Partida Rol por web

El marine devolvió el saludo al sargento. - Bienvenidos, me alegro de tenerles de vuelta Sargento. - dijo mientras hacía un gesto con la mano para que se relajase - 

No creo que esa sea una buena idea Vitaly, la inquisición es muy celosa de sus secretos y si encontraseis por casualidad el pasaje oculto por el que los karskin se han marchado podría no gustarles. - advirtió el marine. Los karskin les había advertido en dos ocasiones que el inquisidor no estaría contento si encontraban la entrada oculta a las alcantarillas. - Además, ella coincide con la descripción que me dio el inquisidor de su alumna. - dijo volviendo a centrar toda su atención en la mujer a la espera de que rompiese su silencio. 

Vitaly no iba a llevarle la contraria al marine, ni siquiera iba a proponer otro curso de accion. Miro a Kolya un instante, pero no imaginaba que su sargento ignorase la opinion del puño imperial. Dejando el tema, se acercó al colector y miró hacia abajo, hacia donde lanzaban los cuerpos

-¡Por el Trono!- exclamó Paul al ver cómo se abría el vórtice. Como alguno de sus compañeros, también miró con sospecha a los tres recién llegados hasta que la opinión sobre todo del marine contribuyó a que se relajase. Apuntando al suelo, miró a la supuesta interrogadora esperando que aportase más información sobre su presencia en aquel lugar.

La explicación del sargento, por muy rara que fuera, era suficiente para sacar en claro que si ellos habían atravesado algo que se había abierto sin más y acabado aquí, nada aseguraba que lo que les había atacado les siguiera el rastro con igual resultado.

- ¡Todo muy bien, pero si eso vuelve a abrirse moved el culo!

Les advierto mientras paso a "cubrir" el lugar del que habían salido, el único inconveniente es que seguían en la línea de tiro y si en verdad les seguían podrían ser víctimas accidentales del bólter.

El viaje a través del vórtice había sido confuso y extraño, todas esas luces me habían cegado y no me ayudaron a acostumbrarme rápidamente a la oscuridad que pareció envolverme al final del túnel. Oía las voces, pero todo era negrura y tensión, una que se podía sentir en el ambiente. Tardé unos instantes en entender lo que decían y en percibir con mayor claridad la figura que destacaba entre todos ellos.

Al ser identificada por el sargento, no hice más que un pequeño gesto de asentimiento cuando me mencionó. Permanecí ahí en silencio, empuñando mi sable y mi espada, pero todo aquello me parecía demasiado peligroso.

―Interrogadora Sómnir, debemos movernos ―dije, instándola a andar en dirección a las tropas, al mismo tiempo que empezaba a moverme todo lo rápido que podía―. Igual que hemos llegado nosotros, vendrá una criatura hecha de Caos. No sé dónde ni cómo, pero lo hará, quizás incluso podría aparecer en donde lo hemos hecho nosotros.

Al llegar junto a la tropa, bajé la vista para contemplar la herida que habían logrado hacerme. Apreté la mandíbula tras la máscara, lamentando mi poca destreza en el combate. Un error muchas veces podía significar la muerte y esta vez había tenido más de uno. 

Después de despedirnos de los miembros de la Sagrada Inquisición, quienes siguen su camino pues su misión no ha terminado aún, el grupo decide en volver para investigar aquellos colectores. Parecen ser un punto útil de información y, aunque dudo nos permitan encontrar al Sargento Blonigan, por lo menos nos brindarán la satisfacción de saber que agotamos todas las posibilidades antes de rendirnos.

Volvemos y bajamos, acompañados por el Astartes, lo que aumenta mucho nuestras posibilidades de supervivencia pues uno de los ángeles del Emperador es algo que no cualquier hereje o mutante puede ver a la cara y sobrevivir para contarlo.

"A ver si encontramos alguna tripa que parezca de mi sargento, para poder darlo por muerto de una vez por todas. No era un mal hombre, pero quien ha vivido suficiente guerra aprende a no guardar demasiadas esperanzas."

De pronto, detectamos criaturas acercándose pero resultan ser miembros de otro de los grupos en que nos dividimos, lo que es una excelente noticia también. Me mantengo vigilante mientras se acercan a informar y ahí veo a una extraña mujer que les acompaña y que no reconozco de nada pero mi atención se queda más en el fenómeno que los trajo, que me recuerda a aquel que referían los miembros del Ordo, de portales y cosas así. Las palabras de Silvara son interesantes y le hablo al Sargento de ello:

 - "Señor, permiso para abrir fuego en esa dirección, si es que aquella cosa decide aparecer, Señor."

Preparo mi arma y la apunto en ese ángulo, listo para soltar mi munición en caso de que aquella suerte de portal se vuelva a abrir y aparezca alguna abominación del caos, como la definen mis compañeros y que, sin importarme realmente la naturaleza exacta de ello, planeo moler a base de buen bólter.

-Interrogadora Verónika Sómnir, Ordo Heréticus, número de identificación Alfa Cinco Cinco Épsilon Siete Gamma Gamma-dijo la mujer, poniéndose verde por momentos-y ahora si me disculpan...-añadió para casi dejarse caer contra una pared y vaciar el contenido de su estómago-ugh... Mejor... ¿Dónde cojones estamos? ¿Es usted el hermano Vorgen?-preguntó. Aún tenía un aspecto horrendo, pero al menos cabía esperar que no volviera a vomitar en el corto plazo. 

-No llevo nada, esos mamones me quitaron todo cuando me secuestraron... Por el Emperador, qué pardilla fui...

El idiota mutante estaba aturdido en mitad del pasillo, y todos se prepararon para el desbloqueo de aquella situación. Sin embargo, los rugidos del tipo detrás del aturdido dejaban claro que tampoco les quedaba mucho más tiempo que comprar, lo que llevó a que uno de los tempestus, viendo que había tanto una granada como un rifle listos, tomara las riendas de la situación. Un tiro de láser frió a la cosa, logrando derribarla, y revelando a su furioso amigo de detrás, a tiempo de que la granada lista volara.

-¡Lo siento sargento, pero como no le callemos, se nos va a echar toda la puta fortaleza encima!-habló rápidamente, mientras veía volar la granada... Que aterrizó limpiamente entre los pies del mutante enfadado. Por desgracia, lo que pudo parecer una victoria pronto reveló no serlo, con aquella cosa cargando habiendo recibido poco más que un par de arañazos. Ni siquiera los dos impactos del plasma de Quintus fueron suficiente para parar al babeante mutante, que se lanzó con un rugido de puro odio y rabia hacia delante, intentando alcanzar a "la voz cantante" de aquella situación. 

Arthur levantó el fusil y apretó el gatillo sin dudarlo. Tenía la potencia de las baterias al límite y los tres haces de luz brillaron intensamente al salir a máxima potencia.

El espía no tardo en caer, aunque por desgracia él no era el mayor peligro. En la cima del edificio de piedra había otro xeno realizando un enloquecido baile alrededor de aquella grieta, mientras gritaba en la incomprensible jerigonza orka. El resto de pieles verde, que le coreaban, corrieron a esconderse, pero él no parecía temer daño alguno... Y cuando señaló en su baile a Albius, en mitad de un salto, un rayo salió disparado hacia el Enviudador. 

Justo lo que faltaba: un brujo xeno. 

¡Putos fregasuelos! Eran una panda de mercenarios tarados, una pandilla de chapuzas indisciplinados ojala Katrin le volase la tapa de los sesos allí mismo; aunque ahora mismo tenían otro tipo de problemas. Con toda las velocidad que pudo Quintus volvió a sobrecalentar el arma, el Enviudador espero a que la segunda bestia empezase a abrirse paso por el pasillo. Las gotas de sudor perlaban su frente por el calor que surgía del rifle de plasma. Él era un tirador de elite entre los suyos una tropa de asalto y asedio, había aguantado la carga de cosas peores disparando solo cuando las vísceras podían llegar a salpicarte, aquella grotesca mole no tuvo opción alguno, en cuanto asomó la cabeza Quintus buscó un disparo claro. No les quedaba otra que improvisar por culpa de aquellos aficionados, los cadáveres de las dos moles atascando el pasillo serían un trinchera de carne perfecta para cuando el resto lanzasen las granadas trayendo la paz del Emperador a este puto caos desatado.

El haz de plasma dio de lleno en el rostro de la bestia, la cual aulló enloquecida de dolor.-¡Granadas al fondo, despejemos la sección!-al menos Fiks había preparado la suya, el lantanita estaba siendo mucho más capaz que aquellos supuesto elite.

Vitaly siguió acercandose al colector, con el rifle preparado y la vista puesta en ese agujero. No tenía que aportar nada a esa conversación con la interrogadora, así que prefirió hacer aportar algo util. De todas formas, estaba a distancia de grito por si la cosa iba mal. 

El plan se vino abajo cuando uno de los Doblesueldos actuó por su propia cuenta, acabado de un disparo con lo que brevemente les había estado protegiendo de la furia del resto de mutantes. Katrin se quedo perpleja durante un momento. Estaba claro que no podían mantener la situación de forma indefinida, pero al menos podían haber ganado unos segundos más con los que prepararse bien.

Y ese momento fue todo lo que hizo falta, para que el mutante muerto cayera al suelo, y para que el que iba detrás se lanzara a la carga, lanzándose directo... a por ella. El manotazo la estampó contra la pared, y sintió un fuerte dolor tanto el pecho como en la espalda, apenas mitigado por la nueva coraza, que acababa de recibir su primera muesca. Pero sabía que no podía detenerse, la única oportunidad que tenían pasaba por acabar con aquellos engendros lo antes posible, por lo que, ignorando sus heridas, se lanzó hacia adelante de nuevo con la espada en alto, devolviéndole el golpe recién recibido a su atacante.

- ¡FEZZORNITA! - bramó Fiks, desconectado de todo protocolo y siendo su mente más primigenia la que reaccionó.
Reconducir aquella rabia en productividad era lo que le había permitido hacer codos en la academia.
Había de proteger a su enemiga, salvar a quien odiaba y matar al ogro.

Su pulgar tiró de una granada de quebrado en su cintura, la echó tras su cabeza y luego hacia delante, no con fuerza sino con bolea, como jugaban de chavales en su planeta natal con piedras. La granada golpeó contra el brazo del monstruo y reventó en concentradísima explosión que horadó en su carne.

- Sólo tengo una más - dudó después de aquel acto que le provocó sudores fríos, con culpabilidad escondida tras su visor miró hacia la sargento Katryn y le indicó a su enfermera Dasha Kudzainova que se lanzase a administrarle atención médica -. Dasha, aplica Linimento Sloanov,  cerciónate que no sangra, toma nota de osamenta quebrada y... - miró a los lados de nuevo, sorprendiéndose con que el mutante no hubiese caído todavía - ¡Maldición!

Dasha Kudzainova alzó su visor para ver mejor las heridas de la sargento y le gruñó varias veces mientras le aplicaba el tratamiento, aquel monstruo había golpeado fuerte, había mucha hinchazón y posiblemente algo roto. Todo ello, añadido al hecho de procurarle primeros auxilios a una fezzornita llevó a que el resultado dejase mucho que desear.

- Mejor que el destrozo que le hizo Fiks, Sargento - dijo la enfermera, recordándole a Katryn Schenkopp el pésimo trabajo que llevó a cabo durante la resistencia de los Talleres Fénix -; no me dé las gracias.

Aquella petición era genuina, nadie quería el agradecimiento público de alguien de Fezzorn pues lo único peor que podía haber a no profesarles odio abiertamente era asistirles de alguna manera.

Malek solamente asintió a la interrogadores y se quedó mirando el vómito que había soltado la mujer. Extrañado por ello y maldiciendo en silencio que las tropas de asalto se hubieran marchado.

Sin mucho más que hacer o aportar, se quedó mirando al lantanita que se acercaba al lugar por donde arrojaban los cadáveres. Tras un leve asentimiento de cabeza a su hermana, Malek se llevó la culata al hombro decidido a apoyar al lantanita.

Alain separó los labios para preguntar a la mujer si se encontraba bien, pero como más allá del vómito —muy natural, de hecho, por estar donde estaban— no dio ningún signo de que necesitara atención médica, se limitó a escuchar lo que tenía que decir. Sinceramente, esperaba que no fuera mucho. Jamás habría imaginado que debajo de Grouxvignon la Inquisición y los herejes estuvieran librando una guerra en secreto, y ahora que lo sabían... ¿iban a pararse ahí, a mantener una conversación? ¿Después de ver lo que acababan de ver? 

—Deberíamos ponernos a cubierto... —le murmuró a Marcel— donde nos encontramos con los vástagos... Se supone que ahí estábamos a salvo, ¿no? 

Kolya no pudo evitar sonreír ante las palabras de Marcus, un tipo muy serio y formal pero que tenía esa sinceridad propia de los soldados que servían bajo el lantanita.

-Si no es humano, acribíllalo hasta destruirlo -miró un momento al artillero Weber- y si lo hacéis los dos, sería mejor aún -sabía que Weber era del grupo de Moham; pero al fin y al cabo esa misión era idea del lantanita y tener dos voces cantantes para lo mismo era uno de las peores cosas que había.

No pudo evitar seguir con la mirada a la supuesta Interrogadora del Ordo Heréticus. No se fiaba al cien por cien de ella, pero no podía hacer nada teniendo a un astartes de guardaespaldas. Bueno, sí, podía morir de forma rápida y eficiente, pero nada que tuviera sentido. Giró el rostro para mirar al astartes.

-No podemos hacer otro viaje de vuelta, tenemos que encontrar a todos los que podamos antes de que pase algo extraño, además de averiguar por qué diantres estaban tirando cadáveres ahí -optó por acercarse al hueco y observar el fondo con la esperanza de ver algo con su máscara- ¿podrían intentar contaminar el agua de la ciudad?.

avanzo unos pocos pasos, para tener mas cerca al maldito chaman xeno, por lo que le apunto con mi rifle, el malnacido había lanzado un rayo sobre a Albius, iba a disparar a ese orko cuando puediera.

Haciendo caso de la recomendación de Silvara, se apartó de la zona en la que se habían "aparecido", parecía que la interrogadora había terminado vomitando la bilis que anteriormente inundaron sus palabras, Moham supuso que presa del pánico, no la habían encontrado en una situación muy halagüeña que digamos.

Curioso por saber qué se había encontrado el pelotón de Koyla se acercó a Malek, de su propio regimiento, sabiendo como acercarse para no incomodar al tirador, le habló suave y despacio, para no influir en un hipotético tiro que tuviera la necesidad de ejecutar.

- Malek, ¿qué habeis encontrado? ¿Habeis hecho contacto con alguna otra escuadra? Me temo que el pelotón que se me asignó pueda estar muy lejos de nuestra posición ahora mismo ¿habéis avanzado mucho desde el primer ramal? -

Habló despacio y con calma, sin intención de ocultar sus palabras a nadie pero tampoco de apremiar al tirador en su respuesta, lo que obtuviera estaría bien.

Sin girarse ni perder el foco de donde lo tenía puesto, el tirador asintió con calma - encontré el rastro de un equipo de tropas de asalto de la inquisición, fuimos con ellos y matamos a varios cultistas y capturamos a otro que se lo llevaron los soldados de asalto. No hay mucho más que contar shawish, lamento oír eso, pero estarán bien - dijo confiado en que la divina providencia velaría por los desaparecidos.