Partida Rol por web

Finales y principios

[Capítulo 2] No hay lugar como el hogar.

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03/07/2018, 00:01
Narradora

A Robin no le costó lo más mínimo marcar el camino que debían seguir, aunque en algunos momento el trayecto se puso un poco extraño, pasando entre solares abandonados y tomando giros que serpenteaban atajando entre distintas calles.

Por fin, tras algo menos de un cuarto de hora, reconocieron el lugar que buscaban por el autobús pintado entero de negro y rojo salvo las ventanillas que esperaba junto a la acera, con el motor arrancado. Allí, algunas personas aguardaban su turno para subir y las que lo hacían sólo era tras hacer algún tipo de intercambio con el que debía ser el conductor, un tipo de tez oscura y rastas que tenía una cicatriz cruzando su ceja izquierda. 

Cuando Robin y Nick llegaron al final de la cola, tan sólo tenían tres personas por delante, y el pelirrojo tuvo la aplastante certeza de que de no haber sido por su atajo no habrían llegado a tiempo y el autobús se habría marchado sin ellos. Y sin un horario estricto que seguir, quién sabía cuándo habría llegado el siguiente. 

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04/07/2018, 07:48
Robin

Ese chivato de peligro que Robin presuponía -y defendería ante el fuego- que todos los humanos tenían aunque a su padre le diera por llamarlo arácnido, no se activó en ningun momento, o si lo hizo el pelirrojo no tuvo tiempo de escucharlo como tampoco había escuchado una palabra de Nick.

Se movía por los callejones y descampados como si el tamaño de unos a otros no cambiara, con el diestro pisando prácticamente pisando el mismo espacio que había ocupado el zurdo. Seguía la misma línea que había recorrido en otros tiempos cuando aun no le atosigaban sentimientos contradictorios al pensar dentro de Queens «estoy en casa».

Se sentía fundido en el aire, y creía poder extraer de él la paz de un hogar que le llegaba con un regusto amargo a repudia.

Sabía que a veces el reproche no venía de quien se sentía, sino de la propia persona que lo creía ver, pero de algún modo estaba seguro que Queens había cortado con él el mismo día que él había decidido no volver.

Por ello, encontrar el camino y, al final de éste, el autobús esperando por él le bañó las entrañas en azucarada calma y le regaló una semilla de esperanza de que llegaría a tiempo de salvar a Nathan de lo que fuera que había hecho levantarse a Marjo.

Comprobó que su tío no le hubiese perdido en esa ocasión y se puso a la cola para subir al autobús.

¿Qué? ¿Me decías algo? —le preguntó por si había estado pasando de él.

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05/07/2018, 21:44
Nick Bennett

Nick hizo el camino en silencio, mordiéndose la lengua cada vez que ésta sentía ganas de decir algo. Un par de veces estuvo a punto de preguntarle al chaval si estaba seguro de que sabía por dónde iba, pero se aguantó las ganas y se limitó a dejarse llevar. Nunca le había costado dejar que otros llevasen las riendas de casi todas las facetas de su vida. Al fin y al cabo tenía a Donna, una abogada, un agente, contable, terapeuta... Todas las cosas que uno tenía en los viejos tiempos y que creía necesitar para sobrevivir. 

Le sorprendió que de verdad llegasen a su destino en lugar de acabar en Tombuctú y miró a Robin elevando un poco las cejas, orgulloso de él. 

Que lo has hecho muy bien —respondió al chico, aunque en realidad no le había dicho nada antes—. Y este autobús nos dejará muy cerca del Unhood, así que coge aire y respira, que te vas a ahogar.«Y profesor de yoga, eso también».

Esperó hasta que la cola los llevó directos hasta el tipo de la cicatriz y, cuando llegaron a él, ya había colocado esa sonrisa en sus labios. Dejó que sus hombros se relajasen, como si estuviera exactamente donde quería estar y aquel tipo fuese su futuro mejor amigo. Antes de que el Bob Marley chungo les dijese nada, él ya estaba sacando una bala del bolsillo y ofreciéndosela. 

—Sólo somos dos —Sonrió, simpático, encantador, aquello solía funcionar, ya lo había hecho un rato antes en el metro—, pero quédate la vuelta. 

- Tiradas (2)
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05/07/2018, 23:26
[Ind] Tobby J.

El tío cogió la bala y la examinó por encima, pero sus ojos parecían más interesados por el escritor que por el pago de los pasajes. Frunció el ceño y su cicatriz palideció un poco al estirarse. 

—¿Tú no eres Nick Bennett? —preguntó entonces, con una voz grave y rasposa y un tono lento. Nick asintió con la cabeza y el hombre insistió—. ¿El escritor? No pienso cobrarte, tío —anunció tras el segundo asentimiento—. Mi vieja era fan tuya, joder. Siempre estaba hablando de tus libros. Tú no te acordarás, pero una vez le firmaste un puto libro. Ella estaba preñada de mi hermana, con un bombo que te cagas, pero aún así se hizo mil horas de cola para verte. Y tú al verla dejaste que se sentara a tu lado para charlar mientras firmabas. 

Le puso la bala en la mano a Nick de vuelta y se movió un poco, dejando pasar a los dos. 

Me cago en la puta. Nadie que hiciese feliz a mi vieja va a pagar en mi carro.

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08/07/2018, 20:19
Robin

Robin sonrió orgulloso al elogio de su padrino agradeciendo tanto el hecho de que se lo dijera como el hecho de moverse con él desde los hoyuelos de sus mejillas.

Le dejó hablar y le observó hacerlo como fan y aprendiz. No estaba intentando ser él pero sí empaparse de esa mágica facilidad para encajar con los demás.

Y al escuchar el relato del conductor, se le lleno el pecho de tanto orgullo que tuvo que desplazar parte al estómago y parte a las puntas de los dedos que cosquillearon como el ronroneo de un gato.

Siempre has molado—pensó queriendo mandarlo directo a la cabeza de su tío—.

Esperó a que el escritor aceptara el trato y regalo y solo se movería detrás de él para subir, con una pequeña reverencia de cabeza al conductor.

La suerte parecía dispuesta a ayudarle.

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09/07/2018, 22:41
Nick Bennett

Mentiría si dijese que recordaba a la madre de aquel tío. Había estado en tantas firmas de libros, hablado con tantos fans, sido agradable con tantas embarazadas, que sería imposible acordarse de cada anécdota. Una parte del escritor se sintió halagada con el reconocimiento, transportada a otra época en la que parecía que la felicidad dependía de cuánto tardaba en llegar al primer millón de ventas. Pero otra parte se amargaba, consciente de que eso ya no era real. Lo real era el autobús maloliente al que estaban a punto de subirse. Lo real era tener un revólver en el bolsillo. Haber perdido a Donna, no haber sido suficiente para salvar a Jack. Eso era lo jodidamente real. 

Sin embargo, nada en su rostro reflejó esos pensamientos. Su sonrisa se amplió un poco más cuando cogió la bala de vuelta y se la guardó en el bolsillo mientras Robin iba subiendo al autobús. Después le ofreció la mano al tío para estrechársela con firmeza. 

Creo que recuerdo a tu madre. Me acuerdo de ese día, sí. Era muy guapa —declaró, alzando un poquito las cejas. Eso era lo que todo hijo quería escuchar, ¿no?—. Gracias. 

Tras aquel breve intercambio de palabras que tenía tan interiorizadas que ni siquiera necesitaba pensar en ello, Nick subió también al vehículo y se dejó caer en un asiento vacío, junto al chaval. Suspiró entre dientes antes de echarle un vistazo a su rostro pecoso. Pronto llegarían, vería a su padre y se calmaría. Con un poco de suerte podría convencer a Nate para que dejase al cabrón de su hermano y se volviese con ellos. Al menos lo intentaría. 

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10/07/2018, 02:35
Narradora

Un par de minutos después las puertas del autobús se cerraron y el hombre de la cicatriz se sentó al volante. El motor carraspeó un par de veces, delatando que ya empezaba a estar cascado, o quizás que la gasolina con que lo alimentaban estaba demasiado rebajada, pero al final arrancó. 

Se pusieron en marcha y el paisaje de las calles de Queens empezó a moverse ante sus ojos, envuelto todavía en los jirones traviesos de esa niebla que se resistían a abandonar del todo la ciudad. En el interior del autobús había un puñado de personas, salpicando los asientos aquí o allá. Algunos iban acompañados y el murmullo de sus conversaciones se entremezclaba con el sonido del motor, haciendo imposible entender lo que decían. 

Por la ventanilla podían ver algunas personas moviéndose de un lado a otro, caminando rápido por el frío. También algunos grupos de militares, patrullando o fuera de servicio, pero todos uniformados y bien armados. Al fin y al cabo, si Queens tenía tantos recursos a su disposición era justamente por el férreo control militar bajo el que se vivía en ese distrito. 

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11/07/2018, 14:58
Robin

Sentado junto a su tío, Robin cambió el respaldo por la ventana y dobló la pierna sobre el asiento para entornarse hacia Nick.

¿De verdad la recuerdas? —le preguntó con una sonrisa burlona en los ojos—.

Te dije que significaba —comentó feliz de que alguien ajeno a la familia y a Morris le hubiese hecho ver a su padrino la fuerza que todavía tenía su nombre—.

Esperó a que esa realidad impregnase en Nick, antes de removerse en el asiento para usarlo conforme se esperaba.

Los nervios de la proximidad del destino empesaban a agitarlo. Y ya no solo por ver a su padre, sino por volver a abrazar a Alec.

Quien, de pronto, ahora que estaba más cerca la realidad de encararlo, no parecía tan egoísta y con cada metro menos entre ellos, su enfado parecía más desdeñable.

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12/07/2018, 15:10
Nick Bennett

Nick arqueó las cejas al sentir esa mirada burlona del chaval sobre él. No sabía a qué venía, pero en parte le gustaba verlo sonreír después del día aún más rarito de lo normal que llevaba. Le hizo un gesto con la barbilla, como preguntándole a qué venía su cara, y cuando llegaron sus palabras, puso los ojos en blanco. Sin embargo, una sonrisa reflejaba en sus labios que le había hecho gracia que Robin siguiera con eso en la cabeza. Era demasiado listo el jodido. 

Estiró entonces el brazo para revolverle el pelo, como había hecho desde siempre, desde que era un maldito criajo todo ojos y pecas. Poco le importó la presencia del gorro para ello. 

Anda, anda —dijo, mientras se lo estiraba un poco hacia abajo sin mucho éxito—. No me seas sabiondo. 

Se puso más cómodo en el asiento al ver que el chico también se colocaba y se cruzó de brazos, mirando hacia el techo de aquella lata que llamaban autobús. 

—¿Qué es lo primero que harás cuando lleguemos? —preguntó, pensando en dar una vuelta por el lago del campamento en cuanto terminasen los saludos de rigor. 

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14/07/2018, 08:54
Robin

Robin se encogió como un pollo al ver acercarse la mano de Nick y mientras éste le removía el pelo aplastado bajo el gorro, tomó consciencia de que aun lo llevaba y que le habría dejado el cabello fatal.

Esperó a que su tío dejase de intentar colocarle el gorro y, con el mismo gesto, de convertirlo otra vez en niño. A veces, como ahora, tenía la sensación de Nick hubiese preferido que fuera un crío eterno. Y a veces, como ahora, de camino a ser más adulto que nunca por partida doble, a él no le importa volver a ser niño, un rato.

Se quitó el gorro y lo apretujó en el bolsillo de la parca para luego apoyar la cabeza en el brazo de su tío favorito dispuesto a usarlo de almohada y refugio.

Tenía clara la respuesta a su pregunta, cuando llegase debía encontrar a su padre y sacarle de ahí pero sus pensamientos no supieron evitar imaginar los labios de Alec y sintió la rojez adueñarse de él así que cerró los ojos como si ello hiciera que todo desapareciese.

Ayudar a papa —respondió apretujandose un poco más hacia Nick para que entendiera que iba a dormir, aun más—.

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16/07/2018, 21:48
Narradora

El zumbido del motor del autobús parecía arrullar al muchacho en un sueño sin sueños, vacío de imágenes pero teñido de esa urgencia que parecía haberse pegado a su piel. No volvió a soñar con esa presencia de voz hecha de aire y suspiros y cuando Nick lo despertó pudo ver el autobús parado y algunas personas bajando.

Al abrir los ojos pudo ver por la ventanilla que estaban muy cerca de la entrada del parque Eisenhower y, por lo tanto, del campamento que se resguardaba dentro del parque, de su padre... y de Alec. 

No tardaron en bajarse del vehículo y emprender el camino, apenas tendrían que andar unos minutos para llegar a su destino después de un viaje largo. 

- Tiradas (3)
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17/07/2018, 02:26
Narradora

Fue entonces cuando a los oídos de Robin llegó un sonido lejano que erizó de inmediato el vello de su nuca, el ruido seco y contundente de una detonación. Tal vez en cualquier otro momento el pelirrojo podría haber pensado que se trataba de su tío enseñando a disparar a Alec a una hilera de latas fuera del campamento, pero tras ese primer disparo, llegó a sus oídos otro más y todo su instinto se fue cargando de una fuerte sensación de peligro. 

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17/07/2018, 02:31
Narradora

Fue entonces cuando a los oídos de Nick llegó un sonido lejano que erizó de inmediato el vello de su nuca, el ruido seco y contundente de una detonación. Y tras ese primer disparo, llegó otro y otro más. El escritor alcanzó a distinguir lo que le parecieron gritos en la dirección del campamento y ese instinto que tantas veces le había ayudado despertó todas sus alarmas llenando su mente de peligro e inevitabilidad. Sintió más que saber la certeza de que el Unhood estaba siendo atacado. 

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17/07/2018, 02:33
Nick Bennett

Nick estaba empezando a caminar hacia el interior del parque cuando de repente se quedó inmóvil. Frunció el ceño y extendió un brazo para intentar frenar a Robin antes de que avanzase más. 

—Disparos —dijo, mientras sentía sus sentidos desperezarse a toda velocidad, con el ritmo que marcaba la adrenalina en su sangre. 

Sintió cómo se le secaba la boca. Su primer instinto fue dar la vuelta sobre sus talones y alejarse. Coger al chaval aunque tuviese que cargarlo sobre el hombro y correr lejos. Esconderse. Volver al refugio seguro que habían construido en la otra punta de la ciudad. Pero le había fallado a tanta gente antes, a Donna, a Jack, a sí mismo... No podía fallarle también a Nate. 

Sacó su revólver y lo amartilló. Luego miró a Robin a los ojos, intentando sonar autoritario, sin lugar a discusión. 

—Quédate por aquí y escóndete. Hazme caso.

No dijo más antes de echar a correr en dirección al campamento, arma en mano, intentando moverse pegado a los árboles para no ser un blanco fácil, como había visto mil veces en las películas, como él mismo había escrito en sus novelas. No se detuvo a comprobar si el chico le hacía caso o no. Maldecía entre dientes mientras corría. Una vez más se veía obligado a ser el héroe cuando sólo quería ser el niño que se esconde debajo de la cama cuando vienen los monstruos. 

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18/07/2018, 07:48
Robin

Robin se encontraba adormilado y mal humorado a consecuencia de lo primero.

Se apartó de la mano despertador de su padrino con brusquedad como si de pronto le molestase a pesar de haberlo usado de almohada.

Buscó orientarse mirando a su alrededor mientras se ponía en pie y al dar con el paisaje que la ventana le ofrecía mascó el sueño y volvió a buscar su gorro que se puso sin tener, esta vez, cuidado de tapar el rojo de su pelo. Aquello ya no era camino y quién le viera no necesitaba ni siquiera sus pecas para reconocerle.

Saltó el escalón del autobús al suelo y tomó el camino que otros él ya habían recorrido. Se sentía cómodo en el instinto pero cada paso le dolía como si tuviera cuchillas en los zapatos.

La proximidad de Elijah le hacía sentirse como un traidor de sí mismo y aun así necesitaba terminar ese camino.

Pisaba fuerte y temblaba como una hoja en un intenso debate consigo mismo que llegaba tarde y del que había dejado pasar la oportunidad de tener con Skyler y Trish.

Y a ello se le sumó el disparo. El mismo frío que había sentido en la iglesia se apoderó de él solo que esta vez parecía tener garras de hielo en vez de ser de plumas de nieve.

Antes de poder reaccionar, Nick le mandó quedarse quieto y él se arrepintió de haberle dejado tratarle como a un crío.

Claro que no—se ahorró protestar por la rapidez con que había quedado a la espalda de su tío—. No—repitió para sí, cogiendo el camino donde el bosque era más denso. Al menos haría caso en la parte de esconderse. Pero iba, joder si iba—.

Notas de juego

¿Puedo tirar para ver qué camino me lleva al campamento en modo ninja del bosque? Estilo la tirada del bus

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18/07/2018, 14:45
Robin
- Tiradas (1)

Notas de juego

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19/07/2018, 15:05
Narradora
Sólo para el director
- Tiradas (1)
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20/07/2018, 01:55
Narradora

Los arbustos estaban, tal vez, un poco más altos que un año atrás. Las hojas eran nuevas y la hierba más alta y desordenada. Pero los árboles seguían siendo los mismos que tan bien conocía el chico. Y es que Robin se había criado en aquel parque y lo conocía como la palma de su mano. No le costó demasiado deslizarse entre sus senderos, invisibles para cualquiera que no los conociese, claros como si estuvieran señalizados por luciérnagas para sus ojos. 

No tardó en perder a Nick de vista. Los caminos entre la maleza eran más lentos y sinuosos que el camino principal. A lo lejos le llegaron de nuevo los disparos, mordisqueando en sus talones con una sensación de urgencia y peligro que avivaba su mente y aguzaba sus sentidos. Los colores parecían más intensos, los sonidos se atenuaban bajo el tronar de su propio corazón y podía escuchar su respiración muy por encima del frufrú de las ramas que se cruzaban en su camino y de ese motor lejano que... ¿Era eso un motor?

Por el rabillo del ojo podía vislumbrar el camino principal y apenas unos segundos más tarde pudo ver el jeep responsable de ese sonido que circulaba dando tumbos por los baches del terreno. Tenía una lona haciendo las veces de techo en la parte trasera pero llegó a ver la mano que sujetaba el revólver, apuntando hacia el camino, disparando un par de veces más al aire. La persona que la sostenía iba vestida con ropa militar y llevaba un casco de moto en la cabeza. Se aferraba con la otra mano al vehículo que se alejaba, pero al chico le parecía escuchar otro en la lejanía, más o menos a la distancia a la que debería estar el campamento. 

Se hizo consciente entonces de un olor que desentonaba. El aroma acre y pegajoso del humo se coló en sus fosas nasales y se quedó enganchado en su garganta. Robin supo en ese instante que algo se estaba quemando y, aunque no llegaba a ver la columna de humo ascendiendo desde el campamento hasta salir por encima de las copas de los árboles, sintió de una forma ineludible que se trataba del almacén donde los Titanes guardaban las provisiones. 

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22/07/2018, 01:35
Narradora

Y Robin corrió.

Corrió liberando la prisa que llevaba angustiando su garganta desde el día anterior, corrió sin preocuparse por el tropezón que le dejó el tobillo algo dolorido, sin darse siquiera cuenta de que una rama dejaba un pequeño corte rojo en su mejilla. Su mente estaba más allá, en el campamento, su corazón galopaba tirando de él en la dirección en la que debía estar su padre... y Alec. 

Apartó las últimas ramas para entrar en el campamento por un hueco lateral, cerca de la entrada principal, pero resguardado entre los árboles que bordeaban Unhood, y sus ojos se movieron rápido, más de lo que su mente podía procesar. 

El panorama que contempló le heló la sangre en las venas. 

Todo el aire estaba lleno de un humo espeso y caliente, que amenazaba con quemar sus pulmones agitados por la carrera. Enormes lenguas de fuego lamían el almacén, consumiendo la madera con una velocidad vertiginosa hasta convertirla en carbón. Pero fue al apartar la mirada de la hoguera cuando descubrió los cuerpos. El suelo estaba salpicado de ellos, aquí y allá, rostros conocidos con los ojos vueltos al cielo y la vida derramándose a borbotones por las heridas, regando el suelo hasta empaparlo de muerte.

Ahí estaban los padres de Alec, con las manos entrelazadas en un último gesto de amor y las tripas asomando por dos profundos cortes. Un poco más allá estaba Russell, con un agujero en la frente del que se escapaba un hilillo de sangre, junto a un par de cuerpos que no llegó a identificar, tal vez los padres de Maron, quizá nuevos integrantes del campamento. Cerca del almacén un cuerpo inmóvil de espaldas, en el que reconoció a su tío por la cabellera rubia. Y dentro de él dos cuerpos ardían, tendidos en el suelo, moviéndose en los últimos estertores de vida: Maron y Añil. La espada de Excalibur estaba clavada en el cuerpo de un hombre vestido con ropa militar, pero el anciano no había corrido mejor suerte y estaba tendido junto a él, con el cuello abierto de lado a lado, cerca del corral donde la vaca embestía la puerta una y otra vez, intentando escapar con un terror irracional del fuego. 

Los ojos de Robin alcanzaron a ver a Katia, apretándose una herida en el abdomen que sangraba profusamente. Su rostro estaba tan pálido como la luna y su mirada perdida delataba que apenas le quedaban algunos segundos antes de desvanecerse. Alec no estaba a la vista, pero finalmente sus ojos encontraron a su padre. 

Nathan estaba tendido en el suelo, con la ropa empapada de sangre a la altura del pecho, pero con aliento suficiente como para insultar a gritos a la mujer que le apuntaba con una pistola. Iba vestida como el que había visto antes en el jeep: ropa militar y un casco de moto con la visera bajada. Otro jeep idéntico a aquel esperaba en la puerta, con el motor arrancado y varias personas subiendo a él a la carrera. Y entonces vio a Nick. 

El escritor había perdido demasiadas cosas en su vida. Las materiales le habían dolido en un tiempo en que creía que quedarse sin su casa de Los Hamptons era lo peor que podía sucederle. Pero después de eso había llegado el faro. Había perdido a Donna. Había perdido a Jack. Lo había perdido todo salvo a sí mismo. Había descendido hasta el más profundo de sus infiernos y se había convertido en un despojo del hombre que había sido. Pero estaba decidido a no perder también a Nate. 

—¡Aguanta! —gritó cuando se abalanzó para interponerse entre la mujer
y su amigo, el único que le quedaba de ese pasado que añoraba. 

La sangre salpicó su rostro cuando el primer disparo le impactó en el hombro izquierdo, algunos centímetros por encima del corazón. La vida se le escapaba a toda velocidad por una herida que, incluso en la distancia, Robin sabía que tenía que haber tocado una arteria. Nick bajó la mirada con incredulidad. Había terminado por creer que su maldición era ser siempre testigo, nunca la víctima, condenado a sufrir la pérdida que le rozaba con la punta de los dedos, sin que la Parca llegase a agarrarlo entre su puños fríos. Su rostro perdió el color rápidamente, pero tuvo tiempo de disparar mientras aún estaba en pie.

Dos tiros. El primero al aire, rozando sólo de refilón el casco de su atacante. Tomó aire. El segundo atravesó la visera y se incrustó en la frente de la mujer que cayó redonda al suelo. El escritor sentía las rodillas débiles y el frío extendiéndose veloz desde sus extremidades. Trastabilló y cayó al suelo, mareado. Si él hubiera escrito esa escena sin duda al protagonista le habría llegado su hora. Por lo menos el chaval se había salvado, al final Donna iba a tener razón e iba a ser un jodido héroe. Nick cerró los ojos y empezó a tararear una canción vieja de Bruce Springsteen. Sus labios se estiraron en una sonrisa algo cínica. 

Llegas tarde de cojones, zorra —musitó entre dientes con su último aliento. 

Los atacantes no se detuvieron a recoger el cadáver de la mujer. En cuanto el último de ellos se subió al vehículo, el jeep salió quemando rueda en pos del que Robin había visto minutos atrás. El polvo que dejaban a su espalda tardaría en asentarse sobre la masacre.

El ruido del motor se alejaba y por el rabillo del ojo Robin alcanzó a ver una cabecita asomándose despacio desde detrás de una fuente que aún funcionaba. Hope. La chiquilla estaba sucia de hollín y barro, despeinada y con las manos trémulas, pero no parecía estar herida. Sus ojos se anegaron de lágrimas cuando vio a sus padres y corrió hacia ellos, sin ser capaz de asimilar en ese instante la presencia de Robin. 

No había mucho tiempo para pensar. El fuego se extendía con voracidad y en ese momento prendió en una lona que separaba el almacén de uno de los barracones. Todo el campamento estaba construido en madera, igual que el bosque, y pronto el incendio se lo comería todo. Katia ya no se movía y los insultos de Nathan habían cesado, pero su pecho aún oscilaba con dificultad. 

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22/07/2018, 19:06
Robin

Si no hubiese tenido tanta prisa, el chico hubiese intentado calcular el tramo que habían crecido los árboles en su ausencia, sin embargo, en ese momento, ni sus talones, corazón, orejas ni pensamientos estaban puestos en la nostalgia del verde de Unhood.

Avanzó contra instinto, corriendo directo al peligro, a la verdad que no quería conocer pero que necesitaba casi tanto como el aire que respiraba a pesar del humo. Corrió tanto que los pulmones tuvieron que pedir tregua so amenaza infundada de rebentar desde dentro. El dorso de su mano se elevó a su mejilla para descartar el cosquilleo del corte que le había hecho una rama sin que el muchacho prestara la más mínima atención a su propi gesto o a qué era aquello que intentaba quitarse de encima como si no fuera con él. 

Tan solo convenció a sus pasos de detenerse el ardor en su garganta y lo hicieron lo justo para poder escalar la columna de humo hasta el cielo. No necesitó más para ignorar todo intento de su raciocinio de salvarle del destino que le esperaba al final del camino de espigas.

Subió la bufanda de Skyler de su cuello a su rostro para filtrar mínimamente el aire que fuera a llegar a su garganta y fosas nasales, por más que ya las hubiese llenado de amargor y medio. De un miedo tan pesado, denso y pastoso que le asfixiaba en su descenso hacia el pecho y las tripas.

Pero no fue hasta que sus ojos descubrieron lo que su garganta ya sabía cuando el miedo ocupó tanto en él que constriñó venas y nervios haciendo que su cerebro quisiera apagarse. El dolor de la escena que tenía delante le emborronó la visión y sintió a su cabeza desprenderse.

Un fuerte huracán le abatía desde dentro, golpeando violentamente contra las paredes de esa cabaña descuidada que era, regirando, rompiendo y echando por las ventanas y puertas arrancadas cuanto tenía. Su consciencia relegó el mando al cuerpo para recogerse en el punto más profundo, oculto y diminuto que encontró dentro del pelirrojo. El inconsciente rugió expandiéndose para tomar las riendas de ese lechoso cuerpo que sin él tan solo hubiese caído al suelo, o se hubiese golpeado una y otra vez contra el árbol más próximo como hacia la vaca Anastasia.

Sabía quién era la causa de toda la muerte que regaba su hogar, su tierra y el origen de todos sus principios. Sabía quién era el culpable de la muerte de toda su familia y de la otra mitad de sí mismo que aun le quedaba. Lo sabía y deseaba que el fuego le llegara cuando aun respirase y que lo siguiera haciendo hasta que no le quedase más cuerpo por el que gritar.

Lo sabía y lo buscó. En en esa búsqueda encontró la pesadilla que le había empujado todo el viaje. Vio a su padre y la ira en alianza con el dolor latigó a sus rodillas para que se movieran, corrió pero no lo hizo ni más rápido que el escritor ni mucho menos que la bala que atravesó a Nick o el maldito jeep que permitía la retirada de los ejecutores de la semilla del infierno que bien seguro había abonado Elijah.

Corrió ciego, siendo un muerto más, con la única diferencia de que caminaba para dar una apariencia de vida que no podía sentir sino falsa, inmerecida y desaprovechada. No entendía porqué él se movía y no su padre, su padrino, Rass, Excalibur, las chicas o cualquier otro antes que él. No entendía por qué el destino había querido que llegase tan tarde, por qué había tenido que llegar Nick, o por qué debían ser a ellos, la segunda mejor esperanza para la humanidad humanista regar con su vida el fin de la civilización.

La ira seguía avivando las calderas que movían su cuerpo cuando ambas rodillas cayeron al lado de Nate, le faltó tacto al presionar la herida de su padre y al poner las manos sobre él, se sintió abrazado por una paz que competía con violentos choques con la ira de su maquinària. Toda su fuerza se escapó por los ojos pues en ese momento rompió a llorar.

Las lágrimas brotaban arrasando con su rostro, atragantándole con rugientes sollozos que salían de lo más profundo de su alma debilitándole hasta perder el tono muscular de su torso y espalda.

- Papá - creyó gritar entre llanto encorvado sobre él con su frente empapada de la sangre que sus manos buscaban contener-. Padre, por favor. Estoy aquí. Por favor, por favor, por favor. No te vayas. He llegado. He llegado. Por favor papá...

Vencido lloró hasta que el llanto fue cediendo y él fue recuperando una ligera consciencia de sus acciones. Tragó saliva con sangre, mocos y un regusto amargo que se le antojó a muerte.

Estaba tan vacío que creía haber perdido las emociones, como si hubiesen sido arrancadas en algún río de sus lágrimas. Solo lo quedaba la extraña sensación de desorientación que jamás le había rozado ni con un dedo con anterioridad a aquella desolación, y la ira, pues esta crecía como el moho en las esquinas más olvidadas de sí mismo. 

Entre pesadas respiraciones, separó la frente de Nathan y gritó por Hope al tiempo que decidía ponerse en pie, sacar a la vaca y en ella, cargar a su padre, a Nick y salvar el pellejo. No llegó ni siquiera a preguntarse por Alec, su ausencia no hacia más que confirmar quién era el asesino de su familia y no tenía tiempo para sentir.