Partida Rol por web

La gente que busca trabajo normalmente va a Recados de Tormentos Cristalinos o pregunta en las tabernas y posadas si han oído hablar sobre algo interesante. Dijo encogiéndose de hombros sin saber qué más responder.

Ante vosotros se alzan una muralla de piedra, fabricada con grandes bloques de caliza. La muralla es enorme comparada con el tamaño de la ciudad.

La muralla tiene varias torres que protegen aún más la zona de los posibles ataques.

Finalmente vuestros caminos se juntan en la entrada de la ciudad. Un puerta de 18 metros de alto con forma de una gran "H", una pasarela sobre la carretera flanqueada por dos torres. Una gran puerta de hierro está cerrada para controlar el acceso a la ciudad por las noches, pero durante el día permanecen abiertas.

Al llegar justo a la entrada os encontráis con dos centinelas que montan guardia en la puerta. Uno de ellos con una pose rígida y estricta da un paso al frente y os dice.

- Buenas tardes, señores.  Soy la encargada de la entrada de Tormentos Cristalinos, si sois residentes mostradme vuestra tarjeta. Sino es necesario que me paguéis la tasa de entrada. Tan solo son 5 pc por cabeza.

Os dice mientras saca un saquillo de su bolsillo y extiende la otra mano

Por fin había llegado. La elfa de piel morena había tenido un viaje largo y con varias pérdidas, por lo que sentía una mezcla de alivio y triunfo el mero hecho de poder ver esas inmensas murallas.
El hecho de que una porción de la población haya escapado de un ataque de esclavistas, le daba una razón extra para irse a ese lugar. Lo más seguro era que su familia no se fuera a acercar tan directamente.
Al escuchar a la centinela, da un rápido vistazo hacia su bolsita de monedas. Nunca había tenido problemas de dinero, por lo que cinco piezas de ese feo metal le parecían una miseria fácil de derrochar... Pero estaba quedando corta, por lo que su lado más avaro salía a flote.
- Bella tarde, dama - le dice amistosamente, levantando una mano en ademán de saludo.
Sin pensarlo más, simplemente sacó lo suficiente y lo mostró ante la guardia, para luego dejarla caer al saquillo. Ya había llegado al lugar y seguramente se le haría fácil hacer riquezas, sólo debía averiguar bien.
- ¿Me puede ayudar a ubicarme? Me gustaría buscar alguna posada - les pide a ambos.
Esperó a que le indicaran algo, imaginó que habría un mapa por ahí con los lugares de interés.

Leonard, tras escuchar las palabras del guardia, asintió con la cabeza. Él ya venía con algo de información,  por lo que saber sobre un lugar más al cuál ir, le serviría en su camino, pero por ahora, el destino estaba claro, él debía dirigirse a la posada "El Erizo Borracho". Leonard, al ver llegar una extraña elfa al lugar, saludó con una simple reverencia;

-Buenas tardes, señorita. Si viene llegando aquí, al igual que yo, en busca de trabajo, le recomiendo ir al Erizo Borracho, corren rumores de que hay un buen lugar para aventureros allí. -Dijo, tras lo cuál, Leonard hizo un gesto de despedida al soldado que lo recibió, y prosiguió su camino.

Desvió la mirada hacia el extraño que le dirigió la palabra, manteniendo una expresión amable, sólo que haciendo un levantamiento de cejas por la sorpresa. Le sonrió ante su reverencia y asertiva ayuda, imaginaba que le habrá sido imposible no intentar ayudarle, después de todo ¿Quién se habría podido resistir? 

Esperando que los guardias no tuvieran problemas, procuró seguir al hombre del espadón. Parecía tiene buenas nociones del lugar, incluso algún que otro saber.

- ¿No habrá problema si te sigo? - le pregunta ya siguiéndole el paso, con movimientos rápidos de piernas por la diferencia de estatura - ¿Conoces algo del lugar? El Erizo Borracho no suena como un sitio muy elegante ¿No? - le comenta algo burlesca, aunque no con intención de burlarse de él.

- Por cierto, Sha'lin - se presenta, dando una sutil movimiento de cabeza a modo de saludo - Buenos días igualmente, señor - le correspondió al saludo. Al final, pero lo hizo.

Leonard la miro, y se percató en su extraña belleza, luego desvió la mirada, para no despistarse. Él escuchó sus preguntas, y le respondió con sinceridad, sin mostrar desconfianza;

-Sígueme si deseas. Por ahora estan llegando muchos refugiados de Vilamar, además de cazafortunas, así que todos tenemos que unirnos para cumplir nuestros objetivos. La verdad, acabo de llegar a la ciudad, pero antes de llegar aquí he reunido algo de información, para conseguir un techo donde dormir y algo que comer. Dicen que Ankus, el propietario de esa taberna esta buscando aventureros que lo ayuden a encontrar una resina, el para qué, como o donde, no tengo la menor idea, por eso voy para allá. Mi nombre es Leonard, un gusto, lady Sha'lin - Dijo, Leonard, intentando dar una buena pronunciación al nombre de ella, aunque estaba lejos de hacerlo bien, debido a que él no sabía una pisca de élfico. Finalmente, la miró, y relajando el paso, le preguntó - ¿Que la ha traído a la ciudad a usted, lady Sha'lin? ¿Fortuna, riquezas, aventuras...amor? -Dijo, con una sonrisa cálida, mientras la miraba, prestando atención a sus vestimentas además de sus armas.

La morena se sonrió al notar ese desvío de mirada. La costumbre de ocultar el deseo en los demás era algo a lo que estaba acostumbrada, verlo en un hombre tan alto y entrenado le resultaba hasta tierno. De todas formas, no era timidez lo que emanaba de él, al contrario, se le escuchaba con una voz firme.

Escuchó atenta a sus palabras, mostrando alegría ante el hecho de que no la espantara por querer seguirle. Cuando por fin relajó el paso, la elfa pudo empezar a caminar más tranquilamente y tras su pregunta, ella hizo un leve gesto en su propio pelo, algo picaresco, golpeando su cabellera hacia su espalda con la mano que daba hacia Leonard. Al notar que los ojos del hombre recorrían su cuerpo, no pudo evitar erguirse un poco más y acentuar algo más su vaivén al caminar. 

La ropa de Sha'lin consistía de un revelador peto, un taparrabo y unos largos botines. Las armas que reposaban a los costados de sus caderas eran una simples dagas y algo llamativas de color.

- Te diría que me sorprende de sobremanera tu intuición, pero imagino que casi todos vienen por ese tipo de cosas, deben ser pocos los que aspiran a algo más importante - le respondió, apegándose un poco más hacia él, sin dejar mucho espacio entre el braceo del caminar de ambos - Se podría decir que vengo por todo eso, disfruto mucho del día a día, la riqueza, el renombre y, bueno, el amor es difícil de explicar - agrega dándole un rápido vistazo a sus labios - No es que venga a buscar a alguien en específico, pero no me cierro a la oportunidad de la pasión - le da un guiño con un ojo, estirando un poco su sonrisa hacia el lado de la mueca. 

- ¿Qué hay de usted, señor Leonard? - le pregunta resaltando el tono al llamarlo de señor, marcando la diferencia al llamarlo en esta ocasión de "usted" - ¿Qué le trae por aquí, además de la resina? - agrega burlesca, llevando una mano hacia su propia boca, como ocultando una risita. 

Cuando se hechó su pelo hacia atrás, Leonard se fijo en ella en detalle. Hermosa, y peligrosa, era lo que primero se le vino a la mente. Las dagas eran típicas de los pícaros y asesinos, y la belleza sin igual, una herramienta que bien usada, podía hacer caer imperios. Además, una mujer tan bella como ella, andando así como así sola por la calle, inmediatamente explicaba lo peligrosa que debía ser. Se dejó una nota mental, puesto que, por más afable y extrovertida que fuera la mujer, Leonard no podía bajar la guardia. La miró a los ojos cuando me hablo, y le respondí;

- La academia de magia en la que estaba fue destruida. Ya que no quedaba nada para mi en Vilamar, vine hasta aquí. ¿Que busco? Por ahora, lo único que me interesa es un techo para dormir, y una buena comida que comer. El viaje enfrentando bandidos y bestias salvajes hasta aquí ha sido demasiado largo, y quiero ver como se mueve esta ciudad, a ver a que puedo llegar. -

Dijo Leonard, sin mostrar vacilación. Era extraño, que él nombrara la escuela de magos, siendo que sus ropas, eran cláramente las de un guerrero. Lo único que llamaba la atención, era su coraza de cuero reforzado, la cuál era de un color negro, que ahora ya casi era café, y  donde antes parecía haber un símbolo de algún color, este se encontraba casi completamente borrado, además de encontrarse varias marcas de cortes en la armadura, de los embates que había recibido.

Ante vosotros se alzan una muralla de piedra, fabricada con grandes bloques de caliza. La muralla es enorme comparada con el tamaño de la ciudad.

La muralla tiene varias torres que protegen aún más la zona de los posibles ataques.

Finalmente vuestros caminos se juntan en la entrada de la ciudad. Un puerta de 18 metros de alto con forma de una gran "H", una pasarela sobre la carretera flanqueada por dos torres. Una gran puerta de hierro está cerrada para controlar el acceso a la ciudad por las noches, pero durante el día permanecen abiertas.

Al llegar justo a la entrada os encontráis con dos centinelas que montan guardia en la puerta. Uno de ellos con una pose rígida y estricta da un paso al frente y os dice.

- Buenas tardes, señores.  Soy la encargada de la entrada de Tormentos Cristalinos, si sois residentes mostradme vuestra tarjeta. Sino es necesario que me paguéis la tasa de entrada. Tan solo son 5 pc por cabeza.

Os dice mientras saca un saquillo de su bolsillo y extiende la otra mano

Ya podía controlar el cabreo que le suponía tener que pagar cada vez que salía o entraba de la ciudad. Lo que no aguantaba era la cara de idiota de aquel centinela. Le dio el dinero correspondiente tragándose la amarga bilis que le provocaba verle el careto.

-¿Dónde vamos ahora? No sé si será tarde para ver a nadie. ¿Descansamos y mañana a primera hora tomamos la decisión? O queréis probar suerte.

No pudo reprimir una mirada al bosque antes de sacar el dinero de su bolsa y entregarlo al guardia de la puerta. Aunque el bosque era su hogar natural se estaba acostumbrando a la ciudad y las comodidades que ofrecía.

Me estoy haciendo blanda. Pensó sin reprimir una sonrisa, la ciudad le había revelado muchas cosas nuevas y tenía el sentimiento ambiguo de tristeza de dejar el bosque y alegría de regresar a la ciudad.

Lomenar observó el cielo, el sol ya se había puesto y oscurecía rápidamente. Dentro de poco habría mucho frío y, aunque era extraño, La muchacha notaba mucho más el frío en la ciudad que en el bosque.

- No se, pronto se hará de noche y va a hacer mucho frío. ¿Qué tal el bote del lagarto? - no pudo evitar sonrojarse por un instante al recordar su última estancia allí. Sonrió.

Entonces recordó al pobre Reknar. Lictea ¿llegó a cargárselo? Una noche con su amiga era algo peligroso para cualquier hombre y una vez más al recordar aquello instintivamente se acercó a Kanjstar, como marcando su territorio. Miró disimuladamente a Andrey como cuando miras a un cervatillo acechado por un lobo. No sabía si reir o llorar, pero su sonrisa externalizaba algunos de los pensamientos que llevaba por dentro. Todos eran sus amigos y deseabas lo mejor para todos.

- No se si el mercado está abierto, me quedé sin raciones, pero a esta hora lo dudo. Quizás lo mejor sería ir y reservar habitaciones. - Su sonrisa era tan notoria que tuvo que ponerse detrás de Kranjstar para disimularla. Ella estaba convencida con quién dormiría, pero sus otros dos amigos tendrán que decidir.

Como solo quede una habitación doble, va a ser un número.

- Andrey, ¿cómo vas de dinero? - de pronto recordó que Andrey iba escaso de dinero y a ella, tras la recompensa por el sapo aquel, iba bastante sobrada para sus necesidades. - Permíteme que te pague el peaje, por suerte cobramos bastante un trabajo anterior y debes ahorrar para el pago de las curas de tu hermana.

Acostumbrada al bosque, el dinero era algo que a Lomenar se le hacía muy extraño y en su naturaleza estaba el compartir los recursos. Tras haber pagado miró a Kanjstar esperando que no se lo tomase a mal, era Andrey el que más necesidad de dinero tenía.

Andrey saludó levemente al guardia de la puerta, parecía conocerse el protocolo de cruzar la puerta.- Todavía me queda algo de dinero del viaje, agradezco el gesto Lomenar, la siguiente irá de mi cuenta. No conozco la ciudad, así que me dejaré guiar, imagino que el bote del lagarto debe ser algún tipo de posada. De todos modos si esta cuestión es tan urgente quizás los licorambarino nos reciban con los brazos abiertos ofreciéndonos incluso cena y cobijo.-los nobles no gustaban de ser en exceso generosos, pero a veces las formas les obligaban, por intentarlo no perdían nada.-¿Qué tal os fue vuestro anterior trabajo?No se a que os habéis dedicado hasta ahora, me alegra ver que las cosas os van bien.-era una buena manera de que su compañera dejara un poco de lado los arduos pensamientos de las revelaciones que se habían dado lugar en la cueva. Mañana sería otro día, tras una cena caliente, un lecho mullido y algo de entretenimiento las penas pesasen menos.

Lomenar enarcó una ceja al escuchar a Andrey ¿Cena y cobijo por una huella cochambrosa? Muy optimista, solo con pensar lo que les costó cobrar por el trabajo realizado le hacía ponerse enferma. Andrey aún no conocía hasta que punto la gente era egoista y "agarrada" en esta ciudad.

- El anterior trabajo nos proporcionó dinero para vivir aquí con tranquilidad, no me tienes que devolver nada. En cuanto a los licorambarino... prefiero ir primero al consulado de los hombres lagarto, a fin de cuentas es quienes contrataron a Lictea.

- El Bote del Lagarto es una buena posada, se come y duerme bien. Quizás deberíamos ir, alojarnos y discutir allí nuestros pasos para mañana detrás de una buena cena.

Kranj recorrió el camino de regreso al lado de Lomenar, sabiendo lo dificil que era para ella dejar el bosque. Ya volveremos. dijo tomándola del hombro y dedicándole una sonrisa, la cual fue interrumpida por aquel guardia y su inoportuno cobro.

El clérigo llegó a entre cerrar sus ojos, un poco, al ver que Lomenar se ofrecía a pagar por Andrei. -No sería mejor que yo lo pagará. dijo queriendo sanjar el tema, pero la sonrisa descomplicada de Lomenar, dejó ver que no había nada de malo en que lo hiciera ella. Ya le correspondería a Kranj pagar el alojamiento junto a ella.

Una vez se encontraron discertando sobre qué hacer en la ciudad, el clérigo tomó su turno a la voz -Creo que aún falta un poco antes de que anochezca, podíamos llegar a casa de los Licprambarino, es muy probable que nos atienda. En la mañana, podríamos ir a la embajada y darle fin al tema. propone el clérigo, sin basarse en el optimismo de Andrei.

Lomenar negó con la cabeza.

- Antes de ir con los licorambarino deberíamos saber si han extendido sus viñedos. No me fío de entregarles sin más nuestra pequeña prueba, prefiero ir primero al consulado de los hombres lagarto.

- O a la posada donde podamos discutir esto tranquilamente. 

Entonces el Bote, es el lugar indicado. resolvió, finalmente, Kranj. Era cierto que debían averiguar un par de cosasz antes de ir con los Licoambarino. Creo que la dueña de la posada deberá saber una que otra cosa. agregó a lo antes dicho.

Al ver que Kanjstar la apoyaba se le cogió del brazo con una sonrisa.

-Lo que decidáis, conocéis la ciudad mejor que yo y os contrataron a vosotros. Tenéis más por mano los detalles de la misión que os encomendaron.-Andrey se dejó llevar por sus compañeros.

Cuando el grupo decidió dirigirse al bote del lagarto, vieron llegar a un grupo de diez aventureros. Se postraron delante de la puerta con la esperanza de que Lars les abriera para dejarles pasar. Ocupaban bastante espacio, y les resultó complicado moverse a través de ellos. Además, aquel grupo llamaba demasiado la atención y quizá los aventureros querrían hablar con ellos antes de dirigirse a la posada.