Partida Rol por web

Finales y principios

[Capítulo 2.1] La Comunidad

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19/04/2018, 23:49
Narradora

Nueva York, 13 de noviembre de 2037, 10.15.

Lo que la gente de Manhattan llamaba «El Barrio» era en realidad el asentamiento de La Comunidad que más al norte se encontraba, justo enfrente de Randall Island y siguiendo la orilla del río Harlem. Los edificios eran en su mayoría bajos, de entre dos y cuatro plantas, y estrechos, todos distintos entre sí, como si no hubiese existido acuerdo alguno de urbanismo cuando fueron construidos. Muchas de las fachadas estaban adornadas con grafitis, pintura sobre pintura, con firmas y distintos dibujos, algunos de más calidad de otros.

Era una zona bastante grande que ocupaba varias manzanas, discurriendo a lo largo de la orilla hasta tocar el siguiente asentamiento y así sucesivamente hasta llegar al sur de Manhattan, frente a Staten Island. Parecía un lugar tranquilo, cómodo para vivir si uno estaba dispuesto a arrimar el hombro bajo las órdenes lejanas de Quintero.

···

Kane se separó del grupo de viajeros delante de aquel antiguo supermercado reconvertido en consulta médica y echó a andar sin rumbo fijo por el momento. Atrás quedaba Bentley, sentado ante la puerta de aquel lugar, tras intercambiar una mirada con el pistolero con la que parecía decirle que podía irse tranquilo, que él cuidaría de Clementine. 

Los jirones de niebla se enroscaban todavía en los pasos de Kane mientras empezaba a caminar por las calles del asentamiento. Se cruzó con algunas personas, pero aparte de alguna mirada curiosa, nadie pareció prestarle demasiada atención. Él, sin embargo, tenía su mirada más allá de la bruma, en busca de algo concreto. 

Notas de juego

Venimos de: [Capítulo 2] Aunque camine por valles de sombras, nada temeré.

Una tiradita de Astucia, oculta :).

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20/04/2018, 03:42
Kane
- Tiradas (1)
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20/04/2018, 18:41
Narradora

Sin embargo, más allá de la bruma el pistolero sólo notaba un vacío que le pesaba sobre los hombros.

Hacía meses que sentía esa ausencia donde antes había tenido una mirada atenta que lo vigilaba siempre desde lejos, como si ese vacío hubiera ocupado un lugar que sólo le correspondía a su mentor. Incluso cuando lo había dejado para irse con Diana, había notado la intensidad de su ojo, incluso cuando perdió el rumbo, incluso cuando no quería tenerlo cerca. Incluso cuando encontró en su serafín un faro, una piedra de toque a la que aferrarse. Siempre, desde que era tan pequeño que le costaba recordar, esa presencia había estado cerca, invisible en muchas ocasiones, pero presente como una sombra en el rabillo del ojo, como el vello erizado en la nuca o un susurro en el silencio. 

Pero ahora, ahora que lo buscaba conscientemente, tan sólo el vacío le devolvía la mirada.

No necesitaba hacer un gran esfuerzo de memoria para saber con precisión en qué momento había dejado de sentirlo. Aquella mañana, junto al teatro, había sido la última. Recordaba sin ninguna dificultad las palabras que el viejo le había dicho aquel día, como si cada sílaba se hubiese enraizado en algún lugar de su mente: «Si volvemos a vernos todo habrá cambiado». En el momento había parecido tan sólo una más entre las sentencias de aquel hombre. Pero ahora... Ahora aquel condicional cobraba fuerza para Kane, deslizando un escalofrío en su nuca. «No olvides que tienes instinto», le había dicho hacía ya un año. Y no había vuelto a sentir su presencia. 

«¿Dónde estás, Jeff?».

 

- Tiradas (1)

Notas de juego

Soy consciente de que este post ha sido un poco intrusivo por mi parte en cuanto a pensamientos y emociones de tu pj. Es algo que suelo evitar, pero que en este caso me parecía que ayudaba a dar ambiente. Si algo no te cuadra o te ha incomodado, sólo tienes que decírmelo y corrijo lo que sea necesario :).

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20/04/2018, 19:48
Kane

A veces la vida es cruel o dulce, pero la mayoría de veces era irónica. Terriblemente irónica. Lo que de niño deseas alcanzar, de adulto desearías poder rechazar, crecer era el compendio de esa máxima del "cuidado con lo que desea, que puede hacerse realidad".

Kane se dejó llevar por sus pies, quería alejarse de aquel foco de energía negativa que era Morgana, la exmilitar agotaba la paciencia aparentemente infinita del pistolero, la ponía a prueba continuamente y la machacaba hasta límites que, en el pasado, los hubiera considerado intolerables. Envidiaba a Clementine en eso, la paciencia que ella tenía era cristalina, casi irrompible, seguía siendo el océano de calma de cuando la conoció y perduraba como lo hacían las estrellas por las noches. La verdad es que aquel paseo era una excusa para si mismo para recargar fuerzas, pero la verdad más profunda era para dar respuesta a un anhelo que llevaba erosionando su ánimo desde hacia semanas, sino meses, ¿un año ya?

Sí, de adolescente deseó mil y una veces liberarse del yugo de Jeff, de sentirse libre y recorrer el mundo por si mismo sin reglas. Eso es lo que había deseado durante mucho tiempo y, recordaba, encontró ese hueco cuando conoció a Diana y dar la espalda a ese gran destino que le esperaba más allá. Hubo un tiempo en el que casi sentía la presencia permanente de Jeffrey como un insulto, una falta de confianza a sus capacidades, pero de algún modo se sentía cobijado por su figura casi espectral. Y ahora ya no estaba.

Sí, la vida es irónica, durante toda ella quiso deshacerse de la tutela implacable de Jeffrey, y ahora lo añoraba. Kane se apoyó en una esquina siendo sorprendido de golpe por viejas emociones, ya curadas, pero cuyas cicatrices se enraizaban en su alma hilando la historia de su vida. Sus padres, Claire, Diana, su hijo y ahora.. ¿Jeff? Un repentino terror invadió su mente, su ego pulsando por alojar su sombría semilla de inseguridad, ¿y si luego desaparecía Clementine? ¿Y Bentley? ¿y los demás? ¿Estoy condenado a perder a la gente que me rodea? ¿A ser un alma errante para siempre? ¿Y si soy yo quien atrae las desagracias a los que me rodean? ¿Y si arrastro conmigo su perdición? Durante unos segundos quedó en suspensión, forzándose a poner la mente en blanco, recordando las lecciones de autocontrol de Jeffrey para no sucumbir a la faceta más oscura de su mente.

Si volvemos a vernos todo habrá cambiado. No olvides que tienes instinto.

¿A qué se refería con eso? Lo único que tenía claro es que jamás se había sentido tan solo como en ese momento. Durante toda su vida había tenido una red de seguridad con él, un acuerdo tácito del que aunque todo se fuera a la mierda, Jeffrey vendría por él. Ahora esa red ya no estaba, ahora él era esa red. Su red, ¿la de los demás? Sea como sea sabía lo que le diría el tuerto, que era idiota, que pensaba demasiado y que debía espabilar.

Ya no eres un crío. Si quieres ser un adulto, asume todas sus consecuencias. ¿Qué te he enseñado yo? Un guerrero lucha, no por si mismo, sino por algo mayor que él mismo. Espabila, Kane. Si sigues viviendo del pasado no serás capaz de ver tu futuro.

Una sonrisa gris afloró en sus labios al recordar esas palabras, dichas o no realmente por su mentor, pero indudablemente imaginadas con la voz de este.

Vale, viejo.. tu ganas —respondió al vacío mientras retomaba el control de si mismo —. Tu ganas. Siempre acabas ganando.

¿Dónde estás, Jeff? Esa era la pregunta. La gran pregunta. Pero ni hoy ni en los días venideros encontraría la respuesta. Ahora estaba solo. No, solo no. Tengo mi instinto, atrofiado, pero lo tengo. También a ella. A los demás. ¿Eso es, Jeff? No lo sé. Pero seguiré adelante, con todo lo que me has enseñado, algo se le ha quedado a este muchacho, ¿no? Quiero que te sientas orgulloso de mi, viejo, aunque nunca te lo admitiré.

Después de ese lapsus tomó impulso para retomar el camino, empezó a fijarse más en la gente que paseaba, a ser más consciente de la realidad del más acá que la del más allá. Sentía curiosidad por el Barrio, en otros tiempos apenas se hubiera permitido ese placer, o lujo, de pasear sin pretensiones en un lugar público como ese. Quizá le deparaba alguna sorpresa, quizá le deparaba un rato anodino, fuera como fuera.. Jeff ya no estaría ahí para acompañarle.

Ya no tengo red de seguridad. Yo soy la red de seguridad.

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23/04/2018, 15:11
Narradora

Los pies de Kane retomaron la marcha tras aquella pausa y quiso el azar que su caminar sin rumbo lo llevase en la dirección del río. Aunque, ahora que sus ojos se fijaban más en lo que había cerca de él que en lo que podía atisbar más allá de la niebla, el hombre pudo notar que la mayoría de las personas que veía por la calle iban en esa dirección. 

Y así se encontró dejando a la izquierda la carretera que llevaba a Randall Island para bajar por una calle en cuesta hacia el lugar que parecía ser el destino de aquella gente. 

Se trataba de un espacio redondo, rodeado por las columnas que sostenían las carreteras elevadas que en otros tiempos debieron formar un transitado círculo de entradas y salidas hacia la isla y otras direcciones. En los tiempos en que el pistolero caminaba por «el Barrio» ya no había un tráfico fluido que circulase por esas carreteras y el rumor que se oía de fondo era el del río y no el de los coches. 

En el centro de ese espacio circular el pistolero pudo ver una estructura cubierta que se asemejaba a las carpas de circo de su infancia, salvo porque en lugar de una lona, esta estaba formada por un material rígido, y su planta no era circular, sino ovalada. Se podía adivinar que en otros tiempos su superficie había sido blanca, pero para esas alturas ya estaba cubierta casi completamente por pintura de colores, dando un toque de alegría al gris general que cubría toda la ciudad. 

Desde allí podía escuchar la algarabía de las voces de la gente del asentamiento, charlando, riendo, regateando... Y pudo adivinar que en su interior debía haber un mercado, con toda la pinta de ser un punto importante de reunión para la zona.

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26/04/2018, 02:52
Kane

Kane aun le daba vueltas a lo que, a partir de ese momento, debía asumir en su vida. No era tan fácil aceptar algo y fingir que lo que quedaba atrás no importaba, pero por algo se empezaba, aceptando, y los pasos, antes pesados, se hacían más llevaderos. El Barrio, uno de esos lugares a los que una vez Kane paseaba como un espectro prefiriendo hacerse notar lo menos posible, el pistolero se llevó la mano al guante que escondía su tatuaje delator. No tenía duda alguna de que en un lugar con tanta gente pululara algún informador de las mafias, alguien con el ojo de querer avisar que el "tipo del tatuaje de pájaro en la mano" estaba en la Comunidad. Chasqueó la lengua, ¿qué importaba preocuparse por eso ahora? Era cauto, no se confiaba, el Hijo de Galilea llevaba ya mucho tiempo muerto.

Atraído por el sonido que salía de aquella carpa, Kane se acercó a curiosear sabiendo que algo de distracción le iría bien. No llevaba nada encima para poder comprar nada, pero una ojeada no estaría de más mientras esperaba que los asuntos en la clínica se resolvieran. Ni corto ni perezoso se adentró en la carpa, esperando ver qué le deparaba su interior.

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30/04/2018, 13:55
Narradora

Aquel recinto parecía más grande por dentro que por fuera y, aún así, la sensación al entrar era de estar en un lugar abarrotado. Las paredes estaban cubiertas por pintura de colores, así como en la parte de fuera, desde el suelo hasta el techo y cortinas de tela de colores separaban los puestos fabricados con metal y madera. Estos se alineaban sin ningún orden estético hasta donde alcanzaba la vista del pistolero. La luz del exterior se filtraba al pasar por las paredes tintadas, colaborando al ambiente colorido de aquel mercado, pero de la viga central se habían colgado bombillas que facilitaban distinguir los rostros y los productos. 

La artesanía se mezclaba con todo tipo de cosas, desde hortalizas hasta piezas de cuero, y aquí y allá había algún que otro puesto con comida ya preparada o bebidas. La gente pululaba, moviéndose de un puesto a otro y los gritos, anuncios y conversaciones se entremezclaban en un batiburrillo estridente. El ojo atento de Kane pudo distinguir un par de malabaristas, chico y chica, haciendo juegos con pelotas cerca de donde él se encontraba, y su oído percibía el sonido de una música de violín en aquella mezcolanza de sonidos. No llegaba a ver al músico, pero la melodía venía del fondo de la estructura. 

Notas de juego

Haz una tirada de Astucia, oculta :3.

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01/05/2018, 00:25
Kane

La entrada de Kane en la carpa-mercado fue el arquetipo del forastero que llega a un lugar que le es desconocido, con pasos lentos y mirada atenta. No es que asumiera ningún peligro inminente, no más de lo que siempre solía estar pendiente, pero hacia mucho tiempo que había rehuido de las aglomeraciones de gente. En Morris, aunque numerosos, no eran precisamente una multitud. Con la mandíbula algo cuajada de seriedad, pero procurando no mostrarse hostil, se adentró entre los puestos echando miradas aquí y allí. No iba a negar que sentía curiosidad por ver lo que se vendía en el mercado.

Afiló el oído para escuchar las conversaciones que le rodearan, especialmente aquellas que le tuvieran a él como objeto principal, pero evitó pararse. Si bien Kane había aprendido a estar atento, no era el mejor ejemplo de discreción del mundo, por lo que prefirió seguir adelante sin detenerse. Le llamaba la atención la música de violín, por lo que manejó su paso hasta el final de la carpa siguiendo la música.

- Tiradas (1)
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01/05/2018, 23:41
Narradora

La que tocaba, rodeada por un círculo de gente, era una mujer joven, que no llegaría a los treinta. Era atractiva, incluso a pesar de que el abrigo largo que vestía parecía haber pasado ya muchos inviernos con ella y su pelo rubio no estaba limpio. De estatura media, se le adivinaba una complexión delgada debajo de las capas de tela que la cubrían. Pero si bien su ropa no estaba en el mejor estado, el violín sí que parecía recibir buenos cuidados, su madera conservaba aún el brillo del barniz y no se le veían manchas ni muescas desde donde Kane atisbaba. 

Tenía los ojos cerrados y la mejilla apoyada en el violín que rasgaba con el arco sacando de él una melodía embriagadora, que en ocasiones tenía tintes folclóricos para después llenarse de melancolía o cambiar a partes más intensas. Su música no llegaba a provocar el éxtasis celestial de la voz de Clementine, pero sin duda tocaba con un talento y un sentimiento poco habituales. 

Por el camino hasta llegar a ella, Kane sintió algunas miradas curiosas sobre él, pero ninguna se detenía en su figura durante más de un instante y las conversaciones no parecían girar en torno a él. 

Sin embargo, entre el grupo de gente que escuchaba la música de la violinista sí que captó algunas palabras en español que atraparon de inmediato su atención. 

«El Hijo de Galilea está muerto, ya lo sabes». 

—«Para nada, güey. Sólo estaba escondido. Hace tres días actuó de nuevo, cerca de aquí».

—«¡No mames! ¿Quién te lo dijo? Podría ser un imitador».

—«Lucio me dijo. Él lo vio desde su azotea, güey.
Y dice que está seguro a muerte de que era él. Tenía el revólver y todo.
Además dice que las nubes se abrieron y un rayo de luz lo iluminó. Tiene que ser él».

—«¡Chingados! El Lucio es un compa legal, no va por ahí cuenteando».

—«Eso es lo que digo, mamón. Es el Hijo de Galilea, los rumores de su regreso son ciertos».

Los que así hablaban eran dos hombres que estaban de espaldas al corro de espectadores, a un par de pasos del pistolero. Desde donde estaba llegaba a escucharlos con nitidez sin que ellos se percatasen, pero no llegaba a ver sus rostros. 

En ese momento la mujer terminó su canción y aún permaneció con los ojos cerrados un instante antes de abrirlos y empezar a recibir algunos aplausos y gritos con peticiones de que tocase otra. 

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04/05/2018, 21:18
Kane

Se abrió paso entre el gentío hasta el origen de la música, al llegar al filo del rincón donde aquella mujer estaba tocando el violín quedó, por unos momentos, sorprendido ante lo que escuchaba y veía. El pistolero se quedó escuchando a la música, dejándose llevar por las notas de la misma, a veces tan escasas en un mundo en el que ya no existían las radios, los reproductores o los ipods. Pero incluso degustando esa breve parcela de arte, hubo una combinación de palabras que hicieron que el cuerpo de Kane se tensara un poco.

Tuvo que bilocar los sentidos para seguir la melodía y la conversación, ¿qué estaban diciendo? El pistolero se quedó en silencio, chocado, por lo que estaba escuchando. Desde luego hace tres días estaba comprobando que las lechugas estuvieran sanas, no persiguiendo ninguna clase de escoria, pero lo que más llamó la atención de Kane era el "de nuevo" y "su regreso". ¿Había alguien que se estaba haciendo pasar por él? ¿O esa leyenda urbana ya era el sambenito de cualquier que usara un revólver? Que las nubes se abrieron y un rayo de luz le tocó, Kane esbozó una sonrisa cínica al escucharlo, ya le hubiera gustado a él tener esa clase de favores celestiales.

Estaba a punto de volverse hacia ellos cuando la música acabó, una algarabía de celebración irrumpió en la carpa y Kane se vio arrastrado por ella. El pistolero se unió a los aplausos, puede que no tan entusiasta, pero sí sincero. Se fijó en la violinista, haciendo un esfuerzo de memoria por si la conocía de algún otro sitio, pero seguramente sería tan desconocida ella para él como él para ella. Tuvo el impulso de volver y preguntar a aquellos tipos más información, pero el remanente de la razón le contuvo, ¿qué le importaba ya eso? El Hijo de Galilea ya era parte del pasado, que otro tipo se aprovechara de su "nombre" para impartir una suerte de justicia, bueno, él sabría qué camino quería elegir. Ya no era ese hombre, ese justiciero, era el pasado.

Decidió centrarse en la violinista, pero su cabeza retuvo el nombre: Lucio.

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08/05/2018, 22:12
Narradora

La violinista en ese momento agradecía los aplausos con una inclinación y una sonrisa. Kane posó sus ojos en ella, escrutando sus rasgos en la distancia, pero estaba bastante seguro de que no la había visto antes ni la conocía. Tras algunos segundos, ella volvió a poner el violín sobre su hombro y la gente que la rodeaba se calló al ver ese gesto. De fondo seguía escuchándose el bullicio del mercado mientras la joven se tomaba un instante antes de empezar a tocar de nuevo, esta vez una canción mucho más enérgica. 

Entre el público no faltó quién se puso a dar palmas siguiendo la melodía e incluso algunas personas empezaron a bailar por parejas, girando con alegres brincos al ritmo de la música. 

De nuevo hubo aplausos cuando la canción terminó, pero en esta ocasión Kane pudo ver cómo un hombre se acercaba a ella y le hacía gestos para que lo acompañase hacia uno de los puestos más cercanos, junto al que había algunas mesas y sillas de distintos colores y manufacturas, algunas de metal, otras de madera. Parecía algún tipo de lugar donde se servían bebidas y comidas y, seguramente, querrían invitar a la joven para agradecerle la música. 

Los que ya no estaban al alcance de la vista, ni del oído, del pistolero eran los dos hombres que había escuchado hablando un rato atrás. Debían haberse alejado del rincón mientras la mujer tocaba. 

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09/05/2018, 12:48
Kane

Kane volvió a distraerse con la música, el cobijo escaso y valioso de un mundo que había perdido tanto, dejó de atender a los rumoreadores sobre su suplantador para entregarse al vaivén de notas de la violinista. Era agradable sentir las caricias de sus notas, era algo tranquilizador después de la tensión rampante de minutos atrás, y, lo más importante, no tenía que aguantar ningún comentario estúpido de Morgana para hacerse notar y reafirmarse como la más chula, dura y Dios sabía cuantas cosas más.

Los súbitos bailes que se empezaron a hilar a raíz de la música lo tomaron por sorpresa, pronto se vio envuelto en aquella vorágine de alegría y despreocupación que le hicieron dilatar las pupilas por entero. Kane se mostró rígido, sorprendido. Por un momento recordó esas películas que veía de niño, esas historias sombrías en las que todo es desesperanzador, pero finalmente los héroes se alzaban con la victoria y lo celebraban, con el gran mal derrotado. Historias de final feliz de un tiempo perdido, sintió la punzada de la emoción en las entrañas por verse acunado por esas emociones y afloró en sus labios una sonrisa cómoda, tranquila.

Así es cómo deberían ser las cosas siempre, pensó Kane mientras sentía la música desvanecerse en un estruendoso aplauso. Miró a la violinista con curiosidad, siguió con la mirada al hombre que se acercó a ella sin moverse de su posición y luego hacia donde caminaron. Suspiró moviendo la cabeza, se centró, y reanudó su paseo por el mercado aunque ya había visto más que suficiente habiéndose recorrido la carpa de arriba a abajo. Quizá empujado por la curiosidad por el hombre y la violinista, pero también por localizar un punto focal donde poderse encontrar con Clem, Morgana y los niños, se dirigió a esa suerte de bar. Quizá hasta podría preguntar por el tal Lucio para matar el tiempo. No sabía si llevaba algo encima para pagar nada, ya lo descubriría una vez sentado.

- Tiradas (1)
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14/05/2018, 23:26
Narradora

Desde el sitio que había escogido, alejado unas cuantas mesas de aquella en la que la violinista se instaló, Kane pudo ver mejor al hombre que la había llevado hasta allí. Se trataba de un tipo de mediana edad, con el pelo y la barba castaños. Sus cabellos aún no clareaban, pero su rostro tenía ya algunas arrugas y marcas de expresión. 

A sus oídos llegaba gran parte de la conversación que mantenían en inglés, con bastante claridad a pesar del bullicio que llenaba aquella carpa. 

—Muchas gracias, lo que tengas estará bien —decía ella,
mientras colocaba a sus pies con mucho cuidado la funda en la que había guardado
el violín antes de empezar a caminar—. Algo caliente, si puede ser.

—Una «enchilada», es la especialidad de la casa. Y bien que te lo has ganado con
tu música
—respondió el hombre, con una mano apoyada sobre el
respaldo de una de las sillas—. Hacía mucho que no te veíamos por aquí. 

—Lo sé. Estaba más al sur y me costó encontrar una comitiva segura a la que unirme.

—Bueno, espero que te quedes una temporada. Voy a traerte algo.

Con esas palabras el tipo dio una palmada en la silla y le hizo un gesto a Kane que parecía querer decir que enseguida iría hacia él. Se alejó hacia detrás de una barra de la que provenía el olor a comida. Allí había también una mujer y ambos intercambiaron algunas frases mientras cocinaban. 

La chica, una vez se había quedado sola, se echó hacia atrás acomodándose en el asiento y desvió su mirada alrededor, contemplando con aire distraído a las personas que pululaban por allí. Sus ojos pasaron también por Kane, pero no se detuvieron en él más que un instante antes de continuar su recorrido. 

Fue entonces cuando el pistolero lo notó. Ese cosquilleo de sentirse observado, las agujas de quien vigila desde lejos pinchando en su piel, pusieron sus instintos en alerta sin que sus sentidos hubiesen enviado esa señal a su cerebro. No era algo racional, era la respuesta ancestral de la presa que siente al depredador acechando. 

Sin embargo, cuando su mirada buscó el origen de esa sensación lo que encontró fueron los ojos de la chiquilla a la que habían visto siendo acosada por el camino. Agazapada en un rincón entre dos puestos cercanos lo miraba fijamente y cuando se vio descubierta no apartó la mirada, ni se marchó. Al contrario, subió un poquito la barbilla y lo siguió mirando con la misma fijeza. 

- Tiradas (1)
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18/05/2018, 20:39
Kane

Habiendo echado el oído a la conversación, procuró no meter demasiado las narices en lo que no le incumbía, puede que saciada su curiosidad acabó por intercambiar miradas con la violinista sin ir más allá, solo una sonrisa de coincidencia y poco más. La música siempre era un acicate agradable, pero tras asentir al hombre que le dijo que estaría en breve con él, sintió la mirada de la muchacha a la que acosaban los amigos de Morgana. Kane sonrió con suavidad, algo dubitativo la invitó a acercarse con la mano y, quizá intuyendo su desconfianza, torció el morro pensativo. Sacó papel y carboncillo, lo desplegó sobre la mesa y empezó a dibujar.

Fijándose en los detalles de la chiquilla, que lo miraba fijamente, dedicó su esfuerzo a hacer un retrato rápido de ella. Con aquel ejercicio también apelaba a cierta paz, distracción, aunque dispuesto a mostrarle a esta que no todo el mundo era un imbécil que abusaba de los débiles. Podía equivocarse, claro, pero Kane prefería dar luz a prolongar la oscuridad. Ya había suficiente en el mundo.

A medida que trazaba las líneas del boceto, invitaba a la joven a acercarse, a mirar, alimentar su curiosidad. Esperaba que con ello pudiera ganarse su confianza para que se acercara si, realmente, tenía algo más que decir.

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21/05/2018, 12:06
[Comunidad] Mónica Suárez

Incluso desde donde se encontraba Kane pudo notar que la muchachita se tensaba con el gesto del pistolero. No llegó a retroceder, pero en aquel momento le recordó a un gato callejero a punto de salir corriendo, curioso y desconfiado al mismo tiempo. Cuando empezó a dibujar la chiquilla frunció un poco el ceño, como si no terminase de entender qué hacía él, y estiró el cuello, intentando ver de lejos. 

Al final la curiosidad ganó la partida y Kane la vio empezar a acercarse, pero no en línea recta. Caminaba siguiendo la línea de los puestos, dando un rodeo. Incluso pasó por detrás de la barra, en el lugar donde el hombre y la mujer trasteaban. Allí se detuvo un momento para intercambiar un par de frases con ellos, pero no tardó en aparecer por el otro lado, espiándolo cada vez más cerca. 

Cuando se decidió a acercarse a la mesa, aún se quedó a un paso de ella, desde donde pudiera echar a correr fácilmente de ser necesario. Desde ahí ladeó la cabeza para ver lo que el pistolero se traía entre manos y sus ojos se abrieron con sorpresa.

¿Qué haces? —preguntó por fin, con una vocecilla aguda y descarada—. ¿Me estás dibujando?

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24/05/2018, 03:02
Kane

Kane trataba de permanecer concentrado para que el retrato no saliera excesivamente improvisado, que lo era, pero años de oficio le habían dotado de un par de técnicas bastante resultonas que le ayudaban a estar medianamente pendiente del sinuoso trayecto de la muchacha. No quiso prestar excesiva atención, dejó que se acercara, aunque con la excusa de recordar los detalles de su rostro la miraba ubicándola en el mercado.

Sonrió levemente cuando la vio asomarse, e hizo un ademán de mostrarle el retrato.

¿Crees que te pareces? —preguntó mirándola de soslayo, Kane había vivido suficiente como para saber que en ese mundo desolado del mañana, algo tan simple como ver que aspecto tiene uno era incluso raro según donde vivieras —. Me mirabas tan fijamente, que no me resistí a ver si aun se me dan bien los retratos. Siéntate, no te haré nada, y así podré verte mejor para acabar el dibujo —propuso encogiéndose de hombros. Siguió dibujando un rato más antes de abordar el tema que le intrigaba.

¿Por qué te retenían esos matones? —indagó mientras seguía dibujándola —. ¿Es habitual? ¿Estás bien?

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28/05/2018, 13:59
[Comunidad] Mónica Suárez

Los ojos de la muchachita se deslizaron por el papel que Kane le mostraba antes de volver a él. Parecía impactada por el hecho de que el pistolero hubiese decidido hacerle un dibujo.  

¿Me lo darás cuando lo termines? —preguntó, respondiendo a la primera pregunta con otra. 

Se sentó frente a él, pero no se apoyó sobre la mesa. El hombre podía notar que a pesar de su quietud todavía estaba tensa, lista para escapar si él hacía un gesto más brusco que otro. Tras un segundo chasqueó la lengua.

—Negocios —respondió, adoptando una actitud sobrada—. No siempre salen bien, ¿sabes? Estoy perfectamente. —Se encogió de hombros y torció la nariz—. Si no hubierais llegado me habría escapado igual, pero seguro que me había llevado algunas hostias antes. Así que gracias. 

Hizo una pequeña pausa antes de añadir algo más, frunciendo un poco el ceño. 

¿Es verdad que sois de esos Murris? —preguntó, pronunciándolo mal—. ¿Conoces a Nick?

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28/05/2018, 14:15
[Comunidad] Andrés Delgado

En aquel momento Kane pudo ver cómo el hombre de detrás de la barra salía de allí con una bandeja de madera. Dejó una jarra con una bebida que parecía cerveza y un plato de enchilada en la mesa de la violinista y después se acercó a la mesa que ocupaban él y la chiquilla. 

Al llegar allí puso sobre la mesa un plato con algo que parecía carne picada y especiada con una salsa blanca por encima, dos tenedores, una jarra igual a la que había dejado en la otra mesa y un vaso de lo que parecía leche delante de la cría. 

Cortesía de Mónica —dijo, mirando al pistolero y haciendo un leve gesto con la cabeza hacia la chiquilla al nombrarla—. ¿Quieres algo más?

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30/05/2018, 20:05
Kane

Miró a la joven que miraba con curiosidad su improvisada obra, Kane no le estaba dando excesivos detalles al dibujo, pero los suficientes como para que Mónica se viera reconocida en el papel.

Claro. Es para ti —asintió mientras dedicaba su concentración a las pinceladas finales. Miró un instante los ojos de la muchacha cuando respondió sobre los negocios que se traía con los Tres Cruces —. No deberías mezclarte con gente como esa. No traen nada bueno. Pero oye.. —esbozó una sonrisa torcida, burlona —. ..si lo tenías todo controlado. Me lo creo. Se te ve una chica con recursos. No has de darnos las gracias.

Tras el elogio acabó el dibujo, lo firmó con esa línea que simulaba un el ave tan arquetípica en sus obras pictóricas. Le acercó entonces el retrato a Mónica movió la cabeza preguntando sin palabras qué le parecía.

Sí, venimos de Morris. Me llamo Kane, ¿y tú? ¿Cómo te llamas? —preguntó con curiosidad, movió la cabeza al escuchar como preguntaba por Nick y asintió —. Le conozco, claro. Vivimos juntos. Pero no ha venido esta vez, aunque ya lo viste.

Kane abrió los ojos un poco al verse invitado, no esperaba eso, y asintió agradecido a Andrés mientras miraba a Mónica con una sonrisa leve.

Gracias, no hacia falta —asintió mientras miraba a la violinista un instante —. ¿Cómo se llama? —preguntó algo indiscreto, pero curioso —. No hay mucha gente que sepa tocar esos instrumentos.. lo hizo muy bien.

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31/05/2018, 18:35
[Comunidad] Andrés Delgado

El hombre desvió su mirada hacia la violinista siguiendo el gesto de Kane y sus labios se curvaron en una sonrisa. 

Se llama Leah, «la caminante» —dijo, en español—. Leah Walker. No es de aquí, pero a veces pasa temporadas en «el barrio». Es una nómada. 

La sonrisa se volvió algo pícara cuando volvió a mirar al pistolero y siguió hablando. 

Toca bien. Y es guapa, sí. Toda una preciosidad. Puedo presentártela si quieres.