Partida Rol por web

Mientras se hacía el recuento de los votos, volvería aquel vehículo tirado por Charles a la escena, todo para ver como aquellos nuevos empleados habían perdido todo el día con sus paseos por las cercanías y estancias del aserradero o estando de palique entre ellos delante de una olla a la que iban metiendo cosas.

Cansado "El Jefe" Sir, y sin salir de su silla, se abalanza sobre la olla dejando dentro un par de votos aún por contar; y cansado, los mira, los lee y los rompe en pedazos casi imperceptibles por el ojo humano, todo esto debido al gran cabreo que este "buen hombre" tenía con aquellos "empleados" holgazanes.

Acto seguido, señala las enormes puertas hacia el área de trabajo del aserradero y con una ronca voz debido al tabaco que este fumaba, pues a fin de cuentas, era el jefe y fumar puros estaba dentro de su condición; ordenó a todos los Millonarios a trabajar de una buena vez.

-Porque andáis perdiendo el tiempo, he de suponer que os ofrecéis voluntarios para el Horario Nocturno. Perfecto, así me ahorro pagaros con 1 chicle por cabeza, pues tras cenar iréis a trabajar y tras trabajar a dormir. Ahora andando.

Dijo amenazando con el bastón, mientras Charles se bajó de la bicicleta para amablemente meter a todos los invitados en el interior del aserradero, disculpándose entre susurros con aquellos hombres y mujeres que parecían haber sido secuestrados por el capitalismo.

-Lo siento por su temperamento, ha tenido una infancia muy dura...

Una vez que todos los Millonarios quedaron dentro del recinto, Sir cerró desde fuera.

La gente estaba desanimada y desorientada, pero una cosa era segura; la democracia había decidido que el traidor era Gastón LeFou; así que armados con pequeñas hachas, sierras y descortezadores se fueron acercando poco a poco a Gastón LeFou el cual tan solo podía retroceder poco a poco de aquella turba tan poco elegante.

Los pasos del hombre orondo sonaron fuertemente en toda la estancia mientras este subía las escaleras de espaldas de una de las rampas superiores, la cual conectaba de forma directa con la sierra circular que partía los grandes troncos a la mitad para posteriormente hacer tableros y tablas de ellos.

Parecía el fin para Gastón cuando este tropezó y cayó de espaldas sobre el tronco que se encontraba aún a medio cortar. Los demócratas ya habían subido a la plataforma, con sus armas en alto para dar fin al reino de terror que según ellos, el gabacho había impuesto, y cual Robespierre, ahora su reinado de asesinatos finalizaría con él.

Por suerte para el hombre, la sierra comenzó a funcionar rapidamente alejándole de aquella turba de hombres y mujeres cabreados, aunque acercándole más y más a una hoja circular que estaba destrozando el tronco por la mitad. Lo que en un principio fueron escasos metros se tornarían en escasos centímetros del rostro del hombre que no podía levantarse por el movimiento y por el gran tamaño de su cuerpo.

Estaba a apenas unos escasos centímetros de recibir el corte en su cabeza cuando, finalmente. La sierra se detuvo.

Mientras que la ira asesina del grupo que había salido en armas contra el francés ya se había relajado y había bajado sus descorchadores, hachas pequeñas y alguien llevaba una revista de "Cómo distinguir el Fucsia del Rosa Palo" enrollada.

Mientras aquella turba de personas se estaba acercando a Gastón, armados hasta los dientes; alguien decidió escabullirse.

Mientras Gastón había caído y estaba rodeado por aquella turba de personas sobre el gran tronco a medio cortar, ese mismo alguien decidió encender la gran sierra para sacar a Gastón del peligro, metiéndolo en otro peligro.

Mientras Gastón había quedado inmóvil sobre el tronco el cual estaba siendo cortado por una gran sierra y tan solo quedando unos pocos centímetros para que esta le rebanara la cabeza, alguien decidió detener la sierra, y así sacar a Gastón de ese nuevo peligro que él mismo lo había metido.

Ese alguien, ese héroe frío y silencioso, no era otro que Yoshitoko Tukoshita; él había salvado a Gastón de las garras de aquella turba violenta. Y Gastón lo había visto de primera mano, todo. En ese momento, sintió un vínculo especial, pues le debía la vida a aquel hombre, y así Gastón juró solemnemente no hacer nada que pudiera perjudicar a Yoshitoko de forma directa.

 El Sr. LeFou se encontraba tirado en el suelo luego de esta tormentosa experiencia. Traspiraba como pavo antes de Acción de Gracias y sus ojos estaban abiertos como los de un búho. Al principio tuvo miedo de ser apaleado por sus compañeros, pero estar tan cerca de la muerte casi le provoca un paro cardíaco. Pero el miedo rápidamente se convirtió en enojo contra sus compañeros, enojo que le provoco olvidarse de un pequeño detalle...

- ¡COÑO Y LA MADRE! ¡MALDITOS DESGRACIADOS! ¡¿Me iban a apalear a MI, ratas de alcatarilla?! JODER, COMO SE ATR- atr- Ehmmm... Ups... Quiero decir... ¡Sacreblue! Hon Hon... Uhm...

Soy yo o el pendejo francés tiene acento del Bronx?

Bueno, al menos sabemos que alguien no piensa como el resto de sus compañeros - dije encogiendome de hombros al ver que el más votado seguía entre nosotros. ¿Algún voto que notéis desaparecido? - dije mirando especialmente a
Trump ya que casualmente, todos los días faltaba el suyo.

El Patron perplejo dice:

El mío falta, quien es el pinche pendejo que hace trampas q le lleno de plomo???

Elvira asiste ojiplática al recuento de votos y posterior encierro. Aquello era cada vez más surrealista, pero estaba cansada de intentar encontrarle algo de lógica. Harta se sienta en el suelo decidida a limitarse a esperar a que les saquen de ese lugar.

-Mi voto no falta, la verdad. Señor LeFou, al acumular cuatro votos al menos su inocencia está demostrada. Está claro que esos asesinos querían votar en masa por usted para quitárselo de enmedio. -Apunta la mujer desde el suelo encogiéndose de hombros.

Dembé Dembé....

Clarence mira a los lados y se encoje de hombros antes de señalar al orundo frencés.

He de reconocer la falta de dramatismo al amenazar ha alguien sin tener un secuaz negro apuntando con un revolver del 45, así que hagase a la idea Señor francés y comience a decir la verdad,como bien sabe sobran intenciones por parte de todos de señalar un culpable y lincharlo,ahorreselo y ahorrenoslo, diga la verdad,de donde viene,a donde va? quien es verdaderamente usted....

 El Sr. LeFou refunfuña mientras se va levantando del suelo. La situación le había hecho adelgazar cinco kilos en un lapso de 10 minutos. Iba a seguir quejándose, pero veía que el grupo no había olvidado su pequeño desliz y su personaje había sido desenmascarado. Suspira y luego se dirige fijamente al grupo, hablándoles en su mismo idioma pero con un profundo acento francés.

- Puff... Supongo que tiene razón, Monsieur Seen... no es conveniente seguir con esta facade en una situación como esta. Mi nombre no es Gastón LeFou realmente; ese es solo mi seudónimo. Mi verdadero nombre es Gastón Alvarez de la Cruz, y mi procedencia es de... Aragón. Yo siempre soñé con ser francés. ¡Era el sueño de mi vida! ¡Le rêve de ma vie!

 Se acerca más al grupo, con una mirada más avergonzada y sincera que las que había dado hasta el momento. Su austera expresión francesa parecía haber desaparecido.

- Yo quería desde que era un chaval ser parte de la élite millonario del mundo... como un distinguido hombre francés. Un amante de la comida, del vino y del arte. por eso cree a este hombre; a este Sr. LeFou: para ser quien estaba destinado a ser. Para vivir la vida a la que no pertenecía... y ahora... he sido descubierto en mi mentira. ¡Oh, le maleur! La tragédie...

 Gastón sacó un pañuelo para secarse algunas lagrimas que le surgían de contar tal desgarradora historia de sueños y farsas a todos los presentes. Era un hombre exagerado, eso se podía ver; pero sus sentimientos parecían legítimos.

le rêve de ma vie

-Vaya creo que después del traqueteo de ayer el encierro de hoy tal vez sea bueno. Teniendo en cuenta que no pienso mover un dedo para trabajar aquí por supuesto. -Tosió ligeramente. -Tal vez debamos urdir un plan para salir de aquí mañana, aunque escuchando lo que dijo el Señor Sir, seremos relevados a la mañana, buen momento para irse. -Dicho dejo aquello antes de sentarse como otros muchos millonarios y quedarse a escuchar las confesiones del salvado.

-Vaya, un hombre lleno de sorpresas. -Hizo un sutil comentario a su gordura. -¿Y alguno a recopilado alguna pista en este día? ¿O hay mas confesiones? -La hora bruja estaba cerca, era buen momento para historias de terror.

Sin hacer ningún tipo de sonido, una mujer bien conocida apareció ante la multitud. Con una mirada fija sobre los Millonarios y una amplia sonrisa en su rostro habló de forma clara, precisa e incluso tétrica para algunos.

-Adolf, se amable y mete al Dr. Henry Walton Jones en el Horno, ¿Quieres?.

Con una amplia sonrisa, miro a aquella amigable dama y le respondo.

-Sí, Señora.

Agarro por la solapa del traje al Dr. Henry Walton Jones y empujándolo a trompicones, lo llevo hacia la entrada del Horno, sin detenerme y superándole en fuerza física, por mucho que este se resistiera y diera patadas, puñetazos, codazos o alguna otra cosa futíl con el objetivo de liberarse.

Mientras Georgina bajaba las escaleras, Shirley abrió la puerta del Horno para que el trabajo de Adolf fuera mucho más sencillo y rápido, aún teniendo en cuenta que él no se iba a detener por nada y nadie con tal de llegar a su objetivo y arrojar a Henry al interior del Horno, para que las llamas lo consuman vivo.

-No se, mis planes eran mucho más simples y directos... ¿Era necesario la cosa rara de la Hipnosis?.

Georgina se ve visiblemente molesta a la altura del Horno, posicionándose junto a su nueva y querida Recepcionista; y profundamente indignada por como esta ha cuestionado sus métodos para conseguir un objetivo claro y preciso, decidió burlarse de esos pensamientos simplistas.

-Ya hablas como ellos: "No puedes hipnotizar gente, ¿Qué hay del Libre Albedrío?", "Haremos que tu licencia médica sea revocada", "Y si tenemos niños nunca jamás dejaremos que te acerques a ellos"; y por esta misma tontería tuve que teñirme el pelo y mudarme a este pueblo desastroso, hipnotizar a los empleados y hacer que trabajen por chicle diario y cupones para las tiendas del pueblo... Y ni me preguntes acerca del incendio.

-Señorita lamento decirle que si emití mi voto por el señor Adolf ¿pero que ….?- dije sorprendido  mientras observaba la escena incapaz de interferir – las letras de la hamburguesa quizás  FVD- digo mientras intento desesperado -Fravodo, Frondavil, frondoso, favodito, Fravida.

Al señor Yoshitoko se le escapaba demasiadas cosas que no lograba comprender en aquella isla de locos. Entendió que nuevamente las votaciones habían sido manipuladas y que los votos acumulados por uno de aquellos invitados habían logrado ser enviados en contra del señor Gastón para eliminarle. Pero lo que más le sorprendió fue lo que ocurrió después, el señor Adolf Meinster parecía estar sujeto a hipnosis y trataba de eliminar al profesor Jones metiéndolo en un horno.

- Maldita sea, esto se nos va de padre y ya se nos fue de madre ¿Os habéis vuelto todos locos? El capo de la mafia clavó su mirada en aquellas dos arpías y trató de entender cómo lograr a salvar a los que a su parecer eran dos inocentes.  Aquello era una estratagema para que, o bien muriese Jones quemado en el horno, o bien la gente votase a Meinster para impedir que lo quemase. La única opción para salvar a ambos, algo que trataría de lograr el señor Yoshitoko, era encontrar la palabra clave.

- Si está sujeto a hipnosis solo puede ser liberado encontrando la palabra clave. Estoy prácticamente convencido que los tres son inocentes. Gastón LeFou se ha llevado la mayoría de votos al haber sido manipuladas las votaviones, que mintiese en cuanto a ser francés para aparentar más estatus oowue LeFou sea un seudónimo me la trae floja. Henry Jones es el único de que sabemos a ciencia cierta que es inocente, afirmación dada por el mismo banquero al inicio de todo y cualquiera con dos dedos de frente puede ver qué Meinster está siendo controlado...

Yoshitoko se puso a pensar palabras y decirlas a ver qué podía lograr, mirándole fijamente a Adolf a los ojos.

- Chicle, aserradero, optometrista, sir, orwel... Se frunció la barbilla, la que ejercía el control mental parecía la de rosa, la que probablemente fuese el conde Olaf. Shirley, Conde Olaf, ¡galleta!

Elvira se queda por un momento ensimismada al descubrir el poder de la hipnosis. Inevitablemente, su cabeza se había puesto a elucubrar mil y un usos la mar de interesantes para esa hipnosis. Tras unos segundos, vuelve en sí y se queda mirando al señor Yoshitoko.

-Madre mía, y ¿cómo vamos a dar con la palabra clave? Yo vi que en la cantina estaba grabado "memento mori"...

Por un momento se queda pensativa y empieza a gritarle a Adolf palabras aleatorias

-¡Memento mori! ¡Recordatorio! ¡Muerte! ¡Morir! ¡Todos locos! ¡Aserradero! ¡Gas! ¡Subasta! ¡Fístula! ¡Dedo! ¡Vivisección!

¡Oh Dios mío! - Grité cuando ví lo que estaba pasando entre Adolf y el Doctor. Dar con una palabra clave que podría ser cualquier cosa de las miles de palabras que hay en el mundo... era de locos. Cuando Elvira lo dijo en alto solo pude asentir y sin más pistas, seguí el camino de Elvira a ver si dabamos con la palabra clave

- ¡Cementerio!¡Cadaver!¡Muerto!¡Tumba!¡Nicho!

Ignorando por completo como los Millonarios gritaban palabras al azar a un hipnotizado Adolf, mientras este cargaba a un revoltoso Dr. Henry Walton Jones. La Secretaria continuó hablando con su querida "jefa" la "Doctora" Georgina Orwell, de una forma bastante apasionada, pues incluso se habían cogido de las manos y se miraban a los ojos.

-¿Y él lo sabe?. Ya sabes, el Jefe, Sir... Porque el otro... aunque sea su socio es un poco... meh...