Partida Rol por web

Aquel día hacía exactamente una semana de la llegada de las fuerzas de la Guardia Imperial al planeta, junto con la delegación inquisitorial. Una semana de tranquilidad, que las huestes extraplanetarias habían aprovechado para acomodarse a sus nuevos puestos y conocer algo más sobre aquel lugar, mientras que los nativos de Sélica IV habían empezado a tener algún trato, más agradable o menos, con estos extranjeros.

A través de los canales de radio podía escucharse un comunicado de los mandos, retransmitido por el Lord General Marius Hephaestus en persona.

-Me complace comunicar a todos los soldados que se da por finalizada la incorporación de tropas a las trincheras, todas las secciones tienen sus regimientos asignados, y el equipo básico con ellos, por lo que podemos dar por concluida la fase de despliegue y aclimatación a este nuevo escenario bélico. Así mismo, el Departamento Munitorum está reacondicionando trenes desde nuestros lugares de aterrizaje para poder entregar equipo desde las naves en órbita más rápidamente…

Sin embargo, mientras este mensaje tenía lugar, algunos soldados perspicaces empezaron a escuchar algo. Una especie de silbido agudo, muy bajo al principio, que solo podía significar una cosa.

-¡Bombardeo!

Avisaron algunos, apenas dos segundos antes de que, alrededor de un kilómetro tras su posición, el búnker de mando desde el que se transmitía el mensaje recibiera un impacto directo de un obús de gran calibre, cortándose bruscamente la comunicación con un gran estruendo. Sin embargo, ese fue sólo el primer proyectil en caer…

El silbido del obús se va a acrecentando, y cuando todos pensáis que ya lo tenéis encima y os preparáis para la explosión, pasa de largo sobre vosotros. Varias decenas de metros tras vuestra posición, se puede ver la terrible explosión, con barro, madera y miembros saltando por doquier, además de los gritos de aquellos a los que ha alcanzado. 

Aquella era una mañana como otra cualquiera. Cualquiera, como despues de empezar la guerra, y tras cumplir los dieciocho años, ya que antes de eso, Jebediah, como casi la mayoría de sus compinches de guerra, se había dedicado a la granja familiar.

Estaba sentado en la trinchera,sobre un trozo de madera plano por ahí semi enterrado, con la espalda apoyada en el socavón de tierra que lo protegía del enemigo, o al menos, contra una parte del mismo. Estaba fumando un cigarro, el cual le pasó a su compadre Valois, que tras darle un par de chupadas, lo retornó a su propietario.

Entonces sonó la arenga de todos los dias.

-Meh, Jean, con tal de que nos echen una mano como es debido, escucharía este mensaje cada minuto, tengo unas ganas locas de que ganemos esta maldita guerra en nombre del verdadero rey y del emperador...-

Afianzó su fusil en el suelo, ya que este amenazó con caer al barro, y tras darle otra chupada al cigarro, continuó

-Mi anciano padre y hermanas, dicen que la granja va bien, que la sobreexplotación de cultivos, los pagos reducidos y en diferido, y el diezmo de la guerra, no están afectando en nada a la vida de los que por desgracia no pueden luchar en la guerra-

Sacó un bote de tabaco y tras coger un poco, más un papelillo, se lo tendió a Jean

-Vamos te toca, hazte uno, rápido-

Jebediah Logan hablaba. Siempre hablaba cuando tenía la oportunidad, al menos, desde que le asignaron a su nuevo binomio, Jean Valois, el cual andaba siempre con los nervios a flor de piel. Hablaba para tranquilizarlo, no en vano, Logan ya llevaba sus casi 12 años en la contienda. A veces en retaguardia, otras en intendencia, a veces de pequeño permiso, y otras muchas en el frente de trincheras. Se sentía orgulloso de no haber sido nunca 'despachado'. Como solían llamar a aquellos que quedaban incapacitados para combatir más.

-¿Te lo puedes creer? en la última carta, mi hermana Jeanine, me dijo que había hecho su primera tarta con huevos de pato, galletas y mantequilla, joder, ojalá pudiera haberle hincado el diente, aunque fues....-

El silbido característico de la artillería  enmudeció el lugar durante unos segundos.

-PEPINAZOOOO- gritó Logan mientras empujaba a Valois contra el suelo, haciendo él lo propio.

Ya se sabe, cuando la artillería enemiga disparaba, había que echarse al suelo si el proyectil no caia cerca, en cuyo caso, había que correr como alma en pena fuera de peligro....La explosión restalló lejos de ellos.

-Recuerdo aquella vez, hace 4 años, nos dispararon los cabrones con saña herética, en la sección 35H de las trincheras, la dejaron hecha unos ciscos, mataron a 76 hombres los cerdos, y a mi antiguo binomio, John Northavenbrook, la metralla le seccionó las arterias del cuello, y le abrieron otro culo en una nalga, maldito cabrón, estaba más pendiente de su nuevo culo que de su aorta echando sangre-

Al ver como Valois empezaba a temblar un poco, paró con las batallitas de guerra.

-Pero bueno, Jean, eso a ti no te va a pasar, eres un cabrón con suerte, lo sé, esas cosas las huelo, y tu hueles a suerte-

Cogió el cigarro a medio hacer de Valois, terminó con la tarea y empezó a fumar de nuevo, ya incorporado a su posición anterior, le gritó al sargento.

-ESTO ES UNA BIENVENIDA SELICANA PARA LA GUARDIA DEL EMPERADOR, SARGENTO- Y echó una risotada entre calada y calada.

Veinte años hacia que había empezado la guerra. Veinte años en los cuales, se había derramado abundantemente la sangre de Selica.
Por mi parte, me limite a arquear una ceja cuando el anuncio termino pues para mi, la llegada de refuerzos significaba mas carne de cañón para la tierra de nadie y ademas, mas posibilidades de lanzarnos al ataque.
Y no es que eso me disgustara precisamente pues por fin, se vislumbraba la posibilidad de victoria gracias a estos refuerzos venidos de otras partes del imperio.
Logan me ofrece algo de tabaco y también un papel para liarlo y en ese menester me hallo, sonriendo a medias mientras escucho a Logan, cuando por encima de nosotros resuena el característico silbido de un obús de gran calibre surcando el cielo.
De manera instintiva, nos parapetamos hasta que el silbido pasa por encima de nuestras cabezas alejándose hasta que se corta abruptamente convirtiéndose en una explosión y en gritos de agonía.
Cosa que siempre me cabrea.
Con un gesto de cabeza agradezco a Logan su demostración de reflejos y apenas asomo la cabeza para echar un vistazo, por encima del borde de la trinchera.
Nuestros queridos primos ya deben saber de la llegada de estos refuerzos. Solo espero que el mando sepa emplearlos bien para darle la maldita patada en el culo a los rebeldes de una vez por todas.
Giro la cabeza mirando a Logan y continuo diciendo.
No te negare que estoy impaciente por lograrlo. El emperador ha de saber toda de la sangre que ya se ha derramado aquí. Y si los refuerzos han llegado ahora es por que algo ha debido provocar esa respuesta. Pues bien, tengo ganas de averiguar esa razón ademas de que no me gusta estar recibiendo el fuego de artillería. Prepárate pues creo que pronto nos tocara devolver la atención.
Y por la manera en que agarro mi arma, es obvio que la estoy deseando dvolver si.

-¡Adelante muchachos, adelante! ¡Luchad por el hogar!-bramó uno de aquellos comisarios, encabezando un grupo de milicianos de refuerzo, mientras hacían acto de presencia en aquella línea de trincheras, originarios de las zonas posteriores. La tierra y barro que llevaban por encima indicaba que alguna de las bombas había caído peligrosamente cerca de ellos, por detrás de aquella primera línea, pero los que estaban allí parecían estar bien. 

-¡Tomad posiciones! ¡Preparaos para el ataque!

Por supuesto, aquello no había terminado aún. Otra tanda de disparos se dirigió a la línea de trincheras, tras casi un minuto de paz relativa, sin duda destinados a recargar las armas e intentar corregir los tiros desviados. 

El obús en esta ocasión cae mucho más cerca. Esta vez se queda corto, pero no lo suficiente, y la gran carga explosiva del proyectil se hace notar en una tremenda explosión. Por suerte solo alcanza a dos de los milicianos que están con vosotros, aquellos más cercanos al lugar donde tomó tierra el proyectil. Por desgracia, no fueron lo bastante ágiles para echarse cuerpo a tierra, y pedazos de sus cuerpos saltan por doquier, mientras su munición estalla. 

Jean Valois continúa agachado, con las manos sobre la cabeza, y no parece tener demasiadas ganas de ponerse en pie. Desde luego, es evidente que el bombardeo no le sienta nada bien, después de tanto tiempo sangrando en aquel agujero infecto. 

Jean Lenne, por contra, parece bastante activo. Repasa la línea del horizonte una y otra vez, y apenas se ha agachado cuando los obuses caían cerca.

-¡Vamos hijos de puta!-gritó hacia la nada-¡estoy cansado de esperar, venid a que os presente a mi cuchillo!

En ese momento, las radios vuelven a chasquear y activarse. Se escuchan algunas toses, acompañadas de algunas palabras que no se oyen muy bien debido a la distancia de su emisor respecto al micrófono, pero que suenan a algo así como "... Hijos de puta..." y "... sacad a este inútil despojo de aquí...". Tras eso, las toses se acercan más al aparato, y tras un breve ruido de manipulación, se oyen un par más, precediendo la voz del Lord General Marius Hephaestus.

-¡Soldados, preparaos para recibir a esos bastardos! ¡Acabad con todo lo que se acerque a nuestras posiciones!

Tras la primera salva de artillería, asomo la cabeza con mucho cuidado por entre un par e sacos de tierra para mantener controlado al enemigo.
A mi derecha, el bueno de Lenne ya muestra sus ganas de empezar la carnicería, no seria la primera vez que baña su cuchillo. Y yo, sonrío sin humor mientras digo.
Tened presentes las ordenes. Aquí y ahora, esta trinchera es como un muro inquebrantable. Nada, repito, nada ha de superar nuestras lineas.
Desde mi posición, alcanzo a ver a Valois el cual, no parece tener mucho espíritu al menos por ahora.
Anímate hombre
Y mi voz resuena en nuestra trinchera.
Recibiremos a la horda de traidores con una descarga cerrada de fusilería. Eso los ablandara.
Sin mas preámbulos, reviso mi fusil y cargo.
Apoyo mi arma entre los sacos de tierra y me preparo para el inminente asalto. Y no puedo evitar, mostrar una torva sonrisa.
Los imbéciles de la primera oleada enemiga, van a pagar caro la falta de punteria de sus artilleros. Muy caro.

Aquello era lo de siempre. Artillería, 'Kaboom' por aquí, 'Kaboom' por allá, barro salpicándolo todo, aunque a veces la sangre también salpicaba, pitido de oídos durante un tiempo, y los cabecillas gritando órdenes a continuación. Llegaba la hora de disparar un rato en nombre del Emperador y del verdadero rey de Sélica.

Logan cogió su fusil, lo comprobó junto con la munición y lo alimentó.

-Mierda, ahora que iba a preparar cafeína caliente-

Cuando estuvo listo, miró a Valois, el cual era el que menos ganas tenía de estar allí metido. Logan le dio un toque en el casco metálico.

-Vamos Valois, si esto lo has hecho mil veces hombre, artillería, contra-artillería, vienen los malos, 'pim-pam-pum' y cuando todo termina, cafeína caliente y esas galletas más duras que el ferrocemento que se chupan todo el líquido hasta que la taza parece rellena de malditas gachas, ¿No es delicioso?-

A su espalda todos bramaban. El general bramaba, el comisario bramaba, hasta el sargento bramaba, pero a su estilo, de manera aleccionadora.

Logan miró donde había caído el pepino enemigo.

-Mierda, han reventado la esquina oeste de la trinchera, algo me dice que después de la pelea, nos va a tocar usar las zapapalas para repararlo-

Cuando escuchó a Lenne, se rio, aquel maldito bastardo siempre igual.

-Ese es el espíritu Lenne, vamos a reventar a esos perros del falso rey-

Y como siempre, entonaba su tonadilla de antes de la pelea, en dialecto de pueblo Selicano, concretamente del suroeste.

-Nooo, je ne regrette rien..-

Aquello empezaba. Otra vez.

Jebediah se mantiene agachado y manda a su pardillo a mirar un poco a ver que se cuece fuera. Preparo bien el fusil mientras tanto. No recuerdo si tienen bayonetas, si las hubiera se la pongo.

De nuevo los proyectiles silbaron, tras casi otro minuto. ¿Es que los traidores tenían pensado acabar con ellos a base de un gasto endemoniado de munición? Sin embargo, para los oídos más afinados aquel ataque no sonaba igual. Los proyectiles eran distintos...

El proyectil falla, desviándose hacia un flanco. Sin embargo, resulta ser un proyectil de humo, aunque su localización apenas afecta a la trinchera en este momento. Rápidamente, una espesa nube sale del mismo, obstaculizando la visión en el radio en el que se extiende. 

Desde aquellos puntos que no cubre, que en este caso venían a ser prácticamente toda la trinchera, se puede apreciar como aparecen los primeros enemigos en la distancia, una avanzadilla de diez milicianos traidores, portando rifles láser marcados con símbolos abominables. 

-¡Acabad con ellos!-grita uno de ellos, mientras el resto gritan otra serie de obscenidades y gritos de batalla. 

Sin embargo, de algún modo, un sonido se impone por encima de esos gritos. Puede que haya quedado alguna comunicación abierta, o quizás es simplemente el poder de varios cientos de gargantas humanas gritando al unísono, pero se puede escuchar claramente a esos soldados recitar, soldados que solo pueden ser de Krieg a juzgar por lo que proclaman, la línea final de la Letanía del Sacrificio.

-¡EN VIDA, GUERRA. EN MUERTE, PAZ. EN VIDA, VERGÜENZA. EN MUERTE, EXPIACIÓN! 

Giro la cabeza siguiendo el sonido del obús al car y cuando veo el impacto, descubro la nube de vapor toxico, sin duda, que emana del cráter que provoca.
Gruño disgustado aunque no sorprendido. La escoria traidora, es miga del juego sucio y por mi parte, es hora de que empiecen a pagar, en sangre, de una vez por todas.
Ante nosotros, cruzando la no mands land, surjen una decena de figuras acortando distancias.
Si esperan haber acabado con nosotros, es hora de demostrar su error Y en medio de los aullidos de nuestros enemigos, y de la letania que resuena detrás de nosotros, se puede escuchar mi voz en la primera linea.
¡Atentos ahora!. Ahí vienen. No quiero que sobreviva ni uno solo de esos malnacidos. Concentrad el fuego y acribilladlos. A discreción, ¡¡Fuego!!
Y apoyado sobre uno de los sacos de tierra, inspiro un instante y centro al primero de estos desgraciados.
Ahora, ademas de letanías y mas gritos, también pude escucharse el canto de mi fusil dando la bienvenida a la primera oleada de enemigos.

Acción de apuntar a la cabeza del miliciano traidor número 4 (Acción completa, sin malus por mis dos dotes que se combinan)

Disparo a la cabeza: éxito

Daño: 4I

¿Posteo cuando resuelvas?