Partida Rol por web

Una pequeña alarma se disparó en la cabeza de Trish al oír lo de las posibles fiestas en el Morris. ¿Le gustaría? Por supuesto. Pero la parte más analítica de su cerebro le decía que no era algo seguro. Era una tontería, desde luego, y más en un barrio como Sugar Hill, pero ella sabía que ni invitar extraños era conveniente, ni tampoco que los que no lo eran se relajasen demasiado. Normalmente aquella alarma ni siquiera habría resonado demasiado fuerte, siendo poco más que un análisis de pros y contras, pero con la muerte de Nick tan reciente era inevitable no estar más alerta.

No dijo nada al respecto. Sin embargo, al oír el repentino debate sobre la marihuana se encogió de hombros. Aquella era una de esas cosas donde sabía que su hermana y Morgana estaban de acuerdo, eso ya lo sabía, y en su interior agradeció la defensa de Axel... Sumándole al ver esa convicción a la lista de posibles compañeros de marihuana.

—Me dejará sin cerebro, me mearé encima y también atrae monstruos terribles, todo eso ya lo sé —ironizó. Conocía todas las consecuencias. Pero en su visión de alguien que aún está dejando atrás la adolescencia estaba convencida de que moriría por otros motivos antes de tener cualquier síntoma real—. Pero bueno, pasar un rato tranquilo de vez en cuando no está mal.

Y si de vez en cuando acababa siendo a diario, bueno... Su hermana no tenía por qué enterarse mientras estaban con todos.

Skyler apartó su mirada de la joven y el bebé con un pestañeo al escuchar a Clem dirigirse a ella. Su expresión primero fue confusa, pero al momento siguiente llegó la culpabilidad y cuando miró de nuevo a María lo hizo para sumarse a las condolencias. 

—Yo también siento tu pérdida. —Bajó la mirada hacia el suelo un instante antes de añadir algo más—. Y lo siento si he sido brusca, o he herido tus sentimientos, o algo. 

Luego miró a Trish, que la había invitado a salir con ella y resopló entre dientes. 

—Sí, claro. Y organizamos una fiesta de pijamas —dijo, rodando los ojos—. ¿No tienes suficiente trabajo con el frigorífico y todo eso que sólo quieres irte de paseo? Mira lo que le pasó a Nick por pasear tanto —señaló entonces, con un toque amargo—. Deberías dejar de salir tanto y quedarte aquí a salvo. Piensa en la pobre Cassandra si te pasara algo. 

No podía resistirse a decirle a los demás lo que debían hacer y cómo, pero había cierta preocupación en sus pupilas cuando su mirada pasó de la inventora a su hermana.

María aceptó los buenos deseos que le llegaban con un gesto de cabeza. Tenía el cuello tenso, pero parecía que el cambio de tema la ayudaba a recomponerse y había agradecimiento en su mirada cuando se unió a la conversación. 

—No tomo drogas, no tenéis que preocuparos. Nunca haría nada que pudiera perjudicar a Thiago —señaló con ternura—. Tampoco he probado gota de alcohol desde hace casi un año, sigo todas las recomendaciones de Nico. 

Su ceño se frunció un poco escuchando a Skyler y miró a Trish, ignorando a la rubia, que no parecía ser su persona favorita en aquel momento. 

—En realidad Nico me dijo que sería bueno para el bebé salir a tomar el aire un ratito cada día. Pensaba sacarlo sin alejarnos mucho. A la puerta, o por esta misma calle. Si os parece bien —matizó, extendiendo esa parte hacia el resto antes de volver a la inventora—. Podrías acompañarme. 

Morgana presentó un mohín de indiferencia a la pregunta del violinista- Supongo que se quedarán unas semanas. Se les ve gente dura. -Luego se mantuvo callada, escuchando las diferentes opiniones, mordiéndose los labios, jugando con los guantes, o entrecerrando los ojos y frunciendo el ceño mosqueada, tanto por la condescendencia hacia la marihuana como por la insana manía de Skyler de recurrir al chantaje emocional. Se aguantó una vez más las ganas de soltarle una hostia y en su lugar ofreció una medio sonrisa a María:

-Cualquiera de nosotros podrá acompañarte, María. No hay problema con eso.

El tema de la droga la rallaba, y no se iba a contener. Miró a unos y otras, en particular a Trish y Axel- Aquí empieza a ser "algo" jodidamente usual. Y no hablo de que te pongas un par de hojas en el coño o en los putos huevos si te duele o te pica. No. La droga mola un montón. Te pega un subidón, te da un ratito tranquilo sin que la vida te toque los cojones, y gira la cabeza de un gilipollas hasta que vacía el cargador de su 416 sobre tu propia gente. De puta madre -Una fea sonrisa ensució su cara- El Morris contribuye a la felicidad de esta mierdosa ciudad con su cultivo de maría. ¿He dicho mierdosa? Quería decir maravillosa -continuó con su sarcasmo en labios y palabras- Nos da una ventaja estratégica, pero no armas, hasta que un grupo de cabronazos decida venir a por ella y reventarnos el culo con sus pollas calibre 9 mm.

De siempre Morga había rechazado cualquier tipo de droga, bebía muy poco, y nunca fue una auténtica fumadora. Su cuerpo era un templo y ella la sacerdotisa que no cesaba en su empeño de cuidarlo y fortalecerlo. Fue testigo de los efectos de su consumo por no mencionar el más de medio año que se pasó en las selvas de Centroamérica- El mejor sitio para un puto yonqui o un borracho es el interior de un antiguo contenedor de basura ahogándose en sus propios vómitos y meados.

Su convicción radical iba camino de iniciar un conflicto. Hubo un leve movimiento de hombros, una señal que podía significar, "se me va la pinza; iros a la mierda; o que os jodan con la puta droga". Se pasó los dedos por las comisuras de la boca y se esforzó por pensar en otra cosa, en la fiesta. No estaba la cosa para celebraciones, sin embargo recordó que pronto sería Navidad y Año Nuevo. Morgaba pasaba de esas historias, pero mucha gente no, al contrario.

-En un mes será Navidad. Tal vez podemos montar alguna cosa...agradable. -No se le ocurrió otro adjetivo. Se puso en pie y recogió la mochila.

Viendo que el debate se tornaba más serio, Axel elevó las manos y se encogió de hombros ligeramente en señal de rendición, desentendiéndose del asunto. No iba a ponerse a discutir cuando ganara o perdiera lo más probable era que aquella disputa le reportara más daños que beneficios a la larga. No porque alguien fuera a sacarse el ojo por una tontería como esa, sino porque a fin de cuentas él no ganaba nada convenciéndolas de que la marihuana era buena y sí podía perder bastante por defender demasiado aquel tema si estaban obstinadas en pensar que era dañino para el grupo. 

Al escuchar a Skyler hablar, se preguntó como los Morris habían durado tanto tiempo sin arrancarse la yugular de un bocado los unos a los otros. Ya no era solo que habían personalidades que chocaran, o que algunos obviamente no se soportaban, sino que había mucha gente con la sutileza de una patada en la boca y le sorprendía que alguien no hubiera perdido la paciencia ya. Suponía que por cada persona falta de tacto había al menos dos que hacían de mediadores y pacifistas en el grupo. 

Como viejo titular del grupo, doy fe de que pasear no es malo para la salud. Lo que sí es malo es encerrarse por temor a todo lo que hay fuera, porque ya suficiente limitada tenemos la vida en estas condiciones como para hacer que ni valga la pena vivirla por miedo. - aunque quizás la gente joven ni se diera cuenta de las limitaciones, puesto que no recordarían los viejos tiempos. Sin embargo, aunque ese fuera el caso, mantenía su postura. Si de algo sabía era de miedo, y se negaba a vivir de él un segundo más. 

Ignorando del todo el monólogo de Morgana sacado de un especial del D.A.R.E., escogió el siguiente tema propuesto para continuar la conversación. Menuda bienvenida se llevaría María como empezaran a insultarse a diestra y siniestra. 

No estaría nada mal. Se puede cocinar algo bueno, poner algunas luces dentro del Morris... hasta podemos hacer un santa secreto. - propuso con una sonrisa - Con cosas hechas por cada uno, claro, nada muy elegante... pero podría ser entretenido. 

La chiquilla lo contemplaba todo con ojos atentos, a María dando el pecho al bebé, a Morgana y Cassandra cuando hablaban en contra de la marihuana y a Clementine que parecía haber enmudecido desde hacía rato. Finalmente, cuando empezaron a hablar de celebrar algo, miró a Axel con los ojos brillantes. 

—¿Qué es eso del santo secreto? —preguntó, entendiendo mal lo que había dicho el violinista—. ¿Es como una de las historias de Clem? Si hacemos una fiesta podríais hacer música, ¿verdad?

De lo que Skyler dijo a la nodriza a Trish le hizo gracia el «o algo» final. Iba a añadir alguna cosa, pero la chica se dirigió directamente a ella. Las palabras que oyó le parecieron desagradables por más motivos de los que iba a enumerar y su ceño se frunció anticipando una protesta. No quería entrar en una pelea de justificaciones que sabía que no serviría para nada, pero sí creyó oportuno aclarar algo.

—Para arreglar el frigorífico habrá que encontrar algunas piezas, y para encontrarlas hay que patear bastante —aseguro, cambiando el verbo que Skyler había usado por algo menos contemplativo. Sin embargo, antes de añadir nada más sí miró a Cassandra. La muy perra de Skyler era buena con los chantajes emocionales, eso estaba claro—. A Nick lo mataron en un refugio —señaló, consiguiendo teñir poco a poco su tono con una pizca de broma—. Deberías salir más. Piensa en Robin si te pasara algo.

Y tras aquellas palabras se giró hacia María, consciente de lo que Morgana acababa de decirle.

—Yo encantada —le dijo—. Pero si alguna vez quieres salir no hace falta que me esperes, ¿eh? Pero podemos acercarnos algún día al Jackie. Es un mercado muy distinto al de la Comunidad.

Finalmente miró a Morgana. Después de escucharla estaba bastante convencida de que la militar no se había fumado un porro en su vida. O quizá confundía marihuana con otras mierdas. En cualquier caso, decidió pasar el tema y se sorprendió bastante con la otra propuesta. Tanto, que se planteó si Morgana no estaría vacilando a todos los presentes. ¿Morgana, hablando de celebrar Navidad? ¿Qué sería lo siguiente, que hablase de hacer un taller de disfraces o de magdalenas? Trish se quedó mirándola, queriendo asegurar de que iba en serio.

—Podemos montarlo para celebrar Año Nuevo —enunció Trish entonces—. Así no nos metemos en historias religiosas, pero creo que vivir otro año es algo de lo que todos podemos alegrarnos. —Hizo un gesto con la barbilla hacia Axel antes de apoyar las preguntas de Shamira—. Eso, ¿qué es lo del santa secreto? —Entonces señaló con la cabeza hacia la brigada antidrogas—. Espero que no sea un juego de beber, porque eso podría acabar con la civilización.

Morga casi hizo un mohín de fastidio cuando fue consciente de que nadie iba a entrar al trapo con el controvertido tema de la marihuana, los canutos y la droga en general. Fuese porque sabían de su fanatismo o más bien porque pasaban de la ex militar, y aquel o aquella que quisiera darle a la maría continuaría a su rollo. Su mirada retó a Axel y la apartó al poco, risueña y decepcionada a la vez.

Y se encontró con la de Trish. La peliazul salía de su "suave" discusión con Skyler para encontrarse a un paso de sumergirse en una nueva refriega con Morgana. Pero también esquivó la cuestión, dejando tan solo prendido en sus inteligentes ojos el pensamiento opuesto a las ideas de la jefa de seguridad. Ambas mantuvieron las miradas y creyó intuir una incredulidad saltarina en las pupilas de la inventora. El desafío asomó entonces en la expresión de la marine, "Qué pasa", para luego sonreír por la ironía del juego de beber. Aplaudió.

-Já já já.

Guardó los guantes en la mochila- La Navidad y Año Nuevo, esas fiestas, joder, te dan un tiempo de felicidad. Falsa y efímera. Como la puta maría, ¿eh, Trish? -Se rascó la nariz, su memoria se perdió en los recuerdos enterrados- Hace la tira de años, en la época navideña, yo viajaba en una mierda de tren. Me habían robado -reveló un gesto de mosqueo-, me descuidé y unos cabrones me dejaron con las bragas y lo puesto: el pantalón, una camiseta, las botas. Una joven latina sentada frente a mí me prestó un jersey. Con todo, yo seguía con un frío de cojones, la puta calefacción no funcionaba. Total, que el maldito tren se estropeó en medio de la nada, en una jodida llanura cubierta de nieve, en plena madrugada. Tras un rato largo tuvimos que bajar y caminar hasta un refugio cercano bajo una ligera nevada. Me cago en la puta, yo estaba helada hasta el coño. Se empezaron a escuchar canciones navideñas, repartieron café, bocadillos, cereales. Pillé una maldita manta, me paseé entre los diferentes grupitos y observé a la gente, sus sonrisas, sus bromas, sus risas y alegría.

Hizo una pausa- Me importa una mierda esas fiestas, tradiciones y rollos. Pero en el ejército, hasta en campaña en el culo del mundo, se celebraba. Y no vivo sola, ¿no? Te lo puedes pasar de la hostia con la gente adecuada. -Miró de refilón, con una tibia sonrisa, a Axel- Anda, viejales, explícales lo del santa secreto.

A Trish le hacía gracia aquella especie de nueva versión de Morgana. Le dedicó una media sonrisa al escuchar su réplica, y cuando empezó a hablar se la quedó mirando durante algunos segundos. Al oír la pulla de la maría Trish se encogió de hombros, como si la inventora no supiera de qué le estaba hablando, como si no hubiera probado un porro en su vida. Evidentemente, bromeaba. Ni ella misma afirmaría nunca algo así.

Al terminar de escuchar la historia hizo un gesto hacia la militar.

—Joder, Morgana, te estás ablandando. Creía que la historia iba a acabar con cómo habías pillado en el refugio a los que te habían robado y les habías partido hasta lo que no tiene huesos. Pero supongo que la Navidad es época de paz y todo eso, ¿no?

Entonces volvió a mirar a los otros.

—Venga, hablando en serio. Si hasta en el ejército se hacía, aquí podemos darle una oportunidad. Pero que no corra la voz fuera, a ver si se van a creer que estamos desprotegidos ese rato y alguien va a aprovechar para liárnosla.

En realidad en aquel momento Trish se habría apuntado a casi cualquier cosa. Si le hubieran propuesto marcharse del Morris y hacer un recorrido por la ciudad, también se lo habría planteado. Y meterse en alguna pelea a cambio de poco o nada, también. De modo que celebrar aquellas fiestas era algo verdaderamente inofensivo en comparación con tantas otras cosas que podría haber hecho intentando buscar algo distinto. Intentando no pensar en Nick.

La pregunta de Shamira le hizo sonreír con ternura por la confusión de palabras, pero realmente no fue hasta que Trish se unió a su interrogante que no cayó en que obviamente esa niña no tendría idea de las costumbres navideñas de tiempos pasados. - ¿Les enseñan a ir a misa y seguir las reglas pero no sobre los beneficios de creer en Dios? - bromeó mirando a Clem y Skylar con una ceja alzada, asignándolas a ellas como responsables difusoras del cristianismo en el Morris. Ellas eran un poco mayores, así que tendrían que haber al menos escuchado de celebrar la Navidad, ¿no?

Riendo por el pique de la inventora hacia Morgana, dejó que esta última rememorara como anciana frente a la chimenea. Y luego él era el viejo, claro, pero a la marine solo le faltaba chocolate caliente y una mantita para transformarse en la abuela pesada de las historias. Aunque, todo sea dicho, había que decir que esa admisión de poseer un corazón y disfrutar de la alegría de las fiestas valía oro. 

Para una vez que nos abre su corazón no le des razones para arrepentirse - respondió alegremente ante el comentario de Trish, para luego guiñarle un ojo a Morgana y corresponder su sonrisa con calidez deteniendo por unos segundos más de la cuenta su mirada ella. - Venga, niños, acérquense que el abuelo les contará una historia - bromeó, rompiendo aquel prolongado contacto visual - Cuando se celebraba la Navidad en el mundo de antes, se hacía pasando el tiempo en familia con enormes cenas que parecían banquetes, entonando canciones de la época, bebiendo chocolate caliente para los niños - miró a Shamira con una sonrisa antes de continuar - y ponche de huevo para los adultos. Luego de la cena o al día siguiente al despertar, se intercambiaban regalos. Normalmente todo el mundo le compraba algo a todo el resto de su familia, así que todos tenían un montón de cosas nuevas luego de abrirlos. - hacerle creer en Papá Noel a los niños cuando no podrían asegurarle regalos todos los años le parecía tontería, especialmente en esa época, así que ni intentó embolinarle la perdiz a Shamira - Pero, en familias con menos dinero, o entre grupos de amigos o compañeros de trabajo, se hacía algo distinto. En vez de cada persona comprar una docena de regalos para darle algo a todos, cada uno le compraba algo a otra persona. Unos días antes todos ponían su nombre en un sombrero y sacaban el de otro, y debían guardar el secreto hasta entregar el regalo. - una tradición que él mismo había seguido gran parte de su vida del viejo mundo, al menos desde que había tenido consciencia del mundo de los adultos y sus dificultades, que no había sido demasiado tarde en su infancia - A eso se le llamaba Santa Secreto. - explicó mirando a las dos que habían preguntado - Así que, si a todo el mundo le parece bien, podríamos hacerlo consiguiendo o haciendo cosas para quien nos toque, un detalle al menos. De todas formas, una cena y unas risas en familia para celebrar la Navidad no vendría mal. 

Cassandra se mantuvo al margen del resto de la conversación pues ya había recordado su posición para quien le interesase, aunque cuando Skyler hizo mención de lo que sentiría si le pasase algo a Trish le costó mantener su fachada neutral, sobretodo cuando sintió los ojos de su hermana posarse en ella. Pero como era toda una experta en el control de sus emociones, incluso se permitió un tenue asentimiento al argumento que la peliazul expuso.

-También puedes subir a la terraza, porque salir a los patios ahora es embriagarse de "Ô de Merdé" -le comentó a María otras opciones para que le diese el sol sin salir a la calle, por si acaso, a ella le gustaba saber todas las opciones y si podía las ofrecía.

La historieta de Morgana hizo que Cass se apoyase en la pared escuchando, sorprendentemente en esa reunión casi estaban pareciendo una familia bien avenida, los posteriores comentarios de su hermana y de Axel hicieron que sus ojos se achinasen esperando la presumible respuesta por parte de la ex militar. Respuesta que suponía sería interesante. Pero antes le pareció correcto puntualizar un dato con lo que había leído.

-Creo que Santa no es religión, o al menos la celebración no lo era al principio, era por el solsticio de invierno pero lo fueron adaptando a la sociedad. Estaría bien hacer lo que propones Axel.

Skyler sólo respondió a las palabras de Trish poniendo los ojos en blanco. Por un momento pareció que iba a insistir más, pero la conversación continuó y con un ligero resoplido lo dejó estar. Escuchó la historia de Morgana con el ceño ligeramente fruncido, como si le costase comprender hacia dónde quería llegar la exmilitar con aquel relato, y cuando terminó su mirada se fue hacia el violinista. 

—Tsk —bufó en respuesta—. Yo sí que sabía lo que era, claro. ¿Pero qué tendrá que ver Santa Claus con creer en Dios o no? Es lo que dice Cassandra. Dices tonterías —sentenció, negando con la cabeza—. Pero bueno, que cada uno celebre lo que quiera, nosotras no obligamos a nadie a aprender nada —añadió, echando una mirada a Clem antes de seguir—, ni reglas ni nada. No sé qué te crees. 

Se había enfurruñado un tanto con aquello, pero luego relajó un poco su expresión al darse cuenta de que había cosas que organizar.

—Vale. Entonces yo puedo encargarme de lo de los nombres para que cada uno coja uno. Y haré que todos cojan el suyo. Robin puede hacer un bizcocho. A veces no le salen mal —Que para Skyler era lo mismo que decir que le solían salir bien—. Y tú puedes tocar eso del Paganini ese o como sea.

La idea parecía haber encantado a Shamira, que tenía los ojos brillantes y se había adelantado en su silla hasta que apenas estaba apoyada en ella. 

—Suena muy divertido —intervino, ya emocionada como si aquello fuera a suceder al día siguiente y no un mes después—. Buah, creo que ya sé qué le regalaría a... —se detuvo un momento para contar mentalmente, con una sonrisa traviesa en los labios—... Cuatro. Ojalá me toque uno de esos. —Miró a Skyler y la sonrisa se acentuó, llena de pillería—. Puedo ayudarte a hacer lo de los nombres... 

Bromeaba, se notaba en su tono que sólo quería insinuar que así podría coger el que quisiera, pero la rubia la miró como si hablase en serio y se encogió de hombros, aceptando esa ayuda. 

Cerca de ella el bebé se había quedado dormido y sus labios habían dejado de moverse. María, embelesada como estaba con la criatura se guardaba el pecho bajo la ropa y lo ponía sobre su hombro como seguramente Nicolás le había enseñado.

A Morgana no le hizo gracia el comentario de Trish. Se lo tomó demasiado en serio y no captó la ironía que burbujeaba en sus palabras. Para ser alguien con un aguijón fino en su lengua resultaba un tanto 'sensible" cuando le repartían de su propia medicina. Sería por eso o por la mala hostia que gastaba, que se reflejó en su expresión. No ayudó el comentario de Axel, aunque su mirada de complicidad la frenó un poco en su respuesta. La bestia interior de Morga se removía de un lado a otro decidiendo si encajaba las bromas.

Esto pasaba por levantar las lápidas que guardaban las tumbas de su pasado. Y por habérsele ocurrido semejante tema de conversación. "En qué diablos estaría pensando? Soy una puta gilipollas".

Axel desgranó un cuento de Navidad. Lo reconocía en la prehistoria de su memoria. Tiempos pretéritos cobraron vida en la sala durante unos segundos, y esos momentos que el violinista dedicó a sus explicaciones atemperaron a la marine. Aunque no lo suficiente para que no respondiese con cierta mordacidad.

-Muy graciosa de nuevo, Trish. Temprano por la mañana fui yo la que robó una mochila y su cartera a un capullo que hostié en los lavabos. Quería ahorrarme ese detalle. Era una blanda, es cierto.Tenía diecisiete putos años y solo me había cargado hasta entonces a dos indeseables hijos de puta. -Si en las primeras frases hubo solo un toque de sorna, en la última no pudo evitar la dureza y rabia contenidas en cada sílaba de forma inconsciente.

Su mirada se desvió hacia Axel- Hay que tener corazón para vivir. Para vivir de verdad. -dejó ver sus dientes en una dulce mueca- Ya veo que la inventora ha encontrado un aliado en ti. En la puta marihuana y en seguirle el juego. -amplió su sonrisa maliciosa- Vosotros sois más de historias de horror y sangre, ¿no? Puedo amenizar la velada con alguna puta anécdota de ese tipo, ¿qué me decís? Y luego me coméis el coño -espació las palabras. Soltó un par de carcajadas- Tú no, violinista, que me da que te gustaría -se echó a reír sin remedio y sin apartar los ojos de los del hombre.

El buen humor se impuso y no salió ningún otro ladrido de su boca. Incluso arrinconó las ganas de soltarle un buen galletón a Skyler a ver si se le quitaba tanta tontería de encima.

-Santa Claus, Papá Noel, Solsticio...Lo que sea. Yo os regalaré un bonito relato de puta madre -y su sonrisa lobuna la camufló con otra de cachondeo.

Creo que este es un caso de "todas las anteriores". - contestó encogiéndose de hombros con una sonrisa conciliadora - Sí que tiene que ver con Dios y su religión, porque era el día que se celebraba el nacimiento del Niño Jesús y además Santa Claus viene de un santo de la iglesia católica, San Nicolás, que fue hasta obispo - con el que su abuela no dejaba de darle la lata cada Navidad para que entendiera la importancia de la humildad, la solidaridad y la entrega de un buen cristiano - Pero sí es verdad que también está lo del solsticio de invierno y el catolicismo apoderándose de fiestas paganas. - miró entonces a Skyler - Así que sí, digo tonterías, pero esa no era una - sonrió un poco más, y al ver que se enfurruñaba por un momento, le concedió lo siguiente - A diferencia de lo de ir a misa y tal, claro, que esa sí te reconozco que era una broma tonta. Ustedes son muy buena gente para meterle la religión a la fuerza a alguien. - añadió esto último con absoluta certeza. 

Divertido con la emoción de Shamira y encantado de ver que ya estaban organizando el sorteo sonrió. La sugerencia de Skyler también le alegró un poco más, pues bastante culpables se sentía de haber tocado mal la canción del funeral de Nick. - Claro, esa, otra o varias, como quieran. Quizás hasta podríamos preparar algo con Clem - sugirió viendo si la idea tenía éxito. 

Los comentarios de la marine hicieron que el hombre se riera de buena gana - Bah, no te lo tomes personal, que Trish me tiene de aliado desde que era una cría - le sonrió a la inventora observándola de reojo antes de devolver su atención a la mayor - Pero si te pones celosa puedo colgarme un muérdago en el cinturón solo para ti - le guiñó un ojo, sonriéndole de medio lado sin apartar la mirada de ella. No iba a responderle explícitamente con tanto niño suelto por ahí cerca, pero ya que ni sabían que era la Navidad o como se celebraba... 

Viendo que el ambiente estaba más o menos calmado, siempre que Morgana no explotase pero eso era algo imprevisible, la buscadora metió de nuevo las manos en los bolsillos y se quedó observando. Por ella se hubiese despedido y se hubiera marchado discretamente, pero tampoco es que tuviese otra cosa que hacer de manera urgente.

Cuando viese el primer indicio de que se daba por acabada aquella reunión de bienvenida, aprovecharía para salir y ayudaría con la cena.

El bebé soltó un par de eructos aún con los ojos cerrados y tras eso María lo recogió de nuevo contra su pecho mientras iban hablando. Después de alimentarse el crío se había quedado completamente dormido y ese momento aprovechó la joven para alzar la mirada. 

—¿Me enseñáis el refugio ahora? —propuso, acunándolo en sus brazos—. Y ya me explicáis dónde tenéis las cosas de Thiago y dónde puedo lavar los pañales... —Miró a Morgana, que la había puesto al día por el camino—. El canasto que me dijiste... lo tenéis aún, ¿verdad? Mientras quepa dentro puede dormir ahí. 

Clementine había escuchado aquellas historias sobre viejas tradiciones y festividades. De cómo se celebraba la Navidad y Año Nuevo antes de que todo cambiase. Ella nunca había visto todo eso. Asintió ante la mención de San Nicolás, pero la idea de Santa Claus le resultaba un tanto materialista, pero celebrar un día así todos juntos y ofrecerse un detalle era algo hermoso, y tal idea parecía sacarle una leve sonrisa- Podríamos montar algo, sí. Yo me sé algunos villancicos, aunque no me gusta mucho todo ese tema de... Santa Claus. Le quitaba importancia a la verdadera festividad, que es compartir el amor, la comida y la alegría. Celebrar el Nacimiento, o en el caso de alguien menos creyente, símplemente dejar que la buena fe y la bondad tomen un lugar especial, durante unos días. Recordar lo bueno que hay en nosotros. -indicó, con un suspiro, recordando, inevitablemente, las palabras del reverendo Steven, y las actuaciones del coro durante la misa del gallo- Echo de menos... Cantar con mis hermanos, en Navidad. En el coro de la Iglesia. -confesó, quedando posteriormente ligeramente absorta, recordando a la hermana Dorotea, y a la hermana Prudence. 

Pareció reaccionar al escuchar la voz de María, asintiendo- Te enseñaremos todo. No te preocupes. Y sí, aún tenemos el canasto. 

Con la mochila y la chaqueta en una mano, para subir y lavarse, terminó de escuchar los cuentos de Navidad de Axel y Clem, que ella misma había iniciado en vez de morderse la lengua. Las expresiones de todos los presentes, en mayor o menor medida, y en particular la de sus "cachorros", denotaban ilusión avanzada a un mes.

Así que no ladró a Clementine nada acerca de sus villancicos y nacimientos ridículos y tonterías semejantes. Celebrarían la Navidad. Que cada cual lo hiciese a su manera, pensando en sus cosas, en sus creencias. En lo perdido y ganado. En los que faltaban caídos en la cuneta.

-Decidido, entonces. Será la puta hostia. Y sin tediosas votaciones -se burló-. Ya estoy deseando que llegue ese "bonito" día.

Devolvió la mirada a María- Shami y Lincoln se ofrecen voluntarios para mostrarte todo eso- Bastó un gesto y un movimiento de cabeza a ambos. Lo que hizo después fue plantarse frente a Axel, a pocos centímetros de él, sin perder la sonrisa. Estuvo a nada de soltarte algo muy feo donde más le dolía. Lo dejó entrever en su mirada turbia, en sus ojos maliciosos.

-No tientes a la suerte, violinista -le pondría un dedo en los labios- Mejor mantén tu puta boquita cerrada, no sea que te pases de gracioso, ¿eh?, señor Tonterías.

Axel sonrió ligeramente con la intervención de Clementine, enternecido por sus recuerdos melancólicos y feliz de escuchar aquella versión tan bonita que la chica tenía de la festividad religiosa. Jamás habría discutido aquellos buenos deseos y mucho menos esa perspectiva optimista, pero el portorriqueño no tenía esa fe absoluta en el buen espíritu de la humanidad. Por experiencia propia, habían quienes celebraban la Navidad y cualquier otro día de formas bastante cuestionables en todo aspecto posible. 

Esclavista - soltó con una media sonrisa al ver que la marine mandaba a los niños de guías turísticos a pesar del ofrecimiento de la religiosa. Antes de poder ofrecerse a ir él también, se vio con la militar frente a él, quizás un poco más cerca de lo que sería considerado respetar su espacio personal. Sin perder la sonrisa, encontró su mirada y casi pudo leer la barbaridad que le soltaría, pero para su sorpresa la mujer tomó otro camino.

Tras arrugar la nariz y morder el dedo de Morgana, o más bien posar sus dientes sobre este con picardía por un segundo, sonrió de oreja a oreja - No me preocupa tentar a mi suerte, marine. Sé que te gusta que sea directo y que te hago reír, así que si tengo que llevarme una hostia por pasarme de gracioso valdrá la pena. - cejeó divertido - Además, aprecias demasiado que alguien no cierre la boca frente a ti como para enfadarte por demasiado tiempo.