Partida Rol por web

[HLdCN] - Subastas Millonarias

13. The End

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15/10/2018, 00:40
Conde Olaf

Si alguna vez has pelado una cebolla, sabrás que la primera capa, delgada y como de papel, revela otra capa, delgada y como de papel, y esa capa revela otra, y otra, y antes de que te des cuenta tendrás cientos de capas por toda la mesa de la cocina y miles de lágrimas en los ojos, lamentando haber empezado a pelar la cebolla y deseando haberla dejado marchitarse en paz en el estante mientras tú seguías con tu vida, incluso si eso significara no disfrutar nunca más del sabor complicado y abrumador de este extraño y amargo vegetal.

En este modo, la historia de los Millonarios es como una cebolla, y si insistes en leer todas y cada una de las capas, delgadas y como de papel, de (HLDCN) - Subastas Millonarias, tu única recompensa serán páginas y páginas de miseria en tu Rol e incontables lágrimas en tus ojos. Aun si has leído los primeros doce Capítulos de la historia de los Millonarios, no es tarde para dejar de separar las capas, y poner este Rol de vuelta en "Marcar como no leído desde aquí" mientras lees algo menos complicado y abrumador. El final de esta infeliz crónica es como un mal principio, y cada desgracia sólo revela otra, y otra, y otra, y sólo aquellos con el estómago suficiente para este extraño y amargo cuento deberán aventurarse más adentro en la cebolla Millonaria. Lamento mucho decírtelo, pero es así como sigue la historia.

Los Millonarios hubieran estado felices de ver una cebolla, si hubiera venido una balanceándose en el agua mientras ellos viajaban a través del vasto y vacío mar en una barca del tamaño de una cama grande pero ni de cerca tan cómodo. Pero los cuatro Millonarios no habían visto una cebolla. Es más, no habían visto mucho de nada durante su viaje marítimo, que había empezado cuando los Millonarios había empujado la larga barca de madera fuera del techo del Hotel Denouement para escapar del fuego que engullía el hotel, así como de las autoridades que querían arrestar a los ricos por incendio y asesinato.

El viento y las mareas habían alejado rápidamente la barca del hotel en llamas, y para la puesta de sol el hotel y otros edificios de la ciudad eran una distante y remota imagen borrosa. Ahora, a la mañana siguiente, lo único que habían visto los Millonarios eran la tranquila y silenciosa superficie del mar y la penumbra grisácea del cielo. El tiempo les recordaba el día en la Playa Salada en el que los Millonarios había llegado a su primera casa de acogida para la Subasta Millonaria, y los ricos pasaban la mayoría del tiempo en silencio, pensando acerca de aquel día espantoso y de todos los días espantosos que le
habían seguido. Hubiera sido casi placentero sentarse en una barca a la deriva y pensar en sus vidas, si no fuera por la desagradable compañía de los Millonarios.

El nombre de su compañía era Conde Olaf, y había sido la desgracia de los Millonarios el estar en compañía de este hombre desagradable desde que habían llegado y él se había vuelto su hospedador. Olaf había tramado un plan detrás de otro en un intento de poner sus sucias manos en la enorme fortuna de los Millonarios, y aunque cada plan había fallado, parecía que algo de la maldad del villano se había pegado en los ricos, y ahora Olaf y los Millonarios estaban todos en el mismo barco.

Tanto los ricos como el conde eran responsables de un buen número de crímenes traicioneros, aunque al menos los Millonarios tenían la decencia de sentirse fatal, mientras que lo único que el Conde Olaf había estado haciendo en los últimos días era presumir de ello.

-¡He triunfado! -reiteró el Conde Olaf, un verbo que aquí significa "anunció por enésima vez ". Estaba de pie orgullosamente al frente de la barca, apoyándose en la escultura de un pulpo atacando a un buzo que servía como mascarón de la embarcación.- ¡Pensasteis que podríais escapar de mí, pero al fin estáis en mis manos!

-Sí, Olaf -asintió Anya con cansancio. La mujer no se molestó en señalar que, ya que estaban todos solos en medio del océano, era lo mismo decir que Olaf estaba en manos de los Millonarios tanto como ellos estaban en las suyas. Suspirando, miró al mástil de la barca, donde una vela a jirones caía sin fuerzas en el aire quieto.

Los ricos habían estado usando esas espátulas como remos, pero remar es un trabajo muy duro, particularmente si tus compañeros de viaje están demasiado ocupados presumiendo como para ayudar, y Anya estaba intentando pensar el modo de moverse más rápido.

-¡He quemado el Hotel Denouement -gritó Olaf, gesticulando dramáticamente-, y he destruido V.F.D. de una vez por todas!

-Como no paras de decirnos -murmuró Saimon sin alzar la vista.

V.F.D. era una organización secreta de la que los Millonarios habían oído hablar durante sus viajes, y por lo que el Millonario sabía, no había sido destruida -no del todo-, aunque algunos agentes de V.F.D estaban en el hotel cuando se prendió el fuego. En ese momento, pensando acerca del cisma de V.F.D., que era una gran pelea entre todos sus miembros y que tenía algo que ver con un Azucarero. El Millonario no sabía qué contenía el Azucarero, ni el paradero de una de las agentes más  valientes de la organización, una mujer llamada Kit Snicket. Los ricos habían visto a Kit sólo una vez antes de que se dirigiera al mar sola, planeando encontrar a los trillizos Quagmire que estaban viajando en una casa-globo.

-¡Y las fortunas de los Millonarios son al fin mías! -cacareó Olaf-. ¡Al fin soy un hombre muy rico, lo que significa que todo el mundo debe hacer lo que yo diga! ¡Creo que lo primero que me voy a comprar es un coche nuevo y reluciente! ¡Algo con un motor potente, para poder conducir más rápido que el límite legal, y un parachoques extra grueso, para poder chocarme con gente sin sufrir un rasguño! ¡Llamaré al coche Conde Olaf, por mí, y siempre que la gente oiga el chirrido de los frenos dirá "Aquí viene el Conde Olaf"! ¡Ex-Millonarios, dirigíos al concesionario de coches lujosos más cercano!

Los Millonarios se miraron unos a otros. Como estoy seguro de que sabes, es poco probable encontrar un concesionario de coches lujosos en medio del océano, aunque he oído hablar de un vendedor de rickshaws que hace negocios en una gruta profundamente escondida en el Mar Caspio. Es muy cansino viajar con alguien que está constantemente pidiendo cosas, especialmente si esas cosas son completamente imposibles, y los Millonarios se dieron cuenta de que no podían seguir mordiéndose la lengua, una frase que aquí significa "intentar no enfrentarse a la estupidez del Conde Olaf".

-No podemos dirigirnos a un concesionario -dijo Dennise-. No podemos dirigirnos a ningún sitio. El viento ha parado, y estamos exhaustos de remar.

-La pereza no es excusa -gruñó Olaf-. Yo estoy exhausto de todos mis planes, y no me veréis quejarme.

-Más aún -dijo El Patrón-, no tenemos ni idea de dónde estamos, y por lo tanto no tenemos ni idea de hacia dónde dirigirnos.

-Yo sé dónde estamos -dijo Olaf despectivamente-. Estamos en medio del océano. ¡Ya basta de cháchara! !Con todo, sois los peores esbirros que he adquirido jamás!

-¡No somos tus esbirros! -gritó El Patrón -¡Simplemente estamos viajando juntos!

-Creo que te olvidas de quién es el capitán -dijo el Conde Olaf, y golpeó un sucio nudillo contra el mascarón de la barca. Con su otra mano, dio vueltas a su pistola de arpón, un arma terrible que tenía un último arpón disponible para su uso traicionero-. Si no hacéis lo que diga, abriré este casco y estaréis perdidos.

Los Millonarios miraron a la figura con consternación. Dentro del casco de buceo había una cuantas esporas de Medusoid Mycelium, un hongo terrible que podía envenenar a todo el que lo respirase. 

-No te atreverías a liberar el Medusoid Mycelium - dijo Saimon, esperando sonar más seguro de lo que se sentía-. Te envenenarías tan rápido como nosotros.

-Estamos en el mismo barco, Olaf.- dijo Dennise- El viento ha parado, no tenemos idea de qué camino tomar, y se nos están agotando las provisiones. De hecho, sin un destino, una forma de navegar, y un poco de agua fresca, lo más probable es que perezcamos en cuestión de días. Deberías intentar ayudarnos, en vez de estar mandoneándonos.

El Conde Olaf miró ferozmente a los Millonarios, y se fue airadamente al extremo más lejano de la barca.-Vosotros averiguaréis el modo de sacarnos de aquí-dijo-, y yo trabajaré en cambiar la placa de la barca. Ya no quiero que mi yate se siga llamando Carmelita.

Los Millonarios echaron un vistazo sobre el borde de la barca, y se dieron cuenta por primera vez de la placa pegada en la parte trasera de la embarcación con una cinta adhesiva gruesa. En la placa, escrito con garabatos desordenados, estaba la palabra Carmelita , seguramente refiriéndose a Carmelita Spats, una desagradable jovencita a la que se habían topado por primera vez los Millonariso en el horrible colegio al que fueron obligados a ir, y a quien más tarde había sido más o menos adoptada por el Conde Olaf y su novia Esmé Miseria, a quien el villano había abandonado en el hotel.

Dejando la pistola de arpón en el suelo, el Conde Olaf empezó a eliminar la cinta con sus uñas llenas de suciedad incrustada, quitando la placa para revelar otro nombre debajo. Aunque a los Millonarios les daba igual el nombre de la barca a la que ahora llamaban hogar, estaban agradecidos de que el villano hubiera encontrado algo que hacer con su tiempo mientras ellos podían estar unos pocos minutos hablando entre ellos.

Notas de juego

Ya podéis postear por aquí, iré actualizando de a pocos.

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15/10/2018, 11:26
Conde Olaf

Todos los Millonarios en silencio se miraron entre ellos, por su mente pasaba una misma idea, lanzar por la borda al Conde Olaf y así terminar de una vez con aquella serie de eventos desafortunados que el malvado Conde había causado en la vida de los Millonarios. Pero no fue otro que el mismo Patrón quien, decidido se levantó y lentamente se acercó a la espalda del malvado. Pero en ese mismo instante, el Conde Olaf se irguió y les dedicó a los Millonarios una sonrisa triunfante.

-¡Soy un genio! -anunció-. ¡He resuelto todos nuestros problemas! ¡Mirad!

El villano señaló detrás de él con su grueso pulgar, y cuando los Millonarios echaron un vistazo al borde de la  barca y vieron que la placa con el nombre de CARMELITA había sido eliminada, revelando una placa en la que se leía CONDE OLAF; aunque esta placa, también, estaba sujeta con cinta adhesiva, y parecía que incluso había otra placa debajo de ésta.

-Cambiar el nombre de la barca no resuelve ninguno de nuestros problemas -dijo Dennise con cansancio.

-Dennise tiene razón -dijo Saimon-. Todavía necesitamos un destino, una forma de navegar, y algún tipo de alimento.

-A menos -dijo El Patrón, pero el Conde Olaf interrumpió al Millonario con una risita taimada.

-Sois realmente estúpidos -dijo el villano-. ¡Mirad al horizonte, tontos, y ved lo que se acerca! ¡No necesitamos un destino ni una forma de navegar, porque iremos adonde nos lleve! ¡Y estamos a punto de conseguir más agua fresca de la que podamos beber en toda la vida!

Los Millonarios miraron al mar, y vieron de lo que estaba hablando Olaf. Derramándose a lo largo del cielo, como tinta manchando un precioso documento, había un inmenso banco de nubes negras. En medio del océano, una feroz tormenta puede aparecer de la nada, y esta tormenta prometía ser realmente violenta« mucho más violenta que el Huracán Herman, que había puesto en peligro a los Millonarios hacía algún tiempo durante un viaje a lo largo del Lago Lacrimógeno, que había acabado en tragedia. Los Millonarios podían ver ya las líneas finas y afiladas de lluvia cayendo en la distancia, y aquí y allá las nubes destellaban con furiosos rayos.

-¿No es maravilloso? -preguntó el Conde Olaf, cuyo desaliñado pelo empezaba a revolotear en el viento que se acercaba. Sobre la vil risita del villano, los Millonarios podían oír el sonido de los truenos que se acercaban. -Una tormenta como ésta es la respuesta a todos vuestros lloriqueos.

-Puede destruir la barca -dijo Anya, mirando nerviosa a las velas en jirones-. Una barca de este tamaño no está diseñada para soportar una tormenta fuerte.

-No tenemos idea de a dónde nos llevará -dijo Saimon. -Podemos terminar aún más lejos de la civilización.

-Todos por borda -dijo El Patrón.

El Conde Olaf miró al horizonte de nuevo, y sonrió a la tormenta como si fuera un viejo amigo viniendo de visita-. Sí, todo eso puede pasar -dijo con una sonrisa malvada-. Pero, ¿qué vais a hacer al respecto, Millonarios?

Los Millonarios siguieron la mirada del villano hacia la tormenta. Era difícil de creer que justo momentos antes el horizonte hubiera estado vacío, y que ahora esta gran masa negra de lluvia y viento estuviera manchando el cielo a medida que se iba aproximando más y más. Una mente inventiva, las notas de un investigador, y las sorprendentes habilidades culinarias de una experta no podían medirse con lo que llegaba. Las nubes de la tormenta se desplegaban más  y más grandes, como las capas de una cebolla pelándose, o un secreto siniestro volviéndose más y más misterioso.

Fuera lo que fuera lo que sus brújulas morales les dijeran sobre lo correcto a hacer, los Millonarios sabían que sólo tenían una opción en esta situación, y era no hacer nada mientras la tormenta engullía a los Millonarios y al villano mientras estaban todos en el mismo barco.

Es inútil que te describa lo mal que se sintieron Saimon, Dennise, Anya e incluso El Patrón en las horas siguientes. La mayoría de la gente que ha sobrevivido a una tormenta está tan conmocionada que no quieren volver a hablar de ello, y si un escritor quiere describir una tormenta en el mar, su único método de investigación es permanecer en una gran barca de madera con un cuaderno y un bolígrafo, listo para tomar notas si de repente atacara una tormenta. Pero yo ya he permanecido en una gran barca de madera con un cuaderno y un bolígrafo, listo para tomar notas si de repente atacara una tormenta, y para el momento en que la tormenta se calmó, estaba tan conmocionado por la experiencia que no quería volver a hablar de ello. Así que es inútil que te describa la fuerza del viento que rompía las velas como si fueran de papel, y hacía girar la barca como un patinador de hielo exhibiéndose.

Me es imposible comunicar el volumen de lluvia que cayó, empapando a los Millonarios en agua congelada y haciendo que los uniformes de concierge se les pegaran como una capa extra de piel remojada y gélida. Me es infructuoso describir los rayos que caían con estrépito de las nubes arremolinadas, golpeando el mástil de la barca y tirándolo al agitado mar. Me es inadecuado informar del trueno ensordecedor que resonaba en los oídos de los Millonarios, y me es superfluo contar cómo la barca empezó a inclinarse hacia delante y hacia atrás, tirando todos sus contenidos al océano: primero el bote de alubias, que golpeó la superficie del agua con un sonoro ¡glop!, y después las espátulas, que reflejaban los rayos en sus superficies pulidas mientras desaparecían en los remolinos de agua, y por último las sábanas que Saimon había cogido de la lavandería del hotel y había convertido en un paracaídas para que el bote sobreviviera a la caída desde el techo de la sala de bronceado, que se hincharon en el aire tormentoso como medusas antes de hundirse en el mar.

No merece la pena que especifique el aumento de tamaño de las olas que surgían del agua, primero como aletas de tiburón, después como tiendas de campaña, y por último como glaciares, con sus picos helados escalando más y más alto hasta que finalmente se estrellaban en la empapada y mutilada barca, con un rugido sobrenatural similar a la risa de una bestia terrible. Es improductivo que presente el relato de los Millonarios agarrándose unos a otros con miedo y desesperación, seguros de que en cualquier momento serían arrastrados y arrojados a una tumba acuática, mientras el Conde Olaf se aferraba al arpón y al mascarón de madera, como si una terrible arma y un hongo mortífero fueran las únicas cosas que amara en el mundo, y no me sirve para nada en absoluto dar un informe de la parte delantera del mascarón separándose de la barca con un crujido ensordecedor, haciendo que los Millonarios dieran vueltas en una dirección y Olaf diera vueltas en otra, o la sacudida repentina de la barca dejando de girar bruscamente, y un horrible sonido de arañazos venido de debajo del tembloroso suelo de madera de la embarcación, como si una mano gigante estuviese agarrando los restos del Conde Olaf por debajo, y sujetando a los temblorosos Millonarios con un apretón fuerte y firme.

Ciertamente los Millonarios no encontraron necesario el preguntarse qué había pasado, después de todas esas terribles y movidas horas en el corazón de la tormenta, sino que simplemente gatearon juntos a la esquina más lejana de la barca, acurrucados unos con otros, demasiado aturdidos para llorar, mientras escuchaban la furia del mar a su alrededor, y oían los gritos desesperados del Conde Olaf, preguntándose si estaba siendo amputado miembro por miembro por la furiosa tormenta, o si él también había encontrado algún refugio extraño, y sin saber qué destino deseaban para el hombre que les había traído tanta desgracia.

No hay necesidad de que describa esta tormenta, ya que sólo habrá otra capa más en esta desafortunada cebolla de historia, y en cualquier caso para cuando el sol salió a la mañana siguiente, las arremolinadas nubes negras ya se alejaban a toda prisa de los sucios y maltrechos Millonarios, y el aire estaba silencioso y quieto, como si toda la noche anterior hubiera sido solamente una fantasmagórica pesadilla.

Los Millonarios se pusieron inestablemente de pie en su trozo de barca, con las extremidades doloridas de agarrarse unos a otros toda la noche, y trataron de averiguar dónde diablos estaban, y cómo diablos habían sobrevivido. Pero a medida que miraban a su alrededor, no encontraban respuesta a esas preguntas, ya que nunca habían visto en el mundo nada parecido a la vista que les esperaba.

Al principio, parecía que los Millonarios estaban todavía en medio del océano, ya que todo lo que los ricos podían ver era un paisaje plano y húmedo extendiéndose en todas direcciones, despareciendo en la bruma gris de la mañana. Pero a medida que echaban un vistazo por encima del lateral de su arruinada barca, los ricos vieron que el agua no tenía una profundidad mayor que la de un charco, y este enorme charco estaba ensuciado con detritos, una palabra que aquí significa "toda clase de extraños artículos". Había grandes piezas de madera sobresaliendo del agua como dientes rotos, y largas piezas de cuerda enredadas en nudos húmedos y complicados. Había grandes montones de algas, y miles de peces retorciéndose y mirando al sol de par en par mientras las aves marinas descendían en picado desde el cielo brumoso y se servían un desayuno de marisco.

Había lo que parecían trozos de otras barcas -anclas y portillas, barandillas y mástiles, esparcidos de todas las maneras como juguetes rotos- y otros objetos que podrían haber venido en el cargamento de un barco, como faroles destrozados, barriles hechos pedazos, documentos empapados, y los jirones de todos tipo de prendas, desde sombreros de copa hasta patines. Había una anticuada máquina de escribir que se apoyaba en una larga y vistosa jaula de pájaro, con una familia de peces retorciéndose entre sus teclas. Había un largo cañón de latón, con un cangrejo grande abriéndose con las pinzas su camino fuera del arma, y había una red completamente rota cogida en las hojas de una hélice. Era como si la tormenta hubiera barrido el mar entero, dejando todos sus contenidos esparcidos en la superficie del océano.

-¿Qué es este lugar? -dijo Anya en voz muy baja-. ¿Qué ha pasado?

Saimon sacó las gafas de su bolsillo, donde las había puesto por seguridad, y le tranquilizó el ver que estaban sin dañar. -Creo que estamos en una plataforma costera-dijo-. Hay lugares en el mar donde el agua está de repente  muy poco profunda, generalmente cerca de tierra firme. La tormenta debe haber lanzado nuestra barca a la plataforma, con todos estos otros restos.

-¿Tierra? -preguntó Dennise, poniéndose sus manos como visera para poder ver más lejos. -No veo.

El Patrón levantó cuidadosamente en pie sobre el lateral de la barca. El agua oscura sólo le llegaba hasta las rodillas, y empezó a andar alrededor del barco con cuidadosas zancadas. -Las plataformas costeras son generalmente mucho más pequeñas que ésta -dijo-, pero debe haber una isla en algún lugar cercano. Vamos a buscarla.

Dennise siguió al Millonario afuera de la barca- ¿En qué dirección crees que debemos ir? -preguntó-. No queremos perdernos.

El Patrón dirigió al resto de los Millonarios una pequeña sonrisa.- Ya estamos perdidos -apuntó.

-Dennise tiene razón -dijo Anya-. Aun si tuviéramos una brújula, no sabemos dónde estamos ni adónde vamos. Podríamos dirigirnos hacia cualquier dirección.

-Entonces yo voto que nos dirijamos hacia el este - dijo Saimon, apuntando a la dirección opuesta del sol
naciente-. Si vamos a estar caminando durante algún tiempo, no queremos el sol en nuestros ojos.

-A menos que encontremos nuestras gafas de sol de concierge -dijo Anya-. Volaron con la tormenta, pero pueden haber aterrizado en la misma plataforma.

-Aquí podríamos encontrar cualquier cosa -dijo Dennise, y los Millonarios habían caminado sólo unos pasos cuando vieron que esto era cierto, ya que flotando en el agua había otra pieza de detrito que ellos habían deseado que hubiera volado muy lejos de ellos para siempre.

Flotando en una zona del agua particularmente sucia, estirado sobre su espalda con la pistola de arpón apoyada en un hombro, estaba el Conde Olaf. Los ojos del villano estaban cerrados bajo su única ceja, y no se movía. En todos los momentos miserables con el conde, los Millonarios nunca habían visto a Olaf tan calmado.

-Supongo que no necesitamos lanzarlo por la borda- dijo El Patrón-. La tormenta lo hizo por nosotros.

Anya se acercó para echar un vistazo de cerca a Olaf, pero el villano siguió sin moverse. -Debe de haber sido
horrible -dijo-, dejar que pase la tormenta sin ningún tipo de protección.

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16/10/2018, 06:52
El Patrón 2R

El Patrón estaba cansado, mojado, exhausto, hastiado, y ahora viendo al Conde Falo muy enojado...

Yo por mí le ponía el pie en el cuello y lo presionaba hasta que dejase de patalear, pero quizás quitarle el arpón y dejarle aquí solo y perdido para siempre sea lo más conveniente, si queda alguno de sus secuaces aquí ya se puede ir quedando con él. Porque este malnacido y sus “amiguitos “ han matado a mi compadre Regi, vale que era más tonto que ese tronco de allí, pero era mi amigo, Regi, estes donde estés compadre, nunca te olvidaré, y exijo venganza, plomo o destierro... si no tenéis agallas para ahogarle o arponearte yo me ofrezco, o le atamos a algo y q se lo coman los cangrejos y las gaviotas!!!

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16/10/2018, 16:39
Anya Ivanov 9R

yo te ayudo, estoy harta de este maldito juego del gato y el ratón. Así quizá el traidor salga.

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16/10/2018, 20:16
El Patrón 2R

Por cierto... y el perro? que ha pasado con el perro?

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16/10/2018, 23:37
Dennise Blacke

-me apuntó a lo de atarlo y dejarlo a la suerte aquí -señalo Dennise, ligeramente animada ante la idea, aunque con el pelo hecho trizas, la ropa que llevaba mojada y todas las posibilidades de contraer una pulmonia su animacion no fue tan evidente como hubiera deseado.

-es verdad... ¿Que ocurrio con tu mascota, Anya? -pregunto abriendo los ojos como platos.

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17/10/2018, 00:23
Anya Ivanov 9R

si está aquí mismo. de entre mis ropas saco a mi pequeña coockie que estaba empapada y temblando como una hoja. Le quitó la ropa hortera que le habían puesto. La abrazo y la colmo de mimos.

Mi pequeñina, has pasado mucho miedo?¿Quien es mi pequeña valiente?

Miró a los demas.

¿Entonces lo hacemos?¿Le abordamos y atamos entre todos?

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17/10/2018, 02:34
Conde Olaf

Pero en ese momento los ojos de Olaf se abrieron y la proposición de la más joven de los Millonarios fue contestada con un evidente "Ya no es posible". Frunciendo el ceño, el villano movió los ojos en una dirección y después en otra.

-¿Dónde estoy?-murmuró, escupiendo un trozo de alga.- ¿Dónde está mi mascarón?.

-Plataforma costera -replicó Saimon.

Con el sonido de la voz de Saimon, el Conde Olaf parpadeó y se sentó, mirando a los Millonarios y sacándose agua  de los oídos. -¡Traedme un poco de café, Millonarios- ordenó -He tenido una noche muy desagradable, y me gustaría un buen y abundante desayuno antes de decidir qué hacer con vosotros.

-Aquí no hay café -dijo El Patrón, aunque de hecho había una máquina de café expreso a unos seis metros de distancia.-Estamos caminando hacia el este, con la esperanza de encontrar una isla.

-Caminaréis hacia dónde yo os diga que caminéis -gruñó Olaf- ¿Os olvidáis de que yo soy el capitán de esta barca?

-La barca está atascada en la arena -dijo Dennise- Está bastante dañada.

-Bueno, seguís siendo mis esbirros -dijo el villano-, y mis órdenes son que caminemos hacia el este, con la esperanza de encontrar una isla. He oído hablar de islas en partes remotas del mar. Los primitivos habitantes nunca han visto gente civilizada, así que probablemente me reverencien  como un dios 

Los Millonarios se miraron los unos a los otros y suspiraron. La maldad y mala educación del Conde Olaf era suficiente para hacer que los Millonarios deseasen abandonar a Olaf en la plataforma costera, pero es difícil abandonar a alguien en un lugar donde todo está ya abandonado, así que los cuatro ricos y el villano caminaron penosamente en silencio hacia el este a lo largo de la abarrotada plataforma costera, preguntándose qué les esperaría.

El Conde Olaf iba en cabeza, balanceando la pistola de arpón en un hombro, e interrumpiendo el silencio muy a menudo para pedir café, zumo recién hecho y otras piezas de desayuno igualmente imposibles de conseguir.

-¡Tierra a la vista! -gritó Anya, apuntando al interior de la neblina, y los otros tres Millonarios pudieron ver la forma diluida de una isla sobresaliendo de la plataforma. La isla parecía estrecha y alargada, como un tren de mercancías, y si entornaban los ojos podían ver grupos de árboles y los que  parecían enormes sábanas de tela blanca ondeando en el viento.

-¡He descubierto una isla!- cacareó el Conde Olaf.- ¡Voy a llamarla Olaflandia!

-Tú no has descubierto la isla -apuntó Saimon,- Parece que ya hay gente viviendo en ella.

-¡Y yo soy su rey! -proclamó el Conde Olaf.- ¡Daos prisa, Millonarios! ¡Mis súbditos reales me van a cocinar un gran desayuno, y si estoy de buen humor puede que os deje lamer mis platos!

Los Millonarios no tenían ninguna intención de lamer los platos de Olaf o de cualquier otro, pero no obstante siguieron caminando hacia la isla, maniobrando alrededor de los restos que todavía ensuciaban la superficie de la plataforma. Acababan de caminar alrededor de un enorme piano, que estaba sobresaliendo del agua como si hubiera caído del cielo, cuando algo captó la atención de los Millonarios, una pequeña figura blanca, corriendo a toda prisa hacia ellos.

 

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17/10/2018, 02:51
Friday

-¿Qué? -preguntó El Patrón. -¿Quién?

-Debe ser otro superviviente de la tormenta -dijo Anya.- Puede que nuestra barca no fuera la única en esta parte del océano.

-¿Crees que la tormenta llegó hasta Kit Snicket? -preguntó Dennise.

-¿O los trillizos? -dijo Saimon.

El Conde Olaf frunció el ceño, y puso un dedo mugriento en el gatillo de la pistola de arpón. -Si es Kit Snicket o algún huérfano mocoso -dijo-, le dispararé justo donde se encuentre. ¡Ningún ridículo voluntario me va a quitar mi isla!

-No querrás malgastar tu último arpón -dijo Dennise, pensando rápidamente.- ¿Quién sabe dónde encontrarás otro?

-Eso es cierto -admitió Olaf.- Te estás convirtiendo en un esbirro excelente.

-Tonterías -dijo Anya frunciendo el ceño y Cookie enseñándole los dientes al conde.

-Tiene razón -dijo El Patrón-. Es ridículo discutir sobre voluntarios y esbirros mientras estamos en una plataforma costera en medio del océano.

-No estés tan seguro, Millonario -replicó Olaf.- No importa dónde estemos, siempre hay sitio para alguien como yo -se inclinó para dirigirle de cerca de El Patron una sonrisa furtiva, como si estuviese contando un chiste-. ¿Aún no lo has aprendido?.

Era una pregunta desagradable, pero los Millonarios no tuvieron tiempo de contestarla, ya que la figura se acercó más y más hasta que los ricos pudieron ver que era una chica joven, quizás de seis o siete años. Estaba descalza, y vestida con una simple bata blanca, que estaba tan limpia que la niña no podía haber estado en la tormenta. Tenía una gran concha blanca colgando de una cinta, y la niña llevaba puestas unas gafas de sol que se parecían mucho a las que los Millonarios había llevado como concierge.

Estaba sonriendo de oreja a oreja, pero cuando alcanzó a los Millonarios, jadeando por la larga carrera, de repente se volvió tímida, y aunque los Millonarios tenían bastante curiosidad por saber quién era, también se encontraron guardando silencio. Incluso Olaf no habló, y simplemente admiró su reflejo en el agua.

-¿Cómo te llamas? -Se atrevió a preguntar Anya.

La niña jugueteó con su concha, y entonces alzó la vista hacia la más joven de los Millonarios- Friday -dijo.

-¿Vives en esta isla, Friday? -preguntó Saimon.

-Sí -dijo la niña. -Me levanté temprano esta mañana hacer recolección de la tormenta.

-¿Reco... qué? -preguntó El Patrón.

-Cada vez que hay tormenta, todo el mundo en la colonia reúne todo lo que ha sido recogido en la plataforma  costera -dijo la niña-. Uno nunca sabe cuándo resultará útil alguno de esos artículos. ¿Sois náufragos?

-Supongo que sí -dijo Dennise-. Estábamos viajando en barca cuando quedamos atrapados en la tormenta. Somos Millonarios yo soy Dennise, y el es Saimon, y Anya y El Patrón -se volvió de mala gana hacia Olaf, que estaba mirando a Friday con recelo- Y este es...

-¡Soy tu rey! -anunció Olaf en voz alta-. ¡Inclínate ante mí, Friday!

-No, gracias -dijo Friday educadamente-. Nuestra colonia no es una monarquía. Debéis de estar exhaustos por la tormenta, Millonarios. Parecía tan enorme desde la orilla que no pensábamos que hubiera náufragos esta vez. ¿Por qué no venís conmigo, y coméis algo?

-Estaríamos muy agradecidos -dijo Saimon- ¿Llegan muy a menudo náufragos a esta isla?

-De cuando en cuando -dijo la niña, encogiéndose ligeramente de hombros-. Parece que todo acaba por llegar a nuestras costas alguna vez.

-Las costas de Olaflandia, querrás decir -gruñó el Conde Olaf-. He descubierto la isla, así que yo le doy un nombre.

Friday miró a Olaf con curiosidad desde detrás de sus gafas de sol- Debe estar confundido, señor, tras su viaje a través de la tormenta. La gente ha vivido en la isla desde hace muchos, muchos años.

-Gente primitiva -se burló el villano-. No veo ninguna casa en la isla.

-Vivimos en tiendas -dijo la niña, apuntando a las ondeantes telas blancas de la isla-. Nos cansamos de construir casas que salían volando durante la estación de tormentas, y el resto del año el tiempo es tan caluroso que apreciamos la ventilación que una tienda proporciona.

-Sigo diciendo que sois primitivos -insistió Olaf-, y yo no escucho a la gente primitiva.

-No le voy a obligar -dijo -. Venga conmigo y podrá decidir por sí mismo.

-¡No voy a ir contigo -dijo el Conde Olaf-, y tampoco mis esbirros! ¡Soy el Conde Olaf, y estoy al mando aquí, no una pequeña idiota con bata!

-No hay ningún motivo para ser ofensivo -dijo la niña-. La isla es el único sitio al que puede ir, Conde Olaf, así que realmente no importa quién está al mando.

El Conde Olaf miró a Friday con el ceño terriblemente fruncido, y apuntó a la niña con su pistola de arpón-. ¡Si no te inclinas ante mí, Friday, te dispararé con esta pistola de arpón!

Los Millonarios sofocaron un grito, pero Friday simplemente frunció el ceño al villano-. En pocos minutos, todos los habitantes de la isla estarán fuera haciendo recolección de la tormenta. Verán cualquier acto  de violencia que cometas, y no se te dejará entrar en la isla. Por favor, deja de apuntarme con el arma.

El Conde Olaf abrió la boca como si fuera a decir algo, pero un momento después la cerró de nuevo, y bajó la pistola embarazosamente, una palabra que aquí significa "bastante avergonzado por estar siguiendo las órdenes de una niña ́.

-Millonarios, por favor, venid conmigo -dijo Friday, y empezó a liderar el camino hacia la isla distante.

-¿Qué pasa conmigo? -preguntó el Conde Olaf. Su voz estaba un poco chillona, y le recordó a los Millonarios otras voces que habían escuchado, de gente que tenían miedo del mismo Olaf. Habían escuchado esta voz de sus hospedadores, y del señor Poe cuando el villano se enfrentó a él. Era el tono de voz que habían escuchado de varios voluntarios cuando estaban discutiendo las actividades de Olaf, e incluso de sus esbirros cuando se quejaban de su malvado jefe. Era el tono de voz que los Millonarios habían  escuchado de ellos mismos, durante las incontables veces que el hombre espantoso les había amenazado, y prometido poner las manos en su fortuna; pero los ricos nunca pensaron que lo oirían del mismo Olaf-. ¿Qué pasa
conmigo?
-preguntó de nuevo, pero los Millonarios ya habían seguido a Friday una corta distancia de donde él estaba de pie, y cuando los Millonarios se volvieron hacia él, Olaf parecía simplemente otra pieza de detrito que la tormenta había depositado en la plataforma costera.

-Vete -dijo Friday con firmeza, y los náufragos se preguntaron si finalmente habían encontrado un lugar donde no había sitio para el Conde Olaf.

 

Notas de juego

Caminando alegremente junto con Friday hasta la Isla.

Dejando al Conde Olaf atrás.

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17/10/2018, 06:28
El Patrón 2R

El Patrón caminaba animado hasta cierto punto, ahora caminando a un lugar en el que el Conde Falo no era bien recibido y posiblemente no pudiera entrar y nos pudiéramos librar de el aunque fuera temporalmente, le hubiera gustado que Regi caminara con ellos, para poder insultarle y arrojarle cualquier cosa que encontrase por el camino, por lo que el Patrón dejó de pensar alegremente en lo que les esperaba que podría ser bueno y le invadió una tristeza inconmensurable. Con voz apagada dijo a la niñita:

Perdona pero como se llama tú isla?

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17/10/2018, 19:30
21-M Saimon Satrustegi Windfog

-Teníamos que haberle arrebatado el arpón cuando tuvimos oportunidad... Temo lo que piense contra estas personas. -Comento Saimon, mientras miraba por encima de su hombro y un tanto preocupado a la difusa figura del Señor Conde Falo.

Luego volvió la mirada a El Patron al escuchar su pregunta a la que quiso añadir. -¿Y que día es hoy? -Pensaba que era tan importante como la del Patron, luego añadió una pregunta, pero algo mas personal. ¿Que hubiera dicho Walt sobre la isla? Seguro que algún monosílabo con ingenio.

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18/10/2018, 11:13
Friday

Como estoy seguro de que sabes, hay muchas palabras en nuestro misterioso y confuso idioma que pueden significar dos cosas completamente diferentes. La palabra "Topo" , por ejemplo, se puede referir a un mamífero bastante cegato que
vive bajo tierra, como en la frase "El topo cavó en silencio por debajo del monitor de acampada, que estaba demasiado entretenido pintándose los labios como para darse cuenta", pero también puede referirse a encontrarse  con algo sin proponérselo, como en la frase "Siempre que voy de acampada me topo con la desaparición de uno de mis monitores".

La palabra "hilo " puede referirse tanto a una colorida hebra de lana, como en la frase "Su suéter estaba hecho de hilo ́, como a un largo y enmarañado relato, como en la frase "Casi me duermo al hilo de su historia sobre la pérdida de su suéter ́.

La palabra "duro" puede referirse a algo que es difícil y también a algo que es firme al tacto, y a menos que te encuentres con una frase como "La topa se topa con duros hilos sobre hilos duros", no es probable que te confundas.

Pero cuando los Millonarios siguieron a Friday a lo largo de la plataforma costera hacia la isla en la que vivía, experimentaron ambas definiciones de la palabra "cordial", que se puede referir tanto a una persona que es amigable como a una bebida que es dulce, y cuanto más tenían de lo segundo más confundidos estaban sobre lo primero.

-Quizás os gustaría un poco de cordial de coco -dijo Friday ignorando las preguntas tales como el nombre de la isla o el día de la semana en la que se encontraban y aunque ambas preguntas se podían responder con frases sencillas y cortas tales como "No tiene nombre por un buen motivo" y "Es jueves aunque no tenemos almanaque" decidió dejarlas sin responder por un buen motivo, en un tono de voz cordial, y cogió la concha que colgaba de su cuello. Con un dedo delgado quitó el tapón, y los ricos pudieron ver que había transformado la concha en una especie de cantimplora. -Debéis de estar sedientos de vuestro viaje a través de la tormenta.

-Estamos sedientos -admitió Dennise-. Pero, ¿no es mejor el agua fresca para la sed?

-No hay agua fresca en la isla -dijo Friday-. Hay unas cataratas de agua salada que usamos para lavar, y una piscina de agua salada que es perfecta para nadar. Pero lo único que bebemos es cordial de coco. Escurrimos la leche de los cocos y la dejamos fermentar.

-¿Fermentar? -preguntó El Patrón con un brillo inusual en los ojos.

-La dulzura limpiará el sabor de la tormenta -dijo Friday, y pasó la concha a los Millonarios. Uno a uno le dieron un trago al cordial. Como Friday había dicho, el cordial estaba bastante dulce, pero había otro sabor por debajo de la dulzura, algo raro y fuerte que les mareaba un poco. Saimon, El Patrón y Anya hicieron una mueca cuando el cordial se deslizó espesamente por sus gargantas, y Dennise tosió en el mismo momento en que la primera gota alcanzó su lengua.

-Es un poco fuerte para nosotros, Friday -dijo Dennise, devolviéndole la concha a Friday.

-Os acostumbraréis -dijo Friday con una sonrisa,- cuando lo bebáis en cada comida. Es una de las costumbres de aquí.

-Ya veo -dijo Anya- ¿Qué otras costumbres tenéis aquí?

-No muchas -dijo Friday, mirando a su alrededor, donde los Millonarios pudieron ver las figuras lejanas de otros isleños, todos vestidos de blanco, caminado alrededor de la plataforma costera y tocando con la punta de los dedos los restos que encontraban-. Cada vez que hay una tormenta, vamos a la recolección de la tormenta y presentamos lo que hemos encontrado a un hombre llamado Ishmael. Ishmael ha estado en esta isla mucho más tiempo que cualquiera de nosotros, y se lastimó el pie hace algún tiempo y lo mantiene cubierto en arcilla de la isla, que tiene poderes curativos. Ishmael no puede ni ponerse de pie, pero cumple el cometido de orientador de la isla.  Ishmael decide que detrito nos puede ser útil, y cuál debe ser alejado por las ovejas.

-¿Hay ovejas en la isla? -preguntó Saimon.

-Un rebaño de ovejas salvajes llegó a nuestras costas hace muchos, muchos años -dijo Friday-, y vagan libremente, excepto cuando necesitamos que lleven nuestros artículos recolectados al arboreto, en el lado más lejano de la isla sobre ese montículo de allí. Lo único que crece en el arboreto es un enorme manzano o, al menos, eso es lo que he oído.

-¿Nunca has estado en el lado más lejano de la isla?- preguntó Anya.

-Nadie va al lado más lejano de la isla -dijo Friday-. Ishmael dice que es demasiado peligroso con todos los artículos que las ovejas han llevado allí. Ni siquiera coge nadie las manzanas amargas del manzano, excepto en el Día de la Decisión.

-¿Vacaciones? -preguntó El Patrón.

-Supongo que son una especie de vacaciones -dijo Friday-. Una vez al año, las mareas vuelven a esta parte del océano, y la plataforma costera se cubre completamente de agua. Es el único momento del año que está suficientemente profunda para navegar fuera de la isla. Durante todo el año construimos una enorme canoa con batanga, que es un tipo de canoa, y el día en que las mareas vuelven tenemos un banquete y un espectáculo de talentos. Entonces todo el que desee dejar nuestra colonia indica su decisión tomando un bocado de manzana amarga y escupiéndolo en el suelo antes de embarcarse en la canoa y despedirse de nosotros.

-¡Puaj! -dijo la más joven de los Millonarios, imaginando una masa de gente escupiendo manzana.

-No tiene nada de puaj -dijo Friday con el ceño fruncido-. Es la costumbre más importante de la colonia.

-Estoy segura de que es maravillosa -dijo Saimon dando una mirada severa a Anya y recordandole que no es educado insultar las costumbres de otros.

-Lo es -dijo Friday-. Por supuesto, la gente rara vez deja la isla. Nadie se ha marchado desde antes de que yo naciera, así que cada año simplemente le pegamos fuego a la canoa, y la empujamos al mar. Observar como una canoa en fuego se desvanece lentamente en el horizonte es una visión preciosa.

-Suena precioso -dijo El Patrón, aunque el Millonario que sonaba más siniestro que precioso-, pero parece un despilfarro construir una canoa cada año sólo para quemarla.

-Nos da algo que hacer -dijo Friday encogiéndose de hombros-. Quitando la construcción de la canoa, no hay mucho para mantenernos ocupados en la isla. Cogemos peces, y cocinamos la comida, y lavamos la ropa, pero aun así la mayor parte del día no tenemos nada que hacer. -Friday sonrió, y metió las manos en los profundos bolsillos de su bata- ¿Seguro que no queréis otro trago de cordial?

Los Millonarios sacudieron la cabeza-. No, gracias -dijo Dennise-, pero es muy amable de tu parte el ofrecernos.

-Ishmael dice que todo el mundo debe ser tratado con amabilidad -dijo Friday-, a menos que ellos no lo sean. Esa es la razón por la que dejé a ese hombre horrible de Conde Olaf detrás. ¿Estabais viajando con él?

-Depende de cómo se mire -dijo Saimon, usando una frase que suena como una respuesta pero apenas significa nada en absoluto.

Friday le dirigió una mirada curiosa, pero los ricos habían llegado al final de la plataforma costera y estaban en el borde de la isla. Era una playa en pendiente con arena tan blanca que la bata de Friday parecía casi invisible, y en lo alto de la cuesta estaba la canoa, construida con hierba salvaje y ramas de árboles, y parecía casi acabada, como si el Día de la Decisión estuviera cercano.

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18/10/2018, 11:38
Ishmael

Pasando la canoa había una enorme carpa, tan grande como un autobús escolar. Los Millonarios siguieron a Friday hacia el interior de la carpa, y se encontraron con sorpresa que estaba llena de ovejas, que estaban dormitando echadas en el suelo. Parecía que las ovejas estaban atadas juntas con una cuerda gruesa y deshilachada, y sobresaliendo por encima de las ovejas había un hombre sonriendo a los Millonarios a través de una barba tan espesa y salvaje como la capa de lana de las ovejas. Estaba sentado en una gran silla que parecía que estuviese hecha de arcilla blanca, y otros dos montones de arcilla se elevaban en el lugar en el que sus pies deberían haber estado. Llevaba puesta una bata como la de Friday y tenía una concha similar colgando de una cinta, y su voz era tan cordial como la de Friday cuando sonrió a Millonarios.

-¿Qué tenemos aquí? -dijo.

-He encontrado estos cuatro náufragos en la plataforma costera -dijo Friday con orgullo.

-Bienvenidos, náufragos -dijo Ishmael-. Perdonadme que permanezca sentado, pero mis pies están bastante doloridos hoy y estoy haciendo uso de nuestra arcilla curativa. Encantado de conoceros.

-Encantado de conocerle, Ishmael -dijo Dennise, quien pensaba que la arcilla curativa tenía una eficacia científica dudosa, una frase que aquí significa "poco probable que cure pies doloridos ".

-Llamadme Ish -dijo Ishmael, inclinándose para rascar la cabeza de una de las ovejas-. ¿Y cómo debo llamaros?

-Dennise, El Patrón, Saimon y Anya Millonarios -intervino Friday, antes de que los Millonarios pudieran presentarse por sí mismos.

-¿Millonarios? -repitió Ishmael, y alzó las cejas. Miró fijamente a los ricos en silencio mientras tomaba un trago largo de cordial de su concha, y por un breve momento su sonrisa pareció desaparecer. Pero entonces miró fijamente a los ricos y sonrió de oreja a oreja. -No hemos tenido nuevos isleños en bastante tiempo. Sois bienvenidos a quedaros tanto como queráis, a menos que no seáis amables, por supuesto.

-Gracias -dijo Anya, lo más amablemente que pudo.- Friday nos ha contado unas cuantas cosas sobre la isla. Suena bastante interesante.

-Depende de cómo se mire -dijo Ishmael-. Aun cuando os queráis marchar, sólo tendréis la oportunidad una
vez al año. Mientras tanto, Friday, ¿por qué no les enseñas  
una tienda, para que se puedan cambiar de ropa? Debemos tener algunas batas de lana nuevas que os estarán bien.

-Lo agradeceríamos -dijo Saimon-. Nuestros uniformes de concierge están bastante empapados de la tormenta.

-Seguro que lo están -dijo Ishmael, retorciéndose un mechón de barba con los dedos-. Además, nuestra costumbre es ir solamente de blanco, para hacer juego con la arena de la isla, la arcilla curativa de la piscina, y la lana de las ovejas salvajes. Friday, me sorprende que hayas elegido romper la tradición.

Friday se sonrojó, y se llevó la mano a las gafas de sol que llevaba puestas-. Las encontré entre los restos -dijo-. El sol es muy brillante en la isla, y pensé que podían ser útiles.

-No te voy a obligar -dijo Ishmael con calma-, pero me parece que debes preferir vestirte de acuerdo a la costumbre, en vez de presumir de tu nuevo complemento.

-Tienes razón, Ishmael -dijo Friday en voz baja, y se quitó las gafas de sol con una mano mientras la otra desaparecía en uno de los profundos bolsillos de la bata.

-Así está mejor -dijo Ishmael, y sonrió a los Millonarios-. Espero os guste vivir en la isla. Aquí todos somos náufragos, de una tormenta o de otra y en vez de intentar volver al mundo, hemos construido una colonia a salvo de la perfidia del mundo.

-Había una persona pérfida con ellos -dijo Friday  elevando la voz ansiosamente-. Se llamaba Conde Olaf, pero era tan desagradable que no le he dejado venir con nosotros.

-¿Olaf? -dijo Ishmael, alzando las cejas de nuevo-. ¿Es ese hombre amigo vuestro?

-Ni de broma -dijo El Patrón.

-No, no lo es -tradujo Saimon rápidamente-. Para ser sincero, hemos estado intentando escapar del Conde Olaf durante bastante tiempo.

-Es un hombre horrible -dijo Anya.

-Mmm -dijo Ishmael pensativo-. ¿Esa es toda la historia, Millonarios?

Querían estar a salvo de la perfidia y el daño, aun cuando las costumbres de la isla no fueran exactamente de su gusto, y por eso, en vez de contarle a Ishmael toda la historia, los Millonarios se limitaron a asentir con la cabeza, y dijeron lo más seguro que se les ocurrió.

-Depende de cómo se mire -dijo Dennise, y el resto de los Millonarios asintieron con la cabeza.

-Muy bien -dijo Ishmael-. Corred a por vuestras batas, y una vez que os hayáis cambiado, por favor dadle todas vuestras cosas viejas a Friday y las tiraremos al arboreto.

-¿Todo? -dijo El Patrón.

Ishmael asintió. -Esa es nuestra costumbre.

Ishmael alzó las cejas de nuevo una vez que el Patrón a Regañadientes sacó una escopeta recortada de doble cañon de debajo de su cinturón, al parecer la había guardado ahí todo el tiempo y pese a que nunca tuvo la ocasión de mostrarla con anterioridad, bien que se había dado a entrever cuando en el primer día la gente sospechó de el, así como cuando Saimon la descubrió en la azotea del hospital. -Ahora, daos prisa, Millonarios, a menos que queráis un trago de cordial antes de iros.

No, gracias -dijo Dennise, preguntándose cuántas veces les ofrecerían esta extraña y dulce bebida-. Ya hemos probado un poco, y no nos gusta mucho el sabor.

-No os voy a obligar -dijo Ishmael de nuevo-, pero vuestra opinión inicial sobre algo puede cambiar con el tiempo. Nos vemos pronto, Millonarios.

Les dijo adiós con la mano, y los Millonarios le respondieron mientras Friday les dirigía afuera de la carpa y cuesta arriba, donde más tiendas ondeaban en la brisa de la mañana.

-¿Has estado toda la vida en esta isla? -dijo Anya.

-Sí -dijo Friday-. Mi madre y mi padre estaban haciendo un crucero por el océano mientras ella estaba embarazada, y se encontraron con una tormenta terrible. Mi padre fue devorado por un manatí, y mi madre fue lanzada a la orilla estando embarazada de mí. La conoceréis pronto. Ahora por favor daos prisa y cambiaos.

La palabra "fermentar", como las palabras "topo", "hilo" y "duro", pueden significar dos cosas completamente diferentes. Un significado alude al proceso químico por el cual el zumo de ciertas frutas se vuelve más dulce y más fuerte. Pero el otro significado de "fermentar" se refiere a algo construido en el interior de alguien, como un secreto que se acaba descubriendo, o una estratagema que alguien ha estado planeando durante bastante tiempo.

Cuando los cuatro Millonarios salieron de la tienda, y le entregaron a Friday los restos de sus vidas anteriores, sintieron sus propios secretos fermentando dentro de ellos, y se preguntaron qué otros secretos y estratagemas permanecían sin descubrir. Los Millonarios siguieron a Friday de vuelta a la playa en pendiente, y se preguntaron qué más estaba fermentando en esta extraña isla que era su nuevo hogar.

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18/10/2018, 13:02
Ishmael

Para cuando los Millonarios volvieron a la carpa de Ishmael, el lugar estaba a rebosar, una frase que aquí significa "llena de isleños en bata blanca, todos sujetando artículos que habían recolectado en la plataforma costera". Las ovejas ya no dormitaban sino que estaban de pie rígidamente en dos filas largas, y las cuerdas que las ataban juntas conducían a un gran trineo de madera una forma inusual de transporte en un clima tan cálido.

Friday guió a los ricos a través de los colonos y las ovejas, que se echaron a un lado y miraron con curiosidad a los cuatro nuevos náufragos. Aunque esta era la primera vez que los Millonarios eran náufragos, estaban acostumbrados a ser forasteros en una comunidad, desde sus días en la Academia Preparatoria Prufrock hasta el tiempo que pasaron en la Villa de la Fabulosa Desbandada, pero seguía sin gustarles que se les quedaran mirando.

Pero una de las extrañas verdades de la vida es que prácticamente a nadie le gusta que se le queden mirando y prácticamente nadie puede evitar el quedarse mirando, y mientras los cuatro ricos llegaban hasta Ishmael, que seguía sentando en su enorme silla de arcilla, los Millonarios no pudieron evitar el mirar también a los isleños, preguntándose cómo era posible que tanta gente se convirtiera en náufragos en la misma isla. Era como si el mundo estuviera lleno de gente con vidas tan  catastróficas como las de los Millonarios, todas acabando en el mismo sitio.

Friday dirigió a los Millonarios a la base de la silla de Ishmael, y el orientador sonrió a los ricos mientras permanecía sentado con los pies cubiertos de arcilla.

-Esas batas blancas se ven preciosas en vosotros, Millonarios -dijo-. Mucho mejor que esos uniformes que llevabais antes. Vais a ser unos colonos estupendos, estoy seguro.

-No puede imaginar lo mucho que apreciamos todo esto -dijo Anya, con cuidado de no apoyarse en los montones de arcilla que escondían los dedos del pie de Ishmael- No sabíamos qué pasaría con nosotros después  de la tormenta, y le estamos agradecidos, Ishmael, por acogernos.

-Aquí todo el mundo es acogido -dijo Ishmael, aparentemente olvidando que el Conde Olaf había sido abandonado-. Y por favor, llamadme Ish. ¿Queréis un poco de cordial?

-No, gracias -dijo Dennise, que no se acostumbraba a llamar al orientador por su apodo-. Nos gustaría conocer a los otros colonos, si no hay problema.

-Por supuesto -dijo Ishmael, y dio un par de palmadas para llamar la atención-. ¡Isleños! -gritó-. Como estoy seguro de que os habéis dado cuenta, hoy tenemos cuatro nuevos náufragos con nosotros... Saimon, Dennise, El Patrón y Anya,  los únicos supervivientes de esa terrible tormenta. No os voy a obligar, pero a medida que traéis vuestros artículos recolectados de la tormenta para que les eche un vistazo, ¿por qué no os presentáis a los nuevos colonos?

-Buena idea, Ishmael -dijo alguien desde el fondo de la carpa.

-Llamadme Ish -dijo Ishmael, acariciándose la barba-. Veamos, ¿quién es el primero?

-Supongo que yo -dijo un hombre de aspecto agradable que llevaba lo que parecía una gran flor de metal-. Encantado de conoceros a los cuatro. Me llamo Alonso, y he encontrado esta hélice de avión. El pobre piloto debió de haber volado directo a la tormenta.

-Qué lástima -dijo Ishmael-. Bueno, no se puede encontrar ningún avión en la isla, así que no creo que la hélice vaya a ser de mucho uso. No voy a obligarte, Alonso, pero no creo que construir un ventilador con eso valga todo el lío que pueda causar. A fin de cuentas, ni tomando turnos sería posible una convivencia pacífica, pues ¿De quién sería el turno del día más caluroso del año?.

-Supongo que tienes razón -dijo Alonso encogiéndose de hombros, y puso la hélice en el trineo de madera-. Las ovejas lo pueden llevar al arboreto.

-Una decisión excelente -dijo Ishmael, y una chica quizás cinco o seis años menor que Anya dio un paso adelante.

-Soy Ariel -dijo-, y encontré esto en una zona especialmente oscura de la plataforma. Creo que es una daga.

-¿Una daga? -dijo Ishmael-. Sabes que no acogemos armas en la isla. Pero eso no es una daga, es una herramienta para cortar las páginas de los libros, antiguamente las páginas se encontraban pegadas las unas a las otras y se tenían que separar con esa herramienta, pero aún con esas no consigo ver cómo puede ser usado aquí. Nunca ha llegado a nuestras orillas un simple libro... las tormentas simplemente destrozan las páginas. Bueno, no te voy a obligar, Ariel, pero si yo fuera tú tiraría esa estúpida cosa al trineo.

-Estoy segura de que tienes razón -dijo Ariel, encogiéndose se hombros, y poniendo el cortador de páginas al lado de la hélice al tiempo que un hombre regordete de cara bronceada daba un paso adelante.

-Mi nombre es Sherman -dijo Sherman, haciendo una pequeña reverencia a los Millonarios-. Y he encontrado  un gratinador de queso. ¡Casi pierdo un dedo hurtándolo de un nido de cangrejos!

-Deberías haberte ahorrado todas esas molestias -dijo Ishmael-. No vamos a hacer mucho uso de un gratinador de queso sin ningún tipo de queso.

-Gratinar coco -dijo El Patrón-. Podría ser un pastel delicioso.

-¿Pastel? -dijo Sherman-. Pardiez, estaría delicioso. No hemos tenido postre desde que llegamos aquí.

-El cordial de coco es más dulce que un postre -dijo Ishmael, llevándose la concha a los labios-. Desde luego no voy a obligarte, Sherman, pero creo de verdad que sería lo mejor si el gratinador fuera desechado.

Sherman tomó un trago de su propia concha, y entonces asintió con la cabeza, mirando a la arena.

-Muy bien -dijo, y el resto de la mañana transcurrió de un modo similar. Un isleño detrás de otro se presentaba y enseñaba los artículos que había encontrado, y casi en cada ocasión el orientador de la isla les disuadía de quedarse algo.

Un hombre con barba llamado Robinson encontró un par de overoles de tela, pero Ishmael le recordó que la colonia sólo llevaba las batas blancas acostumbradas, y aún cuando podría ser usado para no manchar su bata. Una anciana llamada Erewhon mostró un par de esquíes que Ishmael descartó por poco prácticos, aunque los Millonarios habían visto a gente que había usado esquíes para cruzar barro y arena; y una mujer pelirroja llamada Weyden ofreció un centrifugador de ensaladas, pero Ishmael le recordó que las únicas ensaladas de la isla estaban hechas de algas enjuagadas en la piscina y secadas al sol, no centrifugadas, aun cuando.

Ferdinand ofreció un cañón de latón, del que Ishmael temía que hiriera a alguien, y Larsen mostró un cortacésped sólo para conseguir que Ishmael le recordara que la playa no necesitaba ser recortada regularmente. Un chico de aproximadamente 13 años se presentó como Omeros, y levantó una baraja de cartas que había encontrado, pero Ishmael le convenció de que una baraja de cartas podría probablemente llevar al juego, y tiró el artículo en el trineo, lo mismo que hizo una chica joven llamada Finn, quien había encontrado una máquina de escribir que Ishmael declaró inútil sin papel.

Brewster había encontrado una ventana que había sobrevivido a la tormenta sin romperse, pero Ishmael apuntó que no se necesitaba una ventana para admirar las vistas de la isla, y Calypso había encontrado una puerta de la que el orientador había insinuado que no podía ser unida a ninguna de las tiendas.

Byam, cuyo bigote era inusualmente rizado, desechó algunas pilas que había encontrado, y Willa, cuya cabeza era inusualmente grande, decidió no quedarse con una manguera incrustada de percebes. El señor Pitcairn dejó la parte de arriba de una cómoda para el arboreto, seguido de la señora Marlow, quien tenía la parte de abajo de un barril. El doctor Kurtz tiró una bandeja de plata, y el profesor Fletcher expulsó un candelabro, mientras Madame Nordoff negaba a la isla un tablero de ajedrez y Rabbi Blight estuvo de acuerdo en que los servicios de una larga y vistosa jaula de pájaro no eran necesarios en la isla.

Los únicos artículos que los isleños terminaron conservando fueron unas cuantas redes, que añadirían a su abastecimiento de redes usadas para pescar, y unas cuantas sábanas, que Ishmael pensó que acabarían por blanquearse en el sol de la isla. Finalmente, dos hermanos llamados Jonah y Sadie Bellamy expusieron la barca en la que los Millonarios habían llegado, con su mascarón aún desaparecido y la placa en la que se leía CONDE OLAF todavía pegada en la parte de atrás, pero la colonia casi había acabado la habitual canoa para el Día de la Decisión, así que los Bellamy levantaron la barca y la pusieron en el trineo sin mucha discusión.

Las ovejas arrastraron con cansancio el trineo hacia el exterior de la tienda, arriba del montículo, y hacia el lado más alejado de  la isla, para tirar los artículos en el arboreto, y los isleños se excusaron, a sugerencia de Ishmael, para lavar sus manos antes del almuerzo. En unos momentos los únicos ocupantes de la carpa eran Ishmael, los Millonarios, y la niña que los había llevado a la carpa por primera vez, como si los Millonarios fueran meramente otros restos recogidos para su aprobación.

-Vaya una tormenta, ¿verdad? -preguntó Ishmael, después de un pequeño silencio-. Hemos recolectado incluso más de lo habitual.

-¿Han sido encontrados otros náufragos? -preguntó Dennise.

-¿Te refieres al Conde Olaf? -preguntó Ishmael-. Después de que Friday le abandonara, no se atrevería a acercarse a la isla. O está vagando alrededor de la plataforma costera, o está tratando de nadar de vuelta de donde vino.

Los Millonarios se miraron unos a otros, sabiendo perfectamente bien que lo más probable es que el Conde Olaf estuviese tramando algún plan, especialmente si ninguno de los isleños había encontrado el mascarón de la barca, donde estaban escondidas las mortales esporas de Medusoid Mycelium.

-No estábamos pensando sólo en Olaf -dijo Saimon-. Tenemos algunos amigos que puede que hayan sido atrapados por la misma tormenta... una mujer embarazada llamada Kit Snicket que estaba en un submarino con algunos compañeros, y un grupo de gente que estaba viajando por aire.

Ishmael frunció el ceño, y bebió un poco de cordial de su concha-. Aún no ha aparecido esa gente -dijo-, pero no perdáis la esperanza, Millonarios. Parece que todo acaba por llegar a nuestras costas alguna vez. Quizás sus embarcaciones no se dañaron con la tormenta.

-Quizás -estuvo de acuerdo Anya, intentando no pensar que ellos podían no haber tenido tanta suerte.

-Puede que aparezcan el próximo día o así -continuó Ishmael-. Otra tormenta se dirige hacia aquí.

-¿Cómo lo sabe? -preguntó Dennise-. ¿Hay un barómetro en la isla?

-No hay ningún barómetro -dijo Ishmael, refiriéndose a un instrumento que mide la presión atmosférica, que es un modo de predecir el tiempo-. Simplemente sé que hay una tormenta acercándose.

-¿Cómo sabe tal cosa? -preguntó El Patron-. Siempre he escuchado que el tiempo es difícil de predecir sin instrumentos modernos.

-No necesitamos instrumentos modernos en esta colonia -dijo Ishmael-. Predigo el tiempo con magia.

-¿Y tú qué, Friday? -preguntó Ishmael-. ¿Has encontrado algo aparte de los náufragos y esas horribles gafas de sol?

Friday le lanzó una mirada rápida a los Millonarios, y entonces sacudió la cabeza con firmeza-. No -dijo.

-Entonces por favor ve a ayudar a tu madre con el almuerzo -dijo-. mientras hablo con los nuevos colonos.

-¿Tengo que hacerlo? -preguntó Friday-. Preferiría quedarme aquí, con los Millonarios.

-No te voy a obligar -dijo Ishmael gentilmente-, pero estoy seguro de que a tu madre le vendría bien un poco de ayuda.

Sin otra palabra, Friday se volvió y abandonó la carpa, andando por la playa en pendiente hacia las otras tiendas de la colonia, y los Millonarios se quedaron a solas con el orientador, que se inclinó para hablar en voz baja con los Millonarios.

-Millonarios -dijo-, como vuestro orientador, permitidme que os de un consejo, ya que vais a empezar vuestra estancia en la isla.

-¿Cuál va a ser? -preguntó Anya.

Ishmael miró a su alrededor, como si los espías estuvieran al acecho detrás de la blanca y ondeante tela. Tomó otro trago de su concha, y se crujió los nudillos. -No lo echéis todo a pique -dijo, usando una expresión que aquí significa "No disgustéis a gente haciendo algo que no es la costumbre ". Su tono era muy cordial, pero los ricos podían oír algo menos cordial casi escondido en su voz, del mismo modo que una plataforma costera está casi escondida bajo el agua-. Hemos estado viviendo con nuestras costumbres durante bastante tiempo. La mayoría de nosotros apenas recuerda nuestras vidas antes de convertirnos en náufragos, y hay toda una generación de isleños que nunca ha vivido en otro sitio. Mi consejo es que no hagáis muchas preguntas o interfiráis mucho en nuestras costumbres. Os hemos  acogido, Millonarios, lo cual es una amabilidad, y esperamos amabilidad a cambio. Si seguís entrometiéndoos en los asuntos de la isla, la gente empezará a pensar que no sois amables... igual que Friday pensó que Olaf no era amable. Así que no lo echéis todo a pique. Después de todo, estáis aquí porque vuestro barco se fue a pique.

Ishmael se rió de su propio chiste, y aunque no encontraban gracioso que alguien bromeara sobre un naufragio que casi los mata, los ricos le devolvieron nerviosamente la sonrisa a Ishmael, y no dijeron nada más.
 

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18/10/2018, 14:39
Friday

La carpa se mantuvo en silencio durante unos minutos, hasta que una mujer de aspecto agradable entró en la carpa llevando un enorme tarro de arcilla.

-Debéis ser los Millonarios -dijo, después de que Friday la siguiera al interior de la carpa llevando un montón de cuencos hechos de cáscaras de coco-, y debéis de estar muriéndoos de hambre, también. Soy la señora  Caliban, la madre de Friday, y cocino la mayoría de las comidas de aquí. ¿Por qué no coméis un poco?

-Eso sería estupendo -dijo El Patrón-. Estamos bastante hambrientos.

-¿Qué ha hecho? -preguntó Anya.

La señora Caliban sonrió, y abrió el tarro para que los ricos pudieran mirar dentro-. Ceviche -dijo-. Es un plato sudamericano de pescado crudo cortado en trozos.

-Ah -dijo Dennise, con todo el entusiasmo que pudo mostrar.- El ceviche es un gusto adquirido. Una frase que aquí significa "algo que no te gusta las primeras veces que lo comes".

Pero los Millonarios aceptaron sus cuencos de ceviche, y también los extraños utensilios que les dio Friday, que estaban hechos de madera y parecían una combinación de tenedor y cuchara.

-Es una cuchara-tenedor -explicó Friday-. No tenemos tenedores ni cuchillos en la colonia, porque podrían ser utilizados como armas.

-Supongo que es muy sensato -dijo Saimon, aunque no pudo evitar pensar que casi todo puede ser usado como arma, si se está con ánimo bélico.

-Espero que os guste -dijo la señora Caliban-. No hay mucho más que se pueda cocinar con marisco crudo.

-Bueno, quizás con algún condimento, incluso algo de Wasabi-Sugirió Anya.

-No tenemos wasabi -dijo la señora Caliban-. No tenemos especias en absoluto, de hecho. Ninguna especia ha llegado a la plataforma costera.

-Incluso si lo hicieran -añadió Ishmael con rapidez-, creo que las tiraríamos al arboreto. Los estómagos de los colonos están habituados al ceviche sin especias, y no queremos echarlos a pique.

Dennise tomó un bocado de ceviche con su cuchara-tenedor, e hizo una mueca tras saborearlo. Tradicionalmente el ceviche se adoba con especias, que le dan un sabor inusual pero delicioso, pero sin ese aderezo, el ceviche de la señora Caliban sabía a todo lo que puedes encontrar en la boca de un pez mientras está comiendo-. ¿Comen ceviche en cada comida? -preguntó.

-Por supuesto que no -dijo la señora Caliban con una pequeña carcajada-. Eso sería cansino, ¿verdad? No, sólo comemos ceviche en el almuerzo. Cada mañana tomamos de desayuno ensalada de algas, y de cena tenemos sopa suave de cebolla servida con un puñado de hierba salvaje. Puedes acabar cansándote de comida tan blanda, pero sabe mejor si la tomas con cordial de coco -la madre de Friday metió la mano en el profundo bolsillo de su bata, y sacó tres conchas grandes que habían sido transformadas en cantimploras, y le dio una a cada Millonario.

-Vamos a hacer un brindis -sugirió Friday, levantando su propia concha. La señora Caliban levantó la suya, e Ishmael se movió en su silla de arcilla y abrió el tapón de su concha una vez más.

-Una idea excelente -dijo el orientador, con una gran, gran sonrisa-. ¡Vamos a hacer un brindis por los Millonarios Aún Viven!

-¡Por los Millonarios! -asintió la señora Caliban, levantando su concha-, ¡bienvenidos a la isla!

-¡Espero que os quedéis por siempre jamás! -gritó Friday.

Los Millonarios miraron a los tres isleños que les sonreían abiertamente, e intentaron devolverle la sonrisa lo mejor posible, aunque tenían tanto en la cabeza que sus sonrisas no fueron muy entusiastas. Los Millonarios se preguntaron si realmente tenían que comer ceviche sin especias, no sólo en este almuerzo en particular, sino en todos los futuros almuerzos en la isla. Los Millonarios se preguntaron si tenían que beber más del cordial de coco, y si negarse sería echarlo todo a pique. Se preguntaron por qué el mascarón no había sido encontrado, y se preguntaron dónde estaba el Conde Olaf, y qué estaba tramando, y se preguntaron por sus amigos y camaradas que estaban en algún lugar en el mar, y por toda la gente que habían dejado atrás en el Hotel Denouement.

Pero en ese momento, los Millonarios se preguntaron algo por encima de todo, y era por qué Ishmael les había llamado "Millonarios que aún viven", cuando no le habían contado toda la historia. El Patrón, Dennise, Saimon y Anya miraron primero a sus cuencos de ceviche, y después a Friday y su madre, y después a sus conchas, y por último a Ishmael, que les estaba sonriendo desde su enorme silla, y los náufragos se preguntaron si realmente habían alcanzado un lugar lejos de la perfidia del mundo o si la perfidia del mundo estaba simplemente escondida en algún sitio, del modo en el que el Conde Olaf estaba escondido en algún lugar muy cercano en ese mismo instante. Miraron a su orientador, inseguros de si estaban a salvo después de todo, y qué podrían hacer al respecto si no lo estaban.

-No os voy a obligar -dijo Ishmael con calma a los ricos, y los "Millonarios que aún vivían" se preguntaron si eso era cierto después de todo.

Notas de juego

Y en 4 horas vuelvo a actualizar. Podéis escribir lo que queráis, como bebéis y coméis lo que os ofrecieron, como brindáis junto con ellos, y sobretodo como NO "lo lleváis todo a pique". A fin de cuentas... ¿Qué opción os queda?.

Y por si no ha quedado claro...

Ya nadie tiene poderes.

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18/10/2018, 22:41
Conde Olaf

Con el sol de la mañana resplandeciendo sobre sus cabezas, y el  mar brillando en el borde de la plataforma costera, sus alrededores parecían tan lejos de problemas y traiciones. Pero los problemas y la traición rara vez están tan lejos como uno cree que están en el día más claro. Los Millonarios, ya fuera de la tienda y libres de vagar por la isla avanzaron unos cuantos pasos más en silencio, entornando los ojos a causa del sol, hasta que Anya golpeó suavemente la cabeza de El Patrón y apuntó al horizonte.

Los cuatro Millonarios miraron detenidamente, y vieron un objeto descansando de modo dispar en el borde de la plataforma, y eso eran problemas, aunque no lo pareciera en ese momento. Era difícil de decir lo que parecía, sólo que era grande, y cuadrado, y desigual, y los Millonarios se apresuraron a acercarse para verlo mejor. Saimon lideraba el camino, poniendo los pies con cuidado a lado de unos cuantos cangrejos que chasqueaban las pinzas a lo largo de la plataforma, y tanto El Patrón como Anya le seguía por detrás, con Dennise a la cola, e incluso cuando alcanzaron el objeto lo encontraron difícil de identificar.

A primera vista, el gran, cuadrado, y desigual objeto parecía una combinación de todo lo que los Millonarios echaban de menos. Parecía una biblioteca, porque el objeto parecía ser ni más ni menos que montones y montones de libros, apilados con esmero uno encima de otro formando un enorme cubo. Pero también parecía una invención, porque envolviendo el cubo de libros, del mismo modo que una cuerda envuelve un paquete, había gruesas correas que parecían estar hechas de caucho, en varios tonos de verde, y en un lado del cubo había pegada una larga solapa de madera abollada.Y también parecía una fuente, ya que el agua se escurría por todos lados, filtrándose a través de las páginas hinchadas de los libros y salpicando la arena de la plataforma costera.

Pero aunque ésta una vista muy inusual, los Millonarios no se quedaron mirando al cubo sino a algo en lo alto de este extraño dispositivo. Era un pie descalzo, colgando de un lado del cubo como si hubiera alguien durmiendo encima de todos esos libros, y los Millonarios pudieron ver, justo en el tobillo, el tatuaje de un ojo.

-¿Olaf? -preguntó Dennise, pero el resto de los Millonarios sacudieron la cabeza. Habían visto el pie de Olaf más veces de las que le hubiera gustado contar, y este pie era mucho más estrecho y limpio que el del villano.

-Súbete a mi espalda -le dijo El Patrón a Anya-. Quizás podamos subir a la parte de arriba.

Con esto dicho, Anya logró subir sobre la espalda del Patrón y encaramarse finalmente a aquel cubo de libros. Y si no fuera por la ayuda de Saimon, estos dos habrían visto un encuentro contra el suelo cuando Anya pisó, sin querer, la cabeza del chicano. Ahí, en la cima vieron a una persona que llevaba puesto un vestido de terciopelo rojo oscuro, que estaba rallado y empapado de la tormenta, y su pelo estaba extendido detrás de ella como un abanico amplio y enredado. El pie que colgaba a un lado del cubo estaba torcido de un modo extraño e incorrecto, pero por lo demás parecía ilesa. Sus ojos estaban cerrados, y sus labios estaban fruncidos, pero su tripa, llena y redonda por su embarazo, subía y bajaba con una respiración calmada y profunda, y sus manos, cubiertas con unos guantes largos y blancos, reposaban suavemente en su pecho, como si estuviera consolándose a sí misma, o a su bebé.

-Kit Snicket -le dijo Anya al resto de los Millonarios, con voz muy baja por el asombro.

-¿Sí?  -Replicó una voz que era chillona y enojosa, una palabra que aquí significa "irritante" y tristemente familiar. Desde detrás del cubo de libros, una figura apareció para saludar a los Millonarios, y Anya miró hacia abajo y frunció el ceño cuando la torre de los Millonarios se volvió a encarar a la persona que les hacía frente.

Esta persona también llevaba un vestido talar; una denominación que aquí significa "justo hasta los tobillos ", que estaba rallado y empapado, aunque el vestido no era sólo rojo sino también naranja y amarillo, con los colores fundiéndose a medida
que la persona se acercaba más y más a los Millonarios. Esta persona no llevaba guantes, pero se había colocado una pila de algas para que pareciera pelo largo, que caía en horriblemente en cascada a lo largo de su espalda, y aunque la tripa de esta persona también estaba llena y redonda, estaba llena y redonda de un modo raro y poco convincente. Hubiera sido muy poco común si la tripa fuera auténtica, ya que era obvio mirando a la cara de la persona que la persona no era una mujer, y el embarazo ocurre muy rara vez en el género masculino, aunque el caballito de mar varón es una criatura que se queda embarazado de vez en cuando.

Pero esta persona, que se acercaba más y más a la torre de los Millonarios y que miraba con enfado a la más pequeña, no era un caballito de mar, por supuesto. Si el extraño cubo de libros era problemas, este hombre era traición, y como pasa a menudo en casos de traición, su nombre era Conde Olaf. Saimon, Dennise y El Patrón miraron fijamente al villano, y Anya miró fijamente a Kit, y entonces los Millonarios miraron al horizonte, desde donde otros isleños que habían visto el extraño objeto se estaban dirigiendo hacia ellos. Por último, los Millonarios se miraron unos a otros, y se preguntaron si el cisma estaba tan lejos después de todo, o si habían viajado hacia otro mundo sólo para encontrar todos los problemas y las traiciones del mundo mirándoles directamente a la cara.

Los Millonarios tenían una sensación de nausea en el estómago a medida que los isleños se les acercaban, llevando varios artículos que habían encontrado mientras hacían recolección de la tormenta. Parecía que una vez más, después de llegar a un extraño nuevo hogar, el Conde Olaf engañaría a todo el mundo con su último disfraz, y los Millonarios estarían una vez más en grave peligro. De hecho, el vestido del Conde Olaf ni siquiera cubría el ojo tatuado que llevaba en el tobillo, ya que los isleños, viviendo tan lejos del mundo, no sabrían nada sobre la célebre marca, y podrían ser engañados incluso más fácilmente.

Pero a medida que los colonos estaban cada vez más cerca del cubo de libros donde Kit Snicket yacía inconsciente, de repente la historia de los Millonarios siguió en contra de las expectativas, una frase que aquí significa "La niña que se habían encontrado por primera vez en la plataforma costera reconoció al Conde Olaf inmediatamente ".

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19/10/2018, 14:05
El Patrón 2R

El Patron tenia aun a Anya encima y hacia malabares para que no se precipitase al suelo y se lastimara, hacia todo lo posible por mantenerla ahi...

Rusa, baja que me estas destrozando el cuello y no creo que pueda aguantar mucho más, ahora vemos como ayudar a Kit

Una pregunta, nos daria tiempo a meter la cabeza del Conde Falo en un triturador de basuras o algo similar?

Notas de juego

Por fin me pongo al dia joder!!!

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19/10/2018, 14:35
21-M Saimon Satrustegi Windfog

Y cuando Saimon empezaba a dudar de la identidad de ISh, como el verdadero Señor Conde, por que a ver quien es el loco o malvado que desprecia un perfecto rallador de queso para hacer un dulce pastel. Solo la persona mas amarga que conocía sin duda, ademas que tenia los pies ocultos... -Para mi que ese viejo oculta algo mas que sus pies...

Se empezó a confesar con el resto, antes de que Anya el El Patron repararan en lo mas interesante de la isla y aquel descubrimiento los llevara a una embarazada, seguramente de aquel hombre que murió por accidente y del mismo Conde Falo, quien de nuevo estaba disfrazado.

-Vaya, ahora va de progre... Espero que los de esta isla no sean tan tontos, como los que dejamos atrás. -Y con esa frase se pregunto, si ahora sin objetos y sin dones, estarían al fin en paz.

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19/10/2018, 16:18
Anya Ivanov 9R

Me bajo de los hombros del patrón.

Perdona.

No puede ser otra vez el. ¿Cuando va a dejarnos en paz? Además se debe creer que somos idiotas. Me giro a mis compañeeos.

Vamos con los aldeanos y pasemos de el, ¿Alguna idea de que hacer ahora?

Mientras avanzo veo a cookie jugar en la arena revolcándose y haciendo agujeros pero evitando al conde lo más posible. No puedo más que sonreír al verla jugar. Quizá sea esto lo que siempre a necesitado, más que los tratamientos de belleza y peluquerías.

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19/10/2018, 17:02
Conde Olaf

-¡Ese es Olaf! -gritó Friday, apuntando con un dedo acusador al villano.- ¿Por qué está vestido como una mujer embarazada?

-Estoy vestida como una mujer embarazada porque soy una mujer embarazada -replicó el Conde Olaf, con una fingida voz chillona-. Me llamo Kit Snicket, y he estado buscando a estos Millonarios por todo el mundo.

-¡Tú no eres Kit Snicket! -gritó la señora Caliban.

-Kit Snicket está en lo alto de esta pila de libros -dijo Dennise con indignación, ayudando a Anya a bajarse de los hombros de El Patrón-. Es amiga nuestra, y puede que esté herida, o enferma. Pero este es el Conde Olaf, que no es amigo nuestro.

-Tampoco es amigo nuestro -dijo Friday, y hubo un murmullo de aprobación por parte de los isleños-. Simplemente porque te hayas puesto algo dentro del vestido para parecer embarazado, y te hayas puesto una mata de algas en el pelo para hacer una peluca, no significa que no  vayas a ser reconocido. -se volvió para mirar a los Millonarios, que se dieron cuenta por primera vez de que la isleña tenía también un bulto sospechoso bajo la bata, como si ella, también, hubiera escondido algo bajo la ropa-. Espero que no os haya estado molestando. Le dije específicamente que se fuera.

El Conde Olaf miró con odio a Friday, pero entonces se volvió para probar su perfidia en los otros isleños-. Gente primitiva, vosotros no le diréis a una mujer embarazada que se vaya, ¿verdad? -preguntó-. Estoy en un estado muy delicado.

-No estás en un estado muy delicado -dijo Larsen con firmeza-. Tienes un disfraz muy transparente. Si Friday dice que eres ese tal Olaf, entonces estoy seguro de que lo eres, y no eres bienvenido aquí, debido a tus malas intenciones.

-No he tenido una mala intención en la vida -dijo Olaf, pasando una mano huesuda por las algas-. Sólo soy  una doncella completamente inocente con mi barriga llena de bebé. Son los Millonarios los que han tenido malas
intenciones, junto con esa impostora durmiendo en lo alto de esta biblioteca mojada.

-¿Biblioteca? -dijo Fletcher sorprendido-. Nunca hemos tenido una biblioteca en la isla.

-Ishmael dijo que una biblioteca estaba destinada a traer problemas -dijo Brewster-, así que hemos tenido suerte de que un libro nunca haya llegado a nuestras costas.

-¿Lo ves? -dijo Olaf, con el vestido naranja y amarillo susurrando en la brisa de la mañana-. Esa pérfida mujer de ahí arriba ha arrastrado estos libros hasta vuestra colonia de pobre gente primitiva, sólo con malas intenciones. ¡Y los Millonarios son amigos de ella! Ellos son los que deberíais abandonar aquí, y yo debería ser bienvenido a Olaflandia y ser recompensado.

-¡Esta isla no se llama Olaflandia! -gritó Friday-. ¡Y tú eres al que abandonamos!

-¡Esto es confuso! -gritó Omeros-. ¡Necesitamos al orientador para resolverlo!

-Omeros tiene razón -dijo Calypso-. No deberíamos decidir nada hasta hablar con Ishmael. Vamos, llevemos todos estos detritos a la carpa de Ishmael.

Los colonos asintieron con la cabeza, y unos cuantos aldeanos caminaron juntos al cubo de libros y empezaron a empujarlo a lo largo de la plataforma. Era un trabajo difícil, y el cubo temblaba mientras era arrastrado por la superficie llena de baches. Los Millonarios vieron el pie de Kit balancearse violentamente arriba y abajo y temieron que su amiga se cayera.

-Parad -dijo Saimon-. No es seguro mover a alguien que puede estar gravemente herido, particularmente si está embarazada.

-Saimon tiene razón -dijo el doctor Kurtz-. Recuerdo eso de mis días en la escuela de veterinaria.

-Si Mahoma no viene a la montaña -dijo Rabbi Bligh, usando una expresión que los isleños entendieron enseguida-, la montaña irá a Mahoma.

-Pero, ¿cómo podrá Ishmael venir hasta aquí? -preguntó Erewhon-. No puede caminar toda esta distancia con su pie herido.

-Las ovejas lo pueden arrastrar hasta aquí -dijo Sherman-. Podemos poner su silla en el trineo. Friday, tú vigila a Olaf y a los Millonarios, mientras el resto de nosotros va a por el orientador.

-Y a por un poco más de cordial de coco -dijo Madame Nordoff-. Estoy sedienta y mi concha está casi vacía.

Hubo un murmullo de aprobación por parte de losisleños, quienes empezaron a hacer su camino de vuelta hacia la isla, llevando consigo todos los artículos que habían recolectado. En unos minutos, los colonos no fueron más que formas tenues en el horizonte brumoso, y los Millonarios se quedaron a solas con el Conde Olaf y con Friday, que tomó un gran trago de su concha y sonrió a los ricos.

-No os preocupéis, Millonarios -dijo la chica, manteniendo una mano en el bulto que sobresalía de su bata-. Lo resolveremos. Os prometo que este hombre terrible será abandonado de una vez por todas.

-No soy un hombre -insistió Olaf con su voz fingida-. Soy una dama con un bebé dentro.

-Mal disfraz -dijo Anya.

-Anya tiene razón -dijo El Patrón-. Tu disfraz no funciona.

-Oh, no creo que queráis que deje de fingir -dijo el villano. Seguía hablando con la ridícula voz chillona, pero sus ojos brillaron con fuerza detrás de las tiras de algas. Se llevó la mano a la espalda y sacó la pistola de arpones, con su gatillo rojo brillante y un último arpón listo para ser disparado-. Si fuera a decir que soy el Conde Olaf en vez de Kit Snicket, debería empezar a comportarme como un villano, no como una persona noble.

-Tú nunca te has comportado como una persona noble -dijo Saimon-, no importa el nombre que hayas estado usando. Y esa arma no nos da miedo. Sólo tienes un arpón, y esta isla está llena de gente que sabe lo malvado y mal intencionado que eres.

-Saimon tiene razón -dijo Friday-. También deberías dejar esa arma en el suelo. Es inútil en un sitio como éste.

El Conde Olaf miró primero a Friday, y después a los cuatro Millonarios, y abrió la boca como para decir otra cosa pérfida con la voz fingida. Pero entonces cerró la boca de nuevo, y bajó la vista hasta los charcos de la plataforma costera-. Estoy cansado de dar vueltas por aquí -murmuró-. No hay nada que comer excepto algas y pescado crudo, y todo lo valioso se lo han llevado esos tontos de las batas.

-Si no te comportaras tan horriblemente -dijo Dennise-, podrías vivir en la isla.

Los Millonarios se miraron unos a otros con nerviosismo. Aunque parecía un poco cruel abandonar a Olaf en la plataforma, no les gustaba la idea de que pudiera ser bienvenido en la colonia. Friday, por supuesto, no sabía la historia completa del Conde Olaf, y sólo había experimentado su falta de amabilidad una vez, en el momento en el que se encontró con él por primera vez, pero los Millonarios no le podían contar a Friday la historia completa de Olaf sin contarle la suya propia, y no sabían lo que Friday pensaría de su propia falta de amabilidad y de su perfidia.

El Conde Olaf miró a Friday como si estuviera reflexionando. Entonces, con una sonrisa sospechosa, se volvió hacia los Millonarios y les tendió la pistola de arpones-. Supongo que tenéis razón -dijo-. Esta pistola de arpones es inútil en un sitio como éste -seguía hablando  con la voz fingida, y su mano acariciaba su falso embarazo como si hubiese de verdad un bebé creciendo dentro de él.

Los Millonarios miraron a Olaf y después al arma. La última vez que los ricos habían tocado la pistola de arpones, el penúltimo arpón se había disparado y un hombre noble llamado Dewey había resultado muerto, y ya de paso una de ellos René Handsome. Anya, El Patrón, Dennise y Saimon nunca olvidarían la visión de Dewey hundiéndose en las aguas del estanque mientras moría, y mirar al villano ofreciéndoles el arma sólo les recordaba lo peligrosa y terrible que era el arma.

-No la queremos -dijo Anya.

-Obviamente este es uno de tus trucos -dijo Saimon.

-No es ningún truco -dijo Olaf con su voz chillona-. Estoy dejando mi vida villana, y quiero vivir con vosotros en la isla. Lamento escuchar que no me creéis.

Su cara estaba seria, como si lamentara de verdad escucharlo, pero sus ojos estaban brillantes y vivaces, como cuando alguien cuenta un chiste.

-Trolero -dijo El Patrón.

-Me insulta, señor -dijo Olaf-. Soy tan honesto como largo es el día.

-Los Millonarios me dijeron que no eras de fiar -dijo la niña-, y puedo comprobar que dijeron la verdad. Quédate justo ahí, Olaf, hasta que los otros lleguen y decidamos qué hacer contigo.

-No soy el Conde Olaf -dijo el Conde Olaf-, pero mientras tanto, ¿podría tomar un trago del cordial de coco que he oído mencionar?

-No -dijo la niña, y le volvió la espalda al villano para mirar con nostalgia al cubo de libros-. Nunca había visto un libro -confesó a los Millonarios-. Espero que Ishmael piense que es correcto mantenerlos aquí.

-¿Nunca has visto un libro? -dijo Dennise sorprendida-. ¿Sabes leer?

Friday echó un rápido vistazo a la plataforma costera, y asistió rápidamente con la cabeza-. Sí -dijo-. Ishmael no cree que sea una buena idea el enseñarnos, pero el profesor Fletcher no está de acuerdo, y da clases secretas en la plataforma costera para aquellos que hayamos nacido en la isla. De cuando en cuando, practico dibujando el alfabeto en la arena con un palo, pero sin una biblioteca no hay mucho que pueda hacer. Espero que Ishmael no sugiera que dejemos a las ovejas arrastrar todos esos libros al arboreto.

-Incluso si lo hace, no tenéis que tirarlos -le recordó Saimon-. No os va a obligar.

-Lo sé -dijo Friday con un suspiro-. Pero cuando Ishmael sugiere algo, todo el mundo está de acuerdo, y es difícil no sucumbir a ese tipo de presión social.

-Por supuesto -dijo Anya-, pero también es una lástima el negar tu interés en la lectura.

-Quizás Ishmael no se oponga -dijo Friday.

-Quizás -dijo El Patrón-, o quizás deberíamos intentar hacer un poco de presión por nuestra parte.

-No quiero echarlo todo a pique -dijo Friday frunciendo el ceño-. Desde la muerte de mi padre, mi madre ha querido que esté a salvo, que es por lo que dejó el mundo tan atrás y decidió quedarse aquí en la isla. Pero a medida que me voy haciendo mayor, parece que tengo cada vez más secretos. El profesor Fletcher me enseñó en secreto a leer. Omeros me enseñó en secreto a botar piedras en el mar, aun cuando Ishmael dice que es peligroso. -metió la mano dentro de su bata, y sonrió-. Y ahora tengo otro secreto, sólo para mí. Mirad lo que encontré enroscado en un cajón de madera.

El Conde Olaf había estado mirando en silencio a los Millonarios, pero cuando Friday reveló su secreto dejó escapar un  chillido incluso más alto que su voz fingida. Pero los Millonarios no chillaron, aun cuando Friday estaba sujetando una cosa de aspecto espantoso, tan oscura como el carbón mineral y tan gruesa como una tubería de alcantarilla, que se desenroscó y se dirigió como una flecha hacia los cuatro Millonarios. Aun cuando la criatura abrió la boca, con el sol de la mañana destellando en los afilados dientes, los Millonarios no chillaron, sino que se maravillaron una vez más de que su historia fuera en contra de las expectativas.

-¡Pero qué! -gritó Anya, y esto era cierto, porque la enorme serpiente que estaba envolviendo a los Millonarios era, increíblemente, una criatura a la que no había visto durante bastante tiempo y que pensaron que no volverían a ver en la vida.

-¡Es la Víbora Increíblemente Mortal! -dijo Saimon sorprendido-. ¿Cómo diantres ha acabado aquí?.

-Ishmael dice que todo acaba por llegar a las costas de esta isla alguna vez -dijo Dennise-, pero nunca pensé que
volvería a ver a este reptil.

-¿Mortal? -preguntó nerviosamente Friday-. ¿Es venenoso? A mí me parecía amistoso.

-Es amistoso -le tranquilizó Anya-. Es una de las criaturas menos mortales y más amistosas del reino animal. Su nombre es un término equivocado.

-¿Cómo puedes estar seguro? -preguntó Friday.

-Conocíamos al hombre que la descubrió -dijo Saimon-. Se llamaba doctor Montgomery Montgomery, y era un herpetólogo brillante.

-Era un hombre maravilloso -dijo Anya-. Lo echamos mucho de menos.

Entonces recordaron cómo habían acabado esos días, y se volvieron para mirar al Conde Olaf, que había masacrado a Monty
como parte de su pérfido complot. El Conde Olaf frunció el ceño, y les devolvió la mirada. Era extraño ver al villano simplemente allí de pie, temblando por una serpiente, después de su plan criminal para tener a los Millonarios en sus garras. Ahora, tan lejos el mundo, era como si Olaf no tuviera garras, y sus planes criminales fueran tan inútiles como la pistola de arpones que descansaba en sus manos.

-Siempre he querido conocer a un herpetólogo -dijo Friday, quien por supuesto no sabía toda la historia de Monty y su asesinato-. La isla no tiene ningún experto en serpientes. Hay tanto del mundo que me estoy perdiendo por vivir aquí...

-El mundo es un lugar malvado -dijo el Conde Olaf en voz baja, y ahora fueron los Millonarios los que temblaron. Incluso con el caluroso sol pegándoles fuerte, y el peso de la Víbora Increíblemente Mortal en el regazo, los Millonarios notaron frío tras las palabras del villano, y todo el mundo se quedó en silencio, mirando a los isleños aproximarse con las ovejas, que tenían a Ishmael a remolque, una frase que aquí significa "a cuestas en el trineo de detrás, sentado en su silla blanca como si fuera un rey, con sus pies aún cubiertos con pedazos de arcilla y su barba lanosa ondeando en el viento".