Partida Rol por web

El precio de la milla

Cantina

Cargando editor
05/05/2017, 20:47
Sir Henry Clayton.

Siendo testigo de lo que estaba ocurriendo, los ecos de la frase que le había enseñado el sacerdote de su poblado volvieron a resonar con fuerza en su cabeza. La misma fuerza de la que había carecido la disciplina y educación de algunos de los presentes. Algunos y no todos, porque extender aquella afirmación a la mayoría sería un acto de injusticia por su parte. No podía culpar al mudo por el que hablaba.

Desconocía qué estaba ocurriendo en detalle pues hasta él tan solo llegaba las impresiones distorsionadas por el bullicio general y la distancia. Pero para él quién tenía razón, si es que alguien la tenía, poco le importaba. Lo que importaba es lo que ocurría: disputas innecesarias que no eran sino un gasto inútil de energía teniendo en cuenta lo que se avecinaba. Estaban en guerra contra el hereje y el impuro, y aun así había quienes sucumbían al individualismo, a la arrogancia y el orgullo.

Consternado, Haytham meneó la cabeza como lo haría un anciano cansado de ver pueriles riñas entre muchachos. E igual que ese anciano dudó si hacer o no hacer algo, porque por mucho que le disgustara la situación no era abuelo de ninguno como para amonestarlos. El Acechadunas no era más que un simple soldado. Aun así, sin moverse del sitio, sin apartar la vista de su plato, se decidió a decir algo.

- "La discordia es el germen de la sedición y la puerta a la herejía. No odies a tu hermano porque el único odio útil y legítimo es contra el hereje y el mutante."

Lo dijo en alto, muy alto, pero sin llegar gritar. Su tono era calmado, esa calma que solo existe en el hombre paciente que aguarda con esperanza, y la esperanza de Haytham era que sus palabras llegaran a quienes debían y devolvieran la razón a los que la tenían embotada por sus diferencias.

Cargando editor
06/05/2017, 00:56
Cedrick Weber

No quería pelear, hoy al menos no, así que haciendo caso omiso a todo lo que se sucedía alrededor, incluso la comida extra para Yo, seguí intentando razonar con ella.

- El agua es fea porque se lleva toda la suciedad que te traes del campo de batalla - intento explicarle - Pero puedes terminar de comer, sólo acuérdate del baño antes de que te vea el comisario ¿vale?

Además, puesto a liarla mejor con aquellos cerdos lantanitas.

Cargando editor
06/05/2017, 13:18
-M-Blaz "Feuer" Egmont

En ese momento Blaz llego a la puerta. Blaz estaba muy cabreado, había hecho su trabajo y aun así le castigaron. Y como el resto del 303º de Frezzon sabia, cuando Blaz estaba cabreado, nunca se separaba de su "pequeña" y Mathilda era la uníca capaz de apaciguarlo.

La situación era la siguiente:

Mathilda estaba intentando que Blaz no entrase en la cantina, en el arco de la puerta, mientras este, con el respirador aun equipado, sin armadura, pantalones de campaña, botas de combate, Lanzallamas a la espalda y la camiseta blanca desgarrada dejando ver en el pecho de la misma las diez cicatrices de rigor.

Desde la puerta observaba la situación. Pudo ver a dos estirados a punto de darse de ostias, si se le podía llamar a si a lo que hacían la gente de la "nobleza", Algunos compañeros del 303 en una mesa, YO era una especie de señal luminosa para encontrar a su pelotón, alfeñiques y estirados por todos sitios, y como no, apestosos Lanthanitas. Ni rastro del Comisario Albert, eso era bueno.

Aparto con todo el cuidado del mundo a Mathilda, y comenzó a trazar una linea lo mas recta posible hacia donde estaban los suyos, esquivando mesas y silla, circulando por los pasillos creados por las mismas, mientras la pobre Mathilda se limitaba a seguirle suspirando y susurrándole cosas, teoricamente tranquilizadoras...

- ¡He dicho que NO! -sentecio Blaz- 

Y con esto siguió su camino hacia los suyos, mientras la pobre chica miraba a todos con una mezcla de panico y respeto.

Cargando editor
07/05/2017, 19:59
Fedor Grodonov

Fedor rió quedamente la broma de Yuri, un chiste habitual en Lantan. Suspiró sonriente, y se resignó a seguir hablando sobre escatología. Esto es: sobre el 303 de Fezzorn. Aunque en clave de humor, preferible a un tono de odio en las presentes circunstancias.

Pronto, el griterío en la bancada de los fezzornitas con el ogrete como principal responsable y sin duda líder intelectual del grupo, logró llamar la atención de la mayor parte de los presentes. Lo del miembro colgando sobre su pecho y la cabeza en la maceta resultaba esperpéntico.

- Debo admitir que el traje tradicional de Fezzorn es realmente original. Una manera de dar uso a cosas que no se emplean por allá - comentó a los suyos mirando con atención la escena. Por el rabillo del ojo creyó ver a un lancero selicano retando a duelo a un soldado de asedio. Al parecer ese joven había tocado sensiblemente el orgullo del estirado bigotudo.

Como un oficial no lo solucione pronto, uno de esos dos terminará cadáver en breve. O ambos, valoró el lantanita mentalmente.

Pero la función no había terminado al abrirse la puerta de la cantina con violencia y aparecer un individuo vociferante y alterado con un lanzallamas en las manos. Inaudito.

Estos fezzornitas no defraudan, admitió para sí con pensamiento sardónico.

Parpadeó perplejo al ver al tipo andar tan campante con un arma pesada no reglamentaria en zona de descanso. Un peligro en potencia para todos los presentes.

Alguien en seguridad interna iba a pagar duramente por su flagrante falta al permitir que alguien portara armas pesadas en zona restringida. Los únicos que podían llevar armas reglamentarias en aquel lugar eran los oficiales y los custodios del penal. Y ese fezzornita no era ni lo uno ni lo otro. Si cualquier comisario lo veía o cualquier oficial e incluso soldado lo denunciaba, estaba acabado. Y sin duda había decenas o centenares de aspirantes para ello.

- Ahí tenemos carne de patíbulo o futuro integrante de la legión penal - dijo en voz suave a lo suyos sin dejar de quitar ojo al nuevo individuo, atento a que su fogosa ira no consumiera a los presentes con el juguetito que tenía a su espalda.

Y la herejía venció empleando una inteligente táctica: montó una cantina y metió a los diversos ejércitos del imperio dentro. Solo tuvo que esperar a que se mataran entre ellos, pensó con ironía.

 

Cargando editor
08/05/2017, 15:47
Albius Vespillo - 13º Asedio

Albius se rió del bigotudo - aahhh....calla ya. Mejor usa tu tiempo en aprenderte los uniformes de las tropas leales. Las que hemos venido a ayudarte a salvar tu mundo. - le dijo, restándole importancia al asunto. No quería pelear con él, sus razones tenía, aunque alguien las dijo en voz alta, otro soldado.

- "La discordia es el germen de la sedición y la puerta a la herejía. No odies a tu hermano porque el único odio útil y legítimo es contra el hereje y el mutante."

- Ahí lo tienes. - le dijo de nuevo al del bigote.

Levantó su copa hacia el soldado que lo había dicho y saludándolo con la cabeza le dijo - ¡Brindo por eso! ¡Muerte a los herejes! - y bebió.

Iba a añadir "¡y a los mutantes!" pero teniendo a YO justo al lado, no le pareció sensato, sólo por si acaso.

Tras eso, miró a su compañero de armas, su pardillus, y le dijo - Celonius, tira pa fuera con eso*, y llévate también mi equipo y el tuyo, no vayan a pegarnos la bronca. Arrea rápido. - *

Notas de juego

* Por si hay alguna duda, mando a mi pardillo a donde toque con todo el equipo. Me quedo sólo con traje de bonito y un cuchillo para limarme las uñas. XD
 

Cargando editor
08/05/2017, 16:00
Sólo para el director
- Tiradas (1)
Cargando editor
08/05/2017, 16:17

YO que se estaba cabreando mucho – cosa que por cierto le costaba muy poco -, ya comenzaba a sentir el “calorcillo recorriéndole las tripas”, señal más que clara que era el tiempo de masticar cabezas cuando un sujeto que no conocía de nada le planto por debajo del hocico un plato repletito de comida.

Ahora, para otro cualquiera ese nimio gesto quizás no fuera la gran cosa pero para la Ogrete regalo+comida+semeacabademorirelnegro era = a AMORSH.

Del bueno.

YO le sonrió toda ternura y delicadeza y el gesto de la Ogrete fue más o menos así:

Dicho de otro modo, se olvido del resto del mundo. De la guerra, de los dolores, de la gente mierdosa que le rodeaba y que olía a cerdo fresco – perfume delicioso que le hacía crujir las tripas – y su atención al completo se focalizo en recorrer de forma deseosa y “sesual” el cuerpo del humanito (Albius) sin tapujo alguno.

Aquí te cojo, aquí te parto, decían los ojitos porcinos de YO mientras se pasaba la lengua gorda por los labios partidos.

A falta Kenny…podía tener un Ken.

Entonces, vino la lombriz con bigotes a romper el amorsh que habia nacido entre YO y su nuevo novio y eso no era bueno.

A YO NADIE le tocaba los huevos que no tenia y menos que menos el cochino bigotes ese (Caiden).

Muy lentamente y entre los chasquidos de su enorme y fofo cuello la cabezota de YO comenzó entonces a girarse hacia el bigotes mientras su “sonrisa” de amor puro se borraba y en su lugar se manifestaba una máscara de odio vivo y ardiente.

Le relampagueaban los ojitos rojos, las fosas nasales dilatas, estremecidos los músculos de su cuerpote de mutante deseosa de muerte y destrucción.

TU TOCAS NOVIO YO, le grito a Donbigotito, YO COME CABEZA BIGOTON.

Notas de juego

XD

Cargando editor
08/05/2017, 16:46

- "Maese, si eso no es una sincera disculpa, el reto de duelo sigue en pie. Os espero al alba con lanzas monofilo, mi camarada os prestará la suya.

En cuanto a vos, Maese Ogrete, entiendo que me estáis desafiando. Sea pues, con las mismas armas, si sobrevivo al duelo con vuestro "novio", entonces me batiré también con vos." -

Notas de juego

- Reafirmo mi desafío a duelo al Guardia Vespillo.

- Acepto el desafío a duelo de Yo.

Cargando editor
08/05/2017, 16:57
Sólo para el director
- Tiradas (1)
Cargando editor
08/05/2017, 17:14
Albius Vespillo - 13º Asedio

Maese, si eso no es una....

 Las palabras pasaban alrededor de Albius como pasaría el agua de un río alrededor de una roca que se interpone en su camino, rodeándola para seguir adelante sin apenas tocarla, solo lo justo y lo suficiente para saber que está ahí, hacerse de notar y seguir su camino hacia el infinito y más allá. Vespillo tenía los ojos abiertos como platos, se había quedado quieto como una estatua contemplando el rostro de la Ogro que le miraba con aquellos ojillos porcinos, negros como el fondo de un pozo. ¿Acaso el amor se había instalado en las entrañas de aquel fornido soldado, un amor interracial prohibido, pero correspondido instantaneamente? ¿O era algo similar a la más absoluta de las sorpresas, seguido por un terror visceral lo que se veía en lo más hondo de sus cuencas oculares? 

Sea como sea, el joven conocido entre los suyos como "Enterrador" parpadeó varias veces terminando de comprender lo que había sucedido allí, algo que no era ni remótamente lo que él pretendía, pero algo que tampoco se podía deshacer ahora así como así. - Ay madre. - consiguió decir, mirando con la misma cara de sorpresa a su compañero Nicodemus como rogando que el tiempo se invirtiera.

Si había algo que le sobraba, era valor. Como sus compañeros sabían, no solía amedrentarse por las cargas enemigas, ni siquiera había retrocedido voluntariamente cuando el tanque había cargado contra sus líneas, empecinado como estaba en perforar con sus balas los laterales o la retaguardia del blindado, o al menos llamar su atención lo suficiente como para que el Sargento, que corría hacia el blindado con una carga plástica, pudiera llegar a cumplir su cometido.

Pero aquello era totalmente distinto.

Que el bigotes se guardara sus tonterías y sus fuerzas para el campo de batalla.

Aquello era muy serio. Una ogresa acababa de decir que él era su novio.

- No me jodas.  - pensó Albius, intentando desesperadamente encontrar alguna salida a la situación.

Por lo pronto, la Ogresa se había girado hacia el soldado mundano y parecía que la cosa se iba a descontrolar rápidamente, había que poner una solución a la orden de ya, o se iba a liar parda. Pardísima. Se adelantó hacia el soldado del mostacho - Eh, yo me disculpo si tú te disculpas con todos estos valientes. - dijo, abarcando con ambos brazos a toda la taberna y sus ocupantes - Ha estado muy feo eso que has dicho sobre ellos. Al fin y al cabo, como aquí el amigo ha dicho muy bien - ahí una señalización con la cabeza hacia el del desierto - Todos luchamos contra el mismo enemigo, contra el hereje y el impuro. - Le tendió la mano y de nuevo, con una sonrisa algo deslucida por la situación, pero no por ella menos sincera, termino con un - ¿Paces? -

Lo que no sabía era cómo iba a solucionar lo de la Ogresa.

Cargando editor
08/05/2017, 19:41

- "Lo que decís es cierto, mozalbete imberbe, aunque debéis saber que no hablaba con vos y está feo fisgar en conversaciones ajenas. Disculpas aceptadas.

Ahora sólo queda resolver la afrenta al honor de esta inhumana monstruosidad." -

Asiento en dirección a la masa de músculos.

- "Parece que aquí el joven se ha disculpado y retira su desafío. Tan sólo me falta lidiar con vos. ¿Lanzas al alba?" -

- Tiradas (1)

Notas de juego

- Tirada de Voluntad -10 para aceptar sus disculpas superada.

Cargando editor
09/05/2017, 15:35
Albius Vespillo - 13º Asedio

Albius frunció ligeramente el ceño, inseguro de si el Soldado Bigotón se había disculpado con el resto de tropa por el insulto generalizado, pero decidió que, como nadie había abierto la boca para protestar, le valía la respuesta. - Hecho. Disculpas aceptadas también. - le respondió.

Apenas había dado un paso hacia su asiento para intentar relajarse un rato antes del siguiente combate cuando escuchó la pregunta del tipo hacia la Ogresa. - ¿Éste tío ésta loco? - pensó, mirando con incredulidad hacia él. Negó con la cabeza y se sentó en su sitio. Aquello era entre la Ogresa y el Bigotes, por elección de él mismo. Probablemente el Bigotes saldría malparado si la Ogresa se enfadaba. Más le valía al Bigotes replantearse la situación...no podías ir retando a duelo a todo el mundo. Al final te iba a estallar en la cara.

Cargando editor
09/05/2017, 23:51
Hilliard Schuyler

Hilliard llegó de su turno en la enfermería a tiempo para ver a Yo lanzar sus amenazas. Por unos segundos pareció murmurar algo. Algo así como "Si me toca parchearla otra vez lo voy a hacer con el extremo de una espada-sierra." Pero siguió caminando, casco puesto y bandeja en una mano, hasta llegar a la mesa. Si en una mano llevaba la bandeja, en la otra la medicae llevaba del cuello a su hermano, que pecaba de la cobardía — Algunos dirían que gozaba de sentido común — de no querer acercarse a una mesa en la que se sentaba una Ogresa enfadada.

- Friedrich, como sigas tirando para el otro lado, por el Trono que te comes hasta la bandeja... - Iba diciéndole a su compañero, muy arisca.

Finalmente, la medicae se sentó a la mesa junto a sus compañeros. Tras sentarse, se quitó el casco para comer, dejando ver su cabeza rapada, sus rasgos afilados y unos ojos azules que se movían entre Yo, pues era difícil no mirarla, y alguna mirada con odio a los lantanitas.

- Sargento, compañeros. - Dijo como único salud antes de comenzar a comer, agotada tras la ronda médica.

Cargando editor
10/05/2017, 00:07
Nicodemus

Nicodemus se irguió para saludar (formas son formas) antes de volver a su posición semisedente.

Asintió ante las rondas de los demás y ante la muerte apacible para uno de sus compañeros, a saber, sin tener que tragarse todo el capítulo de postcombate después y palmándola de un buen zambombazo, riiiiis-raaaas y sanseacabó. Como uno quería que le pillase cuando fuese el momento, suponía, como aquel francotirador que estuvo a pounto de mocharle el alma en Tepe Gawra y que si no llega a rebotar contra el rifle le parte para siempre. No prestó demasiada atención a las reyertas de unos u otros ni buscó refugio ante lo que parecía un ogrete en marcha.

"..."

Con Kriegers había tenido la "fortuna" de compartir campo de batalla antes. Jesús Emperador. Esa gente.

"...!"

Para cuando la tensión se había levantado, Nicodemus ya estaba de pie. Sobre la mesa, con otros, tratando de aparentar calma pero con el perfil ladeado del que está curtido en riñas locales... o al que le han reventado la cara anteriormente en situaciones similares, que por la experiencia sólo es difícil dirimir si se estuvi en el lado dante o el tomante. Aqunque con toda honestidad, hostias de por medio o no se llevó un puño a la boca reprimiendo un bjrrrrkkkk para no desconjonarse: queda muy mal cuando vas a defender el pellejo de tu compañero, pero. Coño.

"Ay madre"

Le guiñó un ojo e hizo el gesto de una pistola con el índice y el pulgar, disparando mientras hacía clc-clc con la lengua, chasqueando.

El bigotes... iba a ser un problema. Lo último que necesitaban era otra de esa clase de nobles, pero estos ni siquiera eran una unidad de queridos del alto mando sino locales, así que el viejo ajuste-de-actitud a las siete de la tarde parecía algo con lo que se podía salir con buen éxito de allí. Además, si el viejo cabrón iba diciendo cosas sobre los demás abiertamente, iba a acabar incendiando el sitio más temprano que tarde y quería seguir yendo allí a comer. Y a beber gratis cuando la gente decidía gastarse sus cupones rápido porque había visto a la muerte encima, que era más pronto que tarde: en cuanto caen los obuses los cupones y los sueldos a la par van que se queman.

Miró a Vespilio, se encogió de hombros e hizo una mímica señalándole con un gesto de cabeza y hacia la dirección de YO, lanzando una caña invisible y dándole a la manivela rápidamente para recoger el sedal.
 

Cargando editor
10/05/2017, 01:54
Paul Van Horst - 303º de Fezzorn

Paul no salía de su permanente estado de estupefacción.

Miró a Feuer, el especialista en armas antipersona (algunos le llamarían "el psicópata del lanzallamas") del regimiento mientras aparecía en la sala de la cantina con lo que parecía un arma perfectamente funcional. Nadie fuera del regimiento podía saber que no estaba cargado (aparentemente había agotado su munición con la última descarga gloriosa en el campo de batalla) pero aún así había que guardar las apariencias delante del resto de los regimientos. Él mismo lamentaba dejar su rifle de fusión en la armería (aún llevaba la funda vacía a la espalda) pero las normas eran las normas.

Suspirando, introdujo de nuevo la cuchara en una masa informe de color marrón que tenía en la bandeja. Levantó un poco y lo dejó caer de nuevo sobre el resto del pringue, observando cómo se deslizaba. Decidió no comérselo, dejando caer también la cuchara. Entre unos y otros le estaban agriando la comida.

Se levantó para hablar con Schoeberg, el jinete.

-Yo no desafiaría a una ogrete. Tengo entendido que es muy malo para la salud. Nos contabas antes como uno de los húsares de la Caballería Selicana se sacrificó para destruir un blindado enemigo en tu sector. ¿Por qué añadir más muertes, especialmente si son inútiles como esta, a la cuenta?

En ese momento llegó Hilliard, la medicae del regimiento. Doctora dijo por todo saludo. Le presento a los soldados Albius Vespillo y Nicodemus Pius, del 13º de Asedio. Éste último también se dedica a parchear a los pobres incautos que deciden parar ráfagas de láser o proyectiles sólidos con sus cuerpos, como usted.

Cargando editor
10/05/2017, 02:32
Mallear Krak

La cosa se había desmadrado, una cosa es que soldados de otras unidades insultaran nuestro honor y tuviésemos que ponerlos en su sitio, otra muy distinta era tener que lidiar con las bestias de carga que habían traído para escurrir el bulto en los campos de batalla. 

- Sr Caiden, no conozco a estos ogretes y sus costumbres... Miro la cara deformada de la criatura que Caiden tiene delante aunado con sus maneras de hablar y sus formas de comportarse, esta claro que había que intervenir. - Y aun que un insulto haya formado en defensa de su amigo, no creo que se deba a su inteligencia sino a algo mas primario. Dudo de que batirse en duelo con la ogrete sea honorable. Seguramente la cosa terminaría como una pelea tabernaria, dejaría por lo suelos los duelos y a partir de entonces ... ¡Todos! ... tendríamos a los comisarios imperiales encima. 

Cargando editor
10/05/2017, 14:08
Sir Henry Clayton.

Haytham alzó su vaso agradeciendo el saludo y brindis del desconocido que por el Emperador había sabido reconducir la situación para evitar el conflicto. Y todo se habría calmado, todo habría tenido su perfecta conclusión, si no hubiera sido por el mutante al que la razón -por la sinrazón de su existencia- no alcanzaba. Allí ya no había nada que él pudiera hacer sin entrometerse donde tan solo los mandos debían. Un simple soldado como él, sin autoridad alguna sobre nadie, diciendo a otro lo que debía o no debía hacer solía traer más problemas que soluciones, porque al hacerlo no faltarían aquellos que saltarían en defensa del compañero amonestando al que amonestaba, y lo que era una pequeña disputa entre dos o tres soltados podía terminar convirtiéndose en una guerra abierta.

Cansado, el Acechadunas apartó la vista de lo que sucedía a tiempo de encontrar la mirada brillante de Radi fija en él.

- No sé quién es, no le conozco- respondió a la pregunta formulada por Radi-, pero si quieres luego, cuando termines- le recordó- podemos ir, presentarnos y preguntarle.  

Siendo la primera vez que el rapaz salía de su planeta natal no era extraño imaginárselo lleno de preguntas, rebosando curiosidad por todo lo que veía y que nunca había podido imaginar: mundos nuevos, naves grandes como ciudades, hombres de toda índole con los más variados y coloridos uniformes...  Atrás quedaban para él los horrores de la batalla que acababan de librar. De momento al muchacho le costaba poco olvidar. De momento, porque todo aquello no tardaría en cambiar.

- Ahora, cuidado con lo que preguntas. La curiosidad puede llevar a oscuros senderos por los que ningún hombre honrado debería caminar. Está bien que preguntes y que sepas, muchacho, pero con mesura. Las preguntas justas y correctas.

Y dispuesto a ejemplificarlo cogió su vaso y lo acercó al joven para que lo viera. En él no había más que agua, nada especial en aquel planeta pero que en el suyo suponía una gran diferencia.

- La ausencia de agua mata al hombre de sed, tú y yo lo sabemos muy bien. Pero lo que nos es más difícil de comprender viniendo de donde venimos- continuó al tiempo que cogía entre pulgar e índice a un pequeño insecto de los que acudían a la Cantina dispuestos a darse un banquete con la comida que caía al suelo. Luego arrojó al pequeño bicho al agua, que pataleó y se resistió intentando en vano escapar por los resbaladizos bordes del vaso, hasta que finalmente sucumbió a lo inevitable...- es que demasiada agua también termina matando. No lo olvides.

Cabizbajo Radi había dejado de mirarlo y volvía a mover la comida de un sitio a otro del plato pero sin llegar a probar bocado. Haytham por su parte recogió al bicho del vaso, lo arrojó al suelo, y dio un largo trago; el agua no debía desperdiciarse.

Cargando editor
10/05/2017, 16:06
Sólo para el director

Había palabras cosas que YO no entendía (y siendo sinceros le sudaban el chumino), palabras como maese, duelo, batiré y afrenta por ejemplo.

En cambio si entendía otras, “novio”.

YO había decidido – y eso iba a misa – que el humano que le había hecho la ofrenda de comida/sexo (Albius) era su nuevo objeto de deseo carnal. Kenny era historia y con su partida “había un hueco – grande y profundo” -, que debía ser llenado” y este humano se iba a encargar de eso. (Quisiera o no hacerlo).

Ahora, otra palabra que si entendía era “monstruosidad”. No era la primera vez que le llamaban así. Monstruo. A menudo usado junto a otros adjetivos calificativos.

Horrible, asqueroso, deforme, maloliente, etc, etc, monstruo.

Lo de “monstruo” no le molestaba, era uno por nacimiento y podía vivir con eso, los adjetivos calificativos le  causaban cierto escozor que dependían de su humor del momento. A veces impasible, a veces furioso.

Siendo otro momento y lugar quizás YO ni siquiera hubiera prestado atención a lo que bigotes farfullaba desde su nimia pequeñez de humanito endeble.

Siendo otro momento.

No el de ahora.

Sin aviso, ni amenazas, sin pérdidas de tiempo innecesarias dado que lo que se pretendía era muy claro y conciso, YO extendió hacia adelante sus muchos kilos de musculo y grasa proyectando un misil hecho de nudillos, mugre y heridas a medio cicatrizar que era su propio puño y con toda la intención de estamparlo en donde fuera que impactara para quitar de en medio a aquel molesto gusano con bigotes.

A tomar por culo, que se dice.

Cargando editor
10/05/2017, 16:07
Sólo para el director
- Tiradas (1)

Notas de juego

Sumado el +30

Que peazo piña se va a comer jajaja!

Cargando editor
10/05/2017, 16:12
Silvara

Estaba tranquila en la mesa, ya había acabado la poca comida que necesitaba para vivir, aun me quedaba un poco de agua. A lo lejos empezó a llamar mi atención la discusión que se formaba entre los lanceros selicanos y otros regimientos, más problemas y todos en vano, mientras negaba con la cabeza desaprobando esos actos.

El tono de las palabras del altivo caballero no era de mi agrado, todos las tropas visitantes estábamos aquí por orden del Emperador, salvar este mundo era nuestra misión, acabar con todos los enemigos y traidores. ¿Por qué el caballero se comportaba así? Realmente me daba igual, no era mi trabajo buscar a los culpables ni decidir su castigo, cuando se me ordenara yo cumpliría como he hecho miles de veces, mientras no se interpongan en la victoria del Emperador no habrá problemas.

Mis ojos no se apartan de la discusión, aunque parece que se van calmando, el caballero no tiene reparos en desafiar a la ogrete. Al menos era valiente, pero eso no le serviría de nada si deja que le maten en una cantina.

Sus compañeros le invitan a calmarse. Al final no será nada. Cogiendo mi vaso con agua y dando un sorbo. Ese asunto ya empezaba a perder mi atención, así que empecé a ojear el resto de gente que había en la cantina, todos conocidos, algunos iban con sus armaduras y todo, con lo cómoda que esta una sin ellas.

Realmente era una lástima, ya que muchas de estas caras no volvería a verlas, darían su vida en esta guerra, por el Imperio, pero todas ellas serían recordadas, al menos por mi parte, nunca olvidaba una cara, ni siquiera las de mis enemigos.

En la muerte encontrarían todos, la justicia del Emperador. De hecho ya lo habían hecho decenas de enemigos los cuales habían caído uno a uno bajo mi sable.