Partida Rol por web

Mientras un grupo se iba a comer con los Miseria y Gunther y el otro retornaba al interior de la casa; un pequeño grupo había quedado remanente en el lugar, frente al lugar del suceso terrible más reciente; quizás porque aún se encontraban en un estado de Shock o bien porque querían desentrañar el misterio del asesino de Gastón LeFou.

Sea como sea, abrieron nuevamente la puerta del ascensor y los más valientes se asomaron para ver si Gastón se había agarrado a algún lugar o si el ascensor se encontraba entre medias del piso de ellos y el suelo. Por desgracia, parecía no ser así, pues la oscuridad lo engullía todo.

Por suerte para ellos, la luz volvió al Recibidor en el que se encontraban y pudieron seguir investigando sin dañar en exceso la vista. Pero, ¿Qué era lo que encontrarían?.

Pese que la iluminación había regresado, la perdida del Sr. Lefou era algo que lamentaba profundamente, el buen regordete había sido por fin silenciado por los sicarios de Olaf.

-Le dije que anduviera con cuidado- seque mis lagrimas con mi pañuelo, había desarrollado una simpatía por el regordete falso francés, -cada vez somos menos y no parece que avancemos- dije tristonamente.

Tenía claro que el francés/español mentía y hasta había pensado en él como uno de los sicarios de Olaf, pero estaba claro que nos habían engañado. Volvíamos a estar como al principio, con muchos sospechosos y sin idea de quienes podían ser o como salir de aquí. Estaba consternada.

Una pequeña lágrima rodó por mis mejillas así que les di la espalda a mis compañeros para que no lo vieran. No podía mostrarme vulnerable en aquel momento, no fuera a ser que los sicarios de Olaf aprovecharan para que yo acabara como el señor Le Fou.

¿Habéis visto algo? - pregunté a los que se habían quedado conmigo en el ático - Cualquier cosa que nos lleve a los cabrones que están haciendo esto...
 

Dennise tenía la expresión alterada, los ojos tenían esa dureza que debían tener los homicidas, su boca se había deformado en una delgada linea de frustración y la piel pálida de general, empeoraba aún más.

mientras los otros dos hablaban ella colocaba una expresión aun más concentrada de odio y susurro al final.

-no tengo ninguna sospecha, todos me parecen al por igual sospechosos, y de nadie logró fiarme... me he pasado todos estos días sospechando de Seen y al mismo tiempo diciéndome que es imposible, no con toda su participación y Simón Satrustegi resulta sospechoso... pero nada, no hay razón aparente -se revolvió -por no decir que Le Fou esta muerto ahora, ya no contamos con él, si al menos hubiese visto algo que nos resultará de utilidad... -bebio con amargura del vaso de licor que tenía en la mano, su expresión era condenadamente sombría.

-Nos eliminan lentamente y no parecemos acertar a acabar con los asesinos- me seco la última lagrima escurridiza – Sin embargo no puedo quedarme de brazos cruzados, seguramente puedo ser el próximo, ya he incordiado demasiado a los asesinos, la vez pasada en la escuela  intentaron matarme  y fue alguien que se encontraba justo detrás posiblemente entre Adolf y  Clarence que eran los mas cercanos a mi posición pero pudo ser cualquiera.

Adolf es un hombre callado y Clarence demasiado hablador - dije pensando en alto - Además en la carrera iba muy lejos de ustedes, pero cualquier pista es buena. Caemos como moscas y no tenemos ni idea de que esta pasando. Además están las hamburguesas aquellas de las que seguimos sin tener ni idea.

Mientras te encontrabas investigando el recibidor, notas que algo dentro del agujero del ascensor aparece flotando; con sumo cuidado y alargando la mano logras alcanzarlo, ahora al estar en un lugar seguro y tenerlo entre tus manos puedes ver lo que era el pañuelo manchado de mostaza y sangre de Gaston LeFou.

Soy el Dr. Henry Walton Jones; sigo vivo.

Aunque lamento la muerte de Gastón LeFou, su pañuelo me ha permitido poder comunicarme con vosotros, si es que os llega este mensaje.

Aquí abajo están dos mujeres de tez pálida, cada vez que abren el pasadizo, una corriente de aire inunda la estancia y sube por el hueco del ascensor. Esperaré a que pueda ver la luz encendida y que coincida con que estas mujeres abran la puerta para lanzar el pañuelo a merced de la corriente.

Por lo que sé, no pueden trasladarme lejos debido a una especie de control policial, pero tienen planeado encerrarme en un objeto a la venta en la subasta y ahí llevarme a donde sea que vayan.

Por lo que he escuchado, hay 3 traidores aún con vida.

PD: SALVADME

Podías reconocer la letra, era sin efecto o lugar a dudas, una carta del Dr. Henry Walton Jones.

Mientras estáis investigando os dáis de cuenta de que empieza a haber ruido en el edificio, al parecer una pareja de elegantes vecinos acabaron de salir de su casa y a bajar las escaleras. Agudizando un poco el oído escucháis que la mujer comenta que ya llegan tarde a la Subasta, y que la culpa es de él por pasar tanto tiempo acicalándose el bigote.

Con eso en mente, decidís acudir a la subasta ya comenzada. A fin de cuentas, no parece haber nada interesante en aquel lugar y vinisteis a esta isla por precisamente eso mismo, la subasta.