Partida Rol por web

Tras cinco días de descanso y recuperación, alternados con prácticas de tiro, llegó el amanecer del sexto día. Aunque no llegó solo, y antes del mismo, fuisteis conscientes del sonido de varios pasos que se acercaban a los barracones. 

-¡Todos en pie, ya!-proclamó una voz femenina bien conocida por todos, con tono firme, sacandoos así de vuestro sopor. La capitana Stasya entró preparada para el combate y con pie firme, mirando a su alrededor brevemente para revisar aquel lugar. Tras aquella breve revisión que no debió causarle una mala impresión, dijo:

-En diez minutos marchamos a una reunión con el alto mando. Preparados para el combate y presentables. Éso es todo-explicó brevemente, antes de marchar al exterior. Diez minutos después, ella en persona encabezó la marcha a través de las líneas de trincheras, hasta una "plaza" con capacidad para cientos de hombres, donde os encontrasteis con representantes de otros regimientos desplegados. 

A los pocos minutos, desde una balconada pudo verse aparecer a todo el alto mando. Algunos tenían signos de haber sido tratados, probablemente consecuencia de aquel impacto afortunado al búnker de mando, pero todos parecían bastante enteros y dispuestos, al menos así se apreciaba desde la distancia.

-¡Soldados del Imperio!-saludó el Lord General, con su voz amplificada a través de varios dispositivos vox fijos situados en postes por toda la plaza-ha llegado el momento de actuar. Ya hemos comprobado como ataca el enemigo, y ahora esos traidores comprobaran como asaltan posiciones los hombres y mujeres fieles al Dios Emperador. En el día de hoy, cruzaréis la tierra de nadie y combatiréis para tomar las líneas enemigas. No os engañaré, no será fácil. Puede que muchos no sobreviváis. Pero, si os mantenéis firmes en vuestra fe al Dios Emperador de la Humanidad, y actuáis de manera disciplinada, vuestro sacrificio no será en vano. ¡Recordad este día, pues hoy damos los primeros pasos hacia la victoria! ¡Por Sélica IV! ¡Por el Imperio!

Con esas aclamaciones finales, coreadas por la mayoría de los presentes, terminó la comunicación, tras lo que cada regimiento fue conducido a sus posiciones en primera línea para iniciar el asalto. 

Nikolai se despertó súbitamente y formó con gran rapidez ante su comandante. Sabía que habían hecho un buen trabajo y no necesitaba ni decirlo ni halagos, se haría siempre así o morirían todos intentándolo.

-Sí, señora -dijo el sargento saludandola y poniéndose en marcha- bien, ya la habéis oído, vamos a ello -y se dispuso a prepararse para el combate.

No le gustaba esa reunión, no le gustaban esas reuniones y necesitaba su taza de cafeína, amasec y una vara de lho; pero se tenía que contentar con ver que los miembros del alto mando habían sido heridos durante el bombardeo, y no pudo evitar sonreír ante la ironía de que hubieran salido peor parados que los de su compañía que estuvieron en primera línea todo el rato y solo hubo algunos rasguños.

-No me jodas -dijo a nadie en particular cuando escuchó que todos iba a atacar. ¿Atacar? ¿Corriendo como unos imbéciles? Joder, ¿es que no son conscientes de las tropas que tienen? Que cargaran los Fezzorn y los jinetes de Hiperpollo y que les dejaran a ellos, los de Lantan, trazar un túnel desde su trinchera hasta las enemigas.

En los espacios pequeños eran imparables.

No se tardó mucho en explicar las órdenes: las fuerzas imperiales se volcarían en tomar una sección concreta de trinchera, la zona central, si es que conseguían llegar. Se rumoreaba que los escaneos orbitales habían tenido problemas últimamente para distinguir lo que había al otro lado de la tierra de nadie, aunque nada de eso estaba confirmado, y había toda clase de teorías al respecto.

De todos modos, eso poco importaba ahora. Era el momento de avanzar, y empezaron a hacerlo, caminando a buen paso a través del barro y los restos. 

La falta de información ponía nervioso a Kolya, más aún si era cuando tenían que cruzar la tierra de nadie en una guerra de trincheras. Si la hubieran podido cruzar por debajo por un túnel otro gallo cantaría; pero no. El mando se negaba a usar las tropas de forma eficiente y les tocaba cargar.

Al menos podía intentar averiguar algo con el auspex antes de que todo les diera por el culo.

Escuchó las instrucciones y soflama del general Marius y no pudo evitar suspirar con evidente resignación. Oyó el berrear de las tropas aclamando al general, pero las oyó como lejanas ya que percibió que nadie de su alrededor, de su unidad lantanita, jaleaba. Mirando de soslayo constató que en el 15º las órdenes habían causado desaliento. Iban a emplear a los mejores zapadores del imperio como soldados de línea o fezzornitas. Eso solo podía significar tres cosas: o los que estaban al mando eran unos perfectos ineptos e incompetentes... o estaban realmente necesitados o desesperados de hombres que avanzaran, incluyendo a los de la cantina y las rameras. O era problema de alimentos y era necesario racionalizar el número de bocas. Probablemente múltiples cosas a la vez.

Fedor escupió al suelo, a modo de describir lo que pensaba de las instrucciones, y posteriormente, durante la ruptura de líneas, se dirigió al sargento Kolya, hablándole en voz queda.

- Sargento, ¿Qué carajos pintan zapadores cargando como soldados de línea? - ellos no eran carne de cañón y la legión penal no era muy grande -.¿Qué mierda significa el asaltar posiciones enemigas con armas de corto alcance? - preguntó recordando que sus escopetas no alcanzaban a grandes distancias -. ¿Y como demonios va a funcionar un arma pesada en dichas condiciones? - terminó por señalar su situación específica, un artillero en mitad de un barrizal. Visto lo visto pareciera que querían usarlos como atractores de munición y metralla. Vulgares "comeplomos" o "gastamuniciones" del enemigo.

Sabía que su suboficial no tenía las respuestas y que le diría un "órdenes son órdenes". Pero creyó necesario hacerle saber lo que, probablemente, pensaban la mayoría de sus hombres.

Horas después, pisando barro, chatarra y vísceras se preguntaba si el 15º de Lantan haría historia cargando por campos de batalla o serían pasto de los gusanos en breve.

Al menos los gusanos tendrán carroña de primera, pensó mordazmente.

La ansiedad que colmaba a Vitaly venía de dos frentes, aunque por un mismo motivo. Iba a entrar en combate, y por lo tanto tenía las mismas ganas de volver a su casa y a las minas de Lantan qué de dar todo su ser en batalla en nombre del 15avo.

El día no había comenzado demasiado bien. Cuando la capitana entró en los barracones de buena mañana una parte del cuerpo de Vitaly ya estaba en posición de firmes, y aunque el regimiento contaba con varias mujeres a ninguna las respetaba tanto como a la capitana. Nadie se fijo, por supuesto, pero Vitaly hubiese jurado que cuando Taladro paseó la mirada por los barracones se detuvo un par de milésimas de segundo en su entrepierna. Obviamente no era ni remotamente cierto pero nada podía quitar a Vitaly la impresión de haber hecho el ridículo. Tras echar la meada que había sido la causante del duro despertar, fue con el resto del regimiento a escuchar el discurso del General, que le sonó a... absolutamente nada. A el solo le preocupaban las ordenes de su mas inmediato superior, son las que escuchaba en mitad de una batalla.

Suspirando y añorando su cama, Vitaly avanzaba junto al resto de su escuadra. 

Apenas tuvo tiempo de salir de la enfermería y dirigirse a la plaza cuando todo el mundo estaba volviendo ya de allí. 

Mierda - le dijo por lo bajini a Putalova - da la vuelta y haz como que venimos de allí, no me gustaría pringarla por estar haciendo el vago.

Para su sorpresa, ninguno de los Lantanitas pareció importarle demasiado, todos traían caras de preocupación lo cual hizo a Atkin preguntarse qué demonios habrían dicho del Alto Mando. Poniendo la oreja aquí y allá descubrió cual era su próxima misión, y su cara se frunció acompañando a la de sus hermanos de regimiento.

¿Un tirador de su talla corriendo como un pollo sin cabeza a asaltar una posición? ¿Es que los mandos se habían vuelto locos? - agitó la cabeza para librarse de estos pensamientos, pues una palabra fuera de lugar podía causarle muchos problemas a un soldado raso como él, y de problemas iba ya bien servido.

Cuando desplegaron, escuchaba a Fedor hablando con el sargento acerca de todo esto, acompañado del incesante sonido del barro chapoteando bajo las pisadas lantanitas. Te la estás jugando viejo - pensó - Menos mal que Kolya no es tan estirado como el comisariado...

Por su parte y, aprendiendo de su experiencia durante el último asalto, procuró no colocarse en vanguardia. Necesitaba mantenerse fresco por si aparecía otro blindado, o debía abrir un agujero en las defensas enemigas. Comprobó una vez más su equipo, que había sido repuesto por el Monitorum, haciendo caso omiso del resto de peticiones, y continuó avanzando, a la espera de localizar al enemigo antes de que fuera demasiado tarde.

Los zapadores siguieron avanzando, no muy lejos del resto de fuerzas imperiales, a las que se podía ver asomar de vez en cuando tras elevaciones fangosas, o cúmulos de niebla o humo aquí y allá. La buena vista de Nikolai, así como el auspex que portaba, también evitaron algunos problemas, como algún campo de minas, o cráter lleno de alambre de espino que podría provocar algunas heridas a sus compañeros lantanitas. Las lecturas del aparato eran apabullantes, allí había chatarra y munición como para equipar a un waaaagh orko, y daba miedo pensar cuanto de ello estaba sin detonar y podía explotar en cualquier momento. 

Aquí y allá, en los cráteres, se podían encontrar cadáveres de soldados, y no pocos. En distintos estados de descomposición, y que parecían haber sufrido distintas muertes, algunos por disparos, otros por golpes... Y seguramente, alguno de ellos víctima del hambre o la sed, aislado en tierra de nadie. 

Por si eso fuera poco, algo no estaba del todo bien más adelante, en la zona hacia la que avanzaban. No era fácil de describir, pero de algún modo, había "saltos" o "errores" en la realidad, además de una serie de ominosas luces de un verde pálido, que surgían tan rápido como volvían a desaparecer, a veces moviéndose, otras quietas. El auspex no conseguía identificar del todo lo que les esperaba, y a veces sufría interferencias o daba lecturas erróneas.

-Fedor, ya sabes como piensan los altos mandos y si no avanzamos nos meterán un tiro en la nuca, así que guarda silencio, agáchate y prepárate para la acción -se giró un momento hacia sus hombres.

-Aún no oigo fuego de artillería, así que intentamos avanzar agachados y con el mayor sigilo posible. En cuanto alguien oiga un silbido de obús o algo así, que avise y corremos lo que podamos hasta la mayor cobertura que encontremos.

Era una idea, pero los campos minados que habían esquivado gracias al auspex podían ser una putada, una grandísima putada. No sabía si avisar al mando o no, pero el problema venía del hecho de que pudieran interferir sus comunicaciones y no tenía ni idea de la tecnología que podía desplegar su enemigo en ese planeta.

Cuando la vista empezó a jugarle malas pasadas, primero se levantó las gafas y se frotó los ojos un momento.

-¿Alguien más tiene problemas de visión? -preguntó mientras escupía al suelo- estaros atentos a todos lados.

Vitaly asintió a las ordenes de "Kolya", y avanzaba agachado, con el rifle plasma preparado y los ojos danzando por todos lados de manera casi paranoica, esperando una emboscada o pisar algún tipo de trampa, hasta que el "espectáculo" delante suya le hizo abandonar la idea de mirar a cualquier otro lado que no fuesen esas luces parpadeantes. 

Yo también lo veo, sargento... Sea lo que sea, lo veo.

Fedor caminaba por el mar de lodo y cráteres, esquivando junto a los suyos kilómetros de alambradas, jirones de chatarras y restos orgánicos carbonizados o descompuestos, en tal grado que no llamaba a averiguar qué fueron en el pasado.

Al igual que diversos compañeros, eventualmente se detenía a otear el horizonte esperando ver enemigos aparecer de las brumas o de encontrar trincheras herejes contra las cuales tener que usar a Olga. A los lados, algo alejados, advertía diversos destacamentos aliados que cubrían un sector y avanzaban todos al unísono.

Al menos no estamos vendidos en nuestros flancos. En teoría, pensó el artillero.

Tras un rato de dificultoso avance, a la espera cada vez más tensa de hallar una línea de puestos enemigos, lo que encontraron fue una neblina y en ella luces fantasmagóricas, verdes, que por momentos parecían distorsionar la realidad. Los auspex parecían falla y las comunicaciones se resentían.

La pregunta del sargento resultó clarificadora, al saber que no eran alucinaciones fruto de la comida en mal estado. La respuesta de Vitaly hizo que Fedor escupiera al suelo y asintiera con la cabeza.

- Aquí hay algo que apesta, sargento. Y no me refiero a los mandos, que estarán bien lejos, o a los fezzornitas. Es algo... extraño - admitió incómodo, mientras hacía un gesto a Liudmila para que tuviera a punto un misil y desplegaba los pies de apoyo de Olga, aunque sin soltarla.

La mañana no había empezado bien y había seguido peor, la visita de la Capitana significaba en época de guerra problemas, y así había sido, teníamos que avanzar a cuerpo descubierto, pero así era la guerra, por lo que preparado hasta los dientes avance con mi grupo por la tierra de nadie, después de unos cientos de pasos me acerco a mi amigo y superior Koyla y le digo:- Koyla, mi Sargento, creo que podríamos avanzar en dos bloques, las armas pesadas afianzan la zona de avance y los demás avanzáis, luego os posicionáis y avanzamos nosotros, sera mas lento, pero mas seguro, que le parece mi Sargento?

Seguís avanzando por tierra de nadie, y cambiando ligeramente el rumbo. El plan era formar un frente coordinado, con apoyo de varios regimientos complementándose entre sí, así que pronto la distancia entre las distintas unidades imperiales se acortó. Los penales marcharían al frente, distribuidos usando su gran número para ejercer de pantalla frente a posibles ataques. El resto detrás, especialmente los acechadunas.

Aquí y allá, algún blindado avanzaba junto a las formaciones, principalmente Leman Russ y Hellhounds. No es que estuvieran jugándose todo a una carta, pero desde luego aquel asalto no iba mal provisto… Incluso tenía posibilidades.

Sin embargo, las luces verdes que algunos vieron pronto fueron visibles para todos, como siniestros fuegos fatuos que parecían asomar brevemente aquí y allá. El terreno era más fangoso, el hedor era casi asfixiante y cierta neblina fétida parecía emerger del suelo, casi como el aliento pútrido de un cadáver. En esas condiciones avanzaban cuando escucharon algo. Lejana, como si procediera de un punto imposiblemente distante… Era una voz, una voz gargajeante y húmeda.

-Ilusos… Necios e ignorantes… Seguís a un cadáver muerto y marchito… No puede salvaros, este planeta ya ha sido salvado… Ya se ha decretado un nuevo maestro para los Selicanos. ¡Él nos salvará! ¡En la muerte y el renacimiento viviremos para siempre! Así que venid… Venid y moriréis. Y en la muerte viviréis para siempre… Pues su amabilidad no conoce límites, y a todos concede sus regalos… Bendito sea Nurgh-leth… Bendito sea…

Me quedo sorprendido y lo escucho perfectamente gracias a mi buen oído lo que acrecienta mi temor y me quedo asustado, clavado en el sitio, sin poder moverme mirando a todos lados sin saber que hacer.

Fedor había visto muchas cosas en los campos de batalla y en las minas subterraneas de Lantan. Pero aquella cosa sobrenatural que le hablaba a la mente, realmente lo inquietó. Su primera reacción fue en avisar a sus compañeros si habían oído esa voz gutural que helaba la sangre, pero tras ver el rostro de Liudmila primero y el de sus camaradas después, supo que él no había sido el único.

- ¿Que... que cojones ha sido eso? - musitó el artillero con voz trémula.

Ver como se iban juntando todas las tropas imperiales era un ligero alivio, pero pensar en un fuego coordinado de artillería sobre la zona le asustaba mucho; pero era complicado que su enemigo se coordinara.

-Malditos poderes sobrenaturales -dijo mientras miraba esas luces y el auspex, que ahora mismo tenía mil millones de puntos detectados- puede que no funcione, pero más vale prevenir -musitó.

-¡ATENTOS! -comenzó a gritar- ¡QUE TODOS ESTÉN ATENTOS A POSIBLES EMBOSCADAS! ¡NUESTRO ENEMIGO ES TRAICIONERO Y PUEDE SALIR DE CUALQUIER LADO Y NO QUIERO QUE NOS PILLEN CON EL CULO AL AIRE!

Cogió el comunicador que llevaba su acompañante para ponerse en contacto con el Mando.

-Alto Mando, aquí Kolya, mi auspex ha detectado muchos contactos, demasiados, exagerados. Temo por una posible emboscada. Estoy casi seguro de que funciona porque nos ha salvado de minas y demás -no iba a mencionar lo de las luces porque podían ordenar una purga de todo el asalto a la vuelta a casa.

Atkin caminaba relativamente tranquilo, parecía que el Sargento sabía desenvolverse bien en la superficie, para su sorpresa, pues desde que le comunicaron el plan anduvo pensando qué demonios pintaban ellos en un asalto frontal, pero en fin, como decía el código ellos estaban allí para morir por El Emperador, no para pensar planes de batalla a nivel cuerpo de ejército, con lo cual solo procuró situarse ligeramente en retaguardia, cerca del armamento pesado, para poder hacer uso de su gran puntería a larga distancia.

De pronto una voz corrupta les recibió lanzando avisos fatales, sin duda medró en parte la moral del regimiento, pero algunos fueron los que permanecieron impávidos, comenzando por el propio Sargento, con lo cual Atkin no hizo mucho caso. Ya conocía los estragos que podía causar la guerra psicológica, y si tal y como parecía el enemigo había recurrido a los poderes sacrílegos, tenía una energía y fe renovada para luchar contra él.

Bendito sea... Bendito sea el 15º Lantanita! - Grita Vitaly como respuesta - Bendito por el Emperador! - Dice, para asegurarse de que el comisario no piense que reclama la bendición de lo que sea lo que bendiga a esos herejes. No se atreve a girarse hacia sus compañeros, pero nota que varios de ellos están asustados y hace lo posible por animarlos con unas palabras. 

Vamos, no seáis cagados. Que es lo peor que nos podría pasar, morirnos? Mejor muerto que ser como un cobarde fezzornoso!