Partida Rol por web

Nueva York, sábado 14 de noviembre de 2037, 19.15.

Ya había anochecido cuando por la entrada principal del Morris entraron Morgana y Lincoln, seguidos de muy cerca por Shamira, que había estado parloteando todo el camino. La chiquilla parecía algo excitada con las novedades del refugio, o tal vez era su forma de enmascarar el vacío que había dejado en su pecho la pérdida de Nick. Junto a ella llegaba una chica desconocida para todos menos para Clem. 

Era muy joven, seguramente más joven que Clementine, aunque no tanto como Trish. Tenía la tez tostada y algunas pecas salpicaban su nariz y la parte alta de sus mejillas. Su pelo era castaño y lo llevaba suelto salvo por algunas trenzas salpicadas aquí o allá. Sus ojos de color marrón claro repasaron a aquel extraño comité de bienvenida y sus labios se apretaron por un instante delatando cierto nerviosismo. 

La chica miró alrededor, como situándose, y luego arrugó la nariz cuando el olor al estiercol de la vaca la alcanzó desde el almacén. Se guardó sus pensamientos al respecto para sí y se mantuvo en silencio, dejando que fuera otro el primero en romper el hielo. Sin embargo, su mirada seguía moviéndose, casi como si buscase algo por allí.

El tufo del estiércol también hizo que Morgana arrugase la nariz. Le había hablado sobre ella a María, y de los planes con Madre Laura. También la puso al corriente, lo mismo que a Nicolás, sobre las desgraciadas circunstancias  de la muerte de Nick; habló del Morris y de sus habitantes. Todo ello sin entrar en detalles. La suficiente informació para que decidiera su respuesta final.

Y allí estaba María, dispuesta a amamantar, cuidar y, con seguridad, amar a Thiago. Solventaban una necesidad presente creando un posible problema de emociones futuro. Morga se cuidó de no dejarle entrever su posición en relación a lo que pensaba de la madre del bebé. No quería darle ideas a la nueva nodriza.

No por ahora, al menos.

La ex militar se notaba cansada, los músculos entumecidos, le dolía un poco el cuello y la parte superior de la espalda. El día estuvo cuajado de frenética actividad en la consulta de Nicolás. Ya cuando llegó, tarde, malditamente tarde, el trío a La Comunidad, se encontraron con el vestíbulo a tope e incluso gente fuera, en la calle. La expresión molesta del afable Nicolás lo decía todo cuando posó su inteligente mirada sobre la "enfermera". Morga se puso manos a la obra enseguida,  organizando a los pacientes por la gravedad de sus lesiones o enfermedad. Con sus habituales maneras, su aplomo, su poco tacto, su severidad y, en particular, con su profesionalismo y eficiencia. Pero también con alguna que otra broma que sacaba una sonrisa a la gente.

Ayudó al buen doctor en un inesperado parto de gemelas. Luego no pararon, cosiendo un par de heridas de cuchillo, un hombro dislocado y vendando un esguince de tobillo, todo seguido.

"-Nicolás, hoy esto es una puta fiesta. ¿Qué coño pasa?"

Se quedó más rato del habitual y regresaron un poco tarde. La conversación con María fue acaparada por Shami, a quien dejó preguntar y parlotear, hasta que la mirada de Morga dijo basta. A pesar de eso, a la jovencita se le soltaba la lengua con frecuencia.

Morgana miró a los presentes, supuso que debía presentar a María. Se encogió de hombros.

-María. Ya os he hablado de ella. Sabe de nuestra situación- señaló a los presentes-. Clem, ya la conoces. Cass. Este es Axel. Y Trish, hermana de Cass. Buena gente. Yo desentono un poco, para equilibrar la puta balanza- torció una sonrisa guasona. 

Por extraño que resultase, omitió incluir cualquier calificativo burlón de los que estaba pensando para cada uno de ellos.

Cuando la reunión se había dado por finalizada Trish había optado por encerrarse en el taller a trabajar. No había aprovechado el tiempo en exceso, pero le había servido para empezar a poner ciertas cosas en orden en su cabeza. Apenas había salido para comer algo rápido antes de volver a su cubil. Si alguien había ido a visitarla, sin embargo, se había mostrado tan amable como siempre, aunque con una densa tristeza lastrando sus palabras. Era consciente de que debía seguir adelante, como se solía decir, de que todos debían hacerlo. Pero una cosa era saberlo y otra que fuese fácil.

Trish solía ser muy consciente del paso del tiempo. Sin embargo, aquel día le dio la impresión de que se hizo de noche de repente y sin previo aviso. Eso no la detuvo de seguir a lo suyo, encendiendo la luz de trabajo del taller y terminando lo que tenía entre manos. No salió de allí por el sonido de la puerta de la verja, sino a por algo de beber, pero sí se dirigió a la puerta principal para ver de quién se trataba.

Hacía muchas horas que no veía a Morgana, y aquella mañana se habían vuelto a decir cosas que no eran agradables. Aunque aquello era casi rutina con la ex militar, claro. Sin embargo, si de algo había servido el día de reflexión había sido para decidir enterrar el hacha de guerra. Y al oír las presentaciones que hacía Morgana la muchacha de pelo azul se alegró de haber tomado aquella decisión.

—Hola —saludó a la recién llegada, acercándose a tenderle la mano—. Ahora te enseñamos todo esto y te presentamos también al pequeño —afirmó, haciéndose consciente de que no habían tomado una decisión común sobre cómo llamarlo—. Tenemos varios cuartos libres, así que vas a poder escoger.

Tras la reunión, Axel se había quedado el día entero en el cuarto que le habían asignado. Por un par de horas no se había escuchado sonido alguno proveniente de la habitación, pero un poco más tarde la melodía propia del violín había resonado por las paredes del Morris, al menos hasta donde la música alcanzaba sin ser interrumpida o acallada por las múltiples paredes entre donde se encontraba el portorriqueño y el resto de los habitantes de ese antiguo centro de salud que ahora llamaban hogar. 

Absolutamente concentrado en aquella práctica, no salió del cuarto hasta que la oscuridad de la noche le hizo consciente de la cantidad de tiempo que había pasado allí. Fue entonces cuando, dejando su querido instrumento de lado, se acercó a los espacios comunes para intentar compensar su aislamiento temporal con algo de conversación. Sin embargo, antes de llegar a uno de ellos, el sonido de la puerta principal hizo que cambiara su destino por la entrada para curiosear quien venía. 

Se le hacía enormemente extraño ver a Morgana seguida de niños, pues al conocerla jamás se la habría imaginado en una situación similar, pero la forma en que se relacionaba con ellos le recordaba a las señales y actitud que tendría una loba con sus cachorros. Al final de cuentas era hasta un poco adorable. 

Un gusto, María - saludó con una amplia sonrisa a la nueva habitante del Morris. Era muy pronto para tener cualquier impresión sobre ella, más allá de que parecía querer ayudar con el bebé y que era bastante bonita - Para lo que necesites. También soy nuevo aquí, y pasé un tiempo en la Comunidad en su momento. - le ofreció algo de información esperando que sabiendo eso se sintiera un poco más a gusto. 

Cassandra se había quitado la chaqueta hacía un momento y la tenía colgada de su brazo, acababa de volver de hacer una ronda antes del anochecer y todavía tenía la cara fría y las manos entumecidas. Había ido a ver la integridad de la valla, sobretodo la zona que habían tenido que arreglar ella y su hermana, bueno en realidad más su hermana que era la que sabía manejar el martillo, y se había quedado satisfecha. Claro que ella no era ninguna experta en esos temas.

La buscadora estaba en un lateral del "comité de bienvenida", dejando el centro de las miradas a otros, escuchó la presentación de Morgana y cuando la nombró a ella levantó la mano con dos dedos en alto a modo de saludo. 

-Para equilibrarte necesitamos ser cuatro más. -le respondió a la ex militar en el mismo tono -Mejor vamos mas dentro y dejamos atrás el perfume.

Al final la vaca parecía que se iba a ir, pero el abono que recogerían hasta que eso sucediese le iría de perlas a los cultivos. La mierda de la vaca, mezclada con restos de vegetales y malas hierbas, se empezaba a acumular en sendos montones de los huertos para ser utilizada cuando fuese el momento oportuno.

No parecía que a la joven le resultase cómodo ser el centro de atención, pero se mantuvo tranquila, paseando la mirada por los que iban hablando, y hasta sonrió con aquella intervención de Cassandra. 

—Sí, por favor —dijo, disponiéndose a seguir a la buscadora hacia la sala común—. Ya conocí ayer a Thiago —señaló, llevando hacia Trish una mirada que se volvió tierna al hablar del bebé—. Es un verdadero encanto. Y os garantizo que lo voy a cuidar muy bien. Muy, muy bien. —Volvió a mirar alrededor—. ¿Dónde está? 

Llevaba una bolsa de lona grande que dejó en el suelo al entrar en la sala, cerca de la puerta. Finalmente sus ojos cayeron de nuevo sobre Axel y se apartó el pelo de la cara antes de hablar hacia él. 

—¿Viviste en La Comunidad? —preguntó, estudiando su rostro como si tratase de averiguar si lo había visto alguna vez antes—. ¿Pero en «El Barrio»¹? ¿O más abajo?

Shamira había dejado de hablar el tiempo suficiente para que las presentaciones tuvieran lugar, pero aquella pregunta de la recién llegada pareció su señal para meterse de nuevo en la conversación.

—Yo lo traigo. Seguro que lo tienen Dan o Skyler —auguró, poniéndose ya en movimiento—. O Kane a lo mejor. Voy a buscarlo. ¿Linc, me acompañas? Y así nos quitamos los abrigos.

El pequeño dudó, mirando a María con cierta desconfianza y luego a Morgana, pero al final terminó por asentir y seguir a la jovencita hacia las escaleras que llevaban al primer piso.

Antes de que su mirada esmeralda se desviará hacia Cass, se detuvo en los ojos de Axel. Los de Morga sonrieron risueños durante un par de segundos. No dejaba de ser raro ver allí al violinista. No era solo una visita como otras veces. Se quedaba. Pestañeó, tal vez dejó entrever durante ese fugaz instante su confusión interior.

Cuando se paró en Cass, estiró un poco más su sonrisa y achinó un punto la mirada. Cass tan solo continuaba la broma, acostumbrada, o resignada, a su ácido humor, como si le dijera, "eh, puedo seguir tu ritmo". Morgana subió al siguiente nivel- Esos cuatro estarán por ahí. Apuesto a que "relajándose" mutuamente. Paz y amor. Lo tengo grabado en las putas botas.

Hizo un gesto de "vamos entonces a la sala común". Recogió el testigo de manos de la peliazul- Tú puedes hacerle de guía, ¿qué te parece, Trish?

Le lanzó una mirada ambigua. Le estaba diciendo: "Nada de mierda para fumar".

Confundido y complacido de igual manera por la mirada ligeramente prolongada que había percibido de Morgana, Axel le dedicó una sonrisa con la comisura de los labios. En su experiencia no era tan común ver en la marine señales de perplejidad o de alegría sincera, y disfrutaba saber que su presencia ayudaba a que eso cambiara. 

Feliz de que abandonaran aquel escenario tan malamente perfumado, Axel siguió con la comitiva en la dirección que ellos estimaran conveniente. El Morris no era tan grande como para no habérselo memorizado al revés y al derecho aun, pero las dinámicas del grupo y donde se fuera a quedar precisamente la nodriza eran una cosa totalmente distinta. 

En El Barrio, claro. Del 32 al 35, por ahí.¹ - contestó con una amplia sonrisa - Puedes preguntar si quieres, seguro más de alguien se acuerda de mí. En el Barrio siempre hay chisme. ¿Que tal va todo por ahí?

Clementine sonrió, al ver llegar a María junto a Morgana, dejando que todos hiciesen sus propias presentaciones y tratasen de introducirla en el Morris antes de intervenir ella misma- Es un placer volverte a ver, María. -dijo, observando cómo Shamira acudía a buscar al bebé, junto a Lincoln.

- Siéntete como en casa. Al fin y al cabo, éste ahora, puede ser tu hogar, si lo deseas.-sugirió, con una sonrisa- Un segundo hogar, supongo. Aunque huela un poco mal hoy.-apuntó, arrugando un poco la nariz- No es lo habitual. La vaca acaba de llegar también. -explicó, mirando a Axel con curiosidad, y con la mirada un tanto apagada. Tras ello, se puso de pie, dispuesta a acompañar a quienes quisiesen guiar a María por el centro- Luego, cuando Trish o Morga te lo enseñen todo, te puedo enseñar la capilla. Es un sitio un poco improvisado... Pero está alejado de las zonas más ruidosas del Morris. Puedes... Entrar símplemente para encontrar un poco de tranquilidad y pensar. 

En cuanto obtuvo la conformidad Cassandra se encaminó hacia la sala común, no se percató que en realidad iba abriendo la marcha pues iba con la cabeza agachada, mirando las puntas de sus botas y escuchando la conversación que se desarrollaba a su alrededor.

El comentario de Morgana llamó su atención, no sabía si iba con segundas para ella o sólo era otra más lanzada al aire, decidió que en realidad no importaba y lo dejó pasar. Le hicieron gracia las palabras que escuchó en español, era una de las cosas que no había podido hacer dado el mundo como estaba, aprender otros idiomas, para ella que le encantaba saber eso significaría un abanico mucho más amplio de posibilidades. Se dijo que podría aprovechar esas habilidades de los nuevos integrantes, así también tendría la oportunidad de conocerlos más.

Al llegar a la sala avanzó hasta la parte de atrás y se quedó a medio camino entre las sillas y la pared, dudando si recostarse en una como hacía casi siempre o sentarse en alguna de las otras.

-Bueno, -empezó sintiendo que tenía que decir algo -supongo que ya te han puesto al corriente de lo que necesitamos y lo que ofrecemos, ¿tienes alguna pregunta sobre algo?

A Trish le agradó el sutil cambio en la expresión de María al hablar del crío. No la conocía de nada, pero algo como eso le daba buenas sensaciones. Iba a contestar a la pregunta de dónde se encontraba, pero cuando otros se le adelantaron se limitó a observar con cierta curiosidad a la mujer. Hacía tiempo que no llegaba alguien nuevo al Morris, al menos sin contar a Axel, que ya era conocido por todos. Trish no sabía si la chica se quedaría posteriormente, ni cómo sería el trato en el día a día con ella, pero al menos la primera impresión era positiva.

—Claro, yo se lo enseño todo —contestó a Morgana con una sonrisa sincera.

No sabía si la militar estaba fingiendo, si había recapacitado o si estaba dándoles algo de cancha, pero desde luego era de agradecer aquel respiro. En realidad, llevando la vista atrás, Trish estaba segura de que habían tenido épocas largas sin llegar a discutir realmente. Sin embargo, últimamente los ánimos y los nervios estaban como estaban, y eso pasaba factura. Pero en ese momento y lugar, con María allí presente, se propuso hacer ella misma un esfuerzo por mejorar aquello por el bien de todos.

—Esta es la sala común —dijo a pesar de que las conversaciones estaban empezando a agolparse—. Como ves tenemos electricidad, lo que está de puta madre, aunque al piso de arriba aún no llega. Quizá algún día, pero vamos poco a poco. Aquí solemos cenar juntos, hablamos, y en general estaremos cuando no queramos escondernos de Axel y su violín —bromeó desviando un instante la mirada hacia el mencionado, buscando algo más inofensivo que hablar de esconderse de la militar.

La mirada de la joven iba de uno a otro, intentando seguir el ritmo de todas las conversaciones que se iban abriendo casi simultáneas. Parecía algo aturullada y asentía con la cabeza hacia los que hablaban, pero no lo hizo ella hasta que Trish no terminó y encontró el espacio vacío para hacerlo. 

—Gracias —le dijo a la muchacha, extendiendo después su mirada y agradecimiento a Clem—. Y a ti, Clementine. Luego me la enseñas, sí. Y ya me dices si hacéis algún tipo de misa o rezo grupal. 

Su mirada continuó su camino hasta alcanzar a Cass y se quedó pensativa un instante antes de asentir. 

—Pues la verdad es que sí. Morgana y Clementine me contaron un poco lo de Thiago, pero... ¿hay algo más que tenga que hacer aparte de cuidar de él? ¿Tenéis organizadas las tareas o algo así? ¿Me corresponde hacer algo? Morgana me ha dicho que tenéis un huerto. Yo sé cocinar, no lo hago mal. Sobre todo eso, al menos por ahora, saber dónde está Thiago, dónde están sus cosas y cuál es mi parte en la convivencia. 

Y finalmente se fijó en Axel. Entrecerró los ojos por un instante, como si así pudiera visualizarlo unos años atrás.

—Está todo como siempre. Ahora están restaurando algunas de las casas del «puerto»¹, para acomodar allí a más gente. La Comunidad está creciendo. Pero, oye... ¿tocas el violín? —preguntó, haciendo un gesto con la cabeza hacia Trish, que había mencionado el dato—. Me suena un violinista hace unos años... ¿No serás amigo de Malena? ¿Malena Gisbert?

Al escuchar el inevitable comentario de Clem acerca de la capilla, a Morgana se le notó la breve mueca de disgusto y a la vez resignación que asomó en su boca. Pero su lengua no soltó ningún veneno mientras las cinco mujeres y el recién llegado Axel desfilaron hacia la sala principal.

- María, el plan es que te dediques al crío. No buscamos a una jodida "chacha"*. -hubo un ligero encogimiento de hombros- Es tu prioridad. Ya sabes que Shami y Linc te ayudarán. Si tienes tiempo y ganas para colaborar en otras tareas, de putísima madre -apuntó una ligera sonrisa.

Se descargó de la mochila y la chaqueta, se liberó del gorro, y se rascó la cabeza y cabellera con energía, despeinándose más que lo contrario.

-Vamos a limpiar el puto sótano. Pronto tendremos una maldita nevera. Hay baños -continuó al hilo de la información facilitada por la peliazul-. La cocina está bien. También tenemos una sala tipo gimnasio.

También se desprendió de los guantes, dejándolos sobre la mesa- Montamos guardias nocturnas, en la azotea. Tú no, claro, bastante vas a tener con el enano meón. -Apareció la típica sonrisa de Morga, aunque sin atisbo de malicia.

Al escuchar a Morgana hablar a Trish le gustó escuchar que el único descalificativo era para el bebé, y ni siquiera parecía decirlo con intención de herir a nadie. Si era por causar buena impresión a María, por lo que había pasado o por algún otro motivo, no lo sabía. En cualquier caso era agradable no estar lanzándose gritos y navajas con dos recién llegados presentes, por más que uno ya las conociera a las dos de antes.

Cuando se dispuso a contestar a María, Trish decidió no comentar nada sobre los horarios de misa, o ese tipo de cosas. Seguramente todos en el Morris los sabían, porque era algo a tener en cuenta a la hora de organizar las tareas, pero ese era terreno de Clem. Lo que sí hizo fue apostillar las palabras de Morgana.

—Eso —dijo, concordando con ella—. Tú por ahora no te preocupes por nada, y lo vamos viendo. Thiago hasta ahora se ha portado bastante bien, así que si luego tienes tiempo ya lo hablaremos. —Echó una mirada a rápida a Cassandra antes de volver a hablar—. Y si alguna vez necesitas una mano con algo, no te cortes en pedirla.

Clementine observó la mirada de disgusto de Morgana y le dedicó una expresión breve pero bastante seria y severa, para lo que venía siendo habitual en ella. La predicadora solía ser bastante paciente, tolerante y transigente, pero aún digería la manera en que la ex-militar se había reído antes de ir a buscar a María, cuando había hablado de su propia revelación, y de lo ocurrido con ella y Kane. Sin embargo, no dijo nada. No era el momento. Y el hecho de que María quisiese participar de los oficios de la capilla, le arrancó una sonrisa casi involuntaria- Claro. Luego hablamos de eso.-indicó, dejando el tema, por el momento. Sabía que María era creyente. Le agradaba poder ofrecerle consuelo espiritual, al menos, mientras se encontrase lejos de su familia. 

Suspiró. Y a pesar de su evidente enfado para con Morgana, se mostró de acuerdo con ella, con un asentimiento, cuando dijo que la chica tendría bastante cuidando a Thiago- La verdad es que el crío requiere mucha atención. Nos hemos estado turnando para encargarnos de él, yo lo he cuidado alguna noche. -apuntó- Creo que el que te encargues de él ya será bastante trabajo, también. Pero si te sientes mejor haciéndolo, puedes ayudar en lo que tú creas que puedes hacer, aunque sin agobiarte, ¿eh?.- señaló- Y por supuesto, como ha dicho Trish, si necesitas alguna ayuda con el bebé o lo que sea, también te la daremos.- aclaró, estirando un tanto su sonrisa- Yo lo he logrado calmar un par de veces, cantándole. - dijo, dejando entonces que hablase con Axel, cortando su discurso para no aturrullar demasiado a la chica, tratando de entender las palabras en castellano que pronunciaban unos, y otros. 

La nueva incorporación aceptó su ofrecimiento de responder dudas y lanzó varias preguntas, para gusto de Cassandra sus compañeras se encargaron de contestar debidamente, ella no tenía nada que añadir. Se quedó donde estaba, con las manos en los bolsillos y una ligera sonrisa en su rostro ladeado, mientras escuchaba a unos y a otros.

La verdad es que en ese momento sí parecían lo que debían ser, dejando de lado un par de gestos, casi se les podía confundir con una familia en la que todos aportaban lo que podían y sabían.

-Si no os es molestia, a mí me gustaría entender ese otro idioma que habláis. -justo después de decirlo se dio cuenta que podía ser malinterpretada -Me encanta aprender, pero en los libros las cosas no son iguales que aquí.

La mirada apagada de Clem le extrañó, pero tampoco le dio mucha importancia. No creía que nada de lo que estuviera diciendo ahora tuviera mucha relevancia para la chica, así que quizás era solo que estaba aburrida de oírlo hablar en español y poco más. Por lo demás, la sugerencia sobre la capilla le pareció más que natural considerando el grupo del que provenía la hispana, así que ni se pensó dos veces si era lo adecuado o no meterle el tema religión a una recién llegada. 

Eh, que aún no les doy tanto la lata con el violín, no me desafíes - contestó a Trish con una sonrisa de medio lado por su broma. Era bueno ver que los ánimos en el Morris iban mejorando, no quería pasarse toda su estadía ahí sintiéndose a medio camino entre una guerra y un funeral. 

Se quedó callado mientras el resto respondías las cosas sobre las tareas, porque él aún sentía que no tenía mucho que meterse ahí. Era miembro del grupo, sí, pero no se iba a poner a decir que le correspondía a quién, mucho menos a una persona que había llegado casi al mismo tiempo que él. Sí le llamó la atención el español de Morgana, e incluso le sonrió con una mueca de impresión y sorpresa, asintiendo levemente. 

Si es que algo, ya haré yo de chacha, que para eso me quedo en casa - se encogió de hombros de buen humor. No le molestaba en absoluto ayudar así, total, por ahora no es que tuviera muchas tareas dentro del Morris más allá de la guardia que le correspondía y algún favor o dos, y no le sonaba bien eso de quedarse de vago. 

Cuando María le respondió, prestó atención y sonrió al escuchar que La Comunidad prosperaba. Les deseaba cosas buenas, por supuesto, luego de lo bien que lo habían tratado en su estadía allí. - Sí, claro - respondió a la pregunta sobre el violín, y su sonrisa se amplió al escuchar que había oído de él. No creía que fueran cosas malas, no había hecho nada que mereciera mala fama en su tiempo allí. Al escuchar el nombre de Malena, inmediatamente se le iluminó el rostro - Espero que me siga considerando su amigo luego de lo poco que la he ido a visitar últimamente - contestó con cierta culpa, pero de buen humor al escuchar sobre una amiga de años. Desde que la rodilla había estado más jodida intentaba evitar viajes innecesarios, por lo que sus visitas habían bajado considerablemente en frecuencia. - Pero claro que la conozco. Fuimos amigos cercanos durante el tiempo que viví ahí, es una chica muy dulce. - recordó con cariño. 

Cuando Cass dijo lo del español le tomó un segundo decidir si lo decía para que dejaran de hablarlo, pero al escuchar como continuaba con la correspondiente explicación se alegró de escucharla - Yo no tengo problema en enseñarte español, pero te advierto que no tengo mucha experiencia de profesor y el español es un lío por sí solo, así que tú ármate de paciencia. 

La chica pareció conformarse con las respuestas de unos y otros en la misma línea. Asintió con la cabeza, pero su atención se fue hacia Axel en cuanto confirmó que tenían una amistad en común. Una sonrisa bailó en sus labios. Sin duda María se sentía más cómoda entre desconocidos después de haber encontrado alguien con quien compartía lengua materna y un lugar. 

Al escuchar a Cass la sonrisa se cambió por una leve mueca de culpabilidad. Se la quedó mirando, a todas luces dudando si era una forma amable de pedirles que hablasen únicamente en inglés o si realmente sentía ese interés. Pero tras la respuesta del violinista, ella se encogió de hombros.

—Claro, yo te enseño también, si quieres. Aunque tiene muchas más cosas que el inglés. 

Parecía que iba a seguir hablando sobre el español cuando se abrió la puerta de la sala común y por ella apareció Shamira con el bebé en brazos, seguida de cerca por Lincoln y un par de pasos más atrás por Skyler. Sin embargo, la joven no prestó atención alguna a los recién llegados, a excepción de la criatura. Sus ojos lo contemplaron con ternura y al momento siguiente estaba ya en pie, acercándose para tomarlo de brazos de la chiquilla.

Volvió a su sitio meciéndolo y cuando se sentó con él empezó a acariciar su mejilla. El bebé emitió una especie de gorjeo con esa caricia y al principio se revolvió en sus brazos, pero no tardó en empezar a frotar sus labios con su pecho, llenando de babas la sudadera que llevaba. María rió al notarlo. De repente parecía otra mujer, una más completa y ligera, aunque el poso de tristeza de sus pupilas no había desaparecido. 

—«Uy, uy, creo que alguien tiene hambre...»¹ —le dijo, hablando sólo para él. Después alzó la mirada, como si de repente se hiciera consciente de que fuera de la burbuja había más gente de la que se había olvidado por un instante—. Nicolás me dijo que le diese de mamar cada tres o cuatro horas. No sé si le toca ya, pero si os parece bien puedo empezar ahora. —Parecía estar pidiéndoles permiso, pero se veía de lejos que el instinto estaba tironeando de ella con fuerza. 

Morgana interpretó la mirada de Clem como una respuesta a la suya propia y eso la hizo sonreír traviesa. No buscaba siempre el conflicto pero de una manera u otra, aunque no se lo propusiera, se las arreglaba para que estuviese a flor de piel. Y en el tema religioso se encontraban en las antípodas una de la otra.

Afortunadamente la conversación iba por otros derroteros y no sucedió nada manteniendo ambas mujeres las apariencias y el sentido común.

La expresión de Axel sí que no la entendió en su conjunto. Correspondió con mirada y mueca de cierta incomprensión y un "¿qué pasa?" amistoso suspendido en sus ojos- Te asignaré tareas, violinista. No vas a estar tocándote los huevos y el puto violín todo el día -señaló en el mismo tono distentido.

No entró en el resto de la conversación o comentarios, escuchando tan solo o asintiendo con la cabeza. Ella dominaba con cierta soltura el español y, en días como hoy en los que se pasaba la jornada entera en La Comunidad, era el idioma principal que usaba. Intervino mirando a Clem- Tú también estabas interesada en aprender, ¿no? Lo primero y más fácil son los malditos tacos -le guiñó un ojo.

Cuando aparecieron los críos y Skyler con el bebé, se sentó y observó los intentos de Thisgo- Sí, el cabroncete es un glotón que te cagas. Un pedazo de ansioso.*