Partida Rol por web

Nueva York, lunes 16 de noviembre de 2037, 10.30.

Hacía ya bastante rato desde que la excursión que iba a la Comunidad había abandonado el refugio. Iban en esa comitiva Morgana, Daniel, Robin, Cassandra y Trish. Kane tampoco se encontraba en el Major Morris, aunque su caso era distinto, pues no le había dicho a nadie que iba a salir, ni hacia dónde se dirigía. Cuando habían despertado, él ya no estaba allí y por el momento no había señales de que fuese a regresar pronto. 

Skyler estaba en el almacén, «ordenándolo», que era un eufemismo para decir que quería fastidiar a Robin cambiando las cosas de sitio por marcharse esa mañana. María estaba en la sala común, con Thiago dormido en su canasto junto a ella y Shamira y Lincoln le estaban enseñando cómo se jugaba al choppi, ese juego que los dos habían inventado y con el que solían entretenerse en los últimos tiempos. Para ello sólo hacían falta unas ramitas que habían cogido del parque cercano en una de sus salidas con Morgana y mucha paciencia para colocarlas una a una. 

Axel había estado un rato con ellos, pero una vez el bebé se había dormido había salido en busca de Clementine. Y fue en la capilla donde la encontró, tocando una melodía bajita con la guitarra. 

La capilla que Clementine se había encargado de acomodar como tal en realidad había sido en otros tiempos una sala un poco más grande que el resto de las consultas de la primera planta, quizá un despacho o una sala polivalente. Pero en aquellos tiempos poco se asemejaba ya a lo que debió haber sido. Los restos de una pared que años atrás debía dividir en dos el lugar habían sido prácticamente retirados en su totalidad, dejando tan sólo un trozo de muro saliente del lado cercano al pasillo, de menos de un metro de largo. 

En la pared de enfrente, la que daba al exterior, un gran ventanal dejaba entrar durante el día un gran chorro de luz al interior, aunque aquel día la luz era más bien gris. Al fondo de la sala se había colocado una mesa que hacía las labores de atril y altar al mismo tiempo. En la pared, a media altura sobre ese altar improvisado, había un pequeño crucifijo, de unos quince centímetros de largo, que ya nadie recordaba de dónde había salido. Tres hileras de cuatro sillas cada una completaban el mobiliario del lugar. 

Érroneamente, y recordando su experiencia pasada con primos y familia putativa del barrio, había pensado que cuidar a los niños sería una prueba para su paciencia de la que querría escapar tan pronto como le fuera posible, mas había acabado por incluso divertirse en compañía de los niños. Ambos eran muchísimo mejor portados que cualquier niño que hubiese conocido antes, excepto quizás el de la tía Rafaela, una amiga de su madre de hacía años, que tenía un crío que era como hablarle a una muralla. No se movía, no hablaba, a veces dudaba si siquiera respiraba. Solo metía la nariz en sus libros y ya ni siquiera hacía contacto visual más que con las páginas. Bruno se llamaba. Cuidarlo era un placer, porque lo dejabas sentado en una esquina y ya no molestaba más hasta que lo pasaban a buscar.

Aún así, con lo buenos que eran y todo, decidió aprovechar que el bebé se dormía y María podía ocuparse de los otros dos para salir a dar un paseo. Pensó quizás en ir a ver a Clementine, quien sabía estaba en el refugio, sin ninguna razón en particular más que quizás conocer un poquito a la persona de la que Madre Laura hablaba tan bien. Quizás la mujer tenía un corazón demasiado grande para hablar mal de quien fuera, pero siempre le había parecido que sentía un estima especial por Clem. En realidad, al ir a buscarla, solo esperaba no pillarla en un mal momento con Kane. 

Una sonrisa de alivio se dibujó en su rostro al verla en la capilla tocando la guitarra. Sin querer interrumpirla esperó en el marco de la puerta, apoyado en este con el hombro y de brazos cruzados mientras la escuchaba. Las notas que salían de la guitarra eran suaves, agradables al oído. Quizás no sería una pieza maestra, pero sin duda era algo agradable de escuchar una tarde de ocio por el refugio. 

Una vez la chica se detuvo, Axel se persignó y puso un pie dentro de la capilla improvisada. - ¿Te molestaría algo de compañía? - preguntó acercándose hacia dónde la chica estaba sentada, esperando a su respuesta para tomar asiento o no. Entre tanto, miró alrededor - ¿Como crees que se vería la capilla con algo de pintura, un mural o algunos adornos? Para hacerla sentir más iglesia de lo que ya se siente, digo, no para intervención artística - sonrió ligeramente - A Skyler parecía gustarle la idea y me dijo que lo hablara con Kane, pero se me ha ido olvidando y camino hacia acá no me lo encontré. 

Clementine improvisaba, tras haber arreglado la capilla como hacía cada día, afinando la cuerda que acababa de ponerle a su guitarra. Se le había roto una, días atrás. Algo que en su momento no le había resultado relevante, pero que habiendo sucedido en el mismo día en el que habían perdido a Nick, ahora resultaba ser simbólico. 

La joven levantó su mirada de ojos verde oliva, y sonrió al ver a Axel entrar a aquel lugar sagrado improvisado. Siempre se alegraba de ver a gente entrar en su capilla, aunque no fuese para rezar. Sentía que reconocían el ambiente especial de esa sala. La presencia de Dios, aunque fuese inconscientemente. Suspiró.

- No, en absoluto. No me molesta.-dijo, respondiendo a su pregunta, señalando con un amplio gesto de su mano, alrededor, para que se sentase donde creyese conveniente. Lo escuchó hablar, y alzó las cejas, ligeramente sorprendida, aunque, a juzgar por el ensanchamiento de su sonrisa, agradada- Me alegra de que te haga sentir que es una iglesia, a pesar de todo.-confesó- Y sería fantástico, poder darle un poco de carácter con adornos y algún mural. ¿Eres bueno en esas cosas?

Encantado con la disposición de Clem para charlar, se fue a sentar cerca de ella, aunque con suficiente espacio de distancia para poder verla tocar guitarra sin problema y que a ella no le molestara su presencia, a pesar de que para que esto último sucediera tendría que estar pegado a ella. 

Mentiría si no admitiese que ver esa sonrisa amplia en rostro de la religiosa le había alegrado bastante. Era solo una idea lanzada al aire para mantenerse ocupados y personalizar un poco el espacio, pero si hacía feliz a alguien en el proceso entonces tanto mejor. 

Claro que me hace sentir que es una iglesia, está muy bien preparada - al final, tenía todos los elementos básicos necesarios. Quizás podría hacerle falta una pequeña fuente para bautizos y tal, pero como no había sacerdote oficial entendía la lógica de que era mejor adaptarlo para los que asistían y la necesitaban en vez de para rituales.

Para nada - contestó a la pregunta de la chica con una risa - Lo mío es la música y poco más - bueno, quizás eso era quitarse algo de mérito en su set de habilidades, pero era cierto que en cuanto a arte tradicional lo único que podía destacar era su habilidad como músico. Y eso cuando no tenía un mal día para tocar, como en el funeral - Por eso decía de pedírselo a Kane. Aunque también se puede aprender, ¿no? Además, aunque seguro no acabe como obra de arte, si metemos a los niños a pintar se lo pasarían genial.

- A Kane se le da bien dibujar. Pero no sé si se ve capaz de aplicarlo sobre las paredes.-indicó, cambiando un tanto su expresión, por una ligeramente preocupada y consternada. Quizá más que por el hecho de pintar las paredes en si, por la mención del propio Kane- Pero los niños, bueno... Ellos sí que lo disfrutarían. Shami estará encantada. Y Lincoln... Dirá alguna tontería al respecto, como que eso es demasiado para críos como para que él lo haga. Pero al final lo hará, seguro. -comentó, suspirando- Dime, ¿te consideras creyente, Axel?- preguntó, rasgando suavemente las cuerdas de su guitarra. 

Quizás por su propia falta de destreza para dibujar en papel o en cualquier otro medio no entendió cual sería la diferencia, pero supuso que sería algo tan radical como tocar un violín o un bombo para que Kane ni siquiera se atreviera a intentarlo. Porque si la diferencia fuera poca, digamos, entre instrumentos de cuerdas por complejos que fuera cada uno en su individualidad, Axel al menos le daría un intento o dos. 

Entonces que lo hagan los chicos. Si lo disfrutan hasta podríamos hacer un día de ello, como actividad grupal, para distraerlos un poco - se encogió de hombros sonriendo. En estos tiempos en otros, distraer a los niños de los males del mundo exterior era siempre algo bueno.

La siguiente pregunta le hizo suspirar y fruncir ligeramente los labios, pensando un poco al respecto - Es una pregunta compleja - se mordió un poco el labio inferior - Supongo que sí. - dijo finalmente - Me inclino a que hay algo allá arriba, aunque de ahí a que sea un dios, y que además sea el católico, no tengo idea. Nunca he sido muy devoto, pero mis padres lo eran, así que heredé sus creencias en alguna medida. - se encogió de hombros otra vez, restándole importancia - Supongo que, personalmente, nunca he sentido que Dios haya intercedido demasiado por la gente que me importaba, o por la que yo sentía que lo merecía, así que jamás me vi muy entusiasmado por creer en él. 

- ¿Nunca se te ha ocurrido pensar que la mayoría de cosas nefastas que suceden en el mundo son a causa... Del libre albedrío de los hombres?-dijo, con una sonrisa comprensiva- Dios nos dio libre albedrío y nos dejó hacer... Y... No supimos usarlo con sabiduría.-indicó, mirando hacia el altar mientras rasgaba las cuerdas de su guitarra- Obviamente hay asuntos que siguen siendo un misterio. Pero, si lo piensas... -añadió, encogiéndose de hombros, suspirando.

- No pretendo darte una catequesis. Pero estás en la capilla. Era inevitable que te dijese algo así...-apuntó, con una sonrisa- Oye, ¿por qué no improvisamos algo? Con tu violín, digo. Si quieres...

La pregunta de la religiosa le sacó una sonrisa de medio lado llena de sarcasmo. Había escuchado ese planteamiento mil veces de parte de sacerdotes y feligreses, incluso de parte de su propia abuela, pero jamás le había parecido suficiente. No era que la lógica fuera fallida, sino que si ese era realmente el caso, estaba convencido de que no querría alabar a ese Dios. 

Se me ha ocurrido, pero... - dijo con un suspiro, sin querer ignorar el tema - Si me dices que hay un dios omnipotente que permite que un continente entero muera de hambre y enfermedad solo por mantener su palabra respecto al libre albedrío, que hay un dios que se desentiende de nosotros hoy porque considera que las decisiones que tomamos son realmente libres y no producto de las que tomaron otros antes que sacaron provecho de los recursos y crearon clases y circunstancias para todos los demás, que es justo no interceder a pesar del dolor y sufrimiento de millones, entonces me estás hablando de un dios cruel, estúpido, egocéntrico y caprichoso al que jamás querría seguir. - su tono de voz fue firme, claro, pero para nada molesto. No tenía por qué enfadarse con Clem, pero era una opinión sobre la que estaba muy seguro. 

No sé, estoy seguro de que los males del mundo fueron acción del hombre y no de un dios, pero permanecer indiferente te hace igual o peor que los que los causaron - al menos en su experiencia propia, así era. Entonces, suavizando su expresión, sonrió cálidamente él también - Lo siento, no pretendo ponerme a debatir o cuestionar las creencias de nadie - añadió mirándola, a continuación contestando a su propuesta - Nunca me negaría a improvisar - tomó el estuche, que había dejado a un costado del asiento para abrirlo y sacar de este su instrumento.

- Son decisiones libres. Tomadas por el hombre, en general. Que un continente entero muriese de hambre tenía que ver con la codicia de algunos hombres, que libremente decidieron acaparar y no compartir.-indicó, con un suspiro- Es fácil, plantear que Dios puede ser todas esas cosas que has dicho, pero no es más que un Padre, que entrega la independencia y el libre albedrío a sus hijos. Y en todas las familias hay ovejas descarriadas, Axel.-apuntó- Lo fácil es culpar a Dios, o pensar que es un ser caprichoso y egoísta. Yo creo que símplemente nos ha dejado ser, e incluso sufre viendo en qué nos hemos convertido.-confesó, llevándose una mano, momentáneamente, al pecho.

- Pero no se ha olvidado de nosotros.-dijo, con verdadera Fe- Quienes han conocido el amor al prójimo, el arrepentimiento y el perdón, lo sabrán, con meridiana claridad. -apuntó, mirando, absorta, hacia el altar, durante un breve instante, exhalando lenta y entrecortadamente, antes de tomar su guitarra entre las manos, nuevamente- Pero vamos, no quiero tampoco provocar que no quieras volver a la capilla. Centrémonos en eso de improvisar.-concluyó, volviendo a dibujar una sonrisa en el rostro. 

Podía entender la visión de la chica, claro que podía, después de todo se había criado en una familia devota y siempre había acabado rodeándose de seguidores de la religión por una u otra razón. Además, quisiera o no, había crecido bajo los mismos mandamientos, las mismas virtudes, la misma fe. Lo entendía. Él también había tenido fe ciega en el de arriba alguna vez, había llenado su corazón de esperanza porque las historias fueran reales. Y no es que no creyera en un dios, sí creía que había alguien arriba, y perfectamente podía ser Dios, pero su opinión sobre él había sido gravemente dañada con el pasar de los años. 

Lo que tenía claro era que si Clem tenía razón y Dios solo era un padre demasiado pasivo que tiene que lidiar con la elección de vida de sus hijos, esperaba que sufriera. Esperaba que viviera en carne propia el hambre, el dolor, la miseria que consideraba eran parte de la libertad del hombre. Solo si así fuera, si sufriera personalmente por cada inocente que paga la avaricia de sus antecesores y contemporáneos. 

Esperemos - sonrió amablemente al escuchar que al menos ese señor todopoderoso recompensaría a la poca gente buena que pisara la Tierra. Obviamente no se contaba dentro de ellos, pero sería un bonito consuelo. - Cuando quieras - le guiñó un ojo, posicionando su violín y el arco perfectamente para seguir la guía de la chica con normalidad y relajo para divertirse un poco sin necesidad de impresionar a nadie.

- Bien... Voy a probar con algo que... Compuse hace no mucho. -indicó, sonrojándose un tanto, rasgando un par de acordes- Si te parece, cuando termine, me dices qué te parece... Y qué te transmite.-dijo, serenando su respiración mientras desgranaba las notas- Puedes unirte, con tu violín, si reconoces los acordes. 

La guitarra sustituyó la cadencia de su respiración, y pronto su voz se aunó a aquella melodía, suave y melódica, sin alarde, relajada y sin embargo, acompañada por el rubor evidente de sus mejillas.

Asintiendo, Axel sonrió al escuchar que sería el oyente de prueba de una composición original de la chica de la guitarra. Como músico él mismo, sabía lo difícil que era compartir algo en lo que uno se había pasado noches en vela trabajando, y por supuesto podía comprender cualquier sentimiento de vergüenza que Clementine viera en eso. Era un momento vulnerable, íntimo, uno que no despreciaría en absoluto una vez ofrecida la oportunidad. 

Deseando escuchar con atención la preciosa letra que escapaba de los labios de la chica, mantuvo el arco de su violín completamente quieto por la primera parte. Fue solo en el segundo y tercer coro cuando la acompañó, más por hacerla sentir cómoda y por aceptar ese honor que por creer que hacía falta, y luego volvió a silenciarse para que Clem acabara la canción en sus términos y a solas. 

Me parece una comoposición encantadora. - en el amplió sentido de la palabra. No solo era hermosa, sino que tenía una magia residual en cada frase que recordaba a otras épocas más supersticiosas - Espero no haberla arruinado - sonrió un poco más, deseando sinceramente que así fuera. Sin querer detener la conversación en sí mismo, continuó - Tu voz es tan calmada, tan pacífica, pero hay algo que inquieta. Algo mágico, ritualístico incluso. - su sonrisa se ladeó un poco, pensando que lo creería loco - Si me preguntaras a mi, te diría que es una canción sobre la muerte. Un baile dulce con la Parca, la entrega de tu alma y la aceptación de tu partida. 

La predicadora sonrió, sonrojándose, al escuchar las primeras palabras que le dedicaba Axel- Gracias. Y no la has arruinado en absoluto... -dijo, suspirando- La mujer que me enseñó todo lo que sé de música me dijo más de una vez que el violín es un instrumento poco agradecido. Que requiere mucho esfuerzo, y mucho aprendizaje, para poder llegar a hacer que suene medianamente bien, y el coste de la excelencia era mucho más alto que con cualquier otro instrumento.- explicó, encogiéndose levemente de hombros, dibujando una expresión inevitablemente melancólica- Tú haces que suene como si tuviera ganas de corresponderte. No debe ser fácil, llegar a ese punto.-concedió, revisando las cuerdas de su guitarra, contemplando el ajuste de la cuerda que había recambiado hacía poco tiempo, cuando días atrás se le había roto una de ellas.

Sin perder la sonrisa, fruncía ligeramente el ceño, al escuchar la opinión de Axel sobre su canción- Ritualístico... Vaya, nunca me habían dicho algo así.-admitió- Y en cuanto a su temática... En fin. Quizá no debí elegir las palabras adecuadas, porque no eres el primero que me habla de muerte o de tristeza al referirse a la letra.-dijo, acariciándose el pelo- En realidad... Es una canción... Sobre un encuentro pasional. Pero no con la muerte, sino con un hombre. Un hombre muy real. 

Me halagas demasiado, no sé si lo merezca - sonrió sinceramente al escuchar las amables palabras de la religiosa, especialmente tras aquella introducción anécdotica sobre su profesora de música - Me gustaría decir que tu mentora no tenía razón, pero si no es el que más, al menos está entre los primeros puestos - su sonrisa creció un poco con algo de resignación - Pero para mí vale la pena. Es difícil, pero la recompensa es grandiosa. Además, en mi caso particularmente, el que requiriera tanto esfuerzo me hizo un favor. - lo había ayudado a mantenerse lejos de las calles durante mucho tiempo, y entre menos tiempo pasara por ahí, en menos líos se metía. 

Luego, al escuchar la respuesta de la chica sobre la temática, lamentó no haber acertado. - Eso me huele a chisme¹ - sonrió de medio lado, cejeando más que dispuesto al cotilleo, pero por darle una salida continuó - Aunque no creo que sea problema tuyo al elegir las palabras, sino más bien la posibilidad de interpretación de cada uno de acuerdo a sus experiencias - quiso ofrecer como consuelo - En retrospectiva, lo que me dices tiene mucho sentido - le sonrió - Pero yo no me desanimaría con la comparación a la muerte. En el arte muchas veces se ha tratado como una figura seductora, así que en tu lugar yo no lo interpretaría como mala crítica - le guiñó un ojo, intentando animarla.

Clementine observó la sonrisa de Axel, azorada- Supongo que sí. Que es una diferencia de interpretación, basada en las propias vivencias...- dijo, suspirando- No me lo tomo a mal. Sólo espero que al hablar de un baile con la Parca no quieras decir que la canción suena... Triste.-concluyó, encogiéndose ligeramente de hombros- ¿Qué es un chisme? He oído antes esa palabra pero... ¿Qué significa?- preguntó. 

Oh, para nada, no me refería a eso - aclaró enseguida sonriendo - Para mi al menos no lo sería. Mi relación con ella ha sido mucho más pacífica que una tragedia o un terrible drama, así que no le temo. - entonces se dio cuenta de lo mal que podía sonar eso y continuo - Claro, no quiero que me venga a buscar todavía, pero creo que habrá algo de paz en su abrazo, un cierre al eterno juego del gato y el ratón donde nos intercambiamos los roles una y otra vez - se encogió de hombros - Alguna vez la quise con desesperación, muchas me tentó, y otras fue ella quien me buscó por muchos medios pero no logró alcanzarme. Se siente como una relación cómplice, una amiga, un coqueteo. A eso me refiero a bailar con la Parca. - explicó, esperando no haber sido demasiado denso con el tema. Solo esperaba darse a entender mejor para que Clem no encontrara tristeza en su canción, pues él no escuchaba ni una pizca de ella. 

Ah bueno, y con chisme... - dijo recordando de pronto esa parte - Me refiero a cotilleo. A que suena a que tienes algo que contar. También puedes escuchar algo sobre viejas chismosas si vas a la Comunidad, porque toda suegra o señora mayor ahí vive por el cotilleo, así que hay muchas. 

- ¿Te refieres a cuando te pasó lo de la pierna? ¿O has bailado con ella... Más veces?- preguntó, con inicial curiosidad, antes de sonrojarse ligeramente- No tienes que contestar si no quieres. Es... Me he dejado llevar por la curiosidad.-dijo, suspirando- Sí, he oído esa expresión. Vieja chismosa. La verdad es que no sabía muy bien lo que significaba.-confesó, encogiéndose de hombros, con una suave sonrisa- Y lo cierto es que sí, hay cierta historia detrás de la canción. -admitió, un tanto insegura. 

- Oye tú... ¿Tienes mucha experiencia, Axel? Quiero decir...-expresó, con un apuro casi palpable en la voz- A parte de esa chica de la que me hablaste. 

La curiosidad de la chica le hizo sonreír, y un poco más sus disculpas. - No te disculpes, no hace falta. Si alguna vez no quiero responder algo, no lo haré, pero no me voy a enfadar contigo por preguntar. - le aclaró para que se quedara más tranquila al ver que se sonrojaba. - Como te dije, nos hemos encontrado muchas veces. No solo el día de la pierna, aunque esa estuvo muy cerca. - no sabía si diría la que más cerca, pero al menos estaba en el top 3 - Pero no son recuerdos particularmente placenteros, así que dejaré mi respuesta hasta ahí. Tendrás que tomar mi palabra y no ser una vieja chismosa. - bromeó dándole un empujoncito juguetón con el codo y cejeando con complicidad por la nueva palabra. 

Lo sabía - comentó simplemente respecto a la historia tras la canción, quedándose un poco con las ganas de chisme pero respetando su espacio. Uno no escribía canciones de amor o pasión por aburrimiento, menos si eran siquiera remotamente buenas. 

Al escuchar la pregunta de la chica, alzó una ceja sonriendo divertido, una mueca que solo creció al notar el apuro en la voz de la chica - Yal ¹, no vamos a tener "la charla", ¿no? - a ver, era cierto que no sería la primera vez que la daría, porque en la Comunidad alguna vez le había tocado ser el tío putativo de algún crío perdido por la vida que no se atrevía a preguntarle a sus adultos responsables, pero Clem era adulta para su público habitual - Tengo experiencia de sobra para que preguntes lo que quieras y tener respuesta. - respondió con una sonrisa cálida y curiosa al mismo tiempo, dispuesto a hacer de libro abierto a la vez que intrigado por ver que le pasaba por la cabeza a la religiosa - ¿Que quieres saber?

En ese momento les llegó un sonido lejano a través de la puerta abierta de la capilla, el de la puerta principal del refugio abriéndose y cerrándose. Parecía que alguno de los habitantes del Morris había regresado a casa.