Partida Rol por web

Daniel había cogido a Cassandra entre sus brazos y con la ayuda e indicaciones de Trish la condujo hasta donde esta le indicó. Guardó silencio, plantado junto a las dos hermanas, mientras veía los esfuerzos de la peliazul por traer de nuevo a su hermana a la consciencia. No le había pasado por alto la sequedad de su respuesta a Skyler, así como su negativa de que aquello fuera un ataque epiléptico por más que la realidad pareciera demostrar lo contrario.

Podría haber seguido preguntando, ligeramente insatisfecho con la respuesta de Skyler, pero en honor a la mirada suplicante de Trish decidió guardar silencio hasta que todo se aclarara un poco. Era una explicación razonable la epilepsia, sí, pero lo que veía ante sus ojos parecía más sacado de una película de terror que de una consulta de neurología, y aunque no fuera creyente para atribuírselo a una entidad demoníaca sí podía atribuírselo sin problema alguno al ala de psiquiatría del hospital. 

Esperó con paciencia mientras la más pequeña del grupo intentaba despertar a su hermana, casi más preocupado por ella que por Cassandra. No debía ser fácil tener una hermana que sufría de aquellas crisis, daba igual lo que las causara, y podía imaginarse la angustia que provocaría verla en esos trances para sus más cercanos. 

No pudo evitar un suspiro de alivio cuando Cassandra abrió los ojos, aunque un gesto de extrañeza se instaló en sus facciones ante las extrañas palabras de la joven. Miró a Trish fijamente y le hizo un mudo gesto interrogatorio, ignorante de lo que estaba ocurriendo. ¿Cómo era posible que Cassandra pudiera saber aquello? ¿Estaba sufriendo una alucinación?

-Tranquila, Cass -dijo poniendo una mano sobre su antebrazo-. Skyler, trae un poco de agua, por favor -pidió antes de sguir hablando con la buscadora-. ¿Estás bien? ¿Qué es lo que estás diciendo? ¿Cómo puedes saber eso?

Ahora, cuando la morena se despertó transmitiendo como si fuese alguna especie de operadora de 911 telepática, Axel alzó una ceja pensando que si eso fuera cierto ese sería el mejor puto superpoder del mundo, pero se le hacía un poco difícil creer que ese fuera el caso. Lo que sí era completamente creíble era que esa chica estaba desesperada y aterrada, así que fuera demencia o realidad estaba claro que le afectaba y no estaba solo actuando como en algún momento se le había pasado por la cabeza. 

Puedo ir yo por el agua - se ofreció mirando a Skyler, porque tampoco quería andar por ahí solo si a alguien le incomodaba, pero claramente parecía un momento para dejar a los que vivían allí hablar tranquilos sin mirada de alguien que hasta ahora era solo una visita. 

Para cuando Cassandra abrió los ojos Skyler tenía el ceño fruncido y estaba taladrando a Trish con la mirada. Parecía a punto de liberar su lengua afilada contra ella, pero el grito de la buscadora interrumpió lo que fuese que la rubia iba a decir y atrajo sus ojos celestes hacia ella. 

En un primer momento Skyler empezó a rodar los ojos, pero en cuanto Cass pronunció el nombre de su primo, se acercó a ella, haciéndose sitio entre los dos jóvenes. 

—¿Qué? ¿Qué dices de Robin? —interpeló, asintiendo con la cabeza a lo que decía Daniel—. No puedes saber nada de eso. La epilepsia no te da poderes. ¿Te lo estás inventando?

Sólo apartó sus ojos de la morena para mirar por un momento a Axel y encogerse de hombros. 

—Tú no sabes dónde está —señaló, como si le pareciese algo obvio—. Ahora voy yo. En cuanto Cassandra nos cuente por qué dice eso de mi primo. 

Y según la mencionó, volvió a poner su mirada sobre ella, esperando que se explicase mejor.

La niebla de las visiones ya había abandonado la mente de Cass, pero aún quedaba una sensación bajo su piel. Todo lo que había visto, lo que le había sido mostrado, sentía como si el universo entero la hubiese lanzado de un empujón para que pudiera verlo. Si acaso existía eso que algunos llamaban Destino, otros Providencia o Dios, la buscadora tuvo la impresión de que, de alguna manera, lo que había visto truncaba sus planes, si es que realmente había algo que pudiera considerarse el Plan. 

Una fuerza que no provenía de ella rebullía en su interior mientras se iba convenciendo poco a poco de que había sido una herramienta de algo mucho más fuerte que ella misma. 

Cassandra había centrado la mirada en su hermana, sabiendo que ella no cuestionaría sus palabras y entendería la urgencia que los acuciaba, pero no pudo cerrar sus oídos a las preguntas de los demás: "¿Qué es lo que estás diciendo? ¿Cómo puedes saber eso?", "No puedes saber nada de eso... ¿Te lo estás inventando?", "por qué dice eso de mi primo". Su mandíbula se había ido apretando más y más con cada intervención, y mientras  tanto la fuerza que sentía en su interior había ido acumulándose, buscando una manera de salir. El resultado fue inesperado, pero inevitable.

-¡PORQUE TE DIGO QUE ACABA DE PASAR!

Las palabras salieron de la boca de Cass antes de poder pensar en una respuesta coherente, fueron acompañadas de una incorporación, de "fuego" en sus oscuros ojos y de un movimiento en arco de su brazo derecho. Cerrando el tema.

Pero en vez de eso abrió otro nuevo. Con el movimiento de su brazo sintió como liberaba esa fuerza que no tenía claro de donde venía, o mejor dicho lo sabía pero aceptarlo era hacer frente a unas preguntas que no podía darse el lujo de responder en ese momento, lo primero era lo primero, y eso eran las vidas de sus amigos.

Con el grito de Cassandra el mundo entero pareció quedarse en silencio por un instante, como en el momento previo a la caída de una bomba, como si el universo por completo anticipase lo que iba a suceder. La buscadora movió su brazo y ese gesto parecía condensado de electricidad estática. Toda la rabia de la mujer parecía ir dirigida hacia Skyler en ese estallido y los hombros de la rubia se encogieron un poco. 

Sin embargo... no sucedió nada. El momento pasó y la tensión que se había creado en apenas un par de segundos se disolvió tan rápido como había llegado. Nada había pasado, pero todos allí tuvieron la impresión de que había estado a punto de pasar... algo.

El grito retumbó por toda la sala y en el silencio subsiguiente fue como si una negra nube de tormenta fuera a descargar todas su furia. Daniel sintió toda aquella energía contenida, concentrada en el gesto de Cassandra y con Skyler como aparente objetivo. En los segundos que se sucedieron, percibió como la rubia se achicaba como si estuviera a punto de recibir un golpe pese a la distancia, el aliento contenido de los demás, su propia empatía natural crepitando como reflejo de la actitud de la buscadora y se adelantó un paso interponiéndose en aquello que nunca terminó de materializarse, dispuesto a ser el objetivo en lugar de Skyler. 

Suspiró aliviado cuando la energía se disolvió como una nube en un desierto caluroso y miró a la muchacha.

-Skyler, el agua por favor -dijo en un intento de suavizar las cosas, e invitando a Skyler a darse un par de minutos. Luego miró a Cassandra-. ¿Estás bien? ¿Qué ha ocurrido? 

Al escuchar su nombre en los labios de su hermana Trish la miró, un poco más tranquila y expectante. La vio abrir los ojos y le dedicó una sonrisa que intentaba calmarla, hacerle saber que las cosas iban bien...

Pero Cassandra empezó a hablar atropelladamente, y con cada palabra que decía la muchacha de pelo azul parecía preocuparse más y más. Y esa preocupación fue mayor todavía cuando Cass habló con claridad, explicando más o menos lo que había pasado. Trish contuvo la respiración mientras su cerebro empezaba a funcionar buscando no sólo la manera más rápida de llegar adonde creía que habían ido Nick y Robin, sino también valorando si esperar o no a los otros. Parecía tomarse en serio las palabras de su hermana, desde luego.

Acto seguido, cuando Daniel puso una mano sobre Cassandra, Trish llevó los ojos a ese contacto. Sabía que a su hermana sólo en muy raras ocasiones le gustaba que le tocasen, y estaba segura de que aquella ocasión no sería una de esas. Cuando a eso se empezó a sumar el acoso de Skyler Trish miró a la rubia con determinación, como pidiéndole que se contuviera. Iba a decir algo, pero el grito de Cassandra la pilló por sorpresa... Y lo de después también.

Trish permaneció dos, tres segundos en silencio después de aquello, sin entender del todo lo que acababa de pasar ni saber qué debía esperar en ese instante. Pero el mundo pareció seguir avanzando, y cuando Daniel intervino ella también se puso en marcha.

—Te he dicho que no es epilepsia —dijo acto seguido a Skyler, aunque aquella vez en un tono conciliador—. Ahora puedes creernos y que todos nos pongamos las pilas, o podemos seguir discutiendo.

Después de esas palabras Trish miró a los presentes, aguardando a que alguien tomase la iniciativa de organizar a los que allí se encontraban. Pero no estaba Nick, ni Morgana, ni tampoco Clementine o Kane, y desde luego ella no iba a quedarse esperando.

—Yo me voy. Si no veo cerca a Morgana y a los otros, pasaré a ver a los McAvoy —dijo entonces, antes de echar un vistazo rápido a los demás. Parecía decidida—. Vosotros haced lo que queráis.

Y con esas palabras la muchacha se dirigió al lugar donde guardaban las bicicletas, dispuesta a marcharse a toda prisa a no ser que su hermana explicase más del asunto.

Trish confiaba lo suficiente en Cassandra para tomarse en serio aquella advertencia. Aunque lo del día anterior no hubiera sucedido, la vida ya le había enseñado en repetidas ocasiones que había cosas que aún no podía explicar... Y que esas cosas eran tan reales como la sudadera que la abrigaba. Ella misma las había experimentado, escuchando la voz de su hermana en el tiempo en que estaban separadas.

... Y aquello no era tan distinto. Ya con la cabeza en coger la bicicleta con la que pretendía cruzar media ciudad Trish llevó sus pensamientos hacia Nick, buscando encontrar su voz a través de la distancia.

Podría haber discutido que tras el tour guiado conocía al menos dos lugares donde conseguir agua y volver antes de que lo echaran de menos, pero en medio del caos que era aquella escena supuso que otra discusión era lo que menos necesitaban los habitantes del Morris. Y sin embargo, si pensaba que ese conflicto estaba en su punto álgido con el debate constante sobre lo que sabía y no sabía Cassandra, al escuchar el grito de esta y observar su lenguaje corporal entendió que no estaban ni cerca. 

Inexplicablemente, y quizás por apenas una fracción de segundo, el mundo se había detenido bajo la instrucción de la morena. Como si dirigiera una orquesta, un solo movimiento de su brazo había bastado para invocar un silencio casi sobrenatural, y Axel había sentido la tensión del efecto en carne propia. No lo entendía, no sabía que advertía aquella intención refrenada, pero sentía que no se trataba de nada particularmente beneficioso y no se metería donde no lo llamaban. 

Preocupado, su mirada fue a Skyler, sin saber bien como actuar frente a esa amenaza invisible o que tanto le habría afectado realmente a la peculiar rubia. Con lo extraña que era, quizás lo que todos se tomarían como una expresión de violencia a ella le resbalaba absolutamente y no le daba importancia alguna. Sinceramente, no tenía idea de qué hacer. Ajeno a esta gente, sus dramas, costumbres y manías, no estaba muy seguro de cual era la forma más favorable de actuar, pero aunque no creyera en absoluto las palabras de Cassandra consideró que peor idea sería dejar que Trish marchara sola como parecía querer. 

Voy contigo - se sumó, siguiéndola - Si hay problemas, vas a necesitar ayuda - y si no, podía darse un paseo con tal de dejar la consciencia de la chica tranquila y no seguir en ese incómodo punto de no tener ni la más mínima idea de qué hacer. 

El rostro de Cassandra pasó de la ira incontrolada a una lividez que, debido a que su tono de piel normal ya era muy claro, hacía que pareciese una aparición. Cuando "el momento" pasó y no sucedió nada, tragó saliba mientras sus ojos se movían por el rostro de la rubia, como buscando que realmente no hubiese pasado nada. Ella lo había sentido, la fuerza condensada en su interior se había escapado con el movimiento de su brazo y sólo podía dar gracias por la ausencia de señales externas. Ya bastante había...

-Vamos. -dijo en respuesta a las voces de Trish y del hombre, del que casi no se acordaba qué hacía allí. 

Se levantó con un poco menos de su gracia habitual y dio un paso tras su hermana antes de pararse, sintió que debía decir algo dado su estallido anterior, tanto verbal como anímico. 

-Cuando estemos todos a salvo habrá tiempo para explicaciones, ahora hay que actuar. -se acercó a la inventora y le dijo lo que sabía -Debemos ir ya, es un claro en medio de un bosque o algo parecido, hay un almacén grande de madera, o quizás sea un cobertizo, también hay una vaca. No todo el mundo tiene una vaca. Y mejor pedimos ayuda a los de McAvoy, -tragó salida y parpadeó alejando imágenes y lágrimas a partes iguales -Nick...

El escritor había ayudado a su peque cuando ella no había estado, le debía mucho al hombre y sentía que no iba a poder pagarselo. Se dirigió a donde guardaban el botiquín mientras se ponía la capucha de nuevo por la cabeza y metió varias cosas en su mochila, que había quedado olvidada y recuperó al pasar, si estuviesen en el mundo antiguo habría hospitales, médicos, transfusiones de sangre, pero en el caos actual... temía que unas gasas y buenas intenciones no solucionarían lo que había ocurrido.

-Debemos ir ya. -volvió a repetir como un mantra.

En realidad tenía la esperanza de estar equivocada, de que aquello hubiese sido... nada y todo estuviese bien, pero todo su ser le decía lo contrario. Se dispuso a coger la otra bici y salir hacia ese horror.

No preguntó ni añadió más. Parecía que no era momento para las palabras, ni para poner en tela de juicio a Cassandra y su especie de revelación. Pero a Daniel le resultó llamativa aquella confianza plena y ciega en la buscadora y la disposición de todos por ponerse en movimiento sin saber siquiera a dónde dirigirse. Suspiró ante la irracionalidad de su comportamiento, capaces de ponerse en marcha como pequeñas barcas cuyo faro era una vaca pastando en el claro de un bosque o "algo parecido".

-Os acompañaré -dijo escuetamente mientras hacía cabeza de dónde podría hallarse ese claro en medio de árboles.

Por mucho que Daniel intentó escarbar en su mente algún lugar que encajase con aquella descripción, el joven no tardó en darse cuenta de que era demasiado vaga. Ya sólo dentro de la ciudad había parques tan grandes que podían parecer bosques, sobre todo teniendo en cuenta que ya no había un gobierno que se encargase de la jardinería de las zonas públicas.

Mismamente junto al Major Morris estaba el parque Jackie Robinson en el que la maleza crecía salvaje y descuidada. Y ese era un parque pequeño, pero a lo largo y ancho de Nueva York había muchos más grandes que ese, parques, clubs de campo, campos de golf... Eso sólo sin salir de la ciudad. Daniel no había salido nunca de ella, tan sólo había estado en el Bronx y en Manhattan, pero se decía que una vez se abandonaba el asfalto de la Gran Manzana había bosques tan grandes que uno se podía perder en ellos y no llegar a encontrar la salida. 

Y una vaca... La comunidad de Madre Laura tenía una cabra y algunas gallinas. A saber cuántos grupos podían tener una vaca. 

El joven no tardó en darse cuenta de que le resultaba imposible saber a qué sitio podía referirse Cassandra sólo con esa descripción. Y eso si realmente ese lugar existía.

Cuando ese extraño momento de silencio terminó Skyler enderezó los hombros, queriendo fingir que no había pasado nada, o que lo que había pasado no le había afectado lo más mínimo. Sin embargo, un ligero temblor en sus manos delataba que la rubia estaba más nerviosa de lo que quería aparentar. 

Empezó a moverse hacia la puerta cuando Daniel insistió con lo del vaso de agua, pero antes de que llegase a salir de la sala Trish habló hacia ella y la rubia frunció un poquito el ceño. Pestañeó rápido al ver que todos parecían movilizarse para marcharse de nuevo y se apresuró a intervenir dando un paso hacia Trish. 

—Yo también voy —anunció, decidida—. Robin es como mi hermano. Sea epilepsia o brujería no pienso quedarme aquí sola otra vez mientras os largáis a buscarlo. 

Luego se cruzó de brazos y al disimular así el temblor de sus manos su voz se volvió también más firme. 

—Y alguien debería quedarse a cuidar del centro, pero no voy a ser yo.

Tras decir eso se fue rápido hacia las escaleras que llevaban al piso superior, en busca de su abrigo, y al bajar pasó por la cocina para apagar el hornillo sobre el que se cocían verduras en una olla. Después se dirigió al almacén donde tenían tres bicicletas y un monopatín. Miró a Axel a la cara y luego a su pierna, como si dudase de que el hombre pudiera usar alguno de esos vehículos.

Cuando Trish intentó encontrar a Nick a pesar de la distancia sólo obtuvo silencio. Un silencio espeso, profundo. No era simplemente que no tuviese fuerzas para encontrarlo, o que el hombre se opusiera a aquel contacto. Era algo más, algo que erizó el vello de la nuca de la muchacha. Era como si la mente de Nick no existiese, como si tan sólo un vacío quedase en su lugar. 

No era hora de ponerse a discutir sino de asumir responsabilidades. Dudaba de que consiguieran convencer a Skyler de quedarse y tal y como esta señalaba, la casa no podía quedar sin protección.

-Yo me quedaré -dijo inesperadamente y venciendo su natural deseo de acompañar a Trish allá a donde fuera-. Y prepararé una de las salas para hacer de enfermería de ser necesario. Tendré agua caliente y cuanto se me ocurra que pueda hacer falta en una emergencia de estas. De todos modos, no corráis riesgos innecesarios. Y esa localización es demasiado vaga como para iniciar una búsqueda a tontas y locas. Los MacAvoy son una buena opción, tanto para conseguir información acerca de quien puede tener una vaca, como para que os acompañen.

Miró a las chicas, una por una.

-Trish, no te precipites y mantén la cabeza fría -dijo llegando hasta ella para luego abrazarla-. Skyler, sé que te preocupan todos. Especialmente Robin, pero hazme un favor y obedece a las hermanas. ¿De acuerdo? -la diestra de Daniel pellizcó cariñosamente el mentón de la jovencita-. Cassandra, haz que vuelvan a casa. Todos -en esta ocasión fue con un beso en la mejilla como se despidió-. Axel, cuida de todas ellas -señaló ofreciendo su mano a este-. Y ahora idos. No perdáis tiempo.

Trish no se detuvo demasiado mientras los otros hablaban, aunque se alegró de ver que todos se apuntaban a la expedición. Tomó una bicicleta y cogió el pasillo que llevaba a la salida aunque de camino, al cruzarse con ellos, parecía aún más preocupada que unos segundos antes, casi como si hubiera visto un fantasma. Entonces detuvo sus pasos para dejar que los otros se preparasen.

Una vez estuvieron todos reunidos de nuevo y tras el abrazo de Daniel miró a los cuatro con los ojos teñidos de resolución.

—Preguntar por una vaca no servirá de mucho —aseguró—. Creo que han ido al campamento Unhood, donde está Nate. Está en la otra punta, a ocho horas andando, así que no creo que hayan llegado aquí noticias de la vaca, aún así... —Miró a Skyler—. Sabemos dónde está. Y tendríamos que ir cagando leches.

Todo su cuerpo le pedía echar a correr ya, pero antes de marcharse miró a Daniel.

—Prepara las cosas, pero no hace falta que te pongas a calentar agua tan rápido, que tardaremos. Eso sí, si viene Morgana, que no se pire: ella sabe cómo atender heridos más que ninguno.

A punto estuvo de irse, pero antes de hacerlo miró a Axel. No tenía muy claro cómo era el asunto de la cojera, pero de ser así tendrían un problema si lo esperaban.

—Échale una mano, porfa —le pidió—. Después nos ponemos al día, y lo que sea. Y... —Extendió una mano para apretar el hombro de él con cierta confianza—. Me alegro de tenerte aquí, aunque sea en estas circunstancias. Luego hablamos.

Y tras esas palabras se dirigió a la puerta, dispuesta a marcharse de allí cuanto antes.