de los sectarios, por eso no se atrevió a preguntar en el momento.

Elliot pensó en Seamus. Lo había visto en sueños después de su muerte y había sabido que no era simplemente un personaje como podría ser cualquier presencia de las que suelen presentarse por lo común, sino que algo de él habitaba en esa aparición realmente. Lo mismo pensó cuando estuvo frente a madame Gresta, y no le extrañaba que habiendo sido Seamus alguien tan hábil moviéndose en el sueño su imagen onírica tuviera cierta “vida”. Él mismo le había hablado acerca de que esto era posible antes de morir.

-Seamus, por favor… -su voz casi se perdía bajo el sonido del agua- Ayúdala, no dejes que se acerquen a ella. Ayuda a mi hermana.

Pasó ensimismado un tiempo hasta que se dio cuenta que tal vez estaba abusando de su turno. Salió de la bañera antes de que alguien aporreara la puerta con razón y tras secarse se vistió con unos jeans y una camiseta negra que había en el armario del que habló Réjane.

 

-Clementine… - pronunció en inglés su nombre con una sonrisa antes de salir en busca de su habitación. Qué más podía querer un chico del oeste que tener una novia que se llamara Clementine, pensó divertido. Una novia… Bueno, no sabía si lo era o no pero qué importaba ahora la palabra concreta. Ella le amaba.

Notó que su mano temblaba ligeramente cuando levantó el puño para llamar a su puerta. Antes de hacerlo apoyó la palma en la madera, acariciándola despacio, imaginando lo que sería acariciar su espalda, su vientre, sin prisa… Espiró una bocanada de aire emitiendo un ligero sonido, pestañeó fuerte varias veces y tragó saliva. Llamó despacio y cuando oyó la voz de ella confirmando que podía pasar abrió la puerta.

Las flores de glicina y la cortina mecida con la brisa tamizaban la luz del sol iluminando con suavidad una estancia amplia de paredes de piedra y altos techos que le dio la sensación de haber traspasado un umbral para viajar en el tiempo. Los muebles también eran antiguos y el olor de la glicina se expandía trayendo a su memoria el primer momento en que llegó a aquella casa directo desde el aeropuerto y ella le abrazó confirmándole que lo ocurrido sobre el puente no había quedado solo para el sueño.

Y allí estaba ella, sentada en la cama, con el pelo todavía húmedo formando ondas, desnudo uno de sus blancos hombros que dejaba a la vista el jersey azul que vestía, descalza, con sus ojos brillando como gemas y su vista fija sobre él. Elliot cerró despacio la puerta tras de sí y se acercó a la cama, sentándose a su lado como si quisiera posarse sin perturbarla. Quiso hablar pero no acertó a decir nada, solo la miraba de nuevo sin creer que pudiera estar allí con ella, sintiéndose el hombre más afortunado del mundo. Acarició su mejilla con una mano, recorriendo la línea de su mentón con el índice y sus labios con el pulgar, llevándola sin forzar a que inclinara la cabeza para dejar a la vista su cuello y su hombro desnudos de los que no podía apartar la atención. Retiró el pelo tras su oreja y se acercó para besarla desde el final del lóbulo, despacio, con pequeños besos, recorriendo todo su cuello y su hombro hasta donde el jersey le permitió mientras seguía acariciando su rostro. El aroma de su piel se mezcló con el de las glicinas embriagándolo por completo. No había nada, nada más. El aire transportaba su aroma, la luz iluminaba su cuerpo. Ella. Solo ella.

 

- Tiradas (1)

Notas de juego

Dejo una tirada de Carisma + Psyché para que el ruego de Elliot a Seamus pueda pasar con su voz al ensueño, como hizo con la canción para que llegara hasta la sirena.

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02/10/2018, 19:22
Daniel Mallutz

Sentado a la mesa por lo que semeja una eternidad desde la ultima vez paradójicamente solo unas horas antes, aprovecho para nutrir mi maltrecha envoltura física, quejosa de tanto tute.
Como los demás se entremezclan en sus propias conversaciones me dedico al picoteo frugal y al paladeo del gourmet. Con tranquilidad comento cosas banales aunque sin embargo en el momento que me ofrece la oportunidad confronto con el comisario el interés por la respuesta a la simple pregunta de si le llegaron nuestras listas.
No le pido mas detalle a la espera del que el nos quiera contar y así lo expreso con mis gestos. Es solo asegurarme de que están en ello y que con el trajín de la ultima noche esa cuestión no se haya extraviado.
Después le pregunto que debo esperar de esta relación entre los "suyos" y los "míos".
- Por que tengo la sensación de estar haciendo de puente de no se muy bien de que - la imagen mental que me ha estado rondado es la de los dos equipos de Liverpool. Los dos son rivales pero los dos aman el futbol. Pero pertenecer a los dos a la vez es imposible y es como verme en medio de los trescientos metros de calle que separaban sus dos estadios sin saber a que acudir (realmente seria al Liverpool FC pero aun tengo que descubrir quienes son los rojos)

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02/10/2018, 22:12
Lars Bergstrøm

Alzó las cejas levantando por un instante los hombros en un gesto que podía servir para quitarle importancia al asunto de la sexualidad de su hijo pero también para inhibirse del tema.

—No les di nada, ni se lo daré. Eso es lo único que tienes que saber.

Se echó hacia atrás, acomodándose en el asiento.

—Están acabados. Lo malo es que lo saben. Y para esa gente la muerte es sólo un paso.

Miró hacia abajo, como a su barriga.

—Hijo, ya sabía que tenías corazón y ahora me has demostrado que tienes huevos.

Se giró de pronto clavando sus ojos en Mats, desafiante.

—Ahora me queda saber si tienes cabeza.

Dejó pasar un par de segundos, como buscando las palabras adecuadas.

—Réjanne me ha insinuado algo y soy demasiado viejo para juzgar si es o no una buena idea. Le he dicho que lo hable contigo, que pongo en tus manos la decisión. Estaré cuándo y dónde me diga y haré lo que me pida sólo si tú lo juzgas adecuado.

Sonrió.

—Este viaje lo terminamos juntos.

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02/10/2018, 22:39
Mats Bergstrøm

Asiento a las explicaciones de mi padre. Respeto su decisión de ahorrarse los detalles, pero es un alivio saber que no ha cedido.

Espero de verdad que tengas razón —le contesto cuando me dice que nuestros enemigos están acabados. Tal y como yo lo veo, tan solo hemos dado el primer paso hacia su derrota, y aún es muy pronto para decir que están acabados. Con todo y con eso, decido no contradecirlo: en estos momentos es imprescindible que reinen el optimismo y una moral elevada.

Sus siguientes palabras me pillan con la guardia baja. ¿Mi padre me está alabando? Estoy tan sorprendido que por un momento me pregunto si estaré soñando. Por supuesto, no pasa mucho tiempo antes de que minimice su elogio con un reto, pero eso no reduce en lo más mínimo la extraña sensación de satisfacción que parece llenar mi estómago. Lars me anuncia que Réjane le ha hecho una proposición, una que discutirá conmigo en persona y a la que me corresponderá a mí dar luz verde. Un montón de posibilidades pasan por mi mente en un momento, no todas buenas. Mis ojos se abren con sorpresa cuando mi padre revela que va a ayudarnos en nuestra lucha a partir de ahora. Estoy a punto de preguntarle si está seguro de eso, pero ya conozco la respuesta, y no tiene sentido cuestionar las decisiones meditadas de un hombre adulto y más que capaz mentalmente como mi padre.

De modo que me limito a asentir, muy lentamente, privado de palabras.

Va a ser peligroso para ti, ¿verdad? —pregunto retóricamente, con voz queda, sabiendo perfectamente que va a serlo. Mis ojos lo miran con preocupación, pero también con orgullo. Hago una mueca extraña, parecido al que haría si hubiese olido un hedor desagradable—. Ojalá te hubiese conocido antes. Pero… lo entiendo. Lo entiendo.

Me quedo mirando a mi padre, de igual a igual por primera vez. Y de igual a igual, no encuentro las palabras adecuadas.

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03/10/2018, 01:10
Clementine Ouvrard

Al verlo entrar tuve al mismo tiempo el impulso de correr hasta él y de quedarme en el lugar: el de correr hasta él correspondía a la urgencia de tenerlo entre mis brazos; el de quedarme en el lugar respondía a la necesidad de misterio, y de juego. No quería apurar nada, quería tomar el tiempo que nos había sido dado, cada segundo. Quería conocerlo cabalmente, recorrer cada curva y línea de su cuerpo con mis manos, con mis labios, grabar a fuego su ser en mí.

Mi corazón comenzó a acelerarse a medida que sus pasos se aproximaban, lo veía caminar con ese aire taciturno tan casual e intrigante que tenía a veces y que le daba tanto encanto a mis ojos. Mi mirada lo siguió hasta que se sentó a mi lado, en la cama, me di cuenta de que mis dedos tamborileaban inquietos siguiendo mis pensamientos incendiarios y los aferré al borde del lecho con fuerza.

El tacto de su mano en mi mejilla me arrancó un jadeo mudo, mi cuerpo que ya estaba reaccionando a lo visual ahora se rendía a su tacto. Me abandoné a lo que quisiera hacerme desvergonzadamente, ladeando la cabeza para darle acceso a mi cuello y a mí, cada beso que depositó en mi piel fue como una pequeña explosión que fue minando mis pensamientos hasta que todas las palabras que daban vueltas en mi cabeza desaparecieron.

Sentía que mi piel se erizaba y que mi cuerpo tomaba temperatura mientras me estremecía bajo ese cálido y delicado contacto, nada quería en ese momento más que ser suya y que él fuera mío, que nos entregáramos el uno al otro sin condiciones, sentirlo en mi interior con todo el brío con el que quisiera unirse a mí. Su aroma me llegaba como una melodía sutil envuelta en el calor de su cuerpo, en el magnetismo con el que me atraía.

Su mano, que todavía acariciaba mi rostro, alcanzó mi boca otra vez y la entreabrí para morderle suavemente el pulgar, apenas rozándolo con mis dientes y mis labios, luego le di una mirada de lado provocadora que acompañé con una sonrisa divertida. Giré un poco mi cuerpo y aproximé mi rostro al suyo hasta que nuestras narices se tocaron, besé sus labios rozándolos apenas para distraerlo y deslizar mis manos lentamente por debajo de la remera, reptando como serpientes, abriendo mis dedos con avaricia, tocando su piel con mi piel, saboreando su textura tan masculina y distintiva.

Mi objetivo era excitarlo pero me descubrí a mí misma respirando trabajosamente contra su boca, entrecerrando mi mirada llena de absoluto deseo y que permanecía clavada en la suya tan clara y diáfana. Uní mis labios a los de él con ardor y lo abracé apretando mi pecho contra el suyo, si tenía suerte se daría cuenta de que no llevaba sostén.

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03/10/2018, 09:21
Lars Bergstrøm

—Va a ser terrorífico Mats…

Soltó una risilla aguda, como de niño travieso después de romper algo.

—Y la parafernalia es de lo más ridícula… la odio.

Dejó de reír negando con la cabeza.

—Entenderás por qué quiero acabar con la “tradición familiar”.

Suspiró.

—Contigo todo lo hago mal. Me alejé cuándo no debía y ahora me acerco en el peor momento. Ese cabrón de Réjanne apelará a tu sentido de la responsabilidad para que aceptes mi yugo.

Apretó el puño de la mano en la que llevaba el anillo y pasó la otra mano por él, como si quisiera quitárselo y no pudiera.

—Pase lo que pase tienes que tener claro que nuestro privilegio es contranatura. Que el mundo estará mejor sin él.

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03/10/2018, 11:05
Elliot

Elliot sentía cómo Clementine se abandonaba a sus besos, arqueando su cuello y exhalando un sutil jadeo que llevó la excitación del chico un paso más allá. Le indicaba que podía hacer lo que quisiera, sintió que se abandonaba por completo al deseo de ambos y mordisqueando su dedo lo miró incitante con una sonrisa pícara. Él levantó los labios de su hombro mirándola embelesado un instante cuando ella se colocó frente a él, besándolo ligeramente mientras deslizaba sus manos bajo su ropa. La respiración de Elliot se entrecortó y cerró los ojos un instante, besándola y dejándose recorrer mientras descargas de placer cruzaban su cuerpo al sentir sus caricias ávidas e inquietas por el pecho, la espalda y el vientre. Ella lo abrazó y pudo sentir su calor y su respiración agitada cuyo aliento depositaba jadeante en su boca apenas rozando sus labios. Podía sentir el contacto de sus pechos a través de la ropa y ardía por sentirlos directamente contra su piel, entre sus manos, con su boca.

Se separó un instante de Clementine, lo suficiente para quitarse la camiseta y dejarla caer. La contempló provocador, pasando la mirada de sus ojos a sus pechos cuya forma podía percibir bajo el jersey y volvió a besarla como antes, apenas con un roce de los labios, buscando excitarla sin besarla con ardor para que ninguno de los dos pudiera descargar la creciente tensión. Mientras deslizó sus manos bajo el jersey de Clementine y tras acariciar un instante su vientre, tomó la prenda por el borde y comenzó a levantarla para quitársela.

Mientras la retiraba a un lado se quedó contemplando a la chica por un instante. Su figura delicada, la curva de sus hombros y sus brazos, su precioso cuello, la piel expuesta de sus pechos exquisitos de forma perfecta cuya respiración agitada movía. Elliot sentía su erección creciente y cómo su pulso se concentraba en las yemas de sus dedos y en su sexo. Por un instante imaginó que le arrancaba los jeans y la penetraba con fuerza, dejándose llevar por completo. No quiso hacerlo sin embargo, aunque no le importó que su mirada transparentara su deseo cuando volvió acercarse a Clementine, tomándola por los hombros, llevándola a que se tumbara de espaldas y se dejara hacer.*

Quería recorrerla a besos y mientras bajaba de la boca al cuello con su mano tomó uno de sus pechos, apretándolo con suavidad, sintiendo la resistencia deliciosa que presentaba bajo su tacto y la suavidad de su pezón que sentía eléctrico bajo sus caricias. Llevó su boca hasta su otro pecho y se recreó besándolo y recorriéndolo con su lengua, rozando el pezón con la punta y con sus dientes, apretando muy ligeramente mientras que su mano hacía lo mismo en el otro pecho con un pellizco casi insinuado. Luego la mano descendió despacio desde el pecho, acariciando su vientre por el costado y después en una curva bajo el ombligo, buscando la cintura del pantalón. Elliot desabrochó el primer botón y deslizó lentamente la mano en su interior, rozando primero el vello de su sexo, tomándose su tiempo y recreándose en su suavidad mientras su boca buscaba de nuevo la de Clementine. Después su lengua se introdujo en ella al mismo tiempo que su mano descendía un poco más introduciéndose entre sus piernas, presionando su sexo ligeramente, primero desde la superficie por varias veces, rítmicamente, después deslizando un dedo en su vulva para sentir la suavidad, el calor y la humedad de su sexo cuya sensación recorrió como un escalofrío desde la mano hasta su pene a través de su espalda, crispándolo en un instante de intenso placer.

Notas de juego

*Sigo la narración asumiendo que Clementine se deja hacer, pero si quieres cualquier otra cosa la cambio, claro. :-)

(Me imagino equivocándome y poniendo algún otro destinatario por error y me muero de vergüenza) :-P

Edito: Sólo he cambiado una falta de ortografía que hacía sangrar los ojos. x-(

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04/10/2018, 08:03
Clementine Ouvrard

Verlo cerrar los ojos mientras mis manos lo recorren y abandonarse a mis caricias me arrebata el aliento, saber que le estoy provocando ese placer me excita más todavía y me pregunto si acaso cuando me penetre no llegaré al orgasmo inmediatamente.

Lo devoré con mis ojos cuando se deshizo de la camiseta y la mirada que me dio bastó para que me estremeciera de solo pensar qué sería lo próximo que me haría, porque parecía estar meditándolo calculadamente y eso no hacía otra cosa que intensificar mi goce. Sus labios hirieron los míos y sus manos me liberaron del jersey, cosa que estaba deseando que hiciera con intensidad. Levanté los brazos sin resistencia para que me quitara la prenda y alcé el mentón con una sonrisa altiva mientras sus ojos me inspeccionaban, me sonreí de lado coqueta, pero con mis ojos lo miraba fijamente, pues no podía dejar de decirle cuánto lo deseaba y lo quería aunque no pronunciara palabra alguna.

Me mordí el labio al sentir todo lo que su mirada, clavada en la mía, transmitía: inmediatamente mis pezones se endurecieron y una oleada de profundo placer y ansiedad recorrió cada fibra de mi ser; sus manos en mis hombros me guiaban hacia abajo quemándome la piel, aunque la mía también se sentía ardiente. Sabía que la cama estaba debajo de mí pero bien podría haber estado sosteniéndome sobre el aire y no lo hubiera notado, tan focalizado estaba mi cuerpo en el suyo que todo lo demás se desdibujaba por completo, en aquel momento mi única realidad era él.

Mi cuerpo se arqueó al sentir su mano en mi pecho, su lengua y sus dientes en mi pezón, su mano bajando hacia mi entrepierna, me atacaba por varios flancos inexorable, impiadosa, anheladamente. Las descargas eléctricas de placer dilataron el fuego que parecía recorrerme por dentro y que me quemaba como lava entre las piernas y al mismo tiempo la brisa marcaba en frío el lugar por el que su boca se había deslizado, poniéndome la piel de gallina.

Mis manos lo recorrían con una extraña mezcla de ternura y lujuria, acariciando y rasguñando apenas, complaciendo y castigando, aunque no de verdad, sintiendo los músculos de sus brazos en tensión bajo la piel, su espalda y el camino de su columna vertebral que recorrí con mi mano; mis dedos se entretejieron con su cabello, jadeé reprimiendo unos gemidos que sentía formándose en el fondo de mi garganta y que su lengua acalló con un beso cuando sus dedos tocaron mi sexo.

Abrí mis ojos de golpe, que habían estado entrecerrados hasta entonces, y busqué los suyos, mis labios lucharon por mantener el ritmo mientras su mano y su lengua trabajaban en sincronía volviéndome loca, haciéndome sentir que ya me estaba penetrando sin hacerlo. Dejé de besarlo para exhalar un gemido en su boca y arqueé mi cuerpo hacia él, bajé mis manos por su pecho y su vientre caliente, desabroché su pantalón y se lo bajé acompañando con mis manos la ropa, palpando el costado de sus muslos y su trasero con ganas, hasta que se lo saqué lo suficiente como para que siguiera él con la tarea y yo hice lo mismo con el mío, desembarazándome de paso la única prenda íntima que tenía y quedándome completamente desnuda frente a sus ojos.

Pensé en tocarle el miembro con mis manos, y casi me quemaba la curiosidad por hacerlo, pero me abstuve porque quería probarlo contrayéndome contra él en mi interior y no quería dilatarlo más, podía sentir y él también lo había constatado, que estaba más que lubricada para él. Comencé a ondularme suavemente, moviendo mis caderas para alcanzar las suyas que me parecieron que estaban demasiado lejos aunque en realidad no era así y casi le supliqué con la voz entrecortada por el deseo -Hazme el amor, Elliot. Me estás volviendo loca.

*Me senté en la cama y lo tomé por los hombros, recostándonos de nuevo sobre el lecho y crucé mis piernas en la curva de su espalda baja, guiándolo hacia mí, volviendo a unir mi boca con la suya pero esta vez con más urgencia, hundiendo mi lengua con rapidez, mordisqueando sus labios, acariciándolo con mis manos abiertas y mis yemas pegadas a su piel para sentir cada curva, suavidad e imperfección, porque quería saberlo todo y tenerlo todo de él.

Notas de juego

*Si no te gusta lo cambio, solo dime :)

Edité una repetición y algunos errores.

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04/10/2018, 10:44
Elliot

La piel de Clementine respondía a cada caricia, cada beso, erizándose, calentándose, casi vibrando. Sus manos lo acariciaban marcando su camino con las uñas en ciertos puntos, dulcemente, haciendo que descargas de placer recorrieran su espalda, produciéndole pequeños espasmos que querían descargarse en su pelvis demasiado pronto todavía, aumentando la tensión que lo iba colmando. Sintió un arrebato de placer cuando escuchó el gemido de Clementine junto a su boca y vio sus pupilas, fijas en él, que parecían hechas de un mar de fuego negro, mientras su cuerpo se arqueaba atrayendo el suyo, buscando ávido el contacto. Ella comenzó a quitarle los pantalones mientras lo acariciaba y lo apretaba con sus manos y Elliot terminó de desembarzarse de él mientras veía cómo Clementine hacía lo mismo, retirando después su ropa interior y quedando totalmente desnuda.

Por un segundo se quedó deslumbrado por la hermosura de su desnudez, por la belleza que superaba todos sus pensamientos y fantasías. Ella se movió ondulante, arqueándose de nuevo, buscando acercarlo hacia sí y cerrar toda distancia y Elliot sintió cómo su deseo lo desbordaba cuando escuchó su voz en un susurro, entecortada, cuyo tono que sonaba casi como un ruego le pedía que le hiciera el amor.

Tragó saliva y se dejó hacer cuando se incorporó para colocarlo sobre ella, para recostarse de nuevo rodeándolo con sus piernas. Elliot sintió el roce de su miembro contra el sexo de Clementine, caliente, suave, y las caricias e ideas que guardaba para seguir excitándola se esfumaron de sus pensamientos pues no habría podido separarse de allí llegado ese momento.

Su mirada se concentró en los ojos de Clementine -tan hermosos-, en los que su deseo se traslucía con tal intensidad que Elliot se sintió perdido en ella, embriagado, fuera de sí. Y sin poder apartar la mirada de ellos, guió su miembro despacio, rozando primero suavemente el exterior para después penetrarla lenta pero enérgicamente hasta sentir que caía hasta el fondo, que se precipitaba abismándose en su interior que era su universo de miel caliente, de néctar delicado, sedoso, firme.

Un gemido de intenso placer brotó de su garganta cuando se sintió rodeado, envuelto por el cuerpo de la chica y perdido en ella como si las referencias del mundo hubieran desaparecido para no saber dónde era arriba, dónde abajo o si siquiera existía ya. La miró colmado de amor y deseo y comenzó a moverse en su interior, sintiendo cómo cada roce milimétrico se expandía por su cuerpo entero en forma de ondas de placer que tensaban sus músculos en pequeñas oleadas.

Apretó una de las piernas de Clementine contra sí, sujetándola por el muslo y con la otra mano tomó la de ella, entrelazando los dedos, sujetándola contra la cama por encima de su cabeza, inmovilizándola sin forzar, atento a cada expresión de su rostro, deseoso de saber cómo le producía más placer mientras de tanto en tanto variaba levemente el ángulo y la intensidad con que la penetraba.

Notas de juego

Nada que objetar. :-P

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04/10/2018, 17:22
Mats Bergstrøm

Asiento con la cabeza, con la mirada perdida.

Entiendo lo que dices. Pero tú has de entender que yo no soy tú, y que no puedo abstraerme de mi propio contexto, de mi propia perspectiva. Soy quien soy. —Me encojo de hombros—. No tengo ni idea de lo que está por venir, pero cuando llegue el momento, igual que tú tomaste tus propias decisiones, yo tomaré la mía, la que crea más adecuada. No para mí… Nunca es por mí. —Hago un gesto con la cabeza, poniendo los ojos en blanco, hablando en un tono que, aunque paciente y amable, no admite réplica—. Si eso significa aceptar un sacrificio, que así sea. Confío en mi propio instinto, en mi brújula interna. Son las únicas cosas que he tenido, por las que a día de hoy sigo vivo. Tienes que dejar que intente hacer lo correcto.

Sonrío apretando los labios, como pidiendo una disculpa silenciosa. Hago ademán de ir a salir del coche, pero me detengo a medio camino.

Gracias por todo, papá. Eres… —Dudo durante un instante, sin saber cómo continuar mi frase—. Estoy orgulloso de ti. —Suelto un suspiro hondo—. Ahora, si no me equivoco, es probable que Réjane tenga algo que contarme. Así que… Nos vemos.

Me despido de mi padre con un apretón en el hombro antes de salir por la puerta del coche.

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04/10/2018, 21:26
Clementine Ouvrard

Por un momento, cuando sus ojos y los míos se encontraron en el instante previo a la primera embestida casi pierdo la consciencia de lo que estaba ocurriendo, sentí su pene deslizarse por entre los labios de mi vulva y rozar mi clítoris antes de entrar en mí y esa sensación se unió a otra más absoluta y arrebatadora, la percepción de que su alma y la mía se estaban uniendo, de que una parte de mi ser espiritual se había deslizado en él y una parte de su espíritu reposaba en mí, podía sentirlo en mi pecho, en el fondo de mi corazón en donde un fuego sobrenatural comenzó a arder y a extenderse por cada milímetro de mi cuerpo y por cada espacio y recoveco de mi alma.

Luego me penetró hasta el fondo con su mirada clavada en la mía, transmitiendo tanto amor y pasión que sentí mi cuerpo estremecerse bajo ese caliente y fuerte contacto, una corriente de energía recorrió mi cuerpo y se extendió por mis dedos desprendiéndose a su piel y de allí al aire de la habitación, electrificándolo. Incliné la cabeza hacia atrás y mi espalda hacia arriba guiada por el placer, imposibilitada de contenerlo, mientras el melodioso sonido de su excitación llegaba a mis oídos y me elevaba todavía más en esa espiral de intenso y devastador goce, impulsándome a moverme con rapidez pero también igualando la profundidad y la intensidad o buscando rebasarla a un nivel que físicamente ya no era posible. Entonces me encontré chocando contra su pelvis hasta que placer y dolor se entrelazaron sutilmente en mis terminaciones nerviosas y percibí la ola del clímax aproximarse peligrosamente: solo por un poco logré esquivarla.

Me encontraba sobrepasada, era como si él supiera exactamente qué hacer y en vez de cuestionarme cómo era posible me dejé llevar impregnada por ese misterio que conecta los anhelos, las voluntades y los espíritus.

Su miembro se sentía apretado dentro de mí y me quemaba por dentro, me llenaba por completo. Podía sentir su firmeza y su fuerza viril en cada empuje con toda la carga erótica de su masculinidad sobre mí y esta me sumía en un disfrute sublime que me llevó a mover las caderas con insistencia, lento e intenso por momentos, luego rápido y profundo, mientras me mantenía apretada contra él, por dentro al contraer mis músculos y por fuera por su propio peso y presión.

Su mano sostenía la mía y la otra me apretaba el muslo, como si me estuviera reteniendo para que no me escapara... No hubiera podido escapar aunque hubiera querido y lo supe desde el momento en que nos encontramos en aquel puente del sueño y sus labios tocaron los míos. De pronto, vi aquellas murallas otra vez en mi mente, las cúpulas doradas como volutas de humo con sus puntas hacia el firmamento, busqué sus ojos para encontrarme con ese mismo color del cielo previo al amanecer como aquella vez y me sentí elevada y transformada al mismo tiempo por una gracia divina y por una pasión terrenal arrebatadora.

Ahogué mis jadeos en su boca que sabía más dulce que nunca, embriagadora, como si su lengua despidiera vino especiado. Su mirada sobre mí me subyugaba percibiendo que me leía por completo, en cuerpo y alma, y con mis jadeos le decía que me estaba haciendo gozar de formas que no creía posibles. Mis labios lo besaban en la boca, en los hombros, en el cuello; mi lengua probaba su piel sudorosa, seguía el contorno de su clavícula, hambrienta.

El ritmo acompasado de mis caderas contra su pelvis fue tomando un tinte más pausado y solté mis manos para dejarlas vagar por su cuerpo ya pasado el momento inicial de exaltación, hiriendo con ternura los lados de su rostro, acariciando con mis pulgares sus pómulos, saboreando la carne tierna y firme de su cuello, la curvatura tan deliciosa de sus hombros, deslizándolas por sus homóplatos hasta apretar juguetonamente sus nalgas para hundirlo más en mí, buscando aquello que le causara más placer, que lo hiciera jadear más o gemir para mí, aprendiendo a interpretar los gestos de su rostro tan amado, de sus facciones varoniles y delicadas al mismo tiempo que tanto me atraían, sopesando esa expresión de bondad que nunca abandonaba sus ojos, ni siquiera cuando el mundo le abofeteaba, y que tanto me perdía, para descubrir en ellas lo que su ser me pedía, las claves para saciar su deseo y llenar su espíritu.

Con un pequeño impulso lo hice girar y me ubiqué sobre él para que me contemplara mientras me lo montaba porque me excitaba la perspectiva de que lo hiciera, le sonreí con una pizca de maldad mientras me ondulaba contra su miembro, abrazándolo con más fuerza dentro de mí, marcándole el ritmo. Uní sus manos con las mías y las deposité sobre mis pechos, erectos y llenos, y me incliné apenas hacia atrás para darle ángulo al movimiento y una vista hermosa de mi cuerpo. Aquello que fue lento y tortuoso en un principio tomó velocidad y cadencia mientras las paredes de mi sexo lo envolvían y lo guiaban, mis manos se deslizaban por su pecho y sus brazos sutilmente por momentos, luego con firmeza al usarlo de apoyo cuando el placer me ganaba y me sentía desfallecer.

Envuelta en ese torbellino de pasión percibí nuevamente las oleadas del orgasmo acercándose, trepando por mis muslos, irradiando desde mi sexo, subiendo por mi espalda, cruzando mis pechos, llevándome a gemir suavemente con cada embestida.

Lo miré a través de mis ojos entreabiertos colmada de éxtasis, ansiando que para él fuera igual de arrebatador, buscando en sus pupilas ese brillo turbulento y posesivo que provoca el más puro placer.

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04/10/2018, 23:28
Lars Bergstrøm

Le dio dos palmaditas en el dorso de la mano cuándo Mats la tenía puesta sobre su hombro.

Esquivó su mirada como guardándose su última frase hasta que su hijo salió del coche. Mats ya había cerrado la puerta cuándo Lars cambió de asiento y abrió la ventanilla para desde el interior, mientras el chófer y el guardaespaldas volvían al coche, decir con tono amargo:

–Nunca he conocido a nadie que no se mienta a sí mismo y estas muy lejos de ser una excepción. Esa brújula de la que hablas… Te fallará –Hizo una mueca de dolor negando con la cabeza–. Puedes ser altruísta, sí, pero sigues siendo un mimado ególatra. Tente miedo, porque eres tu peor enemigo como yo soy el mío.

Y mientras el coche arrancaba se despidió de su hijo con los ojos brillantes y una sonrisa llena de cariño.

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04/10/2018, 23:55
Comisario Pascal Réjane

En casi dos horas todos habían tenido tiempo de asearse y conseguir algo de ropa. A la mesa del salón se le había añadido la de la cocina y mal que bien todos podían conseguir un asiento.

El comisario estaba sentado frente al Daniel. Junto a ellos se sentaban, alrededor de Daniel, Mats y Elliot y del lado de Réjane, Clementine y Arthür. Más allá estaban Bélanger, Yuli, Geneviève y todos los que habían estado en la marisma.

Pascal se echó un poco hacia delante para explicar de una forma sucinta y poco precisa la cuestión de la protección a los familiares. Todos estaban vigilados pero sólo unos pocos lo estaban siendo a un nivel capaz de detectar una incursión onírica o espiritual. Era una cuestión de recursos limitados y de estrategia enfocada a la ofensiva.

No justificó su decisión dando a entender de una forma muy sutil que no era conveniente hablar de los detalles en ese momento.

Cuándo Daniel habló de su confusa situación como puente entre dos culturas Réjanne sonrió.

—Con las primeras luces del siglo XVIII se generó  un cisma en los nuestros separando a los magos -filósofos y en su mayoría reformistas- de los brujos -pragmáticos pero más tradicionalistas-  y éstos últimos se instalaron en los bosques del interior de París y en los campos más allá de las murallas de la ciudad. Los lobos se desentendieron de la política de la ciudad cada vez más volcada a la ingeniería social, intentando protegerse de su corrupción y nosotros nos infiltramos en el gobierno y las instituciones, formales e informales. Desde la policía hasta el crimen organizado. Con resultados dispares.

Desde entonces nuestros caminos han corrido paralelos y tenemos puntos de vista a menudo contrapuestos pero somos rivales amistosos. No te preocupes por tu situación, no es tan raro que alguien tenga un pie en cada bando. Gabriel, es un ejemplo, por eso los lobos le eligieron a él para ayudaros en la Casa Gresta. Además, nos viene bien poder echar mano de alguien juicioso que tenga un ojo a cada lado de la muralla.

Notas de juego

Los que estáis jugando otras "escenas", seguimos con ellas en paralelo pero el presente de la trama es este post y la continuación de esas escenas paralelas se vivirá en éstas como un flashback.

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05/10/2018, 10:20
Elliot

En un primer momento Elliot creyó que Clementine alcanzaría el orgasmo al poco de prenetrarla, tal era el arquear de su cuerpo, la cadencia de sus gemidos, la expresión de su mirada y la crispación de sus músculos. Se movía con él, apretándolo con fuerza, llevándolo hasta el fondo de sí y lo que parecía más allá en un modo no físico pero aún así tangible de una forma misteriosa que hizo sentir a Elliot que traspasaban juntos un umbral que nunca antes se había manifestado para él. Sentía que ella lo llenaba asimismo como si se difuminara el límite que nos hace a unos exteriores a los otros al mismo tiempo que su cuerpo era más real que nada cuanto hubiera percibido nunca, inundando todos sus sentidos.

Su mirada se hizo cristalina como si fuera el libro abierto de su alma y Elliot sabía que la suya también lo era como si pudiera verla reflejada en la de ella. Mirándose así, compenetrándose de un modo que no sabía posible, el ímpetu del primer instante se refrenó un poco para convertirse en una caricia no menos intensa y placentera pero sí más pausada, mientras se besaban con arrebato, jadeantes y Clementine soltaba su mano para acariciarlo, recorriéndolo como si sus dedos estuvieran esculpiendo un material que tomara forma a su simple roce. Buscaba excitarlo, complacerlo, pero al mismo tiempo parecía absorber cada textura, cada perfil como si quisiera que no solo la memoria de su mente sino también la memoria de su cuerpo pudiera recordarlo por encima y más allá de todo olvido posible o imposible.

Ella, que había ido en su busca aunque no lo recordara, era para Elliot una atalaya situada en el otero que domina el mundo y para la que no habría lugar en que pudiera perderse que su vista no alcanzara. Su existencia, que en sus miedos nacidos del horror vivido en su infancia sentía frágil, etérea, susceptible siempre de resbalar hacia el olvido por mucho que hubiera aprendido a vivir con ello, se transmutaba ahora en el fuego de Clementine como si al fin fuera completamente real, sólido, férreo.

Ella le volteó entonces, colocándose sobre él, mirándolo traviesa, montándolo con brío mientras inclinaba su cuerpo hacia atrás y guiaba sus manos hasta sus pechos que Elliot apretó con más fuerza esta vez, tratando de no hacerle daño pero dejándose arrebatar por su exquisita firmeza y suavidad. Aquello era una visión gloriosa, pensó. Qué necio había sido el fauno al creer que era una ninfa, ¡era una diosa! Y mientras la contemplaba fascinado, el éxtasis del placer aumentaba su instensidad con cada embestida, con cada caricia sobre su pecho, hasta que ella se apoyó sobre él para moverse con más fuerza, más profundo, más prieto. Elliot sintió en cada fibra de su ser cómo Clementine se electrizaba como él mismo y sus gemidos, cambiando de tonalidad y cadencia, manifestaban cómo se acercaba el órgasmo.

Verla así, gozando de tal modo sobre él, tocándola y sintiendo oleadas de placer que pulsaban con intensidad en su miembro, Elliot sintió que no podría contenerse y era Clementine quien tenía el control. Hacerla detenerse ahora era como cometer un pecado, pero no podía eyacular en ella sin más, sin advertirle para que pudiera detenerse o dejarle salir.

Dejó de apretar sus pechos y cerró los ojos tratando de evadirse, pero la escuchaba y la sentía en todas partes, lo llenaba todo y supo que no podría hacerlo si continuaba moviéndose de aquella manera increíble.

-Clementine… -susurraba como si apenas pudiera expeler el aire, hablando entre jadeos-. No puedo más… -se sentía en contra del devenir mismo del mundo, como si quisiera detener su curso y ya solo acertaba a murmurar: -para… para...

- Tiradas (1)

Notas de juego

He hecho una tirada para saber qué interpretar y bueno, no se me ocurría que la dificultad pudiera ser menos que 15, la verdad...
 

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05/10/2018, 15:23
Clementine Ouvrard

Estaba completamente arrebatada por la situación, navegando por encima de las olas del placer que amenazaban con engullirme entera de un momento a otro. Algo en mi mente se estremeció al escuchar la voz de Elliot diciéndome que no podía más. Casi le contesto que yo tampoco podía más pero la alarma sonó en mi cabeza y lo miré de pronto dándome cuenta de lo que ocurría y deteniéndome, lo que me hizo tomar una conciencia inmediata de lo que estábamos haciendo y apaciguó momentáneamente mi excitación, reduciéndola un par de niveles. Me bajé de él y me acosté a su lado no dispuesta a dejarnos arrebatar el momento pero también tanteando la situación por si acaso él se había molestado, al fin y al cabo casi no logro escucharlo: había estado tan absorta en las sensaciones que por un instante no hubo nada más para mí.

Las oleadas de satisfacción todavía repercutían en mi interior, aunque dilatándose a un disfrute más sosegado como las ondas de un lago después de que se ha arrojado una piedra, lo observé quedamente evaluando sus expresiones, tratando de dilucidar algún gesto que me indicara qué quería de mí. Busqué sus labios con ternura explorando a conciencia su boca con mi lengua, jugando con la suya, apoyé mi mano en su rostro y luego en su hombro deleitándome en lo ardiente de su piel. Tenía un perfume delicioso a sudor y sexo que me cautivó y me llevó a hundir mi nariz en su cuello para besarlo.

Lo acaricié bajando la mano desde su hombro cruzando el pecho, luego tentativamente por su vientre hacia su entrepierna en donde mis dedos percibieron su vello húmedo con distintivo placer y luego se aferraron a su miembro caliente cerrándose a su alrededor con calculada presión y delicadeza, disfrutando de su maleable rigidez y de su textura elástica, suave e incitante. Lo recorrí desde la base hasta la punta y luego de regreso, conociéndolo no solo con mis dedos, si no con la palma de mi mano, no una si no varias veces, midiendo en cada una de ellas si le gustaba más rápido o más lento, más apretado o más suave.

Pude sentir que la sombra de la excitación volvía sobre mí eclipsándome, acelerando mi respiración y produciéndome una punzada de dolor entre las piernas acompañado del latido de la sangre en mi sexo. Busqué sus ojos para confirmar que era eso lo que quería mientras comenzaba a trabajarlo buscando un ritmo, dispuesta a llevarlo al orgasmo si me lo permitía.

- Tiradas (1)

Notas de juego

Como dije antes, si quieres que lo cambie me dices con total confianza ;)

Espero que la interpretación de la tirada esté correcta, dire.
 

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05/10/2018, 23:55
Clementine Ouvrard

El baño había sido reparador y el momento del descanso me había dejado renovada, el aroma del guiso de ave y de la glicina llenaba la casa dándole una atmósfera familiar y cercana. Por suerte había podido encontrar ropa de mi talle y había dejado las botas al sol para ver si podía recuperarlas del aguacero y posterior inundación demoníaca de la noche anterior porque eran muy cómodas y prácticas.

Al sentarme a la mesa di una mirada en derredor y me maravillé una vez más de que estuviéramos todos allí sanos y salvos, unos más, otros menos. Luego miré a mis amigos y mi admiración creció, era como si con cada pena y golpe al que lograban sobreponerse su experiencia y belleza a mis ojos creciera, al tiempo que nuestra determinación aumentaba.

Pero sentía, por lo menos de mi parte, que en nuestra cruzada contra las fuerzas oscuras que se cernían sobre la realidad todavía había mucho que aprender y que este camino que habíamos emprendido juntos recién comenzaba, a pesar de lo agitado que había sido todo desde que Édith había entrado en mi vida. La miré al otro lado de la habitación y me sentí inmensamente feliz por ella.

Me serví un vaso de agua y me lo bebí tranquilamente mientras escuchaba a Réjane dar sus explicaciones, no lo miré en ningún momento, si no que trataba de asimilar objetivamente cuanto decía sin que sus expresiones faciales interfirieran. Dos cosas llamaron mi atención: cuál sería su "estrategia orientada a la ofensiva" y de quién estaría sospechando para no dar detalles allí mismo, inclusive cuando podríamos hablarlo de forma disimulada, en este caso sí desvié la mirada hacia él para poder ver si realizaba algún gesto de algún tipo. O acaso fuera que mientras menos supiéramos mejor, ya que por lo que había entendido antes de subir a bañarme el próximo paso era decisivo en nuestra lucha.

Luego vino algo que me interesaba sobremanera: la historia de los cuervos y los lobos. Desde que me había enterado de la existencia de ambos bandos había querido preguntar por qué los cuervos se llamaban así y en qué se diferenciaban de los lobos, haciendo a un lado el obvio factor físico de estos últimos. Mas las circunstancias siempre ponían sobre la mesa otras cuestiones más importantes y urgentes y desistía de preguntar algo que en comparación se me hacía un detalle con menos importancia. Presté mucha atención a lo que nos explicaba el comisario y me pareció sumamente fascinante.

Miré a Daniel y sonreí al pensar cuán importante era su presencia entre nosotros, no solo porque había logrado sobrevivir a un ataque demoníaco -algo de lo cual todavía me maravillaba-, si no porque bajo esta nueva perspectiva tenía la impresión de que podían florecer en él muchas cualidades que hasta ahora no habían sido explotadas, si no que permanecían dormidas, latentes. Coincidía con Réjane en sus impresiones al respecto.

La mención de Gabriel volvió a darme un sabor amargo y bajé la mirada para alejar esos pensamientos de mí, decidí volver sobre lo que nos había contado Pascal para sacarme la duda de una vez -¿Entonces el apodo de cuervos viene porque tienden a utilizar más el intelecto que orientarse a la acción pura y dura o porque tienen una visión más global, desde arriba digamos, en lo que a defensa o exploración espiritual del mundo se refiere? ¿O es por la cualidad mística del cuervo de ver más allá y ser usado como oráculo? Recuerdo haber leído que Odín tenía dos cuervos, uno que representaba la inteligencia y otro la intuición...-pregunté con curiosidad. Aunque de pronto me di cuenta de que quizás no les gustara que les dijeran cuervos, pero bueno... ya lo había dicho.

- Tiradas (1)
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06/10/2018, 10:33
Daniel Mallutz

Diez minutos de agua caliente y cinco de fría limpiando la roña, aseando pensamientos hasta aclararlos y espabilando la atención sin alcanzar un limite dañino.
Una muda de ropa con la que recuperar confort y no encariñarse en demasía y algo de agua de colonia en consideración al resto de apelotonados miembros de la partida de guerra.
Completado con un largo café al estilo europeo negro como un buen y reparador sueño.
La capacidad de retorno a la brecha del humano en tiempo record es solo sorprendente cuando la imaginas separada de la determinación.

Sentado con las piernas enredadas en las patas de la silla, como montado para cabalgar a la mas pronta necesidad,y levemente inclinado hacia delante, no tenso pero tampoco repantigado, pendiente de la taza de mi segundo trago y de nuestro encarado interlocutor, el baqueteo del día pasado queda bien aparcado.

El lenguaje corporal del comisario, repleto de experimentada y bregada gestualidad, me atempero antes , las posibles ansiedades, lo suficiente para aprovechar el descanso.

Ahora llegada la hora no le envidio la tarea aunque la simpatía en un principio la siento con reserva de lo que aun esta por revelar.

La comidilla alrededor de la mesa es nutrida aunque me sorprenden alguna ausencia que quizás consigue definirme mejor la estructura en el bando del comisario. También puede ser casualidad pero al menos echo de menos a Fermi, si es que va hablar de las medidas a partir de ya.
Sin embargo Rejane empieza las respuestas por los temas personales e imagino que lo gordo lo guarda para el final.

Yo mismo entiendo lo difícil de hilar la dinámica de un grupo, con inquietudes subjetivas, que se va a enfocar a una misión grave. No me extraña la falta de detalles. Particularizar, es capaz de llevarte ese paso mas allá, que desgracie el ápice fatal de tu concentración.
Asiento, con la misma sutilidad, el reconocimiento a sus explicaciones y mi comprensión. Me basta con cerciorarme de que honestamente esta en ello.

La descripción en respuesta a la petición de aclaración de diferencias entre cuasi-facciones me nutre de mucha claridad. Y de una sensación pequeña de vértigo ante las implicaciones.
También me permite ver que detalles me dejan tan bien destinado al equilibrio. Pero no fijado.
La confesión sobre el éxito de los resultados me conjura una mirada interesada, augurando alguna futura conversación. Lo que el comisario pudiera considerar un fallo o mejor un fracaso puede que contenga alguna o varias buenas lecciones.

Su ultima expresión me arranca una sonrisa grata pero no por solo satisfacción si mas por autoironía.
- Alguien juicioso no se mete a poli. Se mete a contable. - digo relajadamente para hacer dudar la voz - Aunque pensándolo bien... Yo era un poli contable - alzo las cejas - A ver si voy a tener algo de verdad juicioso... En serio. - digo atemperando el tono divertido con una pausa - No es por quitarme merito y ser humilde. Solo he seguido lo que te enseñan en los protocolos. Mi don debe ser saber extrapolarlo a lo que no esta 'registrado'.
- Gracias por la aclaración, Comisario - le aseguro con sinceridad al comisario recogiendo al tiempo el resto de impresiones y correspondiendo la sonrisa de Clem con una propia. Me gusta como me reflejo en sus ojos no por complacencia si no por la profundidad.
Con la exposición directa de su duda consigue que alce la mirada por lo bajo hacia Rejane curioso de su reacción. Aunque Clem acierta con parte de lo que se dice de los corvidos también recuerdo otro par de encarnaciones no tan civilizadas. Mas bien igual de beligerante o mas que las leyendas del Lobo. Mór-Ríoghain asusta bastante y es la Reina Cuervo aunque fuera la favorita hija de Dana de mi hermana.
Levanto el café y doy in sorbo antes de que su calor se apague en espera de mas interesantes respuestas.