Partida Rol por web

Namarra caminaba de muy mal humor. Había tenido que gastar gran parte de su magia y no habían conseguido nada de ello. De hecho, era probable que, cuando volvieran al pueblo tras vender la mercancía, aquellos mismos hombres lagarto les atacaran de nuevo. Pero sabía que era inútil razonar con aquellos dos santurrones, así que se concentró en buscar la herrería que le había recomendado Zarus, "El Yunque".

A la mediana no le costó preguntar a la guardia la ubicación del local.

-Disculpe, oficial, ¿Donde puedo encontrar la herrería "el yunque"?

Tormentos Cristalinos me a parecido na buena ciudad en la que me siento bastante seguro por sus grandes muros ; aunque a la vez tengo q estar alerta porque si hay unos muros tan grandes sera por algo. Pero en general me siento bastante bien en Tormentos Cristalinos.

El dinero  no es  problema .Respondo  sacando  una  moneda  para pagar el peaje  de entrada  y en cuanto lo hago ya me estoy arrepintiendo de lo que he dicho porque  puede dar lugar a malentendidos bastante problemáticos.Quiero decir  que  me parece un precio  justo  por entrar..es decir....vuelvo a azorarme  y termino por tenderle  la moneda  ...aquí esta  mi tasa  

Evito mirar  directamente al resto de la  gente  con la que he coincidido en  la  puerta  porque  no soportaría  miradas de burla  y temo perder  el autocontrol en mi primer  día en la ciudad.De reojo  observo al elfo y la muchacha si esto es  una muestra de lo que me voy a encontrar en esta ciudad  quizás  no es el lugar  donde esperaba  encontrar  un templo de  sabiduría .

Namarra no parecía muy contenta por lo sucedido, Vand no estaba muy claro y lo sorprendente era que su hermana no hubiera protestado o hecho caso omiso de sus palabras y seguido los consejos de Namarra, pero Anduyn estaba seguro que había sido todo por voluntad de Ilmater y así habían conseguido llegar de nuevo a la ciudad, donde el mismo guardia de la anterior vez les esperaba en la puerta.

-¡Por Ilmater! ¡Me alegro de volver a verte! ¿Como te encuentras? Espero que las bendiciones del más poderoso de los dioses te hayan ayudado, recordarás que nosotros ya pagamos nuestra tasa de entrada, a pesar de que ese dinero ayudaría a muchos pobres a alimentarse, aunque nunca es tarde para que hagas una donación, siempre tenemos que ayudar a los más necesitados. Debemos entrar rápido y avisar que unos hombres lagarto acechan en el bosque intentando aprovecharse de viajeros descuidados, nosotros mismos hemos sidos víctimas de su ataque y solo por la gracia de Ilmater hemos podido llegar aquí sanos y salvos.

Lars tomó el dizmo que le entrego Asther y después miró a Anduyn con cara de pocos amigos, sentía que quería engañarle a pesar del aspecto de bonachón que tenía. Lo de los hombres lagartos es de sobra conocido por todo el mundo. El exterior de estas murallas siempre es peligroso y por eso son tan grandes y recias para evitar cualquier conflicto con cualquier tribu del exterior. En cuanto a la entrada, es una donación que se hace a la ciudad cada vez que se entre y se salga, independientemente de si se ha pagado ya o no. Dijo con una sonrisa tratando de no parecer descortés. Estaba más que acostumbrado a tragar con esa situación.

En cuanto al Yunque, no es muy difícil, toma el primer puente en dirección al este, cruza el río y es el primer edificio que hay junto a los acantilados. Dijo sin tener problema alguno en dar esa información.

-¿Y no hay ninguna recompensa por deshacerse de algunos de ellos? -Preguntó, con curiosidad, cualquier ingreso sería bueno.- Y por dejar desarmados al resto, ahora no lo tendrán tan fácil para molestar a los viajeros.

Movió la cabeza como comprendiendo, aquel hombre no parecía dispuesto a hacer la vista gorda ni por el bien de los necesitados, aunque por otro lado era su trabajo y le honraba cumplirlo. Con algo de resignación sacó la bolsa de dinero para pagar su entrada y la de su hermana.

-Tome, diez monedas, por mi entrada y por la de mi hermana. Espero que que la donación sirva para mejorar la vida de los menos necesitados. Y gracias por las indicaciones buen hombre. -Una vez pagada la entrada se acercó al carro donde portaban las armas donde esperaba una Namarra aún enfadada por lo que había pasado.- Nosotros estamos listos. Espero que cuando podamos vender todas estas cosas tu humor mejore, al fin y al cabo solo hemos recibido las bendiciones de Ilmater una y otra vez, no es para estar así.

Anduyn se rió, le caía bien la mediana y esperaba que su humor cambiara cuando se vieran libres de todo aquello.

Ante vosotros se alzan una muralla de piedra, fabricada con grandes bloques de caliza. La muralla es enorme comparada con el tamaño de la ciudad.

La muralla tiene varias torres que protegen aún más la zona de los posibles ataques.

Finalmente vuestros caminos se juntan en la entrada de la ciudad. Un puerta de 18 metros de alto con forma de una gran "H", una pasarela sobre la carretera flanqueada por dos torres. Una gran puerta de hierro está cerrada para controlar el acceso a la ciudad por las noches, pero durante el día permanecen abiertas.

Al llegar justo a la entrada os encontráis con dos centinelas que montan guardia en la puerta. Uno de ellos con una pose rígida y estricta da un paso al frente y os dice.

- Buenos días, señores.  Soy la encargada de la entrada de Tormentos Cristalinos, si sois residentes mostradme vuestra tarjeta. Sino es necesario que me paguéis la tasa de entrada. Tan solo son 5 pc por cabeza.

Os dice mientras saca un saquillo de su bolsillo y extiende la otra mano

Llegais hasta el muro de entrada donde podéis ver a los guardias que mantienen las puertas cerradas impidiendo el paso a los recién llegados. Estabas esperando dentro de la ciudad, pero necesitabas pedirle a los guardias que te abrieran la puerta o bien esperar a que se la abrieran a los recién llegados.

Tormentos... la última vez que estuvo aquí acababa de perder a su tribu, y su compañero se había separado, hacía hoy muchas lunas. Había oído hablar de una tripulación de orcos atracada en el puerto y esperaba encontrar en ellos un nuevo hogar en la ciudad. Pero al parecer las cosas dentro de la muralla eran como siempre las había conocido... el racismo contra los pielesverdes jamás pasaría, y al llegar al barco lo encontró llenos de cadáveres de pielesverdes, con unos aventureros que sacaban el botín, con ayuda del hada buena Push, Barrabás acabó con aquellos saqueadores y asesinos.

Con la justicia de su parte, y sin parte dado a la guardia, decidió probar suerte en algunas tabernas. Pero la aguda voz de gnomos y el chirriante sonido de las arpas lo astió de los barrios más ricos y decidió darse un pequeño retiro al campo.

Ahora, volvía con energías renovadas, dispuesto a dar una segunda oportunidad a esta ciudad

Yo Barrabás, yo hombre del Pueblo de muchos Pueblos Tormentos - Sacó los papeles arrugados que otrora comprara al entrar por la puerta del Este.

¿Pielesverdes en Pueblo de muchos Pueblos? - No sabía bien donde dirigirse, tenía una bolsa llena de dinero y pocas necesidades. Muchas ganas de aventuras y de formar una pequeña tribu en esta ciudad.

Llegaron de nuevo al punto de inicio: la puerta norte de la ciudad. Habían llegado con la intención de conseguir refuerzos para su grupo, pero no podían volver a Loto con un buen sabor de boca y convencidos de poder llevar a cabo la misión con todas las de la ley. 

Si bien Erik estaba seguro que que incorporación de Kalicalwe y Arael era del todo satisfactoria, algo perturbó la fe de su compañero Rudolphus, que decidió abandonar aquella iniciativa y probar suerte en otra parte. Puede que su avanzada edad ya fuera evidente en la empresa que estaban llevando a cabo.

-Amigos, volvemos donde estábamos al principio. Puede que en Loto encontremos a más gente que haya escuchado el rumor sobre la misión.

Al momento, Erik observó que en la puerta había un orco enorme con el semblante curtido en más de un combate. Impresionaba solo de verlo, no solo por el salvajismo que demostraban sus facciones, más bien poco agraciadas, sino por el hecho que todo el parecía haber sido creado para un solo motivo: combatir. Y necesitaban a elementos como él en su grupo, aunque Erik sabía que se la jugaban un poco con "personajes" de aquel tipo. Al no saber si salía de la ciudad o acababa de llegar, el hechicero se arriesgó a probar suerte.

-Buenos días. Perdona que me interponga en tu camino, pero puede que te interese una oferta de trabajo que tenemos entre manos. Te gustaría ganar unas monedas a cambio de vivir una aventura donde podrás romper huesos y pasártelo en grande destripando enemigos?

La bella mujer simplemente mantuvo su calmada y pulcra expresión al momento de seguir al supuesto hechicero  hacia la salida de la ciudad, una postura que se mantuvo sin tambalear mientras que constantemente saludaba de forma amable a cualquier persona u ser que le diera una tímida, pero sana mirada. Actitud que se mantuvo incluso cuando Erik comenzó a interactuar con el piel verde-. Y no olvides en salvar a las pobres almas que se han alejado de nuestro Dios señor Von Tompshen-. Un arqueo solemne e incluso coqueto en su formación se alza soberbio en el rostro de la semi Aasimar mientras sus alas dan un pequeño y tierno espasmo-. Por eso mismo, tú-. El brillo sobrenatural de sus ojos se posan en el orco-. Si estas interesado marchemos ahora, no debemos dar rienda suelta a la corrupción que impera en esta tierra-. Termina para luego posar sus pupilas doradas en la salida de la ciudad.

El orco piafó echando de sus labios un par de moscas que, aviesas de molestar a quien se interpusiera en su camino, andaban revoloteando la testa del pielverde. Barrabás sujetó con ambas manos la enorme cadena con cuchillas que colgaba de sus anchos y musculosos hombros y observó a aquellos que tenía frente a él. No se fiaba de ellos, parecía que querían sacarle de la ciudad para robarle, sin embargo parecían gente elegante, adinerada incluso por sus maneras, sin embargo la impaciente muchacha ponía al orco nervioso. En su pectoral se adivinaba una herida.

Yo Barrabás, yo orco de Pueblo de Muchos Pueblos, Tormentos. - La gente de Tormentos iba siempre con prisas, apresurada, él estaba acostumbrado a presentarse frente a todo el mundo como muestra de buena voluntad - Yo pelear contra malos. Yo poder ayudar. ¿Qué vosotros necesitar? ¿Qué nosotros conseguir? ¿Donde viajar? Yo herido. No poder luchar solo.

¿Vosotros humanos? ¿Mercaderes del pueblo de muchos pueblos?

Dió un buen repaso a sus interlocutores, buscando heridas o rasguños. Valorando cuan útil podía resultarles y cuan peligroso podía ser el trabajo en el que según había creído escuchar, ya habían fracasado una vez.

El elfo se presentó al orco mi nombre es Kalicalwe, no lucharías sólo, me manejo bien con las armas. No sé exactamente cual es la recompensa ni el enemigo, pero aquí mi compañero Erik seguramente pueda satisfacer tu curiosidad. Y tampoco sé, si estás herido, si ella dijo señalando a Arael puede curarte si te unes a nosotros en este trabajo pero por lo que tengo entendido el trabajo necesita de gente como tú para que legue a buen termino así que sería un placer al menos de momento pensó tenerte de compañero de armas.

Llegais hasta el muro de entrada donde podéis ver a los guardias que mantienen las puertas cerradas impidiendo el paso a los recién llegados. Estabas esperando dentro de la ciudad, pero necesitabas pedirle a los guardias que te abrieran la puerta o bien esperar a que se la abrieran a los recién llegados.

Saludos a la guardia! Serían tan amables de abrirnos la puerta, si no es inconveniente?