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Finales y principios

[Capítulo 2] No hay lugar como el hogar.

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08/02/2018, 20:06
Narradora

[Capítulo 2] No hay lugar como el hogar.

Luis y Rómulo Royo

Woodkid - Run, boy, run

Ahora conozco la satánica fábula
Que surgía de aquel dorado esplendor;
Ahora evito la tétrica luz
Que antaño amé con fervor;
Pero el horror, estable y mortal,
Acechará mi alma por siempre.
                                                                                 —Astrophobos, H.P. Lovecraft.

 

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08/02/2018, 22:45
Narradora

Robin dormía.

Dormía pero, aquella noche, no soñaba. Su consciencia se mecía en un vacío oscuro y aterciopelado que la arropaba con la calidez de un abrazo deseado. No había imágenes ni sonidos que interrumpiesen su descanso y, lentamente, iba cayendo en niveles más y más profundos de inconsciencia, hasta que la sensación de haber llegado al hogar embargó su ser. 

En esa oscuridad sintió que sus pies descalzos pisaban sobre mojado. Un líquido cálido y ligero que abrigaba su piel desnuda evitando el frío. Era una sensación confortable, como pisar una alfombra tejida con nubes, y el silencio se veía mecido por un sonido pulsátil y lejano. 

Notó entonces una luz cerca de él y, en ella, una figura hecha de partículas en suspensión parecía existir solamente para esperarle. 

 

Robin...

 

Esa voz tan fina que parecía hecha de aire o de pensamientos volvía a llamarle pero Robin no sentía miedo. Era imposible temer nada en ese lugar que, de alguna manera, le resultaba tan familiar como los tonos rojizos que fluctuaban en el lugar donde deberían estar los cabellos de la figura. 

 

Robin...

Robin...

Robin... Escúchame...

 

 

La voz pedía y el chico, sumergido por completo en aquel sueño, no podía hacer otra cosa que escucharla. Se dio cuenta en ese instante de que esa voz vibraba sincronizada con su propio corazón, ambos latiendo con ese ritmo pulsátil que lo llenaba todo de afecto y cobijo. Sus pies le llevaron hacia esa luz y la voz se hizo más presente. 

 

 

Es Nathan, Robin... Está en peligro. Te necesita.

 

 

La urgencia en la voz fue impregnándose bajo la piel del muchacho. Y con cada uno de sus ecos el lugar se desvanecía y la voz se alejaba, devolviéndolo a la oscuridad granate y aterciopelada de sus propios párpados. 

 

Robin, escúchame...

Robin...

Robin... Es Nathan...

 

 

El sol ya despuntaba por encima de los edificios cuando Robin abrió los ojos. No fue un despertar brusco. Fue más bien como si esa voz que aún reverberaba en su cabeza le hubiese acompañado con dulzura hasta depositarlo en su cama. Despertó con la sensación de un beso en la frente y un mal presentimiento anidando en su garganta. 

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08/02/2018, 22:51
Robin

Robin se despertado con la misma suavidad con la que una pluma se depositaba sobre la superficie impermeable del agua pero su corazón latía bajo su pecho con más agitación de la que le quedaba tras un entrenamiento a espaldas de Morgana.

La angustia le oprimía el pecho y toda la ropa le quedaba pequeña, prieta, asfixiante.

Sus manos buscaban constantemente aquel hilo del jersey enredado en su garganta, separar el cuello de la camiseta, estirar la piel de su pecho... Pero nada le libraba de ese sentimiento que le había llevado a aporrear sin su prudencia habitual la puerta de su tío.

Su propia madre, le había acogido en sueños desde el más allá, devolviéndolo a su vientre por una noche para advertirle que su padre corría peligro. Su madre,que debía echarles infinitamente de menos, renunciaba a tenerlos a su lado para que siguieran teniendo uno al otro.

Sí, por supuesto que había sido Marjolein ¿verdad? O la parte de ella que Robin conservaba en su interior le había tomado el descanso para poner en claro aquella sensación que le había perseguido el día anterior. Era el instinto quien había removido su cabeza y su corazón para hacer a su padre tan presente bajo su piel. Le necesitaba. Ambos se necesitaban.

Se abrigó bien, se ató fuerte los cordones de las botas, cargó su mochila y se dispuso a irse sin ni siquiera desayunar pero Nick debía comer y él predicar con el ejemplo, de otro modo, no podría volver a reñir a quien se saltase esa comida.

Así que fue a la cocina para preparar mazorcas para todos y esperar a que Shamira apareciera.

Al verla le contó que tenía que irse porqué su padre tenía problemas pero no supo confesar que esa información la había soñado así que si le preguntaba le diría que le había llegado un mensaje el día anterior.

También le habló del pastel de manzana con la mitad condimentada con maría marcada con un tallo con hoja de una de las manzanas y le pidió que se encargara de que llegara a los McAvoy.

Se disculpó por no estar para la cena y prometió dejar los ingredientes que debían reservarse bien protegidos de las manos derrochadoras de cualquiera así como que intentaría estar de vuelta a las 24h.

Con el desayuno terminando de tostarse bajo la vigilancia de la pequeña mujer fue al almacén y dejó instrucciones en una nota además de ocultar bajo una manta las cajas de reserva extraordinaria.

Tras el desayuno o tras llevarse un par de mazorcas del fuego fue a por la despedida más difícil. La rojez de sus ojos y el nudo en la garganta de Robin sustituyeron sus palabras al abrazar y besar la mejilla de su hermana. «Gracias por dejarme hacer esto» estrechó el abrazo desde su cabeza.

Y solo antes de salir se acercó a Trish para decirle que ya había recibido respuesta y que su padre le necesitaba ahí, ahora mismo. Prometió una vez más volver en 24 horas sano y salvo.

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08/02/2018, 22:52
Narradora

Nueva York, 13 de noviembre de 2037, 08.30.

La niebla que había inundado las calles durante la noche todavía no se había retirado cuando el hombre y el muchacho emprendieron el camino, enredando sus pies con los jirones blancos que se deshacían a su paso. Hacía frío aquella mañana. Tanto, que el rocío se había escarchado sobre la vegetación que se abría camino entre el polvo y el cemento agrietado y una fina capa de hielo blanco cubría las ventanas que aún quedaban sin romper en los edificios cercanos. El sol despuntaba por encima de los edificios escapando de la prisión de un cielo nublado de tanto en cuando, pero más parecía un sol pintado que uno capaz de calentar el mundo con sus rayos. 

La ciudad se mostraba gris y blanca, mortecina bajo la luz filtrada por las nubes, y, salvo por alguna mancha verde salpicada aquí o allá, parecía haber perdido los colores, como en una de esas fotografías que ya eran antiguas en los viejos tiempos. Las sombras que aún se resistían a dar paso al día se difuminaban, como en un preludio del mutis que harían poco después, dejando el paisaje plano como una fotografía sin volúmenes. 

Era largo el viaje en que los dos se habían embarcado. Casi tres horas a pie hasta su primera parada, el City Hall, donde Big Dima, el Lobo Estepario, tenía su cuartel general. Y otras diez horas caminando hasta llegar más allá de Queens, al parque Eisenhower donde se encontraba el campamento Unhood, refugio habitual de Nate. La perspectiva hacía que el más mayor de los dos añorase los tiempos en que atravesar la gran ciudad caminando ni siquiera era una opción y sólo tenía que pulsar un botón en su smartphone para que un coche le recogiese en unos pocos minutos. En los tiempos de los que hablamos sólo algunas pocas líneas de Metro seguían funcionando, controladas por las mafias y otros grupos que se encargaban de cobrar la entrada. Y era difícil, aunque no imposible, conseguir una plaza en una de esas furgonetas que hacían trayectos por la ciudad. 

Las zancadas de ambos se acompasaron tras el primer centenar de pasos. No era la primera vez que caminaban juntos y los dos conocían bien el trayecto. Los dos sabían bien que abandonarían la seguridad de Sugar Hill para sumergirse en zonas menos amables y más descarnadas. Resultaba sencillo ignorar lo que sucedía fuera de los límites de ese remanso de paz que solían habitar, cuando se encontraban dentro de sus fronteras invisibles. Pero una vez se atravesaba esa línea la realidad parecía pesar sobre los hombros y una sensación funesta apretaba el estómago. El vello se erizaba con una alerta que mantenía los músculos en tensión y que aquella mañana se sumaba a la urgencia por un padre y las preocupaciones que rodeaban la llegada de un niño. 

 

Notas de juego

Aprovechad vuestro primer post para declarar qué lleváis encima.

El primero que postee que haga una tirada para encuentros con 1d10. Suerte ;).

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10/02/2018, 09:50
Robin

La blanca tez de Robin parecía haber envidiado la nieve hasta el punto de amanecer más pálido de lo habitual y sus pecas parecían migajas de pequeñas ramas machacadas por la misma ardilla que había enmarañado su pelo.

La escarcha en las ventanas le sugirió que se abrigara más de lo que el calor de la caminata le disuadía a hacer si no quería que la larga guardia de la noche anterior terminara tan asentada en sus huesos que acabara viviendo en él incluso después de enterrado.

Al vestirse intentó no despertar a su prima y del mismo modo que un día se había adueñado del jersey de su padre que ahora llevaba por encima de su ropa y debajo de la parca, cogió del armario de Skyler una bufanda a rallas azules y grises que metió en la mochila junto a su cantimplora y el pequeño kit de primeros auxilios. Encima enrolló el saco de dormir.

Tras pasar por la cocina, metió dentro de la mochila también dos mazorcas envueltas en sus hojas y un trapo.

En los bolsillos de la parca guardaba la mariposa en el lado derecho y las semillas de su madre en el bolsillo del pecho izquierdo. Sabía que no las iba a usar pero no sabía irse sin ellas por más que negara y renegara ser supersticioso.

Sin caer en ello, guardaba en el bolsillo del pantalón parte de la maría que no había usado en la tarta. Se la hubiese dado a la inventora pero su conversación le había hecho olvidarse completamente de ello.

Justo antes de salir, tras despedirse de la adormilada Trish, escondió sus cabellos bajo un gorro de lana negro sin ninguna gracia ni monería y protegió sus manos de ser las primeras sacrificadas por el cuerpo con unos guantes que su padre le había dado contándole que fue uno de los primeros regalos que Marjolein le había hecho, aunque a Robin le parecían demasiado bien cuidados para eso.

Se encontró con su tío en la puerta y a pesar de haber quedado así dio gracias -en sus adentros- de que le estuviera esperando. No había contado a nadie la exacta verdad de su prisa por irse y temía que aquella inquietud a medias tintas hubiese recordado a todos que estar en ese tiempo intermedio entre los pequeños y los mayores, no le hacía de los mayores.

— Hace mucho que no soy un niño— se dijo saludando a Nick con un gesto de mano que empezó con un "ya estoy" y se transformó en un "espera".

Hincó una rodilla al suelo y dejó que su mochila se deslizara de la espalda al frente para rebuscar sin molestarse a abrirla la bufanda.

Se recolocó el peso a la espalda y se enrolló la sabiduría de Skyler al cuello, subiendo una de las vueltas a sus mejillas para cubrirse media cara del frío. Dejó la nariz fuera contra sus deseos para poder respirar mejor al andar.

Adoraba el ambiente que creaba la niebla pero detestaba andar por ella. Y empezaba a estar harto de los peligros existentes detrás de las caras bonitas. Añoraba los colores del paisaje y el gris ayudaba poco a orientarse, por suerte iba con Nick.

— Cuando tengas hambre, he traído unas mazorcas —informó. Había visto que su padrino no comía demasiado en los últimos tiempos y no quería irritarle y hacerle gastar energías en la bobada de discutir con él. En algún momento comería. No importaba cuando—. Hechas. Ahora todavía las coges calientes.

No dijo mucho más en ese primer centenar de pasos. Su cabeza estaba ya en su segundo destino y sus tripas intentaban alargar más el camino. La incerteza era acogedora cuando Scar iba ganando de paliza a Mufasa.

- Tiradas (1)

Notas de juego

Ehem, el 7 siempre ha sido el número de la suerte. Ehem, ehem ^^

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14/02/2018, 17:07
Nick Bennett

Otra mañana en el fin del mundo. Estupendo.

Nick odiaba madrugar, lo había odiado siempre. Era una de las cosas buenas de ser escritor: no se debía a ningún horario. salvo, claro, a las fechas de entrega, y cuando se volvió lo bastante famoso estas se volvieron más bien orientativas, fronteras que permitían a sus editores subir el tono progresivamente.

Estaba de muy mal humor mientras se vestía con un pantalón beige menos desgastado que otros, se abotonaba una de sus "camisas formales", se ponía las botas y se guardaba el revólver en la funda del cinturón (qué macho se sentía siempre que hacía eso). No tenía ninguna gana de afeitarse ni mucho menos de preparar comida. Ya le pediría algo a Vadim, o tal vez Robin se acordara de preparar algo. Desayunar estaba sobrevalorado. También cogió el abrigo, el guardapolvo que había sacado de no sabía donde y le daba cierto aspecto de tipo duro, al menos en su cabeza.

Se habían puesto en marcha pronto. Robin estaba callado, como siempre que decidía visitar a su padre. Le entraba una especie de introspección. ¿Querría demostrar algo? Morgana era bastante madura a pesar de perder los estribos, o más bien de no tenerlos en absoluto, y Skyler era un coñazo por mucho que se creyera seria y sarcástica. Intentó sonreír a su sobrino para darle ánimos.

Claro —aceptó—. Dame una, anda. Mejor comer ahora. Así les arruinaremos el día a los que nos embosquen.

No tenía muy claro que su humor postapocalíptico fuera lo mejor para el chaval, pero no estaba de humor para ponerse a cantar "viva nuestro conductor".

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14/02/2018, 21:04
Robin

Robin arrugó el entrecejo y ladeó la cabeza con reproche al comentario de su padrino temiendo que acabara de llamar a la mala suerte lo justo para exigir más vigilancia a sus ojos pero sin llegar al extremo de ceder al impulso de ahuyentar a aquella con algún ritual estúpido de gestos.

Joder, Nick —se quejó deslizando un brazo por el asa de la mochila para colgársela en el pecho—.

Sin detener su pasó hurgó en busca de las mazorcas y le tendió una a su tío. La otra se la quedó para sí mismo, guardando de nuevo el trapo con las que había envuelto el calor.

Sabía que iba a pringarse los guantes y aunque le fastidiaba prefería tirarse horas lavándolos a medir la resistencia de sus manos al frío de la mañana.

¿Y qué piensas contarle a Lobo? —preguntó con más interés por oír una voz fuera de su cabeza que por querer entrometerse— Si no te parece de metomentodo preguntar — estuvo a punto de añadir pero en vez de ello mordió la mazorca al advertirle otra línea de pensamiento más rápida que probablemente Nick ni se acordaba de haberle llamado eso y que si lo hacía no le daba la importancia necesaria como para estar gravado en su lista de agravios; así que al tragar el maíz lo borró de su piel sensible—.

Había tantas bobadas en su vida que le turbaban tanto que ahora que sufría de verdad le hacían ver lo afortunado que era por poder preocuparse de minucias en el día a día. Además, nunca le había gustado quedarse en el pasado.

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20/02/2018, 01:33
Nick Bennett

Extendió la mano para coger la mazorca, en un gesto de paz. Se prometió a sí mismo que intentaría no espantar a Robin por el camino. No demasiado al menos. Aunque no estaba seguro de cuánto le duraría ese compromiso con su conciencia. Al menos el maíz calentaba sus manos y no perdería los dedos congelados todavía. 

No tardó en escuchar de nuevo la voz de su sobrino y tuvo que hacer un esfuerzo consciente para no poner los ojos en blanco. En lugar de eso se encogió de hombros, quitándole importancia a la visita que se traía entre manos. 

La verdad. No vale la pena mentirle a esa gente —respondió—. Les diré que nos amaneció un bebé en la puerta y que lo estamos investigando. Que no piensen que lo hemos robado o comprado. Y ya que vamos a ver si ellos saben algo de esto. 

No tenía muchas esperanzas al respecto, claro. Manhattan era grande como para que Vadim o Dima se preocupasen por lo que hacían en el pequeño reducto feliz de la pradera de Sugar Hill. Pero preguntar era gratis. A veces. 

Decidió devolverle la pelota al chaval, sacarlo de su mutismo, hacerle hablar. Así que lo señaló con la mazorca. 

¿Y tú qué? ¿Me vas a explicar a qué vienen estas prisas por ir a ver a Nate justo hoy? —Normalmente las entrevistas se las hacían a él, pero todavía recordaba la forma directa de preguntar de los paparazzis. 

Tras la pregunta se llevó el maíz a la boca y le dio un buen mordisco. Sus tripas sonaron. Al final el maldito crío iba a tener razón y estaba alimentándose de puta pena últimamente. 

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21/02/2018, 10:05
Robin

Una risa divertida bailó entre los labios de Robin sin llegar a asomarse lo suficiente para tener voz con aquella expresión tan adecuada en ese momento y tan anticuada cuando se hablaba de un nacimiento natural.

Nos amaneció un bebé —repitió en su cabeza imaginándose esas mismas palabras en Aurora al presentar a Sky a sus abuelos—. Si es que los tiene —matizó su imagen mental. Nunca había oído hablar de ellos y Aurora tenía ese mismo aire que Morgana de haber nacido de la nada, a lo mejor era posible, y en ese caso agradecía haber tenido madre—.

Asintió en entendimiento a la explicación de Nick y aunque no se consideró contestado del todo, no necesitaba más. Le bastaba con escucharle y se llevaba como extra saber que no metería la pata por hablar con sinceridad, si es que hablaba.

La inevitable pregunta por el petardo en su culo llegó antes de lo que Robin esperaba, el joven confiaba en que su asunto no entrara en la consideración de su tío hasta que hubiese zanjado lo de Gran Dima y por ello no se había preparado la cara que poner al recibirla.

Sus comisuras cayeron al tiempo que su temperatura y su mirada buscó el frente, acojonado.

No sé si me creerás—empezó el niño y al notar el adulto que iba por mal camino inspiró el frío de la mañana y volvió a empezar—. Nathan tiene problemas. Me lo ha dicho mi madre.

Tragó saliva y esperó tan solo un segundo que se convirtió en una eternidad dentro de su piel antes de seguir hablando antes de que su valor se enfriara y acabara por resumir todo el barullo de su cabeza en un encogimiento de hombros.

Se que parezco un chiflado pero lo ha hecho. No sé si ha sido ella-ella, no sé si tiene problemas ahora, si los tuvo ayer, mañana o hace demasiado tiempo como para poder hacer nada. No sé cómo va el más allá, puede que el mensaje llegue tarde o que yo lo haga, no sé ni si creo en el más allá. A lo mejor simplemente lo he sentido por ser mi padre y mi cabeza se ha montado la paranoia para que no lo escucharan solo mis tripas. No lo sé, Nick. Pero sí sé que me necesita y que eso es real.

Se atrevió a mirarle de soslayo y al encontrarle terminó de girar su cabeza deseando que sus ojos no hubiesen enrojecido.

No quiero que le pase nada malo —suplicó a su padrino como si el tuviese poder sobre todas las cosas y todos los destinos—. Si le pasara algo... A él, a ti, a Sky o a Alec...me-me muero.

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23/02/2018, 00:42
Nick Bennett

Apenas había dado un par de mordiscos a la mazorca, que su estómago había recibido con hambre, pero en cuanto escuchó a Robin decir que «se lo había dicho su madre», Nick perdió el apetito de inmediato. 

Lo contempló en silencio mientras intentaba explicarse, pero al final, él sólo pudo resoplar entre dientes mientras se preguntaba qué había hecho mal. Porque algo tenía que haber estado haciendo mal si ahora el chaval le venía con su propia versión de «En ocasiones veo muertos». Quizá no le había estado haciendo suficiente caso. Al fin y al cabo Robin estaba acostumbrado a estar con Nate al lado, sobreprotegiéndolo. Pero él no era su padre y tampoco quería serlo. Su amigo sabría decir si era una forma inconsciente del chico de llamar la atención. Él no sabía. Lo que sí sabía era que no podía permitirse creer en fantasmas. No después de todo lo que había perdido. 

No te morirías —respondió, con un tono más seco de lo que habría querido—. Algún día eso va a pasar. Un puto alado tirará sin darse cuenta una piedra de un edificio encima de alguien a quien quieras y no te quedará otra que seguir adelante.

Su mirada se había ensombrecido y la mazorca le incomodaba en la mano. No sabía qué hacer con ella, pero notaba el estómago cerrado. Como siempre que pensaba en ellos. Donna sabría manejar aquello. Ella sabría qué decirle al muchacho, encontraría las palabras perfectas. Siempre lo hacía. Pero él no era Donna. Él sólo era un desgraciado viviendo de una gloria pasada y echándole cara al apocalipsis. Miró a Robin. No tenía ni puta idea de cómo afrontar lo que le había dicho, así que hizo lo que pudo, sabiendo que seguramente no serviría. Le quedaba el consuelo de que en unas horas esa responsabilidad sería para otro.

No sé qué crees que has visto, pero no era tu madre —intentó suavizar su tono, pero lo consiguió a medias—. A veces la imaginación nos juega malas pasadas. Si lo sabré yo. A lo mejor eres tú el que necesita ver a Nate y por eso crees que la has visto a ella. Sería normal, es tu padre y hace mucho que no viene al refugio.

Se obligó a dar un mordisco más a la mazorca, sólo por la inercia de tenerla en la mano. El sabor dulce le dio asco y tragó sin ganas. No podía ofrecer más. El Nick Bennett capaz de derrochar carisma delante de una cámara se había quedado enterrado cerca de un faro. 

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23/02/2018, 02:33
Narradora

Notas de juego

Una tiradita de Astucia -oculta- :3.

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23/02/2018, 09:21
Robin

Para Robin el arranque de su tío se le antojó un esputo. De entre todas las personas él debería ser el menos literal, por literario. E interpretar aquel inicio como un intento de hacerle ver que no era para tanto le pareció todavía peor, como si aquel otro amigo de su padre le hubiese poseído.

Ambos sabían que seguir el camino era cuanto le quedaría por hacer pero Robin no creía que Nick tuviera derecho a arrancarle las ganas de hundirse en la tierra hasta que la asfixia le devolviera la paz si volvía a perder alguno de sus padres o alguna parcela de su corazón.

En enfado y la disconformidad quedaron marcados en su mirada que disminuyó el espacio para el blanco y el ámbar entre los párpados. Y por un instante sus hormonas quisieron describir a su padrino con una palabra que Nick parecía estar labrando junto a su nombre pero que no se atrevió a pronunciar ni siquiera en sus pensamientos para él.

En ese momento se dio cuenta de que estaba especialmente iracundo pues incluso le molestó la mención a los alados como si la culpa de la desgracia no pudiera ser de una persona o de la naturaleza.

No tienen siempre porqué ser ellos —les defendió elevando al pensamiento a la cumbre del Empire States—. No todo es culpa suya.

El pelirrojo agachó la mirada cuando su tío le miró creyendo que le había descubierto con aquel pensamiento de contrabando por lo que volvió a morder la mazorca dándose una excusa para huir del contacto visual.

Eso es lo que te he dicho —protestó al final de esa nueva intervención con la que supuso que Nick intentaba remediar su mal humor—. Puede —resaltó la palabra para darle peso a la posibilidad contraria— que no fuera mi madre. Y claro que le necesito —se encogió de hombros para expulsar de ellos la vergüenza de reconocer aquello -no ante cualquiera- ante Nick— Pero no es eso, es algo malo —dijo con las tripas encogidas y obvió la pregunta más cruel que jamás había paladeado su lengua—.

Katia tampoco ha venido últimamente —cambió de tema pasando por la tangente—. A veces pienso que es por Morgana. ¿Sabes que dijo que pretendía darle caza a los alados? —rió esperando haber dado suficiente cuerda a su padrino para que despotricara otros cien pasos en los que enterrar poco a poco el asunto de su madre.

- Tiradas (1)
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26/02/2018, 18:37
Nick Bennett

Tuvo que morderse la lengua para no responder a esa posibilidad que el chaval planteaba en el sentido incorrecto. ¿Quién era él para quitarle a Robin la ilusión si ahora quería creer en fantasmas? Al fin y al cabo, el muchacho siempre había estado un poco en las nubes. Siguió caminando con la mazorca enfriándose en su mano y aceptó con una mirada de reojo el cambio de tema que Robin proponía. «Salvado por la campana». 

Ya, pues no te creas que al mundo no le vendría bien —dijo entonces, sustituyendo el recuerdo de Donna por el de Rachel—. Hay demasiados alados para tan pocas balas —Intentó sonar gracioso, siempre se le había dado bien hacer el payaso. Eso decía Donna. Pero aquella mañana su humor de perros le tenía algo arisco. 

Cualquier día Morgana nos deja para unirse a la Verdadera Yihad —la idea de la guardiana del refugio pateando culos alados le subió la moral lo suficiente como para dar otro bocado a la mazorca—. Y no te creas, si alguien tiene una oportunidad, esos son ellos. «O ellas». 

Dio un par de pasos antes de volver a mirar al chico y señalarlo con la barbilla.

¿Qué le pasa a Katia? ¿Le cae mal Morgana? —Casi se sentía obligado a preguntar. Después de la charla que había tenido con la militar la noche anterior le daba reparo seguir escurriendo el bulto. Si todos iban a tratarle como si fuese el líder del Morris, le tocaba estar un poco al loro de las relaciones exteriores. 

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26/02/2018, 19:51
Narradora

Poco a poco una sensación serpenteante empezó a ascender desde las pantorrillas de Robin hasta instalarse de forma insidiosa en un lugar cercano a su nuca. Ese cosquilleo de sentirse observado, las agujas de quien vigila desde lejos pinchando en su piel, pusieron sus instintos en alerta sin que sus sentidos hubiesen enviado esa señal a su cerebro. No era algo racional, era la respuesta ancestral de la presa que siente al depredador acechando. 

Movió un poco su cabeza, justo a tiempo para percibir por el rabillo del ojo una sombra fugaz disolviéndose en la niebla que les rodeaba, como en un abrazo blanco que los mantenía apartados del resto del mundo. Pero donde había creído ver esa sombra, ya tan sólo quedaban zarcillos de bruma y, en el cristal de una ventana cercana a ese punto, una sonrisa dibujada con el dedo le saludaba. «Te veo», parecía decirle desde la distancia, directo hacia sus recuerdos.

- Tiradas (1)
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28/02/2018, 21:36
Robin

Robin no comprendía el odio ciego de Nick hacia los alados, intentaba entenderlo pero no lo conseguía. En sus palabras había tanto desprecio que podía sentirlo pegado a su piel y aquello le incomodaba.

Sentía casi vergüenza. Y nacía en sus tripas la obligación de disculparse por él y su intolerancia. Tal vez era joven para comprender cuanto había cambiado y cuanto de ello era culpa de los celestiales; tal vez era ingenuo en sus ideas y no había comprendido todavía la insignificancia de su paso por el mundo como para ver en esos seres un recordatorio de ello; o tal vez era demasiado blando de corazón como para dejar que más odio se instalara en él y por ello le de los demás.

Fuera lo que fuese le molestaba la impotencia de ver a su padrino tan sombrío y no poder hacer más que desear que dejara de estar ofuscado.

Se quedó un buen tramo mirando a Nick y buscando en su memoria aquellas sonrisas que mejor había vestido y sus detonantes.

Sus labios se movieron para iniciar una historia que encontró su final antes de que ninguna letra le diera luz al quedar el chico distraído por un escalofrío que se sacudió en un encogimiento de hombros que aprovechó como respuesta para Nick.

En realidad solo había usado a Katia de puente pero suponía que Morgana no podía caerle bien. Se parecían pero Katia tenía la simpatía, tacto y empatía de la que la marine carecía. Ambas eran de puño fácil pero al menos una sabía reír la equivocación.

Su cabeza fue girando a medida que los pasos avanzaban alargando el silencio tras ese encogimiento de hombros que cada vez parecía más su respuesta final. Sus pupilas se habían quedado enganchadas en una sonrisa transparente que encendió el leño que llevaba tiempo sufriendo en el hogar. Su corazón dio un vuelco y en sus labios se instaló una sonrisa dentada que por inevitable, le pareció maleducada para con su tío.

Frenó el paso para agacharse y dejar la mazorca bajo la niebla. Después retomó el paso.

No lo sé—comentó buscando con los dedos la cuerda de su muñeca—. Nunca me ha dicho que le caiga mal y ello casi-casi es como decir que no. Pero a veces me da la sensación que no le gusta. La evita, eso seguro. Y además como a mi padre le divierte si le cayera mal no tiene con quien ponerla a parir.

Echó la visita atrás por encima del hombro buscando la sombra que era su vieja amiga.

¿Por qué? —preguntó curioso y se recordó a un niño pequeño— Quiero decir, no pasa nada, ¿no?

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01/03/2018, 22:15
Nick Bennett

Sintió la mirada del chaval sobre él mientras caminaba, pero no se la devolvió. No se sentía muy capaz de forzar una sonrisa en ese momento y para echarle una mirada de perro, mejor no hacer nada. Aún así, frunció el ceño. El maldito Robin siempre había sido demasiado perspicaz. Todo ojos y pecas. Su mirada le hacía sentirse culpable por estar de mal humor y, mierda, se merecía el derecho a estarlo. Frenó el tren de sus pensamientos antes de que llegase el punto en que se arrepentiría de haberse llevado al chico. 

Notó que se quedaba atrás y giró la cabeza para buscarlo, quizá demasiado rápido, alertado por saber que paseaban por un mundo en el que te podían arrebatar a quien caminaba a tu lado en un pestañeo. 

No te entretengas —le dijo, esperando un instante mientras Robin se unía de nuevo a él y sin tener muy claro qué hacía el chico. 

No le sorprendía que a Katia le cayese mal Morgana. Las dos tenían un carácter muy fuerte. Al menos eso le había parecido las veces que había visto a la amiga-con-derecho-a-todo de Nate. Deslizó una sonrisa tentativa en sus labios mientras se encogía de hombros. 

No pasa nada, pero si voy a ser vuestro community manager tendré que estar enterado, ¿no?

Sí, estaba un poco a la defensiva, pero es que todavía le escocía la charla con Morgana. Se sentía como un malabarista con demasiadas pelotas que manejar que de repente descubre que no son pelotas, sino granadas de mano. Pero llevaba ya mucho tiempo sintiéndose así. Resopló entre dientes.

¿Y tú qué piensas, Robin? —Lanzó la pregunta, mandándole el marrón de darle al coco a otro—. Del refugio, de Morgana, de Katia... De todo. —Se encogió de hombros.

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02/03/2018, 02:11
Narradora

Al principio Robin no vio nada. Con cada paso que le alejaba de la mazorca que había dejado en el suelo la niebla se iba espesando a su espalda. Pero, cuando ya habían dado tantos que no podía distinguir ese regalo, le pareció ver una sombra deslizándose entre la bruma. Fue muy rápido, apenas permaneció un instante en ese punto y ya se había vuelto a desvanecer. No llegó a ver su cara, pero sentía que su corazón no se equivocaba. 

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04/03/2018, 12:27
Robin

El chico no llegó a hacer caso ni aprecio al tirón de riendas del escritor. Sus intenciones iban en la misma tónica de lo que le pedía así que no había en qué ponerse de acuerdo ni material para molestarse.

Apretó el paso para volver a coreografíar su andar prácticamente movido desde el oído.

Asintió poco convencido oscilando un poco la cabeza en el gesto al motivo de la inquietud de su padrino por las relaciones de Morgana y Katia. No terminaba de comprender el significado de la expresión que utilizaba Nick pues tal como lo pronunciaba parecía algo completamente diferente a aquello que ya llevaba tiempo haciendo pero mientras no le tocara las hierbas, las verduras y las cajas, lo mismo le daba.

Su respiración se cortó momentáneamente cuando una oleada de angustia le recorrió el cuerpo colocando astillas bajo su piel con las que flagelarse por haber sonreído y estarse relajando en un momento como aquél.

Estoy en camino —juró a sus padres en un intento de aliviar su culpa—.

Agitó su cuerpo con el escalofrío y se sintió tentado de volver a buscar a Lilith aprovechando el espasmo pero echar la mirada atrás iba a frenar o enredar sus pies y sabía que no la vería hasta que ella quisiera dejarse ver por lo que solo le dedicó un abrazo en una caricia de pulgar a la pulsera.

¿Qué pienso yo? —devolvió la pregunta sorprendido y guardó silencio unos segundos en los que bajo la mirada a los labios buscando en él y no en su prima una opinión o fragmentos de varias que no había tomado el trabajo de unir e hilar.

Creo que el Morris es el refugio más humano que existe y que si Clementine y Sky no estuvieran tan abducidas por lo que hay después se darían cuenta que el paraíso somos nosotros. No en plan pirado pero no hay sitio mejor para estar.

Pienso que esto es así ahora pero que Morgana acabará por cargárselo si sigue siendo como es. Es difícil confiar en alguien que no confía en ti. Y juraría que ella solo se fía de Sham~ira y por eso nos militariza —iba a llamar a la pequeña por el diminutivo pero al oírlo con el tono que estaba empleando le pareció inoportuno. Aquello le ayudó a darse cuenta de que estaba perdiéndose en el agrio del dolor de su corazón e intentó rebajar la bilis—. No digo que no nos vaya bien, estoy seguro que sin ella algún capullo ya nos hubiese jodido y si algún día ella me manda algo por la seguridad de todos ni siquiera voy a hacer preguntas pero no seremos más que otra comunidad mecánica como siga despreciando el trabajo de los demás.

Y de Katia no pienso nada, no es que me fuera a gustar cambiarla por Morgana ni mucho menos.¿Y tenerla encima todo el día? No, graciasY si mi padre va a seguir yendo a ver a su hermano prefiero que ella esté por allí.

Arrugó los morros antes de decir en voz alta el eufemismo que su consciencia conseguía arrancar como única verdad de lo que el subconsciente sabía pero encerraba en una jaula estrecha.

Desde enano la recuerdo a su lado y me da que no es solo porque fuera su jefe cuando el campamento funcionaba —buscó en su tío el «¿Me sigues?» con la mirada—. Así que bueno, me fío de ella.

De todos modos, si lo que quieres saber es si nos va a dar problemas... Morgana debería reservarse sus fuerzas para otro u otros.

Y da muy igual. Porque cuando se habla del Morris, se trata de ti y tu eres intocable y gustas a todo el mundo –sonrió con orgullo y burla—. Eres Nick Bennett— terminó con un golpe de cejas—.

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05/03/2018, 22:27
Nick Bennett

Asintió con la cabeza a la sorpresa del chaval y luego se felicitó internamente a sí mismo al ver que empezaba a hablar. Le vendría bien soltar la lengua un poco y dejar de guardarlo todo dentro. Y a él también le vendría bien, porque mientras Robin hablaba, él podía caminar callado y entretenerse escuchándolo. 

Le hizo gracia su idealismo ególatra, tan propio de su edad y eso no hizo más que reafirmar su postura. Era bueno que Robin pudiera ser un adolescente. Bueno y peligroso, claro, pero, si le preguntaban a él, necesario. Y ahí era donde discrepaba con ella. Mientras escuchaba al chico hablar, pensó que a Morgana le vendría bien escuchar una buena charla de Vadim. 

No le dijo nada a Robin sobre los absolutos que exponía, ni tampoco quiso mencionar que la humanidad quedaba en un segundo plano cuando había que luchar por un plato de comida. Sabía que eso ya lo sabía y si era capaz de sacarlo de su mente, no iba a ser el escritor el que se lo devolviese. En el fondo prefería que alguien pudiera seguir viviendo entre algodones. 

Cuando terminó, Nick soltó una risa algo amarga. Casi le parecía haber oído a Donna intentando tranquilizarlo antes de salir en directo en el programa de Kimmel. 

Y bien que me aprovecho de eso para vivir de las rentas —dijo, devolviéndole al chico la mazorca, de la que sólo había comido la mitad—. Hubo un tiempo en que creía que significaba algo. 

Ser Nick Bennett, sinónimo de éxito. Lo tuvo todo. Ya sólo le quedaba ese nombre y una máquina de escribir que no había tocado desde hacía años. Eso y la astucia suficiente para saber rodearse de la gente apropiada para cada tarea. Eso siempre se le había dado bien. 

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06/03/2018, 02:10
Narradora

Los pasos acompasados de los dos viajeros terminaron por llegar ante el City Hall, la primera parada de aquel viaje. El edificio, que un día había sido blanco y ahora parecía más bien gris, emergió de la niebla como una mole ominosa, impregnada de aires de otros tiempos. 

La escalinata llevaba a una amplia arcada sotechada en la que se encontraba la puerta del antiguo ayuntamiento de la ciudad de Nueva York. Y allí, custodiando la puerta, pudieron ver dos figuras. 

La primera era una mujer, enfundada en cuero negro y con dos espadas cortas colgadas de su cintura. Era muy alta, más que Nick. Llevaba el pelo peinado hacia atrás dejando que sus ojos felinos destacasen en un rostro ovalado. Eran de un verde intenso y se posaron sobre los visitantes en cuanto surgieron entre los zarcillos de niebla. Sus pies se movieron con un caminar flexible, como una pantera acechando a su presa.

La otra figura era más pequeña, apenas le llegaría al hombro a la mujer, y llevaba una automática en las manos cubiertas con guantes. Parecía joven, aunque no tanto como Robin. Su complexión era delgada y vestía un abrigo ancho. Tenía el pelo corto y rasgos andróginos que hacían difícil precisar si se trataba de un chico o una chica. Una cicatriz antigua cruzaba su nariz horizontalmente y su actitud parecía indicar que la que mandaba era la otra.