Partida Rol por web

Nueva York, lunes 16 de noviembre de 2037, 18.30.

Conector. Así llamaba Cass a su escondrijo incluso antes de que el Major Morris fuese restaurado como refugio. Un rincón pequeño y oscuro, que milagrosamente todavía conservaba intacto el router que en otros tiempos había distribuido internet por todo el edificio. Una mesa, una silla y un par de cojines grandes y sucios formaban todo el mobiliario del pequeño cuarto, pero debajo de esa mesa estaba aquello que lo hacía valioso: la conexión a la red. 

Cassandra salió de la cocina dispuesta a echar un rato en Conector, pues allí atrás ya estaba todo listo y para vigilar la olla ella no hacía falta, cuando se encontró con Morgana y sonrió en un acto reflejo al verla. 

—¡Ey! ¿ya has acabado con la pizarra de actividades? —luego se preguntaría cómo fue que tuvo esa reacción, pero en aquel momento fue lo que salió —Yo voy a ver si por la Red descubro algo, aunque cada día está más difícil moverse por ella... si quieres puedes venir. A lo mejor hasta me das suerte.

Y sin esperar respuesta siguió su camino, se metió por ese hueco que nunca había querido desescombrar del todo y al llegar tras la mesa encendió el portátil que había dejado esa mañana al marcharse, cuando había estado buscando información por un rato. Se sentó en uno de los cojines y sus dedos comenzaron a volar por el sensible teclado, mientras encriptaba su rastro e introducía más comandos de seguridad para evitar que su ubicación fuera descubierta.

-La tenemos preparada. A ver si la gente la hace servir para alguna mierda -Morgana devolvió la sonrisa, torcida y más turbia que la ofrecida por la Buscadora. Se hablaba mucho en las reuniones pero luego, a falta de disciplina militar, cada habitante del Morris hacía lo que le daba la gana. Confiaba en que tuviesen presente lo que ella dijo y ordenó. 

Se mordió un labio, entrecerró los ojos y decidió seguir a Cassandra a su escondite. Morgana se movía con ligera lentitud, no quería que se le saltasen los puntos de la herida. Entró en la pequeña habitación que ya conocía de otras veces, aunque no era habitual que ella se pasase por esa cueva. Observó a su amiga liada en sus cosas desde el umbral de la puerta. Entró del todo, cerró y se quedó en una esquina.

-Así que suerte. ¿De verdad crees eso? Me concentraré, mira pongo cara de puta suerte. Frunció la boca, cerró un ojo, adelantó la mandíbula. Lo cierto es que igual sí le daba buena suerte. Ella misma estaba viva por eso, de suerte. O más bien porque ese idiota de Dani se puso tan nervioso que poco le faltó para volarse los huevos el solo.- Espero que vayas a buscar lo que te pedí. Que tía, eres una lentorra. Te gusta que te insistan, eh? -bromeó. Estaba de buen humor a pesar de las vicisitudes del día.

Cassandra elevó el rostro para ver la cara de suerte que ponía la otra mujer y arrugó la nariz, se echó un poco para atrás y negó con la cabeza.

—¿Estás segura que esa es la de suerte? —dijo palmeando el cojin a su lado para que se sentase mientras ella apoyaba la espalda en la pared —Claro que vamos a buscar sobre eso, y no es la primera vez que lo intento, pero la gente no quiere hablar de según qué cosas... A pesar del anonimato de la Red, casi siempre alguien lo ha tenido que hablar cara a cara con otro alguien y eso puede costar.

 A la par que hablaba sus dedos volvieron a escribir y sus ojos iban de la pantalla al rostro de la ex militar.

-La otra me sale mejor, pero asusta más- respondió, jovial y algo guasona.

Aceptó el ofrecimiento de Cass y tomó asiento junto a ella en los guarros y blandos cojines, con cuidado. Le tiraban los puntos y, si le dolía o molestaba, su expresión adusta no lo reflejó.

- La madriguera de la hechicera jefe. -Estaban casi pegando hombro con hombro, así que echó un ojo a la pantalla. -No quieren hablar una puta mierda porque se les considera gilipollas descerebrados o drogatas pasados de rosca. Tú pon que tu hermana se teletransporta, tú tienes visiones y que una tía ha visto putos ogros de cinco metros y ya verás como algún mamón flipado te responde- se mofó a medias.

La mirada de Morga iba y venía también de la pantalla a los ojos de Cass cuando se cruzaban con los suyos- Ser jefa te ha dado un subidón de la hostia. Te han dado cuerda o has parido a la líder que llevas dentro. Eres una cabrona.

Una ceja se elevó en el rostro de la buscadora, pero como sus labios permanecían con media sonrisa el gesto quedaba a medias entre la sorpresa y la pregunta.

—Pues ha debido de ser como con la Virgen María...

Parir sin haberlo disfrutado antes debía de ser una putada y no era algo que entusiasmase a Cass, a no ser que fuese un parto de esos que ni te enterabas, corría el rumor que existían pero seguro que eso sí que eran leyendas urbanas y no los ogros que decía haber visto Morgana. Porque eso había entendido de sus palabras, que había visto seres de cinco metros de altura y nada agraciados.

—Gracias por el "cumplido", pero no soy ninguna líder, ni jefa, ni hechicera, sólo pensé en ser la cara bonita. —se calló un momento, aguantando la carcajada que esa última palabra había provocado en su mente y en su cuerpo, más teniendo a la ex militar delante y su innegable atractivo —No, en serio, pensé que entre Clem, tú y yo podríamos hacer un buen trabajo en equipo, cada una tirando en una dirección y encontrando el punto adecuado de equilibrio. El centro del triángulo desde el que trazar el círculo.

Sus dedos volvieron a teclear, como si sus palabras no pudiesen ser una total incoherencia para cualquiera que no estuviese en su cabeza. Así era ella. Sus pensamientos muchas veces parecían incongruentes al plasmarlos en palabras, por eso no hablaba mucho, pero en su mente tenían todo el sentido.

Cuando dijo que pensó en ser la cara bonita, Morga estaba mirando la pantalla. Se giró hacia Cass, ¿le daba la risa, lo dijo en serio? La militar no supo discernir si fue una broma o no- Tienes las cuatro cualidades. -Le jodía reconocerlo pero esa noche lo había leído en los ojos de Cassandra. -Te falta mi mala hostia y más confianza en ti misma.

Trató de comprenderla. Su mirada denotaba la incomprensión inicial para al poco mostrar el brillo del entendimiento- Vale. Lo pillo. -Durante unos segundos la miró a los ojos y al perfil que su amiga le ofrecía, después prestó atención a la pantalla. La cercanía con Cass seguía inquietándola de un forma que no acaba de digerir -Creo que podemos lograrlo si de verdad las tres queremos eso -¿Lo quería ella? No lo sabía con certeza- La predicadora me besó y me abrazó. Y la jodida Morgana no se apartó. Eso ya es un paso -bromeó.  

Guardó silencio mientras la observaba teclear.-Si no das con nada, busca Nueva York, ogros. Tráfico de arpías. Soho. Criaturas del Soho.

Cass sonrió de medio lado, cuando oyó que Morgana decía que tenía las cuatro cualidades mientras negaba sutilmente con la cabeza, y al final asintió.

—Ya lo hice, pero la cosa va lenta, el problema está en que lo que yo ponga el resto de Buscadores han de ir haciéndolo rebotar. Esto no es como antes, con buscadores automáticos de grandes compañías que te hacían el trabajo pesado, aunque también servían para manipular y controlar.... Ahora es todo a base de líneas y líneas de código que nos vamos pasando de unos a otros y si no se mantiene el boca a boca, o en este caso el letra a ojo, se pierde entre la marea de información. Por eso me pongo cada día un poco, para mantener las preguntas activas, ahora a esperar y ver si alguien que ya lo leyó cuando lo puse ha podido averiguar algo.

Dejó el aparato electrónico en el suelo frente a ellas, se aseguró que la pantalla tenía la inclinación adecuada para leerla sin necesidad de cogerlo si había respuesta y miró a la ex militar.

—No quiero ser tú y poder llevar el Morris como yo quiera porque pueda, quiero formar parte de aquellos que lograron que su refugio funcionase de verdad para todos, o si te gusta más: te quiero a mi lado para construirlo juntas.

Morgana asintió con un "hum" a las explicaciones de Cass. La mirada inquieta y curiosa iba y venía veloz y fugaz del perfil que le ofrecía la Buscadora, a sus ojos ocasionalmente cuando se giraba hacia ella, al teclado y a la pantalla. no entendía mucho, en realidad no entendía nada de códigos, ni líneas de códigos ni historias de la red, pero hizo como si tuviera alguna idea de lo que leía, atenta e interesada.

-De puta madre -afirmó cuando su amiga dejó de darle a los dedos. Cruzaron miradas y Morgana mantuvo el contacto visual sin problema alguno. No había nadie en este mundo a quien no pudiera aguantarle la mirada. Aunque nunca enfrentó la de un alado. A pesar de la incomodidad e incertidumbre extrañas que la asaltaban al tener a Cass tan próxima. 

-Mejor que no seas yo. Sobrarías -levantó un poco el labio superior, burlándose.- No tienes que serlo; ni yo, tú. Pero a mí sí me gustaría controlar el puto Morris como yo quiero y puedo. No somos iguales.-La pausa siguiente la dedicó a trocear palabra por palabra el deseo expresado por Cass.

-No me vas a dorar la píldora, ¿verdad? Te quiero a mi lado, y Morga la dulce se infla de gozo. No basta con querer las malditas cosas para que sucedan-Le recordaba a la conversación en la azotea. Pero no quiso ser más dura con ella- Suena bien, construirlo juntas. ¿Y qué tienes en mente? De momento me tienes a tu lado, hombro con hombro -ironizó torciendo la boca en su característico gesto.

Lejos quedaban los tiempos en que google, bing y yandex te devolvían miles de resultados sólo con escribir una palabra en un recuadro. Esa facilidad era ya sólo un sueño lejano. La realidad del nuevo mundo era que la tarea de los buscadores era lenta, ardua y requería de paciencia y constancia. 

En la pantalla del portátil se leían letras y códigos, mensajes que iban cambiando mientras las dos mujeres conversaban. Ninguno era por el momento en respuesta a los que Cass había lanzado a la red. Los engranajes giraban, pero llevaban su propio ritmo.

La expresión de Cassandra varió poco, le dedicó una rápida mirada a la pantalla del portátil por si había novedades y, al ver que no era así, volvió su atención a la otra mujer.

—No te doro nada, quiero tener tu punto de vista frente al mío, quiero que me des tus razones mientras yo te digo las mías, no te quiero a mi lado para cantar "kumbaya" si no para fomentar el pensamiento crítico. Creo que confrontar ideas es el modo de llegar a la mejor solución... y por eso yo no te la puedo dar, cada una propondrá lo que mejor le parezca y entre las tres deberemos mirar todos los ángulos y limar asperezas.

Sus ojos vivos y asalvajados se pasearon en un veloz vistazo por la pantalla, para volver a Cass. Y de nuevo a la pantalla. Descansando finalmente en la Buscadora.

-Filosofas mucho, tía. Eres como una puta intelectual. Yo una soldado que solo sabe de soltar hostias y matar gente. Te lo recuerdo. -Se mordió el labio superior, el tic habitual- Yo te ofrezco mi ayuda, mi mano. Lo hice siempre hasta que me tocaste el maldito coño. Ya hemos hablado de esto y no tengo ganas de repetirme. Me has escuchado en la reunión. 

Su mirada se fue hacia la pantalla un segundo.-Pero cuando te doy mi punto de vista te importa una mierda si no cuadra con el tuyo. Pero, eh, que estoy de acuerdo. Las tres, vale. Me parece bien. ¿Y qué pasa con los otros? El cabrón de Kane solo escucha a Clem, pasa de ti y de mí. En ti no confía, y a mí me detesta. Y Dani...todavía no he decidido si me lo voy a cargar hoy o mañana...-La sonrisa fue fea, torva, desagradable, durante unos pocos segundos mientras la miraba a los ojos negrísimos. Luego mudó a otra divertida y traviesa- Bromeo. Creo que tenemos un largo camino por delante. Y estoy decidida a recorrerlo a tu lado. Aunque...no me confundas con una puta gilipollas.  

Cass escuchó a la ex militar con atención y cuando acabó soltó un suspiro.

—No paso de lo que dices, por ejemplo: estoy de acuerdo que hacer ahora mismo una excursión a Pequeño Tokio es una locura... bueno, siempre lo es, pero prohibirlo sólo nos lleva a que lo hagan sin decírnoslo. Hay que encontrar motivos para que vean que es mejor retrasarlo hasta estar completamente preparados, y tienen que decidirlo ellos. Intento lo mismo que tú pero por otro camino.

Miró de nuevo la pantalla y se apartó el pelo de la cara con la mano derecha antes de apoyar la cabeza en ella.

—Aunque sea una mierda de lento.

No es que no le gustase estar horas delante del ordenador, pero un poco más de vidilla de vez en cuando sí que lo agradecería.

—Kane y Skyler escuchan a Clem, Dan, Trish y yo podemos ponernos de acuerdo, tú tienes mano con Axel y los niños... sólo nos faltaría Robin, pero por lo que parece él y Dan están acercando posiciones. Ese es el porqué de las tres, distintas posiciones y maneras de ver las cosas, a veces parecen muy lejanas, pero tres mujeres que queremos que esto salga bien. Lograrlo o no... yo confío que sí.

Morgana miró de hito en hito a Cass- Pero qué coño de motivos les vas a explicar más de lo que hemos hecho. ¿Acaso no tienen dos dedos de frente? Lo prohibimos y punto. Somos una puta comunidad, vamos a una, se demuestra con hechos. Cediendo. Me cago en la puta, yo lo estoy haciendo. En la misma entrada de Pequeño Tokyo se encuentran con unos flipados y se los cargan a todos. 

Se fijó en la pantalla.- Imponte, tía. Hay que hacerlo, si no estás hecha de esa pasta, lo hago yo. Y si se largan, entonces es que no quieren aceptar tu jefatura ni participar en este negocio. En nuestro grupo. Que se jodan. -Volvió la vista a su amiga- Yo quiero intentarlo, vale. En serio. Que salga bien. Recuerdo nuestras últimas malditas conversaciones y para serte sincera, debería pasar de ti, ya te lo dije. Y con todo, por el aprecio que te tengo, me mantengo a tu lado. 

La mirada de Cassandra se perdió por unos instantes en las manchas de humedad de una de las paredes, como si quisiera desentrañar su misterio, luego asintió.

—Te olvidas que sólo somos humanos y está en nuestra naturaleza creer que podemos hacer las cosas mejor que el otro. —dijo con una sonrisa triste —Eso que tan bien nos viene para superarnos y avanzar, nos fastidia recibir una obediencia ciega. Mañana hay reunión para ver cómo se afronta la excursión, tú que conoces bien los peligros de ahí fuera dime todo lo que es posible encontrar y la cantidad de cosas que pueden acabar con los que vayan muertos. Una vez presentados los problemas, sabiendo que seguirán pensando en cómo evitarlos para ir, se me ha ocurrido un "camino" alternativo que podría ser la solución... aunque hay que investigarlo bien. Y mientras tanto dejamos pasar tiempo.

-Te equivocas, Cass. No me gusta repetirme, me da putos ardores. Todos sabemos los peligros y riesgos de la ciudad. -Hay quien diría que ella misma era un peligro para los demás. -Yo no voy a discutir más. Al menos voy a intentar no hacerlo. Si son gilipollas, paso. No quiero más malditas reuniones una tras otra para no concretar nada. Me fastidian y se me atragantan. Esto es blanco y punto. Pero sois civiles, se me olvida con facilidad.

Observó la pantalla. Miró a la chica a los ojos - ¿Qué jodido camino es ese? Y no me respondas que todo a su tiempo, porque te mando a la mierda. 

Cassandra no pudo evitar sonreír levemente, ahí estaba el porqué había creído que debía presentarse en la votación, pero eso no lo volvería a decir, como decía la ex militar: no le gustaba repetirse, pero le gustaba todavía menos que le repitieran, y no quería caldear más los ánimos.

—Sí, somos putos civiles de mollera dura. —dijo antes de quitar la sonrisa y continuar de manera más seria —Yo estaré en esa reunión y... esperaba que me dijeras algo concreto de esa zona para asustarlos, pero es igual ya sacaré algo.

Negó con la cabeza, incluso hizo un gesto con la mano desechando esa propuesta, luego se apartó el mechón de pelo de la cara para mirarla, aunque sirvió de poco pues el mechón volvió a su lugar acostumbrado. Se mordió la cara interior de la mejilla y por fin habló.

—Había pensado en que Trish puede ir con su... poder de pasar por puertas hasta la del sitio ese, si alguien capaz la acompaña sería un momento dentro y no habría que andar nada fuera.

Estaba el inconveniente de que su hermana tenía que saber a qué puerta debía ir, pero ya le encontraría solucion a eso, solo necesitaba pensar más en ello... igual en la biblioteca había una foto del lugar.

La expresión de Morgana se tornó de una seriedad comparable a la un busto de piedra. Clavó con intensidad los ojos verdes en la oscuridad insondable de los de Cass. Se quedó media docena de segundos presionando con esa mirada turbadora.

-Me estás pidiendo que acompañe a tu hermana a la maldita cueva del lobo. Y yo te hablo de que se suspenda esa puta excursión.-Estrechó los ojos- Los planes no suelen salir como se planean. El elemento azar, las reacciones del enemigo, y las propias de los miembros de tu equipo son variables que te tiran por tierra la mejor de la planificación. 

Guardó silencio. Pequeño Tokyo. Nunca había estado dentro. Si hubiese tenido que sacar a alguien de allí, por un precio razonable, nada le hubiera impedido intentarlo. -Solo te digo que no debemos hacer una cosa ni la otra. -Desvió la mirada hacia la pantalla- Ni siquiera sabemos nada de esa cruz. Si al fin y al cabo está mejor allí que en ningún otro puto lugar. El jueves sabré más del asunto. Podemos demorar la decisión hasta que yo averigüe el papel de Las Tres cruces en todo esto.