Partida Rol por web

Llegais hasta el muro de entrada donde podéis ver a los guardias que mantienen las puertas cerradas impidiendo el paso a los recién llegados. Estabas esperando dentro de la ciudad, pero necesitabas pedirle a los guardias que te abrieran la puerta o bien esperar a que se la abrieran a los recién llegados.

-Buenas tardes! Seria posible abrir las puertas de Tormentos? Deseamos salir de la ciudad para dirigirnos a Loto. Nuestro grupo necesita llegar a la aldea cuanto antes. Muchas gracias.

No tenían tiempo que perder y llegar a Loto antes del anochecer era más que importante. La propuesta de poder descansar allí y hacer frente a la misión al primera hora de la mañana era la mejor opción que tenían.

Como debía ser, Erik tomó la palabra frente a los guardias. Era una suerte tenerlo de compañero, al menos para él que no le gustaba hablar más de lo necesario.

Tras la petición Kalicalwe se quedó a la expectativa de la respuesta de los guardias, sólo esperó que no les demorase mucho este pequeño inconveniente.

Una pequeña multitud se agolpó a las puertas de la ciudad, impidiendo el paso. Lomenar, poco acostumbrada a tanta gente, se agarró del brazo de Kanjstar mientras intentaba mantener a raya a Arvak. El lobo nervioso y ante la actitud de su dueña mostraba los dientes hasta que con un gesto de su ama se acercó a ella más tranquilo, pero no quitaba ojo del grupo.

Lomenar apenas oyó a uno de ellos indicar que su destino era la aldea del loto. Por fin parecía que un grupo grande iba a ir en rescate de los habitantes de la villa.

Recordó la promesa que había hecho a Lis y Bell, pero ahora mismo tenía otros asuntos entre manos.

- ¿Vais a la aldea del loto? - preguntó al que había hablado - Por favor, si no os importa presentad mis respetos a Lis, la jefa de la aldea y a Bell. Sólo decidles que Lomenar, la druida, no les olvida y que regresaré cuando pueda.

Una sombra cruzó por su rostro al recordar a Martell, muerto y abandonado en el bosque.

- No vayáis al bosque sin una fuerza suficiente y cuidaros de los animales. Hay un ser, druida, clérigo o mago, que los tiene hechizados y os atacarán en cuanto os vean, no se pueden dominar. Lis o Bell os informarán mejor que yo.

En otras circunstancias, les acompañaría, pero a primera hora tenían que ir a la embajada de los hombres lagarto.

- Si mañana solucionamos unos asuntos en la ciudad, podríamos intentar acercarnos a la aldea. Por supuesto, si queréis. - Esto último lo dijo tanto para el nuevo grupo como para sus propios compañeros. No tenía la más mínima intención de separarse de ellos.

En silencio y observando todo llegó a la puerta de Tormentos junto al resto. No le sorprendió encontrarlas cerradas, lo curioso era que no hubiesen previsto aquello, pero no perdían nada por intentarlo.

Fue Erik quien tomó la iniciativa de hablar con los guardias, pero otra cosa llamó más la atención de Zila, quien dio un pequeño codazo a su compañero Kenshi para que viese lo mismo que ella. A veces la suerte es más productiva que la búsqueda desesperada, y ahora tenían frente a ellos a una elfa que decía ser druida.

Sonrió Zila para si misma.

-Hola, soy Zila- se acercó a la elfa un poco, tampoco iba a ser ingenua, llevaba un lobo con ella y no quería llevarse un mordisco -Creo que sería bueno contar con vuestra ayuda en Loto. De todas formas, si no se diese el caso, me gustaría saber dónde puedo encontraros para tratar otros asuntos.- Necesitarian un druida, ahora oapara la siguiente ocasión. Si sobrevivían, claro.

Lictea elevó los ojos al cielo al ver que Lomenar se detenía a hablar con los extraños. Querían salir fuera, de noche, un grupo tan numeroso...No tenían pinta de saber arreglárselas a cielo abierto, pero eso no era asunto suyo. Sin embargo, la buena de Lomenar era de otra pasta, posiblemente por haber crecido con la ausencia de un padre.

- ¿Has estado en ese asentamiento del que habláis?- Recordaba que al conocer a la druida venía de alguna misión fallida, en la que habían perdido algunos miembros del grupo.

Era algo extraño ver a tanta gente salir de la ciudad a esta hora del días. Una hora en la que era conveniente, más bien, ir buscando refugio.

Cuidar bien nuestras bolsas. le dice entre diantres a sus compañeros, al ver la cantidad de personal que iba saliendo.

El clérigo sonrió un poco al ver como su tímida compañera, le toma del brazo y luego se anima a hablar con aquellos desconocidos. Aunque Kranj, sin duda, no era de tratar con gente extraña, más después, de su encuentro con el par de medianos que aperangeban ser de lo más amables y era de malas mañas.

Sin embargo, lo que motivó a Lomenar, era claro. Ella había estado en el lugar al que los desconocidos querían ir. Era un sitio peligroso, en el que Lomenar había perdido algunos miembros de su antiguo grupo.

Ir con cuidado, viajeros y que Obad Hai los proteja. les dice haciendo un círculo con dos dedos de su mano, simbolizando el ciclo de la vida y la naturaleza.

Kranj no respondió ni si, ni no. Al ofrecimiento de Lomenar para apoyar al grupo que iba saliendo. Parecía lo suficientemente numeroso para hacer frente a lo que sea. Claro, era seguro que no todos sobrevivirían.

Esperemos a ver que nos trae el nuevo día. Si diste tu palabra y debes regresar a esa aldea, entonces yo también he dado la mía. dice agarrando el brazo de Lomenar para reforzar sus palabras de apoyo.

Este fue uno de los grupos que perdió varios miembros en el bosque oscuro. Pero esta vez eran una legión aunque Barrabás seguía pensando que no era necesario tanto elfo. Aún así, estaba muy contento de la manada que habían formado y sonrió a los viajeros que se cruzaban en su camino con los enormes colmillos.

Esperando a que el guardia abriera las puertas para dirigirse a la Aldea de Loto.

Dagmar estaba inquieta. Las cicatrices bajo el parche picaban como si estuvieran macerando en vinagre. El picor la impacientaba, y la impaciencia alimentaba la comezón de la cuenca vacía.

Los guardias habían cerrado las puertas tras dejar pasar a una banda de cuatro aventureros, de regreso de algún trabajo. El llamado Erik negociaba con los guardas, y una de las aventureras hablaba con algunos de sus compañeros. Le pareció escuchar que había estado antes en el lugar al que se dirigían, lo que implicaba que el grupo de los dos elfos no era el primero en encontrarse con problemas para resolver los problemas de la aldea. Sin embargo, ahora eran un grupo numeroso, una pequeña partida de guerra.

Cruzada de brazos, frunciendo y desfrunciendo el ceño, Dagmar aguardaba que les abrieran las puertas para ponerse en marcha mientras aún quedaba luz. 

- Transmitiremos vuestras palabras -respondió el karuth a Lomenar, cruzando las manos sobre su propio pecho e inclinando la cabeza respetuosamente-, acudid cuando podáis, aunque seamos diez los que vamos celebraría el que fuésemos más los que volviésemos.

Agradeció la bendición de Kranjstar también, pues la fe debía ser respetada, y se llevó ambos dedos índice hasta los labios.

- Que el Libro de Huesos tarde en escribir vuestros nombres, sed bienaventurados -le hacía feliz el ver que tantos intentaban aportar a aquellas tierras, aunque fuese contra tanta adversidad; aquello barrió de su corazón buena parte del dolor que le provocaban los fracasos recientes.

Como acto reflejo Phenios dio un paso de lado para esconderse detrás de Dagmar, entre el lobo de Thorgus Besapiedras y el de Lomenar estaba falto de sólo uno o dos más para encontrarse en la misma situación en la que casi había perdido la vida. Cuando la bestia de la que parecía ser una druidesa gruñó el elfo pegó un respingo tal que sus pies dieron un brinquito del suelo.

- Jajajajajá -se rió de sí mismo-, juro que si llego a sentar cabeza algún día mi hogar será sólo para gente y gatos, nada de lobos o perros, por pequeños que sean.

Tanta gente de golpe, debía ser algo grave. Andrei había oído rumores sobre la aldea del loto, pero se quedaban en eso rumores, quizás el grupo se hubiera reunido por el tema del sapo. Con tantos guerreros más le valía al sapo ser en verdad gigante o no tendría nada que hacer contra todos aquellos aventureros juntos. Hombres, mujeres, orcos, elfos todos trabajando juntos para un objetivo común, les deseaba lo mejor, aunque deberían tener un líder firme para que en los momentos más delicados los viejos odios ancestrales se dejasen de lado.

Hizo un leve gesto con la cabeza a modo de saludo a Erik y a Kalicalwe, había coincidido con ellos días atrás en las puertas, pero no los conocía de nada.

No pudo evitar reparar en la belleza de Zila, entornó los ojos mirando a Lictea por el rabillo del ojo antes de mirar al cielo y sonreír para si. Las comparaciones eran odiosas, pero el que estaba allí arriba bien seguro que había entendido la pequeña broma-Perdona¿de qué tarea se trata? si vais tantos me hace pensar que pudiera ser algo grave. Sea como fuere, suerte en vuestro cometido.-aprovechando que Zila y Lomenar estaban hablando Andrey decidió preguntar el por qué de todo aquello. Estar informado siempre era un ventaja para no pisarle la cola a nadie o para poder actuar en consecuencia si algo fuera de lo común llegara a pasar.

Su grupo salía y otro acaba de entrar. Erik estaba hablando con los guardias y entonces recibió un codazo inesperado de su compañena. Se fijó en la elfa y Zila se acercó a ella empezando una conversación pero a cierta distancia del lobo que la acompañaba.

Se mantuvo distante observando la situacion y a todos los aventureros allí reunidos. Algunos les estresaba la espera, otros saludaban a aventureros de modo formal, posiblemente de haber coincidido en el camino, posadas o las calles de la ciudad.

Pero lo que le llamó la atención fue el último hombre que había hablado. Se había fijado en su compañera con bastante interes y no precisamente para saber los asuntos de su grupo. - Me toca entrar en escena - pensó con una sonrisa de picardía asomando en sus labios.

- Buenas tardes señorita. Mi nombre es Kenshi. - Dijo acompañando su presentación con una breve reverencia. Entonces pasó su brazo por encima de los hombros de Zila y se acercó a su oido. - No debes dar mucho miedo si ese hombre te a repasado de arriba a abajo con la mirada. - Después retiró su brazo y volvió a dirigirse a la elfa y al hombre. - Como bien dice mi compañera y por lo que nos has podido contar, vuestra ayuda nos sería útil ante nuestro cometido. De todas formas agradecemos vuestro consejo y esperamos volver a vernos si todo sale bien. ¿Verdad preciosa? - Lanzando la pregunta a Zila. - De todas formas os deseo buena caza y largas lunas. -

    Una vez más, Socar se aproximaba hacia las puertas de la ciudad, la única diferencia es que ahora lo hacía acompañado por un grupo de mayor tamaño al de las ocasiones anteriores. Empezaba a estar cansado de tener que esperar a que los guardias abrieran las puertas pero no tenía ganas de parlotear con los otros que allí se habían reunido, por lo que se dirigió directamente a la guardia para pedir que abrieran las puertas.

Andrey miró a Kenshi al llegar, sus palabras le sacaron de su ensimismamiento.-Eh, uh bueno, no es nada. Quiero decir que son cosas mias, digo que me estaba imaginando, bueno no que...-ciertamente el guerrero se ruborizó levemente al no saber explicarse.-Me vino una ocurrencia graciosa a la cabeza, eso esto, por favor no os malpenséis.- le dijo a Zila a modo de disculpa. No sabía quien demonios era aquel tipo, pero ahora si sabía que era un metomentodo.

Dagmar volvió el rostro hacia el elfo agazapado a su espalda. Un tipo histriónico, algo raro entre los elfos que había conocido, individuos más bien severos, de maneras calmadas, casi como si el mundo se moviera con más parsimonia para ellos.

Yo me cuidaría de los gatos, advirtió. He visto a un hombre adulto morir por las fiebres después de recibir las atenciones de un gato.

También, se dijo, había visto a hombres morir por las fiebres después de recibir el mordisco de otro hombre. Más seguro parecía, al fin y al cabo, alejarse de todo y todos. 

Thorgüs llegó con el grupo a las puertas de la ciudad, escuchó como pedían a los guardias que les abrieran para poder emprender el viaje hacia el pueblo de Loto. En un momento notó a Darko nervioso, hasta se le noto gruñir en un tono muy bajo, Thorgüs miró a su alrededor y descubrió al otro cánido. Un simple coscorrón cariñoso fue todo lo que necesito Darko para calmarse y ver como normal la situación de que otros druidas también tenían compañeros.

Quedó entonces a la espera de que los guardias, por aburrimiento o porque alguien quisiera entrar, abrieran la puerta.

Guardó las palabras de Lomenar repitiéndolas una y otra vez en su cabeza para no olvidarlas, no era demasiado bueno con los nombres.

Al notar como Kanjstar la tomaba por el brazo, Lomenar se pegó más a él. La proximidad de su compañero tranquilizaba a la muchacha y Arvak, viendo que no había peligro y que su ama no le daba ninguna orden especial simplemente miraba expectante a la multitud, pero sin mostrar ninguna agresividad.

- Cuando estamos en la ciudad nos solemos hospedar en el Bote del Lagarto. - respondió a la pregunta que Zila le hizo, de forma totalmente casual y sin darle mucha importancia. - Siempre puedes dejarle un mensaje a Kailee que seguro me lo entrega en cuanto me vea.

Después inclino la cabeza y agradeció a todos los que se habían ofrecido a llevar sus saludos a Lis y a Bell. Después de eso ya se dirigió a sus compañeros, sobre todo a Lictea.

- Cuando te conocí regresaba de la Aldea del Loto. Nos fue muy mal y tuvimos varias bajas. Buscaba un grupo para regresar y os encontré, pero ya estabais metidos en otros problemas, así que preferí esperar.

Lomenar respiró hondo, aún se sentía agobiada por tanta gente y no era momento para hablar de temas tan desagradables.

- Vamos a la posada, descansemos - tomó a Kanjstar por la cintura, como si marcase su territorio, con suavidad y firmeza a la vez - y antes de irnos a las habitaciones si queréis os cuento todo lo que pasó.

La muchacha estaba cansada y junto a su chico empezaron a andar hacia el Bote del Lagarto.

- Suerte. - dijo a modo de despedida.