Partida Rol por web

Al fin un sargento había hecho acto de presencia, ¿sería un suicida como aquella sargento del asalto? Esperó que no. Malek se pegó a una de las paredes, pero sin entrar en contacto directo, le estaba dando asco aquel lugar, o quizás era solamente su paranoia. Le estaba costando controlar sus nervios, recordó, sin quererlo, los brazos que tiraron de él con fuerza cuando cayó al agua en el puerto. 

Tuvo que respirar con fuerza un par de veces, bajo la atenta mirada de su hermana, que lo miraba con hastío. Colocó la culata de su rifle largo en su hombro y avanzó atento al frente - Malek tiene buena vista, pero tampoco es un sabueso - bromeó, con la sana intención de liberar algo del estrés que lo atenazaba.

Arthur seguía con la mosca detrás de la oreja. No se fiaba de ese sitio, apestaba como el callejón detrás de un bar a las cinco de la mañana y por experiencia sabía que ahí era donde uno se encontraba las sorpresas más desagradables. Usando la luz de sus compañeros, siguió avanzando.

-Sargento- saludó Paul. 

Pese a ser un lantanita, era bueno tener a Kolya entre ellos. Era un mando, y tenía un áuspex. Tanto Paul como él habían recorrido un largo camino desde el asalto a la mansión del punto Fénix; y seguían vivos, que era más de lo que podían decir muchos de los que habían intervenido en el mismo*.

De manera mecánica, comprobó el sello de su equipo antigás con una mano. Una vez satisfecho, se esforzó por buscar algo de cobertura en el corredor sin acercarse demasiado a las paredes cubiertas de moho.

El hedor era realmente insoportable y, quizás por paranoia, quizás por un sexto sentido fruto de la veteranía, había hecho que aquellos que tenían la posibilidad optaran por sus respiradores o máscaras de gas. Sin embargo, parte de los segundos no tuvieron tanta suerte como los primeros con su sellado del exterior. A todos empezó a picarles algo la piel, probablemente fruto de la sugestión ante aquellas excrecencias nauseabundas, pero la peor parte se la llevaron Arthur, Jean y Malek. 

El primero, al ser escoria penal, iba equipado con lo que buenamente había podido "reasignarse" a sí mismo. Los otros dos quizás tenían un olfato más sensible, o había algún defecto en sus máscaras. En cualquier caso, lo que empezó como un mareo pronto se convirtieron en arcadas y, poco después, en vómitos violentos e incontrolables que doblaron a los hombres sobre sí mismos. 

Echaron todo lo que habían comido ese día, aunque a la luz de las lámparas parecía haber adquirido también cierto tono negruzco, y cuando no quedó nada en el estómago las náuseas siguieron, dejando a los soldados debilitados y deseando abrazarse a un retrete y no soltarlo nunca más.

Por si eso fuera poco, todos vieron como algo se movía rápidamente fuera del alcance de las luces, algo que parecía una rata o gato. Kolya y Jean pudieron apreciar más claramente que se trataba de una rata, aunque de un tamaño antinaturalmente grande y con alguna especie de infección o mal plagándola, pues la piel parecía ulcerada y medio podrida y apenas le quedaban parches de pelaje. Lo peor del asunto es que aquella cosa parecía tener cierta maligna inteligencia y estar controlando el avance del grupo...

Kolya miró al Fezzorn durante un momento pues con esa armadura todos le parecían iguales, pero tantos años como sus enemigos hacía que supiera buscar las diferencias entre ellos, tal vez por la forma de relajarse, caminar o algún pequeño detalle en el uniforme, y este parecía ser aquel que les tomó la delantera en el Punto Fénix, hacía ya una eternidad.

-Especialista -contestó al saludo con una ligera sonrisa mientras que miraba a todos lados.

No pudo evitar mirar con suspicacia a los afectados por lo que fuera que vomitaban de forma descontrolada.

-¿Tenemos algún médico? -miró a todos lados, esperando que tuvieran a alguno entre ellos.

Al ver a esa rata mutada no pudo evitar ni parpadear, como si estuviera teniendo un duelo de miradas con esa maldita criatura que parecía estar vigilándoles.

-Os quiero a todos atentos y en posición defensiva -dijo sin alzar la voz en apenas un susurro- Tirador Yatha, ¿podría acabar con esa miserable rata de un solo tiro?

-¡BEUAAAARK...KOFF......BEURK...KOFF...KOFF! Oooh...

Maldigo en silencio el hedor y el moho de este maldito túnel. He terminado de echar todo lo que tenía dentro (al menos no lamento el desperdicio de comida esta vez, porque el rancho de hoy no tenía nada digno de mención) pero aun así sigo temblando de asco. Y ese bicho otra vez correteando...no. Observando. Oigo al otro dar una orden (¿con qué derecho?) y entonces me doy cuenta.

Él también lo ha visto.

Ese animal no es normal. Es demasiado grande, ¿cebada quizás? ¿con qué?, parece demasiado inteligente. Recuerdo haber escuchado en una ocasión que las ratas no son difíciles de domesticar, que son animales bastante listos. ¿Será alguna clase de mascota del enemigo, enviada aquí para rastrearnos?  Precisamente en algún descanso he estado leyendo sobre cría de animales para ampliar mis conocimientos, así que me devano los sesos tratando de recordar si en alguna parte crían algo así, para qué, o si debería tener ese aspecto tan enfermizo, que en otras circunstancias podría haberme dado pena. Pero me quedo en blanco, el mareo confunde mis pensamientos. 

Nada más vio a los menos protegidos doblarse sobre sí mismo, agradeció al emperador el llevar una armadura sellada. Aquello le permitió controlar también el impulso de rascarse al serle imposible, manteniéndose centrado en sondear los oscuros túneles. Había algo ahí fuera, lo sentía, pero resultó no ser más que una vulgar rata plagada de enfermedades.

Apuntó con la escopeta a la susodicha alimaña, apretó el gatillo, pero tan solo se escuchó el click que indicaba que el mecanismo se había encasquillado. En la caída, seguramente algo de tierra, barro o algo peor había ensuciado el arma, por lo que se dispuso a revisarla y repararla mientras Marius le iluminaba con la linterna, dejando al tal Malek el "honor" de acabar con el bicho.

Avanzar en aquella oscuridad no era sencillo, pero poco a poco iban cubriendo terreno, sin prisa, pero sin pausa. En cuanto los primeros síntomas se manifestaron en tres de sus compañeros, Albius confirmó las sospechas del compañero, y agradeció haber reaccionado rápidamente para colocarse su respirador. Agarrando con firmeza su bólter pesado, apuntó al frente, donde decían que había una... - ¿Rata? ¿Ha dicho.... sí, lo ha dicho. ¿Dónde? - preguntó, primero dudando de lo que había oído. Una rata no debía de ser peligrosa.....a menos que estuviera dopada con los poderes del enemigo. Este segundo pensamiento le vino un segundo más tarde de empezar a hablar, por eso había tenido que rectificarse a sí mismo. 

Su arma no era la indicada para abatir a un objetivo de un disparo, llevaba un láser largo que podía hacer eso, y se le daba bien usarlo. Decidió cambiar de arma mientras su compañero Karskin seguía vigilando el frente con el bólter pesado. No le gustaba dejar a "Lugere" en un segundo plano, pero si conseguía abatir al enemigo, tendrían algo de ventaja. - Decidme donde está, y la abatiré. - dijo en voz alta, seguro de sí mismo. 

Nauseas, vomito, ratas mutantes gigantes... como en casa. Arthur se limpió la boca con el dorso de la mano y la sacudió para deshacerse de la pota negra. Se enjuagó la boca con agua de su cantimplora y también la escupió. Sabía a alquitrán podrido, como la cerveza negra del Murphy's de 1 trono la pinta. Desde luego le estaba sentando igual. Entornó los ojos, el aire era nocivo y esa cosa había penetrado en sus pulmones a pesar de la máscara de gas.

Que asco de lunes... y sin fiesta el día antes. Como odiaba Sélica.

Malek se sintió bastante mal - necesito un medicae - comentó apoyándose contra la pared, tratando de contener las náuseas, hasta que, finalmente, rompió a vomitar como si fuera un infante enfermo, una parte de él creyó que pasado el reflejo del vómito, se encontraría mejor; sin embargo, no fue así, la angustia no había cesado, y le tocó escupir su propia bilis, miró al medicae que iba con ellos, pero poco pudo hacer, la orden vino y, mientras preparaba el arma, cerró los ojos cuando escuchó la como uno de ellos preparaba su escopeta. Miró con mala cara al artífice de aquel movimiento, el cual acabó en un infructuoso y agroclimático "click" - menos mal - comentó llevando la culata de su láser largo al hombro y maldiciendo en su lengua materna. Se concentró, con calma, tratando de ignorar la molestia que le atenazaba el estómago y, cuando lo tuvo claro, apretó el gatillo.

¡Por el Trono, qué hedor!- musitó Van Horst mientras observaba a varios de los componentes del improvisado grupo abrir fuego. Por su parte decidió mantener su rifle de fusión preparado pero sin abrir fuego. Si aquello era sólo un roedor mutado, seguramente el láser largo de Malek sería capaz de tumbarlo.

Y si no era así, bueno... si no era así, mejor tener la artillería pesada a mano.

El Sargento Vladislovich asomó entre las sombras y eso es bueno pues, aunque seamos lo suficientemente disciplinados como para actuar bien por iniciativa propia, un grupo de soldados nunca alcanza su máximo potencial si no es bajo las firmes órdenes de un mando unificado. Está en el manual de instrucción.

Las extrañas sustancias que parecen plagar el ambiente causan un poco de comezón en las partes expuestas pero a mí no me causan más problemas mientras que veo a otros vomitar como si se estuviesen despidiendo de sus tripas. En vez de verles, enfoco mi mirada en la oscuridad delante con mi arma preparada pues esa clase de distracciones, así como tener indispuestos a tres buenos soldados, lo vuelven un momento perfecto para una emboscada.

El movimiento de aquella criatura no me pasó desapercibido pero no fueron mis ojos las que la identificaron como algún tipo de rata. Escucho las órdenes del sargento y mantengo mi bólter pesado apuntando en esa dirección, listo para abrir fuego a su orden, aunque esta ahora se limita que el acechadunas le mate de forma quirúrgica. La potencia de fuego supongo que se reservará por si la amenaza es mayor.

Apenas tuvo tiempo de ponerse la mascara anti-gas ante el repugnante hedor que aquel lugar desprendía, mientras sus ojos acostumbrados a túneles y lugares oscuros bajo tierra se adaptaban con celeridad. Entonces vio aquella rata. Enorme.

- Por el Emperador... Si esa rata es así también podrían serlo el resto - murmuró, pensando que en unas cloacas habría miles de ratas. Y a saber cómo serían las cucarachas. Después su mirada se dirigió a las paredes, donde una especie de musgos y crecimientos anormales se extendían por doquier. Aquello apestaba a corrupción -. ¿Nadie tiene un lanzallamas? - preguntó mientras pensaba que el fuego purificador es lo que mejor le iría a ese lugar. Entonces recordó algo. Algo que varios compañeros habían visto y él casi había logrado discernir en las cloacas de Punto Fenix. Algo que se había llevado a las profundidades a numerosos soldados, devorándolos vivos. ¿Y si otra de aquellas cosas rondaba el lugar?

Que el Emperador nos proteja, oró mientras se puso al hombro a Olga.

El láser iluminó brevemente parte del corredor con dos parpadeos, aunque a juzgar por el chillidito y los correteos, habían fallado. La cosa parecía haber decidido tomar más distancia respecto a ellos y, por si fuera poco, la breve iluminación parecía haber revelado algo más. ¿Aquello había sido un truco de las sombras? ¿O había más cosas allí mismo? Por lo menos parecían poco interesadas en atacar y de momento solo observaban.

Fiks observó con gesto nervioso a los enfermos, sin atreverse a dar un diagnóstico claro. En todo caso, ni loco iba a exponerles más aún a lo que fuera pidiendo que se retiraran ninguna pieza de equipo, y él mismo empezó a valorar abrir el botiquín para embadurnarse en desinfectante, algo atacado por aquella sensación enfermiza que impregnaba el lugar.

-Sssalid, ratitas... Venid a jugar...

Aquellas dos frases paralizaron todo. ¿Quién o qué puñetas había dicho eso? Había sonado casi como un susurro, y debía venir de delante a la fuerza, pero no se veía nada. ¿Era a ellos? ¿La acústica de los túneles estaba arrastrando una voz, o había algo capaz de hablar cerca?

Pensó rápidamente en lo que disponía y diseñó una formación.

-Fedor, toma la cabeza con Van Horst. Señor Malek, ¿es bueno como explorador?. Si es así os quiero con Fedor y Van Horst -señaló a los dos miembros del 13º de Asedio- os quiero en la retaguardia. Fiks, vaya con ellos y ayude con sus gafas térmicas para mantenerlos al tanto de lo que pueda ocurrir. Marcus, McKnife -dijo señalando al karskin y al preso- os quiero en el centro de la formación para ayudar donde haga falta; y usted -señaló al Selicano- ¿como se desempeña a pie?¿Mejor a distancia o combate cuerpo a cuerpo?. Manténgase cerca de mi de momento.

Cuando creía tenerlo todo listo, alzó un dedo en gesto pensativo y luego señaló a Fedor.

-Si alguien tiene un lanzallamas, le quiero delante, si hay dos quiero otro detrás. Intentamos movernos con sigilo y aseguráos de que esas ratas se mantienen a distancia, no quiero que nos veamos envueltos en un torbellino de piel, colmillos y enfermedades.

Miró a todos para anirmarlos

-Estamos en nuestra salsa, lo de ratas irá por nosotros -comentó el sargento para quitarle hierro al asunto, dándose un par de toques en el símbolo de zapadores- luces al mínimo y silencio máximo. 

Malek maldijo en silencio mientras sentía que el estómago se le iba retorciendo. Preparó el arma nuevamente cuando escuchó aquellas palabras que le hicieron entornar los ojos. Las instrucciones del sargento no tardaron en venir y se sintió algo reconfortado, en cuanto a la moral, de que hubiera una voz con autoridad entre ellos. 

Trató de esconderse, pero no supo muy bien qué posición ocupar, por lo que, sin mucha opción, con la vista al frente, avanzó como ordenó con la linterna apagada.

De puta madre, la rata resultó ser asquerosamente escurridiza y encima allí abajo había alguien más con ellos, y a juzgar por la voz no era otro imperial dedicado a la caza de alimañas como ellos. 

Que el enemigo les disparara o intentara acuchillarlos le traía sin cuidado, pero aquella espera en tensión antes de que saltara todo le ponía de los nervios. Asintió ante la orden del sargento y se puso al final del grupo junto a Albius, la escopeta en alto, y echando una mirada hacia atrás de tanto en tanto. 

Nuestro camino por aquellos túneles cambia de un momento a otro con aquella tétrica voz invitándonos a "jugar". Siento la amenaza que comunica y aprieto los músculos con rabia al pensar que un hereje hijo de puta pueda considerarnos su presa. Inclino la cabeza a ambos lados, generando un fuerte ruido al hacer sonar los huesos de mi cuello:

"Está muy equivocado si piensa que estamos encerrados con él. Él está encerrado con nosotros y somos nosotros quienes jugaremos con su penoso cuerpo antes de darle muerte."

Las órdenes del Sargento Vladislovich no se hacen esperar y decide que yo asuma una posición centro. No sé si es una buena orden, considerando que porto un bólter pesado, lo que siempre incluye cierto peligro de fuego aliado, pero estoy seguro de que el oficial sabe lo que hace y no se verá jamás a un Kasrkin cuestionar las órdenes de un superior.

Asiento y mantengo la posición centro, preparado para disparar con mi bólter pesado en cualquier dirección en la que necesiten apoyo contundente como ese.

La boca le sabía a domingo por la mañana y tenía escalofríos constantes. El suelo y las paredes eran raros y sólo podía pensar en ellos como cuando besaba la boca de Mopsie. Eso le ponía furioso, pero esta vez tenía un rifle de fusión y un montón de granadas. A Arthur McKnife no le iba a joder nadie más. Palabra. Sacó su espada y pinchó el suelo con malícia. Jodete Mopsie.

El soldado especialista en armas pesadas Albius Vespillo, alias "El Enterrador", asintió con un cabeceo cuando el Sargento se puso a hacer su trabajo, que no era otro que dar órdenes y poner un poco de concierto en todo este asunto, por fin tenían a alguien que pusiera las cosas en su sitio. Cambiando de nuevo el láser largo por el bólter pesado, ocupó la retaguardia y se giró, mirando directamente hacia atrás. Iría andando de espaldas, echando una ojeada de vez en cuando, pero su atención estaría puesta hacia la espalda de todos. Trató de no hacer ruido, pero cargado como iba, y andando de forma rara, no es que fuera la mejor de las situaciones para no armar escándalo. 

Bueno, en realidad armaba el mismo escándalo que antes, sólo que ahora estaba prestando más atención. 

Hacia delante ya miraban todos los demás, por lo que confió en sus compañeros para que le avisaran si venía algo, él les protegería de lo que viniera por detrás.