Partida Rol por web

Al cruzar la puerta Robin todavía no sabía que había tomado una decisión, correcta o no. Pero el vacío que le invadió junto a esa nueva pausa de su corazón se le antojó un presagio de como iba a ser su vida en adelante.

Detuvo el paso por mimética y al perder el meñique de Trish empezó a tomar conciencia no de dónde estaba sino de lo rápido que había llegado, circunstancia que se le clavó con las mil agujas de un cubo de agua fría sobre su piel quemada.

Repasó el lugar con la mirada hierática de una mente que intenta mantenerse a flote en plena tempestad buscando todavía a su prima y cuando Daniel se acercó, él retrocedió un paso acercándose a Hope en consecuencia a la que apretó más la mano.

No supo responder a lo que Daniel pedía, no estaba bien, pero no podía resumir en un "no" lo erróneo que estaba ese "bien" y no podía insultar ni a su padre ni a Nick con un asentamiento vacío, ni siquiera de los que no dicen que uno no quiere hablar del tema.

No. Por supuesto que no estaban bien. Y Daniel por encima de todos debería notarlo.

Omitió pararse en Axel, en ese momento se le hacía tan molesto, y le venía de lujo para descargar sus frustraciones en su presencia, en su invasiva estancia. Pero sabía que eso era injusto, que tenía más enfado que razón y más sufrimiento que educación.

Agachó la mirada al horizonte que señalaban las puntas de sus pies al escuchar lo que él no se atrevía a pronunciar en voz de Trish al tiempo que su mano estrujaba en una contracción de dolor la fina extremidad de su cuñada.

Y al volver a levantarla fue a su espalda para encontrarse, al fin, con su más-que-nunca hermana.

— Todos —temblaron sus labios sin que ningún sonido les acompañara—.

E igual que sus palabras, que su cabeza y que su corazón, su cuerpo seguía bloqueado, inmobil un paso por atrás del punto donde había aparecido pero en su deseo e imaginación ya había alcanzado a su prima, se había abierto la piel y se la había guardado dentro, recogida entre pulmón y pulmón para que ni el sol ni la nieve pudieran dañarla y tal vez, hacer de ella su nuevo motor y hacer de sí mismo el hogar que tantas veces le había prometido.

Cassandra todavía resoplaba cuando abrió la puerta interior del refugio y su corazón se aceleró y se paró a la vez. Su hermana había llegado antes y, aunque parecía que de eso no hacía mucho, estaba bien y de nuevo a salvo entre las paredes de su refugio. -El refugio que Nick ayudó a montar- la frase sonó en su cabeza, su propia voz cargada de amargura y tristeza.

La buscadora asistió a las reacciones de unos y otros, y tuvo que hacer un matiz a su primera apreciación pues habían vuelto pero ninguno estaba bien. Vio a su peque alejarse y, antes de que la rubia de su lado estallase, intervino. Ella, que no era la más habladora del lugar, era la que tenía que decir lo que había pasado ya que los demás no estaban en condiciones. Llenó los pulmones de aire, y su pecho de determinación y voluntad, y habló lo que antes de partir se había callado por incredulidad.

-El asentamiento de los Titans ha sufrido un ataque, -las aletas de su nariz se hincharon cuando volvió a coger aire -Trish ha traído a los supervivientes. A los únicos. -sus ojos miraron a los dos jóvenes llenos de barro y sangre, y su labio inferior tembló un poco antes de lograr controlarlo para continuar -Bienvenida. Ahora no importa cómo, estás a salvo con nosotros. -dijo dirigiéndose a la chica y luego se acercó a Robin.

Robin, que hacía tan sólo unas horas había estado hablando con ella, compartiendo palabras y silencios. Parecía que había pasado toda una vida de eso. Ella no era buena con las palabras ni con la gente, pero algo tenía que hacer, sin pensar en nada que no fuesen esos ojos ambarinos cerró la distancia que los separaba y abrazó al chico pelirrojo. No hacía ni veinticuatro horas él le había dicho que le pediría alcohol a Nick y ahora...

-Lo siento -susurró en su oído. 

-Siento no haberlo visto antes y haberlo podido evitar- gritó su corazón. 

Ver un inmigrante en el Bronx era común, pero encontrarse uno ahora lo era un poco menos, así que al escuchar de los orígenes del chico sonrió con curiosidad. Estaba dispuesto a hacerle algunas preguntas más para buscar algo de conversación cuando escuchó el sonido de la puerta y su ceño se frunció, ladeando ligeramente la cabeza. ¿Habrían llegado Clem y los otros? 

¿Tan pronto? - alzó una ceja a Daniel, pero sin decir más apagó el fuego como el chico le había pedido para ir a ver por qué habían regresado cuando habían dicho que tardarían horas. 

Quiso bromear con lo similar que era esa situación a un chiste de "x e y entran a un bar", sin embargo era cosa de tantear un poco los ánimos para saber que no era el momento adecuado, así que se tragó las ganas y observó a la extraña recién llegada intrigado. No conocía a muchas personas que tuvieran de mascota una vaca, pero tener una vaca para ti solo le parecía el Rolex de esta generación, por flaca que estuviera.

No tardó demasiado en darse cuenta que la chica nueva era lo de menos. El aire de derrota en Trish no era algo que se viera a diario, o no recordaba que así fuera al menos, y el primo de Skyler no parecía mucho mejor. No obstante, no tuvo que esperar demasiado para entender lo que ocurría. Tres palabras de boca de la más joven aclararon de sobra el sentimiento de dolor y tristeza en el aire, e incluso él bajo la mirada un momento apretando los labios. Había coincidido más de alguna vez con Nick, especialmente en sus clases en la Comunidad, y aunque no sufría su pérdida como el resto sí creía que era lamentable. Parecía ser un buen tipo, por lo que había llegado a conocerlo. Interiormente, se maldijo a sí mismo por escoger justamente ese día entre todos los que habían pasado para venir a pedir refugio. - Muy buen timing, Axel - se regañó en silencio. 

Su mirada fue hacia la dirección en que se había ido la pequeña chica de pelo azul, debatiéndose sobre si ir a hablar con ella, pero Cassandra parecía no estimarlo adecuado y ella sería sin duda quien más la conocía y comprendía sus necesidades. Inmediatamente tras eso, volvió a mirar a los recién llegados, deteniéndose en Skyler un momento. Del grupo que permanecía ahí era por lejos con la que más se había encariñado. 

Lamento mucho su pérdida - dijo en un tono de voz suave y tan empático como le fue posible - Si puedo hacer algo para ayudar, lo que sea, solo díganmelo... No tengo problema en irme y volver en un tiempo más, si así prefieren. - ¿qué se decía en una situación así? Su abuela hubiese optado por preparar unas agüitas, y él mismo se vio tentado a hacerlo, pero algo le decía que era mejor esperar unos minutos para ver como iban las cosas o se las acabarían tirando por la cabeza.

La respiración de Skyler estaba agitada y su rostro colorado cuando entró por la puerta llevando la bicicleta con las manos. Por un instante se quedó inmóvil al ver allí a Trish, Robin, la chiquilla y la vaca. Pestañeó, como si esa imagen le resultase difícil de creer. Entre que le costaba recobrar el aliento y la sorpresa, se había quedado sin palabras por una vez.

Y así, muda, con los ojos fijos en la espalda del pelirrojo, se quedó mientras Daniel intervenía. Las tres palabras de Trish hicieron que se encogiese un poco, pero fue la mirada de Robin lo que la hizo reaccionar. La bicicleta cayó al suelo con un repiqueteo sin que pareciese inmutarse lo más mínimo por ello. Y cuando Cassandra explicó de forma más extensa lo que su hermana había resumido en una frase, Skyler la miró furibunda por un instante para luego volver a mirar a su primo. 

—¿Es cierto? —preguntó con la voz rasgada y un tono acusativo que no estaba claro hacia quién iba dirigido—. ¿Es verdad lo que dicen? ¿Y Nate? ¿Y-y... E-elijah...? 

Sus labios se torcieron en una mueca temblorosa y no llegó a terminar la pregunta. Sus manos se habían cerrado en dos puños a ambos lados de su cuerpo. Tampoco parecía que fuese capaz de escuchar las palabras de Axel. Toda su atención estaba prendida de los labios del pelirrojo, como si pudiese ignorar el dolor de su mirada hasta que lo dijese en voz alta, como si aún existiese alguna ínfima posibilidad de que todo fuese un error, una broma o simplemente mentira.

Mientras tanto, la muchachita que sostenía la cuerda de la vaca dejó que Trish cogiese el abrigo de su mano sin oponer ninguna resistencia. Sus ojos se movían rápido de uno a otro, como si no estuviese segura de si debía sentirse acorralada o a salvo. Se pegó un poco más a Robin cuando el pelirrojo retrocedió y dio un respingo cuando la bicicleta de Skyler cayó al suelo. Aún tardó en encontrar la voz hasta que todos terminaron de hablar. 

—N-no lo entiendo —dijo, con la voz algo áspera—. Y-yo... E-estábamos e-en... Queens. Estábamos en Queens —repitió—. Y de re-... de repente aquí... ¿En tu Morris? —Miró a Robin y luego la espalda de Trish alejándose—. ¡No, espera! ¿Cómo... cómo has...? 

No parecía estar segura de qué era lo que quería preguntarle exactamente a la otra chica y sus ojos se giraron para contemplar a Skyler un instante con cierta culpabilidad. Bajó la mirada a sus pies y cuando la alzó de nuevo sus ojos empezaban a empañarse a pesar de que pestañeaba con fuerza tratando de contener las lágrimas. Soltó la mano de Robin para que pudiese ir con su prima y ella se acercó un poco más a la vaca, hasta que su hombro tocó el lomo del animal que continuaba ajeno a toda la situación. Desde ahí miró a Cassandra y a Daniel, los dos que le habían hablado a ella. Su labio inferior temblaba y sus dedos se crispaban y aflojaban en la cuerda. 

—No entiendo nada —les dijo finalmente, con la voz húmeda y expresión de estar completamente perdida.

Las palabras y el tono de Skyler no fueron lo esperado por la buscadora, se separó del abrazo para mirarla y parte de su máscara estoica cayó. Luego llegaron los balbuceos de la chica nueva y Cass apretó la mandíbula, no podían quedarse en el recibidor. Giró un poco la cabeza para mirar a Axel y habló con voz monocorde.

-Vamos a la sala, -le señaló con la cabeza a la morena mientras esperaba que Daniel entendiese la idea y condujese a la rubia -la vaca se puede quedar aquí mismo de momento.

Sus manos se apretaron en los antebrazos de Robin, jalándolo hacia adelante. Debían sentarse, limpiarse y calentarse, no literalmente y no en ese orden.

Robin quedó inerte, recto como un palo, dentro del abrazo de Cassandra. No había pasado ni un día -aunque sí varios sueños- desde que él mismo se había planteado si debía abrazarla en despedida y había decidido que como él, Cass no necesitaba ni de palabras ni de contacto.

Podía apreciar el sentimiento que había detrás de esos abrazos impulsivos y era justamente eso lo que hacía que para él fueran tolerables. A fin de cuentas había hecho exactamente lo mismo con Hope. Y en ese momento y dentro de los brazos de la buscadora agradecía enormemente porder traspasarle el rol que había tenido que asumir en Queens; prefería ser un niño.

Y como niño dejó que el peso de la mano de Hope se fuera y colocó un poco del suyo propio en Cass retirándolo de la fuerza de las rodillas.

— También — respondió a su prima por encima del hombro de su armadura humana justo antes de que su corazón direa un vuelco al desabrigarse de Cass y Hope—.

Dejó que le tomara los antebrazos, no estaba lo bastante presente para discutir, ni siquiera con el cuerpo; pero sus ojos seguían colgados de Skyler y toda su atención atada a ella, esperando que llegara el momento en ambos hubiesen recorrido el espacio que les separaba y supieran que tanto sus iras como sus próximos pasos estaban en sintonía.

No había nada que pudiera decir que aliviara aquel momento. Simplemente asimiló las palabras, dejando para después la asunción de todas las consecuencias de lo ocurrido así como las preguntas. Al gesto de Cassandra respondió con un asentimiento de cabeza y tomando a Skyler por el hombro, la atrajo suavemente hacia él.

-Iremos a la sala pero primero pasaremos por la cocina. Había preparado una infusión de menta y creo que hay bastante como para todos. Ayúdame con eso Skyler; a traer la bebida y tazas para todos. Además, hay que apagar el fuego o se quemará la cena.

Bueno, esa era una situación incómoda. No había mucho que pudiera hacer ni decir, y considerando que además había ido a pedirles algo, hubiese preferido desaparecer por al menos un par de días hasta que los pobres Morris tuvieran tiempo de procesar todo, pero la idea no parecía haber resonado con los ahí presentes. Mientras tanto, el hombre no podía sacarse de la cabeza como la chica de la vaca había asegurado que habían estado en Queen hacía apenas minutos. ¿Como podría ser eso posible?

Eh, claro - contestó a Cassandra, esperando a ver que Skyler siguiera a Daniel, preocupado por el estado de shock de la rubia.

Skyler contuvo el aliento hasta que su primo pronunció esa única palabra. Entonces su rostro pálido se convirtió en el lienzo de una mezcolanza vertiginosa de emociones que se sucedían una tras otra. Ira. Tristeza. Miedo. Rabia. Sus ojos terminaron encendiéndose y sus puños se apretaron un poco más. 

Pestañeó al oír a Daniel y sentir su mano. Lo miró algo ausente, como si le costase ubicarse a sí misma en ese instante, y luego volvió a mirar a Robin.

—Pues vale —fue todo lo que dijo como respuesta, masticando las palabras con esa ira mal digerida. 

Después dio un paso separándose de Daniel y le dio una patada a la bicicleta que había dejado caer. Sus mejillas estaban blancas, pero sus ojos centelleaban furibundos. Volvió a repetir ese gesto, descargándose con la bici y luego negó con la cabeza, con los labios apretados en una fina línea. 

—¡No quiero, joder! ¿No se os puede dejar solos sin que queméis la puta cocina?. —Para cualquiera mínimamente perceptivo sería evidente que sólo estaba tratando de aparentar una entereza que no tenía en realidad, aferrándose a su orgullo como salvavidas—. Yo me largo. ¡Dejadme en paz!

Y así echó a correr siguiendo la estela de Trish para encaminarse hacia las escaleras que la llevarían al piso superior. Una vez allí, los que la conocían podían anticipar que se iría directa a la capilla.

La chiquilla había dudado un instante cuando Cass le había hablado. Sus ojos habían buscado la cara de la vaca y luego a Robin, pero al ver que él estaba pendiente de Skyler, soltó la cuerda que sujetaba al animal y dio un par de pasos hacia la buscadora. 

—Gracias —le dijo en voz baja, aunque aún se la notaba incómoda.

Cuando Skyler empezó a gritar, la evitó con la mirada, pero sus ojos empezaron a desbordarse en un llanto silencioso. Sólo miró hacia la rubia cuando ya se dirigía hacia las escaleras tras el estallido y luego miró de nuevo a Robin. Tragó saliva y se frotó los ojos con la manga de su chaqueta, emborronando la suciedad de sus mejillas.

—¿Me has dicho tu nombre? —le preguntó a Cassandra, todavía con ese tono confuso. 

Y una vez más, Skyler estalló.

Aquella muchacha tenía un grave problema, pues su actitud en nada favorecía al grupo añadiendo más crispación y dolor a las situaciones de crisis. Daniel cada vez estaba más convencido de que no sabía gestionar adecuadamente sus emociones y que la ira podía a Skyler, transformándola en ocasiones en una pequeña Jekyll. 

Suspiró cuando la vio correr y por un instante estuvo tentado de seguirla, pero desistió cuando llevado por el eco de sus pasos a la carrera, fue consciente de que buscaba refugio en la capilla, para recogerse en los brazos de un dios de cuya existencia él no tenía constancia alguna. ¿Qué consuelo podía darle a aquella muchacha rezar a quien, de exisitir, había consentido la muerte de Nick y provocado su dolor? Seguramente Clementine tendría una respuesta para aquello, pero él desde luego no.

-Id a la sala común -dijo al grupo-. Voy en un par de minutos.

Se dirigió a buen paso a la cocina. Estar ocupado era la mejor terapia hasta dar con el momento en que uno podía enfrentarse a solas con sus emociones y sentimientos y tratar de dar sentido a lo que parecía carecer de él. Una vez allí, vio que Axel ya había apagado el fuego y se limitó a servir en varias tazas la infusión aún caliente y las llevó con premura a donde ya debían hallarse los demás.

El de allí era un silencio espeso y doloroso. Confusión, incomprensión, pérdida, shock... lo impregnaban todo y golpeaban a un empático Daniel como olas contra un farallón. Fue sirviendo las tazas, en alguna ocasión poniéndola directamente entre las manos de quienes con la mirada perdida no parecían ser conscientes de ello.

-Lo mejor es que nos sentemos -afirmó invitando a todos a hacerlo y mirando a Axel, el único que como él podía no estar, en aquel momento, tan afectado por la nueva. Miró a Robin. Dudaba que fuera capaz de hablar. La recién llegada aún parecía ser no consciente de dónde estaba. La única posibilidad era Cassandra a quien nunca había visto tan afectada-. Cass, ¿qué ha ocurrido desde que salisteis de aquí? ¿Quién les atacó?

"Pues vale".

Skyler había ido a cuchillo con él y aunque Robin entendía que era la respuesta que merecía por no haberle podido dar más ni mejores palabras, no era la respuesta que esperaba ni la que su corazón podía soportar en aquel momento.

Aguantó la mirada furibunda de su hermana contagiándose la propia del mismo sentimiento y apretó el puño para pinzar el dolor reminiscente de un corte que jamás había sido cicatriz en la palma de su mano. Le dolía, pero por primera vez desde el día en que habían sellado su pacto de sangre, su cabreo con el mundo había alcanzado a Skyler y los diablos de su cabeza se habían puesto a escarbar todos los desplantes de la joven y el daño que había hecho por ella.

No apartó la mirada de ella hasta que su nuca se perdió escaleras arriba, momento en el que volvió a Cassandra para intentar retirar sus brazos de las manos de ella sin brusquedad pero con la misma apatía que había entelado su miarda en un llanto seco.

Libre o no, Robin no se lanzó al cuello de quien hubiese traído el incendio al Morris en una pronta broma macabra, como tampoco se lanzó a la carrera detrás de su prima. Le daría tiempo, se daría tiempo y más tarde ya se ayudarían mutuamente como siempre habían hecho y harían.

— Recuerda quién es —se dijo en última instancia en un colosal intento de bombear el corazón—.

Subió la mirada hasta dar con Axel y aun con cierto recelo tiró de la educación que le había legado su padre.

— Bienvenido —dijo sin una entonación acorde a ese deseo y prácticamente sin dar tiempo a que el saludo se asentase siguió hablando primero a Cass y luego a la estela de Daniel—. Es mi cuñada —presentó a la pequeña sin estar seguro de si ella sabía que lo era pero en ese momento prefería llamarla su familia y no la de Alec. Omitió, asimismo el nombre de la chica para que usase el que quisiera y pregonara con él lo que más sintiera— y esa es Anastasia y no la dejaremos aquí —aseguró en referencia a la vaca pero claramente pedía—.

Dicho eso volvió a cerrar los labios y desvió la mirada a la escalera.

No se movería hasta que Cassandra lo hiciera pero en el comedor no tardaría en buscar el consuelo de una silla.

El primer vaso de té que tuvo en las manos se lo pasó a Hope, el segundo lo tomó por la inercia de combatir el frío y supo apreciarlo unos segundos hasta que el calor en sus palmas hizo que se removiera incómodo entre recuerdos de imágenes y sensaciones en la piel que hicieron que optara por apartarlo de él. Lo dejó al alcance de las puntas de sus dedos pero suficientemente adelantado a sí mismo para no mezclarse con el calor. Aún tenía el fuego dentro.

No quería quedarse a esa reunión cuyo principal motivo parecía hurgar en lo ocurrido pero les debía a todos estar. Les debía las respuestas que no tuviera la buscadora.

Escondió las manos bajo la mesa, fijó la mirada al lateral del vaso caliente y esperó a que le hicieran hablar, o a que no lo hicieran.

Todos parecieron de acuerdo con trasladarse hacia el comedor hasta que el estallido de Skyler, que no por esperado fue menos sorpresivo, hizo que Cassandra diese un respingo. Movimiento que Robin aprovechó para desasirse de ella. La buscadora dejó escapar el aire en un suspiro apenas audible, entendía lo que sentian, todos necesitaban tiempo y aún así la herida no curaría del todo.

-Soy Cassandra -contestó a la chica -¿y tú?

Luego vino la revelación de que era cuñada de Robin y pensó que al menos se tendrían el uno al otro, bueno se tendrían los tres en realidad. Cass cogió la cuerda que la morena había dejado caer y ató al animal a la derecha de la entrada, en el hueco donde deberían haber dejado las bicicletas y que estaba vacío. Ya lo arreglarían cuando pudiesen. Retrocedió los dos pasos y medio que se había alejado y volvió a conducir al pelirrojo hacia la zona común.

-No es que no la quiera con nosotros, -dijo refiriéndose a la vaca -es que si va a dejar su mierda en el suelo mejor que esté en una zona y no por todo el centro. 

Sería lo que les faltaba, estar de mierda hasta el cuello.

Dejó a Robin sentado en una silla al lado de su cuñada y ella se recostó contra el respaldo de otra. Deslizó sus manos arriba y abajo de las perneras del pantalón oscuro que llevaba, rascándose las palmas en la tela áspera, como si así pudiese quitarse las sangre que sentía las cubría, aunque en realidad nada manchaba sus manos. Al fin, después de un corto silencio en el que Daniel regresó con las bebidas y las sirvió, levantó la mirada. Primero miró a los dos más jóvenes, manchados de tierra y sangre, y luego a la pareja que esperaba alguna explicación.

-Un grupo armado ha asaltado el campamento de los Titans, iban de militares y no querían dejar testigos. Ya se iban y entonces ha llegado Nick y... estaba en medio, se ha puesto en medio. -una leve sonrisa acudió a su rostro al recordar que el escritor era así, siempre buscando solucionar los problemas por medio de la palabra -Le han disparado, pero se ha llevado a una de ellos con  él. ^_Perra

Cassandra negó con la cabeza mientras levantaba las manos, en un claro gesto de impotencia y rabia, y aguantó las lágrimas que amenazaron con salir al volver a ver la imagen de la sangre salpicando el rostro de nariz torcida. No había podido hacer nada, nadie había podido. Había sido un ataque preparado y rápido. No tenía ni idea de por qué, ni quién lo había ordenado, pero eso no eran preguntas para este momento. Sus sentidos se posaron en los cuñados, sentados cerca el uno del otro, y deseó saber hacer algo más por ellos.

Cuando por fin llegó el desquite que esperaba en la rubia, no supo como reaccionar. Era solo una niña, pero la nena parecía convertirse en un huracán capaz de destruir todo a su paso con ese mal genio. Y no es que le temiera, porque otra vez, era solo una cría angustiada, pero no la conocía lo suficiente para saber que la calmaría o si era buena idea seguirla sin darle tiempo a pensar. Dedujo que quizás lo mejor sería hacer caso a lo que ella misma había dicho y dejarla en paz al menos un rato y por ahora solo seguirla con la mirada hasta que desapareciera en la planta superior. 

Obedeciendo a Daniel y siguiendo al resto, se encaminó a la sala común. No era momento para cuestionar nada, si ya sobraba tanto entre los presentes. Unos eran amigos de Nick, otros de gente de aquel otro lugar, Axel no era ninguno de los dos. Se llevaba bien con Nick y le parecía un buen tipo, pero no perdería el sueño esa noche porque el profesor estuviese muerto. Lo mejor que podía hacer era dar sus condolencias, que ya había hecho, y poco más. Mucho ayuda quien poco estorba, decían por ahí. 

Al escuchar la bienvenida de Robin una sonrisa discreta se dibujó en la comisura de sus labios, y apenas alcanzó a abrir la boca para contestar cuando vio que el pelirrojo se dirigía ahora a la hermana de Trish para presentar a la chica que le acompañaba y a la vaca de oro, lo que le hizo renunciar a la idea de responder y volver a sellar sus labios.

Sin querer inmiscuirse donde no le llamaban y hablar de más cuando nadie estaba de humor para escucharlo, se distrajo pensando en la muerte de Nick. Morir nunca era una buena noticia, y no sería él quien quisiera provocarla antes de tiempo, pero dentro de todo parecía una buena forma de pasar a fiambre. Evitando la muerte de otras personas, buscando justicia, cayendo por alguna razón de peso que no fuera solo porque te cruzaste en el camino de una bala loca. Habiendo tantas muertes estúpidas en el mundo, Nick podía considerarse afortunado. 

—Hope —respondió la muchacha a la pregunta de Cass, un instante después de que Robin la convirtiese en familia. Tardó un instante en procesar las palabras del pelirrojo y cuando lo hizo lo miró con algo de extrañeza entre sus cejas, pero no dijo nada sobre eso. 

Se dejó guiar hasta la sala común y una vez allí se sentó cerca de Robin y dejó que su mirada vagase por el lugar hasta terminar mirando sus propias manos. Se encogió un poco cuando Cassandra empezó a relatar lo que había pasado, aunque no tardó en levantar los ojos con una clara confusión pintada en sus pupilas. 

—P-pero... ¿cómo sabes todo eso? —preguntó, buscando en el pelirrojo algo que confirmase que había una explicación para aquello—. Llevaban cascos de moto, también. Yo... —Los ojos de la chiquilla se volvieron vidriosos a medida que iba recordando—... yo me escondí cuando empezaron los disparos... No sé qué querían. Buscaban algo.

Con esas últimas palabras volvió a mirar a Robin, como pidiéndole ayuda con eso. Luego tomó aire en una bocanada brusca y se frotó los ojos con la manga. 

—Mi hermano... Alec... no estaba allí —añadió, volviendo a los demás para terminar de nuevo en Robin—. Tengo... tenemos que encontrarlo. 

Buscaban algo.

Daniel no sabía por qué pero aquello retumbó en su cerebro como el eco de una bomba. Hacía unas pocas horas habían estado con Lis, aunque pareciera que hubieran sido días y siendo cosas totalmente inconexas, aquellas palabras le habían conducido a ella.

Pero no hubo tiempo para reflexionar acerca de aquello. Hope habló de su hermano, de su ausencia durante el ataque por parte de aquellos desconocidos vestidos con ropa militar y con cascos de motorista, y de la necesidad de buscarlo. En aquel estado de shock y desconcierto, la ansiedad podía convertise en un enemigo que condujera a decisiones imprevistas y acciones inadecuadas.

-Entiendo -dijo Daniel como conclusión a cuanto Cassandra había dicho-. ¿Y sus cuerpos? -preguntó en alusión a los de Nick y la que la buscadora había llamado perra en un susurro. Pero no esperó a la respuesta para actuar. Se acercó a Hope y se acuclilló ante ella.

-Háblame de tu hermano, de Alec. ¿Dónde se había ido? ¿Por qué no estaba allí?

El nombre de Hope pronunciado por la misma chica que lo había elegido fue una caricia de terciopelo para la sangrante alma de Robin. Y probablemente aquella esperanza que todavía vivía en una víctima como él le ayudó a no pelear por una vaca, a no patear una bicicleta y a no huir a la soledad que tanto miedo le daba.

Pero las sorpresas no acaban para sus oídos, Cassandra contó más de lo que él esperaba sobre el asalto helando su sangre por completo. Sus ojos se abrieron incapaces de abarcar en su normal medida el grado de detalle que la buscadora había dado y se abrazaron a los de Hope, desorientado y aliviado por haber encontrado a quién hablara por ellos.

Suspiró expulsando un trozo desprendido de sí mismo en el déjà-vú de la agonía de Hope ante lo incomprensible. Y la culpa se hizo evidente en el brillo de sus ojos que escondió en los de Cass.

Recogió sus labios tragándose las palabras tres palabras que no podía darle a quién más necesitaba oírlas: sé qué buscaban.

Quería contarlo pero temía que Hope culpase a su padre de la masacre por no haber hablado, como temía que quisiera encontrar ese algo y arrastrar la muerte por ahí dónde fuera.

El cierre de Daniel le expulsó de sus pensamientos con un respingo delator e hizo que sus ojos saltaran del pelo de la pequeña al cuerpo de él al que siguió mientras se acercaba a su cuñada.

Nunca había mal pensado de Dan, le caía bien, le gustaba y confiaba en él pero en su espiral de emociones mal contenidas el recelo y la supervivencia le tensaron los músculos de la espalda en alerta.

— Alec no está implicado —saltó aunque nadie le hubiese acusado—. Mi tío le envió a algo y como es gilipollas muy dispuesto, fue —se cortó por su hermana—. Pero no te preocupes, Hope, iré a buscarle y lo traeré vivo y a salvo.

La expresión de Robin ante sus palabras no pasó desapercibida para la buscadora y la pregunta incrédula de Hope reafirmó su decisión, le dedicó media sonrisa al chico y un encogimiento de hombros a ella. Debido al tiempo que habían compartido en Conector, él ya debía conocer esa sonrisa suya de cuando sabía más de lo que contaba y sólo hablaría cuando lo creyese oportuno.

La confesión de la muchacha, y de los ojos de Robin en Cass, fue algo que no era sorpresa pues nadie que hubiesen visto los asaltantes había sobrevivido. El ruego por el hermano desaparecido se le clavó en el estómago a la morena, recordándole a ella misma cuando pasó por lo mismo, por eso no encontró maldad en las preguntas de Daniel y el estallido del pelirrojo la descolocó un poco. Se repuso rápidamente e intervino antes de que empezasen a volar acusaciones como en la cena de la noche anterior.

-Hicisteis bien en no dejaros ver... Nadie está insinuando nada en contra de Alec, -miró primero a Dan y luego al chico que permanecía sentado pero había saltado como un resorte -y no iras solo a ningún lado. Prometemelo.

Había hecho cuentas y, si se necesitaban ocho horas para llegar al refugio de los Titans, Robin debía haber salido poco después de su charla nocturna. Ella lo había visto mortalmente cansado, le había dado las buenas noches y él en vez de ir a descansar se había ido a atravesar la ciudad. Solo y de noche. Esperaba no tener que atarlo pues ya era mayorcito, pero no pensaba perderle a él también. Su mandíbula se apretó y las aletas de su nariz se expandieron buscando aire para no soltar agua.