Partida Rol por web

Lunes, 16 de noviembre de 2037, 11.30.

Axel acababa de dejar la capilla y estaba terminando de bajar las escaleras hacia el piso inferior cuando, de repente, una sensación se deslizó por su nuca, una sensación que no le era desconocida y que, sin embargo, sabía con certeza que no había desencadenado él en esa ocasión. La impresión de que él era una pieza que encajaba en algo mayor, en un engranaje que no podía controlar.

Algo en el universo parecía desear abrirse para él... No. No sólo para él.

Lunes, 16 de noviembre de 2037, 12.00.

Había pasado media hora desde que Axel había dejado la capilla cuando la puerta de la sala común se abrió para dar paso a Kane y Clementine. 

Dentro, estaban también Shamira y Lincoln, los dos sentados a la mesa y María, que sostenía al bebé en brazos. Desde que la joven había llegado dos días atrás al Major Morris no se había separado de Thiago más que lo imprescindible. 

En ese momento María estaba canturreando una canción en voz baja para la criatura y Shamira y Lincoln parecían pendientes del violinista. 

Ya que se había quedado sin conversación en la capilla a favor de los tórtolos que había dejado solos para que tuvieran algo de privacidad, Axel había bajado las escaleras en busca de algo más que hacer. Había una sensación peculiar que no podía quitarse de encima, una que le erizaba los pelos de la nuca, pero una vez se encontró con los niños y María pudo distraerse de ese contratiempo y postergarlo para cuando tuviera tiempo de pensar. 

Esa guagua está más despierta que si se hubiera tomado un Redbull, déjalo que no tome siesta y se divierta con nosotros - insistió a María en español, más por no desautorizarla frente a los dos enanos que contaba con que no supieran español, o al menos no demasiado. - Mira, yo les voy a tocar una canción para mediodía, para la noche, y para todas las horas - dijo ahora sí en inglés. 

Tomando el violín de su estuche, y con mucha más soltura y ligereza que cuando tocaba complejas piezas clásicas, empezó a tocar una melodía sin duda destinada a animar el ambiente y distraer a los dos más grandes mientras marcaba con el pie y un movimiento de cabeza el ritmo. Había tocado esa pieza en fiestas miles de veces, muchísimas de ellas ya borracho, y poco a poco dejó que los buenos recuerdos y el ritmo le llevaran a dar algunos saltos, bailando mientras tocaba y animando a los niños a unírsele. 

Kane entró junto a Clementine con el gesto algo sombrío, pero lo fue recuperando de cara a los demás. Si bien el pistolero no parecía tener demasiado arte, como era habitual, escondiendo su estado de ánimo. Se enteró un tanto de lo que sucedía en la sala común para que, pronto, se echara a un lado en su habitual silencio. Se fijó en el bebé principalmente, luego en María, pero decidió no acercarse. Parecía que el crío, de alguna forma, le despertaba cierto mal humor.

Clementine reflejaba cierta preocupación en el semblante al entrar en la sala, pero sonrió, levemente, al contemplar al bebé en brazos de María, que le cantaba una nana, y ver que Axel sacaba el violín de su funda. Besó la frente de Kane, una vez vio que éste tomaba asiento, y se acercó al grupo, tomando asiento junto a María- ¿Qué es un Redbull? - preguntó- ¿Es como el café del que tanto habla Morga?- añadió, con curiosidad, antes de escuchar los primeros acordes de la música de Axel, ante lo cual, calló y se mantuvo atenta, coreando el ritmo con palmas, y levantándose también, para que los niños se animasen a unirse.

María miró a Axel con la misma extrañeza que expresaba Clementine por aquel término que quedaba muy lejos de los tiempos que les había tocado vivir. Pero en cuanto el violinista empezó a tocar, la joven sentó al bebé sobre su regazo y lo rodeó con sus brazos para dar palmas con sus manitas al ritmo de la música. A todas luces era demasiado pequeño para seguirle ese juego y no tardó en empezar a chuparse una de las manos, pero sus ojos despiertos lo miraban todo y empezó a gorjear una especie de risa.

Shamira no tardó en levantarse de la silla para ponerse a bailar dando saltos alrededor de Axel y Clementine. La muchachita se reía divertida y sacudía la cabeza en una especie de danza extraña e improvisada. 

Lincoln, por su parte, frunció un poco el ceño y se levantó, pero no para unirse al jolgorio sino para separarse de él. Se sentó al lado de Kane y se quedó tan callado como el pistolero, controlando todo con la mirada desde allí.

Cuando la canción terminó la chiquilla dejó de dar brincos. Tenía los ojos brillantes y una sonrisa divertida en los labios. 

—¡Ha sido muy guay! —dijo, dando palmas, pero parecía que si fuese por ella la fiesta no se iba a terminar tan fácilmente. Sus ojos se fueron hacia la predicadora y luego regresaron al violinista—. ¿Te sabes alguna que Clem pueda cantar?

Ah, coño - murmuró por última vez en español antes de hablar de ahora en adelante solo en inglés para asegurarse de que todos le entendieran - Redbull es una bebida energética. De esas que si las bebes no te dejan dormir. Brujería de mis tiempos de viejo dinosaurio. - bromeó guiñándoles un ojo a los niños en lo que cualquiera podría suponer era algún tipo de broma privada. 

Tras tocar la breve canción, Axel no perdió la sonrisa que le había nacido mientras aún sonaba su violín. Quizás Kane y Lincoln no pensaran lo mismo, pero el músico sentía necesarios esos pequeños oasis de alegría en el nefasto paisaje que pintaba la vida cotidiana en aquel mundo abandonado de la mano de Dios. La música, el baile, las risas... todos tan necesarios para mantener el alma viva como lo era el aire para mantener funcionando al cuerpo. 

Puede ser, puede ser... - contestó a Shamira encantado con el entusiasmo de la pequeña - ¿Cuál te apetece, Clem? - le dejó elegir a ella, pues hasta donde Axel sabía el repertorio que seguro tenían en común eran canciones religiosas, pero suponía que la chica sabría una que otra más popular y laica, y las probabilidades eran que él la conociera también.

La predicadora miró a Lincoln y a Kane, sentados en el suelo, y acto seguido a Shamira y Axel, con una sonrisa en los labios, pensativa- Es difícil decidirse.-confesó, mientras buscaba su guitarra, y la agarraba, afinando un par de acordes- Mhhh... ¿Y qué tal si...?- dijo, tarareando, antes de pronunciar una primera frase- ¿Qué me dices, Axel? ¿Te la sabes?- preguntó, volviendo a cantar, considerando que aquello alegraría a Shamira, y sonaba lo suficientemente festivo y suave como para que el bebé también disfrutase. 

Kane observó todo el devenir de los acontecimientos desde su rincón, con demasiadas cosas en las que pensar. Miró de soslayo a Lincoln que se sentó junto él, durante un rato no dijo nada. Tardó en poner orden en esos pensamientos, echó aire lentamente consciente de que no iba a poder solucionar nada en ese momento.

—¿Cómo lo llevas? —preguntó al final a Lincoln sentado junto a él.

Mientras la música empezaba a vibrar por la sala común, la mirada de Kane paseaba por el lugar. Si bien orbitaba principalmente la presencia de Clementine, también se fijaba en los otros presentes. Pero sobretodo, tenia la mirada perdida entre ningún lugar y ninguna parte.

Bueno Axel, eso te pasa por dejarla escoger a ella - pensó con una sonrisa al escuchar que Clem empezaba a cantar una canción que no había oído en la vida. Tanto la desconocía, que de no ser porque la religiosa le había preguntado si le era familiar, pensaría que había sido invento de ella. 

No, pero la aprenderé ahora - le guiñó un ojo y comenzó a tocar su violín improvisando, siguiendo el ritmo y melodía con que lo guiaba Clem para acompañar su voz y guitarra. 

En cuanto Clementine empezó a cantar Shamira se sentó en el suelo cerca de ella y el violinista, con las piernas estiradas hacia delante y las manos apoyadas un poco más atrás de su cuerpo. La chiquilla seguía el ritmo con la cabeza, con una enorme sonrisa pintada en sus labios. 

María la escuchaba también, con los ojos brillantes, pero su atención se dividía entre ella y el pequeño, que empezaba a cerrar los ojitos poco a poco a medida que avanzaba la melodía.

Pero Lincoln seguía con su actitud algo huraña, más pendiente de Kane y de vigilar al bebé con mirada sombría que de la música que Axel y Clementine estaban creando en la sala común. A la pregunta del pistolero, el crío se encogió de hombros.

—Voy tirando —respondió, como si fuese un anciano de vuelta de todo—. Quería ir a la excursión, pero no me ha dejado. Por lo del otro día, creo —explicó en voz baja, frunciendo el ceño—. ¿Y tú? —le devolvió la pregunta a Kane, apartando la mirada de Thiago para mirarlo—. ¿Cómo lo llevas?

Parecía sentirse muy mayor al repetir la pregunta del hombre y hasta ponía cara de adulto, o, más bien, lo que él debía considerar que era poner cara de adulto, que consistía en mirarlo muy serio y achicando un poco los ojos.

Clementine finalizó la canción, con una sonrisa. Su expresión parecía más liviana, más honesta. Pasó la mano por los hombros de Shamira, y la observó, con aquella expresión alegre. Y se dijo que cantar había merecido la pena- ¿Te gustaría aprender a cantar o a tocar la guitarra, Shami?- dijo, en lo que suponía un genuino ofrecimiento- Veo que lo sientes. Llevas dentro el don de percibir el ritmo y la música. Quizá podamos encauzarlo un poco. Por probar, ¿qué me dices?- preguntó, antes de dedicar un asentimiento de reconocimiento a Axel y volver a mirar hacia María.

- ¿Quieres que toquemos alguna que tú te sepas? Algo que te guste, para que te sientas como en casa.-propuso. 

Axel estaba encantado con el público, con la atención y respuesta rítmica de Shamira, los ojos brillantes de María, e incluso la somnolencia del más pequeño. Estaba claro que Lincoln quería impresionar a Kane, así que no se tomó personal que ignorara la música y tomara un papel más arisco. Además, incluso si lo hubiera hecho, lo habría perdonado enseguida al ver la adorable cara de hombre serio que ponía el niño. 

El violinista le guiñó un ojo en respuesta a Clem por el asentimiento, feliz de haber tocado junto a ella. Siempre era un placer que una voz como la de ella acompañara las melodías de su violín, como alguna vez lo habían hecho cuando aún se hospedaba con Madre Laura. 

Seremos tu radio personalizada. - sonrió a María, apoyando la oferta de la religiosa - Tú di que te apetece escuchar, y nosotros lo tocamos para ti. 

Escuchar a Clementine cantar siempre era una fuente de tranquilidad para Kane, el pistolero se dejó mecer por su voz unos instantes, pero su atención volvió al muchacho que se había sentado junto a él. Algo en su actitud le provocaba una honesta gracia, al fin y al cabo, le recordaba a alguien.

—Tirando, ¿eh? —dijo con una sonrisa sardónica alojada en los labios, negó con la cabeza —. Bueno. Si no es una razón, será otra. Te entiendo —espetó con cierta resignación, recordando experiencias propias y comparándolas con las de Lincoln. Le hizo gracia cuando le preguntó como lo llevaba, incluso se permitió sonreír un poco más que sin humor, pero era una pregunta justa.

—No ha sido mi mejor día —se miró el puño lastimado abriendo y cerrando la mano, ya no le dolía, pero era molesto —. Cuando te cabrees.. no golpees una pared. Golpea algo que no te vaya a romper nada. No seas imbécil como yo —aconsejó con cierto humor. Lo miró de soslayo unos instantes, dudó, pero finalmente añadió —. Ella quiere lo mejor para vosotros. Lo sabes, ¿verdad?

El rostro de Shamira se iluminó con ilusión cuando llegó la propuesta de Clementine. Sus ojos se abrieron bien grandes y asintió con la cabeza. 

—Buah, me encantaría aprender —afirmó, incorporándose un poco y cambiando su postura hasta quedar sentada de rodillas—. Me encanta la música, escucharla digo. Sería una pasada saber tocar algo. Aunque lo que más me gustaría es aprender a tocar tambores y cosas de esas. Si tocas una guitarra o un violín y se te rompe la has fastidiado, pero si tocas tambores siempre puedes encontrar una cazuela que te haga el apaño. Una vez vi un hombre que tocaba con su propio cuerpo.

Miró a los dos músicos, primero uno y luego la otra y se dio unas palmadas rítmicas sobre los muslos, como para enseñarles a qué se refería. Al final su mirada se detuvo en la predicadora, que había hecho la oferta. 

—¿Me puedes enseñar? ¿De verdad?

María mecía en ese momento al bebé, que ya estaba prácticamente dormido en sus brazos, y al recibir aquella pregunta se quedó pensando un momento. 

—¿Te sabes alguna en español? —La pregunta era para Clementine, pues siendo Axel latino era de esperar que él sí lo hiciese—. Cuando era pequeña mi abuelita siempre me cantaba una canción muy bonita: La llorona. ¿Te suena? —Empezó a tararear bajita la melodía del estribillo—. Tienes una voz preciosa, si te supieras esa me encantaría escucharla y recordar a mi abuelita. Se llamaba María, como yo.

El muchacho, por su parte, seguía ignorando a la facción musical de la sala común, centrado como estaba en escuchar a Kane con atención. Asintió despacio con la cabeza con seriedad cuando el pistolero manifestó que le comprendía y después miró su mano, contemplando las heridas de sus nudillos con el ceño fruncido. 

—¿Le has pegado a una pared? —preguntó, dejando de mirar su mano para mirarlo a él—_{. Yo una vez le pegué una patada a una y me dolieron los dedos del pie todo un día} —le contó, bajando un poquito más la voz y comprobando de reojo que nadie escuchase su confesión. 

Luego arrugó el morro con la última pregunta de Kane y cuando respondió lo hizo con resignación.

—Ya lo sé. Pero es que yo quería ir. Shami dice que no es por eso que no nos ha dejado, pero yo creo que sí. ¿Y sabes? —Volvió a bajar la voz y un leve brillo desafiante pasó por su mirada, aunque no parecía dirigido a Kane sino al mundo—_{. Es que no me arrepiento de lo del otro día. Pero no se lo digas.} 

Clementine entrecerró los ojos, pensativa- Me suena... Hubo alguien, un hermano para mí, que me enseñó alguna que otra canción en español. Canté alguna cuando estuve en La Comunidad y nos conocimos, donde la consulta de Nicolás. Al señor Quijano le gustaron mucho.-dijo, sonriendo, al recordar al hombre de barba blanca como la nieve, levantándose y palmeando las manos- Creo que te refieres a...- comentó, tocando un par de acordes, antes de entonar la voz.