Partida Rol por web

La lechuza cayó inerte en el suelo, pero aún respiraba. El resto de aves se pusieron a revolotear, alarmadas por lo que había pasado.

Tranquilos, pajarracos, ahora os podéis reunir con él añadió mientras metía la mano en la bolsa de nuevo y sacó un hilo otra vez.

Estaba mirando a todas las lechuzas para seleccionar a su nueva víctima. Vio una pequeña que se intentaba ocultar entre las demás.

Esa... es la lechuza con la que Amon envió una carta... Así que debe ser de la petarda de Hufflepuff...

¡Agotattem! gritó con la boca desencajada y los ojos tan abiertos que parecían que se salían de sus órbitas.

A la pequeña lechuza se le fue la fuerza y también quedó en el suelo. Sam recuperó la compostura y se fue al Gran Comedor. Era hora de comer.

Joey entró en la lechucería con la carta en la mano:

Queridos papá y mamá:

¿cómo estáis? Bart y yo estamos muy bien. Este sitio es maravilloso. Nos pasamos el día haciendo magia y levitando cosas, transformando animales y volando en escoba. Papá, ¿sabías que el profesor de vuelo es Viktor Krum? es increíble ¿verdad? Me acuerdo de todas las historias que me has contado sobre él y en persona es todavía más flipante. Voy a ser el mejor como él en vuelo y me voy a apuntar a quiddich. Ya verás como voy a ser el mejor.

El otro día tuvimos hasta fiesta de Halloween y todo. Los de la casa nos disfrazamos y fuimos la sensación del lugar. Diana y Noah se disfrazaron de vampiros, Tabatha y yo de momias faraónicas y Eli y Nik de zombies. LA fiesta estuvo muy bien y había dulces y bailes. Los de primero tuvimos que abrir el baile. Empecé a bailar con Tabatha pero ya sabéis que soy malo bailando y terminé en el suelo con ella. Nos reímos muchísimo.

LA verdad que tengo los mejores compañeros de todos. Diana se preocupa mucho por nosotros, y es muy guapa. Eli también y se curró todos los trajes de la fiesta. Tabatha es más tímida, pero es muy simpática. Y noah y Nik son mis mejores amigos en Hogwarts.

Los peores son los de Slycerin. Son unos niños mimados. A Cassius le enviaron una magnífica escoba y no deja de alardear de ello. Son unos chicos muy raros y van ganando la copa de la casa. Pero haremos lo posible para llevárnosla nosotros. ¿Cuantas veces ganastéis la copa de la casa vosotros, papá?

Esto es alucinante. Me encanta todo. En breve tendremos los exámenes de Diciembre y poco después estaremos en casa por Navidades. Os echo mucho de menos, sobre todo cuando mamá por la noche nos da un beso para dormirnos y papá nos cuenta historias de Hogwarts. Bueno, os dejo, que me tengo que ir a la cama, mañana será un día muy duro. Os quiere mucho,

Joey

Joey envió la carta a sus padres y salió corriendo hacia el comedor. Tenían clase en breve y no quería llegar tarde.

Al entrar en la lechucería, Mircea se caló el sombrero y se arrebujó en la capa. Menos mal que el sol estaba en lo alto, no quería ni imaginarse el frío que haría ahí arriba por las noches.

Silbó una nota larga seguida de otra corta, ¿Ferenc, estás por aquí? Volvió a silbar el mismo tono y al momento apareció su lechuza, negra como el carbón y con una línea blanca atravesando su frente. Saludó a Mircea con un chillido y tras dar una vuelta a su alrededor se asentó en su hombro izquierda.

El chico sacó una tostada del desayuno que se había guardado en el sombrero. Sirviéndosela a trozos y rascando su cabeza de vez en cuando, se dedicó a hablar. Hace mucho que no envío una carta a casa, Ferenc. Pero es que no puedo, no sabría qué decirles. No me gustar mentir a mei dragi.

Buscó un sitio medianamente limpio donde sentarse. Los ojos dorados que le espiaban desde las alturas eran molestos, pero era de día, así que no eran ni la mitad de terroríficos de lo que deberían ser.

Las cosas no me están yendo demasiado bien por aquí. Espero poder recuperarme y quizás en una semana puedas llevar noticias mías a mi mama. Como la echo de menos...

Dejando el libro de duelo sobre sus rodillas y sacando la varita, recitó: Alarmir viata

Una breve luz blanquecina en la punta de su varita fue señal suficiente de que el hechizo había funcionado.

A continuación, recordando lo que le había enseñado Daphne la noche anterior, volvió a apuntar su libro de duelo: Dectattem Libro

El libro brilló con un fulgor verdoso. Mircea sonrió. Bueno Ferenc, es posible que las cosas puedan arreglarse pronto. A ver como acaba la semana.

Tras acariciar la cabeza de su lechuza, se despidió de ella prometiendo volver pronto a verle y quizás a sacarle un rato para que hiciera algo de ejercicio.

No echó de menos perder de vista tantos ojos dorados que durante los hechizos habían ido apareciendo.

Sam sonrió al llegar a la lechucería y comprobar que todas las aves recordaban su persona. Se movieron nerviosas, ululando ante la presencia de la perversa chica.

La sonrisa de Sam empezó a desdibujarse para dejar paso a una mueca de odio y desagrado. ¡Ese estúpido profesor había osado insultarla! ¡A ella! Sus ojos empezaron a irradiar odio y maldad, al tiempo que su cuerpo se ponía rígido por la rabia. Con movimientos secos y cortantes, sacó su varita de la manga de su túnica y apuntó a las lechuzas.

¡Agotattem! gritó descompuesta y vio como uno de los rayos salía y golpeaba a una lechuza parda. El animal cayó al suelo confuso.

Sam se acercó y le propinó una patada, enviando a la lechuza contra la pared, algo que dejó más fuera de lugar al pobre animal. Después, poniendo un pie sobre el cuello de la criatura, le aplastó con fuerza al tiempo que tiraba de sus patas, hasta que oyó un leve "crack" y la lechuza dejó de moverse. Contenta, se atusó la túnica, se guardó la varita y observó a los demás pájaros, que observaban cómo la niña había cometido semejante atrocidad.

Volveré dijo saliendo de la lechucería.

Asterope llegó a la lechucería cargada con su mochila. Bien, aún no ha llegado nadie. Quizá pueda estar sola un rato. Pensó que, tal vez, Linc se había vuelto a perder por el enfado que tenía.

Divisó a Hefesto en lo alto. En cuanto la vio, el hermoso búho real moteado bajó ululando hacia su amiga. Asterope le abrió una cajita de insectos y echó parte en una poyata. Ella no quería ni tocarlos, así que dejó que él comiera solo. Luego tendrás que llevar una carta a casa, ¿vale? Aunque primero, vamos a disfrutar del paisaje. Hacía mucho que no estábamos solos. Se quedó en silencio mirando de vez en cuando por las ventanas, escuchando a Hefesto tragar la comida mientras ella lo acariciaba con una mano y escribía con la otra. A veces le susurraba palabras al oído. Qué tranquilidad, ¿verdad Hefesto? Estar con tanta gente junta acaba agobiándome.

Después de unos pocos minutos, decidió ponerse en marcha. Aunque le apetecía estar con él más tiempo, tenía que mandar la carta y ella quería dar una vuelta antes de comer. Además, quizás en breve apareciera un montón de gente por allí. Enrolló el pergamino, se lo ató al obediente Hefesto en la pata y este salió volando. Asterope lo miró mientras se perdía en la distancia.

Lincoln apareció en la lechucería y Asterope ya estaba allí, la pobre chica había estado intentando animarle en clase pero él solo tenía una cosa en mente, esa asquerosa profesora cuatro-ojos que merecía la peor de las muertes... -¡Buenas!- le dijo sonriéndo y acercándose por detrás para darle un susto, la sonrisa era sincera, el problema es que se estaba imaginando a la profesora muerta y eso le provocaba la felicidad de ese momento.

Al ver que estaba hablando con su buho se alejó de ella para dejarle intimidad -Bueno, voy a echar la carta a... a mis padres "Y a Adolf"- Se acercó a una de las lechuzas de la escuela y ató al carta a su pie mientras le decía a dónde debía ir -¡Va, rápido!-

Querido Adolf,

Eres un inútil, de verdad que echo de menos poder pegarte cuando me de la santa gana, insultarte, obligarte a hacer todo aquello que no te gusta y a decirme lo fantástico que soy... quiero que sepas que he entrado en Slytherin, pronto seré un mago con un poder inimaginable y tu sufrirás las consecuencias de ese poder, probaré contigo cada uno de los hechizos que aprenda para dejarte mas tonto de lo que estás, espero que agonices mucho con el dolor que te haré sentir y que tu odio hacia mi aumente aún mas para obligarte a hacer mas cosas que no te gustan.

Mi ausencia entiendo que se debe notar por allí, pues soy insustituible y tu único amo y señor, después de leer lo mucho que te echo de menos quiero que les digas a mis queridos padres ésto textualmente: Padres, he entrado en Slytherin, mis compañeros no son lo que me esperaba... hay un sangre sucia en mi grupo, pero bueno, así podré demostrar que nuestra sangre está por encima de la suya, tengo una compañera con la que me llevo muy bien y en este poco tiempo es de las pocas personas en las que confío, no se nada de ella aún, pero no aparenta ser débil ni de mala sangre, pronto seré un gran mago y podrás estar orgulloso de mi, padre.

P.D: Adolf, si me entero que han leido esta carta, juro sobre tu tumba que te haré sufrir de tal manera que pedirás tu muerte.

Aténtamente Lincoln.

Con una sonrisa en la cara y mas descansado Lincoln decide irse de la lechucería y dormir un poco en los jardines, sin que nadie le moleste estirado en la hierba, se gira a Asterope para poder despedirse -Nos vemos luego por el comedor o algo, nos vemos- Y con una sonrisa que mostraba hasta sus dientes y sin decir nada al otro chico que estaba ahí se fue directo a los jardines exteriores.

Cuando Linc se le acercó por detrás, se llevó un gran susto. Estaba todo tan en silencio y ella tan concentrada, que no le había oído llegar. Mientras el chico hacía sus cosas, ella seguía mirando por la ventana, ocupada con sus propios pensamientos. Algo le preocupaba. Apenas llevo un día aquí y ya necesito un descanso de mis compañeros. ¿Cómo aguantaré los próximos 7 años? Ella se había esforzado pero todo eso la superaba. ¿Y si no era capaz de hacer amigos de verdad? ¿Y si esas personas resultaban ser solo compañeros o "contactos para el futuro", como los llamaba su padre? Mi padre... como si él hubiera tenido muchos "contactos". Miró un momento a Linc mientras salía por la puerta. Hasta él, una persona tan violenta y con tanto odio dentro, es capaz de juntarse con la gente.

Nunca había sido una persona a la que le gustara el contacto humano, pero si no lo conseguía estaría incómoda hasta en su propia habitación. Así que tomó una decisión: seguiría a Linc hasta los jardines. Había notado que con ella era amable. Si conseguía hacerse su amiga, lo conseguiría con el resto. Además, las multitudes no las soportaba, pero una sola persona no le haría daño.

Sam llegó a la lechucería y esperaba encontrarse sola. Pero se encontró con un alumno que debía ser de primero, pues no la sonaba de nada.

Asqueada por la situación. soltó un bufido y se dio la vuelta. Tenía cosas mejores que hacer que compartir su espacio con un cretino de otra casa.

Cuando Neil estaba llegando a la lechucería vió como una chica de pelo claro se alejaba con algo de aires de molesta. No le hizo mucho caso pues estaba muy cansado. Se colocó la mano en el costado, donde empezaba a tener un poco de flato. Había tardado más de lo que creía en encontrar el sitio. A pesar de tener una buena orientación, en el Castillo había demasiados pasillos muy parecidos. No obstante había llegado, se sentó en un escalón y sacó el taco de pergaminos para escribir la carta. La escribió de una vez, mojando la pluma cada pocas lineas, según le salían las frases de la cabeza.

Cuando acabo le echó un vistazo, era una carta horrible, algunos renglones estaban torcidos, unas palabras tenían más tinta de la cuenta y otras casi no se veían. Neil se encogió de hombros, le daba igual, era para sus padres y tenía algo de prisa. Neil dobló la carta como su abuelo le había enseñado hace años y fue hacia una de las lechuzas del colegio. Se lamentó de no haber cogido algo de comida para ellas en el desayuno. Una de las lechuzas, una grande y gris, muy hermosa, bajó hasta el y ululó un poco, suvamente. Neil le acarició la cabeza y la espalda. Le encantaban los animales.

Hola le dijo mientras le acariciaba. Necesito que le entregues esta carta a mis padres, ¿Vale? La lechuza extendió su pata y Neil se la puso allí, la lechuza se la llevó al pico y siguió escuchando Son Susan y Pedro Barreiro. Viven en el Suroeste de Londres, cerca de Oxford. Es un pueblo en el que viven muchos magos, no te costará encontrarlo.

La lechuza volvió a ulular sin abrir el pico y agitó las alas antes de emprender el vuelo. Neil la vió alejarse por la ventana sin cristales, cuando la perdió de vista recogió sus cosas y bajó corrido al gran comedor.