Partida Rol por web

Morunom ve entrar al menda que lleva un casco de esos a los que algún gracioso ha puesto un cepillo en la cabeza. Desde fuera, lo ve entrar y sentarse tan tranquilo en la barra mientras la taberna arde en su parte superior.

Joder, ¿estará ciego este hombre? piensa. Finalmente, suspira y, como no parece haber mucho interés por llamar a los bomberos se decide a entrar y a subir hasta donde pueda ver qué situación hay dentro. Según pasa, se dirige al tío del cepillo en la cabeza. Señor, dice educado pero más bien acelerado. Parece que se está quemando el local, quizá pueda echar una mano. No espera a ver si le hace caso, sube las escaleras.

Puede que haya algo que se pueda salvar, va cavilando mientras tira p'arriba.

Subo por las escaleras en busca del fuego. Tal vez no sea tanto como parece o haya alguien atrapado al que no pueda escuchar.

¿¡HOLA!?- grito mientras asciendo con precaución y determinación. Puede ser que no haya nadie, pero es mejor asegurarse además, voy acompañado y eso ayuda en caso de tener que sacar a alguien del lugar, pero si no responde nadie, bajaré a toda prisa para salir del local en llamas.

Akatosh cuando escucho a dos de los allí presentes gritar por el fuego y pidiendo ayuda. Cuando ingreso a la taberna esta no parecía que se estuviese quemando, por lo que rapidamente se levanto de su banqueta y observo si había gente quemada o asfixiada por el humo que había en el lugar.
- ¿Que a ocurrido aquí? ¿Como se inició el fuego?

Akatosh entró en la taberna que estaba llena de humo, y junto a Morumon y Helbur subieron por las escaleras en busca del origen del fuego.

Todo estaba repleto de huno, y resultaba imposible adentrarse más sin morir ahogados. La situación era más peligrosa de lo que parecía desde fuera. La taberna estaba ardiendo en una de las plantas superiores. Parecía que el origen era una de las habitaciones.

Este edificio destartalado y de aspecto insalubre alberga una taberna muy famosa, que atiende en su mayor parte a pescadores y mercaderes de paso. A pesar de su apariencia deslustradas, la taberna es una de las más prósperas de la villa.

Un enorme letrero sobre la barra muestra un erizo de mar flotando en un gran vaso de vino, mientras un hombre feliz bebe de él.

Un elfo hosco y rudo dirige la taberna con orgullo.

Morunom vio con todas las de la ley que ese no era lugar para él. Tanto humo... y ya se sabe lo que dicen.

No hay humo sin fuego, amigos. Creo que aquí hace demasiado calor para mi. Así que reculó por la escalera y salió a la calle.

Al subir al segundo piso, Akatosh no pudo ver nada debido a la gran cantidad de humo que allí había a la vez sus pulmones se estaban empezando a llenar del toxico aire que se encontraba en el piso de arriba.
- Aquí no podemos hacer nada, mejor salgamos cuanto antes.
Tapandose la boca y la nariz con la mano, sin que sirva demasiado, se dirigió hacia el piso inferior para luego salir del local lo mas rápido que puedo.

El huno de aquel piso impedía ver lo que había y de hecho parecía que todo estaba perdido

-¿Hay Alguien?- grito una última vez antes de darme por vencido.

-Será mejor que salgamos de aquí- digo a los que hemos subido ya que las llamas son traicioneras y podrían estar afectando a la estructura del piso sin nosotros saberlo.

Cuando se iba acercando al lugar que le habían indicado, Elwimir se percató de la nube de huno.

-Algo se está quemando...y mucho- pensó mientras aceleraba el paso.

-Dejen paso, puede que alguien necesite ayuda.

Al llegar al lugar y viendo que por ahora el humo parecía salir solo del piso superior, Elwimir entró en la taberna a toda prisa.

-¿Hola hay alguien aquí?- preguntó mientras comenzaba a rebuscar, aparentemente por si había alguien, pero en realidad en busca de cualquier cosa de valor que ocupara poco y fuera fácil de llevar.

Este edificio destartalado y de aspecto insalubre alberga una taberna muy famosa, que atiende en su mayor parte a pescadores y mercaderes de paso. A pesar de su apariencia deslustradas, la taberna es una de las más prósperas de la villa.

Un enorme letrero sobre la barra muestra un erizo de mar flotando en un gran vaso de vino, mientras un hombre feliz bebe de él.

Un elfo hosco y rudo dirige la taberna con orgullo.

Morumon fue el primero en salir del edificio. La temperatura y la cantidad de humo eran demasiado para el bardo, así que no le quedó más remedio que salir de allí pues no aguantaría mucho sin desplomarse en el suelo. A Akatosh le pasó lo mismo que al bardo, que no aguantaba más y salió de allí.

Helbur, al no escuchar respuesta alguna, salió también junto al resto de sus compañeros. Instantes después entró Elwimir, y junto a él le siguió otro hombre.

¡Quien pueda conjurar agua que entre, quien no que se quede fuera y que busque a magos, hechiceros y demás lanzadores de conjuros que sean capaz de ello! Cuantas más manos mejor, o si no este edificio se irá a pique. Gritó el clérigo mientras entraba en el interior del edificio.

Morunom se sacudió la carbonilla y comprobó que la pluma del sombrero no estaba chamuscada.

¡Recórcholis! ¡Por fin viene algo de ayuda! Ale, ale, mis queridos mágicos, conjuren una tormenta o algo, o pidan a los elementos que nos dejen en paz.

Convirtió sus palabras en potente voz (con alguna tos) sin solución de continuidad.

Tú que tan húmeda te muestras, lluvia,

precipíta tu ardor sobre nosotros,

tu líquido cuerpo embebe en las ardientes brasas.

¡Ondinas, espíritus del río y de la playa!

¡A la lucha! ¡A la batalla!

¡Hay hermanos vuestros prisioneros!

La Cerveza y el Vino esperan por vosotras.

No dejéis que perezcan en las llamas...

Esto de cantar mientras se quema algo me recuerda una historia que sabía sobre un rey que prendió fuego a su ciudad como parte de su espectáculo supremo decía tras cantar, mientras puntuaba con el laúd que había sacado raudo de su espalda. Qué pena de vino y de cerveza. ¡Salvadlos, por el amor de los dioses! Plañía mientras se mantenía fuera del paso de los que tenían algo sólido que aportar a la lucha contra el fuego.

¡Magos! Llamaba por la calle. ¡Hechiceros que luchen contra el fuego! Su voz parecía como una sirena: voz de profesional, potente y penetrante. ¡Salven el Vino y la Cerveza!

-Yo puedo conjurar un poco de agua, pero nada que pueda parar ese incendio.

Digo molesto ante la idea de mi escasa capacidad en ese aspecto.

-Entrare contigo a ver qué podemos hacer.

Dicho esto, volvió junto a Emirat para prestar toda la ayuda que él necesitara.

Elwimir, tras ver que más gente salía del local se sintió con un poco más de libertad para rebuscar en el edificio apunto de cedeer, pero al escuchar nuevas voces se dio cuenta que tenía que salir de allí o le tocaría mancharse las manos por nada.

-Joder, no me creo que no haya nada.

Echó un último vistazo por la zona de la barra por si quedaban monedas o algo más de valor y luego salió hacia el exterior dispuesto a escabullirse de allí cuanto antes.

Me apoyo en uno de los muros cercanos  y dejo que todos los usuarios de magia se  pudran sus almas intentando apagar el fuego con sus artes malditas .Paseo la mirada por los tejados buscando una figura conocida y con la mano metida dentro de la capa dispuesto a atacar en caso improbable de que aparezca..

Milkahá había anunciado lo del incendio y Zarus había decido que era una una oportunidad para ver si el enano de la Pezuña había estado involucrado.

En el camino le comentó a la hechicera que Argot había seguido con lo de su enfermedad y se había ido a investigar al puerto, ahí encontró unas extrañas algas que no eran normales en la región, entonces este, Lictea la druida y el clérigo Kranjstar decidieron ir a consultarle a un druida de nombre Ferrin quien estaba a cargo de la capilla de Obad-Hai. 

Respecto al semi-orco, este parecía estar demasiado ensimismado y dudoso sobre que hacer. Lo mejor era que se quedara haí en la catedral, hasta que decidiera si quería seguir contribuyendo con la causa.

Zarus llegó a aquel lugar mas por intriga que por ganas de ayudar, pero una vez ahí no pudo evitar preocuparse por la vida de personas inocentes, claro, bandidos y demás, le importaban muy poco.

-Aún hay personas allá dentro? Donde esta el posadero?- pregunta a Morunom, siendo el primero que sale de ahí. Luego miró a todos los ahí presentes -No podemos simplemente sentarnos a esperar a los magos. Debe haber algún pozo o algo de donde sacar agua. La prioridad es poner a salvo a las personas antes de que el edificio colapse.- no se podía dejar todo en manos de la magia, había que hacer algo ahora.

Entre párrafo y párrafo, Morunom vio al clérigo. Hombre, Zarus, qué tal. Pues hemos entrado y no hemos visto a nadie. Arriba es imposible permanecer por culpa del humo y el calor. El enano -señaló al tipo fortachón, bajito y con barbas- gritó para ver si alguien pedía auxilio y nadie respondió.