Partida Rol por web

Parecía real pero pensaba que era un profesor. Pero no, cuando empezaron a alarmarse los profesores vi que no lo era, con miedo en el cuerpo seguí a los demás. Al parecer esa noche terminó mal cuando debería haber terminado bien. Además no había bailado, había hecho la estatua para nada... 

Decepcionado se fue hacia el dormitorio sin decir nada a nadie.

Sam miró a Arthur con un brillo especial en los ojos.

¿Un sitio seguro? Exacto... Vamos a la Sala Común, aquí no quiero hablar añadió la muchacha agarrando a Arthur de la muñeca y tirando de él.

Recorrió con la mirada el Gran Comedor buscando a sus compañeros, haciéndoles señales para que fueran a la Sala Común cuanto antes.

Vi cómo Cassius atacaba a la criatura sin pensárselo dos veces. Del resto ya no me di cuenta. Le miré y todo se quedó en silencio. Una luz casi celestial apareció tras su cabeza y todo quedó azul a su alrededor. Su pelo empezó a moverse y sentí cómo me sonreía.

Me sonrojé cuando la profesora Green les mandó a todos a sus dormitorios.

Has... has sido muy valiente, Cassius... dije sin poder mirarle a los ojos. Tenemos un baile pendiente añadí y, con toda la velocidad que pude, le di un beso en la mejilla y salí corriendo a la Sala Común

Un chorro de luz sale de mi varita en dirección de ese asqueroso ser y lo hacia en cámara lenta. ¿Qué diantres estoy haciendo? mejor sería preguntar ¿Que hacen los otros? Nunca dejaré que una bestia sin collar atente contra mi vida y menos si una niña es mi pareja de baile. Tal como mi abuela decía un Jhonson nunca deja que sus miedos le dominen y siempre debe actuar con contundencia ante la adversidad... Aunque me pregunto si se refería a atacar hombres lobo con hechizos de primer año.

No sé si es por mi afán de defender a Sara o de protegerme yo mismo, pero el hechizo me sale mucho mejor de lo que recuerdo que es. De hecho es casi una cascada en lugar de un chorro. Aun así con todo y la fuerza del conjuro este reboto en la bestia sin hacerle ningún daño, en ese momento pude ver que dos niñas se unían a mi en el afán por detener esa mostruosidad. Daphne y Sam. Nunca imagine que hicieran nada juntas. Curiosa forma de socializar.

Los prefectos entraron en acción y pusieron a correr a al perro grande. Lo siguiente fue totalmente inesperado, Sara me habla con dulzura y me da un tierno beso en la mejilla antes de salir despavorida en busca de su propia casa.

Me quedo mirando como corre mientras mantengo la mano izquierda sobando el lugar donde me besara. Estoy en shock nunca antes había pasado, me rasco la cabeza con la varita y veo a daphne levantar el pulgar, pero ella fue la que logro afectar al perro rabioso. Sin entender lo que pasa le muestro el pulgar y le sonrío. y es cuando veo a la serpiente reina llamándonos. Bueno es mucho lo que hay que hablar. y salgo corriendo en dirección de la casa común 

Daphne se pasó una mano por la cara mascullando algo sobre besos y se volvió hacia Amon.

-No deberías ir solo, no tienes buen aspecto-le dijo indicándole que fuera con sus compañeros, no se fiaba del estado del chico si se quedaba solo después del shock vivido. Cuando éste puso rumbo también hacia las mazmorras,cerca de donde se hallaba la sala común de Slytherin, Daphne suspiró como si hubiera acarreado más responsabilidad de la que podía soportar y marchó en pos de Sara.

Perry observa con alivio como los prefectos consiguen ahuyentar al hombre lobo.  No se le ocurre la manera en al que un hombre-lobo pueda colarse en elc astillo. ¿Y si la seguridad de los cuartos comunes era igual de frágil? No, no era posible. Pero el asutno era grave, como para tener miedo. un alumno mordido por un hombre-lobo sería un escándalo. La licantropía era una enfermedad muy seria. Sin más se retiró a dormir, siguiendo dócilmente las indicaciones de su prefecto.

-Gracias por todo, Daphne, te debo una -la dije esbozando una sonrisa, o al menos intentándolo, y salí con ella hasta llegar al punto donde deberíamos de separarnos y, allí me encaminé hacia la Sala Común.

Había sido una muy mala noche a excepción del momento del intento de baile, con eso me había divertido bastante.

Arthur miró a Sam con la sombra de la fiebre aún en su mirada, aunque notaba que ya se encontraba bien. Quiso beber un poco para quitarse aquel asqueroso sabor de la boca... pero todo lo que veía a su alcance era el zumo escarlata que, sospechaba, era responsable de todo aquél desbarajuste.

-Ahg... de acuerdo, vamos -dijo echando un último vistazo a los profesores que estaban recuperándose. Todavía alguno seguía roncando en su asiento.

Aquello era de guasa, le parecía increíble que en un colegio tan importante como Hogwarts no hubiese unas medidas de seguridad mínimamente decentes. Aunque creía recordar que sus tíos le habían hablado de más de un problema de sus años de estudio allí... jamás se había interesado por sus historias, quizá debiera estar más atento la próxima vez.

-Por cierto... has sido muy valiente, o muy descerebrada para ofrecerte como posible presa de esa cosa -comentó mirándola de soslayo con una sonrisa en los labios- quizá el sombrero está realmente estropeado.

Eli, sin mucho entusiasmo, comienza a retirarse junto a su prefecto, como todos los demás, lanzando aún miradas en todas direcciones, como si quisiera asegurarse de que nada le saltaría para morderla desde cualquier sombra.

Booky ya estaba allí cuando los alumnos empezaron a entrar. Era uno de los vigilantes de la fiesta. Con su habilidad élfica de aparecerse aún dentro de los recintos de Hogwarts, era el más adecuado para calmar cualquier escaramuza.

El elfo libréstico ahora era un elfo bailéstico y llevaba un esmoquin ajustado a su tamaño, pantalones que se pegaban a sus piernas delgaduchas y zapatos negros de punta. Debajo del esmoquin asomaba una camisa de blanco hueso con puntillas en las bocamangas y chorreras. A su lado una criatura alta que podía fácilmente duplicar su altura, de un color verde, con cuernos, cabellos de fuego y vegetación como única vestimenta. Llegada desde el bosque negro de Alemania, la dríade Tithorea había coincidido con Booky en su época de explorador y aún mantenían una calurosa amistad.

Asterope estaba más contenta de lo que podría suponerse ante el inminente evento. Ya hasta se había olvidado del incidente en la lechucería. Todo el que la conociera sabía que no era muy dada a las reuniones multitudinarias, pero en esa ocasión creía que podría disfrutarla. Con su disfraz podría pasar más desapercibida. Mucha gente iría con colores oscuros, seguramente, así que no destacaría; y la máscara ocultaría su cara.

Claro que había una cosa en la que no había pensado: El hermano de Ithan era mucho mayor que ellos. Y la máscara que le había prestado su amigo le quedaba bastante grande y no hacía más que caérsele, así que acabó por guardarle en un bolsillo interior. Pero era un problema menor. Siguió a sus tres amigos hacia el interior del comedor. Aún no había demasiada gente.

De repente, un imbécil de sexto de Slytherin disfrazado de inferius se topó con la pequeña, le cortó el paso y le dijo: - Así no das miedo, enana. Deja que te lo solucione –Y, antes de que Asterope pudiera abrir la boca para pedir ayuda, le lanzó un encantamiento desconocido a su túnica-. ¡Multicorfors! ¿Ves? –Le dijo el chico, rodeado de sus amigos riéndose-. Así sí que asustas a la gente.

En cuanto bajó la vista, se le descompuso la cara del horror. Su túnica negra había empezado a aclararse poco a poco... Hasta acabar rosa. Los diferentes pliegues tenían diferentes tonos de ese color: Rosa palo, rosa chicle, rosa fucsia, rosa coral, rosa magenta... Eso, unido a la poca maña que había tenido la niña a la hora de hacer su disfraz, le daba un aspecto de lo que un muggle llamaría "hada madrina". Claro que Asterope no conocía ese concepto. Aunque igualmente le parecía espantoso. Ridículo...

Cogió a Linc y se lo acercó, como si intentara esconderse tras él- ¡Mírame! Me ha estropeado el disfraz ese hijo de...–Juró y perjuró contra el idiota de sexto, al que había perdido de vista. Estaba tan contenta pensando que no iba a destacar y ahora parecía como si tuviera una flecha gigantesca sobre su cabeza apuntando hacia ella. Ya no se podía hacer nada. 

Ithan iba junto Asterope, Kendra y Linc. Hacía ya un rato que había percibido que la máscara se le caía a cada paso, y que amenazaba con salir volando. - No había contado con esto. - Dijo, mirando a sus compañeros en referencia al tema de la máscara. La suya le estaba especialmente grande.

Además, su túnica no era negra del todo, era más bien de un marrón oscuro de tela basta. Finalmente, se paró delante de la puerta, comprobando como estaban sus compañeros. - Parece que no hay mucha gente. Ahora entramos y les damos un susto de... - No terminó la frase, cuando un chico de sexto que él no conocía le sorprendió y vio como hechizaba la túnica de Asterope. Ithan se quedó sorprendido ante el conjuro, que no había hecho efecto cuando se giró hacia el chaval con intención de increparlo.

Pero se dio la vuelta demasiado rápido y sin sujetar la máscara, que salió volando varios metros hasta estrellarse con el suelo y rompiéndose en mil trozos distintos. Ithan se quedó varita en mano, mirando la máscara en silencio palideciendo ligeramente, sin decir nada, ni moverse. - Joder. - Acabó por soltar por su boca, blanco como la nieve. - Ian me mata. - Dijo sin moverse todavía. Miró de reojo a sus compañeros, echándose la capucha hacia atrás.

- Mi hermano me mata. - Repitió, caminando hacia los trozos de la máscara y comenzó a apartarlos con el pie, como quien no quiere la cosa, echándolos a una esquina. Estaba tan destrozada que no creía que ni el mejor reparo pudiera solucionarlo. La he liado parda. Quizás antes, con la máscara, pudiera parecer un mortífago algo cutre, pero ahora más bien parecía algún tipo de monje franciscano.

Miró a Asterope ahora. De arriba a abajo. Bueno, quizás al lado de ella pase desapercibido...  Pensó, aun pensando la que le iba a caer por cargarse la máscara de cerámica de su hermano. Negó con la cabeza. - El año que viene escogeré yo los disfraces. - Concluyó, intentando no reírse ante la pinta que llevaban.

Con caminar lento, Mircea llegó hasta el Gran Comedor y se detuvo antes de entrar. Desde el umbral veía la decoración y escuchaba a sus espaldas los alumnos que estaban esperando a sus parejas.

No llevaba disfraz, pero se había vestido para la ocasión, gracias al regalo de sus hermanas, que le habían confeccionado un Kurta Shalwar completo, con su túnica negra con pedrería, sus bombachos dorados y sus babuchas marrones. Llevaba los colores de Hufflepuff y aunque se sentía cómodo dentro de la seda de las prendas, no lo estaba tanto con las miradas de los demás. Iba demasiado expuesto, sin careta ni maquillaje que tapase quien era en verdad. Sus cabellos algo largos que le cubrían parcialmente las orejas lo llevaba medianamente peinado. La oscuridad de la túnica acrecentaba su piel pálida y con ello resaltaban sus ojos azules.

Esperó a que llegara su pareja para entrar con ella.

Enya llego con lo que creía que era una buena ropa de muerto viviente. La forma se le había cambiado perfectametne y tenía un aspecto completamente demacrado. Sin embargo, la ropa... Ella había leído una comedia muggle sobre zombies surferos, pero lo que no sabía es que era una comedia y se la había tomado como que era real, por lo que intentó reproducir paso por paso la ropa de un surfero. No se daba cuenta de que estaba realmente ridícula y además tenía un poco de frío.

Felices porque al fin hubiera una fiesta en Hogwarts, ¡su primera fiesta!, las niñas llegaron al vestíbulo cotorreando, donde muchos alumnos estaban esperando. Sonrieron y saludaron a su hermano que acertadamente había elegido ponerse aquello en vez de los ropajes de un soldado valaco. Trataron de adivinar los disfraces de alguno de los más viejetes y buscaron a Kelly y Maxwell. Sabían como iría la chica, pero no habían llegado a descubrir de qué iría él.

Erzsébet era quien parecía haberse trabajado más el disfraz. Seguramente poca gente consiguiera saber de qué iba. Elizabeth Bathory era una antepasada de su familia, odiada entre los muggles, a la que atribuían muchas historias sangrientas, pero que resultaban ser solo verdades a medias. El corpiño ajustado con nulo pecho que resaltar, la falda plisada sobre un cancan estrecho, con cola de goleta y frontal blanco; gorguera en forma de puerta, mangas abombadas y su cabello trenzado, trabajado en formas extrañas sobre su cabeza. Llevaba pulseras y un collar que habían confeccionado con alambre y piedras pintadas.

Orsolya por su parte iba con algo más vaporoso, más liviano y quizás más sencillo de realizar. Posiblemente alguien supiera lo que eran las ielele, si es que conocían las criaturas mágicas que abundaban en los bosques rumanos. Su vestido de corte más clásico, realizado con tafetán, de azules de tonos suaves y capucha bordada. Ella si iba algo maquillada, con sombra de ojos azul enmarcando sus grandes iris verdes y pintalabios blanco.

Daphne llegó sola al comedor. Finalmente no se había disfrazado, así que iba con un precioso vestido amarillo adornado con un lazo negro alrededor de la cintura y unas flores negras en el torso. No llevaba maquillaje, pues no le hacía falta, y se había peinado con un medio recogido. Aun así, no le había dado mucho tiempo a tratar sus rizos correctamente, así que seguían amenazando locura extrema.

No se había encontrado con Mircea en la sala común, así que supuso que estaría esperándola allí. Hasta entonces no se había imaginado cómo era el traje del chico, pues la descripción de las gemelas, aunque acertada, no le había dado una visión perfecta del mismo-. ¡Hala, Mir, qué guapo! Tus hermanas tienen muy buen gusto. ¿Qué te parece el mío? -Giró sobre sí misma para que pudiera apreciarlo bien-. Lo he elegido según los colores que me dijeron ellas –Cualquiera que los viera juntos podría pensar que iban honrando a los colores de su casa, solo que opuestos: él negro con dorado, ella dorado con negro.

- ¿Entramos? –le dijo cogiéndole del brazo y avanzando hacia la fiesta. Buscó con la mirada a la gente conocida, para ver cómo iban. Este año había muchos disfrazados, más que el anterior, por lo que pudo comprobar.

Entré en el Gran Comedor, con mi orgulloso disfraz de mortífaga. Lo cierto es que daba miedo, mucho miedo, y con la mascara de Ithan más aun. Acababamos de reunirnos los cuatro y en general dábamos bastante bien el pego, todo habia que decirlo.

SIn embargo, nada mas llegar al Gran Comedor comenzaron los problemas. De repente, un imbecil de sexto se acercó a Asterope, y le lanzó un hechizo que convirtio su bonito disfraz en algo que era tal atentado al buen gusto que resultaba terrorifico con solo mirarlo- ¡EH, PERO QUE HACES! - increpe al chico, cuando vi lo que habia hecho con Asterope.

Y precisamente aquel fue el problema. El era un alumno de sexto, y yo de primero. Era una matada comparada con el, estaba claro. Por eso, cuando decidio que tambien era hora de cambiar mi estilismo ni siquiera me di cuenta, ni tuve tiempo para reaccionar- ¿Ah, que te da envidia? No te preocupes... ¡para ti tambien hay! ¡Multicorfors!

Y alli estaba: mi bonita tunica negra ahora era completamente blanca y, sobre mis hombros, habia una capa de un rojo intenso, que me llegaba hasta los pies. ¿Donde estaba mi disfraz?

Miré a Ithan, con el rostro descompuesto y la mascara que acababa de darme en la mano. - No, no, no, no... comencé a decir por lo bajo, cuando vi que al chico tambien se le escapaba la mascara, que acababa rota en el suelo.

-Que desastre, madre mia, que desastre... - añadi, llevandome una mano a la cara, resignada.

Perry se había pasado toda la mañana cardando lana de color gris. El caso es que el resultado no había sido demasiado malo, sobre todo visto lo que había por ahí. Se colocó sus gafas de pasta y el disfraz estaba completo.

-Auuuuuuuuuuuuuuuuuuuu.- Entró aullando en el salón de baile a la espera de que llegaran los demás. Mientras esperaba vio a Mircea y Daphne que no iban disfrazados, sino elegantes como para fin de curso.

- Hola chicos, vais estupendos. No os preocupéis que aunque voy de hombre lobo es de los buenos.- Como iba disfrazado de serie muggle no esperaba que Mircea comprendiera su significado por completo.- Es el padre de un personaje de una serie de televisión antigua que le gustaba a mi padre.