Partida Rol por web

Una vez terminada la conversación con Malek, trató de alcanzar el paso del sargento Koyla y moverse con él, ciertamente apenas lo conocía, pues llegó al briefing de la misión con él en marcha por lo que poco tiempo hubo para presentaciones.

Sargento Koyla, podría indicarme dónde nos encontramos aproximadamente, mi pelotón no había llegado al tercer ramal si quiera cuando nos pasó "eso" sólo el Emperador sabe dónde están ahora - comentó con visible preocupación por el personal que se le había asignado.

El pelotón estaba bien nutrido y, después de la experiencia sufrida le vendría bien relajarse un poco, así que mantuvo su posición cercana al jefe del primer pelotón, pero con el armamento en mano.

Ninguna criatura aparecía frente a mis ojos, como esperaba que sucediese para volver a hacerla desaparecer a base de bólter. Supongo que es bueno pues siempre es recomendable ahorrar munición si es posible. Aunque me decepcione algo, sé que la mejor pelea es la que se evita, sale en el manual de servicio, así tengo que resignarme.

"Bueno, por lo que he visto de la guerra en este planeta, no faltará contra qué disparar."

Hago caso de lo que dice el Sargento y me acerco a su posición pues lo que dicen el Astartes y la interrogadora también me ha llamado la atención.

 - "Señor, recibido, Señor."

Un ritual impío es una de las cosas que deberíamos detener a cualquier costo y, si eso ya no es posible, borrar sus efectos tendría que ser prioridad. Los cadianos odiamos a los siervos del Caos por encima de cualquier otra cosa y no descansaremos hasta borrar su mancha de todo el universo mientras quede algo de aire en nuestros pulmones.

Me dispongo a movernos cuando nos den la orden, para ver si todavía queda algo allí que nos pueda dar luces de qué fue lo que ocurrió y con qué fin.

Mucho me temo que mis conocimientos sobre este tema escasean. - dijo el marine mientras seguía avanzando al ritmo de la mujer. - Se habían colocado en círculo al rededor del pozo y estaban entonando algún tipo de canto. Había unas luces azules y uno de ellos estaba arrojando un cadáver al pozo cuando llegamos. - explicó intentando dar una idea global de lo que estaba pasando. - Si le parece ahora cuando lleguemos, quizá encontremos algo. No hemos tenido la oportunidad de investigar hasta ahora. - No pudo evitar notar que era una escena extraña, el marine caminando junto a la interrogadora a paso lento, con calma, como si estuviesen paseando por los jardines de la ciudadela mientras los guardias avanzaban de una forma mucho más táctica y adecuada a la situación. 

El ritual se detuvo cuando vaporicé a uno de los cultistas - Dijo por encima del hombro al acechadunas. Kolya dio orden de reagruparse y aprovechó que llevaba puesto el casco con las enormes gafas de vision termica para poner los ojos en blanco. Hizó como que no había escuchado la orden, ya que no tenia ganas de volver a desandar el camino para luego tener que retomarlo de nuevo. - Estaban echando cadaveres en este agujero - digo, algo exasperado y levantando la voz para que todos lo oyeran - No se ve nada aquí abajo, el pozo es muy profundo, pero sube un olor a putefracción terrible. No lanzarón solo un cuerpo... eso, o los cadaveres son solo la comida de algo aún mas maloliente. - Lo ultimo lo dijo sacando una granada de fragmentación, dispuesto a lanzarla ahí dentro.

Con el fusil láser no iba a llegar muy lejos. A regañadientes, dejó caer el arma para que la cogiera Pipeboy y sacó el fusil de fusión.- Se acabó el carbón, hijo de puta- masculló, disparando desde la cadera el pesado rifle antitanque. Confiaba en su afinidad natural con los disparos improvisados y en la cacareada suerte del irlandiano para impactar al tonto y feo xeno con la bola de material ardiendo a más de diezmil grados. Que se jodiera, por gilipollas.

-¿Azul?-replicó la interrogadora, con el ceño fruncido-azules eran esos cretinos que me...-dijo, quedándose en blanco por un momento, confusa-¿qué me hicieron?-preguntó, aunque esto en un tono más bajo, casi para sí misma. Sin embargo, cuando se recompuso, continuó hablando. 

-Azul... No es el color del usurpador, o de sus fuerzas. Parecen moverse en tonos ocres o verdes, al menos eso indican los testimonios e informes de campo. Por eso esto no tiene mucho sentido. En cuanto a los cuerpos... ¿Esto es una fuente de agua potable, alguna clase de acuífero?

La espada de Katrin rugió y, guiada por el brazo de la mujer, empezó su sangriento recorrido. Se hundió con fuerza en el hombro destrozado de la mole e impulsada por la inercia, por la fuerza de su portadora, y por el movimiento de los dientes particularmente bien orientados, fue abriéndose camino. Descendió con justa furia a través del ogro, abriendo un sangriento camino hacia el otro lado a través del cuerpo, en el modo más literal posible, mientras la sangre salpicaba literalmente todas las superficies en varios metros a la redonda, mezcladas con resbaladizos pedacitos de vísceras. 

Finalmente, el ogro quedó dividido en dos mitades, aunque decir que había sido un corte limpio sería exagerar enormemente. Pronto tanto una granada como un disparo sobrecargado les libraron de otro enemigo. Solo quedaban dos, parapetados y disparando, con los perdigones rebotando inofensivamente sobre el caparazón de aquellos tempestus. 

Puede que la mayor fuerza de la Guardia fuera el trabajo en equipo. Y eso se hizo notar en aquel momento cuando, a pesar de la torpe granada de Cayo que casi les deja ciegos a todos, el pielverde esquivó el tiro de Arthur solo para ser fulminado por Albius. Ante la visión del pielverde despedazado, el resto echaron a correr, saturados por la caída de su líder. 

- ¡Vamos allá! - vociferó Fiks antes de patinar por el suelo, trastabillar y caer al suelo - ¡Rediós, nononononononono!

El lantanita se puso en posición fetal, temblando por haber tenido la granada entre las manos. Una vez estuvo seguro que el explosivo no estaba a punto de estallar y le bajaron las pulsaciones probó a incorporarse para volver a resbalar y dar con sus posaderas sobre los restos del monstruos.

- Grgjrjrgjrgjrjgrj...-  fue todo lo que pudo articular entre la vergüenza, la rabia y la impotencia de la situación donde mientras que unos sufrían el fuego enemigo él demostraba que el peor enemigo de un lantanita era una superficie deslizante.

La sierra se clavó en la carne del mutante y la sangre empezó a manar y a salpicar por todas partes, saliendo disparada con fuerza a medida que iba penetrando en el cuerpo del enegendro. Le dio igual. No paró de gritar y de empujar la espada con ambas manos, ignorando el horrible sonido de la carne siendo trinchada, de la fuente de sangre que estaba bañando por completo su armadura y su máscara antigas, impidiéndole ver casi por completo. Ella solo pensaba en destrozar a aquella criatura, y, imbuida por una fuerza que atribuyo a la gracia del Emperador, vaya si lo logró.

Cuando sintió que la presión contra su espada desaparecía de repente, se forzó a detenerse, aunque no apagó la espada todavía. Con la manga del otro brazo se limpió como pudo el visor de su máscara, aunque dado que todo su uniforme estaba manchado de sangre no logró demasiado, para poder ver el resultado. Completamente asqueroso, habría pensado en cualquier otro momento. Ahora, con toda la euforia todavía por dentro, tan solo pudo alzar tanto la cabeza como la rugiente espada hacia el techo — ¡Aaaaaaaaah! — gritó sin más, dejando escapar toda su ira contra aquella maldita misión, aquellas malditas alcantarillas, aquellos malditos mutantes, y aquél maldito planeta retrasado y de retrasados.

Bajó la espada, apuntando hacia los ¿Dos? mutantes que quedaban, ni siquiera se había percatado de la granada y de los disparos que habían acabado con el tercero — ¡Muerte al mutanteee! — gritó mientras empezaba a correr hacia los enemigos que quedaban. Apenas dio un par de pasos antes de sentir que el suelo desaparecía bajo ella, y que acto seguido un repentino si bien leve dolor en el culo la devolvía a la realidad. Había resbalado en el enorme charco de sangre que había soltado el maldito ogrete.

Demasiado épico habría sido, aunque ella misma se sorprendió al recuperar la cordura, ya que siempre se había caracterizado por su temperamento frío. Tendría que recordar agradecer luego al Emperador que la hubiera sacado de aquél frenesí repentino... aunque hubiera sido de aquella forma.

El Enviudador no era la primera vez que luchaba embarrado, cubierto de mugre, vísceras o tripas. Mantuvo su posición de rodillas avanzando sobre las placas de la armadura de caparazón rascado el suelo con ellas. Esta vez Quintus prefirió tomar una posición táctica, no sabían que había dentro de la estancia y lo más seguro era que los mutantes les estuvieran esperando en lo que claramente sería una trampa. El no desdeñaba el cuerpo a cuerpo, estaba bien entrenado para ello, aunque no bien equipado lejos que querer entorpecer el avance de los fregasuelos decidió consolidar la posición y ocupar su habitual posición en retaguardia; aparentemente la situación parecía controlada.-¡Cargad y abrid hueco!¡Os cubro!-el Enviudador se colocó en el centro del meollo apoyado sobre ambas rodillas para ganar más estabilidad. Le hizo un gesto a los fregasuelos para que el más atrasado le diera la mano a sus compañeros para avanzar y luego a Quintus para llegar hasta el pasillo, formando así una improvisada cadena humana para sacarlos del charcazo que había formado la sangre de aquella sucia bestia. Confiaba en que los tres tempestas le dieran tiempo a Katrin y a Fiks para poder llegar hasta él y que les pudiera ayudar a salir de aquel nauseabundo mejunje cuanto antes.

Tras la salva devastadora de disparos conjuntos y granada de luz, aquellos xenos pielverde salieron corriendo, pero no duraría mucho. - Hay que aprovechar, ahora. - dijo el soldado de asalto. Recogió el arma y salieron corriendo hacia aquella pirámide. - Bien hecho chicos, ahora vamos a rezar al Sagrado Emperador de que ésto sea lo mismo que nos ha traído aquí. - 

Era un soldado sin miedo, y se lanzó al interior del portal sin pensarlo. Si era correcto, volverían donde habían estado, si no, morirían o acabarían en vete tú a saber dónde. - El Emperador Protege - dijeron él y Celonius a la vez, antes de entrar en la luz. 

El medicae se estremeció al oír de la voz de los presentes la descripción del ritual al que habían asistido, y miró el agujero colector en torno al cual empezaban a arremolinarse. Habían tenido muy mala suerte. Si la inquisidora hubiera coincidido con los Tempestus, entonces podría haber tomado ella el mando de la situación. Ahora parecía que iban a tener que servirla a ella, y eso a él no le gustaba un pelo. 

Por suerte, el marine espacial seguía con ellos. 

El disparo de Arthur falló por poco ante el prodigioso juego de caderas del xeno, que parecía imposible en un cuerpo de ese tamaño, pero no pudo hacer nada ante la rafaga de proyectiles explosivos de bolter que descargó Albius sobre él. La granada de Cayo auyentó a los otros alienigenas, pero el propio soldado quedó afectado por la explosión aturdidora. Daba igual, había que irse de allí cagando ostias. Arthur avanzó hacía el soldado y lo agarró de la chaqueta para arrastrarlo hasta el portal. Sólo tenían que pasar por el charco de sangre que había sido el hooligan grande y bailarín, que le dieran a ese capullo.

- ¡Vamos joder, vamos!- maldijo, mientras tiraba del soldado y Pipeboy hacía lo propio con su camarada.

Permanecí atenta a la conversación de la Interrogadora y los otros miembros de la unidad; por lo que decían, podría ser que incluso hubiéramos presenciado el inicio de un ritual. El vórtice de energía, aquellos seres que morían pasto de las llamas y la mujer maniatada.

Di unos pasos hacia adelante para contemplar la fuente de agua, y la pregunta que rondo mi mente en aquellos momentos es si estarían envenenando el agua para acabar con la población de los asentamientos que se nutrieran de todos esos acuíferos. Era una posibilidad, y viniendo del mismísimo Caos, podría encajar en sus métodos.

Miré a los lados.

«¿Qué habría ocurrido exactamente durante nuestra ausencia?», me pregunté, guardando silencio y esperando a que otros que hubieran presenciado todo esto respondieran a la interrogadora.

Malek se asomó un poco hacía donde miraba Vitaly, tratando de ver si percibía algo con el oído, ya que la vista la dio por imposible, se veía, evidentemente, incapaz de ser capaz de ver nada en aquella terrible oscuridad. 

Moham continúa acompañando a su compañero de empleo, atento a cualquier irrupción como la que ellos protagonizaron momentos antes, no le gustaría volver a encontrarse con aquel esperpento.

Kolya se había quedado un momento pensativo, intentando orientarse en ese lugar.

-Creo que estamos más o menos en el centro de los antiguos mapas -estuvo mirando a todos lados e intentando situarse desde el lugar que habían venido.

-¿Pueden estar intentando contaminar el suministro de agua? -preguntó a nadie en particular- pero me parece algo demasiado "humano" para que lo hagan ellos, seguro que hay algo más detrás.

Cogió el Auspex y se asomó al pozo para ver si tenía alguna lectura extraña o si podía ver algo extraño con las gafas que les habían dado.